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• 16 de Noviembre 2015

Ubicación: Departamento Alessandra, Condominio Laurel, Culiacán, Sinaloa, México.



Alessandra POV:


12:48 PM


Increíblemente era más de medio día y apenas me encontraba desayunando, pero por fin después de tanto tiempo había logrado dormir como nunca antes.

Tome un trago de café y encendí la televisión que colgaba de una de las paredes de el lobby para que hubiera algo de ruido, comencé a comer la fruta con yogurt que había preparado, con mi mano izquierda tome mi celular y me puse a divagar en mis redes sociales, deje mi celular de lado cuando escuche como mencionaban la organización del señor Joaquín en la televisión.

"- Exacto Johana, como tú lo mencionaste las autoridades atribuyen este atentado y los 10 muertos al Cártel de Sinaloa, que al parecer iba detrás de el gobernador de Durango Roberto Ferrer Valdivia y su familia, pero estos lograron resguardarse, aunque aún así se vio afectado Manuel Torres Landa próximo gobernador de Jalisco, que sufrió un disparo en su pierna izquierda, y todo esto por defender a su amigo y familia..."

La única palabra que lograba procesar era diez muertos, no podía ser posible.

"- Lo más curioso de esto Jorge, es que según las declaraciones de el secretario de seguridad, las 10 personas abatidas por sus elementos eran gente de Ovidio Guzmán uno de los hijos de Joaquín Guzmán Loera, y según rumores se presume que el mejor conocido como ratón, también fue abatido por las autoridades..."

El tenedor cayó de mi mano al escuchar eso, me puse de pie automáticamente con dirección a mi habitación, llegando a esta fui hacia el closet, entre mis playeras busqué el celular que solo utilizaba para hablar con Ovidio y lo tome para encenderlo.

Al pasar unos minutos ya podía utilizarlo, y al instante varías notificaciones de llamadas perdidas me llegaron, todas eran de el, iban desde el día que no acepté verme con el, hasta ayer.

También aparecieron varias notificaciones de WhatsApp que estaba segura eran mensajes de él, ingrese a la aplicación y efectivamente, tenía quince mensajes de el, estaba decidida a leerlos todos pero toda mi atención se centró en el último que me mando ayer cerca de las once y media de la noche.

"Pase lo que pase siempre tenga presente que la amo un chingo."

Me paralice por completo, las manos comenzaron a temblarme, y sentí una extraña presión en mi pecho, no podría ser posible que el estuviera muerto, por un momento paso por mi mente la idea de bajar y salir del edificio para buscar a Mayel pero desde hace días no tenía contacto con el.

Tome el puente de mi nariz pensando que hacer, opte por llamar a mi hermana, quien termino regresando a la sierra gracias a que mi papá no quería que nos expusiera, así que solo nos visitaría los fines de semana, pasaron tres tonos y no me contestaba, mis nervios comenzaban a alterarse, me resigne e iba a colgarle pero me contestó.

- ¡Hola hermanita!. - saludó cómo humor.

- Ana Carolina, ¿Dónde estas?. - cuestione.

- Estoy en el rancho de Ovidio, el me permitió quedarme aquí desde que te fuiste no se si...- la interrumpí.

- ¿El está ahí?.

- Ayer cuando regrese de hacer una compras no estaba y no se apreció en todo el día, tal vez llegó en la madrugada, ¿Quieres que revise?.

- Si no es mucho pedir.

- Subiré a su cuarto. ¿Pero porque tanto apuro?. ¿Extrañas a tu hombre?.

- Por favor solo has lo que te pedí. - solté en un hilo de voz.

- Ay tranquila. - escuche como abría una puerta. - Pues su cuarto está perfectamente ordenado, definitivamente no durmió... - termine la llamada sin importar que siguiera hablando.

Lancé mi celular lejos, no podía ser posible, el no podía estar muerto.

Tape mi rostro con mis manos para tratar de contener mis lágrimas pero era imposible, recordé las palabras de la conductora diciendo que eran rumores pero todo se estaba alineando para darme a entender que era cierto.

Estaba por tumbarme en mi cama, pero unos golpes en la puerta me exaltaron, sentí como la piel se me erizo gracias al miedo y la preocupación que tenía dentro de mi, sin hacer ruido camine hacia la entrada, los golpes se hacían cada vez más exigentes y constantes.

Una vez que estuve lo suficientemente cerca observé al otro lado de la mirilla que había en la puerta, al instante tome el pomo de esta y abrí, por un momento me quede pasmada pero al percibir su característico aroma, tome su brazo y lo hice entrar cerrando la puerta tras de el, sin dudarlo me lancé a sus brazos, sintiendo como al instante me envolvió entre ellos.

- ¿Y esos ojitos?. ¿Qué paso?. - tome sus mejillas y junte nuestras frentes.

- Estás aquí, eres tú. - acaricie su rostro para terminar de convencerme.

- Claro que soy yo, ¿Ya me puede explicar que trae?. - me miro.

- Pensé que te había perdido, ¿Cómo se te ocurre meterte en semejante estupidez?. - me aleje de el y golpe su hombro con fuerza. - No me vuelvas a asustar así. - de nuevo lo abrace.

- A ver mija. - tomo mis brazos y me separo levemente de el. - ¿Esta usted en sus días esos?. - logró hacerme sonreír.

- No estoy en nada Ovidio, vi las noticias y pensé que te habían matado. - solté.

- ¿Así que siempre si se preocupa por mi?. - rio y rodeo mi cintura con sus brazos. - Estoy más vivo que nunca mi chula, acuérdese lo que le dije el día que la conocí, "hierba mala nunca muere", así que su chico malo, sigue vivito y coleando nomas' por usted.

Al escuchar sus palabras, deje de lado cualquier enojo o preocupación que sentía hacia el.

Simplemente acorte la distancia que había entre los dos y tome sus labios entre los míos, para disfrutar uno de esos besos que tanto me gustaban, y me habían hecho falta desde hace mucho tiempo.



Ovidio POV:


 6:00 PM 


No podía apartar mi vista de la pantalla, estaban tirando una ensarta de mierda y de mentiras en todos los canales de noticias, exagerados si solo fue una visita a mis compas, los reporteros seguían hablando del supuesto atentado contra la familia de el Robe, y poniendo al Manuel como un héroe, si supieran que es un corrupto vendido el cabron ese.

Seguí mirando el noticiero, de un momento a otro comenzaron a decir que los hombres a cargo de el secretario de seguridad habían muerto con honor defendiendo su patria y librándola de una amenaza como Ovidio Guzmán.

Me cague de risa, como les gusta engañar a la gente, todos me hacen muerto mientras yo estoy bien a gusto descansando en la cama junto a mi chula, mire a esta última, su rostro estaba relajado mientras descansaba en mi pecho, me levante levemente para dejar un beso en su frente y regrese a mi posición original.

Comencé a sentir como se removía, volví a mirarla y ya tenía sus ojos abiertos.

- ¿Qué hora es?. - me pregunto con su voz adormilada.

- Seis de la tarde. - abrió sus ojos sorprendida.

- En dos horas debo estar en el hospital. - trató de levantarse pero la afirme de la cintura. - Ovidio es enserio lo que estoy diciendo.

- Yo no dije que fuera mentira mija, pero antes de que comience a arreglarse necesitamos hablar. - ella asintió.

Se levantó de mi pecho y se sentó a mi lado cubriendo su cuerpo con las sábanas, yo por mi parte me levante y me senté recargado mi espalda en la cabecera de la cama.

- Te escuchó. - aclare mi garganta ante sus palabras.

- ¿Hablo con sus papas?. - pregunté con seriedad, esperando que no lo haya hecho.

- No Ovidio, no lo hice. - me miro apenada. - Pero por favor te pido que si te vas a poner en tu plan de sicario no metas a Leonardo en esto, y solo cárgate sobre mi.

Pude escuchar como hablaba a tientas, me tenía miedo.

- Mi reina... - no me permitió hablar.

- No quiero que estemos mal Ovidio, todos estos días no sabes lo que fue estar pensando en que momento ibas a aparecer furioso causando un desastre, y todo por lo que hice. - le escuche con atención. - Yo se que no fue lo correcto pero, te pido que me entiendas, no es fácil la situación con mis padres. - suspiro. - En días pasados Ana Carolina fue a hablar con ellos, les pidió perdón de rodillas y aún así papá no puede verla del todo bien, no soportaría que pase eso conmigo, no te digo esto para que te alejes, si no porque quiero encontrar la forma y el momento adecuado para hablar con ellos y no me separen de ti.

Para este momento sus ojitos bellos ya se encontraban llenos de lágrimas, me acerqué a ella y la abracé, al instante sus brazos me rodearon y enterró su cara en el hueco de mi cuello.

- No se me ponga así mija. - acaricie su cabello para tranquilizarla. - Perdóneme, de verdad fui un pendejo, por eso mismo quería hablar con usted, las cosas que le dije y como la amenace pos' fueron producto de lo dolido y encabronado que me sentía por lo que hizo ese pendejo. - ella alejó su rostro de mi cuello y me miro. - Yo no tengo ningún derecho de prohibirle ver a ese vato, mucho menos de obligarla a hablar con sus jefes si usted no quiere.

- Te juro que quiero hablar con ellos y contar lo de nosotros pero... - la interrumpí.

- Entiendo, no es fácil. - la mire. - Yo le juro que estoy dispuesto a esperar el tiempo que usted quiera pa' confesarles lo nuestro, y si nunca se llega esa oportunidad, pos' ni pedo, no me agüito, soportaré el anonimato con tal de estar a su lado. - sonreí para tranquilizarla.

Ella solo me miro, subió su mano hacia mi rostro y acarició mi mejilla.

- Te amo, y no quiero perderte. - tome su mano que aún seguía sobre mi cara y dejé un beso sobre esta.

- Nunca me va a perder mi chula, porque de una forma u otra yo siempre voy a encontrar la manera de estar con usted. - una sonrisa se mostró en sus labios.

- Entonces, ¿Estamos bien?. - asentí.

- Más que bien mija. - me acerqué a ella y comencé a besarla.

Me correspondió al instante, opté por acostarla sobre el colchón y ella me abrazo por los hombros, nos besamos por un par de minutos, sin avisar, comencé a dejar un camino de besos de sus labios hacia su cuello.

- Ovidio, no es momento, tengo que ir al hospital. - me empujaba levemente de los hombros pero yo seguía repartiendo besos sobre su cuello.

- Eso no decía hace rato antes de que la hiciera mía mi reina. - recibí una risa de su parte como respuesta.

- Sabes que me encantaría quedarme lo que resta de el día contigo aquí en la cama, pero enserio tengo que ir a trabajar. - deje lo que estaba haciendo y la mire.

Iba a hablar dispuesto a persuadirla de que se fuera pero el timbre de teléfono inundó la habitación.

- A como chingan. - me separé de ella que volvió a reír.

Tome mi bóxer del suelo y me lo puse, estire mi brazo tomando mi teléfono de la mesa de noche, contesté sin revisar escuchando la voz de Alfredo.

- ¿Dónde hijos de puta estás metido?. - estaba molesto el wey.

- Que te importa, ¿Qué vergas quieres?. - la Ale se paró frente a mi y me miro reprendiéndome con la mirada por mi lenguaje, le lancé un beso con mis labios haciéndola sonreír.

- Lo que quiero es que te vengas en chinga a la sierra, pero ya. - sonaba exaltado.

- ¿Ahora pa' que?. - rasque mi barbilla.

- ¿Cómo que pa' que wey?. Estas en boca de medio México, y mi apa' quiere que te vengas a dar encerrona. - suspiré.

- Ira' Alfredo nomas' que todo esto sea invento tuyo te voy a meter una verguiza.

- No es ningún invento de tu hermano. - la voz de mi jefe se escuchó de el otro lado. - Te quiero aquí Ovidio, tú madre está vuelta loca de nervios porque no has ido con ella, y ya se había creído todo lo que dicen los pinches reporteros.

- Ta' bien apa', voy en corto a mi casa a darme un baño y me jalo pa' su rancho.

- Estamos en el JG 3, en dos horas te quiero aquí si no te mando a buscar cabron. - sabia que habla enserio.

- Ahorita lo veo. - colgué y mire a mi reina.

- ¿Todo bien?. - negué.

- Se está haciendo un pedo por todo lo que están diciendo. - me puse de pie y comencé a tomar mi ropa para vestirme.

- Me imagino. - pausó.

- Voy a tener que encerrarme unos días en la sierra con mi familia mija. - ella asintió.

- No te preocupes, estaré bien.

Ya tenía puestos los pantalones, abroché mi cinturón, me coloqué la camisa y comencé a abotonarla.

Ella se acercó y me ayudó a terminar de cerrarla mientras yo acomodaba mi gorra.
Tome mis tenis y me los puse en chinga, ya solo faltaba mi arma, ella la tomó entre sus manos y la coloco con cuidado en mi cadera.

- Gracias. - tome su cadera y me acerqué a darle un beso. - Me tengo que ir mi chula, pero antes. - metí la mano a uno de los bolsillos traseros de mis jeans y saqué las llaves del Mercedes mostrándoselas.

- No lo quiero Ovidio. - se alejó levemente.

- A ver mija, se que la cague con lo que le dije, pero usted sabe de sobra que no era cierto, nunca en la vida le cantaría sobre lo que le doy, si me parto el lomo es porque tengo que sobrevivir de una forma u otra, pero como le he dicho siempre. - me acerqué y tome su mejilla. - Todo lo que le doy sale desde mi corazón.

Ella se quedó mirándome, al parecer estaba analizando mis palabras.

- Ándele acéptelo. - agite la llave frente a sus ojos.

De un momento a otro las tomo.

- Solo para emergencias. - añadió.

- Úselo para lo que se le de la gana mi chula pa' eso suyo. - sonrió. - Mayel va a regresar pa' estar pendiente de usted. - asintió. - No le voy a mentir, las cosas se van a poner cabronas mija, por eso le pido que cada que salga este bien pendiente de su entorno, cualquier cosa que note rara le avisa al Mayelito y se va en chinga con el, ¿Estamos?.

- Te lo prometo. - tomo mi mano. - Yo te pido lo mismo a ti, no te pongas en riesgo si no es necesario, y cuídate mucho, te quiero de regreso conmigo pronto.

Me chingo con esas palabras, tome sus mejillas y estampé mis labios en los suyos.

Cuando nos separamos la mire.

- En unos días nos vemos, aunque se me va a hacer eterno el tiempo mi reina, la amo un chingo.

- Yo te amo más, ve con cuidado. - me mostró una sonrisa.

Tome mis pertenencias faltantes, deje un pico en sus labios y sin más salí del cuarto antes de arrepentirme y decidir quedarme con ella.

Sin duda alguna estos días sin su presencia serían como una tortura, me iba a hacer mucha falta mi chula.

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