28
• Viernes 1 Enero 2016
Ubicación: Rancho Ovidio Guzmán, La Tuna, Badiraguato, Sinaloa, México.
Alessandra POV:
9:00 AM
Tome un sorbo de café y mire el paisaje que presentaba la ventana delante de mi, las montañas lucían llenas de neblina y el cielo comenzaba a esclarecer, en mi mente analizaba como la celebración de año nuevo había pasado completamente desapercibida tanto para mi como para mi familia gracias a tantos días de ajetreos y desgracias que habían acontecido, pero lo importante es que ahora todos nos encontrábamos bien y a salvo.
Deja la taza sobre la barra y seguí mirando hacia afuera, podía sentir un poco de paz después de tanto tiempo, había decidido pasar la noche con Ovidio más que nada para estar pendiente de su salud, y por qué una vez juntos en la cama ambos caímos en un sueño profundo, destacando que necesitábamos un descanso después de tanto que había pasado, reaccione cuando sentí movimiento en la cocina.
- Buenos días Alessandra. - me tense al escuchar su voz a mis espaldas.
Suspiré profundamente y me giré para encararlo, al mirarlo, su aspecto me dio pena, los moretones predominaban en su rostro, lo más impactante era su ojo derecho, estaba tan hinchado que no lo podía abrir, noté también qué tenía puntos en la ceja así como en un pómulo.
Tome la taza de café y decidí ignorarlo, me dirigí a la salida de la cocina para poder regresar a la habitación con Ovidio, pero al pasar por su lado el tomo mi brazo logrando que me sobresaltara y la taza terminara hecha trizas en el suelo.
- Suéltame. - trate de soltar mi brazo de su agarre pero esto solo sirvió para que lo reafirmara.
- Necesito hablar contigo, disculparme. - su tono de superioridad no se iba ni en estas situaciones.
Algo que me hizo entender que por más daño que causará Iván nunca iba a cambiar, y no lo culpaba, tal vez su vida ha sido muy dura, pero eso no le daba el derecho de destrozar a cuanta persona se le cruzara por delante.
- ¿Piensas que con disculparte se borrará todo lo que hiciste?. - por ende saque mi brazo de su mano.
- No. - rio. - Pero es lo único que puedo hacer.
- Mira Archivaldo seré sincera, me das pena. - el se acerco a mi tratando de intimidarme, pero ya había sido suficiente. - ¿Que?. ¿Piensas que me asustaras?. - negué con mi cabeza. - Ya no, todo lo que hiciste me hizo pasar las peores semanas de mi vida, y si, me causaste un trauma de por vida, pero al ver en lo que se está convirtiendo la tuya esta carga se aligera un poco.
- No sigas Alessandra. - cerro la distancia entre los dos.
- ¿La verdad duele no?. - ahora yo reí. - Lo peor de todo es que no solo nos jodiste la vida a Ovidio y a mi, si no que también jodiste la tuya, por qué después de esto te aseguro que Carolina no permitirá que te acerques a ella y mucho menos a tu hijo, sin contar el odio profundo que ganaste de una parte de tu familia, así que, bienvenido a la realidad Archivaldo, al querer que a todos nos fuera de la mierda tu también te embarraste de ella. - seguí mi camino pero unos pasos después me detuve y lo mire de nuevo. - Y si un poco de dignidad te queda mejor sal de aquí antes de que Ovidio te vea y no nos vuelvas a molestar.
Me giré y sin mirar atrás subí las escaleras, tratando de calmar el temblor de mis manos ante tal encuentro y con una sonrisa en mi rostro al percatarme de que la Alessandra valiente de antes estaba regresando.
・・・
13:00 PM
Observaba a Centella, debía admitir que era un caballo precioso, y desde la primera vez que había entrado a estas caballerizas había quedado encantada con el.
Ovidio se encontraba revisando a sus demás animales, al observar cómo los trataba con tanto cuidado y amor, estaba segura que este hombre era el ideal para mi, seguí acariciando el lomo del caballo hasta que sentí unas manos en mi cintura.
- ¿Quiere que vayamos a darle una vuelta?. - sonreí.
- Que yo sepa no estas en condiciones de. - me gire y lo mire.
- Mija, si ya estoy más fuerte que un roble. - se separó de mi. - Lo voy a ensillar y no quiero peros. - rodé los ojos, este hombre nunca iba a dejar de ser tan terco.
Ovidio preparó al animal y lo saco de su compartimiento, lo encaminó fuera del establo y una vez ahí me ayudo a subir, segundos después el también se encontraba arriba y comenzamos el paseo.
Con una cabalgata apaciguada recorrimos las hectáreas del rancho, yo solo me dedicaba a prestar atención a lo que Ovidio me explicaba acerca de las diferentes cosechas que el había plantado para en un futuro poder salir del negocio y dedicarse a esto, mientras lo escuchaba dentro de mi nacía la ligera esperanza de que el podía deslindarse de esto fácil, pero llegaba más rápido el golpe de realidad que me hacía entender que no sería así.
Al pasar un tiempo el se detuvo, bajo del caballo y me ayudó a hacer lo mismo, amarró la rienda de Centella en un árbol y regreso a mi lado, fueron varios los minutos de silencio en los que yo observaba el cielo, el atardecer comenzaba a hacerse presente y pronto tendríamos que regresar, sentí como Ovidio tomaba mi mano logrando que lo observara.
- Que chula es usted verdad de Dios. - reí y me acerque a él rodeando su cuello con mis brazos. - Mayel está listo pa' llevarla de regreso a la ciudad en cuanto usted diga. - sonrió a medias.
- Gracias por eso. - lo mire. - Te prometo que regresaré pronto a verte...- me interrumpió.
- Mi chula de eso nada, yo iré a verla en cuanto tenga un chance de esto, mas aparte tengo que darle vueltas a mi muchachita y lo más seguro es que usted esté ahí. - asentí, suspiré antes de confesarle lo siguiente.
- Por la mañana antes de que despertaras baje por un café. - pause y el asintió indicándome que continuará. - Mientras terminaba de prepararlo, Iván se apareció en la cocina. - note como al instante su barbilla se tensó.
- ¿Le hizo algo?. ¿Se atrevió a tocarla?. Por qué si fue así le juro que ese hijo de...- lo interrumpí.
- Ovidio cálmate. - tome sus mejillas con mis manos. - Solo vino a disculparse. - reí. - Pero no se lo permití, solo le pedí que se fuera y al parecer entendió por qué visto esta que no molesto mas.
Mi novio solo me miro, note que titubeaba para hablar, finalmente suspiró.
- ¿Usted sabe que la amo un chingo verdad?. - yo solo asentí.
Ovidio se alejó de mi y buscó algo en uno de los bolsillos de su pantalón, cuando pareció encontrarlo observo el objeto que contenía entre sus dedos, que desde mi posición no alcanzaba a distinguir de que se trataba.
- Antes de que comenzara todo este desmadre, tuve la suerte de platicar largo y tendido con mi abuela Consuelo. - pausó y sonrió. - De baboso le pregunté como ella se dio cuenta de que había encontrado el que todos decían era el verdadero amor. - comenzó a reír. - Primero me dio un zape en la cabeza cantándome que como preguntaba semejantes barbaridades pero de un momento a otro se puso seria. - alzó la vista y observo el atardecer que se presentaba frente a nosotros. - Ella me dijo que bastaba con la intuición. Por unos momentos me quede callado esperando que dijera otra cosa pero me saco de pedo al ver que no planeaba hablar más. - rasco su barbilla. - Cuando estaba por preguntarle por qué me salía con esas jaladas ella me dijo que solo eso se necesitaba, que si en el corazón algo te llamaba, indicándote que esa persona era tu persona, no había marcha atrás.
Comencé a sentir un hueco en mi estómago, causado por nerviosismo que mi cuerpo comenzaba a sentir.
- Ovidio. - el solo tomó mi mano izquierda ignorando mi llamado.
- Analice sus palabras aún estado frente a ella, fue ahí que me di cuenta que nunca en mi vida había sentido algo como lo que siento por usted. Esa necesidad de saber si usted está bien, que anda haciendo, con quien está, si algo le hace falta, perra madre jamás me había apendejado tanto. - el rio. - Pero siendo sincero es un sentir que no cambiaria por nada. - sus ojos se encontraron con los míos. - Mi abuela al instante me miro mostrándome una sonrisa satisfecha y me pidió que la acompañara a su habitación. - pauso inseguro de continuar su relato, pero lo animé brindándole una sonrisa. - Llegamos ahí y ella se perdió en su closet, me senté en su cama esperándola hasta que regreso y se plantó frente a mi, sin pensarlo me dijo que veía en mis ojos esa intuición, que ella estaba segura que yo ya había encontrado mi verdadero amor, tomo mi mano y me tendió una pequeña caja, ella dijo que yo sabría cuándo sería el momento en que debía abrirla. - sus ojos comenzaron a enrojecerse y de un instante a otro las lágrimas ya bajaban por sus mejillas.
- Mi amor no entiendo a donde va todo esto pero si es difícil para ti...- me interrumpió.
- Déjeme terminar. - asentí. - Hoy por la mañana cuando desperté, me sentía invadido de sentimientos, y fue hasta que rebusqué en mis tiliches, que encontré esa cajilla y algo dentro de mi me gritaba que era el momento de abrirla, al hacerlo y observar lo que tenía adentro, confirme que quiero pasar el resto de mis días a su lado, no me importa si son muchos o pocos, solo quiero tenerla siempre junto a mi, quiero que su carita toda chula sea lo primero que vea cuando me despierte y lo último que mire al dormir. - mis ojos comenzaban a picar. - Quiero que usted sea la que me jale las orejas cada vez que la cague y quien me preste su hombro pa' llorar cuando las cosas me salgan mal. - con sus pulgares limpio de mis mejillas las lágrimas que comenzaban a caer de mis ojos. - Quiero que solo usted sea la madre de mis futuros hijos, que esperemos sean un chingo. - ambos reímos. - Y si usted me lo permite, que mi Alondrita tenga el honor de que usted sea la mamá cariñosa y responsable que la Vannesa en paz descanse nunca pudo ser.
Se alejó unos pasos y de un momento a otro se arrodilló frente a mi, dejando a la vista lo que con tanto recelo había guardado entre sus manos, logrando que mi llanto aumentara y mis manos fueran hacia mi pecho al sentir como este se desbordaba de felicidad.
- Mi chula, ¿Me haría el honor de casarse conmigo?.
・・・
• Domingo 7 de Enero 2016
Ubicación: Hospital Ángeles, Culiacán, Sinaloa, México.
Alessandra POV:
9:00 AM
Acomode el goteo del suero para que bajara con un poco de más frecuencia, una vez que el ritmo de las gotas era el indicado me retire y tome mi cuaderno para realizar unas anotaciones, al terminar me acerqué hacia la cama, con mi mano cuidadosamente acaricié la mejilla de la pequeña.
Alondra había evolucionado favorablemente estos días, la inflamación en su cabeza había disminuido considerablemente, agregando que había despertado en varias ocasiones pero por su seguridad teníamos que mantenerla bajo los efectos de la anestesia hasta que el dolor disminuyera lo suficiente para que lo soportara.
Suspiré y alejé mi mano de su rostro, tomé mis cosas y salí de la habitación cerrando la puerta con cautela, en camino a mi consultorio me encontré con Maximiliano, el me acompañó por qué quería conversar conmigo, na vez dentro de la habitación tomamos asiento en la pequeña sala que se encontraba ahí.
- Ahora si dime. - lo mire, el meditó unos segundos pero procedió a hablar.
- ¿Sabes que soy tu mejor amigo verdad? - asentí. - Y cómo tu mejor amigo me gusta ser parte de todas tus alegrías, progreso, etcétera. - volví a asentir. - ¿No hay algo que quieras contarme?. - soltó y miró mi mano izquierda.
Reí al entender a lo que se refería, medité por unos segundos el cómo plantearía la situación, pensé en inventar algo coherente pero al mismo tiempo estaba cansada de tantas mentiras en mi vida, así que decidí ser sincera con el.
- Los días pasados que tome libres fue por qué quería estar pendiente de Ovidio. - el asintió.
- Eso lo sé de sobra. ¿Por cierto cómo está?. - lo mire sorprendida cosa que el noto. - ¿Que?. - sonreí y tome su mano.
- Se encuentra mejor, afortunadamente ya se recuperó. - mire a mi amigo. - Unos momentos antes de que regresara a Culiacán el decidió que diéramos un paseo a caballo, y bueno ahí habló conmigo.
- Ok, continua. - soltó desesperado.
- Me contó que en días pasados había hablado con su abuela, quien le hizo comprender que el en realidad me amaba como no lo había hecho con nadie más. - mi amigo sonrió y afirmo mi mano entre las suyas. - Finalmente, me pidió si le podía dar el honor de ser su esposa.
- ¡No lo puedo creer!. - Maximiliano me miro confundido. - Aceptaste, ¿Cierto?.
- ¡Claro que sí!. - reí.
- No puedo creer que mi mejor amiga se va a casar, ¿En que momento creciste?. - fingió llorar, aunque rápidamente recuperó la compostura. - Estoy muy feliz por ti, lo digo enserio, porque a pesar de todo lo que rodea a Ovidio, se que el te adora y es el hombre que te hace feliz. - noté como titubeo antes de seguir hablando. - ¿Ya pensaste en como se lo dirás a tus padres?. - sus ultimas palabras me tensaron.
Debía admitir que no me había pasado esa idea por la cabeza, estaba consiente de que nuestro enlace matrimonial no se concretaría pronto, pero debía comunicárselo a mis padres lo mas rápido posible.
8:30 PM
Acaba de llegar a casa de mis padres, Ana Carolina había planeado una fiesta para celebrar el cumpleaños de mi padre, ingrese a la sala y me percaté que como invitados se encontraban varias amistades de mis padres, entre ellas el doctor Montes con su esposa Mónica, así como el matrimonio Ruvalcaba acompañados de sus hijos, entre otras personas que sinceramente no reconocía, mi mirada se encontró con la de Fernando, quien al verme me brindó una sonrisa y se acercó hacia mi.
- Buenas noches señorita. - reí.
- Buenas noches Fer. - atine a saludarlo con un beso en la mejilla. - ¿Cómo te encuentras?.
- Todo perfecto, ¿Tu qué tal?. - mencionó como cautela. - ¿Mejor?. - asentí.
- Claro, creo que con el paso de los días el trauma ha ido disminuyendo y comienzo vivir de nuevo. - el acarició mi mejilla.
- Me alegra mucho escuchar eso. - de nuevo me brindó una sonrisa. - En vista de el poco éxito obtenido. - soltó refiriéndose a que como siempre éramos los únicos fuera de las conversaciones de los mayores. - ¿Aceptarías ser mi acompañante esta noche?. - me tendió su brazo.
Sin demora lo tome, con lo poco que conocía a Fernando sabía que sería la compañía perfecta para no aburrirme en esta velada.
- Será todo un placer. - tome su brazo y ambos nos encaminamos hacia el jardín con el objetivo de ponernos al día.
・・・
• Lunes 8 de Enero 2016
3:00 AM
La celebración en honor a mi padre se alargó más de lo debido, la mayoría de los presentes se encontraba en el medio de el jardín disfrutando de el conjunto que no entendí en qué momento había comenzado a tocar.
El sonido de las cumbias comenzaba a taladrar en mi oídos dejándome claro que necesitaba ir a descansar pronto, pero la platica amena que habíamos entablado con Fernando desde hace un par de hora me detenía, era la primera vez que me sentía tan relajada desde hace tiempo.
- Ok, ok pero ahora lo importante. - el me miro seriamente con esos orbes aqua que brillaban con la luz de la luna. - ¿Pizza con piña o sin ella?.
- Esa pregunta me ofende. - lleve una de mis manos cerca de mi corazón logrando que el carcajeara. - Sin piña obviamente.
- Linda por Dios, la pizza sin piña es para los débiles, enserio te pierdes de un manjar. - ambos reímos.
Estaba por responderle pero el timbre de uno de los aparatos que el tenía sobre la mesa nos interrumpió.
El lo tomo y lo observo con detenimiento, pero al instante lo dejo de lado y me miro de nuevo.
- Sigues tú. - tomó una trago de su bebida.
Seguimos con las preguntas sin sentido que nos tenían muertos de la risa, en este lapso el aparato seguía sonando pero el optaba por ignorarlo.
- ¿Estás seguro que no tienes que atender?. - cuestione.
- No, si llegara a ser algo urgente en seguida alguno de mis escoltas se acer...- se vio interrumpido.
- Señor secretario. - el chico que portaba un traje impecable le tendió un teléfono. - El presidente Enrique necesita hablar con usted.
Fernando me miro apenado.
- Tranquilo, atiende eso, no me iré de aquí. - el solo se puso de pie y tomó el celular.
- Quédate con ella. - indicó a su escolta antes de desaparecer.
El chico solo se giró dándome la espalda, pero en ningún momento dejó su posición, lo que logró alterar mis nervios.
Después de unos minutos que parecieron horas Fernando regreso hacia donde me encontraba, podía notar como su rostro estaba tenso.
- ¿Todo bien?. - cuestione poniéndome de pie.
- Tengo que irme preciosa. ¿Puedes hacerme un favor?. - solo asentí. - Avisa a mis padres que me llamaron del estado mayor, ellos entenderán. - se acercó a mi y dejó un beso en mi frente. - Gómez, vámonos.
Su escolta al instante obedeció y comenzó a caminar tras de el, su actitud me dejó desconcertada.
Regrese mi vista hacia donde se encontraba la multitud bailando, sería un desafío encontrar a sus padres.
Tome mi celular decidida a comenzar con mi encomienda pero junto a este se encontraban los aparatos de Fernando, al observarlos me percaté que era una especie de beeper acompañado de un radio.
Lleve estos conmigo, total podría entregarlos a sus padres.
Cuando estaba a medio camino el radio comenzó a sonar, estaban teniendo una conversación militar al parecer, no fue de mi interés hasta que escuche la voz de Fernando por el parlante.
- " Todos los convoyes enterados, quiero que se distribuyan de acuerdo a lo acordado." - el sonido se corto por un lapso de tiempo. - " Territorio A y B cubierto, atentos a entradas y salidas, así como ductos y puentes. No quiero un solo rincón Culiacán sin vigilar."
Al parecer esto iba a estar en grande, lo que comenzó a causar tensión en mi cuerpo, sabía lo que podían causar estos operativos, y solo esperaba que Ovidio se encontrara lejos de aquí.
Mi cerebro comenzó a trabajar al mil por hora, todos los escenarios posibles se aparecieron en mi mente, y si, traté de disiparlos pero las siguientes palabras de Fernando solo consiguieron que mis nervios se alteraran incontroladamente.
- "Vamos a comenzar soldados, y si todo sale bien, mañana podremos decir que hemos librado a las calles del Chapo Guzmán..."
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