16. MADISON. Inquietud.

«Una gran filosofía no es la que instala la verdad definitiva, es la que produce una inquietud».

Charles Pierre Péguy

(1873-1914).

Madison entró en la lujosa oficina de Beatrix y se quedó anonadada ante el desorden tan poco habitual que había allí. Su amiga se hallaba rodeada de miles de manuscritos y estos formaban montañas que se apilaban unas al lado de las otras. Añadido a ello, algunas daban la impresión de que pronto se desmoronarían y de que terminarían aplastándola bajo toneladas de papel. Le recordó a Hay-on-Wye aunque, entre los libros a la venta y estas novelas cuyos autores apenas iniciaban el camino de la escritura, mediaba una gran distancia.

—¡Hola, Trixie! ¿Estás batallando sola contra los enemigos? —le preguntó, soltando una carcajada.

—¡Maddie, al fin te veo! —La editora zigzagueó entre los obstáculos y le dio un abrazo tan fuerte que casi le rompe las costillas—. ¡Cuánto te he extrañado! Se nota que el guapo moreno que tienes encerrado en tu casa sabe cómo entretenerte.

—¡Yo también te echaba de menos! —Beatrix era un puerto seguro y siempre la hacía sentir bienvenida.

—¡Dudo de que me hayas extrañado! —La analizó con minuciosidad desde los pies hasta el último pelo—. ¡Resplandeces, Maddie! Tienes un brillo especial. Es evidente que has estado teniendo sexo al por mayor. ¡Y tú que negabas tus necesidades! Insistías una y otra vez con que solo necesitabas un acompañante para los eventos. ¡Quién te ha visto y quién te ve!

—¿Tanto se me nota? —Se asombró, nunca se le ocurrió pensar que llevase escrita la palabra «sexo» en la cara.

—Tu mirada brilla, vuelves a caminar con seguridad, has dedicado tiempo a maquillarte y a vestirte con gusto. —Beatrix volvió a apretarla entre los brazos—. ¿Sabes, Maddie? Haces que me sienta orgullosa de que se me haya ocurrido la idea que ha generado este cambio.

—Nunca podré agradecértelo lo suficiente, amiga, Ethan es increíble. —Observó alrededor con cara de desconcierto y se rio—. Pero sácame de la intriga: ¿qué haces rodeada de este desorden?

—Es un desorden controlado, Maddie, no lo confundas con el caos. He decidido echarle una mano a Julia y a los lectores para saber qué se cuece en el terreno de la creación, no deseo olvidar mis orígenes. Sé que estoy ocupadísima, pero sentía la necesidad de volver a la fuente. Como puedes apreciar, todavía muchos escritores no hacen uso de internet. —Cogió el manuscrito que había estado leyendo poco antes y lo golpeó contra la mesa, de modo que el sonido resultante fue similar al de un latigazo—. Los he clasificado en varios grupos después de estudiarlos.

—¡Cuánto trabajo, Trixie! —Se sorprendió y la admiración por su amiga aumentó.

—Esos que ves ahí los publicaremos, son obras brillantes. —Maddie contempló un pequeño montón donde no había más de diez—. Y el resto lo he catalogado de acuerdo a los errores que presentan. Sobre la marcha se me ha ocurrido que sería interesante que Mars & Pearson Company organice un taller para diseccionar, precisamente, los fallos más frecuentes de los escritores primerizos y así ayudarlos un poco.

—¡Es una idea excelente! —Maddie aplaudió con ganas, pues todavía recordaba las dificultades que se le presentaban al inicio.

     No tanto porque se bloqueara, sino porque le daba la impresión de que lo escrito nunca se hallaba a la misma altura que la imaginación. Cuando comprendió que su obra simplemente consistía en un primer borrador sobre el que debía trabajar después con más ahínco, consiguió sentirse aliviada. A partir de ahí un día de escritura implicaba una semana de correcciones.

—Estos son los que comienzan con los protagonistas levantándose de la cama y desayunando. ¡Qué horror! —Beatrix apuntó con el índice una fila de por lo menos mil manuscritos—. Están descartados solo por eso, al leer las dos primeras páginas me dormía y necesitaba inyectarme cafeína en vena. Los lectores son expeditivos y saben lo que quieren, desde luego no desean bostezar.

     Madison estuvo de acuerdo. La regla básica de los escritores experimentados consistía en conseguir que la primera oración y que el primer párrafo de la historia enganchasen. Por eso ya de entrada sugerían algún enigma o vertían una idea sutil que generara curiosidad, aunque luego la desarrollasen a lo largo de la trama con cuentagotas.

—Esos de ahí explican, sin que venga a cuento, todas las características físicas y las personales de los protagonistas. Infancias, apellidos de todos los familiares, nombres de las mascotas. —Trixie se llevó la mano a la frente como si el proceso la agotara—. Aquellos describen paisajes al principio durante varias páginas. ¡Qué agobio! Esos de ahí introducen al comienzo un personaje con el que consigo empatizar y a medida que avanzo nunca vuelve a aparecer. Aquellos de allí no sitúan al lector en la trama, hablan de los pros y de los contras de algo que no sabemos qué es. Los del fondo también están descartados: son del género fantasía y en la introducción desarrollan el universo creado de un modo tan minucioso que han conseguido marearme como si flotara en un océano en medio de un huracán. Aquellos otros tienen un final que me deja fría: o está forzado o terminaron la novela a las corridas porque tenían algo mejor que hacer, igual que el último episodio de Game of Thrones. O, peor aún, empezaron con una historia y terminaron con otra.

—¡Pues sí que les vendría bien un taller!

—Pienso organizarlo de manera gratuita, Maddie. Significa a la vez una ayuda y una forma de promoción. De este modo los autores serán conscientes de cuánto nos implicamos como editorial y por qué hemos llegado a ser una de las más importantes del sector. —El rostro de Beatrix lucía orgulloso, se percibía que de verdad sentía lo que manifestaba.

—¡Es una idea maravillosa!

—¿Sabes, Maddie? Hemos detectado fallos que son muy frecuentes, además de los que te comenté, y que si se los hacemos notar a los autores lograremos un avance crucial: mal uso del punto de vista, no creer en el mundo propio, cambiar de narrador sin que venga a cuento y muchos más. —Se acercó a ella, la cogió del brazo y la guio hasta el sofá—. Pero dejemos de hablar de mí y cuéntame qué te hace en la cama ese superhombre.

     Maddie notó que la sangre se le concentraba en las mejillas como si se hubiese colocado boca abajo, no podía pensar en Ethan sin que el corazón se la bombeara más rápido.

—¡Lo reconozco, Trixie, es impresionante! No hay nada que no me haya hecho. Me deja a diario con las piernas temblando.

—¡No me extraña, lleváis más de dos meses haciendo el amor! Recuerdo mi primera vez con Maximilian, fue como descubrir un nuevo mundo. —Los ojos oscuros de Beatrix brillaron pícaros.

—No hace tanto tiempo, me resistí bastante. Recién nos acostamos al llegar a Nueva York. Fuimos poco a poco.

—Has hecho bien. —Trixie la cogió de la mano y sonrió.

—Y te confieso, amiga, que cada día lo necesito más y más. No quiero pensar en el instante en el que se cumpla el año.

—Y no pienses, Maddie, vive día a día. ¿Quién sabe? Quizá se enamore de ti, eres una persona genial.

—Ethan dice que ya está enamorado. Y yo también lo estoy.

—¿Qué es lo que te preocupa, entonces? Mira que no puedes esconderme nada, te conozco muy bien. —Solo Beatrix sabía penetrar en la barrera de los temores.

—Su trabajo —Maddie repuso enseguida y frunció el entrecejo.

—Entiendes, cariño, que lo que Ethan hace no lo define como persona. A veces actuamos movidos por las circunstancias y somos capaces de agarrarnos a un clavo ardiendo. Por mi parte sería hipócrita usar los servicios de un escort  y luego desmerecer a los chicos como seres humanos. Por eso yo no tendría inconveniente en que mi novio fuese acompañante. —Su amiga sabía diseccionar los problemas como nadie—. Pero tú no eres yo e Ethan tiene que darse cuenta de cómo piensas. Si realmente te ama comprenderá que su trabajo como escort  significa para ti un obstáculo insalvable. Para gustos, los colores.

—He pensado, inclusive, en una opción con la que también podría ganar mucho dinero: convertirse en escritor. Le he propuesto que tome como base de una novela su experiencia en la agencia, pero todavía se resiste.

—Supongo que no desea violar la intimidad de las mujeres con las que se ha acostado. Esta actitud es muy loable, Maddie. —La editora movía al mismo tiempo la cabeza de arriba abajo.

—No obstante, espero convencerlo. Nosotras podríamos ayudarlo, aunque por las correcciones que me hace en el manuscrito estoy segura de que sería un magnífico escritor.

—Recuerda, Maddie, que puedes proponérselo, pero no forzarlo, ¿verdad? Dejar su ocupación debe salir de él. No pienses más: llegado el momento estaré encantada de hacerle la propuesta. Prométeme, eso sí, que no te obsesionarás con este tema.

—Piensa, Trixie: ¡¿cómo podríamos seguir juntos sabiendo que se acuesta con esas mujeres ricas y hermosas?! ¡Solo de pensar en las del pasado me entran los celos! Sabes que no soy una persona liberal...

—Te repito, cariño: ya cruzarás ese puente cuando llegue el momento. No te adelantes... Y hablando de ofertas, les he hecho una a Ferri y a Harry con la que se han quedado alucinando. Porque te puedo asegurar que esta historia tiene potencial, Maddie. ¡Qué buen ojo! He leído las cartas que me has escaneado y enviado por e-mail y sé que conseguirás hacer a partir de ellas un bestseller  y una película. —Se detuvo porque el intercomunicador empezó a timbrar—. Un segundo, cariño.

     Caminó hasta el escritorio y apretó un botón.

—Dime, Julia.

Enciende ahora mismo el televisor. Hablan de Madison.

     Ambas amigas se miraron extrañadas. Beatrix apretó otro botón digital y en la pantalla apareció Madison haciendo el amor con Ethan en el dormitorio de su casa de Nueva York.

     La cara del hombre estaba difuminada, pero no la de ella. Sintió que algo se le rompía dentro: ¡¿cómo su acompañante había podido traicionarla así?!


https://youtu.be/Pn36WTyRyZ4



Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top