01 | Jungkook.



Esta perra ha disparado tres veces contra mí en lo que llevamos de persecución.

Pero no me permito parar ni por un segundo, ni siquiera por la falta de aire en mis pulmones. No puedo frenar. No cuando está tan cerca. No cuando hay tanto en juego.

Min Kyung vuelve a voltearse mientras corre para disparar con imprecisión una vez más, y prontamente me desvío a un lado para esquivar la bala. Él sabe que no va a impactarme, su intención es distraerme al apretar el gatillo como un loco.

El andar apresurado que resuena detrás de mí hace que mis pies se muevan con mayor velocidad, con el fin de dejar al apoyo detrás. Quiero ser yo quien atrape a este hijo de puta.

Mi corazón late con fuerza cuando la distancia entre Kyung y yo comienza a acortarse cada vez más. Los jadeos que salen de mi boca se convierten en gruñidos antes de sacar fuerza desde lo más recóndito de mi persona y exigirle a mi físico un poco más. Solo ese necesito.

Cuando el criminal se da la vuelta con la intención de disparar, lo derribo al arrojarme violentamente sobre él.

En el suelo forcejeamos un poco y, por más de que él acaba de recibir un duro impacto contra el asfaltado, intenta zafarse. Pero consigo controlarlo al darte un golpe con mi puño cerrado en la cara y logro arrojar su revólver para que quede lejos de su alcance.

— ¡Quieto! —Le grito, y la voz se me quiebra debido a la adrenalina—. ¡Estás jodidamente arrestado, rata miserable!

Presiono mi rodilla en su espalda baja y la punta de mi arma reglamentaria está pegada a su nuca.

—No lastimen a mi hijo —el tono preocupado que sobresale en su voz no me pasa desapercibido—. No lo lastimen o...

— ¿O qué? —Gruño con molestia—. ¿Qué vas a poder hacer, si pasarás el resto de tu puta vida en una celda más pequeña que tu zapato?

Una carcajada ronca y sarcástica es lo siguiente que viene de sus labios, pero se corta en el instante en que le proporciono un puñetazo en su lateral izquierdo.

—Hazte un favor y cállate —murmuro, y mis oídos perciben la inminente llegada del resto de los uniformados—. Min Kyung, quedas arrestado por un centenar de cargos que no me voy a molestar en recitar. Tiene el estúpido derecho de guardar silencio. Cualquier cosa que diga puede y será usada en su contra en un tribunal judicial. Tiene derecho a un puto abogado; si no puede pagar por uno, el tribunal le asignará uno.

El respaldo llega un instante más tarde y es entonces cuando me dispongo a levantar a la basura de ser humano que acabo de esposar.

—Realmente es él —comenta uno de los uniformados, inclinándose un poco para apreciar con mayor precisión el rostro de Kyung—. Lo es, ¿verdad?

—Sí, lo soy. Si tienes dudas, pregúntale a tu mamá. Ella me conoce muy bien —el hombre esposado le contesta.

Y, entonces, se gana un fuerte golpe con el puño cerrado por parte de mi colega. Vuelve a caer, pero lo sostengo con firmeza antes de que pueda colisionar completamente contra el suelo.

El bullicio, las voces y la atención se concentran a mí alrededor cuando todo el cuerpo policial arriba a la escena. Suelto a Min Kyung para que lo lleven al vehículo que lo trasladará a la celda en donde tendrá tiempo para rezar antes de su juicio, y acepto gustoso la botella de agua que mi compañero me ofrece.

— ¿Estás bien, Kook? —Namjoon pregunta, dándome una palmadita en el hombro.

Asiento en respuesta, porque no soy capaz de hablar. Estoy en pleno proceso de recuperar el aliento que perdí por correr tanto.

Una brisa helada golpea en mi ubicación actual y la misma es bien recibida por mi cuerpo exhausto y mis nervios alterados. Parece tener un efecto sedante en mí, así que me permito tomarme unos segundos para disfrutar la sensación de alivio que me invade. Estoy agotado, pero nunca antes me había sentido tan bien.

La revolución de pensamientos no tarda en apropiarse de mi mente.

Meses de investigación, de búsqueda y malestares acaban de llegar a su fin, porque acabamos —acabo— de apresar al mayor narcotraficante de toda Asia.

Sin embargo, también me permito analizar que voy a recibir un regaño por parte de mi superior, el teniente Jeon, por haber desobedecido a su orden directa de quedarme en la central. Quizás no sea tan duro, considerando que hemos atrapado al mismísimo Min Kyung, pero con mi hermano mayor siempre se debe esperar el peor de los castigos.

—Otra vez, Jeon Jungkook, hiciste lo que te dio la puta gana.

Hablando del rey de Roma...

Cuando alzo un poco la mirada y me encuentro con la intensidad que hay en los ojos oscuros de mi hermano Junghwan, confirmo que todas mis suposiciones son ciertas: va a matarme.

Debido al elevado rango que se carga, él tiene permitido trabajar con prendas un poco más informales; basta con una camiseta negra y un jean para presentarse a trabajar. Todo lo contrario a mí, que debo llevar este estúpido, ridículo y caluroso uniforme reglamentario.

—Puedo explicarlo —digo, con aire relajado, aunque por dentro estoy aterrado—. Cada acción tiene una explicación.

—Quiero oírlo —el teniente se cruza de brazos y su mandíbula se aprieta hasta convertirse en una línea dura.

—La dirección con la que ustedes dieron era una trampa, una distracción —comienzo a explicar, tratando de hacer caso omiso a su expresión de "te asesinaré"—. Mejor dicho, Min Yoongi era la distracción perfecta mientras que su padre sacaba todo el dinero de su escondite.

—No tenemos a Yoongi —mi hermano mayor espeta, tratando de sonar despreocupado, pero el filo tenso que hay en su voz delata lo contrario—. Huyó y le perdimos el rastro.

— ¿Qué? Junghwan, es solo un crío. ¿Cómo es posible que no pudieran atraparlo?

—Ya te lo dije: huyó —repite.

— ¡Este cabrón también huyó y yo lo perseguí!

—Jungkook —dice severamente, dando un paso hacia adelante para acortar un poco nuestra distancia—. Mantén los pies en la tierra, ¿entendiste? Debería suspenderte por ser un insubordinado de mierda, pero lo de hoy es una gran victoria. Muchas vidas se salvarán.

—El hijo sigue suelto —le recuerdo, con una nota de sarcasmo en mi voz que se mezcla con la furia—. ¿De qué sirve tener a esta perra si no tenemos también a la perrita?

—Usa un lenguaje apropiado, por el amor de Dios, que no eres el líder de una pandilla insulsa —me regaña mientras frunce el ceño—. Y, como tú dijiste, Yoongi es solo un crío. Él no tiene ni puta idea de cómo manejar un negocio de drogas y distribución.

Estoy a punto de quejarme de su declaración y también de refutarla, pero alguien del equipo requiere hablar con Junghwan, por lo que se limita a ofrecerme un asentimiento con la cabeza antes de retirarse.

«Imbécil. »

Durante toda la semana he recibido felicitaciones por parte de muchos de mis colegas. Oficiales como yo, detectives, sargentos e incluso el capitán del departamento se tomó un momento para expresarme su gratitud por haber atrapado a Min Kyung.

Sigo molesto porque no pudimos capturar a Min Yoongi, pero toda la atención que estoy recibiendo no es una sensación del todo desagradable... Aunque espero que no dure tanto.

Sin embargo, desde el primer momento expresé que no me presentaría a ninguna conferencia de prensa ni nada parecido. Según mi punto de vista, ese es el trabajo sucio; y se lo transferí todo a mi hermano.

No quiero que mi cara esté en ningún periódico o noticiario.

—Miren nada más —Seokjin espeta con gracia cuando me ve ingresar a la cafetería de la estación, abandonando la conversación que mantenía con Namjoon—. Es el héroe del país honrándonos con su presencia.

— ¿Quieres que firme tu chaleco? Lo haré gratis por ser mi amigo —Bromeo, al mismo tiempo que él me extiende el vaso de café que ha preparado para mí.

—El capitán está reunido con tu hermano —Namjoon me comunica—. ¿Crees que te suspendan?

Un suspiro cargado de pesar brota de mi garganta, pero me obligo encogerme de hombros como respuesta.

Han pasado dos días desde la captura de distribuidor de drogas más rico y buscado del continente. Dos días desde que mi vida es un puto circo. Dos días desde que la posible suspensión me tiene inquieto hasta la mierda.

—En caso de que te suspendan, no creo que sea por más de una semana —Jin expresa su punto de vista—. Serían unos idiotas si lo extienden.

—El enojo de mi hermano solo duró dos horas —les digo—. Esa noche organizó una cena familiar con nuestra madre para celebrar, ¿pueden creerlo?

—Es bueno que no esté celoso —Namjoon suelta, dando un largo sorbo para acabar con la bebida caliente de su taza—. Quiero decir, en su lugar, me sentiría un poco humillado si mi hermano menor, cuyo rango es mínimo, atrapa a un tipo tan deseado por la justicia como Min.

Mi ceño se frunce por el comentario de mi compañero y solo puedo pensar en lo desacertado que es, pero no se lo hago saber.

Conozco a la perfección a mi hermano mayor y estoy convencido de que él no sintió, siente o sentirá envidia por esta situación. De hecho, creo que está bastante orgulloso de mí y eso me llena de satisfacción. Solemos tener distintas opiniones, pero eso no quita que Junghwan y yo somos un equipo, no rivales.

— ¿No creen que hay algo raro en todo esto? —Cuestiono en voz alta, mientras que una expresión pensativa se instala en mi rostro—. Quiero decir, Min Kyung es un hijo de puta, pero muy inteligente. ¿No creen que su captura fue algo tonta?

Namjoon y Seokjin intercambian una mirada confundida.

—Jungkookie, no te desacredites —Jin empieza a decir, con la intención de hacerme sentir mejor—. Esto iba a pasar tarde o temprano, él iba a caer en algún momento.

Con todas mis fuerzas trato de lucir relajado, en control de la situación y fingir que no estoy pensando en mil cosas a la vez en el momento. Pero no lo consigo. No puedo enviar lejos la inmensa cantidad de ideas y teorías sobre que la captura de Min Kyung esconde algo más.

Se siente como... Si él hubiese querido ser detenido.

De pronto, me veo obligado a volver a realidad cuando mi hermano aparece en mi campo de visión una vez que sale de su oficina. Me hace una seña para que me acerque.

Cuando siento la palmada que Namjoon me regala —supongo— para demostrarme su apoyo, un nudo de anticipación se instala en mi estómago y los nervios comienzan a correr en mi sistema a una velocidad vertiginosa, pero sé que debo esforzarme por no hacerlo notar. No frente a gente que tiene un rango muchísimo más elevado que yo, aunque sea mi propio hermano.

— ¿Estoy jodido? —Le pregunto en voz baja antes de ingresar a su oficina donde el capitán Park aguarda por ambos.

Él niega con la cabeza disimuladamente.

—Jeon, toma asiento, por favor —dice, pero suelta una risa antes de corregirse—: Jeon Jungkook, lo lamento. Aunque también puede sentarse si quiere, teniente.

—Estoy bien —Junghwan replica y se cruza de brazos en una esquina.

—Seguramente estás al corriente de la enorme repercusión que tuvo la captura de Min —el capitán empieza a hablar, con un tono tranquilo y pausado, pero yo no ofrezco contestación alguna: quiero escuchar sin rodeos todo lo que tiene para decir—. Honestamente, yo pienso que todo el país, por extraño que suene, se siente más seguro ahora que ese maldito está tras las rejas. Contamos con que la circulación de las drogas en nuestras calles decaiga en las próximas semanas.

—Y gran parte de ese gran logro es gracias a ti, Jungkook —mi hermano agrega, pero sin la intención de entrar en detalles.

—Correcto —el capitán asiente y aclara su garganta antes de continuar—. Hiciste el examen para el cargo de detective hace dos meses, ¿verdad?

Oh.

—Sí —respondo, y le agradezco internamente a mi voz por no fallarme al controlar la agitación agradable que estoy empezando a percibir—. Pero no recibí más noticias al respecto.

—Bueno, te tengo noticias: estás aprobado.

En ese momento mis manos comienzan a temblar y mi mente queda en blanco. Mi cuerpo entero se estremece entre la emoción y la alegría por lo que acabo de oír, y debido a eso no soy capaz de encontrar el sonido de mi voz; solo consigo entreabrir los labios, por lo que me quedo quieto, con la vista clavada en él y el corazón latiéndome a gran velocidad.

Debo verme como un completo idiota paralizado.

—Felicidades, detective —Junghwan espeta con ánimo y posa su mano en mi hombro.

—No sé qué decir —suelto, porque es verdad.

—Tranquilo, hijo. Recuerdo cuando logré mi primer ascenso, pensé que iba a desmayarme —el capitán Park comenta su recuerdo, seguido de una risa—. Lo que sea que estés sintiendo ahora mismo, está muy bien. Y esta noche deberías salir a embriagarte y celebrar este gran paso.

Una oleada intensa y agradable de emociones se arremolina en mi pecho, que desencadena una sonrisa de mi parte.

—Pero eso no es todo —el hombre con mayor rango de la estancia continúa, mientras se toma un instante para reacomodarse en su silla.

«La suspensión. La puta suspensión. Estoy seguro. »

—Un viejo amigo está muy interesado en ti —espeta, y se enfoca en observar bien mi reacción facial—. Me ha comunicado su deseo de tenerte en su unidad de Homicidios.

Mis cejas se levantan mientras mantengo el contacto visual con el hombre del otro lado del escritorio, y entonces descifro que hay algo extraño en la forma en la que el capitán me observa. Su expresión no es hosca ni desconfiada, es más bien curiosa. Como si supiera algo más que yo no, pero está esperando el momento adecuado para arrojarlo.

—Eso sería un honor, señor —contesto, aunque sé que hay más detalles al respecto. La expresión cuidadosa en su rostro me lo da a entender.

Noto que el capitán mira por un instante a mi hermano.

—Pero no es tan sencillo —prosigue—. Mi viejo amigo se llama Kim Tae-shim, y es sargento de la unidad de Homicidios... En Chicago.

A raíz de lo que el capitán acaba de soltar como si fuese una bomba, no me atrevo a decir nada. Por alguna razón, me encuentro esperando a que me diga que solo está tomándome el pelo.

—Lo sé, es mucho para asimilar —sigue hablando—. Tómate tu tiempo para comunicarme tu decisión, hijo.

Paso por alto las palabras del superior y me giro para posar los ojos en Junghwan.

Mis ojos barren la extensión de su rostro decorado por una fina barba y notifico el toque suave en su gesto, junto con el tinte orgulloso que tiñe su mirada. De pronto, un atisbo de sonrisa tira de las comisuras de sus labios.

—Es una gran oportunidad, Kookie —me dice—, debes pensarlo bien. Te apoyaré en cualquiera que sea tu decisión, lo sabes.

—Lo sé —asiento y trago saliva antes de devolver mi atención al capitán.

La preocupación y el desorden de pensamientos con el que cargué en estos últimos turnos parecen esfumarse de un segundo a otro, y ahora solo puedo sentirme inspirado y consagrado. Todo indica que tengo muchísimo para procesar, para pensar y analizar, pero estoy seguro de lo que quiero.

Esto es lo que siempre quise, y lo tengo en bandeja justo frente a mí. Es la oportunidad de mi vida.

No voy a dejarlo ir.

Sabiendo que luego de esto no hay marcha atrás, relamo mis labios antes de hablar.

—Dígale a su colega que cuente conmigo —hablo firmemente—. Lo haré. 



el siguiente capítulo ya es desde el punto de vista de taehyung!!! 

estas dos primeras partes son aburridas porque no está nuestro shipp lo sé ahre, pero quería mostrar un poco cómo son las vidas de nuestros protagonistas. si deciden quedarse y darle la oportunidad, prometo que en el capítulo tres ya se desequilibra todo (en el mejor taekuka sentido) ♥ 

espero sus opiniones, críticas o lo que sea; si llegaste hasta acá, por favor, deja tu estrellita ♥ 

y si tienen alguna duda con respecto a los rangos y eso, no duden en dejarla en los comentarios, la responderé con gusto (:

love u. 

mar 

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