17
• Jueves 21 de Octubre 2015
Ubicación: Casa de la Familia Ochoa-Anaya, Culiacán, Sinaloa, México.
Alessandra POV:
10:00 AM
Suspiré al sentir como la camioneta frenaba, al instante Ovidio tomó mi mano.
- ¿De verdad se quiere quedar mi chula?. Aún estamos a tiempo de arrancar en chinga. - reí ante sus palabras y lo mire.
- Ya es tiempo de que regrese a casa mi amor. - me acerqué a él y deje un beso en sus labios.
- Ta' bien. - rasco su barbilla. - Estos días voy a viajar pal' Salvador con el Alfredo que necesita ayuda con un bisne'. - asentí. - Pero en cuanto regrese vengo con usted y nos retachamos pa' la sierra otros días. - sonrió.
- No te aseguro lo de irnos a la sierra, pero por lo menos te recibo en mi habitación.
- Ándele eso me gusta más. - me miro coqueto.
- Prométeme que te vas a cuidar mucho. - el se acercó más a mi. - Entre todos los que tienes tras de ti y ahora Iván no me quedo muy en paz. - Ovidio tomo mi rostro con sus manos.
- Usted tranquila mija, sabe que cualquier cabrón que me quiera chingar me lo quiebro primero antes de que me toquen. - unió sus labios con los míos, compartimos un par de minutos entre besos hasta que tuve la voluntad de separarme.
- Ya es hora. - el me miró y asintió.
- Sabe que ahí esta el Mayel para cualquier cosa, y ya se me andaba olvidando. - le toco el hombro a Uriel quien conducía, este al instante le paso dos cajas que Ovidio me dio.
Tome ambas de sus manos y me percate de que eran dos dispositivos Iphone nuevos.
- ¿Para que dos?. - lo mire.
- Pos' mire, uno es porque me tome la libertad de cambiarle su celular y el otro pa' que podamos hablar cuando usted quiera. - sonrió. - Use el dorado diario y el plata solo pa' mi. - iba a replicar pero se me adelanto. - No quiero berrinches mi chula, ya esta hecho solo disfrute. ¿Y tú qué esperas cabrón?. - miro a Uriel. - ¿O también te tengo que llevar de la mano a que le abras la puerta a mi mujer?.
Uriel me miro apenado por el retrovisor, yo reí, el chico bajo de la camioneta y la rodeó llegando hasta mi lado para abrirme la puerta.
- Nos vemos pronto. - deje un pequeño beso en sus labios y baje.
Lo mire por última vez y el me brindo una sonrisa, para evitar seguir el impulso de irme con el camine hasta el portón de mi casa, pedí el acceso y enseguida me lo brindaron, cuando ingrese el primero en acercarse a mi fue Don Leo, me brindó un abrazo diciéndome que estos días se había notado mi ausencia en casa.
Termine de platicar con el y continúe con mi camino hacia la casa, antes de abrir la puerta suspiré, no sabía lo que me esperaba, gire la manija y me introduje al recibidor, extrañaba estar en casa, por un momento pensé que mis padres no estaban pero ellos bajaron las escaleras después de unos segundos.
- ¡Mi princesa!. - canturreó papá acercándose a mi. - ¿Cómo te fue en tu viaje de ponencia corazón?. - corto la distancia entre nosotros y me abrazo.
- Ammm bien papi, todo bien. - correspondí su gesto extrañada.
- Me alegra mucho que regresaras con bien. - mi padre se alejó.
- Te echamos mucho de menos estos días. - mi madre beso mi mejilla.
- Yo también a ustedes. - le brinde una sonrisa, note como ella me miraba.
- Llegaste justo a tiempo para desayunar hija. - mencionó mamá.
- Me parece perfecto, vamos. - sonreí.
Los tres caminamos rumbo al comedor, tomamos asiento y esperamos a que comenzaran a servirnos para poder desayunar con calma y ponernos al día, al terminar el desayuno con mis padres subí a mi habitación, me encontraba acostada sobre mi cama mirando hacia el techo, tuve que inventarme una gran historia que concordara con lo que Leonardo les dijo a mis padres, con quien por cierto tenía que comunicarme, mi intención era llamarle pero tocaron a mi puerta.
- Adelante. - me acomode sobre la cama, la puerta se abrió y mi madre se adentró a la habitación cerrándola tras de ella.
- ¿Cómo te sientes en este regreso a casa?. - me cuestionó mientras se acercaba y tomaba asiento frente a mi en la cama.
- Bien ma, sabes que mi lugar favorito es mi hogar, donde están ustedes. - ella sonrió.
- Voy a ser sincera contigo hija. - pausó. - Note tu reacción al momento que tu padre te cuestionó sobre la ponencia.
- No entiendo a que te refieres. - ella se acercó a mi y tomó mi mano.
- ¿Dónde estuviste estos días corazón?. - me miro. - Se que nuestra relación está comenzando a normalizarse pero quiero que sepas que puedes confiar en mi.
Yo la mire, su preocupación me emocionaba, mi madre no solía portarse tan interesada hacia mi, y el saber que era sería su intención de arreglar las cosas entre nosotras me hacia demasiado feliz.
- Tienes razón Ma, no tuve ninguna ponencia.
- Algo me decía que no estabas completamente segura de lo que nos relataste en el desayuno. - ambas reímos.
- Me descubriste, solo me fui unos días para despejarme de varias cosas. - ella asintió.
- Comprendo, ¿Solo es eso?.
- Si solo eso. - la mire y suspiré, necesitaba desahogarme con alguien. - En realidad no.
- Tenemos todo el día si así lo necesitas. - acarició mi espalda para darme ánimos.
Una sonrisa se dibujó en mi rostro ante sus palabras, sería una tarde larga.
Ubicación: Hospital Angeles, Culiacán, Sinaloa, México.
8:00 PM
Entrar a las instalaciones del hospital me lleno de energía y la sonrisa en mi rostro era cómplice de eso, mientras pasaba por lo pasillos la mayoría de las enfermeras me saludaba y me detenían unos minutos para preguntarme como había estado mi viaje, a lo que sólo respondía con un bien y seguía con mi camino.
Suspiré en el momento que llegue a la puerta de la sala de descanso, esperaba no encontrar a ninguno de mis conocidos, por lo menos no hasta formular una historia creíble que concordara con lo que había dicho Leonardo, pero como siempre mi suerte se vio arruinada, Maximiliano se encontraba ahí y en cuanto me vio corrió a abrazarme.
- Me tenias muy preocupado mujer. - correspondí a su abrazo. - ¿Dónde diablos te metiste?. Y no me digas que fuiste a no se que exponer porque esa no me la creo.
Suspiré cuando el se separó de mi, me adentré aún más a la sala y dejé mi bolso en el compartimiento con mi nombre.
- Solo me fui unos días porque quería desconectarme de todo. - el castaño asintió. - Me sentía muy presionada estos últimos días, las rotaciones cada vez eran más pesadas, cumplir con los trabajos de la pasantía y entre otras cosas, sentía que me iba a dar algo si no me alejaba por un momento.
- Te entiendo, e hiciste bien en alejarte si te sentías de esa forma. - pausó. - Pero eso no quita que te odie por asustarnos a los tres de esa forma, con trabajos salimos vivos nosotros, imagínate como estábamos al no encontrarte. - el rio ante sus últimas palabras.
- Eres más dramático que Mar. - sonreí al recordar a mi amiga. - Pero bueno, es hora de regresar a trabajar.
- Así es damisela, y como la noche es larga será mejor que comencemos. - asentí y ambos salimos hacia los pasillos, afortunadamente me tocaba el área de urgencias junto a Maximiliano.
Pasaron varias horas, solo había atendido algunos cuantos pacientes con lesiones de baja gravedad, nos encontrábamos platicando con Lu, la jefa de enfermeras, aunque en realidad ambas sólo escuchábamos las historias de Maximiliano.
- Y fue así como ella cayó rendida a mis pies. - Lu me miro y comenzó a reír a la par mía. - ¿Que?. Aunque no lo crean tengo mis encantos. - iba a aportar algo pero una voz muy conocida me interrumpió.
- Lu, ¿Te puedo dejar aquí estos reportes para que se los entregues al doctor Montes por la mañana?.
- Claro doctor De La Madrid. - la mujer tomó las carpetas y las guardó en un cajón.
- Gracias Lu, nos vemos mañana. - en cuanto termino de hablar me gire y lo mire, sus ojos al instante se posaron en mi y me miro sorprendido.
- Por fin estás aquí. - Leo se acercó y me abrazo, yo le correspondí al instante.
- Gracias por cubrirme. - susurre en su oreja recibiendo una risa de su parte.
- No es nada bella fugitiva.
- ¿Tienes cinco minutos para hablar?. - le cuestione.
- Claro, planeaba ir por un café al comedor antes de irme, ¿Gustas acompañarme?. - solo asentí.
- De verdad no se molesten por mi, yo no quiero ir y mucho menos quiero café. - soltó Max.
- Lo siento campeón será para la otra. - le respondió Leonardo entre risas. - Pero te prometo que de regreso te traigo una de tus donas favoritas.
- En ese caso. - mi amigo me miro. - Te puedes ir con toda libertad Ale, yo te cubro sin problema. - me reí de su actitud.
- Te has ganado hasta el café, cualquier cosa me llaman por el intercomunicador. - les dije, Lu y Max solo asintieron.
Leonardo me cedió el paso y comenzamos nuestra travesía hacia el comedor, en ese transcurso nos preguntamos mutuamente como nos encontrábamos y que había acontecido estos días, yo me reserve un poco y le prometí que en un momento le contaría todo, era lo mínimo que podía hacer después de lo qué pasó, llegamos al comedor, el me dijo que se encargaría de pedir y yo me dedique a buscar una mesa.
Encontré una cerca de los ventanales que daban a al estacionamiento de el hospital, tome asiento y me dediqué a esperar al chico, pasados unos minutos Leonardo tomó asiento frente a mi, tendiéndome un café y una dona.
- Muchas gracias. - el solo asintió.
- ¿Entonces tus vacaciones concluyeron con satisfacción?. - mencionó antes de dar un sorbo a su café.
- Eso creo. - pause. - Debo agradecerte por cubrirme con mis padres.
- No es nada, siempre que pueda te ayudaré. - me mostró una de sus características sonrisas.
- Leo, ¿Puedo ser sincera contigo sobre dónde estuve estos días?. - el me miro.
- Sabes que cuentas con mi discreción y confidencialidad, aunque ya me imagino por donde van las cosas. - lo mire fijamente.
Analice su rostro topándome con sus inconfundibles pecas, sus ojos resaltaban como siempre gracias a la luz del establecimiento aunque ahora se acompañaban de dos ligeras bolsas bajo estos, eso no le quitaba el aspecto de elegancia que siempre portaba.
- Cuando iniciaron las detonaciones en el bar yo me encontraba en el pasillo del baño porque había recibido una llamada pero me colgaron. - el asintió dándome a entender que continuará. - Iba a regresar para encerrarme con Sara pero, Ovidio me interceptó y me ayudó a salir de ahí.
Al mirar a Leonardo su rostro no denotaba ninguna emoción, simplemente agachó la mirada y tomó varios sorbos de su café antes de hablar.
- ¿Eso significa que estuviste con el en estos días?. - me limité a asentir. - ¿Te hizo algo contra tu voluntad?. ¿Te lastimo?.
- No, nada de eso, todo lo contrario. - mi amigo sonrió levemente.
- ¿Estas con el?. - soltó con pesar.
- Si. - pause. - Hablamos las cosas y creo que vale la pena arriesgarme por el.
Leonardo me miro fijamente, después de unos segundos tomó mi mano y sonrió.
- Si estar con el te hace feliz, yo te voy a apoyar, de verdad espero que el sepa amarte y respetarte como lo mereces, solo te pido que te cuides demasiado, sabemos como es eso a lo que el se dedica y no me gustaría que te envuelva en sus negocios en ningún momento. - asentí.
- Gracias por apoyarme y decirme esas palabras, eres el único que sabe de todo esto, te pido por favor que no comentes nada con nadie. - Leonardo me hizo una seña donde simulaba ponerse un candado en sus labios causando una risa en mi. - Y te prometo que me cuidaré.
- Espero que así sea, sabes que en cualquier momento yo estaré aquí para ti, ¿Vale?.
- Vale. - le regale una sonrisa.
- Es hora de que me vaya. - se puso de pie y yo imite su acción. - Ya deje pagado el café y la dona de Max, solo pídelos en caja. - Leo se acercó a mi y me abrazo.
- Gracias por todo. - correspondí su acto.
- No tienes que agradecer nada bella durmiente. - se alejó levemente, con una de sus manos acarició mi mejilla y dejó un beso en mi frente. - Nos vemos.
El rubio tomó sus cosas de la mesa y comenzó a dirigirse hacia la salida, dejándome ahí con muchos pensamientos en mi cabeza y una presión en el pecho que comenzaba a resultar incómoda.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top