10 [Pt. 1]
• Sábado 26 de Septiembre 2015.
Ubicación: Anaheim, California, Estados Unidos.
7:50 PM
Alessandra POV:
Al ver mi reflejo había algo que no me convencía, se me hacía demasiado revelador pero no podía renegar en estos momentos, aunque agradecía a madre que me había obligado a empacar este conjunto, de no ser así ahora no tendría que ponerme para la cena de esta noche.
Cuando leí el itinerario del congreso nunca me percaté que la cena de la clausura era de gala, estos eran los momentos en los que me daba bofetadas mentales por ser fan distraída, alise de nuevo mi cabello, este ya se encontraba de mi castaño natural gracias a que las rotaciones en el hospital no me habían dado tiempo de hacer cita para retocar el rubio, coloqué el pequeño collar en mi cuello, era exagerado pero daba un buen toque, por fin estaba lista, tome mi móvil y me percaté que tenía un mensaje del doctor Montes.
"Anaya tuve que salir con anticipación al lugar de la cena con el doctor Michael, discúlpame por no avisar antes pero surgió un imprevisto. En la recepción ya están enterados, cuando estés lista dirígete ahí y te guiarán hacia el auto que traerá para acá, nos vemos en un rato."
Al terminar de leer el mensaje, simplemente tome mi bolso y salí de la habitación, subí a uno de los ascensores y en menos de un minuto me encontraba en recepción, afortunadamente la señorita que un día antes me había llevado el regalo a la habitación me reconoció y al instante me guio hacia la camioneta que me llevaría, en el camino al restaurant me dediqué a revisar mis redes sociales, cuando entre a Instagram me encontré con una publicación de mi hermana.
caro.iayala
caro.iayala Gracias por esta sorpresa, lo que más deseo es regresar para por fin unir nuestros caminos como uno solo ❤️ #teamoporsiempre
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Rodé los ojos, no entendía a que se refería con regresar, pero la verdad no me importaba, al parecer ella nunca razonaría que ese matrimonio no la llevaría a ningún lado, pero en fin, contesté unos cuantos mensajes en WhatsApp y cuanto menos me di cuenta nos encontrábamos fuera del Anaheim White House, el chofer fue muy amable abriéndome la puerta y ayudándome a bajar, le agradecí, comencé a dirigirme hacia el lugar, para mi fortuna el doctor Montes se encontraba en la entrada.
- Pero casi no te reconozco hija, luces muy bella esta noche. - me sonrió.
- Muchas gracias Alberto. - sentí como mis mejillas comenzaban a enrojecerse.
- Anda, vamos adentro que ya casi comienza esto. - me limite a asentir, el me ofreció su brazo y yo lo acepté enseguida.
En el trayecto pausamos en varios grupos de personas que detenían a el doctor Montes para saludarlo, al llegar a nuestra mesa me lleve la sorpresa de que la esposa de Alberto se encontraba ahí.
- Pero mira nada mas que preciosa estas. - me dijo ella mientras se ponía de pie.
Monica era una mujer de aproximadamente cuarenta años, sus ojos azules eran difíciles de no apreciar, su cabello era dorado como el sol.
- Lo mismo puedo decir de ti Moni. - nos fundimos en un abrazo.
- Me alegra mucho verte aquí hija, pude ver tu conferencia por internet, estuviste fantástica. - sonreí.
- Muchas gracias por eso. - cuando nos separamos Alberto nos retiro la silla a ambas para que tomáramos asiento.
- ¿Cómo han estado tus padres?. - ella me miro.
- Muy bien, creo que el home office se está volviendo su actividad favorita. - ella río.
- Me alegra mucho que pasen más tiempo contigo. - soltó.
- Por favor recuérdale a tu padre que me debe aún el torneo de golf. - yo reí.
Alberto y mi padre eran grandes amigos, muchas veces nuestra familia había ido a viajes junto con la de Alberto, durante un tiempo los hombres de la casa habían tomado una manía por el golf, pero conforme sus profesiones se tornaban más exigentes ellos se habían alejado.
- Siempre recuerda la vez que lo venciste en el club. - los tres reímos. - Créeme que espera ese reencuentro con ansias.
- Entonces en cuanto regresemos, me pondré en contacto con el y podemos rentar el club de golf. - iba a contestarle pero una voz a mis espaldas me interrumpió.
- ¿Alguien dijo golf?. - Alberto y su esposa rieron.
- Leo, cariño que gusto verte. - Mónica de puso de pie al instante.
Alberto la imitó así que no me quedo más que repetir su acción.
- Buenas noches bella durmiente. - su comentario me hizo reír.
- Buenas noches Leonardo. - lo salude con un beso en la mejilla.
- Pensé que nunca llegarías. - le mencionó Alberto antes de estrechar su mano.
- Me disculpó por la tardanza, me llamaron desde México por una complicación con un paciente y tarde un poco en resolver.
- Lo importante es que ya estás aquí. - dijo Moni.
- Así es, por favor. - nos señaló la mesa para que tomáramos asiento de nuevo.
La silla a mi lado era la único que quedaba libre así que ocupo ese puesto, mientras mis tres acompañantes se ponían al día, me dediqué a observar el lugar, sin duda alguna era de muy buen gusto, las decoraciones eran preciosas, el ventanal que se encontraba al lado de nuestra mesa, me daba la vista perfecta hacia las mesas del jardín, dándome cuenta que había demasiada gente esta noche, regrese a la realidad cuando la voz del doctor Montes me saco de mi trance.
- ¿No es así Anaya?. - lo mire.
- Lo siento estaba distraída. - los cuatro reímos. - ¿Qué decían?.
- Yo le explicaba a Leonardo que tú estás interesada en especializarte como endocrinóloga.
- Claro, desde que comencé a estudiar medicina esa fue mi meta principal.
- Si es así, puedes contar conmigo para cualquier cosa, estoy en el departamento de endocrinología en el Instituto Nacional de Pediatría, si llegas a necesitar algo no dudes en contactarme. - sonreí cuando me dijo eso, su gesto me pareció muy amable.
- Muchas gracias. - asentí.
- Aunque muy pronto dejará de estarlo. - soltó Alberto entre risas.
- ¿A que te refieres vida?. - cuestionó Mónica.
- No hagas caso, son ideas locas de tu marido. - los dos hombres rieron.
Mónica me miro pero yo solo pude responderle alzando mis hombros, tampoco entendía a lo que se referían, al finalizar la conversación, el director general de ENDO nos brindó unas cuantas palabras, nos agradeció por nuestra asistencia y recordó cuál era el fin de este congreso.
Hizo la clausura oficial y así por fin pudimos cenar, los meseros comenzaron a traer nuestros platillos, sinceramente agradecía que ya estuvieran designados porque si no hubiera tardado una eternidad en elegir, los platillos eran deliciosos, para acompañarlos nos ofrecieron un vino tinto exquisito.
La cena la pasamos entre anécdotas y risas, me asombraba la confianza que había entre Leonardo y los Montes, parecía que se conocían de años, resultó ser así, Leonardo fue estudiante de Alberto cuando este era docente en la UNAM.
De un momento a otro Can't Take My Eyes off You de Frankie Valli comenzó a sonar en el lugar, noté como Mónica y Alberto se miraron cómplices.
- Esta fue la canción que tocaron en nuestro primer baile como esposos. - soltó Alberto.
- Recuerdo que para ese momento Alberto ya se encontraba algo pasado de copas. - Leonardo y yo reímos ante el comentario de Mónica. - Me toco guiarlo durante toda la canción mientras el no paraba de decirme lo hermosa que era y lo afortunado que había sido de que me fijara en el. - sonreí y mire a Montes, estaba completamente avergonzado.
- Los borrachos y los niños dicen la verdad, así que no abusen del alcohol, pero ya que te gusta recordar, vayamos a bailar para rememorar esa noche. - Alberto tomó la mano de su mujer y ambos se pusieron de pie en dirección a la pista donde ya se encontraban varias personas.
- Creo que nos hemos quedado solos. - mire sus ojos claros.
- Suele pasar. - mencione.
Leonardo desvió su mirada hacia Alberto y Mónica por unos segundos.
- Y pensar que en algún momento tenían planes de divorciarse. - soltó sin más mientras me miraba de nuevo.
- ¿De verdad?. - pregunté asombrada, el asintió.
- Por un momento la profesión de Alberto no fue fácil de llevar para Moni, cuando el comenzó a dar clases en la UNAM, hubo un declive muy grande en su matrimonio. Montes la ama tanto que no iba a permitir que lo de ellos se rompiera, en cuanto termino el semestre dejo de ser catedrático y le pidió a Mónica que se fueran a donde ella lo deseara, fue así como terminaron en Culiacán.
Me sorprendió demasiado enterarme de eso, sin duda alguna aún había personas que renunciaban a cualquier cosa por amor, eso me llevo a pensar de nuevo en Ovidio, tensándome por un momento, cosa que al parecer Leonardo noto.
- ¿Te encuentras bien?. - tomo mi mano haciéndome reaccionar.
- Si, no te preocupes. - le sonreí.
- Como me pides que no me preocupe mujer si te pusiste muy nerviosa, parece que viste al mismo demonio. - reímos ante su comentario.
- Cosas del pasado. - solté.
- Ah ya entiendo, ¿Amor no correspondido?. - me miro.
- Todo lo contrario. - tome un trago de mi copa.
- Dejémoslo en decepción amorosa, no te preocupes es más común de lo que crees, pero bienvenida al club de los corazones rotos. - alzó su copa y la chocó con la mía.
Volví a reír con el, seguimos platicando de cosas triviales, cuando menos nos dimos cuenta habíamos vaciado nuestras copas.
- Ya que no tenemos bebida para desahogarnos, y los enamorados no creo que regresen pronto. - el se puso de pie y abrochó el botón de su saco. - ¿Te parece si vamos al bar por otro trago? - me tendió su mano.
- Perfecto. - tome su mano.
El me ayudó a ponerme de pie, colocó su mano en mi espalda y comenzó a guiarme al bar, cuando llegamos a este observe su decoración, las paredes y el piso eran de un blanco realmente deslumbrante, logrando un gran contraste con la barra y el techo que eran de un azul rey precioso con pequeños detalles en blanco, nos posamos en la barra y Leonardo me miro.
- ¿Qué te apetece beber?. - menciono el mientras miraba la carta.
- Cualquier cosa es bienvenida en este momento. - solté.
- ¿Carajillo?. - me miro sonriendo.
- Carajillo. - afirme, tenía mucho que no probaba uno de esos, sin pensarlo acepté.
Mientras el pedía las bebidas yo me dediqué a observarlo detenidamente, su cabello se veía aún más claro con el reflejo de la luz, esta también hacia resaltar sus ojos, las pequeñas pecas en su rostro le daban un toque monísimo y enmarcaban muy bien sus labios.
Llevaba un traje negro a juego con una camisa del mismo color que le sentaba demasiado bien, me llamaron la atención los anillos que portaba en sus manos, era un hombre muy apuesto a decir verdad y me tenía impresionada lo poco que había logrado a su corta edad, una vez que tuvimos los tragos frente a nosotros comenzamos a platicar.
- ¿Y como fue que te llamo la atención esa especialidad? - me cuestionó.
- Todo fue gracias a mi abuelo, el tenía un par de tumores en la tiroides, los médicos no supieron cómo tratarlo en ese tiempo, entonces murió gracias a la metástasis que creció en sus pulmones. - tome un poco de mi carajillo.
- Siento mucho que eso haya pasado, al final de cuentas nos sirvió para que se desarrollara una de los mejores doctoras en ascenso. - me brindo un guiño causando que soltara una risa.
- Agradezco tu comentario, solo espero que de verdad en algún momento llegue a ser la buena doctora que todos esperan.
- Ya estás en ese camino preciosa. - menciono. - Estás logrando lo que muchos no pueden ni después de muchos años de estar en esto. - asentí.
- ¿Es el primero congreso al que asistes?. - le pregunté.
- No, creo que este ya es el cuarto año que vengo, aunque si es el primer año como miembro de la asamblea. - mi boca se abrió de la sorpresa causando que el riera. - Esa es la típica expresión cuando se enteran que pertenezco a esta.
- Lo siento, es solo que, eres algo joven para estar en ella. - solté sin más.
- ¿Me estás diciendo que no lo merezco?. - toco su pecho ofendido.
- No claro que no. - reí. - Es solo que Alberto me contó una que otra cosa sobre ti y de verdad me impresiona lo que has logrado a tu edad.
- Alberto tan modesto siempre, pero lo curioso es que a mi también me hablo bastante de ti, y puedo decir lo mismo, me declaro tu fan. - yo solté una carcajada.
- Cuánta exageración, pero si quieres te brindo mi autógrafo.
- ¿Por qué no mejor me brindas tu número?. - sentí su mirada sobre mi. - Así seguimos en contacto y cuando quieras te puedo dar unos cuantos consejos acerca de cómo llegar a ser como yo. - los dos estallamos en risas.
- Me parece perfecto.
Me tendió su móvil y le anoté mi número de celular, una vez que lo tuvo me llamo para que así yo registrara el suyo, luego de registrar su contacto me entretuve revisando unos mensajes de Maximiliano, el ya iba de regreso a Culiacán, le respondí que mañana lo veía, cuando envíe el mensaje a mi amigo me llegó una notificación de Leonardo que me hizo reír
"Tu carajillo y yo te seguimos esperando. "
Deje mi móvil en la barra y tome mi vaso al ver como el tenía el suyo arriba.
- Un brindis por las nuevas amistades. - menciono y chocamos vasos, di un pequeño trago pero el me reprendió.
- Que es eso mujer, hasta el fondo. - rio y me hizo tomar de nuevo mi vaso.
Tome todo el líquido dentro de él y lo deje en la barra, notando como el también había terminado el suyo.
- ¿Me aceptas otro?. - se acercó levemente a mi sonriendo.
- Por supuesto. - le devolví la sonrisa.
Y así continuamos charlando, pasando la noche entre tragos y risas.
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° Leonardo de la Madrid (Miguel Bernardeau)
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