26

• 24 de Diciembre 2015

Ubicación: Hospital Angeles, Culiacán, Sinaloa, México.


Alessandra POV:


9:00 am 


Me encontraba en mi consultorio, tome el puente de mi nariz tratando de calmar el dolor de cabeza que me aquejaba, desde el momento en que me enteré de la situación de Alondra no me había despegado del hospital, rasque mi mejilla con pesar al escuchar dos toques en la puerta, no había logrado tener ni un rato de tranquilidad.

- Adelante. - tome los papeles del diagnóstico de la niña y los guarde en la carpeta correspondiente.

Max ingreso al lugar y cerro la puerta tras de el.

- ¿Como lo llevas?. - tomo asiento frente a mi.

- Creo que bien, ¿Tú?. - pause. - No esperaba verte tan pronto por aquí.

- Lo mismo puedo decir, pero creo que ambos decidimos hacer de esto nuestra terapia. - el chico sonrió a medias. - Me enteré del caso de la pequeña, ¿Acaso no es la misma que atendimos por una moneda?. - me limite a asentir. - Quien lo diría.

- Se debate entre la vida y la muerte, pudieron sacar la bala de su cerebro pero la inflamación no cede - note como el analizaba mi rostro.

- ¿Por que insististe en hacerte cargo de ella?. - su ojos se encontraron con los míos.

- Creo que es momento de ser sincera contigo.

- Soy todo oídos. - el rubio se recargo en el respaldo de la silla con la intención de ponerse mas cómodo. 

Suspiré antes de comenzar a contarle la historia, debía arriesgarme y hablar lo sucedido con el si quería seguir manteniendo su amistad.


・・・ 



Ubicación: Salón de Usos Múltiples, Hospital Angeles, Culiacán, Sinaloa, México.


11:50 pm 


Observe a mis padres a lo lejos, ambos bailaban animados, la cena de navidad del hospital iba como viento en popa, siendo sincera lo que menos me apetecía era venir pero no podía faltar.

Mire mis manos que descansaban en mis muslos entreteniéndome con la tela del vestido que mamá me hizo favor de elegir ya que ni siquiera tenía cabeza para eso, me puse de pie con dirección a la salida del salón, necesitaba aire fresco.

Fuera del lugar solo camine un par de pasos hasta tomar asiento en una de las bancas que adornaba la explanada del hospital, todo se sentía tan tranquilo, como si la vida no estuviera llena de preocupaciones, tanta paz logró que los recuerdos de mi cautiverio regresaran a mi mente.

Sabía que sería difícil superar todo, más si no lo hablaba con alguien pronto, pero es que estaba apenada, me sentía avergonzada por algo que ni siquiera era mi culpa, las lágrimas comenzaban a llenar mis ojos, respiré un par de veces tratando de calmarlas, pero una mano en mi hombro lo hizo imposible, no quise mirar quien era simplemente me tensé.

- Mi chula, ¿Esta usted bien?. - al escuchar su voz me relaje y con disimulo limpie mis mejillas.

- Si, todo bien. - el tomo asiento a mi lado. - ¿Qué haces aquí?. Alguien te puede ver. - solté.

- Tranquila, los muchachos se asegurarán de que no sea así. - tomo mi mano. - Solo quería ver lo preciosa que se mira esta noche. - sonreí levemente ante sus palabras. - Pero a mi nadie me quita de la cabeza que algo le pasa, ¿No me quiere contar?.

Sabía que la situación por la que Ovidio pasaba era difícil, su hija seguía entre la vida y la muerte, contarle lo sucedido simplemente le traería más problemas.

- No es nada de lo que debas preocuparte, solo cosas del hospital, ya sabes. - por fin lo mire.

Lucia tan cansado, yo era testigo de cómo se despegaba lo menos posible de la niña, entre eso y sus ocupaciones estaba consiente de que no dormía lo suficiente.

- Ovidio, ¿Qué te dije sobre descansar?. - tome su mejilla y deje pequeñas caricias sobre esta.

- Usted no se preocupe por eso, yo estoy al cien y lo sabe. - trató de sonreír, pero de hace días notaba como algunos de sus gestos eran forzados.

- Veo que no soy la única que carga con algo. - me puse de pie ignorando el tono de reclamo que había utilizado.

-  A ver mi vida, no me venga con escenas ahorita que lo único que necesito es que no me deje abajo. - trague en seco, el juego de comprenderlo a él mientras yo me desmoronaba por dentro comenzaba a cobrarme factura pero bien dicen que uno hace todo por amor.

- Discúlpame no quise que lo tomaras a mal. - el se acercó y me envolvió entre sus brazos, acto que al instante correspondí.

- Le prometo que en cuanto mi niña está bien los tres nos vamos a ir a la chingada de aquí y vamos a dejar todo este cagazon. - por un momento creí en sus palabras, pero al instante recordé que salir de su mundo no era fácil.

De un momento a otro se escucharon los gritos dentro del salón, supuse que el reloj ya marcaba la media noche, de un momento a otro Ovidio tomo mis mejillas con sus manos y me hizo mirarlo.

- Quiero que sepa que a pesar de lo que está pasando y también de lo que pueda llegar a suceder, escúcheme bien. - pausó. - Nunca dude de lo que yo siento por usted, por qué cualquier persona podrá decir misa, pero si es cierto todo eso, de que existe el amor de nuestra vida, permítame confirmarle que ustedes es el de la mía. - por instinto sonreí mientras el acortó la distancia entre nosotros y comenzó a rozar su nariz con la mía. - Feliz navidad mi chula.

- Feliz navidad Ovidio. - lo abrace por su cuello. - Te amo.

- Yo también la amo, y como no tiene idea.

Sin necesidad de más palabras, junto sus labios con los míos, dejándome saber y comprobar que sus palabras eran ciertas, y sus sentimientos por mi nunca iban cambiar.

 2:30 am 

La velada estaba concluyendo con éxito, aún quedaban varios invitados pero la mayoría eran personas mayores, Leonardo y Maximiliano se habían restirado hace un rato, dejándome completamente sola debido a que mis padres se encontraban platicando animadamente en la mesa que correspondía al doctor Montes.

Tome como opción entretenerme con mi celular, divagando en mis redes sociales y contestando algunos mensajes de uno que otro contacto que me deseaba una feliz navidad, estaba tan adentrada en ello que no me di cuenta cuando alguien tomó asiento a mi lado.

- ¿Demasiado interesantes los memes?. - me sobresalte en mi asiento antes de mirarlo.

- Otro de esos y me matas de un infarto. - ambos reímos. - No te vi antes, ¿Acabas de llegar?.

- Algo así, vine temprano, dejé a mis padres, saludé a unas cuantas amistades pero tuve que regresar a la cena de mi trabajo y apenas me voy desocupando. - asentí. - Tal vez sea tonto preguntarte esto pero, ¿Cómo lo llevas?. - suspiré al escucharlo.

- Que te puedo decir aún es muy reciente, trato de seguir adelante sin pensar en ello pero, esta resultando bastante difícil. - tomo mi mano y le dio un pequeño apretón.

- Es lo normal, no quiero que lo tomes a mal. - pausó. - Se que es difícil el desahogarte con los que te rodean, así que puedo recomendarte a un psicólogo de mi entera confianza, es un compañero mío y... - lo interrumpí.

- Muchas gracias pero creo que necesito procesar y aceptar todo primero antes de poder hablar, créeme cuando te digo que sigo en un shock total. - el asintió.

- Entiendo, todo lleva su tiempo, pero mi oferta seguirá en pie cuando estés lista, e incluso puedes contar conmigo para escucharte si así lo deseas. - le brinde una sonrisa.

- Gracias por preocuparte por mi.

- No es nada Anaya. - el se puso de pie y yo imite su acción. - Bueno creo que es momento de buscar a mis padres por qué ya pasó su hora de dormir. - reí y golpe su hombro recibiendo una carcajada de su parte.

- Antes de que te vayas. - titube sobre lo que quería decir. - Quiero agradecerte...- me interrumpió.

- ¿Otra vez?. - rio. - Van tres agradecimientos en este lapso, y si, los estoy contando. - logró arrancarme una carcajada.

- Ya déjame hablar. - el asintió. - Quiero agradecerte por rescatarnos a mis compañeros y a mi, más aparte mis padres me comentaron que en cuanto te enteraste de lo que sucedía pusiste todo tu empeño en encontrarme, no se como te voy a pagar eso.

- Lo repito, no tienes que agradecerme nada, es parte de mi trabajo. - el sonrió. - Además no todo es mi responsabilidad, la llamada anónima que recibimos en las oficinas nos ayudó demasiado.

Al instante pensé en Mayel, tendría que agradecerle a él después.

- De verdad me sorprendió saber que eres el secretario de seguridad del país y soy prueba viviente de qué haces tú trabajo excelente. - el ojiazul rio por lo bajo.

- No me des flores Ale no es necesario, pero ahora si te dejo, mis padres deben estar buscándome. - de un momento a otro se acercó a mi y dejó un beso en mi mejilla para después abrazarme. - Me alegra demasiado que estés bien, feliz navidad señorita Alessandra Ochoa. - sonreí y correspondí su abrazo.

- Feliz navidad señor secretario Fernando Ruvalcaba.

El carcajeó en mi hombro, y por un momento me sentí feliz ya que al final de cuentas mi velada no terminaría tan mal como lo pensaba.


・・・


• 28 de Diciembre 2015
Ubicación: Departamento Alessandra, Condominio Laurel, Culiacán, Sinaloa, México.


Alessandra POV:


7:00 am


Tome el último trago de café que había en mi taza, me acerqué al fregador para lavarla con rapidez y dejarla reposando en el escurridor, necesitaba salir directo al hospital, Alondra seguía sin despertar pero habíamos detectado mayor actividad cerebral, y eso ya era un gran avance.

Una vez terminada mi tarea fui directo hacia el comedor a tomar mi bolso, lo puse sobre mi hombro mientras caminaba hacia la salida, abrí la puerta topándome con una sorpresa nada agradable, el me mostro una sonrisa y dio un paso hacia mi, retrocedí al instante.

- ¿Qué haces aquí?. - seguí retrocediendo al ver como entraba y cerraba la puerta tras de el.

- ¿Cómo esta chula?. - noté el tono de burla cuando menciono la ultima palabra.

- Por favor vete. - pedí.

- ¿Qué le pasa?. - se acercó, trate de retroceder pero mi cuerpo choco con el comedor, dejándome aprisionada entre este y su cuerpo. - Ahora resulta que me tiene miedo. - trato de tomar mi mejilla con su mano.

- No me toques. - corrí mi cara por instinto.

- ¡Epá!. - con fuerza tomo mi rostro por ambas mejillas, el miedo comenzaba a invadirme. - ¿Dónde quedo la Alessandra altanera que yo conocí?.

- Ya fue suficiente, no se que te ganas con esto. - puse mis manos sobre sus hombros tratando de empujarlo lejos de mi, pero solo logre que su anatomía se pegara mas a mi, los recuerdos del cautiverio regresaron a mi, provocando que mis ojos se rozaran y las lagrimas comenzaran a salir de mis ojos, otra vez pasaría. - No lo hagas de nuevo, por favor. - suplique en un hilo de voz al sentir como metía su mano bajo mi playera.

- Shhh, ya sabe. - me miró a los ojos. - O guarda silencio o le va peor. - sin esperar me tomo fuerte del brazo y comenzó a caminar hacía mi habitación, de esta no me libraría.

11:30 am 

Llegue al área de descanso del hospital, con la intención de dejar mis pertenencias en el cubículo que me pertenecía, mientras las guardaba mi mente comenzó a divagar hacía lo sucedido hace un par de horas.

Apreté mis parpados con fuerza tratando de borrar las imágenes pero era imposible, con coraje golpe la puerta de mi locker logrando que mis nudillos se rasparan, no me importo el daño que causaba en mi mano, y seguí haciéndolo repetidas veces hasta que alguien tomo mis antebrazos y me detuvo.

- Ale, tranquilízate. - comencé a removerme entre sus manos con el afán de soltarme pero me lo impidió al abrazarme, seguí removiéndome insistente pero de apoco me rendí cuando los sollozos comenzaron a brotar cual fuente de mi. - Tranquila, estoy aquí.

Me aferre a su torso al sentir como Leonardo acariciaba mi cabello con su mano la presión y el dolor sufridos en los últimos días habían hecho efecto, no soporte mas y me tiré a llorar cual niña pequeña sobre su pecho, sabía que el llorar no borraría todo el daño psicológico que estaba sufriendo, pero era lo único que podía hacer para librar algo de tensión antes de terminar colapsando.


1:00 pm 

Después de un rato tratando de controlarme, y de sortear a un par de compañeros para que no notaran el daño en mi mano, me encontraba en la sala de curación con Leonardo, quien se encargaba de limpiar mis heridas.

- Necesitaras un par de puntos en este extremo de la mano, lo suturare yo, ¿De acuerdo? - me sorprendió escucharlo, ya que solo se había dedicado a consolarme y calmar mi llanto, me limite a asentir.

Limpio la sangre y se alejo para tomar lo que necesitaría al suturar, observe la herida, a pesar de que no sentía daño en los nudillos esta si era pronunciada, Leonardo regreso con lo necesario y comenzó su trabajo.

- Gracias por hacer esto. - solté y el me miro.

-¿Qué sucedió para que te pusieras así? - cuestiono regresando su vista a mi mano.

- Es solo lo del secuestro, ya sabes. - el negó.

- Ale entiendo que fue algo traumático, que todos procesamos las cosas de forma diferente, pero también se que eres fuerte y no colapsarías así solo por ello. - pausó. - Sabes que puedes confiar en mi.

Por un momento lo dude, no quería que alguien mas cargará con esto, pero al mismo tiempo sentía que no podía ocultarlo más.

- No se por donde empezar. - titube y el suspiró.

- Tampoco quiero presionarte, si no te sientes...- lo interrumpí.

- En el cautiverio abusaron de mi. - solté sin mas sintiendo como un nudo se formaba en mi garganta, sus ojos se encontraron con los míos, comenzó a negar con su cabeza. - Si Leo, me violaron. - la lagrimas llegaron de nuevo a mis ojos.

Dejo mi mano sobre mi regazo y con cautela me abrazo, al corresponder su acto pude sentir como el comenzaba a sollozar, me aleje levemente y con mi mano sana tome su barbilla.

- Perdóname. - soltó mirándome con pena. - Ya lo sospechaba, debí protegerte.

- Leonardo, tu no eres el responsable de nada.

- ¡Claro que si!. Debí no separarme de ti. - con coraje quito las lagrimas de sus mejillas.

- Sabes que era imposible, teníamos que obedecer en todo.

El rubio solo me miro de nuevo y acarició mi mejilla.

- ¿Identificaste al responsable?. - me limite a asentir. - ¿Quién?

- No puedo decir nada o el seguirá haciéndolo. - me arrepentí al descuidar mis palabras.

- ¿Cómo que seguirá haciéndolo?. - retrocedió.

- Leonardo olvidemos el te...- me interrumpió.

- ¡No me pidas eso Ale!. - exclamo. - ¿Sigue abusando de ti?.

- Si.- respondí en un hilo de voz y baje de la camilla. - No quiero ponerte en peligro aun mas, por favor no digas nada.

- Respóndeme una ultima cosa y seguiré con tu curación. - suspire antes de que continuara. - Haciendo memoria, el responsable de todo eso fue el famoso Iván. - pauso, pude notar como se debatía al hablar. - ¿Es el quién abusa de ti?. - mis nervios aumentaron.

- Si. - conteste a secas.

- Puta madre. - paso sus manos por su rostro exasperado. - ¿Ovidio lo sabe?. - negué. - Es necesario que se lo digas Alessandra, alguien tiene que poner a ese cabrón en su lugar. - Leonardo estaba demasiado enojado, su lenguaje me lo daba a saber.

- No puedo, no ahora, el tiene suficiente con lo que esta pasando con Alondra.

- Sabes que el te adora Anaya, y será peor si no lo sabe ya. - sabía que Leonardo tenía razón pero no podía llenar de mas problemas a Ovidio.

Estaba dispuesta a responderle pero la puerta se abrió estrepitosamente dejándonos ver a un Maximiliano agitado.

- ¡Gracias al cielo están aquí!. - se adentro al cuarto. - Los he buscado por todo el hospital.

- Tranquilízate Max. - Leonardo se posiciono frente a mi cubriendo mi mano, cosa que agradecí.

- Necesito que vengan conmigo ahora mismo. - con trabajo entendíamos lo que decía gracias a lo rápido que hablaba.

- Primero relájate. - mi amigo inhalo y exhalo calmando su respiración. - Ahora si, ¿Qué sucede?.

- Los necesitan en el ala Este. - pauso. - Alondra despertó. 


・・・


• 29 de Diciembre 2015
Ubicación: Hospital Angeles, Culiacán, Sinaloa, México.


Ovidio POV:


7:35 pm


Me baje en chinga de la camioneta sin esperar a que mi chofer se detuviera, en cuanto recibí el pitazo de que mi niña había despertado deje todo en manos de Mayel y me vine en corto al hospital, no pude estar junto a ella cuando reacciono pero no me separaría de su lado hasta que estuviera mejor.

Accedí al elevador del sótano presionando los botones, necesitaba llegar pronto al piso donde estaba Alondrita, un par de minutos después el aparato se detuvo, las puertas de metal se abrieron y al instante salí de ahí.

Varias de las enfermeras que me topaba en el camino se detenían al verme, otros me volteaban la cara pero por mi que chingaran a su madre, no tenía tiempo de lidiar con jetas, llegue a la habitación, traté de abrir la puerta pero estaba atrancada, moví varias veces la manija pero no logré destrabarla.

- Puta madre. - caminé hacia la ventana del cuarto pero las cortinas se encontraban cerradas.

- ¿Señor Guzmán?. - me giré encontrándome con una joven.

- ¿Qué ocupas?. - solté exasperado al no poder ver a mi hija.

- Necesito me acompañe. - la mire. - Debe colocarse ropa quirúrgica para poder entrar a ver a la niña.

Sin chistar la seguí, caminamos unos pasos antes de entrar a un pequeño cambiador, la mujer me ayudo a colocarme la que fungía como bata abrochándola por detrás, al igual me ayudo con los guantes y la cofia, de lo único que me encargué fue de colocarme un cubrebocas.

Ella me acompañó de regreso al cuarto de mi niña, dejó tres toques en la puerta y habló.

- Espere aquí, en un momento le darán el acceso, permiso.

Sin dame oportunidad de agradecerle desapareció por el pasillo, espere por unos minutos que sinceramente me parecieron eternidades hasta que la puerta frente a mi se abrió.

No pregunté nada solo pase y fui directo hacia donde tenían a mi bebé, debía ser sincero, ver a mi chiquilla con tanta mamada conectada a su piel me calaba en el corazón, pero tenía que ser fuerte por ella, me hinqué a un costado de la cama y tome su manita dejando un beso sobre esta con cautela.

- Mi reina preciosa. - el nudo apareció en mi garganta, sentí las lágrimas sobre mis mejillas pero me valió, limpie mi cara con frustración y mire al médico que estaba tras de mi - ¿Por que no se mueve?. - cuestione. - ¿Qué no había despertado ya?.

- Así es Ovidio pero...- cuando reconocí su voz lo interrumpí.

- Para ti señor Guzmán pendejo, aunque te cueste. - me puse de pie soltando la mano de mi hija y me acerqué a él.

- No creo que sea el momento para demostrar altanería. - rodé los ojos, el cabrón tenía razón.

- ¿Tonces' me vas a decir qué pasa con mi niña o que?.

- Alondra despertó hace un par de horas, analizamos todos sus signos vitales mientras estaba consciente, pero una vez los efectos de los sedantes pasaron por completo ella comenzó a llorar, y es comprensible después de la craniectomía descompresiva que practicaron en su cabeza. - sobe mi sien, debí estar aquí para ella.

- ¿Traerá complicaciones?. - negó.

- Como te explicaron, era la única manera de lograr liberar un poco la presión que se aislaba en su cerebro. - suspiró. - Lo repito, estuvimos analizando su respuesta recibiendo un par de asentimientos de cabeza de su parte, aunque divago un poco es comprensible al ser tan pequeña y tener tanto medicamento en su organismo.

- ¿Cuándo volverá a despertar?. - rasque mi barbilla.

- El efecto de los últimos sedantes administrados durara de entre doce a veinticuatro horas, sabemos que la bala recorrió el hemisferio izquierdo, por lo que el neurocirujano que lleva su caso se encargara de monitorear durante ese tiempo la actividad del mismo con la esperanza de que sus funciones de razonamiento y lenguaje logren salir libradas de esto, y de no ser así, al instante haremos lo posible por atacar el problema.

Mire de nuevo a mi morrita, sabia que primero dios y la virgencita iba a salir bien de esta.

- Gracias por la información vato, y perdón por lo de un principio.

- No agradezcas, para eso estamos aquí. - pauso. - Ahora necesito que me acompañes a mi consultorio a firmar un par de papeles sobre la estadía de Alondra.

Asentí, eche una ultima mirada a la niña y ambos salimos de ahí.

Cuando comenzamos a caminar por el pasillo estaba dispuesto a quitarme el tilichero con el que me habían hecho entrar pero el doctor mamon me detuvo.

- Será mejor que esperes. - miro a ambos lados. - Así podremos recorrer el hospital con mas cautela. - si no estaba tan pendejo güero.

Bajamos un par de escaleras hasta lograr salir a la explanada del hospital, caminamos unos metros mas e ingresamos a otra de las torres que componían el centro medico. El Leo saludo a un par de doctores mientras yo me quedaba a sus espaldas tratando de no llamar la atención, aunque me sentí mas seguro al ver como un par de mis hombres le hacían al pendejo sentados en la sala de espera.

Leonardo abrió una puerta y me permitió ingresar primero, siguió mi paso y cerro la puerta a sus espalda asegurándola con pestillo.

- Quítate los quirúrgicos y deja todo ahí. - me señalo un cesto que se encontraba en la esquina de la habitación, me despoje de todo y lo avente donde me dijo.

- Ahora si, ¿Qué debo firmar?. - le miré.

- Toma asiento. - recorrí la silla frente a su escritorio y me senté. - Discúlpame pero el fin del que estés aquí no es eso.

- Que la chingada, mijo, yo no puedo perder el tiempo, si estoy aquí es por mi hija y necesito moverme constantemente, así que si me permites. - me iba a poner de pie pero hablo.

- Si te pedí que vinieras aquí es para hablar de Alessandra.

- ¿Qué le pasa a la chula?. ¿Por cierto donde esta?. - me sentí un pendejo al preguntar esto ultimo.

- Tuvo que retirarse por que sufrió una lesión en la mano. - me saque de pedo al escucharlo.

- ¿Por que chingados nadie me aviso?. - el güero suspiro.

- Mira Ovidio, ella esta pasando por algo muy difícil. - pauso. - No te ha querido mencionar nada por que no quiere llenarte de mas preocupaciones, pero yo no puedo permitir que esta situación continúe.

- Suéltalo cabrón. - mire fijamente al Leo.

- Tres días antes de noche buena, Max, Ale y yo veníamos de regreso al hospital después de hacer unas compras. - tomo el puente de su nariz. - De un momento a otro varias camionetas nos cerraron el camino. - mi mandíbula se tenso al escuchar eso. - Max y yo bajamos dejándola oculta en los asientos traseros de mi camioneta, pero al momento que escucho como nos comenzaban a golpear, Ale bajo del vehículo, esos hombres iban por ella.

Me pare como resorte de mi asiento, quite la gorra y jale levemente mi cabello para después regresarla a mi cabeza, había estado tan absorto en mis mamadas que la deje desprotegida, aunque el pendejo de Mayel también me tenía que rendir cuentas.

- ¿Se los llevaron?. - el asintió. - Chingada madre. - lance la silla logrando que esta azotara en el piso provocando un estruendo.

- Por favor tranquilízate. - me pidió.

- ¿Cómo verga quieres que me tranquilice?. - lo señale. - Casi se los chingan y tu me pides que me calme, estas mal mijo.

- Si no guardas la calma me veré obligado a no comentarte nada mas. - respire varias veces antes de indicarle que continuara. - Duramos un par de días encerrados, hasta que como por arte de magia las fuerzas armadas nos rescataron. - un peso salió de mi al saber eso, algo que el noto. - Yo también descanse al ser liberado, pero hoy mi conciencia volvió a pesar al enterarme que violaron a Alessandra a su viva voz.

- ¿Me quieres chingar verdad?. - camine hacia el y lo tome de las solapas de su bata logrando ponerlo de pie.

- Ojala fuera así pero solo estoy siendo sincero contigo. - con sus manos tomo mi agarre y logro que lo soltara, mis ojos comenzaban a picar. - Ella fue dañada por la persona que nos privo de la libertad. - acomodo su camisa. - Eso no es lo peor de todo, ese cabrón la atosiga en su casa y sigue abusando de ella. - enterré mis uñas en mis palmas gracias a la fuerza con la que oprimí mis puños para controlar mi rabia.

- ¿Vieron al hijo de puta que se los llevo?. - el solo asintió. - ¿Quién es?. - pude notar como titubeo antes de contestarme y lanzarme como balde de agua fría su respuesta.

- Fue Iván, tu hermano es quien esta violentando a Alessandra. - esas simples palabras bastaron para que saliera echo la mocha de ese cuarto.

Sin importarme que me reconocieran fui por mis hombres a la sala de espera y me los jale a las camionetas, desde ese momento deje de ser consiente de mis actos.

Ese cabrón podía meterse conmigo todo lo que quisiera, pero que le arruinara la vida a mi chula de esa manera iba a pagarlo muy caro, se había metido con el diablo.

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