6. Tarde en casa
Todos los alumnos en las banquetas, los pasillos, o en sus salones, mirando a través de las ventanas, nos observan mientras corremos por la escuela. Pero nadie dice nada. No es de extrañar pues al ser Arath uno de los chicos más populares y novio de mi acosador, supongo que creen que está, casi arrastrándome, porque me hará algo malo. Lo cierto es que Arath no está jugándome una broma o intentando lastimarme, él simplemente me tiene tomado de la mano, desde hace un rato, y apenas va soltándola ahora, que llegamos al estacionamiento.
—Es viejo, pero cumple muy bien su cometido —dice cuando nos detenemos frente a su auto.
—Ni siquiera tengo uno —respondo encogiéndome de hombros.
Arath sonríe, abre la puerta del copiloto para mí y me pide subir, me coloca el cinturón de seguridad y luego de cerrar la puerta rodea el auto para subirse, él.
El camino hasta su casa está siendo muy tranquilo, ninguno de los dos habla, porque Arath no deja de cantar. Lo ha hecho desde que se subió tras el volante, y creo que seguirá haciendo durante todo el trayecto, olvidándose que yo estoy sentado junto a él. Eso no me molesta para nada, al contrario, disfruto mucho del concierto privado.
No ha pasado mucho, cuando llegamos a una pequeña pero muy bonita casa de color blanca, que tiene un patio delantero que además de servir como garaje, tiene un aro de básquet y algunos rosales que bordean toda la propiedad, además de un pequeño jardín lateral, con muchas flores de diversos colores. Parece ser un hogar muy acogedor.
—Estoy en casa... —anuncia Arath en cuanto ingresamos, pero nadie responde, así que tras cerrar la puerta se dirige a la cocina, llevándome con él.
—¿Cariño ya llegaste? Tayler llamó, me dijo que no habías co-
—Nop, no hemos comido —Arath sonríe ante la sorpresa de su madre, que me mira de pies a cabeza.
—Mujer, no lo mires así, él es mi amigo Alexander —le dice a su madre.
—Lawan Carter, pero puedes llamarme Lala —dice ella tendiéndome la mano, mientras me sonríe. Es más bajita que Arath, con unos ojos negros muy grandes, el cabello también negro, largo, pero atado en una coleta alta y una sonrisa muy jovial, en vez de ser su madre parece su hermana gemela. Son completamente iguales, bueno tan iguales como pueden serlo un hombre y una mujer.
—Mucho gusto señora —digo tomando suavemente su mano, un poco avergonzado por haberla sorprendido.
—El gusto es mío Alexander. —Me mira bien el rostro— Creo que ya sé el motivo por el cual no comieron. ¿Te encuentras bien? —pregunta mirando mi mejilla raspada.
—Si lo estoy, gracias por preguntar.
La señora Carter me sonríe cariñosamente y no hace más preguntas, mira a Arath y le da un asentimiento con la cabeza.
—¿Me ayudas a poner la mesa hijo? —pide, y Arath como buen hijo obediente, va a ello... pero solo pone los individuales.
Ayudo a la Sra. Carter, a terminar de llevar las cosas a la mesa y finalmente paso los platos. Cuando —por fin— nos sentamos a la mesa, puedo disfrutar de un agradable momento familiar, como hace muchos, muchos años no hacía.
» Entre risas y degustando la deliciosa sazón de la mamá de Arath, se nos pasan rápidamente los minutos. Una hora y media después de habernos sentado a la mesa, por fin nos levantamos e inmediatamente tomo los platos para llevarlos a lavar.
—Oh no, Alexander, no es necesario que hagas eso. Deja que yo recojo la mesa. —dice la Sra. Lawan.
—No, señora Carter ustedes han sido muy amables al invitarme la comida, al menos deje que yo lave los platos. —ella me mira con una especie de adoración en los ojos y me hace sonrojar. Tengo que bajar la mirada y continuar recogiendo todo.
—Arath...
—¿Qué pasa mujer...?
—Deberías aprender de Alexander.
Ella sonríe.
Mi madre está encantada viendo como Alexander la ayuda con el quehacer, y a decir verdad el chico parece todo un amo de casa... o ama de casa... lo que sea, pero la idea es esa.
Mientras seca los platos, veo un brillo especial en los ojos de mi madre y por un momento, mientras platica con ella puedo notar a un Alexander completamente distinto. No es tímido, ni está asustado, parece que la cocina se ha convertido en un lugar mágico para ellos... Sí, para ellos, y me hace preguntarme ¿Por qué no estoy en el cuadro?
—Bueno, bueno, me hacen sentir excluido y mal, dejen que los ayude.
—¿Tienes fiebre? —Mi madre coloca el dorso de su delicada mano en mi frente y yo gruño cuando se sonríe— Ni siquiera eres capaz de levantar tu plato cuando te lo pido.
Totalmente culpable. Nunca la he ayudado. Pobrecita. Pero ver como Alexander lo está haciendo y el momento tan agradable que han pasado, me hace desear poder hacerlo de ahora en adelante.
—Empezaré a hacerlo mamá, lo prometo.
Guardo el último plato y dejo el secador sobre la encimera. Alexander y mi madre me observan sorprendidos. Pero Alexander baja rápidamente la mirada, cambiando por completo su estado de ánimo.
—¡Ari, voy a matarte! —escucho la voz de Tayler atrás de mí y cuando volteo a encararlo, el pobre está cargando su equipamiento del hockey, su mochila y la mía.
—Upss
—¿Solo Upss? No tengo auto hasta el fin de semana Ari, ¿lo sabes no? —claro que lo sé, solo que no lo recordé... nuevamente upss— Tuve que venir en taxi.
—Ohhh por eso te amo solecito. —un descarado de primera— ven deja que te ayude.
—Al menos... —me gruñe mientras deja todo en la encimera— Tía Lala, buenas tardes —se dirige a mamá y ella sonríe después de darle un beso en la mejilla.
—¿Y Alexander? —pregunto a mi madre, cuando me percato de que ya no está en la cocina.
—¿Alexander? —pregunta Tayler desconcertado.
—Estaba aquí, junto a mí —dice mi madre— ¿A dónde habrá ido? —e inmediatamente va a buscarlo.
—¿Qué Alexander? —Me pregunta Tayler cuando nos quedamos solos. Yo me encojo de hombros y sonrío como bobo mostrándole mis dientes—. Arath...
—Qué —digo secamente.
—¿De qué Alexander estás hablando? —me reta con la mirada.
—Es que...
—¿Sabes qué?... No quiero saberlo. —se cubre las orejas con las manos.
—Vamos Tayler, no podía dejarlo solo.
Bajo sus manos y las sujeto.
—De que hablas Arath ¿te volviste loco? ¿En serio lo trajiste a tu casa?
—Sí. No le veo nada de malo al haberlo hecho.
—No creo que Vincent comparta esa idea... —mierda Vincent— y ni que decir de Derek, Noah y los otros.
—No estoy contándoles —al menos no por el momento— ¿Tú lo harás?
Tayler se suelta de mi agarre y pasa sus manos por su cabello, despeinándolo.
—¿Qué pasaste la tarde con el nerd de la escuela en vez de idolatrar y complacer a tu novio? —Doble mierda, se suponía que iría a casa de Vincent— Nop... creo que aun soy muy joven para morir, además no quiero enemistarme con Noah. Pero mejor explícame ¿Por qué?
—Creo que no tengo que recordarte cual era mi situación anteriormente ¿no? Lo que le hicieron fue muy cruel Tayler, no se conformaron con fastidiarlo en clase, tirándole sus cosas, insultándolo y poniéndole sobrenombres, sino que lo lastimaron... porque créeme que, aunque no lo hayan hecho con los puños, tiene un feo golpe en la mejilla. La caída incluso pudo causar que se rompiera la nariz o peor aún... el cristal de sus lentes, podría haberse roto y un vidrio incrustársele en el ojo y-
—Si bueno, estás exagerando, los lentes no son de vidrio, son de un material especial, difícilmente se vuelven astillas...
—Pues como sea Solecito, yo no podía abandonarlo.
—Esto está mal Ari, pero si estás seguro, no soy nadie para contradecirte o prohibirte que te hagas su amigo... ¿por qué eso sigue verdad?
—Nop. Error. Tú y yo, ya somos amigos de Alexander Miller.
—¿Lo somos?
—Pero por supuesto solecito...
Tayler me abraza por el cuello y me arrastra fuera de la cocina, mientras despeina mi cabello.
—Bueno, al menos déjame conocer a mi nuevo amigo.
𝕰𝖛𝖎𝖎 𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ
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