5. Yo seré tu amigo
No sé por qué Arath está en la enfermería conmigo. No puedo entender por qué está acompañándome o por qué me está consolando y se nota tan preocupado, cuando estoy en este lamentable estado gracias a sus amigos. Pero me gusta tenerlo cerca, me gusta sentir su mano en mi mejilla y aprecio cada palabra que sale de su boca.
No sé cuánto tiempo llevamos conversando, pero estoy seguro de que nos hemos perdido el almuerzo y la última clase del día.
—Nadie tiene derecho a lastimarte ¿correcto? —me dice mientras se pone de pie y me tiende la mano para que yo haga lo mismo.
—Gracias...
—¿Por...?
—Por no ser como tus amigos. Por no burlarte de mí, arrojarme papeles, insultarme o hacerme maldades.
—Ay Alexander, no me gusta que traten mal a las personas —dice, acunando mi rostro entre sus manos, y mirándome fijamente cuando vuelve a hablar— ¿Por qué siempre estás solo? ¿Aún no has hecho amigos?
—No, no tengo amigos. —Bajo la mirada y comienzo a juguetear con mis dedos en señal de vergüenza y nerviosismo— Nunca he tenido amigos —digo y él suelta mi rostro y toma mis manos inquietas, suavemente. Es un breve instante, pero logra calmarme.
—Bueno, ahora ya tienes uno. Yo seré tu amigo de ahora en adelante y espero serlo por mucho tiempo.
Siento que mi corazón se calienta ante su afirmación, sus palabras son muy convincentes, se sienten tan reales y no hay una pizca de burla en ellas.
—¿E-es cierto? —digo entre sorprendido y contento. Él me sorprende cuando sonríe y empuja con un dedo mi frente.
—Claro que sí, tontito.
—Es que...
—Es que... ¿no confías en mí? ¿Crees que es una broma o que solo te lo estoy pidiendo porque quiero lastimarte? Porque déjame decirte que, si lo crees, estás muy equivocado. Tú eres muy inteligente... porque lo eres ¿cierto? Así que sabrás que cada palabra que te he dicho es verdadera.
Sonrío por la forma tan rápida y elocuente en la que ha hablado y asiento con la cabeza, sin dejar de mirarlo.
—Amigos entonces. —Extiendo mi mano y él la toma para dar un suave apretón—. Gracias.
—No tienes que agradecerme, al contrario, soy yo quien debe agradecer que confíes en mí y me permitas demostrarte lo buen amigo que puedo llegar a ser.
—Gracias por venir a buscarme. —No responde a mis palabras, en cambio mira la hora en su celular.
—Nos hemos perdido la última clase. ¿Tienes algo que hacer ahora mismo?
—No —respondo a secas.
—Bien entonces... te invito a mi casa. No he comido nada, me estoy muriendo de hambre y estoy seguro que estás en iguales condiciones. —Es verdad, muero de hambre— Además, debes saber cómo mi nuevo amigo, que me pongo muy gruñón cuando tengo hambre. ¿Qué dices, vamos?
—Eh... ¿de verdad?
—Claro —dice muy animado. Y eso me hace sonreír ligeramente.
—Está bien.
—Vamos por tus cosas ¿Están en tu locker, cierto?
—Sí, ¿las tuyas?
—Oh, no te preocupes por las mías. Las tiene Tayler, seguro después pasa por mi casa para dejarlas. —Me sobresalto— ¿Qué ocurre? —pregunta curioso.
—Bueno... es que... —nuevamente empiezo a jugar con mis dedos y él lo nota— tus amigos-
—No te preocupes por nada ¿está bien?... —sonríe cálidamente— Ahora ven, vámonos. —expresa, tomando mi mano y sacándome casi a carreras de la enfermería.
Siento que algo dentro de mí se quiebra cuando Alexander me dice que nunca ha tenido amigos, y ver la duda en su rostro cuando le dije que yo lo sería, hace doler mi pecho. Un enorme sentimiento de culpa por lo que mis amigos le han venido haciendo, me embarga, pero apenas es la primera semana de clases y no puedo permitir que su último año sea así... solitario y aterrador.
Sé cómo se siente y lo difícil que debe ser para él, salir cada día de casa, sabiendo lo que le espera al llegar a donde se supone es el lugar en que los adolescentes pasan sus mejores momentos, aprendiendo y divirtiéndose —al mismo tiempo— rodeados de personas de su edad que se convierten en sus amigos, quizá para toda la vida... y me duele. Me duele que Alexander se esté perdiendo de la parte divertida de venir a la escuela.
A mi mente llegan como ráfagas dolorosas, recuerdos de mis primeros años, cuando Yo era Alexander y aun no conocía a mis amigos. Y decido que no dejaré que los recuerdos me afecten...
Invito a Alexander a mi casa, comeremos algo juntos y aprovecharemos el tiempo que nos queda antes de que anochezca, para conocernos un poco.
Salimos a toda prisa —bueno casi lo arrastro por los pasillos— y nos dirigimos al área de los casilleros. Alexander coge su pesada mochila y nuevamente lo tomo de la mano y salimos como el Rayo McQueen, de la escuela.
He decidido que, Alexander y yo nos convertiremos en muy buenos amigos... ya después incluiremos a Tayler.
𝕰𝖛𝖎𝖎 𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ
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