25 [Pt. 1]

• 21 de Diciembre 2015
Ubicación: Culiacán, Sinaloa, Mexico.

Alessandra POV:

9:30 AM 


Retire los guantes de mis manos, di una última indicación a mi asistente y salí del quirófano, afortunadamente Maximiliano se iba a encargar de la evaluación de el recién nacido, así salía más tranquila.

Me quite el equipo quirúrgico, lave mis manos de nuevo, coloqué mi bata encima y salí corriendo hacia terapia intensiva tenía que revisar a un paciente, pero el parto que llegó a urgencias acaparó mi atención, al llegar a cuidados intensivos me topé con Leonardo, que al verme agitada detuvo mi andar.

- Tranquila, el doctor Montes me aviso la situación y me asignó la revisión, el paciente está totalmente controlado, solo si me permites te recomiendo administrar Oxibutina de cinco miligramos combinada con Imipramina de veinticinco para tratar la...- lo interrumpí.

- Vejiga hiperrefléxica. - el sonrió. - Olvide eso lo siento, no se donde tengo la cabeza.

- Tranquila a cualquiera le pasa, te dejo.

Leonardo pasó por mi lado, desde hace semanas nuestra interacción se limitaba a tratar cosas de pacientes o intercambiar ideas en las mentorías que me daba por la residencia, eso me dolía, el era una persona especial para mi, no entendía porque había aceptado alejarme así.

- ¡Leonardo!. - grite.

El se detuvo y se giró para mirarme, me acerque trotando levemente a el, una vez frente a frente me detuve.

- ¿Necesitas algo?. - cuestionó extrañado.

- ¿Ya tienes vestimenta para la cena de navidad?. - que pregunta tan estúpida Alessandra pensé.

- Creo que no. - el rio. - ¿Por qué lo preguntas?.

- Maximiliano y yo planeamos ir a Plaza Ventura a ver si encontrábamos algo, ¿Te gustaría acompañarnos?. - lo mire, el me sonrió levemente.

- No hay problema con..- lo interrumpí.

- Olvídate de eso, ¿Qué dices?.

- Claro que los acompaño, salgo a las doce, si gustan los alcanzó ahí. - mencionó.

- No te preocupes por ello, nosotros salimos a la misma hora, nos vamos juntos de aquí.

- Perfecto, los veo en la salida B. - sonrió, yo asentí y el sin más se retiró, esperaba que fuera una buena salida.





2:30 PM


- No entiendo porque ustedes las mujeres se complican tanto.

Le di un golpe a Maximiliano en el hombro, habíamos tardado demasiado haciendo las compras gracias a que no encontraba algo que me agradara al final opte por un vestido cualquiera.

- No debiste decir eso amigo. - Leonardo palmeo su hombro y yo reí ante sus palabras.

Seguimos platicando de cosas sin importancia mientras tomábamos rumbo al estacionamiento, Leonardo nos había hecho favor de traernos a Max y a mi, ahora nos llevaría de regreso al hospital para poder recoger nuestros vehículos.

Cuando ingresamos al subterráneo al instante mi mirada reparo en Mayel, que estaba acompañado de varios hombres mas, cosa que no era normal, debía hablar con el.

- Ahora los alcanzo.

- ¿A donde diablos vas Anaya?. - soltó Maximiliano.

- Necesito revisar algo de...- fui interrumpida por Leonardo.

- Has lo tuyo, vamos. - tomo a Max de el hombro y se lo llevo a la fuerza.

Camine con paso rápido hacia Mayel, me plante frente a el, cuando iba a hablar me robo la palabra.

- Debe venir ya con nosotros. - tomo mi brazo.

- ¿Qué esta pasando?. - le cuestione mientras salía de su agarre.

- Señorita por favor venga conmigo.

- Mira Mayel, estoy harta de ser la única estúpida que no tiene idea de que diablos esta sucediendo, te pido de favor que me expliques que es lo que pasa o esta ves pasare de ti. - sus ojos se encontraron con los míos, no dijo ni una sola palabra. - Perfecto.

Di media vuelta y camine en dirección al vehículo donde me esperaban mis amigos, sin preámbulos abrí la puerta e ingrese a este cerrándola tras de mi.

- Vayámonos. - pedí.

Leonardo solo asintió, encendió su camioneta y comenzó a conducir hacia la salida, di un leve masaje en mis sienes, odiaba esta situación, detestaba sentirme así y desde hace varios días era la mismo.


 2:45 PM 



Maximiliano y Leonardo habían logrado que liberara mi mente con sus chistes malos, nos encontrábamos a un par de calles del Hospital, desvíe mi vista de el camino y comencé a buscar las llaves de mi auto dentro de mi bolso, aunque deje de hacerlo al sentir como Leonardo freno bruscamente.

- Alessandra agáchate. - soltó Maximiliano, iba a responderle pero Leonardo tomó la palabra.

- No preguntes nada y solo hazlo - obedecí a sus palabras y me deslicé en el hueco que había entre mi asiento y el de copiloto.

- ¡Órale cabrones bájense!. - me tense al escuchar como mis amigos abrían las puertas y salían del auto.

- ¿Dónde está la vieja del Ovidio?. - cuestionó alguien.

- No se de quien me estás hablando. - respondió Maximiliano.

- No te quieras hacer el vivo güero que te carga la chingada.

- Te juro que no se de quien me hablas. - escuche un golpe.

- No hay necesidad de eso, no mentimos cuando decimos que no sabemos a quien buscan. - pude escuchar otro golpe.

- Ya se los cargo la chingada plebes, ¡Órale súbanlos a las camionetas!. - no podía permitir que se los llevaran.

Sin demora me levante de donde estaba, abrí la puerta de la camioneta y salí.

- ¡A quien quieren es a mi!. - grite, hasta ahí me di cuenta que varias camionetas le habían cerrado el paso a Leonardo. - Yo soy la pareja de Ovidio.

- Con que tu eres la huerca. - varios hombres encapuchados regresaron hacia mi.

- Si, ellos no tienen nada que ver, déjenlos tranquilos y yo iré con ustedes.

- ¡Alessandra no hagas esto!. - gritó Leonardo, mire en su dirección y note como el rostro de ambos estaba cubierto por una tela negra.

- No mija, aquí las condiciones las ponemos nosotros así que órale.

Uno de los hombres me tomó de el brazo, sin demora puso una capucha negra sobre mi cabeza, comenzó a jalonearme, y sinceramente no me iba a resistir, no planeaba poner en peligro las vidas de Leonardo y Maximiliano.

El mismo hombre me cargo y sentí como me lanzo dentro de lo que supuse era la cajuela de una de las camionetas, se escuchó como cerraron varias puertas y comenzamos a avanzar.

- ¡Pero que contento se va a poner el patrón cuando vea lo que le llevamos!. ¡Jálate Pancho!.

Y eso fue lo último que escuché antes de recibir un golpe en la nuca con el que me desvanecí por completo.


 7:30 PM 


La cabeza me taladraba, no deseaba abrir los ojos, aunque a pesar de que lo hiciera sabía que mi vista estaba bloqueada ya que una ligera tela cubría mis parpados, sentía el frio concreto bajo mi espalda, trate de incorporarme pero el cuerpo me dolía, un quejido escapo de entre mis labios.

- ¿Alessandra?. - escuche un susurro.

- ¿Eres tu Max?. - mencione de la misma forma.

- Si, ¿Qué diablos esta pasando?. - cuestiono.

- No lo se, yo estoy igual de impactada que tu. - mentí.

- Por Dios Anaya esos tipos llegaron buscándote a ti, tu misma afirmaste que eras pareja de no se quien mierdas, ¿Me quieres explicar?. - por su tono de voz podía notar lo asustado que estaba.

- No es bueno que te alteres mas, en cuanto salgamos de esto te prometo explicarte todo lo que me pidas pero...- me vi interrumpida por el sonido de una puerta.

Percibí como varias personas entraron a la habitación, de un momento a otro lanzaron algo contra mí, logre percibir un quejido.

Alguien tomó mis brazos y desató mis muñecas, cuando menos me di cuenta habían quitado la tela que cubría mis ojos, tuve que parpadear un par de veces para acostumbrarme a la luz, al instante que pude ver unos hombres encapuchados salían del cuarto donde nos tenían.

Mire hacia abajo y me horroricé al observar a Leonardo, era el a quien habían lanzado contra mi.

Su rostro estaba lleno de hematomas, su pómulo derecho estaba hinchado, al igual que su ceja izquierda la cual estaba abierta, podía notar como su labio estaba cortado y su nariz se veía desproporcionada por la inflamación.
Su ropa estaba rasgada, gracias a esto logra ver como tenía hematomas en diversas partes de su cuerpo.

- ¡Leonardo!. - exclamé, lo atraje hacia mi y lo recosté en mi regazo con cuidado, el se quejaba por lo bajo.

- Me alegra que te encuentres bien preciosa. - mencionó entre susurros.

- Mira como te dejaron, ¿Por qué te hicieron esto?. Tu no tienes nada que ver. - acaricie con cautela su cabello.

- Tranquila, quieren información tuya y de tu novio. - pausó y respiró hondo. - Sobre ti no les digo nada así me matarán a golpes, que al parecer eso querían.

Podía notar como el se esforzaba al hablar, lo acerque más a mi con cuidado y el tomo mi mano, Maximiliano se mantenía en la esquina frente a nosotros, seguía con los ojos vendados y las manos amarradas tras su cuerpo, comencé a sollozar al ver a todo lo que había arrastrado a mis amigos.

- Vamos a salir de aquí, se los prometo. - les dije mientras trataba de limpiar con mi mano un poco de sangre de la frente de Leonardo.

- Ira nomas', ¿Qué diría el Ovidio si se encontrará esta escena?.

Mire hacia la puerta cuando escuche esa voz, al instante lo reconocí y esperaba equivocarme porque desde la ultima vez que estuvo frente a mi no quería volver a encontrarme con el, pero termine estando en lo cierto...



・・・


Ubicación: Los Mochis, Sinaloa, México.


Ovidio POV:

 9:15 PM 


Termine de revisar los paquetes y suspiré, le hice una señal a Uriel para que se acercara.

- A sus órdenes patrón.

- Diles a los muchachos que ya pueden levantar esta merca, ya sabes el procedimiento pa' transportarla, necesita estar en la capital antes de las seis de la mañana así que órale, no quiero fallas perrito arráncate ya.

- Si señor. ¡Órale vatos a subir todo!. - gritó el moreno.

Sentí que algo vibraba en el bolsillo trasero de mis jeans, introduje la mano y saqué mi teléfono, al observar la pantalla y leer el nombre de quien llamaba rodé los ojos, estaba hasta la verga de Iván y sus pendejadas. 

No había día en que no tratara de chingarme, y ahora hasta lo hacía por llamadas, pero mi jefa me dio una paciencia tan grande que solo lo mandaba a la chingada, guarde el celular de nuevo y comencé a caminar hacia la entrada de la bodega, ahí me esperaba Serafin.

- ¿Ya estuvo el pedo carnal?. - cuestiono el moreno.

- Todo listo. - rasqué mi nuca. - Amonos' a la riata que ya quiero descansar.

El solo asintió y comenzó a caminar a la camioneta, di un par de indicaciones a los muchachos y sin más me dirigí al vehículo ingresando al asiento de copiloto.

- Andas molido güey. - comentó Serafín mientras comenzaba a manejar.

- No me recuerdes, que siento que me esta cargando la chingada. - recargue mi cabeza en el asiento y cerré los ojos.

- ¿Hasta cuando vas a seguir así carnal?. Ya enfrenta las pinches cosas pendejo porque vas a terminar perdiendo más de lo que te gustaría.

Esas fueron sus últimas palabras, en todo el camino reino el silencio, sabía que el tenía toda la razón, pero decidí ignorarlo como últimamente lo hacía con todo.

En cuanto llegamos al rancho de mi padrino baje de el vehículo, cuando ingrese por el ruido sabía que todos estaban en la sala, pero no tenía ganas de ver jetas, solo me dediqué a subir a la habitación donde me estaba quedando y atrancar la puerta de esta.

Me tire en la cama sin siquiera quitarme la ropa, estaba arto de esta vida, arto de todos los problemas en los que me estaba enredando, arto de todo lo que estaba pasando y arto de no poder estar con ella.

Suspiré al recordarla, iba para casi un mes sin verla, extrañaba todo de ella, pero mi pendejo interior me decía que era lo mejor, comenzaba a dormitar cuando mi celular sonó, me sobresalte pero termine contestando la chingadera.

- ¿Ey?. - solté.

- Patrón, le tengo noticias. - una voz no identificada habló.

- Identifícate.

- Soy el puerco. - hubo un silencio mientras trataba de hacer memoria. - El policía de Ahome. - ahí caí en cuenta que era el infiltrado que teníamos con Iván.

- Arre mijo ya capte, ¿Quiubo?. ¿Cómo va la cosa?.

- Las cosas están tensas aquí patrón, el Iván hizo un desmadre bien grande y creo que eso a usted no le va a gustar.

- Explícate mijo, pa' luego es tarde. - me enderece en la cama mientras bostezaba.

- Hace un rato el Archivaldo organizó a sus hombres y pidió paro a los municipales para que le despejaran unas cuadras de la ciudad. - me desperté por completo al escuchar eso.

- ¿Sabes pa' que hizo eso?.

- No quiso dar información, el solo exigió lo que se le antojaba y de ahí en fuera nadie sabe qué pedo patrón.

- Este perro, ¿Saben en donde anda ahorita?. - cuestione.

- Solo dijo que estaría en una de sus casas de seguridad patrón, y solicitó a la mayoría de las patrullas para que estén vigilando su territorio.

- Es todo mi puerco, te ganaste una compensación mijo, al rato me comunico contigo y cualquier cosa me llamas en corto cabrón.

- A sus órdenes patrón.

Sin más colgó, me puse de pie y salí con prisa de la habitación, necesitaba informarle esto a Alfredo y Serafín, baje al primer piso, comencé mi camino hacia el despacho donde esperaba se encontrarán Alfredo y el Será, llegue ahí pero todo estaba vacío, o al menos eso creía hasta que una voz me llamó.

- Ovidio. - me tense.

- ¿Que?. - respondí sin siquiera dirigirle una mirada.

- ¿No crees que ya es momento de hablar acerca de lo que sucedió?.

- No tengo tiempo para hablar de estupideces. - me di media vuelta decidido a salir de ahí, pero ella tomo mi brazo. - Natalia neta ábrete a la chingada. - me solté de su agarre.

- Necesito que me escuches. - ella cerro la puerta del despacho. - Lo que paso esa noche...- la interrumpí.

- Esa noche no paso nada, no alucines.

- Hay pruebas de que estuvimos juntos. - la mujer sonrió sínicamente.

- Mira mija, no entiendo que perra obsesión tienes conmigo y con estar chingandome la vida como cuchillito de palo, pero estoy hasta la verga de todos, eso te incluye a ti. - la mire. - Has lo que se te de la gana con las supuestas pruebas que tienes, me importa un carajo.

- ¿O sea que te importa un carajo "tu chula"?. - en cuanto menciono eso la mire, la sonrisa que mostraba me causaba asco.

Me acerque hacia ella y tome su barbilla con mi mano apretándola con consideración.

- A ella no te atrevas a meterla en tus mierdas, por que si lo haces, te las vas a ver conmigo, y bien sabes que yo no me ando con juegos, así que analízale. - solté su cara.

- Te respeto tanto que el secreto esta a salvo conmigo, pero, por mi no es por quien deberías preocuparte Ovidio.

- Si, como digas. - sin mas me decidí salir del despacho azotando la puerta tras de mi.

Me dirigí hacia la sala y tome asiento en uno de los sillones, tome mi cabeza frustrado, estaba arto, me deje caer en el respaldo del sillón y suspiré al recordar como todo se había ido a la mierda desde ese día.


F L A S H B A C K

19 de Noviembre 2015


Efectivamente me puse hasta el cielo de borracho, no sabía ni dónde chingados estaba, o que me pasaba, solo percibía como alguien rodeaba mi cintura y tomaba mi brazo.

En estos instantes lo único en lo que pensaba era en mi chula, como la extrañaba a esa condenada rejega, contaba los perros días para estar de regreso con ella, de un momento a otro me lanzaron sobre algo suave, con mis manos tenté la superficie, era mi cama, comencé a sentir como alguien me quitaba los zapatos para después quitarme la camisa.

- Ah chingado déjenme. - azote las manos de quien me tocaba y me acurruqué en la cama.

Escuche un par de murmullos lejanos y después solo sentí como me cubrían con las sábanas, en un par de segundos comencé a sentir los efectos de morfeo sobre mi, comenzando a quedarme bien jeton, ya mañana me preocuparía por la resaca.


Mañana del 20 de Noviembre 2015

Trataba de abrir los ojos pero estos me pesaban como la chingada, cuando por fin pude hacerlo la luz que provenía de la ventana me encandiló macizo, una vez acostumbrado a la claridad me puse de pie. 

Fui directo al sofá que estaba en la habitación pa' tomar mi pantalón, me lo puse en chinga, me urgía una pastilla, me calce los tenis y comencé a buscar por todos lados mi camisa, extendí las sábanas pero ni ahí estaba, suspiré resignado a salir sin ella, pero el ruido de la puerta de el baño al abrirse me detuvo, me giré y mire a la figura que se mostraba saliendo del baño.

- Buenos días cariño. - mencionó.

- Déjate de mamadas y dame mi camisa ya. - me acerque a ella.

- Amanecimos de malas. - ella enredó sus brazos sobre mi cuello. - Debería de ser lo contrario después de la noche que pasamos. - me tense al escuchar sus palabras, trataba de hacer memoria pero no recordaba nada.

- Mira Natalia hazte a la chingada. - tome sus brazos y la aleje de mi. - Ya dame mi camisa.

- Como órdenes. - comenzó a desabotonarla, una vez que terminó me di cuenta que estaba desnuda.

La quito de su cuerpo y me la tendió, la tome con brusquedad y comencé mi camino a la salida sin colocármela.

- Espero que repitamos pronto cari...- la interrumpí.

- No se que cuento te estás inventando mija, pero bájate de esa nube, tu y yo juntos ni a la esquina. - la mire antes de salir.

- ¡Sería muy triste que tu mujer se enterara! - ella rio. - ¡Regresa aquí si sabes lo que te conviene Ovidio!. - decidí ignorar sus palabras y seguí con mi camino.

Aunque mientras más avanzaba más crecía dentro de mi la duda y el remordimiento, no era posible que me acostara con Natalia, ¿O si?.

F I N


Desde ese día no había regresado con mi chula por mero miedo, miedo a haberla cagado y a lastimarla por mis pendejadas, salí de mis pensamientos cuando una voz me llamó.

- ¡Patrón Ovidio!. - se escuchaba apurado.

- En la sala. - quite la gorra de mi cabeza y la dejé sobre la mesa de centro.

- ¡Patrón! ¡Que bueno que lo encuentro me urge comunicarle algo!. - soltó gritando.

- A ver mi puerco cálmate, respira cabron. - reí levemente. - ¿Qué quieres pues?.

Se acercó y tomó asiento cerca de mi en el sillón.

- Ya nos enteramos de la ubicación del Iván. - hablo en voz baja.

- Es todo mijo, así me gusta que trabajen cabrón.

- Convencimos a un morrillo de que se hiciera informante y nos dio toda la información. - pausó. - Y desgraciadamente tengo malas noticias patrón necesitamos caerle en corto al güey.

- ¿Pos que está haciendo? ¿Destazando gente o que?. - reí.

- Esperemos que no por que a la gente que tiene es...- la voz de Alfredo que entraba apurado a la sala lo interrumpió.

- ¡Ovidio!. - estaba agitado.

- Aguanta carnal el Puerco me está contando algo importante sobre el Iván, caile. - mire de nuevo al puerco.

- No carnal esto no puede esperar escúchame por...- lo interrumpí.

- Que te esperes cabrón no ves...- no me dejo hablar.

- ¡Ovidio chingado tu hija está en el hospital debatiéndose entre la vida y la muerte!. - me puse de pie y me acerqué a él.

- ¿Qué chingados dijiste?.

- Balearon la camioneta donde ella iba con su mamá. - pausó. - Vanesa está muerta y Alondrita no tiene muchas esperanzas carnal.

Procese sus palabras, cuando menos me di cuenta las piernas me fallaron y termine en el piso, no podía ser que la vida se ensañara tanto conmigo, si mi hija se me iba no me quedaba nada.

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