21

• 15 de Noviembre 2015

Ubicación: Hacienda Chapo Guzmán, La Tuna, Badiraguato, Sinaloa, México.


Ovidio POV:

 10:00 AM 


- Su puta madre. - colgué la llamada y lance el celular hasta donde me alcanzó la mano.

Rasque mi barbilla frustrado, desde que la había mandado a buscar con Mayel la chula se había estado haciendo del rogar, no me contestaba ni una perra llamada, este pinche juego ya me estaba hartando.

Salí de la habitación donde me encontraba y baje hacia la sala, iba a pedirle a Uriel que preparara las camionetas pa' salir hacia Culiacán, pero mi apa' habló.

- ¿Por qué tan encabronado mijo?. - palmeó mi hombro.

- Ya sabe apa' cosas del trabajo. - el asintió.

- Necesito que vengas conmigo al despacho, ahí está tu padrino, el Serafín y el Alfredo. - comenzó a caminar y yo solo lo seguí.

Llegamos al despacho y mi jefe cerro la puerta, salude a mi carnal, al pendejo de Serafín y a mi padrino Mayo.

- Tanto tiempo sin verte mijo. - soltó mi padrino.

- Lo mismo digo padrino, le prometo ya no desaparecerme tanto. - el me mostró una sonrisa.

- Ahora que ya está este pendejo aquí. - dijo Serafín recibiendo una pituca en la cabeza de mi parte. - ¿Pa' que nos juntaron apa'?. - miro a mi padrino.

- Tenemos un problema gordo. - mi jefe iba a continuar hablando pero la puerta se abrió.

- ¿Apoco iban a comenzar sin mi?. - rodé los ojos.

- Claro que no, pásele mijo. - lo recibió mi pa.

- ¿Quiubo carnalitos?. - nos abrazo a Alfredo y a mi por los hombros al mismo tiempo.

- Hazte a la chingada. - retiré su brazo de mis hombros, notando que Alfredo imitaba mi acto.

- Huy que humor cargas. - Archivaldo se retiró y tomó asiento al lado de mi padrino.

- Como les decía tenemos un problema serio. - mi jefe dejó unos papeles sobre el escritorio que me apure a tomar. - El gobierno de Guadalajara se nos está volteando, y si no logramos controlarlos vamos a perder ese terreno.

- No mame apa' si lo perdemos se nos va a dificultar un chingo la ruta de la merca hacia Iberoamérica.

Deje de prestar atención a la conversación y regrese mi atención a los papeles.

Eran oficios firmados y sellados por la administración del gobierno tapatío, aclarándole a mi jefe que en un plazo de 15 días entraría el nuevo gobierno, lo que supondría una ruptura de lazos.

Regrese mi atención a la conversación cuando escuche a Iván hablar.

- Pos' en corto voy y le pongo un estate quieto a ese vato, que tengo unas cuentas pendientes con el.

- No Archivaldo, porque no está dentro de tus plazas.

- Pero esto no se trata de plazas padrino, se trata de que no chinguen la organización. - respondió mi carnal.

- Mira mijo, tú padrino y yo lo estuvimos platicando, donde se encuentra el próximo gobernador es territorio de Ovidio y Serafín, así que ellos se van a encargar de ese pedo. - las palabras de mi jefe comenzaban a hacer enojar a Archivaldo.

- Que la chingada, estos pendejos no saben ni cómo vergas empaquetar la pinche merca. ¿Y así los vas a mandar apa'?. - me reí ante las palabras de este pendejo.

- Si no supiera empaquetar la merca, mis plazas no estuvieran teniendo más expansión que las tuyas mijo, te recuerdo que estás distribuyendo menos del cinco por ciento de lo que se pide, ponte vergas. - solté hacia Iván y le mande un beso, causando que se molestara aún más.

- No quiero que comiencen con sus pleitos pendejos, sus peleas personales me las dejan fuera del negocio se los he repetido hasta el cansancio.

- Esta bien apa', nomas' calme a su perrijo, y todo tranquilo. - mencione mientras me cruzaba de brazos.

- Chinga tu madre Ovidio.

- Con todo y la tuya pendejo. - le respondí, Archivaldo comenzaba a colmarme.

- ¡Si no se van a comportar se me salen a la chingada los dos!. - exclamo mi padrino.

Ambos nos miramos y simplemente nos dedicamos a permanecer en silencio.

- La cosa esta así. - mi apa' saco un plano y lo extendió en su escritorio, provocando que todos lo rodeáramos y miráramos con atención. - El próximo gobernador se encuentra de visita con su compadre, que es el gobernador de Durango.

- ¿El Robe?. - cuestione.

- Ándele mijo ese mero, ustedes ya saben donde se ubica su casa, el nos va a permitir la entrada, no quiero mas muertes de las necesarias, ¿Me entendieron?. - asentimos Serafín y yo.

- Voy a mandar a mi gente pa' que custodien todo el perímetro, mientras que la gente de Joaquín va custodiar toda la propiedad. - agregó mi padrino Mayo.

- ¿Cuándo va a ser el golpe?. - pregunté Alfredo.

- Esta misma noche, pa' luego es cuando.

- Suerte carnales. - exclamo Alfredo mirándonos a el Sera y a mi.

- Cuál suerte cabron, si tú vas a ir con ellos, necesitan tu cerebro pa' reaccionar rápido. - la risa de Iván se escuchó en el lugar.

- Resulta que hasta el pendejo de Alfredo va a ir pero yo no.

- Iván estás pasando por muchos pedos mijo ahorita no tienes mente como pa' que te metamos en esto. - hablo mi jefe.

- Arre pues, hay me cuentan como les fue. - nos mostró una sonrisa y salió del despacho.

- Este nunca va a cambiar. - comentó mi padrino sobando su sien.

- Ya no prestemos atención a su drama y escuchen muy bien lo que van a hacer.

Todos prestamos atención a las siguientes palabras de mi jefe, así pasamos varias horas planificando la situación, debíamos controlar a estos vatos porque si no nos cargarían gran parte de nuestro negocio.


 11:30 PM 


Nos encontrábamos tras la residencia del gobernador de Durango, mire mi celular por última vez, con pesar y sabiendo que no me iba a responder entre a la conversación que tenía con mi chula y solo le envié un último mensaje.

"Pase lo que pase siempre tenga presente que la amo un chingo."

Se lo di a Uriel y baje de la camioneta.

Acomode mi chaleco antibalas, coloque en mi cadera mi leal pistola y me desfaje la camisa pa' ocultarla.

Uriel se acercó a mi, traía en sus manos unas AK-47, rodé los ojos al ver que me extendió la negra con los mangos de oro.

- ¿No encontraste una más llamativa pendejo?. - el me miro.

- Dispense patrón, es que me pido unas poderosas y esas eran las únicas que usted tenía a su disposición en el rancho de su apa'.

- Ta' bien, a posición. - el asintió, yo me gire y mire a los hombres que me acompañaban. - No quiero fallas cabrones, pónganse vergas y los quiero a todos enteritos de regreso. ¿Me entendieron?.

- Si patrón. - contestaron todos al unísono.

- Fierro, amonos'. - comenzamos a desplegarnos.

Uriel iba a mi izquierda apuntando su arma hacia el frente.

Cuando llegamos a la barda que separaba la propiedad de la vegetación con cuidado la trepamos y brincamos pal' otro lado, afortunadamente azotamos en pasto, nos pusimos de pie y analice el lugar.

A lo lejos se observaba un quiosco, donde se encontraban varias personas, ahí estaba mi objetivo.

Había varios escoltas trajeados en cada columna, pero sería fácil derribarlos, estos siempre paseaban con su cara de muy perrones y eran unos pendejos pa' defender.

Mire el reloj en mi muñeca, conté cinco segundos y las detonaciones se comenzaron a escuchar al frente, le hice la seña a Uriel, afirmó su arma y desde nuestra posición le disparó a cada uno de los escoltas pendejos.

Nos acercamos a paso veloz hacia el quiosco, logrando detener a las 5 personas que ahí se encontraban.

- ¿Pa' donde con tanta prisa mi Roberto?. - le cuestione al gobernador de Durango mientras le apuntaba con mi arma. - ¿No me invitas a cenar?. - reí cuando ninguno me respondió. - Ya entendí, les comieron la lengua los ratones. - solté mirando a Uriel que rio ante mis palabras.

En el lugar estaban tres mujeres, Roberto y el que parecía era el próximo gobernador de Jalisco.

- Mucha seriedad aquí. - comentó Serafín mientras se acercaba con su arma en alto. - Buenas noches respetables personas.

- Que poca educación la mía, permítanme presentarme mi nombre es...- dejé de hablar cuando mi vista se situó en tres morritos de entre cinco y ocho años que se asomaban por uno de los ventanales de la casa, retrocedí hasta Uriel. - Ve por esos chamacos y enciérralos en un cuarto, que nadie les haga nada, órale.

El solo asintió y comenzó su camino hacia la casa.

- Disculpen a mi compa se le va el pedo. - excusó Serafín, rodé los ojos. - Pero bueno, creo que no necesitamos presentación.

- ¿Qué chingados quieren ustedes aquí?. - soltó el Robe.

- A mi me hablas con cariño cabron. - contestó Serafín. - Aparte tu ni pitos tocas aquí. - este silbó y uno de sus hombres se acercó. - Agarren a todos los que no importan y llévenselos a la chingada.

- Si patrón.

Varios hombres más se acercaron, entre gritos y forcejeos se llevaron a todos los cuatro sobrantes dejando solo a quien nos importaba.

- Que guapo estás Manuelito. - comente tomando asiento a su lado y acariciando su mejilla, el no me respondió. - No te hagas del rogar vato, si ya sabemos de que lado le mascas a la iguana.

- No entiendo de que me hablan. - mencionó.

- ¿A no?. - Serafín dejó caer en la mesa frente a el, verías fotos donde se le veía mantener encuentros sexuales con otros hombres.

- ¿De donde sacaron eso?. - el hombre tomó todas las fotos y comenzó a romperlas.

- Tenemos ojos en todos lados mijo y de nada te sirve eso porque tenemos copias como pa' tapizar todos los postes de Jalisco, ¿O no?. - mire a Serafín.

- Asi es, podríamos comenzar mañana a hacerlo, también en los espectaculares se vería a toda madre un video donde se muestre como te emocionas bien perron cuando te meten la...- Serafín fue interrumpido por Torres Murguía.

- No es necesario llegar a esos extremos.

- Es lo mismo que yo pienso mi Manuelito, así que te ofrezco un trato. - lo mire antes de seguir hablando. - Tu renuevas y respetas el trato que tiene nuestra organización con el gobierno anterior y nosotros nos olvidamos de que te vimos en esas poses tan extrañas, ¿Qué dices?.

- Yo, no puedo hacer eso. - negó.

- Chale, no me digas eso Manuelito, comenzabas a caerme bien. - respondió Serafín.

- ¿Qué es lo que te impide tratar con nosotros?, te escucho. - hable con ternura fingida.

- Seré franco con ustedes, mi asesor de campaña hizo tratos con el Mencho para que mi gobierno esté al mando de ellos. - puta madre.

- No, no, no, muy mal hecho. - soltó Serafín mirándome.

- Mira mi Manuelito aquí hay de dos, la primera es, me firmas los papelitos que te voy a dar, te vienes de nuestro lado y nosotros te brindamos protección, ¿Que tal te suena eso?.

- Debería consultarlo con mi asesor. - dijo con temor, este vato estaba cagado hasta los huevos.

- Ah bueno siendo así, de una vez te comento la segunda, tú vas, lo hablas con tu asesor, y yo mañana mando por tu esposa y tus morritos, pos' pa' que me los lleven a mi rancho, darles un tiro por aqui, otro por haya y después voy por ti pa' que los acompañes, ¿Como ves?. - levante mi arma apuntando directo a su pecho.

- No se preocupe, no es necesario todo eso, patrones. - soltó con pesar.

- Eso es todo Manuelito, así me gusta. - Serafín palmeó su espalda.

Uno de mis hombres se acercó y me dio el maletín donde se encontraban los papeles que debía firmar el gobernador.

Los saque, los deje frente a él, le brinde un bolígrafo y le indique donde debía firmar.

Íbamos por la mitad de las firmas hasta que mi radio nos dejó escuchar la voz de Alfredo.

- "¡Se esta acercando un convoy de los de el ancla, pónganse listos que se vienen los chingadazos.! "- nos iban a caer.

- No me gustan las prisas Manuelito pero no queremos muertes aquí así que órale cabron fírmale en chinga. - el hombre comenzó a acelerar su acto.

- Necesitamos abrirnos ya a la chingada Ovidio. - exclamo Serafín.

- Agarra a tu gente y pelense, en cuanto termine este pendejo de firmar, me jalo pa' tras con los míos.

- Como consideras que me voy a ir así pendejo, no vas a poder con tanto guacho. - se acercó a mi.

- Veté por la parte de adelante, quebrate a los que quieran entrar por ahí, yo me aviento a los que rodeen la parte de atrás. - el asintió.

Manuel terminó de firmar, me brindó los papeles, termine guardándolos de nuevo en el maletín y se lo di a Serafín.

- Llévatelo tú por cualquier cosa. - lo tomó.

- Suerte carnal. - tomo mi cuello y junto nuestras frentes. - CS hasta la muerte.

- CS hasta la muerte perro. - palme sus mejillas y nos separamos. - Órale pélate.

- Amonos' perras. - le gritó a su gente.

Al instante comenzaron a dispersarse y solo quedaron mis hombres, Uriel apareció a mi lado.

- Los niños y las personas están aseguradas patrón.

- Eso es todo Urielito, júntense en el muro de atrás, ahora los alcanzo. - asintió y se fue para agrupar a todos. - Bueno mi Manu fue un gusto nos estaremos viendo pronto pa' terminar de charlar y no te preocupes, unos de mis hombres te estarán custodiando de lejos mijo. - el asintió. - No quisiera hacer esto pero es necesario pa' no levantar sospechas.

Me aleje y dispare hacia su pierna, al instante cayó al piso y comenzó a gritar por el dolor.

Me fui a paso acelerado pa' juntarme con mi gente, comenzamos a volarnos el muro y  regresar a las camionetas.

Al estar del otro lado, unos revisaron las camionetas mientras otros vigilaban que no se nos acercara nadie.

Todo estaba a la perfección hasta que me tumbaron dos hombres, los de la Marina comenzaron a llegarnos por el lado izquierdo.

Corrí hacia la parte trasera de uno de los vehículos para cubrirme, una vez que me posicione comencé a defender, logre darle a un par de vatos, podría apostar que no nos superaban en número.

El olor a pólvora inundaba el aire y los oídos ya me dolían de tanta perra detonación que se escuchaba, a este punto ya solo me quedaban diez hombres, junto con Uriel.

- Esto va a ser un perro baño de sangre. - susurre, no lo podía permitir. - ¡Alto al fuego!. - grite.

Mis hombres se cubrieron con los vehículos y dejaron de disparar.

- Patrón no haga esto. - Uriel comentó llegando hasta mi, le di mi AK-47 y lo mire.

- Cuando yo te haga la señal ya sabes que hacer. - solo asintió.

- ¡Salga con las manos arriba!. - gritó una voz desconocida.

Me puse de pie y salí de mi escondite alzando las manos.

- Mira nadamas que tenemos aquí, el mismísimo Ovidio Guzmán. - mencionó un hombre de tez blanca y ojos colorados, se veía muy gringo el cabrón.

- El mismo que viste y calza. - solté y sonreí.

- Por fin se me hizo atrapar a uno de los tantos bastardos de el Chapo Guzmán.

- Al parecer es su noche de suerte plebe, lo felicito. ¿Con quien tengo el gusto?. - pregunté.

- Confórmate con saber que estás ante el secretario de seguridad. - mencionó el pendejo con tono altanero.

- Nombre' pos' que gran honor el mío de ser capturado por semejante ser. - reí.

- Déjate de pendejadas y dile a tus hombres que salgan. - sonreí maliciosamente, esa era mi señal.

- Órale muchachos, déjense venir. - cuatro de mis hombres lanzaron granadas hacia donde se encontraban este y sus hombres.

El secretario pareció notarlo y se lanzó al piso lejos de donde estaba.

Yo solo atiné a cubrir mi oídos y aventarme hacia donde estaba escondido anteriormente.
Las granadas detonaron logrando que la tierra se sacudiera.

Se hizo un desmadre, el fuego se estaba expandiendo rápido debido a tanta vegetación, debíamos irnos.

La mayoría de los guachos habían muerto o estabas heridos, pero el secretario se encontraba desorientado tendido sobre el suelo.

- Preparen las trocas que nos vamos. - pedí y mis hombres gritaron en victoria.

Me acerqué velozmente hacia el secretario y me hinqué frente a él.

- Creo que siempre está no resultó su noche de suerte. - palme su mejilla. - Ni modo mijo, a veces se gana a veces se pierde.

- Nos volveremos a ver las caras Guzmán. - soltó en un susurro.

- Que así sea secretario. - me puse de pie. - Con su permiso.

Comencé a alejarme hacia donde me esperaba Uriel con la puerta de la camioneta abierta, me subí en verguiza y el cerró la puerta pa' después subirse al asiento del conductor.

Prendió la camioneta y arrancó en chinga con una camioneta cubriéndonos el frente y otra las espaldas por cualquier cosa.

Cuando nos alejamos suspiré y traté de tranquilizarme, me quite el chaleco antibalas con coraje y lo lancé hacia la cajuela.

- ¿Está bien patrón?. - me cuestionó Uriel.

- No preguntes mamadas y dedícate a manejar.

Se que había sido duro pero el coraje estaba inundando mis venas, todo iba perfecto hasta que nos cayeron estos pendejos.

En mi mente solo rondaba la idea de que alguien había dado el pitazo pero no podía pensar con claridad, aunque era demasiada coincidencia que nos cayeran tan repentinamente, debí descubrir quien fue el joto que nos vendió.

Porque esta noche la libre, pero no sabría si pa' la siguiente me tocaría la misma suerte.

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