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Viernes 15 de Enero 2016

Ubicación: Casa del Corregidor, Ciudad de México, México.


Alessandra POV:


8:35 PM


Talle las palmas de mis manos sobre la tela de mi vestido, los nervios comenzaban a carcomerme por cada minuto que pasaba sin saber de el, mi hermana tomo mi mano y la sostuvo entre las suyas.

- Cálmate, mis padres comienzan a sospechar que algo anda mal contigo. - miré a ambos mayores y efectivamente ellos no despegaban su vista de mi.

- Perdón Carolina pero estar aquí rodeada de policías después de lo que sucedió no me hace sentir tranquila.

Nos encontrábamos en la cena que había organizado el gobierno con el motivo de reconocer el gran trabajo de Fernando ante la captura del señor Joaquín, motivo por el cual desde hace una semana no sabía nada de Ovidio y Mayel no tenía ni idea de su paradero.

Después de unas palabras del presidente Enrique el púbico estallo en aplausos efusivos, Fernando subió al escenario improvisado y comenzó a hablar, sinceramente no preste atención a sus palabras, mucho menos después de que mi bolso vibro, busque mi celular pero este no indicaba ninguna notificación, dándome a entender que era el responsable fue el dispositivo que utilizaba para hablar con Ovidio.

Con cautela lo saque y mire la pantalla bajo el mantel de la mesa, fue inevitable no esbozar una sonrisa.

"En su camioneta, que la Caro la acompañe para no levantar sospechas."

Afortunadamente el discurso había terminado y podríamos salir, le mostré el teléfono a mi hermana esta solo asintió, nos pusimos de pie y nos disculpamos con al excusa de ir al tocador.

Comenzamos a dirigirnos hacía la salida, cuando estábamos por llegar a la puerta de entrada una voz nos interrumpió.

- ¿Se van tan temprano?. - miré asustada a Carolina, ella atino a tomar mi brazo para calmarme y ambas nos giramos a mirar al responsable.

- Claro que no, solo necesitamos una par de cosas de la camioneta de Ale. - ambas sonreímos.

- Entiendo, entonces las acompaño. - - me tense cuando comenzó a avanzar hacia nosotros.

- No es necesario Fer, es cosa de unos minutos no tardáremos. - comenté. - Por cierto muchas felicidades por tal reconocimiento. - miré la medalla que colgaba junto a sus otras insignias en su traje.

- Es de gran merito lo que hiciste. - hablo Carolina adulándolo.

- Agradezco a ambas por sus palabras. - nos mostro una sonrisa sincera. - Pero no perdamos el tiempo y vamos. - nos cedió el paso.

Ana Carolina asintió y tomo mi brazo, avanzamos un par de pasos y ella me soltó.

- Sabes que hermana si sigo así no soportare, mejor ve tu por los pants y me alcanzas en el sanitario. - Fernando nos miro confundido. - Oh lo siento, es que con esto del embarazo la incontinencia urinaria es inevitable. - los tres reímos, me relaje al entender el plan de Carolina.

- Fer, me apena pedirte esto pero me preocupa que Carolina ande sola en este estado. - señale su ya pronunciado vientre. - ¿Podrías ayudarle a llegar al sanitario mientras yo voy por sus pañales?. - susurre la ultima palabra recibiendo un golpe en el hombro por parte de mi hermana y una carcajada del ojiverde.

- Claro que si. - se acerco hacia mi hermana y le ofreció su brazo, ella al instante se engancho del mismo. - ¿Quieres que mande a alguien a acompañarte?. - negué.

- No tranquilo, solo voy rápido por eso y los alcanzo. - el asintió.

- Lo siento pero ya no aguanto. - mi hermana comenzó a arrastrar al hombre hacia adentro mientras se enfrascaban en una nueva conversación.

Con cuidado de no enredar mis pies gracias a los tacones baje cada escalón, trate de apresurar el paso para llegar a la camioneta al mismo tiempo que enfocaba mi mente en no caer, cuando estaba cerca me percate de que Mayel me esperaba recargado en esta, llegue a su lado y al instante me abrió una de las puerta traseras, sin preguntar ingrese y cerro tras de mi.

En cuanto lo vi me lance a sus brazos, el estrecho mi cintura con los suyos y solo atiné a esconder mi rostro en su cuello.

- No sabes lo preocupada y aterrada que estuve estos días sin saber de ti. - hable sobre su cuello sintiendo como acariciaba mi espalda arriba a abajo.

- Perdón mi chula, pero nos tenían todas las comunicaciones monitoreadas, ni con Mayel podía hablar, y hasta ahorita el se entero también de que vendría. - asentí al momento que me separe.

- No tengo mucho tiempo, hay demasiada seguridad aquí y no dudo que en algún momento me vengan a buscar. - recordé a Fernando y el asintió.

- Es imposible que pasemos pa' la sierra en este momento, nos iremos unos días a Guatemala. - asentí.

- Ok, me voy contigo. - hable segura pero el se negó.

- Mi vida discúlpeme pero no, no la voy a exponer. - acaricio mi mejilla. - Estos pendejos se van a poner bien perros en estos días, y son capaces de cualquier cosa por seguir alzándose el cuello. Usted se me va a quedar aquí tranquilita, Mayel y mis muchachos van a estar cuidado a usted y a su familia. - suspiré resignada.

- ¿Hasta cuando será así Ovidio?. - el junto su frente con la mía.

- Mi chula pronto saldremos de todo este mierdero, usted tiene aun asuntos que atender y le prometo que en cuanto usted termine esa especialidad por la que tanto ha luchado nos vamos a ir bien lejos a un lugar donde yo pueda cuidar a nuestros chamacos mientras usted ejerce como toda una profesional. - mis ojos picaron en ese instante y sonreí.

Ovidio sin pensarlo atrapo mis labios con los suyos, comenzando un beso cargado de todos los sentimientos que habíamos reprimido en estos días, me dolía saber que se tenía que alejar de mi, pero sabía que era mejor eso a que en cualquier momento terminara como su padre.

Sin romper nuestro beso ni meditarlo me coloque a horcajadas sobre el, que en un instante apretó mi cadera, bajo lentamente sobre mis muslos para colar sus manos bajo la falda de mi vestido y llevarlas hacia mis glúteos que apretó con fuerza logrando que un gemido saliera de mi, en automático termine con nuestro beso, lleve mis manos hacia la hebilla de su cinturón y lo desabroche en conjunto con el botón de sus jeans, el saber que sería la ultima vez que lo vería por un buen tiempo hacía que el deseo que había contenido en estos días estuviera a flor de piel.

- Lo bueno es que no tenia tiempo cabroncita. - dejo una fuerte palmada sobre uno de mis glúteos, causando una risa de mi parte.

Al instante sus besos bajaron hacia el escote de mi vestido, con una de sus manos apretó uno de mis pechos, tuve que morder mi labio inferior para reprimir un gemido, con prisa levanto su cadera, rozando mi feminidad con su miembro, noté como el jadeo mientras bajaba su pantalón hacia sus muslos en conjunto con su boxer.

Sin demora tomo mis caderas y me alzo levemente, con su mano jalo la tela que cubría mi feminidad rompiéndola para poder introducirse en mi, suspire al sentirlo, comencé a moverme sobre el, el vaivén de mis caderas se tornaba cada vez mas rápido gracias a que con sus manos el me manejaba a su gusto.

Comencé a sentir una ligera presión sobre mi abdomen, estaba cerca, fue inevitable que un par de gemidos escaparan de mi garganta, mi novio enterró sus dedos en mi cabello obligándome a mirarlo, mis ojos se encontraron con los suyos, estos estaban completamente obscurecidos por el deseo, cuando menos lo pensé mis piernas flaquearon, indicándome que era el momento, Ovidio recargo su cabeza sobre el respaldo y cerro sus ojos con fuerza.

- Mierda. - lanzo en un suspiró seguido de un gemido que me indicaba que el también estaba cerca.

Aumente mis movimientos, las manos de Ovidio volvieron a apretar mis caderas logrando así que juntos llegáramos al anhelado orgasmo, me deje caer sobre su pecho mientras trataba de calmar mi respiración.

El acariciaba mi espalda, una vez estuvimos tranquilos lo mire.

- Ahora tendré que ir por la vida sin panti. - reímos.

- Perdóneme, pero es que no me la puso fácil. - me mostro una sonrisa.

- Me encantaría quedarme así mas tiempo pero tengo que irme. - el asintió.

Baje de su regazo y acomode el faldón de mi vestido, el subió su pantalón en conjunto de su bóxer y los acomodo en su lugar, una vez termino de abrochar su cinturón me miró.

- Quiero que se ponga buza, cualquier cosa que noté extraña...- lo interrumpí.

- Se la comunico a Mayel y regreso a mi casa, ya lo se. - tomo mi mejilla y junto sus labios con los míos en un corto beso que se vio interrumpido por un toque en la ventana de Mayel. - Ya es hora. - el asintió.

- Quiero que todos estos días y siempre tenga presente que usted es el amor de mi vida, y que la amo un chingo mi chula, por sobre todas las cosas. - lo miré, esto me sonaba a despedida pero sabía que eran mis nervios lo que me tenían pensando así.

- Yo también te amo, por sobre todo y todos. - bese de nuevo sus labios, Mayel volvió a tocar la ventana. - Te amo Ovidio, cuídate por favor.

- Y yo a usted mi reina, usted también prométame que va a cuidarse. - asentí y sin mas abrí la puerta Mayel me ayudo a salir y con prisa cerro tras de mí.

- El güero viene para acá. - asentí, el me tendió un paquete que no me tome la molestia de mirar, comencé a caminar con el fin de encontrarme a Fernando y detener su andar.

- Preciosa, comenzaba a pensar que te había pasado algo. - soltó observándome.

- Lo siento, tuve que buscar en todas las maletas esto. - le mostré el paquete que Mayel había dejado en mis manos anteriormente percatándome que eran pants femeninos, agradecí al cielo que habíamos llegado directo al evento y no al hotel donde pasaríamos la noche.

- Bueno vamos, que tu hermana lleva rato preguntando por ti. - asentí ante sus palabras.

Comencé mi andar pero Fernando miro hacía la obscuridad de donde yo venía anteriormente, los nervios aparecieron en mi, se comenzaron a escuchar pasos.

- Emm Fernando, ¿Vienes?. - traté de persuadirlo.

-  ¿Quién anda ahí?. - cuestiono, noté como llevo la mano a un costado de su cadera, sabía lo que eso significaba, de un momento a otro la silueta de Mayel se hizo visible, Fernando saco su arma y le apunto al instante.

Con prisa me adelante a el y tome el cañón de la pistola entre mis manos.

- Hey tranquilo, es mi chofer. - Fernando me miró.

- ¿Estas segura?. - yo solo asentí, guardo su arma de nuevo en su costado.

- Señorita, olvido su teléfono en la cajuela. - me tendió el aparato, imagine lo había dejado en el asiento, con prisa me acerque a el y lo tomé.

- Muchas gracias Mayel, puedes retirarte. - el asintió y se perdió de nuevo en la obscuridad, el ojiverde no apartaba su vista de el camino que había tomado mi amigo, y comenzaba a desesperarme. - Fernando. - logre captar su atención con eso, al instante sus ojos se posaron en mi. - ¿Te quedarás aquí?. - el negó.

- Lo siento es solo que, su rostro se me hace conocido, me parece que lo vi antes. - mierda.

- Probablemente en alguna de las reuniones que han hecho mis padres, lleva unos meses trabajando para mi. - lo meditó por unos segundo y asintió.

- Tienes razón. - me brindo una sonrisa. - Vayamos al rescate de Ana Carolina. - el rio y yo solo atiné a imitarlo para apaciguar mi tensión, eso estuvo demasiado cerca.





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Sábado 16 de Enero 2016

Ubicación: Desconocida.


Ovidio POV:


3:00 AM


Rasque mi barbilla mientras observaba la obscuridad que nos rodeaba, iba a estar difícil llegar hasta la frontera con Belice, pero no imposible, miré a Uriel quien conducía concentrado y con el seño fruncido, comenzaba a arrepentirme de haberlo traído conmigo, estaba muy chamaquillo pero en poco tiempo se había vuelto en uno de mis incondicionales.

- ¿Cómo estamos?. - le cuestione.

- Bien patrón, nos faltan solo un de par kilómetros para atravesar Puebla completo y de ahí seguiremos por la terracería que rodea la autopista de Oaxaca.

- Arre, sigue...- cuando menos lo pensé la camioneta que venía tras de nosotros nos impacto, Uriel en respuesta atino a acelerar y me paso el radio.

Lo tome y al instante presione el botón pa' saber que había pasado .

- ¿Coyote que chingados estas haciendo?. - le cuestione, recibí respuesta hasta un par de segundos después.

- "Unas balas impactaron las llantas traseras patrón, fueron los del ancla, no se detenga, vamos a hacer frente a la..."- la comunicación se corto.

- Puta madre. - lance el radio sobre el sillón. - Ya se la sabe mijo hasta donde tope. - Uriel asintió y comenzó a acelerar en conjunto con la camioneta que encabezaba el ahora incompleto convoy.

Pude notar el letrero que nos indicaba acabábamos de salir de Puebla, por un momento me relaje, pero todo se fue a la chingada cuando otra camioneta se estampo para detener el andar de mis muchachos de adelante, Uriel logró esquivarlos, pero aun así fue imposible que no lograra escuchara como comenzaban a detonar sus armas.

- Viene otra enfrente, agáchese patrón. - cuando me metí al hueco entre los asiento las balas comenzaron a impactar la camioneta, Uriel trataba de esquivar todas pero le fue imposible, mi muchacho se termino estampando en uno de los arboles que estaban al costado de la brecha.

- ¿Esta bien patrón?. - el moreno me miró, pude notar como una de sus cejar se había abierto por los cristales de el visor.

- Todo bien mijo, amonos' a la chingada antes de que lleguen. - Uriel salió disparado de su asiento, yo abrí la puerta en chinga y salí, el muchacho ya me estaba esperando.

Comenzamos a correr tratando de adentrarnos a la maleza pero fue inútil, dos camionetas nos rodearon, bajo un soldado de cada una y comenzaron a apuntarme, Uriel se posiciono al instante frente a mi.

- ¡Quítate a la chingada si sabes lo que te conviene!. - le advirtieron, yo reí.

- Ya sabía yo que estos perritos no eran tan educados como los presumen. - decidí plantarme frente al muchacho, no lo iba a exponer así. - ¿Quién los mando?. - les cuestione, pero ellos se mantuvieron en silencio. - Ahora hasta pendejos para hablar. - rasque mi barbilla estresado.

- ¡Lo tenemos señor!. - uno de los wachos que me apuntaba hablo por su radio.

- "Deténganlo estamos a dos." - respondió una voz.

Ambos hombres se acercaron con la intención de esposarme, pero yo retrocedí.

- Tóquenme un pelo y no saben lo que les pasa pendejos.-  ellos siguieron avanzando, con cautela deslice mi mano hasta mi cintura, yo negué. - Arre.

El primero se planto frente a mi y me miró.

- Arrodíllate y pon las manos afrente. - soltó en un gritó.

- Tu madre. - lo tome del cuello y dispare bajo su barbilla, al instante comencé a recibir un par de disparos pero utilice su cuerpo tieso como escudo, cubriendo a Uriel tras de mi, pensé que sería mas difícil pero los wachos detuvieron el ataco cuando una tercera camioneta llego. 

Unos tipos mas perros se bajaron de esta y me rodearon, los vatos traían rifles con mirillas de laser y todo el pedo.

- Ovidio Guzmán López. - una voz tras de los vatos pronuncio mi nombre.

- El mismo, no se quién chingados seas ni que quieras, pero dímele a tus pendejos que dejen de apuntarme con sus mamadas por que ya viene mi raza y no creo que quieras que se ponga feo.

Podía escuchar como un helicóptero se acercaba, era mi gente, cuando menos me di cuenta uno de los uniformados apareció tras de mi y tomo a Uriel por el cuello apuntando a su sien con una pistola, solté el cuerpo del soldado muerto y me giré a mirar a apuntar al atacante apuntándolo con mi arma pero fue un gran error ya que al instante recibí un disparo en uno de mis hombros.

- Ya deja de hacerte el que todo puedes y arrodíllate. - miré al responsable quien poco a poco se acercaba a mi y su rostro me parecía conocido, hice memoria y sonreí al darme cuenta que era el pendejo del secretario de seguridad, el imito mi gesto. - ¿Ya reconociste quien soy verdad?.  - sin darme oportunidad golpeo mi hombro con su arma logrando que me arrodillara gracias al dolor.

- No es difícil reconocer a un pendejo como tu. - tome uno de los costados de mi camisa y la rasgué para con el pedazo sobrante tratar de hacer un torniquete y detener la hemorragia.

- Ay el gen de los Guzmán saliendo a relucir, tu padre es igual de altanero que tu, pero nada que unos buenos azotes no lograran controlar. - sonrió.

- Lávate la boca antes de hablar de mi padre güero porque aunque te duela, el ha hecho por este país mucho mas que tu y todos los politiquillos pendejos que te rodean. - con fuerza impacto su pie sobre mis costillas, logrando sacarme el aire pero no me importo.  - La verdad no peca pero ha como incomoda eda'. - tosí.

- Mira Ovidio no me gaste la madrugada siguiéndote como para perder el tiempo con tus tonterías. - este cabrón ya estaba tras de mí. - Hablemos de cosas importantes, tu me das la información que necesito, haces lo que yo te diga y tal vez te deje ir. - yo reí.

- ¿Y quien te dijo que yo voy a hacer tratos contigo pendejo?. Estas mal si crees que eso va a pasar.

- Tu lo quisiste así. - sin importarle nada alzo su arma, estaba esperando el impacto pero no fue así, solo se escucho la detonación, cuando capte miré tras de mi, la había disparado a Uriel en la frente logrando que una punzada apareciera en mi pecho.

Sin pensarlo me puse de pie, con mi pierna patee la pistola de su mano y lo tome en el cuello, utilice toda la fuerza que tenía en mi cuerpo para azotarlo en el piso y  posicionarme sobre el.

- No sabes en la que te acabas de meter.

- El que no sabe donde se esta metiendo eres tu. - hablo con el poco aire que contenía. - Si no me sueltas te juro que te vas a arrepentir.

- A mi tu no me das miedo verga. - lo miré sonriendo.

- ¿Seguro?. - asentí. - No te sorprenda si en algún momento Alessandra aparece a los pies de tu puerta con una bala en la cabeza. - mi cuerpo se tenso.

- Yo no se de quién chingados me estas hablando. - apreté con mas fuerza pero uno de sus soldados golpeo mi nuca con su codo, logrando desestabilizarme y que mi cuerpo cayera al lado del secretario quien con prisa comenzó a recuperar el aire.

- ¿No?. - comento aun tosiendo. - Entonces una visita al hospital no le vendría mal, podría abordarla mientras ella está revisando a tu querida Alondra.

- Con mi hija no te vas a meter hijo de puta. - volvió a patear mis costillas.

- Si sabes lo que te conviene, vas a escucharme y hacer lo que te digo. - tome mi hombro que poco a poco botaba mas sangre de lo normal.

- ¿Y si no que?. - el güero se puso a mi lado y presiono mi hombro sobre mi mano causando que un quejido saliera de mi garganta gracias al perro dolor.

- Si no, antes de matarte con mis propias manos me encargaré de que admires cómo Alessandra y Alondra sufren una de las peores torturas en su vida para después morir, y si no me crees, no me ando con rodeos. - hizo una señal y uno de sus hombres puso una tableta frente a mi.

Dejándome ver cómo una cámara apuntaba directo hacia la cama de Alondra y otra estaba dentro del departamento de la chula, sentí como el color se me iba del cuerpo.

No me iba a dar por vencido, mucho menos iba a permitir que se metiera con lo que más amo en esta vida, este pendejo me las pagaría.

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