8 [Pt. 2]

Sábado 18 de Julio de 2015.

Ubicación: Culiacán, Sinaloa, México.


9:15 PM


• Alessandra POV:


Me encontraba en mi habitación, desde hace un rato me había puesto el pijama y metido bajo mis sabanas, no tenía ánimo de nada, ni siquiera había bajado a cenar luego altercado en la habitación de mi hermana y la fuga con su amado el ambiente en mi casa era pura tensión.

Me quede mirando un punto fijo en el techo, tantas cosas pasaban por mi cabeza en este momento que no podía poner atención solo en una, salí de mis tensiones mentales cuando mi padre entró a mi habitación.

- ¿Cómo te sientes princesa?. - se sentó al borde de mi cama y tomó mi mano, su vista se se centró en mi mejilla. 

- Estoy bien Pa. - le sonreí. - Me tome unos analgésicos y como nueva. - ambos reímos.

- Tan optimista como siempre mi corazón. - el me sonrió.

- Lo importante aquí es, ¿Tú cómo estás?. ¿Cómo está mamá?. - lo mire fijamente.

- Que te puedo decir nena, estamos destrozados. - el miraba sus manos. - Al final de cuentas ella tomó la decisión y no podemos hacer nada por detenerla, solo esperemos que no le toque topar con pared y llevarse una gran decepción.

Me acerqué a él y lo abracé, me mataba ver a mis padres mal, y no entendía como era posible que Ana Carolina prefiriera causarles ese daño a ellos que dejar a Iván, papá se separó de mi y me miro a los ojos.

- Se qué tal vez piensas que somos muy duros por no aceptar esa situación y que ella es libre de elegir de quien se enamora pero, mi mayor deseo es que ustedes de verdad encuentren a alguien que las admire, quiera y respete por sobre todas las cosas. - pausó un momento. - Pero, si ese hombre es capaz de humillar, ofender y matar a un ser humano solo por profesión, no me imagino lo que puede hacer al tener una mujer a su disposición.

Me sonrió y dejo un beso en mi frente antes de acercarse a la puerta de la habitación.

- Descansa nena, te amo.

- Yo también te amo Pa. - el asintió, apago la luz de la habitación y cerró la puerta tras de el.

Sus palabras habían dejado una duda muy grande en mi, y aunque los sentimientos que tenía dentro era fuertes, debía aceptar que papá tenía razón, algo dentro de mi se rompió, y las lágrimas comenzaron a salir.



 2:45 AM 



Desperté levemente al percibir algunos ruidos provenientes de la calle, decidí ignorarlos y volver a dormir, volvía a caer de nuevo en sueño cuando sentí un leve destello sobre mi rostro, pensé que era alguna de las farolas de la avenida pero ese pensamiento se esfumó cuando sentí como el colchón se hundió a mi lado.

Normalice mi respiración, a cómo está la situación no sabía que esperar y fue imposible que el temor no me invadiera, de un momento a otro sentí un toque en mi rostro y una ligera presión en mi frente, fue ahí cuando caí en cuenta de lo que pasaba, así que decidí abrir los ojos, me costó trabajo acostumbrarme a la luz, pero era imposible no reconocerlo.

- Ovidio. - solté logrando que el se girara.

- Mi chula. - con prisa se sentó a mi lado. - ¿Cómo se siente?. ¿Le duele mucho?. - acarició levemente mi mejilla causando un ligero dolor en esta.

- Estoy bien, nada que una pastilla no pueda solucionar. - por unos segundos ambos nos miramos a los ojos. 

Me fue imposible reprimir las ganas de llorar al tenerlo frente a mi, no pude evitar lanzarme hacia el y rodearlo con mis brazos envolviéndolo en un abrazo, hundí mi rostro en su cuello y me solté a llorar.

- Quédate aquí, por favor no me dejes. - le supliqué con desesperación.

- Aquí estoy mi reina, usted tranquila que no me iré.

Así nos quedamos por un rato, el brindaba caricias a mi cabello mientras yo seguía sollozando, sin cuestionarme nada simplemente dejo que me desahogara y eso era justo lo que necesitaba, cuando sentí como me había calmado, deshice nuestro abrazo, el me miro y limpio con sus pulgares mis lágrimas.

- Discúlpame por mojar tu camisa. - toque el cuello de la misma y note como estaba algo empapado.

- Eso es lo de menos mija, la tela se seca, pero le apuesto que esas lágrimas no las podía aguantar más. - sonreí levemente.

- ¿Por qué estás aquí?. - pregunté.

- ¿Cómo que porque chula?. Se le hace poco el desmadre que armo Archivaldo, después de eso era más que seguro que yo vendría a verla, más con lo que ese puñetas le hizo.

- ¿Pero como te enteraste?. - me sorprendió que supiera la situación.

- Eso es lo de menos mija, yo tengo ojos en todos lados y aunque así no fuera de una forma u otra yo lo sabría.

- Todo en esta casa es un desastre. - suspiré.

- Me imagino la presión que usted tiene encima.

- La presión es lo de menos, los sentimientos me pesan más.

- A chinga', ¿Qué quiere decir con eso?.

- Quiero decir que he caído Ovidio. - su rostro demostraba que no sabía a lo que me refería. - Lo lograste, me conquistaste y he caído perdidamente enamorada de ti.

Al instante que dije eso note como una sonrisa iluminó su rostro, logrando lastimar aún más mi corazón.

- No sabe cuanto tiempo he esperado escuchar eso de usted. - se acercó a mi y me besó sin premeditarlo- 

Como todas las veces trate de resistirme pero sus labios ya eran mi perdición así que le correspondí, entre besos lentamente me recostó en el colchón, enredé mis brazos en su cuello para acortar aún más la distancia, necesitaba sentirlo cerca de mi, al tomar sus mejillas con mis manos pude sentir la ligera capa de bello que cubría su rostro, lo típico de el.

Lo acerque más a mi y profundice el beso, su lengua se abrió paso hacia mi boca, cosa que no negué y la enredé con la mía, al paso de un rato me encontraba sobre el, podía sentir como brindaba leves caricias de arriba abajo sobre mis muslos, mseparé al sentir como de nuevo nos faltaba el aire y lo mire, sus ojos se posaron en los míos.

- No me lo tome a mal chula. - suspiro. - Pero tanto arrumaco entre los dos, me está sonando mal.

Sonreí ante su característico lenguaje, pero comprendía lo que me decía porque yo también comenzaba a tener ese sentimiento.

- Si te molesta...- mencione mientras me quitaba de encima, pero el no me lo permitió al posicionar sus manos sobre mis caderas.

- No es eso mi reina, pero con lo poco que la conozco, siento que algo en usted no está bien, pero no me lo quiere decir.

- Olvidémonos por un momento de todo. - dije. - Solo somos tú y yo en esta noche.

Nos miramos de nuevo por unos segundos, el tomo mis mejillas y estampo sus labios con los míos de nuevo, subí mis manos y quité la gorra que portaba en su cabeza, acaricié su cabello con mi mano, gesto que al parecer le agrado por que afirmó sus manos en mi rostro como respuesta, bajo sus manos de mi rostro a mis caderas y nos hizo girar quedando de nuevo sobre mi.

La extraña necesidad comenzó a resurgir entre los dos, y era algo que no dejaríamos pasar de nuevo de eso estaba segura, deslice mis manos de su cabello a su cuello, brindándole pequeñas caricias en la nuca mientras el comenzaba a acariciar mi cintura, nuestro beso cada vez se tornaba más apasionado.

Por un momento sus manos abandonaron mi cuerpo, llevándolas a su cadera para sacar su arma de su pantalón y la deposito en mi mesa de noche.

- El otro día olvidaste una, la tengo guardada bajo llave. - el rio.

- A mi nunca se me olvidan las cosas chula. - se acercó a mi rostro y acarició mi mejilla con su nariz.

- ¿Entonces?. - tome sus mejillas para que me mirara.

- No en todo momento podrá estar Mayel con usted y está más que claro que yo menos, así que de alguna forma u otra siempre la tengo que tener bien protegida.

- ¿Eso quiere decir que?. - me sorprendí.

- El arma es toda suya. - comenzó a besar mi cuello.

Su afán por cuidarme logro lastimarme aún más, y estaba más que claro que en otras circunstancias sería el hombre indicado pero no en esta vida.

- Perdóname. - solté sin más, sintiendo como las lágrimas volvían a escapar.

No quería que el lo notara, así que sin esperar respuesta retire su rostro de mi cuello y tome sus labios entre los míos.

Lleve mis manos hacia su pecho, busqué los botones de su camisa y torpemente los comencé a desabrochar logrando despojarlo de ella sin interrupción alguna, en respuesta a esto el se deshizo de mi playera con mi ayuda, no podíamos esperar más.

Me levante levemente permitiendo el acceso de sus manos a mi espalda, el con destreza logro desabrochar mi sostén para lanzarlo a un lugar donde no nos estorbara, antes de que pudiera continuar tome su rostro entre mis manos, lo mire notando común sus ojos tenían un brillo diferente en ellos, nunca me habían hipnotizado tanto como en este momento.

- ¿Está segura de esto chula?. - acarició levemente mi hombro.

- Te quiero, más de lo que pensé. - acaricie su barbilla con mis dedos.

- Sépase correspondida reina, yo también la quiero arto.

Se acercó levemente y volvimos a besarnos, ambos terminamos de despojarnos de las prendas que aún portábamos, después de eso las palabras no volvieron a hacerse presentes, solo nuestras caricias hablaron, me entregue a el sintiendo como todo el amor que me expresaba era verdadero y al mismo tiempo dándome cuenta de que me iba a hacer mucha falta.



4:30 AM 



Me sobresalte al sentir un peso sobre mi cintura, logre tranquilizarme cuando recordé lo que había pasado, Ovidio y yo hicimos el amor varías veces hasta que termine dormitando sobre su pecho, dándome cuenta que este era más cómodo que cualquier almohada, uno de sus brazos rodeaba mi cintura y el otro se mantenía sobre mi pierna que rodeaba su cadera.

Podía sentir como su pecho subía y bajaba con tranquilidad, mire la luna que se asomaba por los cristales de la terraza, su luz se veía demasiado tenue, no brillaba como siempre, parecía que todo se estaba confabulando contra mi esta madrugada, pose mi mano sobre el abdomen de Ovidio, comencé a trazar leves círculos en este para tratar de despejarme, unos minutos después su voz ronca y adormilada me sorprendió.

- ¿Lleva mucho despierta?. - me limite a asentir con mi cabeza.

Su mano abandonó mi pierna para tomar mi barbilla y obligarme a mirarlo.

- Sus ojitos dejaron de tener el brillo de hace un rato, y eso no está normal mija, ¿No se siente usted mejor?. - yo negué.

- No te he contado que antes de dormirme tuve una conversación con mi padre, me hizo entender muchas cosas.

- ¿Se puede saber que cosas entendió?. - yo asentí.

Decidí levantarme y sentarme para poder mirarlo mejor, no sin antes tapar mi pecho con la sabana.

- Entendí que en el corazón no se manda, lo que siento por ti es prueba de ello. - con esto el me brindo una leve sonrisa. - Pero también comprendí que a veces lo que uno quiere es lo que más daño nos puede hacer.

- ¿Qué me quiere decir con eso mija?.

- Lo que quiero decir es que tú y yo nunca vamos a poder estar juntos. - el me miro sorprendido. 

Yo sabía que debía decirle esto mucho antes de que nos acostáramos, pero quería tenerlo conmigo por lo menos una noche.

- ¿Por qué sale con esa chingadera otra vez?. - su tono de voz me dejo claro que se estaba molestando.

- Porque lo nuestro es imposible Ovidio, tu estilo de vida no va para nada con el mío, simplemente piensa en cómo está la situación con Carolina y Archivaldo, yo no quiero terminar así.

- Pero esos están así por pendejos, eso quiere no decir que a nosotros nos vaya a ir igual. - tomo mis manos entre las suyas.

- No me quieras comprar con eso, tengo muy claro todo lo que tú sientes hacia mi pero, eso no va a cambiar lo que eres. - solté sin más.

- ¿Y que soy según usted?. Dígamelo. - su tono cada vez era más duro hacia mi. - Ya se, soy un cabrón que distribuye sustancias que envenenan a la gente, o aún mejor, un pendejo que mata vatos solo por aclarar cuentas y defenderse, o que le parece un hijo de puta que priva de la libertad y de la vida a personas sin deberla ni temerla.

- Ovidio no sigas... - me interrumpió.

- Claro que voy a seguir, por que eso es solo lo que usted ve, usted no puede ver más allá de todas las mierdas que hago pa' sobrevivir. - pausó. - No se puede dar cuenta de todo lo que yo estoy dispuesto a hacer solo por estar con usted. - en este punto el ya se encontraba sentado imitando mi posición.

Podía notar como su aspecto era de un hombre derrotado, y hasta abatido, estuve a punto de olvidarme de todo lo que había pensado y lanzarme a sus brazos pidiéndole que nos fuéramos muy lejos de aquí, pero las palabras de mi padre que más se quedaron clavadas en mis pensamientos retumbaron en mi mente.

"Mi mayor deseo es que ustedes de verdad encuentren a alguien que las admire, quiera y respete por sobre todas las cosas. Pero, si ese hombre es capaz de humillar, ofender y matar a un ser humano solo por profesión, no me imagino lo que puede hacer al tener una mujer a su disposición..."

Eso me llevo a recobrar mi postura.

- Yo no puedo, ni quiero verme en un futuro en una situación como la de Ana Carolina, se que tú no eres igual que Iván, pero al estar enfocados en el mismo oficio se que los problemas serían los mismos. - mordí mi mejilla por dentro antes de continuar. - No estoy dispuesta a sumergirme en ese mundo y mucho menos arrastrar a mis padres conmigo.

- ¿Entonces?. - Ovidio hablo sin siquiera mirarme, su vista se encontraba perdida.

- No quiero que nos volvamos a ver, mucho menos que vuelvas a venir. - fue hasta este momento que me volvió a mirar.

- No me haga esto chula, no deje lo de nosotros solo por las pendejadas de su hermana y mi...- se detuvo.

- ¿Y tú qué?. - le cuestione.

- Que pinche caso tiene que le diga, si usted nunca va a cambiar de opinión.

Salió de la cama y comenzó a buscar su ropa, me limite a observar sus movimientos, todo lo estaba haciendo de una forma brusca, podía notar el coraje dentro de el, me dolía verlo así, pero era lo mejor para los dos.

- ¿Entonces no me quiere ver más?. - cuestiono mientras se sentaba a colocarse los tenis que llevaba.

- No, es mejor dejar las cosas de una vez. - note como asintió mientras tomaba su arma y la colocaba en su cintura de nuevo. - Por favor pídele a Mayel que se retire contigo y en un momento te doy el arma que...- su risa me interrumpió.

- Si usted se va a poner sus moños yo también me pondré los míos, el Mayel se queda y la pistola también.

- ¿Qué acaso no me escuchaste?. - recrimine.

- Claro que la escuche. - se giró a mirarme levemente. - Pero si por sus huevos va a terminar todo lo nuestro, por los míos Mayel se queda aquí y usted conserva la pistola. - volvió su vista hacia la terraza. - De mi no va a volver a saber nada si así lo quiere, pero a pesar de que me mande a la chingada yo no voy a dejar de cuidarla. - suspiré y asentí a pesar de que el no podía verme.

Me estire hacia la mesa de noche, abrí el cajón de esta y de ahí saqué en teléfono que tiempo atrás Mayel me había entregado para poder comunicarnos.

- Ya no lo necesitaré. - solté con pesar y lo deje sobre su pierna antes de regresar a mi lugar.

Ovidio tomó el aparato y lo observó por unos momentos, cuando menos lo pensé se puso de pie, lo lanzó al piso y comenzó a aplastarlo con su pie hasta que lo destrozó.

- ¿Por qué hiciste eso?. - me sentí estúpida después de preguntar eso.

- A mi pa' que chingados me va a servir si lo compre solo pa' hablar con usted.

Ninguno de los dos volvió a articular palabra alguna, el silencio reino en la habitación mientras ambos admirábamos la luna.



5:20 AM 



Después de lo pareció una eternidad el comenzó a moverse, acomodo su cabello con una mano y con la otra colocó su gorra sobre este, se iba a poner de pie pero de un momento a otro su mirada estaba sobre mi, las venas de su cuello y frente se sobresaltaban dejándome notar que estaba molesto, yo solo esperaba que me entendiera y no me odiara por esto.

- ¿Está segura que eso es lo mejor?. - su mirada se mantuvo sobre mi por un instante suplicándome que me arrepintiera.

Una voz en mi interior me pedía lo mismo, pero tenía que ser fuerte.

- Si, ya fue demasiado. - solo atine a decir en un susurro.

Sabía que no iba a volver a verlo, que definitivamente esto se terminaba aquí, así que sin pensarlo me acerqué a él y deje un último beso sobre sus labios, tomó con suavidad mis mejillas, logrando profundizar el acto, ambos sabíamos que era la despedida, y la falta de aire entre los dos solo lo reafirmó, se acercó buscando besarme de nuevo pero si lo hacía no lo iba a soportar, así que empuje sus hombros para que alejara.

- Solo vete. - al decir esto comencé a sentir un hueco dentro de mi pecho.

El simplemente asintió y se puso de pie, camino hacia la terraza bajo mi atenta mirada pero antes de abrir la puerta se giró.

- La quiero un chingo mi chula. - no me dio tiempo de contestarle cuando ya había salido de mi habitación.

- Yo también te quiero demasiado. - solté en un susurro.

Fue ahí donde me desmorone, me escondí entre las sábanas de mi cama y comencé a sollozar como una niña pequeña, todo esto era mi culpa, pero esperaba que fuera lo mejor para los dos, aunque una vez más estaba equivocada.


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