XLVIII Cabos sueltos
-----Sabado 10 de mayo de 1941. Hospital de Honolulu Pearl Harbor 6:04AM-----
Mía se encuentra con Emma en sus revisiones rutinarias. A estas alturas Las personas que conviven con la pequeña, ya están dominando el lenguaje de señas para poder comunicarse con ella. Incluso la pequeña Emma hace ya el esfuerzo por hablar utilizando este mismo idioma.
—¡Emma es hora de irnos! — Explica Mía a su hija con las manos. A pesar de que sea débil auditiva ella repite las palabras como si la escuchara.
—No...Quiero jugar. — Dicta la pequeña mientras se regresa a agarrar un bloque de construcción de madera.
—Deberías de dejarla que juegue un rato más. — Expresa la enfermera a Mía, quien ya se conocían. — Puedes ir a llenar los papeles que te piden, yo le hecho el ojo
—Gracias Ana. — Mía ya familiarizada con la mujer, se da media vuelta sabiendo que la enfermera cuidara bien a su hija. En todo este tiempo le ha mostrado un cariño inmenso. Incluso también aprende el lenguaje de señas, para poderse comunicar con ella.
—Un placer.
La enfermera se acerca a Emma. La pequeña la abraza dando ligeros chillidos de emoción.
—¿Quieres ir a ver a los bebes? — Como puede la enfermera avisa a Emma sabiendo que le encantara dar un paseo.
Emma mueve la cabeza en forma de aprobación y la lleva de la mano caminando a su ritmo.
Dentro de la misma habitación Mía esta entre llenando los papeles y mirando a su hija ir a dar un paseo junto con la amable enfermera. Debido a que disfrutan de relativa paz, no le preocupa, que su hija este alejando.
Emma y la enfermera siguen avanzando por el hospital hasta llegar a donde se encuentran los recién nacidos. La enfermera sube a Emma a una silla para que ella pueda ver a los bebes.
—¿Te gustan los bebes Emma? — Ana pregunta y la pequeña acierta pegando sus manos al vidrio.
—¿Es diferente a los otros? — Emma apunta con su dedo índice a un bebe que tiene los ojos blancos.
—Es que ella no pude ver. — Explica la enfermera. Ve que la pequeña no comprende muy bien así que decide explicarle mejor. — Sus ojos no funcionan...esta malita.
Ese brillo en Emma se va apagando al interpretar lo que la enfermera le dice.
—¿Como ve a su mamá y a su papa? — La pequeña jala el brazo de la doctora desesperada esperando una respuesta.
—No puede ver a sus papas.
—¿Cuándo puede verlos? — Una vez más pide una respuesta.
—Nunca podrá verlos Emma.— Explica la doctora un poco melancólica. Le tiene que explicar algo muy cruel a una niña. —Pero ella escucha a papá y mamá...Sabe que no está solita.
Aun inconforme la pequeña Emma comienza a llenar sus ojos de esa pequeña capa de agua. Lanza un pequeño chillido expresándose como le es posible.
Mientras la enfermera intenta explicarle a Emma, vienen entrando de forma urgente con un bebe de aproximadamente siete meses de nacido que se encuentra muy delicado. Incluso el poco sonido que percibe Emma, le es suficiente para alcanzar a escuchar el llanto de ese pequeño.
Con esa melancolía que tiene, dirige su mirada hacia donde percibe el poco ruido y capta su atención. Ella ve que un montón de gente se mueve y siguen el sonido que ella escucha muy debil.
—¿Qué es eso? — Pregunta una vez más sin lograr interpretar el sonido de ese llanto. — Algo suena...
—Es otro bebe enfermo.
—¿Por qué hace ruido?
—Por qué está llorando Emma.— Explica Ana como puede, que cuando algo te duele, lloras. — Al bebe le duele mucho...y por eso llora muy fuerte...Lo que escuchas es, al bebe llorar.
—¿Por qué no dice que le duele?
—Por qué no sabe hablar...
Para la corta edad de la niña, era bastante curiosa. Sin embargo, debido a que su oído no estaba del todo desarrollado era normal que tuviese más preguntas que niños de su edad. Emma bajo de la silla con ayuda de la enfermera. Sin embargo, se ocupaba ayuda para atender al bebe que estaba ya en una etapa avanzada de la fiebre y gripe. Estaba bastante deshidratado y hacían falta manos.
—Emma...No te muevas ...quédate aquí sentada. Sera muy rápido.
Ana se comenzó a mover y apresuro a auxiliar al pequeño. Por su parte la pequeña, solo seguía con la mirada la situación y veía como dos adultos seguían desesperados al bebe para todos lados. Podía ver como salían lágrimas de ambos y esto angustia a la pequeña. Sentía la desesperación de los padres del pequeño y no comprendía por que no podían ayudarla.
Poco a poco fue captando más su atención hasta que se levantó de la silla y se fue acercando de manera cautelosa a los adultos que habían sido separados de su bebe. Se les dieron ordenes claras de esperar a que se estabilizara su pequeño.
Emma se sentía tan desesperada que se acercó a agarrar la mano de la mujer que lloraba amargamente. Le dio un ligero jalón captando la atención de la mujer.
— Aquí ayudan a los bebes. — Emma hizo la seña. — ¡No estes triste!
La mujer al verla no comprende que quiere decir.
—¿Está perdida? — Al lanzar la pregunta al aire. Emma no responde, pero sigue moviendo sus manos. — ¿Qué te pasa péqueña?
La pequeña mira ahora al hombre y hace las mismas señas. Ambos no logran entender lo que quiere decir.
Emma en su desesperación...no comprende por qué no le responden y solo la miran. Así que jala los brazos de ambos y una vez más explica.
—¡A-yu-da! — Pronuncia con mucho esfuerzo, sin embargo a un tono de voz muy alto. Ya que ella tiene que escucharse.
—¡Emma! — Mía ha escuchado y reconocido la voz de su hija y llega al instante asustada. Al verla con dos extraños se apresura a acercarse a ella. —¿Qué paso? ¡¿Que ocurre?!
La voz de Campbell fue bastante fuerte para que la pequeña la escuche. Emma corre a abrazar a su madre y llora inquieta.
— Emma ¿Qué pasa? — Mueve las manos comunicándose con ella. —¿Por qué lloras?
—¡Disculpa!
Mía al dirigir la mirada ve a una mujer muy preocupada. Son rostros nuevos, para ella y por su apariencia es posible que sean refugiados. Ambas mujeres cruzan la mirada y después de unos segundos Mía dirige su atención al hombre que agarra a la mujer.
—Creo que ella intenta decirnos algo...pero no logramos entender... ¿Es Sorda?
—Débil auditiva...— Corrige Mía sin entender que está pasando por completo. —Escucha ruidos muy fuertes a un nivel muy bajo.
Comenzando a procesar lo que le dijo a la mujer. Mía se gira con Emma de nuevo y pregunta a su hija.
—Ella dice que le quieres decir algo. — Mía intenta calmar a su hija. —Ella no te entiende... ¿Qué pasa?
—Su bebe...Enfermo. — Explica intentando calmarse. — Aquí...lo ayudan.
Ahora que Mía comienza a entender el panorama sabe que fue una falsa alarma.
—¿Por eso pediste ayuda? — Al ver que su hija afirmo con la cabeza. La gitana se tranquiliza un poco más. — Recuerda... que eso lo tienes que decir cuando algo te esté pasando a ti... ¡Me asustaste!
Mía sigue viendo a su hija inquieta y sollozar desesperada. Para tranquilizarla la carga entre sus brazos y comienza a abrazarla lo más fuerte que puede.
—Lo siento si Emma los asusto. — Mía se dirige a el matrimonio y los ve preocupados. — Me comento que tienen un bebe.
—Si...pero desde que llegamos no para de empeorar.
Mía sabe ahora lo angustiante que es para una madre esto.
—Emma solo quería decirles que aquí estará bien...Supongo que los vio muy preocupados.
La pequeña repagaba su cabeza cabizbaja sintiendo las vibraciones de Mía en el pecho al hablar.
—G-gracias.— Habla el hombre esta vez.
Después de un silencio pausado. Campbell agarra aire y suelta por la boca intentando calmarse del susto que le dio su hija.
—Espero su bebe mejore...Disculpen...tenemos que irnos.
—Puedes decirle a tu hija que gracias.
Ambas mujeres se miran y Mía le explica a Emma que le han agradecido. Mía pone a su hija en el piso y ella se acerca a abrazar el brazo de la mujer extraña. Mía en silencio ve que su hija ha heredado su empatía. Suelta aire viendo cómo se despide de los extraños y regresa con ella.
—Por cierto...¿Recién llegados?— Ambos confirman con la cabeza.— ¡Bienvenidos a Pearl Harbor!
—¡Gracias!
—Se que vienen de algún lugar en el cual ha de haber sido un infierno. — Ambos firman con la cabeza de nuevo. — ¡Aquí están a salvo!
—Gracias...por cierto, mi nombre es Judith y él es mi esposo Yosef.
—¿Alemán? — La gitana pregunta y al recibir confirmación regla una sonrisa. — Mi esposo ...tiene el mismo acento...lo deduje por ello.
—Es horrible lo que se vive afuera. —Preocupada la mujer abraza a su esposo. — Ojalá no sea tarde para nuestro pequeño Franz.
Mía siente un nudo en la garganta al escucharlos tan preocupados y prefiere solo afirmar con un movimiento de cabeza.
—Con...su permiso.
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Al llegar a casa Mía ve que a su hija le afecto la plática de hoy y lo que vio.
Carter al verla sabe que tuvo un día pesado.
—¿Por qué mi esposa tiene cara de que le paso un submarino por encima? — Carter se acerca a besar a Mía y ella ríe un poco al escucharlo hablar así. —¿Todo en orden?
—¡Hoy Emma me asusto! — Habla Mía comenzando a explicarle a Carter la situación. —Pensé enserio que algo le estaba pasando.
Para ambos a estas alturas ya era normal hablarse entre ellos con palabras, pero aun con señas...Esto para que practicaran ellos mismos e incluir a su hija en la charla.
—Los accidentes pasan. — Explica Carter. Sin embargo, agarra a su hija y le preguntade todos modos. —¿Es cierto eso?
—Un bebe lloro tan fuerte que yo escuche algo. — Explica a su padre. —Y ...no me entendieron.
—No todos te puede entender amor. — Explico el ex nazi a su hija. —No todos saben lo que hablas.
—¿Por qué?
—Por qué ...la gente si escucha. —Carter intentaba explicar algo muy difícil a un niño. —Y tu muy bajito.
—¿Por qué?
—Porque somos diferentes.
—¿Por qué?
Mía rio al saber que Emma metería en un conflicto interminable a Carter con sus "por qué" infinitos.
—Por qué... que aburrido si todos fuéramos iguales.
—¿Por qué?
James viene llegando y roba la atención de su nieta. La pequeña corre a abrazar a su abuelo.
—Llegue en un muy buen momento. — James levanta a su nieta y la pone de cabeza mientras él hace cosquillas en la barriga.
Al verlos a ambos en el sillón sabe que están sobresaturados.
—Vamos pulga. — El mafioso sabe que su nieta se ha afianzado a su pierna como si fuera un mono. — Vamos a atrapar luciérnagas en frascos y hacer una casa de campaña con una manta.
—¡Si!
Una vez se quedan solos ambos se quedan en silencio un momento más. Carter es el primero que sabe que Mía quiere tocar un tema.
—¿Qué pasa?
—Siguen llegando refugiados.
—¿Te preocupa eso?
—Creo que vivimos en una realidad diferente...— Suelta aire por la boca cansada. — ¿A dónde correremos cuando aquí ya no sea seguro?
—¿Qué lugar es más seguro que aquí? Estamos a lado de la flota marina más imponente.
—Jack... ¿Cuánto tiempo más crees que Estados Unidos este neutral?
—Pues toda la guerra ¿No?
—¿Enserio crees que Alemania no le tiene puesto el ojo?
—Ningún país mira mal a Estados Unidos Mía.
—¿Tu qué crees que opina Alemania al saber que tiene refugiados judíos?
Carter guardo silencio sabiendo que Mía tenía razón. No había pensado que eso podía estar fastidiar a los nazis. Y que en cierto modo Estados Unidos estaba tomando un lugar en la guerra. Sin embargo, también había pasado mucho tiempo y no se habían sentido tan seguros como en esa época de su vida.
—No crees que Japon, Italia o Alemania ya le hubiera mandado alguna advertencia a Estados Unidos como para presionar...Recuerda que firmaron un pacto entre ellos. Hasta la fecha seguimos recibiendo medallas como forma de amistad de los Japoneses.
—¿Si recuerdas como invadió Alemania a Polonia? ¿Les mando una carta?
—No...pero también recuerda que militarmente hablando no son lo mismo...Meterse con Estados Unidos de América es prácticamente despertar a un gigante.
—Alemania nazi ...ya es un gigante ¿Te recuerdo cuantas conquistas tiene?
—¿Qué pasa Mía? ¿Algo te inquieta? Estas sobre pensando en gran manera bastantes cosas ¿Algo que no me has contado aun?
Mía guardo silencio un rato y exhalo aire sabiendo a donde quería llevar Jack la pregunta.
—Lo siento Jack...—Masajeo sus sienes y toco el puente de su nariz. — Vi la realidad de muchos hoy...en el puerto y el hospital.
—¿Es lo que inquieto e Emma?
—En parte...si...debiste de ver sus rostros...su hijo estaba muriendo a lo que entendí...No sé cómo me pondría sin Emma yo.
—No pienses en eso amor. — Carter comprendía que su esposa ya estaba más que preocupada por el futuro de su hija. —A veces nos rompemos la cabeza poniendo mil escenarios diferentes en nuestra cabeza y al final no pasa nada de ello ...nos terminamos preocupando por nada.
—No me gusto escuchar a Emma pedir ayuda...Me dio mucho miedo...Que tal si...
Carter se limitó a abrazar a Mía. Sabía que en esas circunstancias por más que la intentara calmar, las palabras no serían suficientes. Mía podía haberse hecho más dura en muchos aspectos. Sin embargo, seguía siendo mujer. Con sentimientos a flor de piel y más ahora que la maternidad la había hecho sobre pensar aún más muchas cosas en escenarios relacionados a su hija.
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—¿Cómo vamos a actuar?
—Ahora sabemos que son ellos sin duda...todo este maldito tiempo se han estado escondiendo en esta maldita cloaca americana.
Amira seguía en el hospital teniendo que cuidar al pequeño que había hurtado de los brazos de su madre. Sin embargo, la fiebre del bebe no cedía y la deshidratación se comenzaba a hacer más presente.
—¡No puede ser! ¡Esta cosa no se calla ni un maldito segundo!
—Bueno ...ya nos consiguió el pase para entrar, confirmamos nuestras sospechas ¿Ahora qué?
—Si nos ven sin bebe...sin duda pasaremos a ser sospechosos. Así que tendremos qué cuidarlo y vernos como los más preocupados de todo el maldito país.
William y Amira seguían hablando mientras el pequeño no paraba de llorar y claro también al no tener a su madre cerca lo hacía buscarla con ese llanto tan desesperado. Sobre todo, porque Amira no era maternal. No sentía ni el más mínimo remordimiento de verlo llorar.
—Debería de ponerle una cinta en la boca o meterle un maldito calcetín...
Las enfermeras llegaron una vez más a revisar al pequeño y a llevárselo de nuevo. El llanto de él bebe no les parecía nada normal y tenía que seguir en observación.
Ambos una vez más entraron en sus papeles de padres preocupados y no levantaron sospechas.
Una vez estaban solos Amira al fin pudo descansar.
—¡Maldito crio! Mis brazos y mis oídos están al límite.
—Meterlo a un maldito horno es lo que deberíamos hacer. — William agarra la barba que se ha dejado crecer y le tapa mas de la mitad del rostro. — ¿Qué opinas Amira? Una niña...
—Y para acabarla...una niña sorda. —Chasqueo la lengua fastidiada. — Que maldita abominación tan defectuosa.
—Es conveniente para nosotros... por que la cría no podrá pedir bien ayuda. A duras penas habla.
—Sin mencionar que es ligeramente mas pequeña que los niños de su edad...Eso nos dará ventaja.
—¿Qué quieres hacer con ella?—William tiene intriga.
—¿Sentiste algo al saber que es tu sobrina? —Amira pregunto de forma franca. —¿Nos enfocamos en la gitana?
—Esa...cosa no es mi familia Amira. — Algunas cosas no cambian. —No me preguntes que no tendré consideración por la cría defectuosa.
—¿Te sigue atrayendo la gitana? — Amira pregunto de forma directa a su ahora esposo.
—¡No! Tu me llenas...Eres más que suficiente.
—Quiero que mi esposo destruya a esa perra. —La judía y el nazi se miraron. —Que se retuerza de dolor y se le acabe la garganta, de tanto pedirle ayuda a su maldito padre y a su esposo.
—Amira...
—Y que vea como su hija se muere en su maldita cara sin poder hacer nada. ¡Quiero que sufra! ¡Que sienta que está muerta en vida William! Y una vez no tenga nada, matarla con mis propias malditas manos.
—Lo que tu pidas...es lo que se hará. — El nazi ya había escuchado a su compañera y su petición. No seria un hombre si no le cumple a su mujer. — ¿Tienes la cura para lo que le inyectaste al crio?
Amira guardo silencio y negó con la cabeza. William espero una respuesta de la judía en silencio.
—Me es un estorbo ya...Además desde que inyecte la dosis sabía que para el peso de él era bastante.
—¿Cuánto le calculas de tiempo de vida?
—No pasa el mes William.— Resonó su garganta dictando su veredicto. —Estados Unidos correrá con los gastos de ahora en adelante. No es nuestro problema, solo enfoquémonos en vernos preocupados.
Después de un rato los médicos les informaron que él bebe estaría en cuarentena y aislado de todos por que el virus que tenía era altamente contagioso. No podían arriesgarse a que mas niños se infectaran y comenzar una epidemia. Debido a su condición de refugiados el gobierno de los estados unidos les otorgo una casa de descanso cerca del hospital por la situación de su "hijo"
Sin mas que hacer, mas que darle tiempo al tiempo los mandaron a descansar y fue cuando estos dos aprovecharon a caminar por los alrededores.
Rondaban ya las ocho de la noche cuando estos dos farsantes estaban recorriendo las calles para comenzar su búsqueda. No eran idiotas y habían visto hacía que lado había tomado Mía para encaminarse así que comenzaron a indagar.
No les basto caminar mucho para encontrarse a James Campbell cuidando a la niña en el patio. Tal cual había prometido, estaba armando una casa de campaña con una manta y le enseñaba a atrapar luciérnagas. Que tenían en frascos de vidrio.
Veían de lejos y analizaban el terreno. Si la niña estaba en ese lugar, quiere decir que la casa con el enorme patio era donde vivían sus presas. Notaron igual que el puerto donde había un sinfín de marinos y aviadores estaba prácticamente protegiéndoles.
—¡Malditos cobardes! — William fue el primero en hablar analizando que difícilmente podrían hacer algo en contra de ellos. —Tendremos que alejarlos.
—¡Ese maldito de James! — Amira temblaba de coraje al ver a lo lejos al hombre que la había desgraciado la vida a ella y a William.
—Calma...
Por su parte James si bien dirigía toda su atención a Emma, ya se había percatado de esas dos siluetas que estaban parados sin hacer nada. Su instinto le decía que no era normal...Pero no había amenazas hasta el momento de nazis, japoneses o italianos.
—Emma ¿Por qué no vas con mamá y papa y les muestras cuantas luciérnagas has atrapado sola?
La pequeña afirmo con la cabeza y se levantó con el frasco, para los pasos de ella, serian como diez. James seguía sin despegarle la mirada hasta que vio que entro a casa, saco su 9mm y verifico su arma hasta saber que estaba cargada. Se da media vuelta y se acerca a los extraños con cautela.
—¿Se les ofrece algo? — El mafioso tomo su encendedor y prendió un puro tranquilo mientras veía a los extraños. —Tienen rato mirando hacia acá.
—¡Reconocimos a la niña! —Empezó hablando Amira queriendo aventársele a matar al mafioso y matarlo. Pero sabe de actuacion y depasciencia. Ya llegara el mejor momento. — Disculpa...Somos refugiados y hoy nos encontramos a la niña en el hospital.
—¡Aja! Pero no responden mi pregunta... ¿Se les ofrece algo?
—No señor...no era nuestra intención interrumpir o ser inoportunos. — William intervino analizando todo el panorama. — No queremos problemas.
—¿Qué te hace pensar que están en problemas? — James seguía sintiendo algo extraño en estos dos sujetos. Pero tenía acuerdos que tenía que respetar por su actividad ilegal. Sin evidencia no podía disparar a diestra y siniestra. —¿Tienen sus papeles?
Ambos entregaron sus papeles al mafioso y este les dio una revisada. Los miro de reojo sabiendo que esos papeles eran originales y legales.
—¿De qué parte escapan?
—Herzberg
—Cerca de Ravensbrück...¿Cierto?
—Estamos corriendo de ese infierno—Habla la judía viendo a James. — Franz se nos está muriendo...
—Lamento por lo que están pasando...—El mafioso esta con las manos atadas. Por mucho que su instinto lo mantenga alerta no puede ser hostil con ellos. —Deberían descansar...y quedarse en el hospital para cualquier cosa que sea relacionado a su hijo.
—Lo acaban de poner en cuarentena. — Avisa la judía. —Nos recomendaron salir a despejar la mente y descansar...no podemos hacer nada al respecto.
Emma ha salido una vez mas y capta la atención de su abuelo. James se agacha y ve que la niña un poco apenada esconde algo en un papel que arruga con sus manos.
—Insistió en que quería darles algo. — Mía está detrás de ella. — No entiendo como los reconoció con la poca luz que tenemos.
—¿Qué tienes en las manos pulga? — James ve que Emma se cohíbe y le muestra la hoja a su abuelo. —¿Tu hiciste esto?
—Puedes creerlo. — Mía sigua acercándose a donde su padre y su hija.— Calco el mensaje ella sola de lo que quería ponerles.
Ve a su hija y le regala una sonrisa.
— ¡Entrégaselos! ¡Anda!— Movio con sus manos para comunicarle a su hija.
Mía observa que su hija a pesar de tener buenas intenciones no interactúa muy bien con otros niños ni con muchas personas por que no la entienden. Lo cual la hace ser muy reservada cuando no conoce a alguien.
La pequeña se acerca con pasos lentos a Amira y le extiende la mano entregándole el papel que tiene el mensaje corto de "Todo está bien" Con el pulso de la pequeña.
En cuanto la judía lo agarra Emma se regresa corriendo atrás de las piernas de su madre y se esconde asomando un poco la mirada.
—¡G-gracias! — Amira se agacha y se acerca un poco a la pequeña. — Emma.
—¿Te duelen las piernas? — Mía se percata que tiene un ligero renqueo al levantarse.
—Cosas que me gustaría dejar atrás...caí en las manos de un monstruo. — El silencio se hace presente y es mejor desviar el tema...en cuanto menos sepan mejor. —Cómo se dice... Gracias ¿Podemos ser amigos? En su idioma.
Mía hace las señas con las manos de manera lenta hasta que ella lo logra entender.
Amira se agacha y al acercarse a Emma esta se sigue ocultando cada vez mas en las piernas de su madre. Al ver que Amira hace señas con las manos las cuales entiende, dirige la mirada hacia su mama con un brillo de felicidad.
—¿Cómo se dice Emma?— Una vez mas quiere que su hija interactúe un poco con más personas.
—¡Gracias Amiga! — La pequeña Emma una vez termina de responder vuelve a ocultarse en las piernas de Mía.
—Discúlpala...aun es muy tímida y no es que todos quieran aprender a comunicarse con ella.
William sabe que si se siguen exponiendo, levantaran sospechas en James así que decide hacer su intervención.
—Cariño...cenemos algo y veamos que noticias nos dan de Franz.
Diciendo esto Amira sabe que es la señal de retirada. Se reincorpora y se acerca a William haciendo la despedida y alejándose ambos.
Mía al ver que los refugiados se retiran se comienza a acercar más a su padre. No sin antes ver a su hija con ese cabello negro que tiene y esos ojos negros como ve curiosa y feliz a sus "nuevos amigos"
—Cuéntale a papá que tienes nuevos amigos. — Mía le aprieta la nariz a su hija y esta sale corriendo a platicarle a su padre lo sucedido.
—Cuando mandas a tu hija con el idiota de Carter...es por qué quieres hablar conmigo.
—Y no te equivocas...—Pause unos segundos viendo como su hija se retira contenta. —¿Desconfías de ellos?
—Mucho interés en tu hija...— James expulsa el humo del cigarro explicándole a su hija. —Algo en mi interior me dice que no me fie.
—A mí también. — Campbell mira esta vez hacia los extraños. —Pero no logro saber qué.
James le toca la frente su hija con el dedo índice y no logra evitar sonreír.
—Sello Campbell.
—¡Nunca falla! — Dicen al unisonó ambos.
Por su lado William y Amira aprovecharon a alcanzar a contar los barcos en servicio y el panorama para mandar un reporte completo a sus aliados. Considerando que Japón ya tenia planeado atacar Pearl Harbor...la información de esto ...les sería muy útil.
—El terreno es bastante grande para plantar minas o bombas...
—¿Te atreverías a mandar a volar a una bastarda sorda?
—Me cae bien— Amira Dicta su veredicto. — Lastima que viene de las entrañas de una maldita gitana. Así que, me atrevo a eso y mas.
Proximo capitulo titulado "Desacuerdo" ¿Ideas?
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