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Lentamente Winda abrió sus ojos, se sentía mareada y adolorida, comenzó a enfocarse mejor y notó lo extraño del lugar.

-¿Dónde estoy?-dijo mientras miraba por todos lados -¿Qué es esto?-

Habían muchas cosas de enfermería en ese lugar, era raro, las paredes de concreto eran muy oscuras, casi negras, los estantes de madera lucían como si hubiesen sido hechos con puertas.

Se levantó con cuidado, notó que tenía un par de pantuflas rosa, eran cómodas y lindas, sintió que estaba cubierta de más, usaba un pantalón ancho muy suave de color gris y una camiseta de manga larga color rosa, olía muy bien.

-está ropa es deliciosa, me siento cómoda- caminó despacio hacia la salida de la enfermería -wow-

Al salir se dió cuenta de donde estaba, era una vieja estación de metro subterránea, era muy grande, algunas paredes tenían grafittis de colores, habían puertas con marcas de un color específico, una azúl, una celeste al lado, una que era mitad amarilla y mitad roja, otra era de color verde, esa estaba al lado de una lila y del otro lado había una de color naranja, una un poco alejada era de color gris.

-este lugar... Es extraño- miró hacia arriba y se dio cuenta de que la luz entraba de manera distinta -parece una estación de metro-

-veo que ya despertaste-

Se giró para saber de dónde provenía esa voz, se encontró con una mujer de baja estatura, cabello negro y piel un tanto morena.

-¿Tienes hambre?- sonrió

-¿Quién es usted?-

-mi nombre no importa ahora, solo debes saber que estás curada y tengo huevos con tocino en la cocina ¿Quieres?-

-si, por favor...- sintió a su estómago gruñir

Ambas se fueron a la cocina, Winda no pudo dejar de observar con atención todo lo que había en la guarida, todo estaba muy bien acomodado.

-¿Te gusta el jugo de naranja?-

-si...- se sentó con cuidado en una de las sillas que estaban ahí -¿Qué es este lugar?-

-bueno, era una vieja estación de metro, en palabras simples, es mi casa- rió y le dió un plato con comida

-¿Usted vive aquí?- comió un poco, se sentía bien comer algo así

-si, no te preocupes, todo está muy limpio- sonrió y le dió un vaso con jugo

-si, gracias es muy amable- dijo para luego beber

-¡Mamá!- escuchó una voz masculina gritar, venía de dónde estaban las puertas de colores -¿Sabes dónde están mis tobilleras?-

-busca en tu cajón, debiste meterlas ahí después de lavarlas-

-¡Ya las busqué!- notó frustración en su tono

-¿Y si yo voy y las encuentro? ¿Qué te hago?-

-¡Las buscaré mejor!-

-niños- miró a la morena -a veces una pequeña amenaza los hace más listos- rió

-¿Tiene hijos?- terminó de comer

-si, a veces me dan ganas de darme un tiro pero los amo con todo mi corazón- sonrió

Winda iba a hablar hasta que varias voces masculinas comenzaron a escucharse cada vez más cerca.

-demonios, siempre se despiertan tarde y justo hoy lo hacen temprano- caminó hasta donde las voces se escuchaban

Winda solamente se quedó ahí sentada, no podía escuchar la conversación y tampoco quería ser entrometida.

-oh, Buenos días- dijo una rubia -veo que tenemos visitas-

-buenos días- lo miró

-esa es...- miró su ropa -bueno, no importa ¿Cómo te llamas?-

-mi nombre es Winda- sonrió

-un placer, soy Maggie- sonrió de vuelta -¿Qué edad tienes?-

-30- la miró

-vaya, luces más joven- rió -yo tengo 42-

-honestamente no luce de esa edad- sonrió

Winda no era alguien que confiara fácilmente, el mundo en el que vivía no era para fiarse, pero esas mujeres estaban siendo amables con ella y la estaban ayudando.

-agradezco tu cumplido- sonrió y se dispuso a preparar 2 tazas de café

-¿Usted también vive aquí?-

-si, vivo aquí con mi esposo- rió

-hola tía Maggie ¿Qué hay para desayunar?- dijo una chica castaña

-buenos días Kiri, tu madre hizo huevos y tocino- sonrió -saluda a las visitas-

Kiri miró a Winda y nada más, tomó su desayuno y se fue, debía ir a la escuela.

-disculpala, está en esa edad en la que odia a todos- rió -es igual a su tío-

-entiendo- sonrió

-buenos días- bostezó

-buenos días Shane- sonrió -¿Qué tal dormiste?-

-a penas dormí un poco, ese proyecto de ciencias me trae loco-

-sabes que Donnie puede ayudarte- lo miró

-lo sé, es que no quiero cargarlo de trabajo- miró a la otra mujer que estaba ahí -buenos días...-

-buenos días- sonrió

-¿Quién es?- miró a su tía

-su nombre es Winda y creo que tu madre la trajo-

-papá se enojará- rió -comeré en el camino, aún debo vestirme-

-ve con tu hermanita y dile que el desayuno está listo-

-si, no hay problema-

Tomó su desayuno y se fue a la habitación de sus padres, ahí dormía la menor de los ninjas, Winda notó que eran muchas personas las que vivían ahí.

-¿Desde hace cuánto tiempo viven aquí?- la miró

-bueno, déjame calcular- se detuvo un rato a pensar -según mis cálculos, vivimos aquí desde hace unos 3 años, porque la familia creció, pero vivimos en estaciones así desde hace más de 10 años-

-¿Viven en las alcantarillas desde hace más de 10 años?- la miró con sorpresa

-si, bueno mi esposo y sus hermanos viven en las alcantarillas desde hace más de 30- rió

-¡¿Cómo es eso posible?!- alzó un poco su voz

-bueno, ellos son especiales-

-¿Especiales?- la miró confundida

-si, son un poco diferentes, pero son muy buenos chicos, bueno ya no son tan chicos, son ¿Hombres?- rió

-así que ya son mayores-

-si, así es, creo que de todos los que estamos aquí eres la más joven, excepto por los niños-

-entiendo-

-lamento si piensas que somos raros por vivir aquí-

-no se preocupe, creo que es mejor que vivir en la calle como otras personas-

-si, tienes razón- sonrió pero al escuchar los pasos distintivos de ciertos mutantes se le borró la sonrisa de la cara -diablos... Alguien tendrá problemas-

-¡No Raph! ¡No entres ahí!-

-¿Trajiste un perro otra vez?- Winda escuchó una voz muy gruesa y masculina

-no ¡Pero no entres!-

-tengo hambre mujer- gruñó un poco

-vamos Eri, tenemos hambre- dijo una voz un poco menos rasposa, era más tranquila

-lo sé Mikey pero esperen ¿Si?-

-querida, no debes ocultarle cosas a tu familia- dijo una voz algo cansada y mayor

-me iré a esconder- escuchó pasos alejarse muy rápido

Todos entraron y fijaron su vista en la mujer morena que estaba frente a ellos, Winda sintió un enorme escalofrío, sentía que iba a desmayarse, Maggie puso su mano en su hombro por si acaso.

Pov. Winda

La rata solamente sonrió levemente, los otros cuatro no sabían que decir, yo simplemente tragué en seco de la sorpresa, no esperaba que mi vida me llevaría a conocer unas criaturas verdes gigantes.

¿Por qué usan máscara? ¿Por qué son gigantes? ¿Por qué son verdes? ¿Van a comerme? ¿Me van a sacrificar?

-esta vez se pasó de la raya...- dijo el que tenía máscara roja -¡Erika!-

-¡No estoy!- escuché a lo lejos, así que así se llamaba la mujer que me ayudó

-¡¡Ven aquí mujer!! O ¡Yo iré por ti!- volvió a gritar, creo que es algo explosivo

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