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Dos Semanas Después
• 05 de Noviembre 2015
Ubicación: Departamento Alessandra, Condominio Laurel, Culiacán, Sinaloa, México.
Alessandra POV:
2:30 PM
Me senté en el sofá, mire a mi alrededor y suspiré conforme, desde hace tres días me había mudado al piso que mis padres me habían regalado por mi cumpleaños.
Justamente hoy acababan de llegar los muebles que había logrado comprar con parte de mis ahorros, por lo que aproveché que tenía dos días libres del hospital para terminar de acomodar todo, como ya había terminado fui a la cocina por un vaso de agua, cuando estaba por llegar a esta tres golpes en la puerta me detuvieron, a regañadientes me dirigí a abrir, topándome con Leonardo tras la puerta.
- Hola. - hablo con cautela.
Desde el día de la fiesta, el y yo no habíamos cruzado palabra, ambos nos encontrábamos incómodos con la mentira que habíamos desarrollado frente a mis padres.
- Hola. - respondí de la misma forma.
- Disculpa si me aparezco sin avisar, pero fui a buscarte a casa de tus padres y tú madre me dijo que ya estabas instalada aquí. - asentí.
- No te preocupes. - pause. - Oh pasa, disculpa mi descortesía.
- Gracias. - el entro y cerré la puerta, note que cargaba con un par de bolsas en su mano derecha.
- Supuse que aun no harías el súper y me tome la libertad de traerte algo de comida. - mencionó mientras dejaba las bolsas en el comedor.
- No te hubieras molestado. - sonreí levemente.
- Sabes que no es molestia. - después de esas palabras se dedicó a mirar el lugar. - Te quedo muy acogedor, es perfecto para ti. - sonreí.
- Muchas gracias, me esforcé un poco. - reímos.
- Ale, se que no es de lo más cómodo lo que sucedió frente a tu madre. - pausó mirándome nervioso. - Pero en ese momento note tu angustia y fue lo único que se me ocurrió para ayudarte.
- Leonardo...- me interrumpió.
- Solo quiero que sepas que si estás de acuerdo me presentaré frente a tus padres, me disculparé y aclararé que todo fue un mal entendido de mi parte. - sonreí inconscientemente.
Leonardo era un alma de Dios.
- No es necesario. - me acerqué a él. - Lo que hiciste fue de buena voluntad, y créeme que te agradezco porque me salvaste el pellejo. - reí. - Te prometo que pronto encontraré la forma de salir de todo esto.
- Definitivamente así será, sabes que si tú me lo pides estaré ahí para apoyarte cuando hables con ellos. - tomo mi mano con cautela.
- Gracias por tanto. - lo mire.
- No tienes nada que agradecer mujer. - el carcajeó levemente. - Ahora aclarado todo, será mejor que me retiré.
Mire las bolsas que el había depositado en la mesa, encontrando una buena excusa para no quedarme encerrada en mi soledad presa de mi mente.
- Pero si has traído comida como para alimentar una manada, debes quedarte a comer conmigo. - el me miro sonriendo.
- ¿Estas segura de eso?.
- Obviamente. - Leo iba a hablar pero el sonido de su móvil nos interrumpió.
El chico de las pecas miro la pantalla y después sus ojos viajaron a mi.
- Es importante, ¿Puedo?. - me cuestionó alzando su celular.
- Claro, adelante. - sonreí para brindarle confianza.
El al instante respondió y se alejó directo a uno de los pasillos para no hacer disturbio con su conversación, mientras el seguía en lo suyo, me dediqué a sacar un par de platos acompañados de cubiertos y servilletas, transporte todo hacia la mesa y comencé a acomodar para que se viera presentable, demore un par de minutos.
Saque los paquetes de las bolsas de papel, topándome con un par de bowls de pasta a la crema, que serían acompañados de ensalada capresse, filete mignon con salsa de champiñones y espárragos, suspiré, Leonardo siempre tan refinado, una vez servidos los platos me dediqué a esperar a el rubio, de un momento a otro varios toques en la puerta me llamaron la atención.
Me acerqué y sin siquiera preguntar abrí, encontrándome con quien no esperaba ver, llevaba desde el día de mi cumpleaños sin tener noticias sobre el, a pesar de que yo le mandaba mensajes por el teléfono que me había brindado, regrese a la realidad cuando sin siquiera pedir permiso ingreso a mi apartamento.
- No pos' si se la rifo su apa' con esto. - miraba asombrado, cerré la puerta y me gire para mirarlo.
- Yo me encuentro bien, gracias por preguntar. - lo mire desde mi lugar pero el ni siquiera se inmutó ante mis palabras, su vista reparó en la mesa que estaba arreglada.
- Así que tenemos visitas. - hablo con su típico tono burlón.
Iba responderle, pero Leonardo irrumpió en el lugar.
- Lo siento preciosa, era algo de el hospital. - detuvo su habla al ver a Ovidio.
Yo me acerqué a este último y enredé mi brazo con el suyo para evitar cualquier acción de su parte.
- Emm Leonardo, te presento a Ovidio, mi pareja. - Leo se acercó a donde estábamos y estiró su mano.
- Mucho gusto, Leonardo De la Madrid. - mi novio miro con desprecio la mano del rubio y respondió.
- Si ya se quien eres vato, pero sobre el gusto no puedo decir lo mismo. - Ovidio puso una de sus manos en su cadera, levantando su camisa para dejar ver su pistola de forma intencional.
Leonardo notó ese gesto y rio levemente.
- Bueno, yo los dejo. - mi amigo se acercó a mi y se despidió con un beso en la mejilla. - Cuídate.
Salió sin siquiera dirigirle una mirada y mucho menos una palabra a Ovidio, en cuanto estuvimos solos me separé de el.
- Si gustas te puedes sentar a comer. - solté sin más y tome asiento en el comedor.
Comencé a ingerir la comida, después de unos minutos Ovidio tomó asiento a mi lado donde se encontraba el otro plato servido, examinó la comida con cautela.
- Como que está muy tranquila ¿No?. - sus palabras me tensaron.
- ¿Por qué tendría que ser lo contrario?. - deje los cubiertos de lado y lo mire.
- No se, dígamelo usted. - podía sentir su mirada fija sobre mi, su tono de voz era diferente a como normalmente lo empleaba conmigo.
- Dejemos de hacernos tontos. - pause. - El día de mi fiesta mi madre estaba presente cuando el mariachi que mandaste mencionó que iba de tu parte, me puse de nervios, no supe que hacer y Leonardo termino ayudándome diciéndole a mi madre que el era mi pareja, ¿Feliz?. - su mirada se tornó más seria. - Aunque no se porque me desgaste en repetirlo si lo más seguro es que ya lo sabías.
Cuando termine de hablar me limité a seguir comiendo, Ovidio no formulaba ningún gesto, mucho menos se le ocurría hablar.
Tome de nueva cuenta el tenedor para poder partir un trozo de carne, pero me vi interrumpida por su puño estrellándose sobre mi plato, logrando que este se quebrara y la comida saliera disparada en todas direcciones.
- ¡Que perron que mientras yo me parto el puto lomo para darle lo mejor, usted se ponga a jugar a la pareja enamorada con ese pendejo!. - exclamo con gritando. - ¡Porque yo bien feliz contando los días pa' regresar a verla, pero me avisan esas mamadas!.
Estaba seriamente enojado, las venas resaltadas en su cuello y frente me lo confirmaban, agregándole que nunca me había hablado en ese tono, me puse de pie desconcertada, un atisbo de miedo se implantó dentro de mi pero no podía doblegarme frente a él.
- Lo que dijiste es una estupidez. - me aleje. - En primera, a mi no tienes porque cantarme que "te partes el lomo para darme lo mejor", yo nunca te pedí nada, y ahora mismo te devuelvo todos tus regalitos. - comenzaba a molestarme. - En segunda, simplemente fue un error, todos los cometemos y...- me vi interrumpida por el.
- Un error, que fácil. - se acercó a mi. - Mire mi chula, así como una vez usted me dijo que a la primera mamada que yo hiciera me iba a mandar a la chingada, déjeme aclararle que yo tampoco voy a aguantar chingaderas de ningún tipo. - cada vez de acercaba más hacia mi. - Usted bien pudo haber dicho cualquier estupidez, pero no, ese pendejo tenía que abrir el hocico, ¿Se aleja de el o yo lo alejo de usted?. Decida.
Por su mirada sabía que el estaba hablando enserio.
- No tengo porque alejarme de el, es mi amigo, más bien deberías estar agradecido, porque si en ese momento le hubiera dicho a mi madre la verdad te aseguro que tu y yo no nos volveríamos a ver nunca más.
Note como sus manos estaban en puñadas con fuerza gracias a que sus nudillos comenzaban a ponerse completamente blancos.
- ¿Entonces hasta cuando planea decirles que está conmigo?. - cuestionó. - ¿O que?. ¿Me va a ocultar pa' toda la vida?.
Sus palabras me dieron en que pensar, yo sabía que tarde o temprano tenia que confesarles a mis padres la verdad.
- No lo se, no puedo responderte a eso, pero por ahora lo mejor será que todo se quede cómo está. - note como me miraba con dolor.
- Ta' bien, ta' bien. - comenzó a retroceder. - Entonces si así va a hacer, mejor me voy a la chingada desde ahorita, porque es lo mismo estar con usted a escondidas que estar solo.
Sus pasos comenzaron a dirigirse hacia la salida, no podía permitir que se fuera así, me acerqué con rapidez hacia el y tome su brazo logrando que me mirara de nuevo.
- Ovidio, no hagas eso, por favor compréndeme, no es fácil la situación.
- ¿Y cree que pa' mi si es fácil?. - su tono regresó a ser neutro. - ¿Cree que va a ser fácil verla paseándose con ese mono frente a todo el mundo cuando en realidad se que al que usted ama es a mi?.
Sus palabras lograron remover mis sentimientos, haciéndome sentir culpable, y llámenme cobarde pero, aún no estaba lista para aceptar esto frente a mi familia.
- Solo tendrá que ser así por un tiempo. - pause meditando mis siguientes palabras. - Es eso o definitivamente alejarnos el uno de el otro.
En cuanto termine de hablar, el soltó una carcajada.
- ¿Entonces me va a condicionar?. - se acercó hacia mi, de tal forma que podía sentir su respiración sobre mi rostro. - Si en esas estamos, dos días.
Lo mire desconcertada al no entender sus últimas palabras.
- ¿Dos días?. - cuestione.
- Así mero, le doy dos días pa' que le diga la verdad a sus jefes. - mis ojos se abrieron en sorpresa. - Y si en dos días no lo ha hecho, tanto usted. - me señaló. - Como el doctor, me van a conocer.
Sin decir más salió cerrando la puerta tras de el con furia, dejándome estática en mi lugar, con la palabra en la boca y el miedo comenzando a recorrer cada centímetro de mi cuerpo.
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