2 [Pt. 2]

Martes 03 de Marzo 2015.



Ubicación: Casa de Seguridad JGL III, Sierra de Culiacán, Sinaloa, México.





Alessandra POV:


3:50 PM





Después de varias horas de platicar con Ovidio, el señor Joaquín se apareció por su habitación, por prudencia decidí salir de ahí aunque ninguno de los dos me lo pidiera, subí las escaleras para poder regresar a la habitación que me habían asignado, entre y cerré la puerta tras de mi.

Tome mi celular para tratar de comunicarme con Mariel, me recosté en la cama mientras el aparato prendía, para mi desgracia termine por darme cuenta de que no tenia tarjeta SIM, no entendía en que momento ni quién podría habérselo quitado, pero ya me imaginaba por donde iban las cosas.

Mi cuerpo se comenzo a tensar, necesitaba comunicarme con alguien para intentar que me sacaran de aquí, aunque mi esperanza renació cuando noté que el aparato estaba conectado a una red de internet, supongo que la persona que confisco mi tarjeta SIM fue a misma que lo conecto a la red, al acceder a esta varias otificaciones llegaron, las princiaples de Whatsapp, fui directo a los mensajes con Mariel, mi mejor amiga.

"¿Donde te metiste?.
El examen ya esta comenzando, y Quiñones no tiene muy buena cara."

Había olvidado la prueba de Neurología en la universidad, con más razón tenia que salir de aquí, pero no podía apresurarme, debía pensar bien las cosas, gracias a mi buen promedio sería fácil convencer al profesor de presentarlo otro día, pero para ello necesitaba verlo y hablar con el, no podía perder mas tiempo, con prisa respondía el mensaje de Mariel.

"Me surgió un problema familiar, y tuve que salir fuera.
Mañana iré a hablar con el profesor para presentarla luego.
Suerte."

Presione en enviar, bloque el celular, me puse de pie con intención de salir a la terraza de la habitación, al estar afuera comencé a analizar el panorama cayendo en cuenta de que me encontraba en la sierra sería una misión suicida e imposible escapar caminado, no podía darme por vencida así de fácil, suspiré y regrese de nuevo a la habitación para percatarme de que mi hermana se encontraba sentada en la cama.

- ¿Qué haces aquí?. - la mire.

- Necesitamos hablar. - ella extendió su mano hacia mi con la intención de que m e acercara a ella.

- Yo no tengo nada que hablar contigo. - confesé.

- Si lo tienes, no puedes comportarte así conmigo.

- ¿A no?. - reí. - Después del peligro al que nos expusiste y a dónde me trajiste , ¿Qué esperabas?.¿Que te abrazara mientras te agradecía por tan bonita experiencia?.

- Yo se que te expuse, y créeme que me arrepiento por eso, pero quería que estuvieras conmigo en ese momento. - suspiro. - El motivo de la fiesta era para celebrar el compromiso entre Iván y yo. - soltó con tristeza.

- ¿Y cómo esperabas que yo supiera eso si en ningún momento me avisaste nada?. Ni siquiera sabía que estabas con el. - reclame.

- Entiéndeme, sabía que tú reaccionarías mal, con Iván hablamos e íbamos a decírtelo juntos, pero justo cuando íbamos a buscarte para contarte todo, las cosas se salieron de control y tuve que escapar con el. - analice sus palabras.

- ¿Planeabas dejarme ahí a mi suerte?. ¿Preferías salvarte con el?. - la mire incrédula.

- ¡Claro que no!. Cuando íbamos por ti, Iván se dio cuenta de que estabas con Ovidio, aún así nos dirigimos hacia ti pero nos emboscaron en el trayecto y tuvimos que huir. - cubrió su rostro con sus manos. - Cuando entramos a la camioneta le pedí como loca que regresáramos por ti, pero el me aseguró que te mantendrían a salvo, y lo termino cumpliendo, terminaste sana y a salvo en este lugar antes que nosotros.

- Eso no te da ningún derecho a pedirme que me porte bien contigo. - la señale con mi índice.

- Tienes razón, no tengo ningún derecho. - se puso de pie y se acercó a mi. - Pero solo quiero que me apoyes en esta etapa, eres lo único que tengo, mamá y papá nunca están con nosotras eso lo sabes bien. - la mire. - Por favor tómate el tiempo de conocer a Iván y su familia.

- No, eso sí que no. - me aleje de ella.

- Yo se que no es bueno lo que hacen, a mi tampoco me parece bien, pero no estoy con Iván por su trabajo. Estoy con el por la persona que es, por cómo me cuida y me entrega su amor sin condición. - sus palabras me enternecieron. - Es un buen hombre, y se que si se conocen un poco más, hasta amigos podrían llegar a ser.

- No quiero que estés en peligro por su culpa. - decidí decirle lo que siento. - Tu misma lo acabas de decir, solo nos tenemos una a la otra y si te llega a pasar algo yo no podría. - las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos.

Al instante me acerqué a ella y la abracé, sintiendo como sus brazos me rodearon.

- Te prometo que nunca me pasará algo. - dijo mientras acariciaba mi cabello tratando de tranquilizarme.

- ¿Cómo puedes estar segura de eso?.

- Puede estar segura porque yo siempre la voy a cuidar, incluso si eso me lleva a mi a la muerte. - me separe de Cristina y mire a su espalda, notando como Iván se acercaba a nosotras.

- No quiero que lo veas como un enemigo, el nunca me lastimara y mucho menos a ti, al contrario, desde que estoy con el siempre nos ha cuidado. - dijo Ana Carolina con seguridad.

- ¿Que?. - los mire.

- Así es cuñada, siempre me aseguro de que usted llegue sana y salva a su casa. - lo mire mal. - No me mire así, todo son ordenes de la patrona. - señaló a mi hermana haciéndome reír.

- Desde que comenzamos una relación yo sabia en lo que me estaba metiendo, por lo mismo le pedí que siempre tuviera a alguien cuidándote. Y no por mantenerte vigilada, si no por protección.

Ahora entendía porque en algunos momentos sentía que alguien me seguía, siempre lo atribuía a mi cansancio hospitalario pero ahora todo encajaba.

- Mire mija. - Iván se acercó a mi. - Yo le prometo que a su hermana nunca le va a faltar nada, y mucho menos le pasará algo, porque si algún cabrón le toca aunque sea un pelo, en chinga lo desaparezco. - mi hermana negó.

- Amor, esa no es la mejor forma de decirle las cosas. - lo reprendió.

- ¿Cómo chingados no?. A mi no me gusta andarme con rodeos, y sabes que si alguien toca a los que quiero, pues le doy cuello. - alzo los hombros desinteresado, causando mi risa de nuevo. - Eso la incluye a usted cuñada, nunca dejare que me la lastimen. ¿Qué dice?. ¿Amigos?.

Extendió su mano hacia mi, analice su rostro, y podía notar que estaba siendo sincero.

- Amigos. - tome su mano y la estreche.

El término jalándome a su cuerpo y dándole un abrazo, que yo correspondí por supuesto, debía aceptar que aún tenía muchas dudas, y no confiaba mucho en el, pero solo por mi hermana tenía que darle una oportunidad, aunque sea solo para estar bien con ella, pero esperaba que termináramos llevándonos bien.

Una vez que arreglamos las diferencias, Iván nos aviso que venía a buscarnos para pedirnos que bajamos a comer, ingresamos en el comedor encontrándonos con la misma chica que estaba aquí por la mañana platicando animadamente con Ovidio, me quede tan sumida en mis pensamientos que no me percaté cuando Carolina e Iván tomaron asiento en la mesa, no me quedo mas que seguirlos, y sentarme posicionándome entre Ovidio y la chica misteriosa.

- Me alegra verte mejor cabronsito, nos sacaste un buen susto. - Iván miró a Ovidio.

- Ya se que sin mi no vives Archivaldo, pero aquí estoy para ti. - le lanzó un beso.

- Bien sabes que no me gusta que me me llamen Archivaldo. - comenzaron a lanzarse servilletas entre ellos.

- Siempre es lo mismo con ellos. - me dijo la chica misteriosa. - Pelean hasta por quien está más alto que el otro.

- Ya me imagino. - ambas reímos.

- No había tenido la oportunidad de presentarme, me llamo Emma. - estiró su mano y yo la estreche.

- Mucho gusto, Alessandra. - la mujer me miró con atención.

- Si, lo sé, Caro nos habla mucho de ti. - sonrío.

- Al parecer yo era la única ajena a todo. - ella me miró confundida, iba a responderme pero llego Chela a interrumpirnos.

- ¡Ovidio y Archivaldo!. Se calman, o se quedan sin comer, decidan. - la señora los miró.

Ellos al instante dejaron su pelea de lado, Doña Chela preparo carne en su jugó acompañada de frijoles de la olla, aquí es donde agradecía la bendita gastronomía mexicana, con calma comenzó a servirnos, una vez que termino la mujer se retiró, debía aceptar que la comida era amena, Emma, Carolina, Iván y Ovidio hablaban de cosas que solo ellos entendían.

Po mi parte no sabía si decir lo que tenía en mente, pero debía arriesgarme, no podía perder más tiempo.

- ¿Cuándo nos iremos de aquí?. - interrumpí la plática recibiendo las miradas de todos, Carolina e Iván se miraron.

- No creo que sea posible eso, por lo menos no en unos cuantos días. - mi cuñado respondió.

- Podríamos hacer una excepción. - Ovidio intercedió recibiendo la mirada de Iván.

- Ya conoces las reglas, así que no comiences a chingar. - el rubio señalo a su hermano.

- No entiendo cómo se manejen sus asuntos, y tampoco es mi culpa que se tengan que esconder, pero yo necesito regresar a la universidad, tengo pruebas importantes que presentar, más aparte el internado y no planeo...- me interrumpió.

- Ya se le dijo que por ahora no nos podremos ir de aquí cuñada, discúlpeme pero no podemos arriesgarnos por...- ahora yo decidí tomar la palabra.

- Si lo sé, no pueden arriesgar su vida ni el negocio por alguien más. - me di por vencida y continué comiendo.

Sentí como alguien tomo mi mano bajo la mesa y la apretó, mire a mi costado y era Ovidio, brindándome una sonrisa que correspondí logrando tranquilizarme, termine de comer y levante mis platos, me dirigí a la cocina y los puse en el fregador para lavarlos, comencé con mi tarea pero me vi interrumpida por Doña Chela.

- Mija deje eso ahí, yo me encargo. - la mire.

- No se preocupe Doña Chela, por algo Dios me dio dos manos así que déjeme ayudarle. - lave todos los trastes que se encontraban sucios, aunque no eran muchos.

Cuando termine limpie el fregador y cerré la llave, tome una toalla y seque mis manos.

- Deberás que usted es un pan de dios niña. - Doña Chela se acerco a mi y me abrazo, correspondí su acto, era obvio que no muy seguido alguien le ayudaba con sus labores.

- No diga eso Chelita, el pan de Dios es usted, por aguantar tanto y servirles todos los días sin esperar nada a cambio. - me separe de ella y salí de la cocina después de dejar un beso en su mejilla.

Salí a pasear al jardín y tome rumbo hacia las caballerizas que se encontraban en el fondo, necesitaba despejarme y olvidarme de todo, cuando llegue ahí me percate de que esta solo tenia tres compartimientos para caballos, de los cuales solo dos estaban ocupados, mire a ambos animales, eran preciosos, el primero tenia su pelaje completamente negro y unos ojos miel deslumbrantes, el segundo tenia su pelaje color caramelo y sus ojos eran de un avellana precioso.

Me acerque al primero y comencé a acariciarlo, era muy dócil ya que en ningún momento se quejo de mi toque, me percate de que una cubeta de pasto se encontraba junto a ellos, tome un poco y se lo brinde con mi mano, repetí la misma acción con el segundo caballo, afirmando que este también era dócil, estaba concentrada acariciando al caballo negro hasta que alguien llamo mi atención.

- Le cayo en gracia al parecer. - lo miré cuando llego a mi lado.

- ¿Por qué lo dices?. - la sonrisa no se borraba de su rostro.

- Porque es un cebo de primera, no se ha dejado domar por nadie mas que por Alfredo y por mi, a Iván no lo puede ver ni en pintura. - reí.

- No seas exagerado Ovidio.

- Es verdad chula, la primera y única vez que Archivaldo intento cabalgar con el, termino en el suelo y con el brazo roto. - estalle en risas.

- Porque no vi eso, me hubiera encantado burlarme de el. - confese.

- No se preocupe, creo que el Alfredo tiene un vídeo por ahí, luego se lo muestro. - note como había cambiado su ropa, ahora llevaba unos jeans desgastados ajustados, una playera de vestir negra y unos tenis a juego con esta.

- Deberías de estar descansando. - lo reprendí.

- Ya me siento bien, el dolor perdura pero por lo menos me puedo mover mejor.

- Eres terco como una mula, cuanta razón tiene Mayel. - reí.

- Que quiere que haga mija, la vida me a ensañado a ser un hombre de batalla a pesar de que este jodido. - nos miramos a los ojos por unos segundos. - ¿Le gustaría ir a cabalgar un rato?.

- En otras condiciones aceptaría, pero no puedo arriesgarme a que esas heridas se te abran, así que camina. - comencé a empujarlo fuera del lugar.

- Créame cuando le digo que estoy bien. - se dio la vuelta y me detuvo tomando mis brazos. - Si no quiere montar, ¿Me aceptaría una caminata?. - sonrío.

- Esta bien, pero no una gran distancia porque te puedes sentir mal, aún no repones la sangre que perdiste y...- me interrumpió.

- Usted solo camine mija, ya si me da el mareo, usted me cuida. - reí.

Comenzamos a caminar por un sendero que se encontraba tras la caballeriza, este era cubierto por árboles y enredaderas.

- Recuerdo cuando venía aquí de chiquillo con...- detuvo lo que estaba por decir.

- ¿Con quién?. - le mire.

- Con el Ivan y el Alfredo, hacíamos desmadre y medio, ahí teníamos a nuestras madres bien enojadas, ya cuando las sacábamos de sus casillas y nos iban a regañar nos veníamos en friega a esconder aquí. - ambos reímos.

- Se ve que los tres son muy unidos, ¿Se conocen desde hace mucho?. - pude notar cómo se tensó ante mi pregunta y no sabía si me respondería.

- Pues si, nos conocemos desde hace bastante tiempo diría yo. - rasco su barbilla nervioso.

- Comprendo. - decidí dar el temo por terminado.

Seguimos caminando y paramos al llegar a una especie de prado lleno de diminutas flores rojas, desde ahí se podía apreciar el valle dándonos un espectáculo precioso.

- Y cómo es eso de que te necesitas ir, ¿No te gusta estar aquí?. - me miró curioso.

- Para ser sincera. - su pregunta me tomo por sorpresa. - No me gusta esto de jugar al escondite, yo necesito regresar a mi vida normal, tengo cosas que hacer en la universidad y no puedo perder más días del internado. - asintió levemente.

- No pues así ni cómo insistirle para que se quede chula. - suspiro. - Tratare de hablar con el Iván a ver si consigo que la mande de regreso a su casa. - lo mire y pude notar que lo decía con honestidad, por inercia me acerqué a él y lo abracé.

- Muchas gracias. - sentí como el rodeo mi cuerpo con sus brazos y me apretó hacia el.

- No agradeza chula, es lo menos que puedo hacer por usted. - dejó un beso sobre mi cabeza tomándome por sorpresa, pero sin causarme incomodidad.

Y así sin separarnos, nos quedamos admirando la puesta de sol que comenzaba a mostrarse, sin necesidad de hablar, simplemente disfrutando de nuestra compañía.








7:27 PM





Una vez caída la noche, Ovidio y yo decidimos regresar, cuando llegamos a casa nos dimos cuenta de que el jardín estaba repleto de hombres a más no poder buscando algo con linternas, a ambos nos pareció muy extraño, cuando estábamos más cerca Ovidio llamó a uno de ellos.

- ¿Ahora que chingados pasó Chapulín?. - este lo miró con sorpresa.

- ¡Patrón!. Desde hace rato todos los están buscando como locos a usted y a la señorita. - habló apresurado.

- De seguro fue idea de Iván, como siempre con sus chigaderas, no sé qué orden les dieron pero avísales a todos que estamos aquí. - Ovidio se giró a mirarme. - Vámonos pa' dentro mija que va a haber show.

Asentí y comencé a caminar sintiendo como el venía tras de mi, abrí el ventanal y accedimos a la casa, iba a seguir caminando pero sentí como Ovidio me detuvo por el hombro.

- Archivaldo va a hacer un desmadre solo porque no nos vio, tal vez diga cosas solo por chingar, le pido que no le haga caso y trate de no contestar ¿Esta bien?. - yo lo mire.

- Trataré, pero si me ofende ni pienses que me quedare callada. - el rio.

- Usted no se preocupe mija, si ese cabrón la ofende, yo me encargo. - me dedico una sonrisa que correspondí.

Caminamos a la par hasta llegar a la sala, ahí se encontraban Alfredo, Iván, Carolina, El Cholo y Mayel, junto con Emma que estaba abrazada de Don Joaquín, en cuanto nos vieron se pusieron de pie y mi hermana se lanzó a abrazarme.

- Por Dios, me tenías preocupada, ¿Te pasó algo?. - negue.

- Estoy bien tranquilízate. - me aleje de ella.

- ¿Cómo me pides que me tranquilice?. Estás viendo la situación y...- la interrumpí.

- Yo no tengo la culpa, tú me metiste en esto recuérdalo. - ella me miró y se aparto de mi lado para regresar con su prometido.

- ¿Dónde estabas?. - Iván cuestionó a Ovidio.

- Fui junto con la plebe a alimentar a los caballos. - habló el menor sin darle importancia a la situación.

- ¿Y se te hace tiempo para estar alimentando a los caballos?. - se comenzó a acercar a el.

- No comiences con tus chingaderas cabrón, solo nos estábamos distrayendo un rato.

- Si sabes lo que cuestan las distracciones, ¿Verdad?. - ambos estaban cara a cara.

- Claro que lo se, y mucho mejor que tú, que aún sabiendo cómo están de calientes las cosas te pusiste a hacer fiestitas de compromiso. - tuve ganas de reír por el comentario de Ovidio, pero estas se fueron cuando Iván le lanzó un puñetazo en la cara.

Ovidio estaba por respondérselo pero Don Joaquín intercedió.

- ¿Hasta cuando van a dejar de jugar a "mi casa es más grande que la tuya"?. - se colocó en medio de los dos. - Ni siquiera los niños se portan como ustedes cabrones, ¡Ya maduren!.

- Ovidio es el que va a arruinar las cosas apá, si nos cae la tira va a ser por sus pendejadas. - soltó Iván.

- No mames cabrón por un pinche paseo a las caballerizas no te van a matar. - Ovidio rodo los ojos.

- Bien sabes que están pendientes de cualquier movimiento pendejo. - decidí hablar.

- ¿Qué acaso tu escondite no es lo suficiente bueno?. - mire a Iván.

- Alessandra...- me reprendió mi hermana.

- Déjala que hable Caro, total ya la metieron en esta mierda también. - Ovidio se sentó y comenzó a sonreír.

- ¿Qué esta queriendo decir cuñada?. - Iván trato de intimidarme con su mirada.

- Estoy queriendo decir, que tal vez ya no te sientes seguro, y estás comenzando a alucinar con que te caen aquí. - me comencé a acercar a el. - Si la famosa tira supiera dónde están y su intención es llevárselos, ya lo hubiera hecho desde hace tiempo. Así que en vez de culpar a todos por tu desmadre, comienza a carburarle y piensa cómo arreglar las cosas para que todos salgan sanos y salvos de aquí. - deje una ligera palmada en su mejilla y di media vuelta para comenzar a subir las escaleras.

Cuando llegue arriba me dirigí a mi habitación y traté de tranquilizarme, definitivamente Iván y yo nunca nos llevaríamos bien, era algo imposible. Comencé a despojarme de la ropa que tenia y busqué algo cómodo en la maleta para dormir. logrando encontrar un jogger negro y una playera blanca de algodón con manga larga.

Me coloqué las prendas y apagué la luz, termine por dirigirme dirigí a la cama y me adentré bajo las sabanas, estaba harta de todo esto, solo esperaba pronto poder salir de aquí.





Miércoles 04 de Marzo 2015.



2:30 AM






Comencé a sentir como movían levemente mi hombro, tuve que despertar contra mi voluntad, abrí los ojos y solo pude distinguir una silueta que logró sobresaltarme.

- Tranquila chula, soy yo. - me dijo Ovidio susurrando.

- ¿Qué pasa?. - le respondí de la misma forma.

- Nada malo mija, solo necesito que se levante y recoja sus cosas pero en fa. - no hice más que asentir y comenzar a guardar la poca ropa que tenía fuera de la maleta, junto con mi móvil y su cargador.

Me coloqué una sudadera negra y las mismas Vans que traía por la mañana, el se puso de pie y se asomó por la terraza de la habitación, después dio media vuelta y se acercó a mi.

- Tome, póngase esto que está helando. - me tendió una chamarra.

La tomé y la puse sobre mi subiendo el cierre, Ovidio camino hacia la puerta pero antes de que la abriera tome su mano y lo detuve.

- Primero explícame que está pasando. - el suspiro y se acercó a mi.

- No hay tiempo para explicaciones chula, confórmese con saber que la voy a sacar de aquí.

Salíamos de la habitación con cautela, la casa predominaba el silencio y la obscuridad, Ovidio tomaba mi mano mientras bajábamos en silencio, llevaba su pistola en la mano que tenía libre, y cada tanto checaba a ambos lados.

Llegamos a la puerta del jardín y el comenzó a mirar a todos lados, seguía habiendo bastantes hombres vigilando.

- Esto es lo que vamos a hacer chula. - volvió a mirar hacia afuera y regresó su vista a mi. - Voy a hablar con ese vato. - señaló a un hombre de camisa verde. - Mientras yo salgo y me acerco a él usted se va a esperar aquí, en cuanto vea que estoy platicando con el se sale y se va a las caballerizas con el mayor cuidado que pueda, ¿Me entendió?. - yo asentí.

- ¿Después de eso que tengo que hacer?. - lo mire con atención.

- Me va a esperar a que llegue con usted, sin moverse de ahí. - abrió la puerta del jardín. - Ahorita la veo mija. - me brindo una sonrisa y salió.

Lo seguí con la mirada, note como palmeo el hombro de el tipo y comenzaron a conversar, suspire preparándome para seguir sus instrucciones, así salí lo más disimuladamente que pude y comencé a rodear el quiosco para poder llegar a las caballerizas.

Una vez ahí entré a la caballeriza a toda prisa, sin percatarme de que una cubeta se encontraba en medio del pasillo, termine tropezando con ella y cayendo al piso, pude sentir como raspe mi rodilla, iba a revisarme pero una voz se escuchó cerca.

- ¿¡Quien anda ahí!?. - cuestionaron con molestia.

Sin pensarlo me puse de pie y me escondí en el compartimento que se encontraba vacío, escuche claramente como cargaron una pistola, los caballos comenzaron a inquietarse y relinchar.

Al escuchar como los pasos de alguien se acercaban entre en pánico, si me encontraban aquí todo el plan se iba a arruinar por mi descuido, pero gracias al cielo Ovidio intercedió.

- ¿Qué chingados andas haciendo aquí?. - cuestiono.

- Disculpe patrón es que creí escuchar algo y...- lo interrumpió.

- No estamos para creencias cabrón, aparte ya me inquietaste a los caballos, así que regresa a vigilar donde te toca, órale.

- Si patrón. - escuche como sus pasos se alejaron.

Decidí esperar unos segundos más escondida por si el hombre regresaba pero no fue así.

- Chula, ¿Dónde está?. - salí del compartimiento.

- Lo siento, casi arruino todo, me tropecé con la cubeta, no me fije...- me interrumpió.

- No se disculpe, lo bueno que actuó rápido y se escondió. - se acercó a mi y tomo mi mano. - Ahora sígame que tenemos que irnos antes de que amanezca.

Ovidio camino y tuve que limitarme a seguirlo, comenzó a adentrarse por el mismo sendero donde paseamos en la tarde, de un momento a otro tomó una brecha que se encontraba por ahí, la luna era lo único que nos brindaba luz, era un poco difícil ver hacia dónde íbamos por inercia me aferre a su mano libre, y el gesto no le molesto, caminamos unos cuantos minutos más y el se detuvo frente a una enredadera.

- Necesito que me detenga esto. - se giró librándose de nuestro agarre y dejó su arma mis manos.

- ¿Estas loco?. Yo no quiero tener esto. - trate de devolvérsela pero fue inútil.

- Es por protección chula, dese vuelta y asegúrese de que nadie venga. Ya esta cargada, si nota que algo se mueve, no lo piense dos veces y dispare, ¿Estamos?. - con todo el pesar del mundo asentí.

Tal como el me lo indicó me giré y comencé a observar todo, las cosas se veían muy tranquilas, pero en cualquier momento podrían atacarnos, eso era más que claro, dure al rededor de cinco minutos vigilando, hasta que sentí como tocó mi hombro.

- Vámonos reina. - el tomo la pistola de mis manos y comenzó a caminar.

No entendía como planeaba que nos fuéramos, solo lo seguí observando que las enredaderas habían desaparecido dándonos acceso a una especie de cueva, avanzó un par de pasos y se detuvo, llegue a su lado y hasta ese momento me percaté que tenía unas llaves en su mano que al presionar un botón de las mismas las luces de una camioneta parpadearon.

Me abrió la puerta y me ayudo a subir al asiento de copiloto, para luego tomar mi maleta y subirla en la parte de atrás, rodeo por delante y después tomó lugar como conductor, una vez arriba introdujo las llaves y prendió la camioneta, en cuanto esta reaccionó apagó las luces, asi fue como arranco y nuestra travesía comenzó, solo esperaba que esto no nos trajera problemas y pudiéramos llegar a salvo a la ciudad.





6:30 AM






- Chula, despierte, estamos por llegar. - la voz de Ovidio resonó en mis oídos haciéndome reaccionar.

Abrí los ojos y me percaté de que estábamos a unas cuantas cuadras de llegar a mi casa, me sorprendió que supiera el camino pero con las mañas que manejaban estos hombres decidí mejor no preguntar como había obtenido mi dirección, decidí seguir con los ojos cerrados ya que las luces de las calles me lastimaban un poco.

Pasaron unos minutos y pude sentir como la camioneta se detuvo forzándome a despertar por completo, abrí los ojos y sonreí, por fin estaba en casa, mire a Ovidio y este se veía algo serio.

- ¿Está todo bien?. - le pregunté.

- Si tranquila, solo debo regresarme en chinga pa' la sierra antes de que se den cuenta de que no estoy. - ambos reímos, decidí acercarme y darle un abrazo, estaba muy agradecida con el por arriesgarse a sacarme de ahí.

- Gracias por traerme a casa. - susurre sobre su cuello, mientras sentía como sus brazos me rodeaban.

- No tiene porque agradecerme mija, ya era bastante de que la tuvieran ahí encerrada, era lo menos que podía hacer por usted. - me aleje lo suficiente como para mirar su rostro, sus ojos miraban atentos mi movimientos, y yo lo miraba a el, definitivamente era bastante guapo.

Pude percatarme de que el comenzó a acercar su rostro al mío, cerré mis ojos como reflejo esperando a que me besara, y así lo hizo, pero en la mejilla, haciéndome sentir tonta por la emoción que crecía en mi, deshizo nuestro abrazo causando que me alejara.

- ¿Volveré a verte?. - cuestione nerviosa, y el sonrío.

- Cuando menos lo esperé. - sonreí. - Aparte aún necesito una doctora que me quite este pinche listón de las heridas. - su comentario me hizo reír. - Ya es hora de que regrese a su casa.

Asentí, me estire por mi maleta al asiento de atrás, la tomé y abrí la puerta para bajar de la camioneta cerrándola tras de mi, e encendió la camioneta y antes de que se fuera le hable por la ventana.

- Ovidio, ¿cuídate mucho si?. - el me miró fijamente.

- Se lo aseguro chula. - ambos nos dedicamos una sonrisa.

Retrocedí y el arranco a toda velocidad, dejándome ahí observando cómo la camioneta se perdía en las lejanías, junto con la persona que le había dado un giro inesperado a mi vida en estas ultimas horas.

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