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• Martes 9 de Abril 2019

Ubicación: Rancho Ovidio Guzmán, La Tuna, Badiraguato, Sinaloa, México.


Alessandra POV:

8:20 AM

Mayel abrió la puerta para que pudiera descender, salí del vehículo, suspiré profundamente al observar el lugar, no me agradaba venir aquí, la casa me traía recuerdos tanto buenos como malos, y a pesar de que trataba de que los buenos predominaran me era imposible.

Habíamos tardado más de lo normal en llegar a la reunión con la familia Guzmán, gracias a la insistencia de Fernando por llevarnos hasta el aeropuerto y esperar hasta que saliera el vuelo, Mayel y yo tuvimos que llegar a Cancún con mis padres para posteriormente regresar a Culiacán.

Ahora ingresábamos a la casa, Mayel se encargó de dejar nuestras pertenencias con una de las chicas del servicio.

- Voy a avisarle a los señores que ya estamos aquí - asentí a las palabras de mi amigo.

Este desapareció por el pasillo que llevaba al despacho, camine hacia la sala, adentrándome a esta la nostalgia llegó a mi, todo seguía igual como aquel día en que mi vida dio un giro de trescientos sesenta grados, o al menos eso creía.

Mi vista se detuvo en un cuadro que colgaba en el centro del salón arriba de la elegante chimenea, por supuesto antes no se encontraba ahí, me acerqué con prisa para admirarlo, era una pintura al óleo, cuando mi mente capturó las imágenes, mis ojos comenzaron a rosarse.

Era más concretamente un retrato de lo que pudo haber sido mi familia, en este aparecía Ovidio tal como lo recordaba, en uno de sus brazos reposaba nuestro pequeño Emiliano, con su brazo libre abrazaba mi cintura, mis manos reposaban sobre los hombros de Alondra quien mostraba una sonrisa reluciente.

Fue inevitable que las lágrimas bajarán por mis mejillas, por más que me negara, la vida se empeñaba en demostrarme que aunque lo intentara, jamás sería feliz por completo, siempre haría falta una parte fundamental en mi vida, y esa parte era mi Ovidio.

- Mi mamá mando a hacer esa pintura - Griselda ingresó al lugar, me gire a mirarla - Quería que los niños tuvieran siempre presente la imagen de sus padres juntos a pesar de que Ovidio ya no esté.

- Esta precioso - limpié mis mejillas con rapidez.

Griselda se acercó a mí, ambas nos abrazamos.

- No tienes por qué avergonzarte por llorar, yo aún lo hago, no hay día que no extrañe a mi hermanito - la abracé con aún más fuerza.

- Creo que nunca podremos reponernos  por completo de su pérdida - le dije al separarnos.

- Definitivamente no, pero tenemos que seguir adelante, o es capaz de venir a jalarnos las orejas - sus palabras lograron hacerme reír.

Alfredo, Serafín e Iván habían llegado, a los primeramente mencionados los saludé con un abrazo fraternal, ambos eran personas importantes para mí y les tenía un gran cariño, con Iván nos limitamos a saludarnos con un apretón de manos, habíamos hecho las pases, pero eso no significaba que seríamos mejores amigos.

- Órale mija, ahuecando el ala que tenemos cosas pendientes que tratar con la cuñada - le dijo Alfredo a Griselda.

- Les mandaré algo de beber con doña Rebe, nos vemos cuando termines con estos nacos - reí, mientras Griselda salía con prisas del lugar antes de que sus hermanos o Serafín la atacaran.

- Bueno ya que esta habitación está llena de adultos - exclamó Iván, lo observé alzando una de mis cejas, el atinó a rodar los ojos, las risas de Alfredo y Serafín se dejaron escuchar.

- Cuñada le agradecemos que viniera tan pronto, mi padrino Mayo no podrá acompañarnos por qué tiene unos pendientes que realizar pero está completamente enterado de esta situación y al tanto de esta reunión - asentí ante las palabras de Alfredo.

- Archivaldo me comentó que estaban lidiando con la filtración de información y creían que el problema podría venir por la parte de la gente de Ovidio, ¿Eso es cierto? - cuestione.

- Lamentablemente si - confirmó Serafín - Iván tenía cuatro entregas la semana pasada en las rutas del centro y el sur, usted sabe cómo se divide - me limité a asentir.

- Yo tenía otra entrega en la ruta de la costa, parte de ese cargamento era mercancía mía y el restante era mercancía del Ovidio - Alfredo posicionó sobre la mesa de centro una carpeta, me enderece en mi lugar para ver de qué se trataba.

Eran los mapas que mostraban las coordenadas los caminos que se seguirían para realizar las entregas, estos marcaban retenes, paradas y relevos que se pretendían aplicar.

- En estos puntos - Ivan señaló en la hoja los lugares señalados con marcador rojo - La gente fue emboscada, se perdieron dos de los paquetes que yo tenía que transportar.

- Supongo que el problema fue que a la hora de la organización, se repartió la información general a todos los involucrados y alguien la filtró ¿O me equivoco? - ellos se miraron entre sí.

- Así es - me confirmó Alfredo.

- ¿Entonces por qué están suponiendo que el problema es la gente de Ovidio? Si la mercancía afectada fue la de Archivaldo, ¿No será este uno de tus juegos estúpidos? - mire de manera acusadora el castaño este negó.

Su mano al instante se movió en el documento hacia las playas de Nayarit donde se encontraban dos cruces rojas.

- El problema más grande fue que la ruta que estaba bajo el mando de Alfredo solo fue organizada con la gente de Ovidio, nadie a excepción de su grupo sabía dónde y cuándo se entregaría - suspiré y sobe mis sienes.

- Perdóname Ivan - me disculpé por levantarle un falso - ¿Por qué están marcados dos puntos si es un solo camino? - me pareció extraño.

- La primer emboscada fue en la primera cruz - el dedo de Ivan regresó al punto de inicio - En esta sólo lograron quemar dos de las cinco camionetas, la otra gente logró escapar, pero, en la segunda cruz ya había más atacantes esperándolos - pausó - Desgraciadamente perdimos a toda la gente de ese convoy.

- En las entregas de Ivan, solo se perdió una camioneta en cada ruta, las demás lograron escapar y regresar sin problema - añadió Serafín - Todo lo contrario en la de la costa, lograron acabar con todos ellos, y nos hace pensar, que esto fue algo totalmente en contra de la gente de Ovidio.

- ¿Algún sobreviviente? - pregunté con esperanza.

- Solo uno.

- Maldita sea - me puse de pie y camine un poco en la misma estancia.

- Desgraciadamente esto es un gran golpe para la organización de ustedes - aclaró Alfredo - Se chingaron a la gente de confianza que por años trato con Ovidio.

- Y usted sabe que desde que mi carnal se fue cerramos filas en toda la organización, va a estar cabrón encontrar gente que sea de huevos para remplazar a los que nos quitaron.

- ¿Quién fue el único que sobrevivió? - cuestione.

- El pendejo del puerco - dijo Iván con desagrado.

- Es muy curioso que el sea el único que sobrevivió, tráiganlo, tengo que hablar con él para saber con detalle qué sucedió - Alfredo asintió.

- Si así lo quiere cuñada, cuente con ello, el vato se encuentra de guardia aquí en la casa, nosotros lo interrogamos y le decimos cuando - interrumpí a Alfredo.

- Lo haré yo - Ivan, Alfredo y Serafín me miraron sorprendidos.

- Cuñada con todo respeto no creo que sea lo más conveniente - dijo Serafín.

- Si lo es - suspire - Ovidio me dejó la tarea de cuidar lo que tanto trabajo le costó construir para sus hijos, así que me haré responsable de este asunto, quiero que lo traigan, ahora mismo de ser posible.

Los hombres se miraron entre sí, pero sin dudar solo asintieron, Alfredo me comentó que lo mandaría llamar y nos veríamos en la casa de atrás.

Serafín se despidió prometiendo regresar luego de recoger a mi hermana y Dalia de su hogar para traerlas aquí, ambos salieron de la sala, quedándonos a solas Ivan y yo.

- ¿Cómo la trata la vida? - cuestionó el castaño con extraño interés.

- Bien, eso creo - respondí.

- ¿Apoco si se la pasa chido con el baboso de su prometido? - sus palabras lograron hacerme reír - A mi parecer ese vato es un pinche costal de papas inservible, todo insípido el pendejo ese - note cierto atisbo de coraje en sus palabras.

- Fernando no es precisamente el ser más cómico del planeta, pero es buena compañía - argumente - Podrían ser buenos amigos si llegaras a conocerlo bien - Iván carcajeo.

- Primero me corto un huevo para comérmelo, antes de relacionarme con esa basura - negué ante sus palabras - Usted sabe que ese vato no es una pera en dulce, me sorprende demasiado que usted aceptará casarse con ese, pero cada quien sus desiciones.

- Creme que ni yo me siento completamente convencida - me sinceré - Pero hay algo que me llama a estar con Fernando, creo que es agradecimiento hacia el por estar a mi lado en los momentos difíciles que he pasado - añadi.

- No pues si es solo por eso, mejor cásese conmigo - soltó sorprendiéndome - Creo que ha tenido una red bastante amplia de apoyo con todo lo que sucedió como para que diga que por agradecimiento se casa con el, tampoco se trata de negar lo que siente.

- Patrona, Don Alfredo la espera en la parte de atrás - Mayel interrumpió nuestra conversación, me limité a asentir.

Archivaldo se puso de pie, extendió su brazo indicándome que pasara antes que el, caminé saliendo de la sala, los tres fuimos directo hacía el jardín.

Mientras más nos acercábamos más me ponía de nervios, debía solucionar esta situación si, pero jamas me había enfrentado a algo como esto.

- ¿Esta segura de que quiere hacerlo? - me pregunto Mayel.

- Si, es mi deber, por favor tráiganme toda la información que tengan de él a la mano por si necesito utilizarla - Iván me miró sonriendo de forma maliciosa.

- A huevo, sus deseos son órdenes, acompáñame Mayelito - los dos se retiraron de regreso a la casa.

Suspiré sacando todo el aire que había retenido en mis pulmones, con decisión me acerqué hacia la puerta de casa trasera, la abrí y sin titubear ingresé al lugar, el famoso Puerco se encontraba sentado en una silla al medio del lugar.

Dos de los hombres de Alfredo de encontraban a sus costados custodiándolo cargando un par de rifles de alto calibre, trague en seco.

- Le dije que solo le haríamos un par de preguntas relacionadas con el atentado para no ponerlo sobre aviso - mencionó Alfredo.

- Esta bien, por favor quédate a mi lado, la adrenalina me está haciendo actuar sin preocupaciones pero en cualquier momento me puedo echar para atrás - el moreno asintió.

- Tranquila, aquí estaré por si se le ofrece algo, pero estoy seguro, de que usted podrá resolver esto - me mostró una sonrisa de apoyo.

Caminamos juntos hasta quedar frente al sospechoso, el hombre nos miró al instante.

- Patrona - me saludó con un asentimiento de cabeza.

- Buenos días Puerco, ¿Cómo estás? Me enteré de lo que sucedió - noté como el hombre se tenso.

- Estoy con vida que es lo que importa, ya los golpes y heridas son lo de menos - sonreí a medias.

- Tienes razón - rasque mi barbilla - Como Alfredo te lo menciono, necesitamos información acerca de los ataques recibidos en días pasados, al ser tu el único sobreviviente eres el único que nos puede dar respuestas.

- Si, si, claro patrona, yo estoy a la orden - sonrío.

- ¿Qué fue lo que te dijeron esos tipos cuando te dejaron vivo? - lo mire.

- ¿Cómo que que me dijeron? - cuestionó confundido.

- ¿No es obvio? - el negó - Con los atentados se busca dar un golpe grande a el cartel - explique - Cuando dejan a alguien vivo, es por que quieren enviar un mensaje, así que habla, ¿Qué es lo que mandaron decir? - de reojo observé como Alfredo sonreía.

- Yo - titubeo - Pues, yo, nada, no me dijeron nada, los morros nos rodearon en el primer puente, logramos salvar una camioneta, y la intención era llegar a la intersección para escondernos ahí pero unos kilómetros más adelante nos rodearon - apareció un nudo en su garganta - Nos estamparon una de sus camionetas por el costado derecho, yo iba manejando así logré salirme antes de que lanzarán unas granadas por la ventana trasera.

- Mal, mal, mal - intervino Iván que iba llegando, dejó una carpeta en mis manos.

- Nos habías dicho que ibas atrás y lograste salir por la cajuela plebe - afirmó Alfredo.

- ¿Quién te contrató? - solté con rudeza.

- Nadie patrona se lo juro, yo le soy fiel a la familia Guzmán y lo saben.

- Tus versiones no coinciden Puerco y de verdad no tengo los ánimos suficientes para jugar el juego del gato y el ratón.

- Se lo juro por mi madre santa que no estoy sirviendo a nadie más - sollozo.

Abrí la carpeta que se encontraba en mis manos, y comencé a leer en voz alta.

- Odiseo Medina Gutiérrez, mejor apodado como "El Puerco", treinta años, originario de Tamazula, Jalisco - el Puerco abrió sus ojos con sorpresa, deje de hablar por un momento mientras leía información poco relevante, hasta que algo llamó mi atención  - Soltero pero con dos hijos Estefanía Medina Gonzales y Raúl Medina Nova, interesante - cerré la carpeta y se la extendí a Mayel para que la tomara - Dicen que si un hijo se queda sin padre, le llaman "huérfano" pero, si un padre, se queda sin un hijo, no hay un término exacto para describirlo - el Puerco se alarmó al entender mis palabras.

- No, no, por favor con mis hijos no, yo le juro que no soy yo el soplón - corte la distancia entre los dos, me puse en cuclillas frente a él.

- Tienes de dos, o me das la información que te estoy pidiendo, o me encargo de que la gente de mis cuñados le haga una visita a tu hijo Raúl - el rostro de Odiseo se transformó.

- Por qué tendría que hacerle caso a usted, una simple mujer que - deje una bofetada en su rostro, pendejo.

- Iván, prepara un convoy que salga hacia Tierra Blanca y espera mi señal - este solo asintió y salió de ahí, me puse de pie - Tienes diez segundos para hablar - extendí mi mano hacia Alfredo, el me miró sin entender, pero al final interpreto mi mirada - Si no nos dices, quién fue el cabron al que te vendiste, no solo me encargaré de joder a tus hijos, sino que me aseguraré de que veas como sufren antes de morir, para después matarte a ti.

Odiseo comenzó a temblar, pero aún así no hablo.

- Diez - tome la pistola que Alfredo me habían extendido.

- Nueve - afirmé la pistola por la empuñadura.

- Ocho - jalé la corredera escuchando como se cargaba el cartucho.

- Siete - levanté mi brazo posicionando la pistola en la sien de Odiseo.

- No patrona por favor no haga esto le juro por lo que más quiera que yo no soy el chivo - gritó.

- Seis - presione la pistola fuerte contra su piel, ya me había enfadado de este juego - Cinco, cuatro, tres, dos - me interrumpió.

- El güero, el güero - exclamó entre llanto.

- ¿Qué? - cuestionó Alfredo.

- Solo se que le dicen el güero, nunca he visto a ese hombre en persona, pero un día alguien de su gente me buscó y me pidió que trabajara para él, a cambio me ayudaría a pagar los gastos para la enfermedad de mi niña - una presión apareció en mi pecho, el arrepentimiento me invadía, pero ya no había vuelta atrás.

- Ovidio te salvó una vez la vida, me toma por sorpresa que no tuvieras la confianza y el honor, de pedir ayuda a nosotros, que éramos tu gente - mencione.

- Tenías un lugar especial aquí plebe - añadió Alfredo - Pero después de esto te vas a chingar, y yo me encargo de eso.

- De ahora en adelante vas a andar con cuidado y vas a encargarte de recolectar toda la información que puedas acerca de Él güero - le mencioné, Odiseo asintió al instante - Queremos un reporte pronto y más te vale que no nos juegues chueco, por que sabes que tus hijos están en juego - volví a cerrar la distancia entre los dos - Y que sea la última vez que me faltas al respeto solo por ser mujer, que no se te olvide que estoy por encima de ti, así que me debes respeto - tome fuerza y con el mango de la pistola golpe su rostro, logrando noquearlo por completo.

-Esos son huevos y no mamadas cuñada - Alfredo aplaudió una mala mirada de mi parte.

- Ni una palabra de esto a nadie, encárguense de arreglar todo y sacarlo de aquí, necesito tomar aire - sin darles tiempo a responder salí de ahí.

El aire golpeó mi rostro haciéndome regresar a la realidad, ¿Qué diablos acababa de hacer?.


・・・


4:26 PM



El panorama frente a mí lograba relajarme, la bella imagen de la montañas verdes con el sol puesto sobre ellas me tranquilizaba.

Tomé la taza de té que estaba frente a mi y di un sorbo, definitivamente lo necesitaba, en mi mente seguían reproduciéndose las imágenes de lo que había hecho por la mañana, no entendí de dónde hacía salido tanta valentía de mi parte para tal acto.

Mis manos aún temblaban, no estaba orgullosa de cómo me había comportado, y no entendí cómo era que Alfredo, Serafín e Iván podían hacer esto a diestra y siniestra con tanta facilidad.

Mire a todos lados, podía sentir como alguien me observaba, pero lo dejé pasar, estaba tan paranoica luego de lo de la mañana que seguramente eran mis nervios, mi mente se quedó en blanco al escuchar una pequeña vocecilla.

- ¡Tía! - sonreí al reconocer a Dalia.

La niña llegó hacia mi al instante extendí mis brazos, tomándola para sentarla sobre mi regazo.

- ¿Como se encuentra mi pulguita? - pellizqué levemente su mejilla.

- Men - Dalia se estiró levemente y dejó un beso en mi mejilla.

- Cada día estás más preciosa, lástima que te parezcas tanto a tu padre - deje un leve toque en su nariz logrando hacerla reír.

- Oye no seas tan cruel con mi hija, no tiene la culpa de que su papá sea un pendejo - Ana Carolina llego con nosotros.

Me puse de pie con su hija entre mis brazos, mi hermana y yo nos abrazamos con cuidado de no lastimar a la pequeña.

- ¿Como te encuentras hermanita? - cuestionó la mayor.

- Todo bien, pero, ¿Qué tal ustedes? - desvié la atención de mi al instante - Tenía mucho sin verlas, ¿Qué tal estuvo el viaje? - le mostré una sonrisa.

- De maravilla, la niña se divirtió como nunca y con la emoción del viaje por fin convencí a Serafín de que me dejara abrir el spa- Caro y yo gritamos emocionadas.

- No lo puedo creer, es un milagro, pero me alegra que el te deje hacer lo que tanto te gusta.

- Sabes que con estos hombres es un batallar al querer que no trabajemos pues nos pueden dar todo - asentí - Pero me sentía una completa inútil quedándome solo en casa, me siento completamente feliz de saber que por fin podré hacer algo diferente en mi día a día.

- ¿Ya comenzaste con los trámites? - ella negó.

- Primero necesito hablar con papá, él spa se fundara bajo todas las leyes, al final de cuentas ellos pueden ser efímeros y faltar algún día, así Dalia y yo tenemos un futuro asegurado ante cualquier cosa que pase con Serafín e Iván - asentí tranquila.

- Me alegra que pienses así - tome su mano y deje un ligero apretón.

- Por cierto, ¿Dónde están las pulgas? - preguntó por mis hijos.

- Se fueron con papá y mamá a Cancún, lugar donde se supone también estoy yo - ella me miró sin entender - Necesitaba una pantalla para poder venir a la sierra, los muchachos querían tratan conmigo un asunto relacionado con los negocios de Ovidio - mi hermana hizo una mueca con sus labios.

- Solo fue algo externo, ¿Cierto? - asentí aunque no me gustaba mentir - Sabes que no estoy tan de acuerdo en esto, y no me gustaría que te involucraras de lleno.

- Lo se, pero no te preocupes, solo tuvimos una conversación en la que tratamos un par de cosas, ellos se encargarán de lo demás - le brinde una sonrisa para tranquilizarla.

Íbamos a continuar nuestra conversación pero Mayel llegó apurado a mi lado.

- Patrona, seño Caro, discúlpenme que las interrumpa, pero tenemos un problema - el moreno estaba agitado.

- ¿Qué sucedió Mayel? ¿Es algo relacionado con lo de hace rato? - el negó.

- Por su seguridad y la de todos aquí tengo infiltrados en el grupo de seguridad de Don Ruvalcaba, me acaban de dar un pitazo.

- ¿Como que un pitazo? - me puse de pie y dejé a Dalia en los brazos de su madre.

- Don Fernando se hizo un espacio en su campaña política y se tomó unos días de descanso, en unas horas saldrá hacia Cancún para estar con usted y su familia - pude sentir como mi cuerpo se tensó - Tenemos que salir ya mismo de regreso para allá si queremos llegar antes - Ana Carolina me miro alarmada.

- Serafín, Alfredo e Iván tuvieron que salir, pero no se preocupen, váyanse y yo me encargo de avisarles - asentí.

- Por favor despídeme de Griselda, explícale la situación y dile que regreso pronto.

Con rapidez me despedí de mi hermana, prometiéndole ponerme en contacto en cuanto estuviera con mis padres.

Salimos de la casa y Mayel ya tenía organizada a toda la gente necesaria para que esto saliera bien, mi amigo abrió la puerta para darme paso a la camioneta, subí y rápidamente el cerro para correr y subirse en el asiento del conductor.

- Patrona necesito que se ponga el cinturón, no puedo tener precaución ahorita con la velocidad, pero tampoco puedo ponerla en peligro.

- Está bien, has lo que sea necesario para llegar antes que el - Mayel me miró por el retrovisor y solo asintió.

Encendió la camioneta y comenzó a andar a toda velocidad, dentro de mi, mis nervios se volvían alterar, a este paso, no sabia cuanto tiempo más podría continuar con esta doble vida a la que estaba atada de por vida.

・・・

• Miércoles 10 de Abril 2019

Ubicación: Hotel Waldorf Astoria, Cancún, Peninsula de Yucatán, México.


Alessandra POV:

6:36 AM

Luego de diez horas de viaje por fin me encontraba en la habitación del hotel, acababa de tomar una ducha y realizar toda mi rutina de cuidado personal para tratar de revivir un poco.

Mi celular sonó, miré los dos aparatos que reposaban en la mesa de noche, era un mensaje de Mayel.

"Me acaban de confirmar que el vuelo de Don Fernando llega a las doce del mediodía, descanse."

Suspire aliviada, lo habíamos logrado.

・・・

1:15 PM

Luego de un par de horas de sueño, me encontraba reunida con mis padres y mis hijos en la alberca del hotel, mis padres estaban al tanto de la situación desde el momento en que salíamos de Culiacán hacia acá, esta mañana se habían encargado de llevar a los niños a desayunar y distraerlos un rato mientras yo descansaba un poco.

Tome un sorbo de café mientras observaba a Emiliano y Alondra disfrutando en el chapoteadero acompañados de Karla, a una distancia considerable de encontraba Mayel, hablando con algunos otros chicos del equipo de seguridad improvisado que tuvo que montar.

- ¡Mami! - Alondra apareció frente a mí llamando mi atención.

Deje la taza sobre la pequeña mesa y una toalla de la tumbona, extendiéndola para envolver a la niña en ella.

- ¿Fue mucha alberca por hoy? - cuestione con diversión.

- No mami, es que tengo sed y hambre, ¿Puedes pedirme una de esas cosas como la que toma mi Tito Andrés que sabe a piña y unas papas a la francesa también?- me dedicó un puchero.

- Claro que si mi amor - afortunadamente uno de los chicos de servicio pasaba por ahí.

Solicité la bebida de la niña, más agua natural para cuando regresara Emiliano y las papas a la francesa, el chico se retiró prometiendo regresar en seguida con el pedido.

Continué con la tarea de secar a Alondra para que pudiera tomar asiento sin estar incómoda.

- Mami, estoy muy feliz de que hayas regresado, así tendremos unas vacaciones más divertidas - aplaudió emocionada.

- Yo también estoy feliz de estar aquí mi amor - sonreí - Pero, necesito pedirte un favor.

- ¿Qué sucede? - cuestionó con interés.

- Fernando vendrá a pasar unos días con nosotros - mi hija hizo un mohín de desagrado provocando que yo riera - Por eso, es que necesito que me ayudes a guardar el secreto de que fui a visitar a tu abuelita Griselda, y si llega a salir cualquier tema sobre nuestras vacaciones aquí tú confirmes que he estado a su lado todos los días - Alondra giró su cabeza hacia un lado.

- ¿Pero eso no sería mentir? - suspire, estaba haciendo mal pero no nos podían descubrir.

- ¿Recuerdas cuando te expliqué que hay mentiras malas y mentiras piadosas? - ella asintió - Bueno, estaba sería una mentira piadosa mi amor.

- Está bien mami, lo haré, además es Fernando, el es malo y tenemos que protegernos de él - negué.

- No Alo, el no es malo, solamente te pido esto para evitar que se arruinen las vacaciones, ¿De acuerdo? - ella asintió.

- De mi no saldrá nada mami, lo prometo - llevó sus dedos hacia sus labios y fingió poner un candado.

- Esa es mi niña - deje un beso en su frente.

Al terminar nuestra conversación el camarero regresó con el pedido, Alondra al instante tomó el vaso con su bebida e ingirió un gran trago.

Al mismo tiempo llevaban mis padres, ahora acompañados por Fernando, era hora del show.

- ¿Como se encuentran mis dos bellezas? - Fernando se acercó hacia donde nos encontrábamos mi hija y yo.

Antes de que lograra saludarnos, Alondra bajó del camastro, con prisa tomó el plato de papas y salió corriendo hacia donde encontraban Karen y su hermano, reí en mi interior.

- Esta demasiado emocionada por estas vacaciones, en un rato se ponen al día - le aclaré al rubio que se limitó a asentir - Me sorprende verte por aquí.

Nos saludamos con un simple abrazo, aún se sentía la tensión entre nosotros, teníamos cosas que aclarar.

- Quería pasar unos días con ustedes, teníamos mucho tiempo sin salir de vacaciones - respondió el.

- Que bueno que te diste el tiempo de venir con nosotros muchacho - habló mi padre para romper el silencio.

- Nada mejor que pasar tiempo con la familia, además necesitaba un poco de desconexión para ordenar ideas y regresar fresco a mis ocupaciones - Fernando sonrió - Me tomé la libertad de reservar una mesa en el mejor restaurante de Cancún para la hora de la cena, espero no les moleste.

- Claro que no hijo, encantados de pasar una velada agradable con ustedes - suspire.

- Mamá, papá, ¿Pueden checar por un momento a los niños? Fernando y yo necesitamos ordenar unos asuntos - ella asintió - Ahora regresamos.

- Permiso - Fernando tomó mi mano y me guió hacia el lobby del hotel.

Me solté de su agarre cuando ingresamos al elevador, el presionó el tercer piso, luego de unos minutos la caja de metal se detuvo,
las puertas se abrieron y salimos de ahí.

Fernando avanzó hasta la tercera puerta, colocó su brazalete sobre la cerradura y abrió la habitación permitiéndome el paso.

Ingresé seguida de él, al sentir la puerta cerrarse me di cuenta que ya no podía evitar el hablar con el.

- ¿Qué tal la han pasado estos días? - me cuestiono.

- Muy bien, los niños han disfrutado como nunca - comenté mientras me giraba para verlo.

- Discúlpame por venir sin avisar, no quería que pasara más tiempo sin aclarar las cosas entre nosotros - se acercó y tomó mi mano - Quiero disculparme, me he dado cuenta que todos mis arrebatos y exigencias han sido derivados del estrés que he ido acumulando a lo largo de la organización de la campaña.

- Entiendo que tengas un gran peso sobre los hombros, pero eso no justifica la forma en que te comportaste conmigo la última vez - el suspiro.

- Lo sé, me siento como un imbecil por eso, no tenía por qué tratarte así, tú solo te has dedicado a estar ahí para mí - sus ojos se encontraron con los míos - Perdóname preciosa, sé que con una simple disculpa la confianza y felicidad que nos rodeaba no regresará, pero te prometo que esto no volverá a suceder.

- Fernando, no estoy dispuesta a soportar ese tipo de escenas, ni maltratos hacia mí, mucho menos toleraría que esta situación involucrara a mis hijos - el negó.

- No, no, no Ale, eso ni pensarlo, jamás se volverá a repetir - juro - Me encargue de que mi secretaria desahogara mi agenda lo más posible, para evitar esta acumulación de estrés y que esto nos afecte.

- No lo sé Fernando - me interrumpió.

- Escúchame, me equivoqué, y estoy completamente arrepentido por eso, no debí tratarte así, te juro por nuestra familia que es lo que más amo en esta vida, que esto no se va a volver a repetir, solo dame la oportunidad de enmendarlo.

Un debate comenzaba en mi interior, la noche pasada fue demasiado estrés por lograr regresar a tiempo para que el no nos descubriera, esta brecha que se abrió entre nosotros podría ser la excusa perfecta para alejarme de él y olvidarme de estar jugando con dos bandos.

Pero, por otro lado, claro que tenía sentimientos hacia Fernando, estaba tan agradecida con el por todo su apoyo, ademas era un hombre maravilloso, era difícil.

Tenía que tomar una drástica decisión, tanto por mi bienestar y seguridad como por la de mis hijos.

- Esta bien, solo será una oportunidad, no habrá más y se vuelve a repetir no volverás a saber de nosotros - Fernando me abrazó.

- Te prometo que no será así, sabes que te amo, y que soy capaz de cualquier cosa por estar a tu lado - sonreí a medias - Sobre la boda, estoy dispuesto a que la cancelemos y la reprogramemos para cuando tú lo veas conveniente - negué.

- Está decidido, el 4 de Mayo tenemos una cita en el altar - la sonrisa de Fernando se extendió por su rostro.

- ¿Estás completamente segura? No quiero que te sientas obligada a nada - asentí.

- Claro que sí, es momento de que demos comienzo a nuestra historia - el recargo su frente sobre la mía.

- Te amo mi amor - declaró.

- Y yo a ti Fer - sin más, atrapó mis labios con los suyos.

Esta conversación me había servido para aclarar mi mente y razonar el panorama, era momento de comenzar demos cero y soltar todo aquello que ya no necesitaba.


・・・

6:17 PM

"tenga presente que mi corazón siempre estará con usted, y que cada vez que sienta al viento acariciado su bello rostro, seré yo, quién siempre estará pa' protegerla."

Esas palabras regresaron a mi mente cuando la brisa del mar llegó a mi rostro mientras caminaba por la playa admirando el atardecer.

Ese fue el impulso que necesitaba, luego de varias horas de poner mis pensamientos en orden y meditar mis movimientos, había decidió que era suficiente.

Las palabras de Fernando me ayudaron a reflexionar, era momento de avanzar, además, lo sucedido ayer con el interrogatorio de El Puerco, me había ayudado a decidir ponerle fin a la incertidumbre y el peligro que nos acechaba.

Ya no quería estar relacionada con los negocios turbios de la familia Guzmán, no quería exponerme a mi familia y a mi a los peligros que esto podía desembocar, estaba decidida a dejar todo en manos de Mayel, sabía que el podría continuar con el legado de Ovidio y cumplir con el papel que yo no podía ni quería desempeñar.

En mi mano se encontraba el anillo que Ovidio me había regalado en mi primer cumpleaños que pasamos juntos, observé la gran piedra que lo decoraba, recordando como cada vez, el significado que el le había dado:

"Se lo di pa' que siempre que lo mire, recuerde que usted es la mera mera reina de mi corazón, así como mi gran y único amor, también pa' que nunca olvide que yo soy suyo desde mi primer cabello en la cabeza hasta la punta de mi pie, imagínese lo pendejo que me trae."

- Tres años sin ti mi amor y se siente como una eternidad - regrese mi vista al atardecer - Te prometí cuidar de todo lo que construiste, pero ya no puedo con esto, no quiero jugar al gato y el raton, es muy difícil para mi por que todo me lleva a ti, no puedo seguir torturándome así.

Pause por un momento, permitiéndome llorar, así expulsaría toda el dolor y rabia que había guardado en estos meses.

- Se que tu no me vas a juzgar por esta decisión, solo te pido que desde donde estés no nos abandones a tus hijos y a mí, síguenos cuidando como hasta ahora.

Me acerqué al borde del mar, sintiendo como el agua mojaba mis pies y tobillos.

- Por siempre vas a ser mi único y gran amor, pero es momento de dejarte ir - solloce - Te amo por siempre Ovidio Guzmán Lopez.

Levante mi mano y con fuerza lance el anillo hacia al mar, esperando que este se perdiera en las profundidades del océano, cerré mis ojos sintiendo como un ligero calor me envolvía, lo tomé como una señal, fue inevitable no sonreír.

- ¿Estas lista mi amor? - era Fernando.

Había regresado por mi luego de que le pedí unos momentos a solas para poder admirar el atardecer, limpié mis lágrimas con disimulo antes de girarme hacia el.

- Lo estoy, vamos - el tomó mi mano.

Logrando que sintiera algo que no esperaba: alivio. No había ni una punzada de dolor en mi pecho, ni la culpa que siempre me rondaba, solo alivio.

Por primera vez en mucho tiempo me sentía ligera, Fernando rodeó mis hombros con uno de sus brazos acercándome a él, dejó un beso en mi sien y comenzamos a alejarnos de la orilla con pasos firmes.

No sabía con certeza que era lo que nos esperaría a mis hijos y a mi en esa nueva etapa de nuestra vida lejos de todos los malos recuerdos, pero sí sabía algo, estaba lista para averiguarlo.

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