3. Idiotas

Caminamos a paso lento desde la cafetería al auditorio donde todos recibiríamos la siguiente clase y apenas entramos, Tayler me codea y señala hacia un grupo de alumnos que están riendo por algo, en la parte central delantera.

—¿Ya lo viste? —Dice haciendo un movimiento de cabeza que no comprendo— Ese chico... —insiste.

Mis ojos se abrieron como platos cuando vi hacia donde mi mejor amigo me señalaba.

Un chico con la piel más blanca que nunca he visto, cabello esponjoso color chocolate, ojos negros —melancólicos— escondiéndose detrás de unas gafas de montura gruesa y negra. Y por supuesto, una pila de libros aparte de la mochila que está a reventar.

Ya lo he visto, lo conozco, claro que sí.

A simple vista Alexander Miller —porque así se llama— es el típico patito feo. El nerd. El que no encaja en ningún grupo porque siempre se muestra retraído. Pero para mí, Alexander es solo el chico nuevo que está buscando pasar desapercibido para no ser molestado. Cosa que definitivamente no le está funcionando, porque la primera semana de clases está por terminar y es al que más molestan, sobre todo los deportistas... y sip, encabeza la lista, mi novio Vincent.

Alexander no estaba —como suele hacer— sentado en primera fila, listo para tomar apuntes apenas el profesor se posicionara delante de todo el grupo. No. Está recogiendo sus cosas que aparentemente los amigos de Vincent le habían tirado al piso.

¿Cómo lo sé? Pues porque la sarta de imbéciles está riéndose a más no poder.

Mi primer impulso es acercarme a él y ayudarle, pero apenas doy el primer paso, Tayler sujeta mi hombro y me señala con la mirada que alguien nos está observando.

Derek Jones, el mejor amigo de mi novio, está grabando todo lo que ha sucedido. Por inercia, Tayler y yo comenzamos a reír nerviosamente, y justo en ese momento, Alexander vuelve a levantar la cabeza y me muestra su mirada llena de tristeza.

Un sentimiento inexplicable se apodera de mi pecho y lo único que logro hacer es dar la vuelta y salir del auditorio, al menos eso intentaba hacer porque justo en la puerta, choco contra el fornido pecho de alguien que me sujeta más fuerte de lo que puedo soportar.

—¿A dónde crees que vas, bebé? —Es Vincent— ¿Vas a dejarme solo también en esta clase?

—Claro que no, yo iba a buscarte. —Trato de soltarme de su brusco agarre— ¿te importa? —Le miro directo a los ojos y él se sonríe y lo suaviza— gracias...

—Lo que pida mi bebé —sí, sí, como sea. Vincent besa mi cabeza y me guía nuevamente hacia el interior— Collins —saluda a Tayler en cuanto pasamos junto a él y me guía hacia donde suele sentarse con su grupo de idiotas... la parte del fondo.

Sé que Tayler no nos seguirá, a veces él prefiere conservar distancia, sobre todo cuando Vincent está siendo posesivo conmigo, pero nunca me aleja demasiado de su radar, así que se sienta junto al pasillo muy cerca de nosotros.

—Ya puedes soltarme Vincent —le digo y lo hace.

Tomo un lugar cerca del pasillo —y de Tayler— y justo antes de que el profesor empiece a hablar, puedo ver a Alexander sentarse también. Me siento mal por él, pero, aunque esté siendo un completo idiota, no puedo perder la reputación que tanto me ha costado mantener.

El profesor habla y habla durante casi dos horas y no he prestado atención a nada de lo que ha dicho...

Faltan pocos minutos para que la clase termine y por enésima vez, el profesor manda callar a Noah —otro de los idiotas amigos de mi novio— quien está tramando una nueva broma a costa del chico nuevo.

Miro a Tayler, suplicando para que me rescate y él se toca el reloj de pulsera, indicándome que tenga paciencia... ya no falta mucho. Gracias a Dios, la última clase estará libre de idiotas, porque tienen entrenamiento. Se acerca un juego importante, por lo cual, desde el primer día, están entrenando por las mañanas y tardes.

El maestro da por terminada la clase y me pongo de pie para ir junto a Tayler.

—No veo la hora de que se larguen —le digo casi en un susurro y él me arregla el cuello de la campera.

—Te ha dejado otra marca —suspiro cansado. El idiota de Vincent, no dejó de manosearme en cada oportunidad que tuvo, cuando el profesor no estaba viendo hacia nosotros— ¿Por qué no se están moviendo? —Me pregunta mirando en dirección de Vincent y su séquito.

Siempre son los primeros en salir, pero esta vez ni siquiera se han levantado y eso que dentro de unos minutos deben estar en el campo de futbol, para iniciar su entrenamiento.

—¿Por qué no están corriendo como caballos desbocados? —le pregunto a Vincent, que se acerca a mi amigo y a mí.

—Hoy almorzamos juntos bebé. Te lo dije. —Me muestra su celular— La práctica se canceló.

Y sí, ahí está el mensaje:

"Necesito mimos. Después de comer iremos a mi casa para que tu boquita me brinde la atención debida"

Idiota.

𝕰𝖛𝖎𝖎 𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ

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