55
Por la mañana, la rubia y la pelinaranja, se encontraban completamente normales, tal vez un poco cansadas por la acción de la noche anterior.
La morena era la más feliz de todas, ni siquiera se notaba fatigada o adolorida, en cambio...
Erika seguía recostada, su cuerpo estaba tratando de recuperarse, llena de mordiscos y chupetones, sus rodillas y manos, raspadas por la tierra y, ni hablar de su zona íntima.
-¡Mami! ¡Tengo hambre!- Mikaela movió el brazo de su madre
-d-dame... U-un... M.... M... M-momento...- trató de moverse pero sus huesos crujían y dolían
-novata- Winda rió entre dientes al verla ahí acostada
-entre Leo y Raph, rojito es más salvaje- Maggie sonrió levemente -cada vez que tienen intimidad, ella termina así-
-bueno, Leo no es rudo, solo un poco fuerte- sonrió la morena
-Raph la desarma cada vez que puede, ella es como un jueguito de LEGO para él- Maggie subía cosas al camión, se suponía que esa misma mañana se irían
-¡Mami! Tengo hambre...- la movió con sus pequeñas manos
-ya voy...- Erika se sentó lentamente y su cadera crujió haciéndola poner una mueca de dolor en su rostro
-mmm.... ¡Iré con papito!- Mikaela corrió, bajó del camión, se transformó y al encontrar a su padre, lo mordió en la pierna
-¡Mierda!- el temperamental simplemente sintió los pequeños dientes afilados incrustarse en él -¡Bonnie Mikaela Chang!-
Trató de separar a la pequeña lagarto, pero estaba aferrada con garras y dientes, tiró de su cola hasta que logró separarla.
-eres una amenaza...- la miró volver a su forma humana
-¿Qué le hiciste a mi mami?- se cruzó de brazos
-cosas de adultos- frunció el ceño
-¡La dejaste mal! ¡No puede hacerme un panito con jamón por tu culpa!- se sacudió en su agarre
Él la dejó en el suelo y se arrodilló para verla a los ojos.
-tengo mucha hambre... ¡Y mami no puede darme comida!-
Ambos tenían el ceño fruncido, Leonardo y Donatello simplemente rieron entre dientes al ver lo iguales que eran, padre e hija tenían la misma mirada.
-¿Tienes hambre?- dijo el de rojo un poco más calmado
-si- aún tenía los brazos cruzados
-¿Huevos con jamón?- acarició su cabeza
-con salsita y lechita- frunció más el ceño
-hecho- Raphael se puso de pié y caminó hacia el camión para buscar lo que necesitaría para alimentar a su hija
-¿Huevos con jamón?- Donatello se arrodilló junto a su sobrina
-papi piensa que soy Sam- se encogió de hombros -no los va a hacer verdes- negó con su pequeña cabeza
-vuelve al camión Dr. Seuss- Leonardo le dió un pequeño empujón y ella corrió hacia el camión
-es linda...- el de bandana morada se puso de pié, pero aún mantenía la mirada en el suelo -a veces quisiera una...-
-¿Una qué?- el de azul lo miró confundido
-una hija...- Donnie se fue a paso lento al interior de la casa para ayudar a Shane con algunas cosas que había que guardar en el camión
El líder de azul simplemente soltó un suspiro, sabía que a pesar de que su hermano el intelectual, no era muy de compartir sus sentimientos o penas, el anhelo de tener un hijo propio siempre le salía a relucir, no era lo mismo para el de anteojos cuidar y ver crecer a sus sobrinos que hacerlo con un hijo propio, siempre había considerado a Shane como su propio hijo, pero no era el mismo sentimiento.
Al entrar a la casa solo encontró a Jendayi guardando sus instrumentos luego de haberlos limpiado, ella sintió su presencia y sonrió levemente al verlo ahí, él le devolvió la sonrisa.
-¿Donatello?- inclinó levemente la cabeza
Él rió y asintió con la cabeza, la pronunciación aún era difícil para ella, pero se apreciaba mucho el intento que estaba haciendo.
Donnie señaló la maleta de instrumentos a lo que Jendayi sonrió y la abrió para enseñarle lo que tenía, ambos decían los nombres de los instrumentos en sus respectivos idiomas, lo que hacía que ambos soltaran leves risas de vez en cuando.
-¿Donnie? Ya debemos...- Maggie sonrió levemente al ver a la tortuga de cinta morada compartir con la joven africana, se dio media vuelta y caminó lentamente hacia el camión
-¿Y Donnie?- Dakota bajó del camión buscando a la otra tortuga
-se está divirtiendo con Jen...- sonrió
-caramba, dos cerebritos juntos, eso no terminará bien- rió la pelinaranja
-¿Quién sabe? Se anima y la adopta- Winda soltó una pequeña carcajada
La rubia la miró un momento, lo pensó y luego negó con la cabeza, algo decaída suspiró.
-Donnie y yo ya nos rendimos con eso... Ya nos hicimos a la idea de que tener un hijo propio no es para nosotros, que solo estamos destinados únicamente a ser buenos tíos y buenos ciudadanos...-
-Maggie...- la pelinegra que al fin había logrado ponerse de pie, se puso a su lado y acarició su espalda -no digas eso... Aún están a tiempo-
-Eri, ya no soy tan joven como antes... Pronto me pegará la menopausia, aunque no sé cómo será con una histerectomía, pero yo ya pasé mi etapa de criar niños...- suspiró
-no te rindas tan fácilmente...- Dakota la abrazó por un costado -hallaremos una solución entre todos...-
-descuiden, ya pude ver crecer a dos de los chicos, eso es suficiente para mí...- le sonrió con dulzura a la pelinegra -recuerda que dije que tus hijos, serían mis hijos también...-
-así será siempre... Tú eres su segunda madre- la pelinegra la abrazó a lo que la rubia correspondió
-ya no estés triste vainillita, tarde o temprano, tu sueño será realidad- la morena le colocó un mechón de pelo detrás de la oreja y le sonrió con amabilidad
-gracias- Maggie la atrajo hacia sí misma y la abrazó, Winda no tuvo otra opción más que aceptar el gesto
Entre todas se dieron un fuerte abrazo, se separaron y terminaron de subir las cosas al camión.
-¡Vámonos!- Leonardo comenzó a subir a los niños al camión -¿Shane?- se giró a verlo
El joven mutante estaba parado frente a Jendayi, ella lo miraba fijamente a los ojos, con dos pequeños frascos en sus manos, se los dio y él los tomó.
Poco a poco habían aprendido a comunicarse, con golpecitos en las cosas, así que la joven golpeteó dos veces un frasco y el otro tres veces, señaló su estómago y el sol.
-lo tengo... Dos durante él día y tres después de comer...- sonrió levemente
Ella sonrió levemente, Shane con cuidado le dió un par de palmadas en el hombro y luego ella le tomó el brazo para despedirse, iba a extrañar esos ojos verdes.
-adiós...- el pelirrojo subió al camión y se despidió con la mano
-adiós...- ella también se despidió
En cuestión de minutos, el camión avanzó hacia el horizonte, alejándose de la casita de barro y de aquella joven que nunca iban a olvidar.
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