16
• Miércoles 20 de Octubre 2015
• Ubicación: Rancho Ovidio Guzmán, La Tuna, Badiraguato, Sinaloa, México.
Alessandra POV:
12:15 PM
Miraba mi reflejo en el espejo del tocador, trataba de sentirme normal, pero poco a poco la tristeza comenzaba a llegar a mi, en unas horas Mayel y yo regresaríamos a Culiacán, eso significaba que tenía que separarme de Ovidio, siendo sincera en estos pocos días me había acostumbrado a su compañía, sus corajes, a completamente todo lo relacionado con el.
Salí de mis pensamientos cuando escuche como uno de los gabinetes del tocador se abrió, baje la vista y sonreí, la pequeña Alondra estaba revisándolo muy entretenida, al momento que encontró unas gafas de sol que Ovidio me había regalado cuando recién me había traído para acá, ella se las puso y comenzó a mirar a todos lados, me causaba una inmensa ternura, se me hacía demasiado curioso la ropa tan peculiar con la que la vestían todos los días, pero según su padre esa era la ropa que Vanessa le había mandado.
Observe que uno de los celulares de Ovidio se encontraba sobre la cama, me puse de pie y lo tome para hacerle un par de fotos a la niña, luego de realizar varias tome con cautela su pequeña mano y la atraje hacía mi.
- ¿Te gustan mucho verdad?. - ella asintió con una sonrisa. - Entonces ahora son tuyas. - aplaudió emocionada y me extendió los brazos para que la cargara.
La abrace y la senté en mi regazo, ella seguía jugando con las gafas mientras yo la observaba, sin duda alguna también extrañaría a Alondrita.
- Pero mire nomas' que belleza de mujeres tengo yo chinga'. - sonreí ante el comentario de mi novio.
Ovidio entro a la habitación, se acerco a mi y dejo un beso en mis labios, tomo a la niña de mis piernas y la cargo entre sus brazos.
- ¿Cómo te fue?. - lo mire.
- Se puede decir que bien mi chula. - suspiro.
- ¿Paso algo?. - el asintió. - ¡Karla!. - grite esperando que la niñera de Alondra me escuchara.
Al instante la mujer apareció en la puerta de la habitación.
- Dígame señorita. - sonreí ante su timidez.
- Por favor llévate a la niña y dale su mamila. - ella solo asintió, se adentro a la habitación y Ovidio la dejo en los brazos de la muchacha.
- Necesito que se quede lo que resta de la tarde con ella plebe que mi mujer y yo vamos a salir. - me sorprendí por sus palabras pero ya después le preguntaría a donde iríamos.
- Claro patrón, con su permiso. - ambas salieron del cuarto.
Mientras Ovidio tomaba asiento en la cama yo me puse de pie para dirigirme a cerrar la puerta de la habitación, una vez que lo hice regrese y me senté al lado de el.
- ¿Qué fue lo que paso?. - cuestione mientras tomaba su mano y entrelazaba nuestros dedos.
- Me chingaron dos casas de seguridad, una en Ahome y otra en Cosalá. - Ovidio miro me miro. - No se pudo rescatar nada, y créeme que no me pesa la merca, me pesan mas los hombres que perdí.
- Te creo. - lo abrace, el escondió su cabeza en el espacio entre mi cara y mi cuello. - Pero tu mismo sabes como es esto. - pude sentir como asintió. - ¿Tienes alguna idea de quien fue?.
- Fue el pendejo de Archivaldo, esas casas eran parte de sus antiguas plazas, nadie mas que el sabía donde estaban, este cabrón esta comenzando una puta guerra que después no va a poder parar.
- Debes de tener mucho cuidado Ovidio, tu bien sabes como te amenazo y de lo que es capaz Iván, no me gustaría que te pasara algo.
- Usted no se preocupe mi chula, en cuanto ese pendejo intente algo contra mi, me va a valer madre que sea mi hermano y me lo voy a quebrar. - suspire.
No me gustaba para nada lo que me acababa de decir, no estaba bien que siendo hermanos se llevaran tan mal, ambos nos quedamos en silencio por unos minutos, hasta que el hablo.
- ¿Está segura que ya se quiere ir pa' Culiacán?. - se levantó y me miro.
- Ya estuve mucho tiempo fuera, no me imagino como están mis papas, no quiero preocuparlos más. - el solo asintió.
- Venga conmigo que tengo una sorpresa pa' usted. - se puso de pie y tomó mi mano.
- Te dije que no más sorpresas. - lo mire mientras me ponía de pie y ambos comenzábamos a caminar hacia la puerta.
- Déjese querer chinga. - rodé los ojos y el solo soltó una carcajada.
6:45 PM
Llevábamos aproximadamente dos horas dentro de la camioneta, no sabía cual era el plan de Ovidio pero comenzaba a desesperarme, aún más después de que hace unos minutos este último me vendo los ojos.
- Ya tranquilícese mi chula, que no le va a pasar nada, ¿O que no confía en mi?.
- Si confió pero debes de entender que...- me interrumpió.
- Ya se, ya se, que mis mamadas la ponen así, pero ya llegamos así que relájese, ahorita la bajo.
Sentí como la camioneta se detuvo, pude escuchar como las puertas se abrían, luego alguien tomo mi brazo, me tensé.
- Tranquila mija, soy yo.
Ovidio me ayudo a bajar, rodeo con uno de sus brazos mi cintura y con el otro tomó mi mano, guiándome con cuidado entre el camino hasta que nos detuvimos.
- ¿Está lista mi reina?. - solo asentí. - Deje le quitó esta chingadera.
Saco la venda de mis ojos, me costo acostumbrarme a la claridad de la luz, pero cuando lo logré observé la vista, el portón negro era muy elegante y contrastaba bien con los muros de alrededor, Ovidio tomó mi mano y comenzamos a caminar adentrándonos a la propiedad, una vez que pasamos el portón mi boca se abrió en sorpresa, era una de las casas más lindas que había visto en mi corta vida.
La puerta de la entrada era de cristal acompañada con herrería, las columnas enmarcaban muy bien la entrada principal, delante de esta se encontraba una pequeña fuente que funcionaba como glorieta para los autos dándole un toque más elegante, de lado izquierdo pude admirar dos garajes uno que tenia igual su puerta de cristal y otro que era completamente cubierto por una cortina negra de acero, el jardín que cubría los alrededores era el toque perfecto para acompañar la propiedad.
- ¿Le gusta?. - la mirada de Ovidio estaba sobre mi.
- Es preciosa debo admitir. - lo mire y el sonrió.
Se posicionó tras de mi y me abrazo por la cintura para hablar a mi oído.
- Me alegra oír eso mi chula porque ahora es suya. - besó mi sien. - ¡Mayel!. - sus palabras me descolocaron.
- ¿Esto es una broma verdad?. - me gire aún en sus brazos y lo mire.
Mayel llegó a nuestro lado y le tendió un folder a Ovidio, este último lo tomó y terminó dándomelo, con cautela lo tome y lo abrí, notando que dentro de este venían las escrituras de la propiedad, efectivamente estaba a mi nombre.
- No, estás muy mal si piensas que te voy a aceptar esto Ovidio. - cerré el folder y me aleje de el.
- A ver mija, está casa ya está comprada y no me va a hacer ese desplante. - comenzó a acercarse a mi. - Aparte en algún momento nos vamos a casar, usted se tiene que venir a vivir conmigo, que mejor que en una casa que le guste y esté fuera de todo mi mundo, porque le juro que aunque me costo un chingo conseguirla, la casa está tratada bajo todas las de la ley y por eso la puse a su nombre. - sonreí ante sus últimas palabras.
Saber que el estaba asegurando un futuro a mi lado me llenaba el corazón de ternura y que se haya tomado la consideración de adquirirla limpiamente me hacía quererlo más.
- Pero es demasiado. - solté mientras el tomaba mi cintura con sus manos, no hice más que rodear su cuello con mis brazos.
- Nada es demasiado para una reina como usted. - término de acortar la distancia entre nosotros y me beso.
8:00 PM
Una vez que terminamos de recorrer toda la casa, estaba admirando el jardín desde la terraza de la que sería nuestra habitación, era espectacular, tenía una alberca bastante grande acompañada de un área de camastros, afuera también había una especie de comedor, una sala bajo techo y otra junto a la alberca, también tenía una gran área de pasto, que era acompañada al fondo por unas caballerizas que no debían faltar según mi hombre y una especie de cabaña del estilo de la casa que me limité a preguntar para que era, pero a lo que había notado era típico que en todas las casas de los Guzmán se encontrara una de estas.
No entendía que haríamos con tanto espacio pero nada podía hacer con la terquedad de este hombre.
- ¿De verdad no crees que es muy grande para nosotros?. - le cuestione a mi novio mientras me introducía de nuevo a la habitación, el me miro por un momento y sonrió.
- Que no mi chula ya le dije, aparte va a ver que la vamos a llenar en chinga de puros plebitos de los dos. - reí ante su comentario.
- Oh si claro. - observe la decoración de la habitación.
- ¿Apoco no le gustaría que tuviéramos un chingo de hijos?. - me miro.
- No. - su semblante se tornó serio y yo terminé riendo ante su expresión. - Solo un par pero muchos no.
- Eso dice ahorita. - el rio.
Miraba todo a mi alrededor, debía admitir que cada cosa que había dentro de la casa me había encantado, todo estaba decorado a la perfección.
- Se me había pasado decirle que los muebles son los que tiene de muestra la casa. - se acercó a mi y tomó mis mejillas con sus manos. - Usted puede comprar todo lo que se le antoje pa' llenarla.
- ¿No se puede quedar así?. - lo mire.
- Si eso es lo que usted quiere hablaré con la persona que me la vendió pa' que todo se quede aquí. - sonreí.
- Gracias. - lo abrace.
- ¿Qué le he dicho de agradecer mi chula?. - acarició mi cabello.
- Que no debo hacerlo porque todo sale de ti, pero aún así es mi deber. - me separe de él levemente.
Mis ojos se encontraron con los suyos, una sonrisa estaba sobre sus labios, me encantaba verlo de esa forma, sin presión, relajado y siendo feliz.
- Te quiero un chingo mi chula. - sonreí por instinto.
Le iba a responder pero el atrapo mis labios con los suyos, este era uno de esos besos donde nos demostrábamos cada sentimiento que teníamos el uno por el otro, sin prisas, solo con amor.
Sus manos no tardaron en tomar mi cadera para acercarme mas a el, en respuesta a su acto acaricie levemente su nuca, sintiendo como su piel se erizaba bajo mis dedos, comenzamos a caminar lentamente hacia la cama, el me levanta con delicadeza y me recuesta en esta colocándose sobre mi con cautela.
Comencé a desabrochar los botones de su camisa, el se separo de mi y la saco por completo de su torso, cuando se volvió a acercar sus labios bajaron hacia mi barbilla llegando a mi cuello, yo hice a un lado mi cabeza levemente permitirle el acceso y dejar que comenzara a repartir pequeños besos sobre este.
Suspire al sentir sus labios sobre mi piel, a pesar de que lo tenia ahora junto a mi comenzaba a entrar la nostalgia al recordar que mañana nos separaríamos por un tiempo, pero ahora lo único que importaba era lo que sucedería entre los dos.
De un momento a otro sus manos se introdujeron bajo mi camisa, comenzó a subirla y yo le ayude a sacarla de mi cuerpo, se quedo observándome por unos instantes, acto seguido paso su lengua sobre mi clavícula, era increíble como solo el podía descolocarme con un solo toque.
Sentí como sus manos fueron directo por mi espalda hacia mi sostén, el con un solo intento logro quitarlo causado una sonrisa en mi y provocando una risa de su parte.
En un rápido movimiento paso sus manos sobre mis pechos, ganándose un jadeo de mi parte, de nuevo volvió a besarme, enrolle mis piernas sobre su cadera, logrando provocar fricción entre nosotros y que el jadeara levemente.
- Debemos deshacernos de los pantalones. - murmure sobre sus labios y el dejo un beso corto sobre los míos.
- Tranquila mi chula, esta vez nos vamos a ir con calma.
No volvimos a mencionar palabra alguna, solo había besos y caricias entre nosotros, Ovidio se separo de mi, desabrocho mis jeans con cautela y los saco de mi cuerpo, para posteriormente hacer lo mismo con los suyos.
Cuando me atrajo de nuevo hacia el roce sobre su boxer su miembro levemente con mi pierna, ganándome una mirada acusatoria de su parte, aunque sabía que no le molestaba y la sonrisa sobre sus labios me lo demostraba, el respondió a mi acto colando una de sus manos por mi panti, suspire al sentir como tocaba con delicadeza mi feminidad, recosté mi cabeza cuando su toque se hizo mas rápido.
- Ovidio. - le llame entre suspiros intentando que pare. - Ovidio.
Fue hasta ese momento que se detuvo, con cautela tomo mis muslos, se giro despacio dejándome a mi sobre sobre sus caderas, no sin antes deshacerse de la poca ropa que nos quedaba.
Un gemido salió de ambos al momento que el entro en mi, nuestros ojos se encontraron por un momento, comencé a moverme despacio mientras sus manos subían hacía mis pechos y entre sus dedos los tomo masajeándolos con cuidado, después de un momento regreso sus manos a mi cintura.
Pose mis manos sobre su pecho, el lo tomo como una invitación para reafirmar mis caderas y ayudarme a profundizar el movimiento, unos instantes después sin salir de mi se giro para dejarme de nuevo bajo su cuerpo, me abrace a su cuello y el comenzó a embestirme mas rápido.
- Puta madre. - jadeo en mi oído.
Varias embestidas después comienzo a sentir una presión en mi abdomen, sabía lo que venía, mordí mi labio tratando de contener la sensación, Ovidio vuelve a besarme mientras entra en mi una y otra vez, enrolle mis piernas sobre sus caderas y una de sus manos se enterró en mi muslo, indicándome que el también estaba cerca, cuando sentí el orgasmo sobre mi mordí levemente su oreja y enterré mis uñas en su espalda. Los movimientos de el se hicieron mas fuertes y constantes hasta que siento como el también llega al climax.
El se recostó sobre mi pecho mientras ambos tratamos de controlar nuestra respiración, el levanta su cabeza y mira.
- La cague mija, no me puse condón. - lo observe, su mirada era de total preocupación, su cabello estaba pegado a su frente gracias al sudor, se veía demasiado atractivo hasta en esta situación.
- No te preocupes, yo me encargo de eso esta vez. - sonreí.
El imito mi acto, salió de mi y se acerco hacia mis labios, besándome tiernamente.
- No me equivoque con usted chingado. - comenzó a repartir pequeños besos sobre mi cara, comencé a reír. - Vamos a descansar un rato.
Ovidio se tendió a mi lado, recosté mi cabeza en su pecho y lo abrace, el rodeo mi cintura con uno de sus brazos y dejo un beso en mi frente, comencé a brindar leves caricias sobre su abdomen, solo se escuchaban nuestras respiraciones en la habitación, tenía un sentimiento reprimido en mi, desde hace días quería sacarlo y después de todos los acontecimientos de este día creo que era el momento.
- Debo confesarte que no se que diablos me hiciste, pero me has ganado por completo mi amor. - pause. - Así que debes estar seguro que no te miento si te digo que te amo.
Al no recibir respuesta levante mi cabeza levemente y lo mire, sonreí al instante al verlo dormido descansando tan pacíficamente, deje un beso sobre su pecho y volví a recostarme, pensando en lo mucho que me costaría estar lejos de el mientras el sueño me invadía por completo.
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Regalo de Ovidio a Alessandra
- Parte delantera:
- Jardín:
- Luis Iván Arana es Mayel García.
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