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[ 3 años después: Actualidad ]



• 29 de Marzo 2019, Jardines del Humaya, Culiacán Rosales, Sinaloa.


Alessandra POV:


La música que resonaba dentro de las paredes comenzaba a causar un poco de migraña a mi cabeza, no me gustaba tanta extravagancia pero no podía ir contra los deseos de la familia, llegue al lado de la señora Griselda, quien miraba atenta las dos fotografías que colgaban de la pared principal.

- Lo único que me consuela entre tanto dolor, es que ellos dos ya se encuentran juntos. - subió su mano hacia mi hombro y dejó un leve apretón.

Sin más dio media vuelta y comenzó a caminar hacia la salida, decidí tomar el lugar que ella había dejado libre, cerré los ojos con fuerza, tenía que hacerlo.

- Patrona. - me giré al escuchar la voz de Mayel. - Cinco minutos. - solo asentí y regrese mi vista al frente.

La tranquilidad inundó la habitación al momento que las dos puertas se cerraron a mis espaldas, solo se podía escuchar el leve sonido de la música en el fondo, pero agradecía el poder tener privacidad, mire mis manos nerviosa, a pesar de que pasara el tiempo nunca iba a ser fácil regresar aquí, levante la vista y en automático mis ojos se posaron sobre los suyos, que aunque era un simple retrato sentía que me miraban con la misma intensidad de siempre.

- Feliz cumpleaños mi amor. - pause un momento al sentir como un nudo se formaba en mi garganta, respiré profundo para poder continuar. - Que no daría por tenerte aquí conmigo poder felicitarte, abrazarte y llenarte de besos en tu día.

Fue inevitable que las lágrimas comenzaran a descender de mis mejillas, un sollozo salió de mi pecho y no hice nada por reprimirlo, limpie mi rostro con coraje, siempre que regresaba aquí terminaba molesta.

- Sigo sin comprender por qué te fuiste tan pronto, aún me duermo con la esperanza de despertar y que todo esto sea un sueño, pero llega la mañana y tengo que aceptar que no estas mas aquí. - suspire. - Nos hizo falta tiempo mi amor, tiempo para ser felices, para amarnos, para disfrutar de nuestros hijos, para irnos lejos. - mi vista seguía fija en su retrato, este lograba brindarme algo de calma. - Pero debes estar tranquilo por que a pesar de todo tratamos de seguir adelante. - sonreí a medias. - Tu madre vive ahora en la casa que me regalaste, dice estar más en calma lejos de la ciudad, una vez a la semana la visito y pasamos el día juntas haciéndonos compañía. - decidí retroceder y tomar una de las sillas que se encontraba ahí, la posicione frente al altar y tome asiento para continuar.

- Serafín y Carolina se casaron por el civil hace un mes. - reí. - Lo se, es algo que no esperaríamos pero te puedo asegurar que su amor es uno de los más puros, la pequeña Dalia esta enorme, en un par de meses cumple tres años y desgraciadamente es la viva imagen de Archivaldo. - rodé los ojos. - Ya que hablamos de Iván, sorprendentemente ha cambiado su forma de ser, desde el momento en que accedió con facilidad a darle el divorcio a mi hermana, algo que nos sorprendió, el se disculpo con toda tu familia, incluso conmigo y con Alondra por el desastre que causo en nuestras vidas, y se que no hay fin de semana que no venga a verte, el mismo me lo confeso, espero que desde donde estés pudieras perdonarlo por que yo ya lo hice hace tiempo. No debo olvidar comentarte que debes estar orgulloso de Alfredo e Iván pues han logrado hacer crecer el negocio de forma que no te imaginas, juntos hacen un excelente trabajo.  - escuche un par de golpes en la puerta indicándome que quedaba poco tiempo. - ¿Qué te puedo decir de Alondra que no sepas?. - sonreí con nostalgia. - A pesar de su corta edad es la niña mas inteligente, ocurrente, traviesa y risueña del mundo, la semana pasada aprendió en el kínder como abrochar sus agujetas, ahora no deja de hacerlo a todas horas, y si trato de evitarlo se molesta por unos minutos, sin duda en ese aspecto es igual de rejega* que tu. - reí al recordar como el mencionaba esa palabra de forma tan cotidiana.

La puerta a mis espaldas se abrió inundando la habitación con música de nuevo, al instante escuche como unos pasos se acercaban con prisa, de un momento a otro Alondra se posiciono delante de mi, sonreí al verla.

- Una disculpa patrona, la niña se me desespero y no pude detenerla. - Mayel me miró apenado mientras se dirigía hacía mi.

- No te preocupes. - termino de acortar la distancia entre nosotros, se agachó levemente y al instante el pelinegro que se encontraba entre sus brazos extendió los suyos hacia mi para que lo cargara.

Con cuidado lo tome sentándolo en mi regazo, peine un poco el fleco que caía sobre su frente aunque era inútil, pues tenía el mismo cabello rebelde que su padre, sonreí al tiempo que miraba de nuevo la fotografía en la pared.

- De esta mirruña debo destacar que es el niño mas tranquilo y bien portado en el mundo, en Octubre será su tercer cumpleaños y Alondra esta entusiasmada por organizar la fiesta de su hermano, ya veremos como nos va con eso. - pellizqué con delicadeza la mejilla de mi pequeño logrando que soltara una pequeña risa. - Perdóname por traerlo hasta ahora, pero. - pause tratando de evitar el nudo que comenzaba a formarse de nuevo en mi garganta. - Me duele el hecho de saber que nuestro Emiliano no conocerá a su maravilloso papá, pero te agradezco que antes de irte dejaras un pedazo de ti en la tierra para no quedarnos solas. - tome la mano de mi niña quien me miro con una sonrisa.

Recordé en mi mente como una semanas después de la muerte de Ovidio los mareos aun atosigaban mi cuerpo, no fue hasta una guardia en el hospital donde volví a perder el conocimiento que Leonardo me reprendió por no hacer caso a los resultados que me había brindado antes, pero fui sincera con el y confesé que ni siquiera los había leído, ahí fue que mi amigo volvió a regañarme por poner en riesgo así al bebe que venía en camino, tomándome totalmente por sorpresa, pero desde ese instante mi bebe se volvió la fuerza a la que me aferre para poder seguir adelante y no quedarme estancada en mi dolor, aunque no puedo mentir, el dolor de perder al amor de tu vida nuca se va, simplemente aprendes a vivir con el, haciéndolo parte de tu día a día.

- Mami Ale. - cuestiono Alondra a lo que la mire. - ¿Cuándo vendrá papá?. - señaló la imagen de Ovidio.

- Alo, sabes que papi ya está en las estrellas. - acaricie su mejilla con cautela mientras sentía la mirada de Mayel sobre nosotros.

- Yo lo entiendo, pero el me visitará pronto, hace unos días lo prometió. - miré a mi niña con tristeza, antes de que pudiera hablar Mayel se adelanto.

- Será mejor que nos vayamos, no deben tardar en comenzar a buscarnos. - yo asentí.

- Mi amor ve con el nino Mayel, ahora los alcanzo. - ella asintió pero antes de retirarse miro la fotografía de Ovidio.

- Te amo papi, te veo pronto, no olvides que prometiste jugar conmigo a la princesa y el príncipe. - reí ante las palabras de ella, era muy común que Alondra soñara con su padre, cada día me contaba un momento diferente que vivía con el, y me alegraba el hecho de que por lo menos apareciera en sus sueños y la hiciera sentir acompañada.

Sin mas tomo la mano de Mayel y ambos comenzaron caminar hacía la salida, pude sentir como Emiliano se removió en mis brazos, me puse de pie y no esperaba lo que venía.

- Pa-pá. - soltó en un balbuceo señalando con su pequeña mano la imagen de Ovidio, logrando así que mis ojos se llenaran de lagrimas, al instante bese su frente.

- Si Emi, es papá. - sonreí, mi niño rodeo mi cuello con sus brazos y recostó su cabeza en mi hombro, mi vista se enfoco en el rostro del amor de mi vida. - Es hora de irnos mi amor, pero te prometo que regresaremos pronto, sabes que desde hace un tiempo tengo claro que tu ausencia no nos la va a compensar nada, pero tu recuerdo será el impulso que necesitamos para seguir, te pido que donde quiera que estés, veles por nosotros, y desde lo mas profundo de mi alma, te agradezco por quererme como nadie me querrá , y por darme todo lo que me diste, te amo por siempre Ovidio Guzmán. - lance un beso hacia el.

Me di media vuelta y salí por la puerta, una vez afuera del mausoleo la música seguía presente, miré hacía el escenario donde Virlan García se presentaba a pesar de que su publico fuera casi nulo, pero debía seguir las ordenes de los mayores de los Guzmán, pude notar como Iván y Alfredo se habían retirado, ahora solo estaban presentes la señora Griselda, Ana Carolina y Mayel.

- ¿Todo bien?. - mi hermana se acerco al instante hacia mi.

- Si tranquila. - me brindo una sonrisa y con cariño. - ¿Ya están listas?. - las dos mujeres asintieron.

- Patrona será mejor que nos apresuremos, el equipo de seguridad de Ruvalcaba comienza a preguntar por su paradero a través de los radios.

Con prisa comenzamos a acercarnos hacía las camionetas, teníamos que salir pronto de aquí si no queríamos vernos descubiertas, la señora Griselda se despidió de nosotras, me deseo suerte y me comento que contaba con todo su apoyo, sin mas abordo a la camioneta que manejaba el Puerco y salió del lugar, Ana Carolina y yo nos encargamos de asegurar a los niños a sus asientos, abordamos el vehículo y nos pusimos en marcha hacia la base aérea.

Con nostalgia observe a través del retrovisor como dejábamos atrás la ultima morada de Ovidio, por mi mente pasaron todos los momentos que pasamos juntos como si de una película se tratara, gracias a esto sentí como el anillo que tenía en mi dedo anular comenzara a pesar, al instante lleve mi mano hacia la cadena donde colgaba el anillo que el me había dado, pues a pesar de su ausencia siempre lo portaría conmigo.








・・・









• Base Aérea Militar No. 10, Culiacán Rosales, Sinaloa.








El camino hacía la base fue corto entre las ocurrencias y demandas de los mas pequeños, cuando llegamos a este nos dieron acceso inmediato al hangar, Mayel detuvo la camioneta y bajo de ella para abrirnos las puertas, me ayudo a salir y lo mire, el cambio que había tenido era impresionante, debía ser sincera, aun no me acostumbraba a verlo con camisa y pantalones de vestir a diario, pero si queríamos seguir con esto así tenía que ser.

Regrese a la realidad dándome cuenta de que mis hijos ya se encontraban con Karla su niñera y la única que seguía teniendo mi total confianza para cuidarlos, me di cuenta de que otro automóvil llego tras nosotros, una de la puertas traseras se abrió después de unos minutos el responsable bajo, dejándome verlo, lucía muy apuesto, vestía un traje negro, acompañado por una camisa blanca de vestir se dejaba ver en conjunto de una corbata celeste que hacía juego con el color del vestido que yo portaba, en cuanto su mirada se encontró con la mía me brindo una sonrisa que imité, con paso apresurado se acerco a mi, y me abrazo para después dejar un beso en mi frente, cuando nos separamos por fin hablo.

- Te ves preciosa. - le di otra sonrisa en respuesta. - Me estaba preocupando al no saber si llegarías, ¿Mayel que paso con la comunicación?. Creo que he sido claro al mencionarte que debes actualizar ubicación mínimo cada 20 minutos - mi cuerpo se tenso por un momento.

- Mis disculpas señor, mi radio se quedo sin batería y por ello no pude hacer reporte.

- Que no vuelva a suceder. - hablo el de ojos claros a lo que mi amigo solo asintió.

- Patrona. - la mirada de Fernando reprendió a Mayel ante sus palabras, que al instante corrigió. - Señorita Alessandra, los niños y su hermana se encuentran ya en el avión. - asentí.

- Perfecto, ya puedes subir tu también, gracias Mayel. - el anterior mencionado comenzó su camino hacia nuestro transporte, mi mirada recaló ante el hombre frente a mi. - Sabes que no me gusta que te comportes así con el. - lo reprendí.

- Lo siento, pero tu sabes que a mi no me agrada que tenga tanta confianza contigo, es solo parte el servicio y solo por que tu me lo pediste, pero debe de comprender su lugar. - estaba dispuesta a replicar pero me vi interrumpida. - Será mejor que también ingresemos al avión o no llegaremos a tiempo a nuestra fiesta de compromiso. - Fernando tomo mi mano y dejo un beso sobre el dedo que portaba la sortija que el me había brindado. - Cuento los días para que al fin seas la señora Ruvalcaba.

- Yo también. - sonreí, sin mas el acorto la distancia entre nuestros rostros y capturo sus labios con los míos.

Lo nuestro se dio de forma repentina, Fernando acudió a disculparse conmigo por nuestro ultimo encuentro, prometiéndome que no había sido su intención traer malos recuerdos a mi memoria, decidí disculparlo pues en ese momento con la muerte de Ovidio y la noticia del embarazo de Emiliano recientes, lo único que quería era pasar por esa etapa tranquila, conforme pasaron los meses nuestra amistad creció, gracias a esto decidí confesarle que esperaba un bebé y el me brindo su apoyo incondicional.

Estuvo conmigo en todo momento, desde los primeros tormentosos meses hasta el día del parto, donde comento quería apoyarme a cuidar y proteger tanto a Alondra como a Emiliano, de este ultimó el tenía la intención de brindarle su apellido pero agradecida me negué, mi hijo tenía un padre y por derecho llevaría el apellido Guzmán, aunque en los documentos entregados por el hospital apareciera con Ochoa Anaya, ante la ley el era Emiliano Guzmán Ochoa, algo que hasta la fecha Fernando no sabía, aun daba por hecho que seguía bajo mis apellidos.

A pesar de mi negativa siguió pendiente de nosotros, aun siendo el secretario de seguridad el se daba el tiempo de visitarnos, de vez en cuando iba por Alondra a la escuela y llevaba a ambos niños a pasear o por helado mientras yo me encontraba en el hospital, algunas veces salíamos los cuatro juntos a comer o cenar, y debía aceptar que pasábamos ratos amenos.

Cuando los niños lo aceptaron y comenzaron a tenerle cariño, el me confeso que aun seguía enamorado de mi, me pidió una oportunidad para ser mi pareja, yo en respuesta le pedí un tiempo para pensarlo pues decidí hablarlo con mi madre y con la señora Griselda ambas mencionaron que debía seguir con mi vida y seguir adelante, tal cuál me lo había pedido Ovidio en la carta que me dejo al morir, por ello fue que acepte, pensando en que no quería quedarme estancada en el pasado.

Luego de año y medio de relación el me pidió matrimonio, en un principio me negué ya que no estaba segura de que pudiera dar ese paso con el cuando me quede tan cerca de darlo con el que era el amor de mi vida, pero una vez mas tuve que mentalizarme a seguir y acepte.

Ahora podía decir que era feliz, mi familia estaba conmigo, mis hijos crecían sanos y felices, también tenía a mi lado un hombre que estaba dispuesto a cuidarnos y dar la vida por nosotros, no podía pedir mas, lo único que deseaba es que Ovidio se encontrara conmigo y pudiéramos vivir el resto de nuestras vidas juntos pero eso era imposible.

Por ello que me dedicaba a tratar de ser feliz, así como honrar su memoria hablándoles a mis hijos del maravilloso hombre que fue su padre en vida, llevándolo en mi mente cada día, pues a pesar de que transcurriera el tiempo, todo mi amor, alma y corazón le pertenecería por siempre a mi chico malo.

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