5
• Martes 7 de Abril de 2015.
Ubicación: Culiacán, Sinaloa, México.
8:30 AM
Alessandra POV:
Después de la linda reunión familiar que se le había ocurrido a mi hermana, mis padres en automático quisieron regresar a casa, al estar en la misma ambos se encerraron en su habitación y decidieron no salir de ahí, escuchaba como discutían, pero no era quién para juzgarlos, solo me dedique a permanecer en mi habitación y esperar a que el día terminara.
Así fue que esta mañana llego sin novedad, al parecer mi padres habían salido temprano, me percate de ellos cuando me vi sola en el desayuno, Alma la encargada de la cocina, me sirvió los alimentos y me deseo un buen día.
Suspire y me resigne a comer acompañada solo del sonido de mi respiración, pero de un momento a otro el timbre de la casa se dejo escuchar, no le tome importancia al saber que alguien se encargaría de abrir la puerta, por eso decidí seguir en lo mío, justo cuando terminaba de tomar un sorbo de mi café, Mariel apareció en el comedor.
- ¡Me tienes que contar todo con lujo de detalles!. - con emoción corrió y tomo asiento a mi lado.
- ¿De que hablas?. - mencione antes de tomar un bocado de fruta sin entenderla.
- No te hagas la tonta. - empujo levemente mi hombro. - Hablo de las flores que se encuentran en el recibidor. ¡Están preciosas!. - una gran sonrisa adornaba su rostro. - Ya dime quien te las dio.
- Si son lindas no lo niego. - tome otro sorbo de café. - Y sinceramente no se quien las mando, las dejaron aquí sin remitente. - me vi forzada a mentir.
- Que raro. - se quedo pensando un momento. - Así que ya tienes un admirador secreto, tal vez es alguien de la Universidad, o hasta un doctor del Hospital. - alzo sus cejas con picardía.
- No comiences con tus teorías locas Mar, son unas simples flores y ya. - decidi restarle importancia esperando que dejara el tema de lado.
- Ay, que amargada eres. - rio. - Pero bueno ahora que terminaste de desayunar vendrás conmigo. - sin avisar tomo mi muñeca y me puso de pie.
Ambas comenzamos a avanzar hacia el recibidor, al llegar ahí mi amiga me coloco a un lado de las flores, me sorprendía al observarlas, lucían hermosas gracias a que los rayos del sol que se filtraban por los ventanales de la sala impactaban directo sobre ellas.
- Siéntate. - ordeno mientas me señalaba con su índice.
- ¿Qué diablos te pasa?. - la mire extrañada.
- Hazme caso y solo siéntate. - me dijo casi gritando.
- Esta bien, no te alteres. - tome asiento junto a los ramos extrañada y la mire.
- Ahora sonríe que te tomare una foto. - hizo un movimiento extraño y saco su celular.
- Estas loca Mariel guarda eso. - señale su móvil.
- Anda no seas amargada, este momento lo debemos capturar para siempre, por que con lo rara que eres, no creo que te manden flores de nuevo. - ella rio y yo atine a mostrarle mi dedo medio en respuesta.
Tuve que detener mi acto cuando la luz del sol comenzó a encandilar mi vista, por lo que me cubrí la cara.
- ¡Perfecto!. - exclamo mi amiga emocionada.
- ¿Me puedo poner de pie?. - la mire.
- Claro. - se acerco a mi entretenida en su móvil.
Iba a hablarle pero sentí como vibro mi celular, lo saque del bolsillo de la bata de mi pijama y mire la pantalla, era una notificación de mi amiga en nuestro chat, abrí el mensaje y pude ver que me mando la foto que acababa de tomarme, sinceramente había quedado bien, el color de mi cabello resaltaba con la luz y cada flor brillaba perfectamente.
- Te mande la foto solo para recordarte que comienza a verse la raíz de tu cabello, así que ya tienes que retocar tu tinte. - negué con mi cabeza.
- Eres una tonta. - ambas reímos.
La mañana la pasamos viendo películas y platicando sobre nuestras ultimas guardias. Mi amiga su fue después de un rato dándome el tiempo adecuado para arreglarme y poder salir hacia el hospital.
8:40 PM
Gire levemente mi cuello escuchando como mis huesos crujían gracias al entumecimiento de los mismos, actualmente llevaba tres horas de guardia y sinceramente me sorprendía la tranquilidad de el hospital en estos momentos, solo había atendido un par de suturas y unas cuantas gripes, gracias a la falta de pacientes ambulatorios pude tomar un momento para conversar con Luciana, la jefa del área de enfermeras, era una señora de aproximadamente 50 años y la primera con la que había tenido contacto aquí.
- ¿Será tu ultima guardia esta semana?.- me pregunto la mayor.
- Que mas quisiera Lu pero me tocara cubrir este Sábado y Domingo. - ella me miro sorprendida.
- La tendrás pesada hija, pero verás que todos los sacrificios valdrán la pena. - me sonrió y tomo sus cosas. - Iré a revisar a los pacientes del pasillo tres, cualquier cosa me llamas por el intercomunicador.
Me limite a asentir y brindarle una sonrisa, una vez que ella desapareció por el pasillo mire la hora en el reloj que se encontraba en la pared frente a mi, eran las ocho y cuarenta, solo faltaban nueve horas para terminar mi guardia, regrese a la realidad cuando Max me hablo.
- ¿Cómo vas?. - mi amigo se posicionó a mi lado.
- Bien, no me puedo quejar, ¿Tú qué tal?. - lo mire.
- Lo mismo puedo decir, al parecer la noche estará tranquila. - asentí. - Iré a dar una vuelta por cuidados intensivos, ¿Quieres acompañarme?.
- Claro, vamos.
Ambos nos encaminamos a la zona donde solo se encontraban tres pacientes internados, espere a Maximiliano en el pasillo mientras él entraba a las habitaciones, yo no traía el equipo adecuado para poder acceder con sus pacientes y sería una imprudencia de mi parte entrar como si nada, todo el tiempo estuve pendiente por si mi nombre se mencionaba a través del intercomunicador pero hasta ahora no había novedad.
Luego de unos cuantos minutos mas, Maximiliano regreso, me brindo una sonrisa a medias.
- Todo sin novedad. - quito sus guantes. - Tal vez es raro que lo diga, pero algunas veces me aburro aquí.
- Te entiendo, cuando las noches son cómo está te arrepientes de venir a la guardia. - note como me iba a responder pero el intercomunicador nos interrumpió.
- "Doctora Anaya se le solicita en la entrada de urgencias a la brevedad...".
- Creo que se acabo el aburrimiento. - ambos reímos.
- Te acompañó. - mencionó él y asentí.
Fuimos directo al urgencias, al llegar ahí me sorprendí con le imagen que vi.
- ¿Qué tenemos?. - intercepté a los paramédicos mientras íbamos camino a quirófano.
- Hombre de 33 años, choco con un vehículo cuando viajaba en su motocicleta, perdió el conocimiento automáticamente.
- ¿Capacidad vital?. - pregunto Max mientras yo palpaba el tórax del paciente.
- Tiene pulsos débiles de 120, y los ruidos cardíacos difíciles de auscultar por...- interrumpí al paramédico.
- Tiene un enfisema subcutáneo. - miré a mi amigo. - Sus pulmones no se están expandiendo tenemos que intervenirlo ya.
Llegamos al quirófano y los paramédicos nos ayudaron a traspasarlo de camilla, afortunadamente la Doctora Azucena, jefa de departamento de anestesiología ya se encontraba ahí.
- ¿Situación?. - nos pregunto.
- Enfisema subcutáneo extenso gracias a neumotórax por efracción de la pleura parietal, necesita un drenaje pleural para lograr que sus pulmones se vuelvan a expandir.
- Nosotros lo entubaremos mientras tu te preparas para operar. - menciono la doctora.
- Claro, ¿Ya avisaron al doctor Montes?. - ella me miró.
- Esta te toca a ti hija, así que mientras mas rápido te prepares mejor. - apretó mi hombro levemente y se fue con Max.
Aun no me sentía preparada para tratar a un paciente tan delicado, pero no podía perder mas tiempo, con prisa me dirigí al cuarto pre-operatorio, desinfecte mis manos y antebrazos perfectamente con rapidez pero a conciencia, Lu me ayudo a colocarme la bata, los botines sobre el uniforme quirúrgico, así como la cofia sobre mi cabello, y por ultimo los guantes.
Suspire para calmarme, regrese al quirófano. donde el paciente ya se encontraba entubado y listo para que comenzáramos la operación.
- Tu puedes, solo tranquilízate. - asentí ante las palabras de Max, el sería quien me asistiría, tome una gasa con iodopovidona y limpie el área donde operaría.
- Max, bisturí. - el asintió y me lo paso.
Tome valor y palpe la zona, comencé a hacer una pequeña incisión en su costado izquierdo a nivel del quinto espacio intercostal, coloque el tubo de látex dirigido hacia arriba y hacia atrás, esperando que con esto el aire que se filtro a sus pulmones pudiera salir y así estos se lograrán expandir.
- Sanz. - la voz del Doctor Montes nos sobresalto. - Encárguese de las costillas. - Mi amigo asintió, yo me hice a un lado para darle espacio.
- Anaya, hizo usted un muy buen trabajo. - el hombre palmeo mi hombro.
- Gracias doctor Montes. - atine a mencionarle mientras miraba sus signos vitales con atención.
- ¿Todo bien? - replico el medico.
- Si, solo, hay algo que no me cuadra, con el drenaje su respiración debería normalizarse pero eso no esta sucediendo. - comencé a notar que el respirador artificial se llenaba de sangre.
- Entonces dígame, que cree que...- deje de prestarle atención
- Hemoneumotórax. - susurre para mí, el airé del pulmón izquierdo saldría pero su pulmón derecho debía ser drenado, me acerque mi amigo. - Necesitamos girarlo, ¡Ahora!.
Maximiliano y la Doctora Azucena me ayudaron, el monitor de sus signos vitales comenzó a sonar de manera nada agradable.
- Necesito otro tubo. - mencione mientras comenzaba a limpiar el costado derecho.
- Anaya. - el Doctor Montes me llamo, lo ignore mientras comenzaba a hacer la incisión.
- ¡Maximiliano el tubo!. - grité desesperada.
- Anaya, ya es tarde. - miré al Doctor Montes y después miré frente a mí.
El tubo del respirador estaba completamente rojo, y de sus fosas nasales brotaban varias gotas, indicándome que su sistema respiratorio había sido invadido por la sangre, estaba en shock por completo, logre reaccionar una vez que escuche la alarma que ningún medico desearía oír alguna vez en su vida, mire el monitor de signos vitales con los valores en cero fue ahí que caí en cuenta de lo que pasaba, el paciente había muerto.
• Miércoles 8 de Abril de 2015.
1:20 AM
Podía sentir como mis ojos cada vez se encontraban mas hinchados, pero me era imposible reprimir lo que estaba sintiendo, el Doctor Montes nos había autorizado un permiso especial para poder retirarnos de la guardia a Maximiliano y mi, en cuanto pude salir del hospital maneje directo a mi hogar. solo planeaba encerrarme en mi habitación y meter mi cuerpo dentro de mi cama para no saber nada mas por el día de hoy, y así lo hice, ahora me encontraba con las sabanas cubriéndome de los pies a la cabeza para poder ocultar los ligeros sollozos que salían de mi garganta a mis padres.
Cuando entré a la carrera de medicina, fui consciente de que una situación así podía ocurrir en cualquier momento, nunca pensé que llegaría tan pronto y de forma tan drástica, al recordar la situación me abrace a mi misma tratando de darme consuelo mientras las lágrimas seguían corriendo por mis mejillas.
Por un momento sentí como una ráfaga de viento se coló por la ventana del balcón, no le tome gran importancia gracias a lo mal que la estaba pasando, pero mis sentidos tuvieron que alertarse cuando noté como un peso hundió el colchón a mi lado y unos brazos me rodearon, mantuve el aire en mis pulmones pensando en que podía llamar a gritos a Mayel.
- Soy yo. - respire de nuevo y con cautela me gire para quedar frente a él.
- ¿Cómo entraste?. - el dije mientras sorbía mi nariz.
- Eso es lo de menos, sabe que tengo mis mañas. - llevo sus manos hasta mi mejillas y limpio las lágrimas que caían de mis ojos. - Lo importante es que estoy aquí para usted.
Sin esperarlo, sus brazos se extendieron hacia mi, no lo pensé dos veces cuando ya me había abrazado a el, al sentir como me reconfortaba de nuevo comencé a llorar sobre su pecho mientras el dejaba leves caricias en mi cabello.
- No entiendo que es lo que le pasa, pero mientras está así de vulnerable no la voy a dejar sola. - dejó un beso en mi frente, tuve que calmarme para poder contarle lo que sucedió.
- Esta noche estaba haciendo guardia en emergencias, llego un paciente herido por un accidente automovilístico y me toco atenderlo a mi. - pude sentir como sonreía.
- Que suerte del condenado, le toco la doctora más chingona de Culiacán.
- Eso no fue todo. - el dije entre sollozos. - Entro a quirófano, sus pulmones no estaban bien, tuve que intervenirlo por ordenes del médico que supervisa mi internado. - suspiré.
- ¿Y por eso llora mi reina?. - cuestiono con duda. - Debería de estar feliz porque saben de su buena capacidad y le están dando más oportunidad. - sus ojos se encontraron con los míos mientras él seguía sonriendo.
- No puede salvarlo Ovidio. - su sonrisa se esfumó. - El paciente murió por mi culpa.
Así fue como comencé a llorar de nuevo, sentí como me apretó más a su cuerpo y por inercia me aferré a él.
- No puede culparse por algo que tarde o temprano pasaría chula. - comento con tranquilidad.
- Yo pude hacer algo más, si tan solo me hubiera dado cuenta de que el otro pulmón también estaba mal. - me reclame.
- Míreme. - tomo mi cara con sus manos. - Yo se que hizo todo lo que estaba en sus manos de eso no tengo duda, pero también debe saber que existe la voluntad de Dios, y si el quiso recogerlo, ni aunque al vato le pusieran pulmones nuevos se iba a salvar. - sus palabras me dejaron pensando
Era cierto que a veces no podíamos ir en contra de la voluntad de Dios, pero aún dentro de mi había algo que me hacía sentir culpable.
- La primera vez que tuve que matar a alguien, me acuerdo que no pude dormir ni probar bocado por días, no solo terminé matando al vato que debía, si no que me lleve a una señora entre las patas con una bala perdida. - me tense ante su relato y el suspiro. - Yo estaba como usted, culpándome por la muerte de esa doña, pensando que era un pendejo por no saber hacer las cosas bien y que a pesar de que estar en el negocio me gustaba un chingo, me iba a tener que salir porque siempre la iba a cagar. - sus ojos regresaron a los míos. - Pero llego alguien y me dijo, que no debía dejarme ir pa' tras por un error que probablemente era la voluntad de Dios, que debía tomarlo como una lección y así para la próxima no volvería a meter las cuatro.
- Esto no es lo mismo. - sentencie.
- Claro que lo es mi chula, le apuesto que usted está pensando hasta en dejar la carrera nomás' por esto. - lo mire sorprendida. - Y así no deben de ser las cosas mija, está cien por ciento comprobado que usted es una chingona, Mayelito y yo somos una prueba de su buen trabajo. - sonrió a medias. - De no ser por usted yo estaría en la puerta del cielo junto con San Pedro recibiendo al vato que se le murió. - su comentario me hizo reír levemente.
- Eres un cabron. - me aleje levemente de él y golpe su hombro, causando una risa de su parte.
- Lo que quiero que entienda es que usted es una chingona, y no por este deceso usted tiene que abandonar su sueño, al contrario debe de tomarlo como un aprendizaje de los perrones para mejorar como Doctora. - Ovidio logro hacerme reflexionar.
Cada una de las cosas que me había dicho eran completamente ciertas, no me podía dejar caer por esto, debía salir adelante y aprender de mi error.
- Gracias.
- ¿Por qué agradece?. - el me miro.
- Por venir aquí y ayudarme a darme cuenta de la cosas. - sonreí levemente. - Aunque aún no entiendo como fue que... - pause por un momento y rodé los ojos. - Mayel te dijo que estaba mal, ¿O me equivoco?.
- Esta usted en lo cierto, Mayelito la vio salir del hospital hecha la mocha y con sus ojitos llenos de lágrimas, me echo el pitazo, sin dudarlo me vine para acá a cuidarla y estar con usted. - termino de hablar y nos miramos fijamente.
Examine su rostro detalladamente, sus ojos seguían igual de lindos a como los recordaba, aunque las ojeras bajo estos eran aún más prominentes que la última vez que lo vi, lleve mi mano hacia su mejilla, comencé a acariciarla levemente causando que él cerrara sus ojos y disfrutara de mi tacto.
Bajo mis dedos podía sentir como los vellos de su barba comenzaban a ser prominentes, indicándome que se estaba descuidando o que no había tenido tiempo de rasurarse, por último mi vista se centró en sus labios, dirigí mis dedos hacia ellos y los detalle con suavidad, estaban algo resecos pero nada de que preocuparse, varios pensamientos llegaron a mi cabeza y al parecer él lo adivinó.
- Hágalo. - mencionó con los ojos aún cerrados.
- ¿Qué?. - cuestioné en un titubeo.
- No lo piense chula, solo hágalo.
En automático me acerqué a él y atrapé sus labios con los míos, recibiendo una respuesta inmediata de su parte, sintiendo en ese beso todo el cariño y amor que él guardaba y que lo habían traído esta noche conmigo.
5:10 AM
Poco a poco comenzaba a salir de la ensoñación, mis parpados permanecían cerrados pero podía sentir movimiento en mi habitación, mis sentidos no estaban completamente despiertos y para ser sincera necesitaba seguir descansando, pero todo se vio frustrado cuando escuche el impacto de un objeto sobre el suelo, esto me forzó a abrir los ojos logrando notar que aun estaba sumida en la oscuridad de la noche.
- Tranquila, discúlpeme por despertarla. - Ovidio se acercó a mi mientras acomodaba algo detrás de su cadera.
- ¿Estas bien?. - cuestione adormilada.
- Si no se preocupe, solo se me cayeron unas cosas. - noté como comenzaba a ponerse sus tenis bajo mi atenta mirada, al final tomó su gorra de la mesa de noche y se la colocó.
- ¿Te vas?. - tome su mano y el asintió.
- Tengo que hacerlo mi chula, solo quería asegurarme de que usted estuviera bien y que se me quedara tranquila, pero sabe que no me puedo quedar tanto tiempo en un lugar. - asentí y observé cómo el entrelazaba sus dedos con los míos.
- Te agradezco mucho que hayas venido aquí solo por mi. - sonreí aún adormilada.
- No tiene que agradecer mija, yo siempre estaré para usted. - se acercó despacio a mi y me besó, duramos unos segundos entre besos hasta que tuvimos que separarnos por la falta de aire.
- Prométeme que te vas a cuidar. - el rio.
- Usted sabe que por eso no se debe preocupar, pero para que esté tranquila se lo prometo. - tomo mi mano y dejo un beso en esta. - Por ahora será mejor que descanse.
Se puso de pie y rodeó la cama para lograr acostarse a mi lado, sin duda extendió sus brazos hacia mi invitándome a acurrucarme en su pecho, acepté sin chistar, en cuanto me recosté en su pecho Ovidio comenzó a brindarme caricias en el cabello, logrando arrullarme.
- ¿Cuándo te volveré a ver?. - le pregunté.
- Cuando usted quiera mija, solo dígale a Mayelito y en cuanto él me diga yo me las ingenio para venir a verla. - sonreí mientras cerraba mis ojos.
Poco a poco comencé a ceder ante sus caricias, y termine cayendo en los brazos de Morfeo.
2:00 PM
Estaba exhausta, no podía más, definitivamente debía esto de tratar de recuperar mi condición física comenzaba a pasarme factura, decidí hacer ejercicio en el jardín trasero, realizar algo de actividad física podría evadir los pensamientos malos de mi mente.
Debía admitir que me encontraba un poco más tranquila que ayer y eso me hacía sentir mejor, al terminar unas cuantas repeticiones de sentadillas me dirigí al comedor que se encontraba en el jardín para tomar un vaso con agua de la jarra.
Lleve el vaso hacía mis labios para tomar el liquido de un trago, al final deje el vaso sobre la mesa, así mi vista se centro en los celulares que se encontraban al lado de la jarra, tome el mío y revise la pantalla encontrándome con varías notificaciones de mis redes sociales, di un vistazo en estas y solo eran menciones de Max y de Mariel.
Tenía también unos cuantos mensajes de mi hermana, todos los días me preguntaba como nos encontrábamos mis padres y yo pero siempre me decidía por ignorarla, suspire mientras bloqueaba el celular y lo deje de lado mirando de nuevo el otro que se encontraba ahí, estaba tentada a utilizarlo pero no sabía si hacerlo, aunque termine siguiendo mis instintos y lo tome.
Al prenderlo apareció la característica manzana mientras esperaba que el sistema reaccionara, tome asiento en una de las sillas y bebí otro vaso de agua mientras aguardaba, cuando la pantalla se encendió mostrándome el inicio me quede estática sin saber que hacer, no me quedo mas que configurar el dispositivo para poder instalar WhatsApp, en cuanto la aplicación estuvo lista decidí abrir un nuevo chat, seleccione el único contacto agendado, la ventana apareció y envié el mensaje mas innovador que se me ocurrió.
"Hola."
Rodé los ojos, al darme cuenta de que quedaría como una tonta, no sabía si me llegaría a contestar pero por lo menos lo debía intentar, me quede por unos minutos mirando la pantalla esperando alguna respuesta pero era en vano, suspiré y termine por dejar de lado el teléfono para regresar a mi rutina de ejercicios, estaba por ponerme de pie hasta que el sonido me detuvo.
Tome mi teléfono personal para revisarlo pero me tope con que no tenia ninguna notificación reciente, lo que me llevo a tomar el otro celular y lo desbloquee al instante, entre al panel de notificaciones y leí lo que había llegado.
"Es usted mi chula?."
"Si es una de tus bromas pendejas Mayel, te juro que voy y te parto tu madre."
Reí ante su respuesta, podía sentir como los nervios acompañados de emoción invadían mi cuerpo, con prisa me acomode en mi asiento y le conteste, recibiendo una respuesta inmediata de el.
"Claro que soy yo, ¿O quien mas podría tener este numero?."
"Deja al pobre de Mayel en paz."
"Nadie mas que usted mija, solo me debía asegurar."
"Y de cuando acá usted defiende a ese pendejo?
Que se me hace que me anda pedaleando la bicicleta el muy cabrón."
"No seas tonto, nadie puede pedalear un bicicleta que no tienes."
"Oh que cabrona, apenas me había emocionado.
Tarde o temprano será mía la bicicleta, ya lo vera. "
Sonreí inconscientemente ante su respuesta, estaba segura de que cualquier persona que llegara a verme en este momento apostaría a que hablaba con mi enamorado.
"La bicicleta no niego que llegue a ser tuya, pero yo quien sabe.🤷🏼♀️"
"Bueno dejare de lado ese asunto."
"Mejor dígame, como esta?.
Ya se siente mejor?."
"Ya estoy mas tranquila y puedo decir que estoy completamente mejor. "
"Una vez mas gracias por venir anoche."
Los recuerdos de los instantes que disfrute de su compañía regresaron a mi mente, y de nuevo no pude evitar sonreír.
"Me alegra y tranquiliza saber que esta mejor mija."
"Ya le dije que no me tiene que agradecer, sabe que aunque sea una rejega yo siempre estaré disponible para usted."
Una idea se me vino a la mente tal vez sería una tontería pero lo tenía que hacer, tomé mi teléfono personal para transferir la foto que Mariel me tomo el día de ayer con las flores que el me había regalado, regrese a la conversación con Ovidio y le mande la foto.
"Nunca te agradecí por esto."
"Pero quiero que sepas que me gustaron demasiado, y eres el único que a tenido un detalle así conmigo. ❤️"
Al instante recibí una respuesta que me hizo reír.
"Mire nomas' 😍😍"
"Estaban bien perronas las flores, la neta me lucí."
"Eres un cabrón, pero aun así te agradezco el detalle."
Deje un momento el celular en la mesa para mirar hacia el ventanal de la sala, donde noté como mis padres estaban discutiendo, era momento de que hablara con ellos, el celular sonó de nuevo y simplemente lo tome para leer en directo y seguir sonriendo como tonta con cada palabra que el me decía.
"Que la chingada usted no me debe agradecer nada reina, quítese esa palabra."
"Todo lo que yo decida darle, sale desde mi corazón, y la próxima que me vuelva agradecer algo la voy a golpear a puros besos."
"Me alegra que le hayan gustado, y aunque se haya tapado la cara déjeme decirle que se ve rechula. 😍🤤"
"Mi reina nada me encantaría mas que seguir platicando tendido con usted, pero tengo que regresar a chingarle."
Me debatí entre contestarle con lo que estaba pensando o simplemente responder normalmente, pero decidí seguir mi instinto.
"Entiendo, te agradezco por contestarme."
"Y espero que después de leer el mensaje anterior, cumplas con lo de los besos."
"Siempre cumplo con lo que digo, ya verá como le irá cuando la vea.😏"
"Por la noche encienda de nuevo esta madre que va a tener noticias sobre mi."
"Contare las horas."
"Cuídate mucho.❤️"
"Me cuidare solo porque usted me lo pide reina.😉"
"Acuérdese que la quiero."
Cuando leí el ultimo mensaje algo dentro de mi se removió, un sonrisa se expandió sobre mis labios mientras el sentimiento de enamoramiento crecía dentro de mi, tuve que apagar el celular para poder seguir con mis actividades mientras me sentía como una quinceañera enamorada, cada vez era mas difícil resistirme a el e ignorar mis sentimientos, solo esperaba que esto que ahora comenzaba a causar felicidad, en un futuro no resultara la razón de mis desgracias.
Me puse de pie y comencé mi hacia la casa, ingrese a la misma mientras escuchaba los gritos de mis padres, caminé discretamente hacia la sala con planes de entrar a calmar las aguas pero ellos comenzar la voz aún más decidí no intervenir y solo escuchar detrás de una de las pilastras de la estancia.
- ¡Si no fuera por tus negocios habríamos puesto más atención a nuestras hijas!. - soltó mi madre con coraje.
- ¿Ahora si son "nuestras hijas"?. - dijo papá con ironía. - Porque te recuerdo que durante muchos años te desentendiste de Alessandra para centrarte solamente en Carolina y mira nada más lo qué pasó.
Suspire al escuchar a mi padre decir la verdad, los vagos recuerdos que tengo de mi infancia mi madre pasaba tiempo completo con mi hermana y conmigo, no había nada que adoraba más que estar con nosotros.
Mi madre era la mejor de todas y la amaba incondicionalmente, fue hasta que tenía cinco años que las cosas se tornaron así, ambas nos distanciamos.
- ¡Tu sabes muy bien el porqué!. - ella comenzó a sollozar. - Por más que lo intente no pude acercarme de nuevo a ella.
- Lo que sucedió no te da el derecho a negarle tu amor de madre, y mucho menos tratarla como lo has hecho.
Mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas, ella había sido demasiado dura conmigo, por muchos años traté de remediar la situación pero llegó el momento en el que decidí simplemente alejarme tal como ella quería, ahora muchos recuerdos invadieron mi cabeza.
" • 14 de Mayo 1996
Todo en casa estaba perfectamente limpio pero a la vez había demasiado ajetreo, me costaba entender que era lo que iba a suceder pero sabía que habría una fiesta para festejar a mamá.
Baje las escaleras y aplane el faldón de mi vestido rojo, mamá me había pedido que no lo arrugara solo trataba de moverme con más cuidado.
Camine hacia el jardín y salí para darme cuenta de que las amigas de mamá ya estaban llegando.
Mire por todos lados tratando de encontrar algún rostro conocido, pero el mobiliario y las diversas decoraciones me dificultaban un poco debido a mi estatura.
Aún así logre detectar la mesa donde se encontraban los postres.
Sigilosamente camine hasta ahí y admire toda la variedad, mi boca comenzaba a salivar y mi estómago a rugir, tome un pequeño platon de galletas que encontré ahí.
Metí una a mi boca, estaba deliciosa, las pequeñas migas blancas que tenían eran muy sabrosas, pero no todo iba a ir bien, cuando menos lo pensé una de las galletas se deslizo por mi vestido, dejando un rastro blanco a su paso.
Mamá se pondría muy furiosa si se daba cuenta, y no me gustaría que ella se enojara conmigo, eso me pondría triste.
Comencé a llorar inmediatamente, todo iba a empeorar y no quería imaginar el regaño que recibiría.
- ¡Hey!. ¿Porque lloras borona?. - mi hermana Carolina llego a mi lado y tomo mis mejillas.
- Ensucie mi vestido. - sorbí. - Mami se enojara. - solté mi llanto.
Mi hermana comenzó a reir.
- Tonta ven aquí, esto tiene solución. - mi hermana me acercó a ella y con sus manos sacudió las partes de mi vestido que estaban sucias causando un gran impacto en mi.
- ¡Hiciste magia!. - aplaudí con mis manos y reí.
- Claro que si. - limpio mis mejillas quitando todo rastro de llanto. - Ahora será mejor que busquemos a la abuela, lleva mucho tiempo preguntando por ti.
- ¡Si! ¡Vamos con Nana!. - ella me tomo en brazos y comenzamos a caminar en busca de la abuela.
8:30 PM
La fiesta estaba por concluir, los invitados comenzaban a irse, todos se acercaban con mamá, la felicitaban y se despedían mientras acariciaban su gran estómago, yo solo quería que ya terminaran de irse mis piecitos dolían, y moria de sueño.
Me encontraba sentada en el pasillo que daba a la entrada de la casa, cerca de donde mamá se estaba despidiendo de todos, esperaba a que ella tuviera tiempo para mi.
Mientras hacía eso mi primo Roberto se acercó a mi, el era mayor que yo y siempre solía molestarme mucho, pero tenía que aguantarlo por educación como decía mi mami.
- ¿Que haces?. - pregunto mientras se sentaba junto a mi.
- Espero a mi mami. - sonreí.
- Entiendo. - me miro. - Tiene muchas horas sin hacerte caso, ¿Verdad?. - una sonrisa maliciosa se escapó de entre sus labios mientras yo asentía. - Si yo fuera tu, mejor me acostumbraría.
- ¿Acostumbrarme? ¿A que?. - pregunte curiosa.
- A que ya nunca este contigo. Todos sabemos que cuando nazca tu hermanito ella ya no te va a querer, mucho menos va a pasar tiempo contigo.
- Eso no es cierto. - mis ojos comenzaron a aguarse.
- Si lo es, te lo explicaré. - me miro. - Toda esta fiesta fue solamente para que todos le dieran regalos al bebé y para anunciar que ya está a punto de nacer. ¿Lo sabías?.
- No. - solloce.
- Bueno tu mami no te lo dijo porque no le importaba que supieras, porque si sabias que le hacía una fiesta al bebé tú también querrías una y obviamente ella ya nunca te hará fiestas.
- ¡Deja de mentir!. - grite.
- No estoy mintiendo, a mi me pasó lo mismo cuando nació mi hermana Daniela, mis papas jamás me han vuelto a querer y se olvidaron de mi.
Sus últimas palabras me dolieron mucho, pero el tenía razón sus papas nunca estaban con el, hasta vivía con los abuelos.
Al analizar todo eso comencé a llorar a todo pulmón, dándome cuenta de que era verdad, mis papas se olvidarían de mi y no me querrían más.
Mis padres, mi hermana y los abuelos se acercaron al instante que me escucharon.
- ¿Que fue lo que pasó Robe?. - mi padre le pregunto a mi primo.
- No lo se, ella solo comenzó a llorar de la nada. - al terminar de decir eso salió corriendo y yo me puse de pie.
- ¿Mi amor qué pasa?. - mama se puso de cuclillas frente a mi.
- ¡Cuando nazca el bebé ustedes se olvidaran de mi! - grite mientras seguía llorando.
- Claro que no princesa. - ella río levemente. - ¿De donde sacaste eso?.
- Si es verdad, yo no lo quiero, no quiero tener un hermanito.
- Amor ya lo habíamos hablado, y estabas encantada de ser hermana mayor. - agrego papá.
- Pues ya no lo quiero, y tampoco los quiero a ustedes. - me comencé a alejar hacia la entrada.
- Alessandra, ¡Regresa para acá ahora mismo!. - se acercaron cautelosos a mi.
- ¡No!. ¡Dejenme!. Odio a ese bebé, no lo quiero.
Sin más salí corriendo hacia la calle, sintiendo los pasos tras de mi, lo más probable era que me alcanzaran rápidamente porque mis piesitos no eran muy rápidos, traté de aumentar la velocidad, cuando llegue a la banqueta me detuve a respirar un poco.
- Preciosa regresa aquí. - senti la voz de mi madre tras de mi.
Corrí de nuevo sin importarme nada, pero no contaba con que mi pie se doblaría a mitad de la carretera.
Caí sobre el asfalto raspando mis rodillas, el dolor me invadió y comencé a llorar.
- ¡Mami!. - gritar fue mi primer reflejo.
Ella llegó corriendo hacia mi.
- Cariño, ¿Estás bien?.
Iba a contestarle pero la voz de papá me interrumpió.
- ¡Renata cuidado!. - gritó.
Sentí a mamá tomarme por los hombros y lanzarme al otro extremo de la calle.
Caí en la banqueta, raspando mis bracitos, mire hacia mamá para preguntarle porque me había tratado así.
Pero ella yacía sobre el asfalto a unos metros del auto, papá le hablaba pero ella no respondía.
Estaba por acercarme a ellos pero mi abuela me tomo de los brazos.
- Entra a casa, ¡Ya hiciste suficiente!.
Sin más me dirigí corriendo a la vivienda, subí automáticamente a mi habitación y una vez que llegue me lance a la cama llorando, no supe cuándo pero me quede dormida.
Al día siguiente desperté bajo las sabanas, al descubrirme me di cuenta que tenía puesta mi pijama de unicornios, mi favorita.
Con cuidado baje de la cama y tome rumbo al cuarto de mis papas, la puerta estaba entre abierta, me asomé y vi a mamá acostada en la cama, ella abrazaba una fotografía cuadrada a blanco y negro mientras lloraba, pude notar que tenía algunas manchas moradas en su cara y brazos.
No me gustaba verla así, entre ahí, subí a la cama del lado que ella daba la espalda, me acerqué y la abracé.
- Mami no estes triste.
Ella se sobresaltó al escucharme y sentirme, tanto que su llanto aumentó, tomo mis manitas y las alejo de ella.
- ¡No tienes nada que hacer aquí!. ¡Ve a tu habitación!. - me grito.
- Pero mami yo solo quiero hacerte sonreír. - trate de tocar su mejilla.
- ¡Largo de aquí!. - volvió a gritar. - ¡Andrés! ¡Andrés!. - comenzó a llamar a papá.
- Mami todo está bien, no te haré nada.
- ¡Nada está bien, todo es tu culpa!. ¡Andrés!.
Papá llego al cuarto apresurado.
- ¿Qué pasa?. - nos miro.
- Sácala de aquí, no la quiero cerca de mi. ¡Llévatela ya!. - gritó ella para soltarse a llorar.
Causando que me asustara y mis ojos comenzaran a cristalizarse, papá me tomo entre sus brazos y me saco de la habitación cerrando la puerta tras de el.
Una vez en el pasillo me bajo y se puso en cuclillas frente a mi.
- No llores princesa. - seco las lágrimas que bajaban por mis mejillas.
- ¿Mami ya no me quiere?. - exclamé.
- No es eso mi amor, es solo que ella no está bien.
- ¿Qué le pasa?. ¿Por qué está triste mami?. - le dije tratando de entender la situación.
Note como papá trataba de ocultar sus lágrimas.
- Mami está triste porque ayer por la noche tu hermanito se fue al cielo...."
Y desde ese momento mi madre nunca volvió a ser la misma conmigo.
° GLOSARIO:
- Capacidad vital: Cantidad máxima de aire que una persona puede de los pulmones tras una máxima
- Ruidos cardíacos: Sonidos breves y transitorios producidos por la apertura y el cierre de las válvulas del corazón.
- Auscultar: Escuchar los sonidos que se producen en el interior de un organismo humano.
- Enfisema subcutáneo: Trastorno consistente en la presencia anormal de aire en el tejido subcutáneo.
- Anestesiologia: Parte de la medicina que se ocupa de los aspectos farmacológicos, fisiológicos y clínicos de la anestesia.
- Neumotórax: Presencia y acumulación de aire exterior o pulmonar en la cavidad de la pleura.
- Efracción de la pleura parietal: Ruptura de la pleura parietal que cubre la parte interna de la pared torácica, el diafragma y el mediastino.
- Drenaje pleural: tubo flexible y hueco puesto dentro del tórax que actúa como drenaje de sangre, líquido o aire desde el espacio alrededor de los pulmones permitiendo que se expandan completamente.
- Iodopovidona: Producto empleado frecuentemente como desinfectante y antiséptico.
- Espacio intercostal: Espacio situado entre dos costillas.
- Hemoneumotórax: Combinación simultánea de dos condiciones: Neumotórax( aire en el espacio pleural), y Hemotórax (sangre en dicho espacio).
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top