18 [Pt. 1]
• Viernes 22 de Octubre 2015
Ubicación: Hospital Angeles, Culiacán, Sinaloa, México.
Alessandra POV:
6:45 AM
Tan solo una hora más y mi guardia finalizaría, lo único que quería era llegar a casa a descansar, definitivamente así lo haría, caminaba rumbo al área de emergencias en el departamento de medicina interna, me habían solicitado por el intercomunicador para revisar unos cuantos pacientes antes de mi salida.
En el recorrido varias personas me detuvieron para felicitarme, deseándome lo mejor, o consideraba tedioso en parte, nunca me había gustado tener tanta atención este día pero era algo que no podía evitar, cuando llegue a medicina interna me lleve una gran sorpresa.
La recepción se encontraba decorada con un par de globos y serpentinas, las enfermeras de ese lugar, el doctor Montes, Maximiliano, Sara y Lu estaban aquí, entre todos comenzaron a cantar para mi las mañanitas, logrando que unas cuantas lágrimas de emoción escaparan de mis ojos.
Cuando terminaron de cantar todos aplaudieron, Sara se acercó hacia mi con un pastel obligándome a soplar las velas, no me pude salvar de la tradicional mordida, donde termine con el rostro lleno de crema y boronas de pan, todos juntos nos tomamos una fotografía y así comenzaron a repartir el pastel.
El doctor Montes se acercó a darme un abrazo y desearme lo mejor, recordándome que era una de las mejores doctoras que tenía en su equipo, cosa que le agradecí, antes de que alguien más se acercara escape con prisa hacia el sanitario para lavar mi cara, una vez que estaba limpia por completo regrese hacia donde todos comían pastel.
- ¡Feliz cumpleaños Doctora Chapatin!. - Max y yo reímos. - Ven aquí. - el chico se acercó y me envolvió en un abrazo que al instante correspondí.
- Sabes que eres como la hermana que nunca tuve y te deseo lo mejor del mundo, espero que cumplas muchos más para poder seguir molestándote como hasta ahora. - al separarnos golpe levemente su hombro. - Sabes que te quiero.
- Gracias por tan peculiar felicitación Maxi, sabes que eres correspondido y te quiero demasiado. - el me mostró una sonrisa.
- ¡Esta noche celebraremos!. - gritó entusiasmado.
- Oh no, estas loco, simplemente le haremos una celebración tranquila. - mencionó Sara mientras se acercaba hacia nosotros.
- Que aguafiestas eres Sarita. - bufó mi amigo antes de darle un beso en la mejilla a la chica y retirarse.
- Feliz cumpleaños Ale. - Sara me dio un abrazo corto.
- Gracias Sara. - le sonreí, note como ella desvió su mirada hacia mi espalda y sonrió.
- Al parecer alguien te busca. - sonrió coqueta y se retiró.
Me gire y me encontré con Leonardo, este se acercó a mi para envolverme en un abrazo.
- Felices veinticinco bella durmiente. - susurró a mi oído.
- Muchas gracias Leo. - se alejó y dejó un beso en mi mejilla, causándome una sonrisa.
- Esto es para ti. - hasta ese momento noté que entre sus manos traía una pequeña caja negra.
- No tenias porque molestarte. - el la extendió hacia mi, termine tomándola con cuidado.
- Es solo un detalle cualquiera. - pausó. - Anda ábrela.
Le hice caso y levante la tapa, topándome con seis rosas acompañadas de un par de macarons, era un detalle muy lindo, aunque debía aceptar que el color de las flores me tomó por sorpresa, eran una mezcla de tonos rosados con morado y azul.
- Entiendo tu desconcierto con el color. - Leonardo rio levemente. - Pero si las elegí así es porque gracias a la peculiaridad de sus colores son únicas. - lo mire. - Y así es que eres tú, eres una mujer con tantas características, virtudes y porque no defectos. - reímos. - Que nadie los iguala, mejor dicho, nadie te iguala, es por ello que eres única y fascinante entre todas las demás.
Las palabras de Leonardo me sonrojaron, ¿Por qué debía de ser tan lindo?. - me acerqué de nuevo a el y lo abrace, sintiendo como sus brazos me rodeaban al instante.
- Gracias por este detalle tan bonito y especial. - el solo asintió.
Al separarnos me topé con una de sus típicas sonrisas, ambos nos miramos fijamente a los ojos sin saber que más decir, hasta que Leonardo rompió el silencio.
- Espero que me hayas guardado un poco de pastel. - reí ante sus palabras.
- Claro que si, vamos.
Avanzamos un poco y terminamos uniéndonos a los demás, pasando un rato agradable entre colegas, no podía comenzar mejor mi cumpleaños.
8:20 AM
Buscaba las llaves en mi bolso mientras caminaba por el estacionamiento del hospital, se me dificultaba un poco debido a que llevaba la pequeña caja que me había obsequiado Leonardo en una de mis manos, aunque después de unos minutos las encontré.
Levante la vista y note que al lado de la camioneta que tomaba de papá se encontraba Mayel, cuando llegue a su lado el me sonrió.
- Feliz cumpleaños señorita. - se acercó y me dio un abrazo rápido miro a todos lados al separarse y yo reí.
- Muchas gracias Mayel. - sonreí.
- Hoy la llevare yo a su casa. - me miro serio.
- No te preocupes, no es necesario traigo la camioneta y...- me interrumpió.
- Son órdenes del patrón. - rodé los ojos.
- ¿Es muy necesario?. - mire a Mayel.
- Sabe que no le puedo desobedecer, ya me encargaré yo de que le lleven la camioneta. - me limité a asentir.
Fui hacia la parte trasera de la camioneta que manejaba Mayel, este último me abrió la puerta y subí, el moreno cerró la puerta y fue directo hacia el asiento de piloto para comenzar a manejar.
Mientras Mayel manejaba yo me dediqué a revisar mi celular, tenía varios mensajes de ex-compañeros de la facultad, también de Ana Carolina y Emma, trate de contestar la mayoría pero dejé de hacerlo cuando sentí que la camioneta se detuvo, sin demora tome mi bolso y lo colgué sobre mi hombro.
- Muchas gracias por traerme Mayel, nos ve...- pare de hablar cuando note que no estábamos en casa. - ¿Qué está pasando Mayel?. - cuestione a al percatarme que estábamos fuera de una lujosa agencia de autos.
- Necesito que me acompañe señorita. - el chico bajo sin más de la camioneta.
La rodeo y se acercó para abrirme la puerta, decidí dejar mi bolso aquí, solo tome mi celular y baje.
Mayel tomó mi brazo con cautela y comenzó a dirigirme hacia adentro de el lugar, mientras yo seguía sin entender que hacíamos aquí, al estar dentro inmediatamente un hombre se acercó al reconocer a mi acompañante.
- Vengan por aquí. - seguimos sus pasos y entramos a una especie de sección privada, a lo lejos pude percibir un par de globos rojos.
Con el pasar de los minutos más nos acercábamos, hasta que llegamos, estábamos frente a un auto Mercedes negro, decorado por un gran moño rojo en su capo y a ambos costados con globos del mismo color.
- ¡Muchas felicidades señorita!. - exclamo el hombre de la agencia emocionado.
Este me tendió las llaves y yo las tome con desconcierto.
- Mayel. - mire a este último, quien solo se acercó para darme un pequeño papel.
Lo tome desalándolo al instante para comenzar a leer lo que había dentro.
"Si tiene esto entre sus manos es porque de seguro ya comenzó de rejega con el Mayel, pero cálmese que todo esto solo lo hace por órdenes mías.
Este solo es un pequeño regalo pa' celebrar las veinticinco primaveras de la mujer más chula que he conocido en mi vida..."
Sonreí al leer lo último, Ovidio sabía como hacerme olvidar cualquier cosa con sus palabras.
"Así que no ponga peros y disfrútelo que se lo doy con arto amor.
Otra cosa, yo se que no puedo estar horita' con usted pero le prometo que pronto la compensaré como usted se merece.
Pásese un feliz cumpleaños mi chula y acuérdese que su ratón la ama más que a nada en este mundo."
Mire a Mayel y este solo sonreía, después de recibir unas cuantas instrucciones de cuidado de parte del joven de la agencia, apareció otro de los hombres de Ovidio, Mayel me explico que este se llevaría el auto a mi casa y mientras yo iba con el.
Sin más regresamos a la camioneta repitiendo la rutina de siempre, aunque Mayel se detuvo unos instantes en la cajuela antes de ingresar de nuevo a la camioneta.
- Señorita. - me llamo y lo mire.
Frente a mi estaba un bouquet de rosas doradas de un tamaño bastante considerable, lo tome de las manos de Mayel para observarlo con claridad mientras el comenzaba a conducir, las flores lucían preciosas gracias a la luz que se filtraba de las ventanas, en estas venía un sobre rojo, lo tome y saqué una nota de su interior, al reconocer la letra con prisa comencé a leer.
"Espero que las flores hayan quedado igual de perronas como me las imagino, y si no me avisa pa' reclamarle a Don Mauricio..."
Rodé los ojos, este hombre no tenía solución.
"Decidí darle esto pa' expresarle lo que usted significa para mi, así que le voy a dar una leve explicación.
Usted conoce la obscuridad con la que yo cargaba desde hace mucho tiempo y con la que me sentía hundido hasta la chingada sin saber como salir de ella, pero ahora usted se ha convertido en esas rosas doradas, porque desde que llegó a mi se ha encargado de iluminar mi existencia con su amor, ha logrado que ese hoyo negro en el que yo me sentía desaparezca de a poco, tal vez sea muy egoísta de mi parte, pero le pido que permanezca a mi lado mucho tiempo más pa' que esa obscuridad no logre consumirme de nuevo.
Usted sabe todo lo que se significa pa' mi, y le pido mi chula que nunca olvide todo lo que la amo.
Y créame que cuento los días para volverla a ver, con cariño su ratón."
Ahora una sonrisa adornaba mi rostro, doble la nota de nuevo, la dejé donde venía y guarde el sobre en mi bolso.
Cuando menos me di cuenta nos detuvimos frente a mi casa, colgué el bolso en mi hombro y tome la pequeña caja de flores para colocarla sobre el ramo, Mayel se dirigió a abrirme la puerta de la camioneta ayudándole a bajar, se despidió de mi, pero antes de retirarse me pidió que revisara la cajuela del nuevo auto.
Para mi suerte el portón de mi casa se encontraba abierto haciéndome más fácil el acceso, en cuanto uno de los trabajadores me vio entrar con el gran ramo en brazos se acercó a ayudarme, primero tomó la caja, después el ramo y los adentro a la casa, note como el nuevo auto ya estaba estacionado frente a la puerta, bajo la vista de papá y mamá, suspiré mientras me acercaba a ellos pensando en cómo les explicara semejante detalle.
- Hola Pa, hola Ma. - solté una vez que llegue a su lado.
- Primero que nada, feliz cumpleaños mi princesa. - me fundí en un abrazo con mi padre, adoraba estar entre los brazos del primer y gran amor de mi vida.
- Muchas gracias papi. - sonreí cuando nos separamos.
- Feliz cumpleaños mi niña. - mi madre me abrazo y al instante le correspondí.
- Gracias mamá. - nos separamos y ella me sonrió.
- Ahora veo que tu idea de independizarte después de graduarte va enserio. - mi padre miraba el auto con recelo.
Cuando estaba estudiando llegue a comentarle a mi padre que me gustaría independizarme y comenzar de cero por mi cuenta una vez que terminara mis estudios, el no lo aprobaba porque siempre repetía que todo por lo que el había trabajado era para que nosotras lo aprovecháramos pero obviamente yo no aceptaría eso, nunca más volvimos a hablar ese tema pero al parecer si lo recordó.
- Por algo debía comenzar papá. - pause un momento para pensar bien lo que les diría sobre el auto. - Y mi cumpleaños me pareció una buena ocasión para hacerlo.
Mis padres se miraron entre ellos, después regresaron su vista hacia mi y me brindaron una sonrisa.
- Al parecer pensamos igual que tu hija. - soltó mi madre.
- ¿Por qué lo dicen?. - mire a ambos.
Papá metió su mano a uno de los bolsillos de el pantalón de su traje, después de unos segundos la saco y extendió un par de llaves hacia mi, no entendía nada.
- Este es nuestro regalo de cumpleaños. - papá agito las llaves frente a mi.
- Tómalas cariño. - obedecí a mi madre y las tomé. - Porque son las llaves de tu nuevo hogar.
- ¿Que?. - exclame sorprendida.
- Así es princesa, ¿Recuerdas el piso que te gusto en uno de mis complejos?. - asentí. - Pues ahora es todo tuyo.
- ¿Estas jugando verdad?. - los mire sin poder creerlo.
- Claro que no mi vida.
Me acerqué a ambos y los abracé a la par, las lágrimas amenazaban con salir de mis ojos pero las retuve.
- Muchas gracias a ambos, por esto y bueno por tanto.
- No debes de agradecer mi niña es lo menos que te mereces. - mi madre agregó acariciando una de mis mejillas.
Después de esto, les mostré a ambos el carro, aunque también era la primera vez que yo lo observaba bien por dentro.
Ellos estaban orgullosos de mi por haber logrado obtener mi primer auto a base de mi esfuerzo, lo que me hizo sentir culpable por mentirles, pero no tenia de otra.
Cuando terminamos de ver el automóvil mis padres me llevaron a la parte trasera de la casa donde nos esperaba un desayuno preparado por Alma la encargada de la cocina.
Mis padres se encargaron de organizar una larga mesa para que todos los trabajadores de la casa se sentaran a convivir con nosotros, eso me hizo muy feliz porque todos ellos formaban parte de la familia.
Al terminar de desayunar me disculpe con todos y me retiré con la excusa de que quería descansar, no sin antes escuchar a mi madre decirme que iríamos a una cena esta noche por lo cual debía estar lista a las ocho.
Solo asentí y me retiré hacia la casa.
Iba a subir hacia mi habitación pero recordé que Mayel me pidió revisar la cajuela del auto, cambié mi rumbo y fui directo hacia este.
Al llegar oprimí uno de los botones de la llave, automáticamente la puerta de la cajuela se levanto, dejándome ver tres bolsas de reconocidas marcas.
Suspiré, no estaba acostumbrada a tantos detalles y en parte me incomodaban, ya después hablaría con Ovidio sobre eso porque es claro que esto era obra de el.
Tome las bolsas y cerré la cajuela para después asegurar el auto.
Me adentré de nuevo a la casa y ahora si subí las escaleras directo a mi habitación.
Llegue a esta, sonreí al ver las flores que me había dado Ovidio ya se encontraba sobre mi tocador, a un lado de este se encontraban también las flores que me había obsequiado Leonardo.
Entre y cerré la puerta tras de mi sin olvidar poner el pestillo, tome asiento en mi cama mientras colocaba las bolsas frente a mi.
Por unos momentos me debatía entre abrirlas o dejarlas como estaban para devolverlas, pero sabía que sería inútil que Ovidio las aceptara de regreso, así que comencé a abrirlas.
La primera bolsa tenía sobre ella las letras Chanel, adentre mi mano y saqué una caja negra con tapa blanca, la puse sobre mis piernas para poder destaparla, al levantar la tapa me encontré un bolso de tela negra, lo saqué y lo abrí para extraer lo que había en su interior, asombrándome al ver el clutch negro con detalles en plata mate, era precioso, discreto y elegante, justo como a mi me gustaba.
Lo dejé con cuidado dentro de su caja, tome la siguiente bolsa que mostraba en letras blanca la palabra Gucci acompañadas de un lindo paisaje, adentro de esta también venía una caja que saqué con cuidado.
Al abrirla quede asombrada con los tenis que contenía, eran blancos acompañados de las características rayas verdes y rojas a los costados, pero estas tenían un pequeño abejorro bordado con hijos dorados, dándoles un ligero toque de elegancia, sin duda alguna eran preciosos.
Los coloqué junto al bolso anterior para abrir la última bolsa, que era roja, y mostraba en finas letras doradas la palabra Cartier.
Dentro de esta solo había una pequeña caja del mismo color decorada con las mismas letras.
La abrí con cautela y una nota cayó sobre mis piernas, estaba por tomarla pero me quede estática al ver lo que había dentro la caja, sin duda alguna era precioso pero solo esperaba que no terminara por ser lo que me estaba imaginando.
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- Regalo de Leonardo
- Regalos de Ovidio
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