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• Lunes 02 de Marzo 2015.
Ubicación: Culiacán, Sinaloa, México.
8:00 AM
Alessandra POV:
Otra guardia terminada, por fin era hora ir a casa, estos últimos días en el hospital habían estado mas pesados de lo usual, tenia que correr de un lado a otro pero a quién engañaba, me encantaba, y lo mejor de todo era que cada vez faltaba menos para terminar el internado acercándome mas a mi meta de recibir el título de medico cirujano y partero.
Salí del hospital después de registrar mi hora de partida, ingrese al estacionamiento y me dirigí hacia mi camioneta, estando arriba de esta la encendí, decidí tomar rumbo hacia un Mc Donald's, solo deseaba comer algo rápido para poder ir a casa, pedí una orden de nuggets con unas patatas y una botella de agua por medio del servicio al auto, después de pagar la chica me indicó que en la siguiente ventanilla me entregaban, avance hacia esta y apague la camioneta, mientras esperaba note que en la avenida pasaba a toda velocidad un convoy de camionetas lujosas.
Atine a suspirar y girar los ojos en sincronía, seguramente eran los hijos de los empresarios ricos de Culiacán o aún peor los chicos malos. Con esto me refería a los grupos de hombres que formaban parte del mundo del narcotráfico, el hecho de llamarlos líderes, narcos, maleantes, ladrones, y todos sus derivados me fastidiaba en cierto aspecto, estaba claro que una parte si lo hacían por gusto debido a que era su estilo de vida, pero la mayoría eran obligados y lo hacían por proteger a sus familias.
Cuando mi orden estuvo lista, la tome y agradecí al chico que me la entregó, encendí la camioneta y me puse en marcha, no tarde menos de diez minutos en llegar a casa, presione el intercomunicador, después de unos minutos el portón se abrió, introduje el vehículo y aparqué la camioneta frente a la puerta, al instante Leonel se acercó a abrirme la puerta, algo que le había pedido millones de veces que no hiciera pero siempre me respondía que era parte de su trabajo.
- Buen día señorita. - me sonrió.
- Buen día Don Leo, ¿Qué le he dicho acerca de la puerta?. - tome mi mochila del asiento de copiloto y baje del vehículo.
- Usted sabe que es parte de mi trabajo, y siempre la atenderé como se lo merece. - le di un abrazo que correspondió con cariño.
Don Leonel era uno de los trabajadores más antiguos de esta casa, prácticamente me vio nacer y le tengo demasiado cariño, lo consideraba un abuelo más.
- Gracias por eso. - me retire y le sonreí.
- De nada niña, su hermana Carolina está en casa, y me pidió que en cuanto llegara le avisara que subiera a hablar con ella.
- Perfecto, gracias por el recado. - le mencioné antes de salir disparada a casa.
Abrí la puerta y entre cerrando tras de mi, fui directo a las escaleras para subir a la segunda planta y encontrarme con mi hermana, camine en el pasillo de la habitación y me plante frente a su puerta dando tres toques.
- Adelante. - al escuchar eso entre. - ¡Ale es un milagro verte!. - se acerco y me abrazo, acto que correspondí al instante.
- Lo mismo puedo decir, te desapareces por mucho tiempo. - nos separamos y ambas tomamos asiento sobre su cama.
- Te prometo que ya no será así. - sonrío.
- ¿Cómo estuvo tu viaje a Mérida?. - cuestione.
- De lo mejor, tu sabes que las chicas y yo nos pintamos solas para divertirnos. - ambas reímos.
Ana Carolina era un alma libre, no mentía si decía que era conocida por la mayoría de la gente en este lugar, le encantaba relacionarse con las personas y salir de viaje con sus amistades, algo que podía solventar muy bien gracias a su solido negocio de decoración de interiores, este comenzó como un simple proyecto de la universidad pero mi hermana no descanso hasta volverlo realidad.
- Don Leo me dijo que querías hablar conmigo, ¿Pasa algo?. - la miré.
- Se que acabas de salir del hospital y que debes estar demasiado exhausta. - me miró. - Pero tenemos mucho que no pasamos tiempo juntas y quería saber si, ¿Harías la buena acción de acompañar a tu hermana mayor a una fiesta?. - me mostró su mejor sonrisa para convencerme.
- Claro, mañana no iré al hospital, solo tendré unas pruebas en la facultad y...- me interrumpió.
- Es esta noche.
- Caro, de verdad estoy muy exhausta. - bufé.
- Anda por favor vamos, apenas son las. - miro su móvil. - Nueve con treinta minutos, tienes parte de la mañana y toda la tarde para descansar. - suspiré.
- ¿A que hora es la fiesta?. - cuestione.
- Comienza a las nueve, te da el tiempo perfecto para rejuvenecerte con una bella siesta de ocho horas y lucir radiante.
- Mañana tengo que levantarme temprano entonces.- me interrumpió de nuevo.
- Ira mi novio. - soltó mientras miraba sus uñas despreocupada.
- Eso es chantaje Ana Carolina. - la señale con mi índice.
Mi hermana tenía aproximadamente medio año saliendo con un chico que aún no presentaba a la familia, algo que me parecía raro, la mayoría del tiempo cuando ella conocía a alguien lo primero que hacía era traerlo a la casa, pero tal vez este si era el bueno como dicen por ahí, que para sus 29 años ya era justo que por fin alguien la hiciera feliz.
- Por favor acompáñame, quiero que lo conozcas y también necesitamos un rato de hermanas. ¿Qué dices?. - me miró suplicante.
- Esta bien. - saltó a abrazarme. - Pero debemos regresar temprano, no puedo llegar tarde estos últimos días a la universidad.
- Te lo prometo. - dejo un beso en mi mejilla.
Seguimos platicando un rato poniéndonos al día, tiempo después salí de su habitación para dirigirme a la mía, conecte mi celular a cargar, me deshice de mis tenis y me coloqué un pijama, levante las sábanas de mi cama y me introduje en ellas para descansar unas horas antes de verme obligada a arreglarme.
6:30 PM
Varios golpes insistentes en la puerta lograron despertarme, mire la hora en mi celular para comprobar que ya era algo tarde, salí de entré las sabanas y con pereza me dirigí hacia la puerta para abrirla topándome con mi hermana, su expresión se desfiguró al verme.
- ¡Sigues en pijama!. - comento alarmada.
- Claro, me acabo de despertar. - talle mis ojos y me encamine de nuevo a la cama con la intención de volver a dormir.
- No puede ser posible, ya han llegado por nosotros.
- ¿Qué?. - exclamé sorprendida y la mire. - Me dijiste que la fiesta era hasta las nueve.
- Así es pero, el lugar queda algo lejos. - sonrió nerviosa.
- Dame cinco minutos y me cambio. - comente despreocupada.
- No, tú tomarás una ducha y te arreglarás como corresponde. - pasó por mi lado y se dirigió a mi closet. - Anda, entra a bañarte mientras yo me encargo de elegir tu ropa. - cómo no tenía ganas de discutir simplemente hice lo que me pidió.
Entré al baño y me despojé de mi ropa para tomar una ducha rápida, al sentir el agua caliente sobre mi cuerpo este me pidió permanecer un rato bajo la regadera pero no quería desesperar a mi hermana, me duché en menos de 10 minutos y salí, seque mi cuerpo con una toalla y lo envolví en esta para posteriormente envolver mi cabello en otra, salí del baño y mi vista se posó en la cama.
- No, ni lo sueñes. - mire a Carolina.
- Por favor Alessandra, hace más de un año que te regale ese vestido y nunca lo has usado, es la ocasión perfecta, vístete en lo que voy por la secadora. - salió de la habitación.
Suspiré, me dirigí hacia mi cajonera, tomé un par de interiores, fui directo a la cama y dejé la toalla a un lado para comenzar a cambiarme, coloque mi ropa interior para proseguir a colocarme las medias negras que mi hermana había dejado sobre la cama, cuando termine tomé el vestido y me introduje en el.
Me dirigí al espejo, debía aceptar que era un vestido muy lindo, el azul eléctrico de la tela hacia resaltar mi piel, aunque la apertura en el abdomen y la espalda descubierta me incomodaban un poco pero que más daba, tomé los botines con tacón que estaban sobre mi tocador y me los coloqué.
- Te queda perfecto. - mire a mi hermana y le sonreí. - Ahora maquíllate mientras yo me encargo de tu cabello.
Tome asiento en el pequeño banco que tenía frente a mi tocador y comencé a trabajar en mi rostro, decidí solo delinear mis ojos y colocar máscara de pestañas junto con rubor y algo de iluminador, por último pinte mis labios rojos y coloqué algo de perfume en mi cuello, mientras yo hacía esto, mi hermana seco mi cabello, lo aliso un poco y marco pequeñas ondas en las puntas.
- Ves, no era necesario demasiado y luces preciosa. - me abrazo. - Ahora toma tu abrigo y vámonos que nos esperan.
Salió con prisa de la habitación, obedecí lo que me dijo, tomé mi abrigo del closet y un pequeño bolso donde metí un labial, mi celular junto con su cargador y algo de dinero, tome rumbo hacia las escaleras y comencé a descender, cuando llegue abajo me encamine al living encontrándome con un tipo que nunca había visto en mi vida, tenía cierto aspecto sombrío.
- Buenas señorita. - me miró.
- Hola. - ambos nos miramos fijamente analizándonos, debía admitir que me generaba cierta desconfianza, pero decidí interrumpir el momento incomodo. - ¿Y mi hermana?.
- Esta haciendo una llamada, no debe tardar. - asentí, después de varios minutos Carolina apareció.
- Listo, dijo que nos espera directo en el rancho. - sonrío y le entregó al desconocido una especie de radio.
- Entonces andando. - el hombre se adelanto y nos abrió la puerta.
Caro y yo salimos de la casa, una camioneta bastante llamativa nos esperaba fuera, subimos al asiento de atrás y nos colocamos el cinturón, el hombre ingreso en el asiento del piloto, sin mencionar palabra alguna encendió el vehículo y comenzó a conducir.
- Nunca mencionaste que la fiesta sería en un rancho. - cuestioné a mi hermana.
- Lo olvide, lo siento. - me miró dudosa. - Pero no te preocupes, la pasaremos excelente.
Me regalo una sonrisa y decidí no cuestionar mas, solo esperaba que esto terminara pronto para poder regresar a casa y dormir lo suficiente para afrontar lo que me esperaba el día de mañana.
・・・
Ubicación: Rancho IAGS, La Tuna, Badiraguato, Sinaloa, México.
10:30 PM
Llevábamos alrededor de una hora en camino, revise mi celular y efectivamente, no tenía señal, parecía que nos adentrábamos cada vez mas a las penumbras y eso me inquietaba, mire a mi hermana pero ella estaba completamente normal, podría decir que hasta emocionada.
Estaba por preguntar cuanto faltaba pero comencé a escuchar ruido, música de banda si no me equivocaba, la camioneta avanzó un par de metros más y divisé un portón que supuse era la entrada al famoso rancho, junto a este se encontraban cuatro hombres, estaba por verlos más detenidamente pero mi hermana me llamó.
- ¿Estás lista para la diversión?. - sonrío.
- No se que tipo de diversión puedo esperar en medio de la nada pero supongo que si. - alce mis hombros en señal de desinterés.
Una vez que ingresamos al lugar la camioneta se detuvo junto a la rotonda principal, un hombre se acercó a abrirme la puerta, me tendió la mano y me ayudó a bajar, le agradecí por cortesía, este solo asintió, camine hasta emparejarme con mi hermana y me sorprendí, sin duda alguna los dueños del lugar debían ser de buena posición económica, se podría notar que la propiedad era de varias hectáreas, rústica pero a la vez lujosa.
- Es precioso, ¿Cierto?. - menciono emocionada.
- Demasiado, ¿Ya habías estado antes aquí?. - la mire.
- Un par de veces si, pero eso es lo de menos yo... - una voz la interrumpió.
- Pero mira nada mas que preciosa viene por ahí. - Carolina al instante desvió la mirada al dueño de la voz, sus ojos se iluminaron y sin demora corrió a su encuentro.
El chico la recibió entre sus brazos, y se saludaron eufóricamente con un beso, me acerqué con cautela hacia ellos pero sin invadir su privacidad, lo que me permitió escucharlos.
- Te extrañe mucho. - mi hermana miraba al hombre embelesada.
- Yo también te extrañe mi reina, pero tengo unos días libres solo para ti. - volvieron a besarse causándome incomodidad, tuve que aclarar mi garganta para llamar su atención.
- Amor ella es mi pequeña hermana. - ella avanzó y me tomo de la mano para acercarme, el hombre me mostro una sonrisa.
Lo analice con la mirada, era muy bien parecido, su cabello cenizo bien peinado destacaba, tenia una tez ligeramente bronceada, su vestimenta constaba de un una camisa blanca a botones, un pantalón a tubo negro y una chamarra estilo bomber del color del mismo que para el estilo se veía bastante elegante, sin olvidar los tenis blancos con rayas negras a los costados.
- Mucho gusto, Alessandra Anaya. - estire mi mano hacia el, quién sin pensarlo la estrecho.
- Iván Archivaldo, y el gusto es mío cuñada, hasta que por fin se me hace conocerla. - lo mire y sonreí. - Pero que descortés soy, pasen, están en su casa y vamos a divertirnos como no.
Nos adentramos a la parte trasera del rancho, donde se encontraban varios toldos montados con mesas elegantes dentro de estos, al igual ahí se encontraba un escenario de tamaño considerable, llevándome tremenda sorpresa al darme cuenta que el mismo Virlan García estaba presentándose ahí, me detuve cuando noté que los enamorados se pararon en una mesa a saludar, sentí la mirada de mi hermana indicándome que me acercara y no tuve más remedio que hacerlo.
- Para el público en general está es mi cuñada Alessandra. - mencionó el novio de mi hermana al momento que me abrazaba por los hombros.
Lo mire detenidamente por su atrevimiento, había algo en su rostro que se me hacía familiar.
- Mucho gusto bella dama. - un joven se acercó a mi y tomó mi mano para besarla, vaya incomodidad. - Mi nombre es Ismael. - note que se detuvo bajo la mirada de Iván. - Pero me puede decir Flaco, sonrío a duras penas y regreso a su lugar, simplemente asentí.
- Un gusto por fin conocer a la famosa hermana de mi cuñada favorita. - hablo un chico moreno. - Mi nombre es Alfredo, soy hermano del Iván. - me sorprendió.
- ¿De verdad?. - mire a ambos tratando de encontrar algún parecido.
- Claro. - Alfredo rio. - Somos muy distintos pero créeme, si somos hermanos. - le sonreí.
- Iremos a saludar a unas cuantas personas más, ¿Te la puedo encargar?. - mi hermana miró a Alfredo.
- Claro no hay problema, siempre y cuando no la incomode. - el me miró.
- No hay problema. - asentí Iván y Carolina se retiraron a otra mesa para saludar a los que se encontraban ahí.
- Venga, tome asiento junto a mi. - el tomo mi mano y me guio, recorrió la silla para que pudiera sentarme y después se sentó junto a mi. - Bueno cuénteme, ¿Por qué hasta ahora su hermana la trajo aquí?.
- No lo sé, siendo sincera es la nunca había visto a Iván en persona, y mucho menos ella me había hablado de este tipo de reuniones. - el rio.
- Me lo imagino. ¿Uste' es menor que ella?. - cuestiono.
- Si, ella tiene veintinueve y yo veinticuatro. - sonreí.
- Aun esta muy plebita. - reímos. - ¿Le parece si vamos por algo de beber?. - me limite a asentir, dejamos nuestros asientos y tomamos camino hacia la barra de bebidas que se encontraba por ahí.
- ¿Le gusta el mezcal?. - Alfredo me miró.
- Sinceramente no soy muy amante del alcohol. - confesé apenada.
- Si se junta conmigo seguido, créame que lo será. - rio. - ¡Chaparro!. Jálate con una de mezcal y dos caballitos.
- Enseguida señor. - respondió el encargado de la barra.
- Son de aguante, ¿Verdad?. - le cuestione al ver cómo todos los invitados bebían alcohol en cantidades desmedidas.
- Con el paso del tiempo, hasta el que no toma una gota, termina acostumbrándose.
Mientras esperábamos el mezcal, seguí observando a mi alrededor, todo era un descontrol, pero se veía que la gente estaba disfrutando, aunque me sorprendía demasiado la ligereza de las chicas que se encontraban aquí, sus atuendos mostraban demasiado y su actitud era muy provocativa, pero yo no era nadie para juzgarlas, salí de mis pensamientos cuando Alfredo me hablo.
- Aquí está. - me tendió un caballito lleno de la bebida. - ¡Salud por esta nueva amistad!. - chocamos nuestros tragos y los bebimos por completo, tuve que tomar un limón con sal para aligerar el ardor en mi garganta.
- Esto si está demasiado fuerte. - ambos reímos.
Así pasamos la mayor parte de la noche, nos conocimos un poco más entre los dos Alfredo era bastante agradable, estábamos hablando sobre mis estudios hasta que un joven nos interrumpió.
- Patrón. - Alfredo lo miró. - Disculpe el atrevimiento, pero lo necesitan en el despacho de su apá.
- Ahora voy para alla Cholo, avísale a los demás. - el llamado Cholo asintió y se retiró. - ¿Me puede esperar aquí unos minutos?. Le prometo que no tardaré.
- Claro, no te preocupes. - sonreí.
- ¡Chaparro!. - el chico de la barra de acerco. - Te la encargo plebe, no le quites los ojos de encima y sírvele lo que quiera.
- Si señor. - Alfredo asintió y se retiró.
Decidí tomar asiento en uno de los taburetes de la barra, tapé mis piernas con mi abrigo y seguí observando a los demás, no entendía como mi hermana se podía relacionar con todas estas personas que al parecer les encantaba perder la conciencia con alcohol y casi protagonizar escenas sexuales frente a la gente.
Pasó alrededor de media hora, no había señales de Alfredo y mucho menos de mi hermana, decidí ir al sanitario, le pregunté al famoso Chaparro donde están y me lo indicó, diciéndome que si no regresaba en diez minutos el iría a buscarme personalmente, cosa que me incomodó.
Tome camino hacia el baño, ingrese al de mujeres y para mi suerte estaba totalmente vacío, hice mis necesidades, al salir lave mis manos procedí a limpiar un poco mi cara con un paño húmedo, tire el papel al cesto y salí de ahí, iba distraída en mis pensamientos hasta que una voz me trajo de vuelta a la realidad.
- Mira nomas con que cosas se encuentra uno. - la voz del hombre no me agrado, iba a esquivarlo pero me tomo de la muñeca y me estampo contra la pared. - ¿Cuánto cobras preciosa?.
- Por favor suélteme. - lo mire asustada, podría decir que era de la edad de mi padre.
- Todas dicen eso, pero una vez comenzada la acción no dejan de pedir más. - acercó su cara a mi cuello y comenzó a besarlo.
- No me haga esto por favor. - mis ojos comenzaron a rozarse. - Soy cuñada de Iván déjeme ir. - me interrumpió con una bofetada.
- A otro perro con ese hueso mamita, tu solo déjate que te haré disfrutar. - comenzó a arrastrarme hacia el baño.
- ¡Ayúdenme!. ¡Ayuda por favor!. - grite con todas mis fuerzas pero al parecer era inútil, estaba por obligarme a entrar al baño de mujeres con el, pero el sanitario de los hombres se abrió.
Al instante el hombre me tomo de la cintura y sentí que me apuntaba con algo.
- Si hablas te mueres. - susurro en mi oído y mi sangre se heló.
- Quibo mi Loro. ¿Ya andas con nueva novia?. Cambias de morra como de calzones cabrón. - el hombre que salió del baño me miró fijamente, aproveché su atención para formular con mis labios un "auxilio", esperando que me entendiera.
- Claro patrón, como usted sabe, así debe de ser. - note como el chico frente a mi llevo su mano detrás de su cadera y de un momento a otro apuntó la frente del Loro con una pistola.
- Sabes que me cagan las mentiras Lorito, así que la sueltas o aquí quedas, tú decides. - al instante el agarre que tenía en mi se aflojó y levantó sus manos, note como mi salvador analizaba mi cara detenidamente.
- Discúlpeme patrón, yo no...- lo interrumpió.
- ¿Tú le dejaste la cara así cabrón?. - supuse que tenía un moretón en dónde me abofeteo. - ¡Contéstame!.
- Si, fui yo. - el Loro solo agachó la mirada.
- Ponte de rodillas y pídele perdón. ¡Que te arrodilles pendejo!.- mi atacante al instante obedeció, se arrodilló frente a mi y comenzó a hablar.
- Perdóneme señorita, no fue mi intención, le prometo que no volverá a suceder. - yo solo atiné a asentir.
- Lárgate de aquí antes de que se me olvide que eres uno de los hombres de mi apá. ¡Órale!. - el Loro se puso de pie y salió corriendo.
Mire al hombre que me salvo de la experiencia más traumática de mi vida, sus ojos avellana me miraban preocupados, pude notar que tenía unas cejas pronunciadas, al igual que el rostro afilado, sus labios eran delgados y contrastaban con su piel clara, que era cubierta por una ligera barba.
- ¿Se encuentra bien mija?. - me miró preocupado
- Si. - el nudo que se formó en mi garganta no me permitía pronunciar más, el se acercó a mi pero retrocedí de inmediato.
- Tranquila, yo no le haré nada. - se intento acercar de nuevo y me tomo por los hombros. - No es bueno andar sola en estos lugares, ¿Qué no le enseñaron?. - yo solo negué con mi cabeza. - ¿Quién la trajo aquí?.
- Mi hermana Carolina. - me miro sorprendido.
- ¿La Caro es su hermana?. - asentí. - Amos' a encontrarla. - tomo mi mano y comenzó a guiarme de regreso a la fiesta.
Estábamos por llegar a las mesas, hasta que el sonido de un radio nos interrumpió.
- "¡Nos cayeron, repito nos cayeron, tenemos que salir de aquí!". - note como el tomaba el aparato de su cinto y contestaba.
- ¿Dónde chingados estás Archivaldo?. - no hubo respuesta alguna.
- ¿Qué está pasando?. - el me miró.
- Necesito que se quite esos zapatos que trae pero ya, porque si no, no la vamos a contar. - por inercia le obedecí y me quite los tacones.
Mientras yo hacía esto, comencé a escuchar disparos, bastantes para mi gusto, los gritos se hicieron presentes y todos comenzaron a correr, lance los zapatos a un lado y lo mire.
- ¡Por favor dime que esta pasando!. - le exigí.
- No hay tiempo para explicaciones mi chula, usted solo sígame y haga caso a todo lo que le indique. - tomo mi mano y comenzó a correr con su pistola en la otra.
Yo solo atiné a seguirlo, comenzamos a rodear el rancho, note como detrás de nosotros venían varios tipos cubriéndonos la espalda, en un momento delante de nosotros aparecieron varios tipos con rifles, apreté su mano y al parecer lo noto.
- Tranquila, están con nosotros. - uno de ellos se acercó al que ahora solo conocía cómo mi salvador. - ¿Qué chingados pasó Mayel?.
- Alguien les dio el pitazo de que estábamos aquí patrón, están tratando de entretenerlos en la parte de adelante pero no tardarán en rodear todo, debemos sacarlo ya. - el asintió y comenzamos a correr con ellos a nuestras espaldas.
- ¿Dónde están mis carnales y mi apá?.
- Lograron salir en las camionetas de adelante junto con la Caro y la señora Emma. - suspiré aliviada al escuchar el nombre de mi hermana. - Necesitamos llegar al cerco de atrás y...- su plática fue interrumpida por una ráfaga de disparos que lograron herir a Mayel en el brazo. - ¡Corra patrón hacia el cerco de atrás!.
Mi salvador apresuró el paso y yo lo tuve que seguir, los disparos se escuchaban cada vez más cerca, el se detuvo y miró atrás.
- ¡Mierda!. - exclamo. - Escúcheme chula, va a tener que seguir de aquí usted sola.
- ¿Que? ¿Cómo diablos planeas que haga eso?. - lo mire con pánico. - No entiendo que está pasando, no conozco este lugar, no podré salir de aquí. - mis ojos comenzaron a llenarse de lagrimas, el tomo mis mejillas con sus manos y me obligo a mirarlo.
- Le prometo que yo mismo le explicaré todo, pero tengo que ponerla a salvo. ¿Ve ese cerco que está ahí?. - señaló un vaya. - Necesito que a la cuenta de tres corra sin detenerse y sin mirar atrás, ahí estará uno de mis hombres, usted le dirá que el Ratón dio la orden de que la saquen de aquí y la ayudará a saltar. ¿Entendió?.
- ¿Qué va a pasar contigo?. ¡¿Te van a matar?! - pregunté asustada, pero el rio.
- Reyna usted no se preocupe, hierva mala nunca muere, nos veremos más pronto de lo que piensa. - me dedico una sonrisa que logró tranquilizarme. - Así que, uno, dos, tres, no se detenga.
Le hice caso y comencé a correr sin importar nada sintiendo cómo algunas espinas de entre la hierba se clavaban en mis pies, tarde unos minutos en llegar al cerco, estando ahí el hombre que esperaba junto con la camioneta me vio pero me apunto con su arma.
- ¿Quién chingados es usted?. ¿Dónde está el patrón?. - recordé lo que tenía que decir.
- El Ratón ordenó que me saques de aquí. - al instante bajo su arma y me ayudo a cruzar la reja.
- Rápido. - me abrió la camioneta y me introduje a ella.
El cerró la puerta y subió al asiento del piloto, encendió el vehículo y comenzó a manejar a toda velocidad.
No sabía a dónde me llevaban, y mucho menos si estaba segura, solo sabía que ese desconocido me salvo la vida dos veces y nunca encontraría la forma de pagárselo.
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