12. Calma, solo con él
No puedo creer que el domingo se esté terminando y yo no me haya atrevido a llamar a Arath. No lo he visto ni sabido de él en prácticamente todo el fin de semana.
Después de la fiesta del jueves, todo se puso raro, en realidad desde el momento en que me levanté para ir al baño, y es que por un momento pensé que Arath estaba siguiéndome, incluso me detuve en el pasillo para esperarlo, pero Jane, una compañera del salón y parte del grupo de los populares, apareció y comenzó a decirme algunas cosas, que no entendí. ella estaba demasiado ebria y me distrajo, así que perdí de vista a Ari.
Me liberé de Jane después de casi diez minutos horrendos, y entré por fin al baño, cinco minutos después cuando salí y volví junto a los chicos, Arath estaba raro, en su rostro no estaba la chispa alegre que siempre conservaba. Lucía apagado... Vincent estaba junto a él, pero para Arath era como si fuera invisible.
Me senté junto a Tayler y le pregunté si algo había ocurrido, pero me respondió que él iba a preguntarme exactamente lo mismo, porque pensó que Arath me alcanzaría en el baño, pero al verlo regresar solo, imaginó que quizá algo había ocurrido entre nosotros.
Lo cierto era que ninguno comprendía lo que estaba ocurriéndole, y nos preocupamos.
Cerca de las tres de la mañana. Noah estaba demasiado borracho como para mantenerse en pie y Derek al parecer se había ido sin él, por lo que Tayler debía llevarlo de regreso a su casa, el problema era que Tayler no había llevado auto, porque se suponía que esa noche Arath manejaría y lo llevaría. Así que para llevar a Noah debía usar el auto de Ari.
Como yo vivo a unas cuantas calles de la casa de Vincent, no necesité de un auto para llegar a la fiesta, y no lo necesitaba para irme tampoco, así que me ofrecí a cuidar de Arath porque Vincent había vuelto a desaparecer —como toda la noche— y no lo pudimos encontrar.
Tayler se encargó de avisar a la mamá de Ari lo que haríamos. Prefirió acercarnos a mi casa, y luego se marchó con Noah.
Apenas Ari y yo entramos en la propiedad, lo conduje a la habitación junto a la mía, para dejarlo descansar, pero después de quitarle los zapatos, aflojarle la ropa y colocarlo sobre la cama, de costado, él sujetó fuerte mi mano y no me dejó marchar, por lo cual terminamos durmiendo juntos... Él durmió, porque yo no pude pegar un ojo. Primero porque me sentía muy inquieto compartiendo la cama con él, y segundo porque parecía estar soñando cosas dolorosas o feas. En un momento estaba tranquilo, restregando mi mano contra su rostro y al siguiente estaba sollozando como un bebé.
Cuando amaneció, quise preguntarle qué estaba pasando, pero no me dio opción.
Lo cierto es que al igual que ese día, hoy el cielo está nublado, sombrío como el semblante de Ari, la última vez que lo vi, y así estoy empezando a sentirme también, porque no he sabido de él.
Después de ver aquella grotesca escena, me dediqué a beber, sé que me descontrolé, bebí más de la cuenta y preocupé tanto a Tayler como a Lex.
Gracias a Dios el día viernes las clases se habían suspendido y pude pasar algunas horas con Lex... Intentando mantenerme bien, junto a él.
Era la primera vez que visitaba su casa, y la verdad, era bastante grande, mucho más que la de Vincent y creo que todas las de la zona.
—Bien, ¿Qué quieres para desayunar? —me preguntó Alexander, apenas abrí los ojos junto a él en la cama, estaba siendo tímido, con las mejillas sonrojadas y sin atreverse a mirarme directo a la cara.
Lucía tan adorable.
—Buenos días —lo saludé como respuesta.
—Pasan de las doce —me respondió— así que sería más correcto decir buenas tardes.
—Entonces será mejor que almorcemos —intenté sonreír.
—Claro que sí —me dijo entusiasmado y de un salto salió de la cama.
Lo seguí hasta la inmensa cocina en el primer piso, y me sorprendió ver que la casa parecía estar completamente vacía, bueno a excepción de nosotros, parecía que no había otra persona.
Alexander sacó unos contenedores de comida y los colocó en el horno, luego sirvió el contenido en dos platos y comimos en completo silencio. De rato en rato, lo veía observándome, estaba seguro que quería preguntarme algo, pero era mejor así, no quería agobiarlo con lo que estaba ocupando mi cabeza, menos hacer que también él se sintiera mal por mi culpa.
Después de comer, Alexander me hizo un recorrido por su mansión, porque eso es, no es una simple casa.
Una a una, fuimos pasando por las inmensas habitaciones de la primera planta y finalmente volvimos al piso superior, donde Alexander dijo, era el lugar en el cual más tiempo pasaba.
Entramos en la habitación contigua a la que habíamos dormido y me sorprendió la cantidad de libros que tenía ahí, había estanterías de piso a techo, que me hicieron recordar al cuento de la Bella y la Bestia. Realmente era impresionante la cantidad de libros que había.
—¿Los has leído todos?
—Desde que aprendí a hacerlo —respondió tranquilo.
—Wow. Ya veo porque los maestros dicen que eres una especie de genio superdotado. —Empujó una puerta y pensé que era una especie de pasaje secreto (ya que estaba en lo de los cuentos... pues podría ser posible ¿no?) Pero no, la puerta condujo a una nueva habitación, era una sala de juegos, yo estaba maravillado y pensando en que a Tayler le encantaría esa sala. Había toda clase de juegos, consolas, póker, minigolf, una mesa de billar, una mesa de fulbito, otra de pingpong, un Xbox, e incluso tenía una colección de canicas extrañas en un jarrón de cristal— Es grandioso —dije sin dejar de admirar el lugar.
—¿Qué cosa? —preguntó él, extrañado.
—Esto... todo —dije mirándolo.
—Bueno puedes venir cuando quieras y también invitaremos a Tayler, estoy seguro de que le gustaría mucho ¿no?
—Totalmente —dije sonriendo, mientras miraba la máquina expendedora de refrescos y golosinas que tenía junto a la mesa de ajedrez.
—¿Alexander?
—¿Si?
—Gracias...
—¿Por qué me agradeces?
—Por ser mi amigo.
—Debería ser yo, quien lo agradeciera. Has hecho mucho por mí, Ari. Me has ayudado desde el principio.
Conversamos un poco sentados en el cómodo sillón frente a la pantalla de tv, mientras bebíamos un refresco, y sin darnos cuenta terminamos hablando de la escuela, del día en que nos conocimos, de lo mal que se sentía cuando todos se burlaban de él y de cómo poco a poco, la escuela empezaba a hacerlo sentir contento, porque por primera vez tenía amigos, y sentía que encajaba.
—Gracias por esto —dije después de un rato, girándome a mirarlo— y por haber cuidado de mi toda la noche —puse mi mano sobre la suya y él suspiró.
—N-o es nada Ari —tartamudeó— para eso somos amigos ¿no? —dijo mirándome a los ojos, y yo jamás había visto tanta sinceridad en una mirada y oído lo mismo en unas simples palabras, como en ese momento, mientras nuestras miradas conectaban.
Instantáneamente unas lágrimas se acumularon en mis ojos y una sonrisa se dibujó en mi rostro. Alexander no imaginaba lo bien que me estaba haciendo sentir en ese momento.
Nos quedamos mirando por un momento, yo me sentía tan en calma estando cerca de él, que no quería pensar en nada de lo que había sucedido la noche anterior, simplemente quería disfrutar un agradable momento con mi amigo... Pero todo se arruinó cuando sentí vibrar mi celular en el bolsillo de mi pantalón y vi de quien se trataba.
En ese momento tuve que salir de la casa de Alexander, no podía permitirme estar mal, no en su presencia... y la calma que estaba sintiendo junto a él, comenzó a desaparecer.
𝕰𝖛𝖎𝖎 𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ
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