CAPITULO 4
CESAR
- ¡Diablos! - La maldición de Raquel mirando abajo del mostrador y laterales, llama mi atención.
- ¿Sucede algo?
Resopla.
- Creí haber encargado las servilletas de color y no las veo... - Procura hacer memoria mientras ojea su libreta de apuntes del negocio que saca de su delantal blanco.
- Y lo hiciste. - La detengo. - Lo trajeron hoy temprano, solo que antes del horario de apertura y lo recibí yo afuera y en las escaleras de la azotea...
- Voy por ellas, ya no queda nada... - Procura apurarse, pero la detengo ante la vista de otro cliente que la campanilla anuncia su entrada al bar.
Una muchacha que no ubico como los de siempre y por ende, debe ser nueva en la zona, ya que al ingresar mira con curiosidad el interior mientras se acerca al mostrador tímidamente.
- Sigue atendiendo, yo voy por ellas. - Le digo y me agradece, siendo acompañado por Pastor.
CHERRY
Llevando esta vez mi monedero en uno de los bolsillos de mi saco deportivo que visto, camino con seguridad hacia la cafetería que en mi caminata anterior por el barrio ubiqué.
Deteniéndome en su frente.
Que por cierto muy lindo con su construcción de ladrillos visto y enormes ventanales en sus lados, siendo esquina.
Y cierro mis ojos unos leves segundos para aspirar y por más puertas cerradas, colma su acera.
El exquisito aroma a café, cual por su fragancia ni siquiera dudo ese excelente origen.
Colombiano.
Ya que su calidad, sabor y ese perfume de cultivo gourmet, como barista lo certifico.
No tiene igual y sin desmerecer a otros países que son excelentes, también.
Pero el colombiano es privilegiado por sus condiciones atmosféricas, siendo la labranza de sus plantas en la altitud, con la humedad justa y la misma característica de esa tierra, tienen como producción el mejor cultivo de plantas de café.
Y por eso, con más ganas apoyo mi mano en la puerta para empujar y entrar, pero una cosa me detiene al mirar hacia un cartel impreso en costado que no había reparado antes en una de sus hojas de vidrio.
Y contengo las emoción al leerlo.
Porque solicita algo que ilumina mi sistema.
¡Que suerte!
Un barista.
Y sin dudar, aunque tímida, ingreso al local, recibiéndome el tintinear de una campanita al hacerlo.
Muchas mesas están ocupadas y en la barra solo un muchacho que lo cubre una especie de bandera de algún equipo de fútbol.
Supongo, ya que no soy aficionada a ese deporte.
Lo mío es la música y el café.
Notando las otras banquetas despejadas, voy por una mientras veo que el hombre que atiende y ese cliente futbolero se van juntos, tras decirle algo a la mujer que mirándome y con un gesto sonriente me da la bienvenida y me invita a tomar asiento, cosa que yo también agradezco sin dejar de mirar el lugar.
- ¿Primera vez en la cafetería? - Me pregunta cordial y acercándome un vaso de agua fresca por notar mi caminata.
- Gracias. - Por ello. - Sí, nos mudamos hace unos días con mi familia. - Soy sincera.
- ¿Y de la ciudad? - Piensa y le niego mientras doy un sorbo a mi vaso.
- Aunque no fue la de mi nacimiento, ya viví hace mucho tiempo. - Le explico. - Cuando era niña y por unos años. Pero por razones laborales de mi padre, hubo constantes mudanzas...pero eso ya acabó por una gerencia de ascenso que logró definitivamente. - Suspiro aliviada por ello, causando que la mujer sonría. - Tengo muy lindos recuerdos y estoy feliz de que acá sea, ya mi residencia.
- ¿Amigos? - Me pregunta comenzando a preparar mi pedido.
Obviamente, una buen espresso.
Otra vez niego, pero algo dudosa.
- Era muy pequeña... - Formulo y me comprende, eligiendo una taza. - ...tengo vagos recuerdos con mi hermano mayor de juntarnos con uno de sus compañero de colegio y su hermanito...
- Sería lindo que se reencontraran. - Acota alegre y me limito únicamente a asentir, ya que no deseo profundizar con su comentario, porque sería adentrarme en el tema y lo que conllevaría eso con la especie de fuga.
Digamos.
De mi hermano de casa y lo locamente como imposible tras tanto tiempo pasando y más, cuando ni siquiera recuerdo el nombre de ambos.
Aunque sería bonito, porque y como le mencioné anteriormente, gratos recuerdos, pese a la poca edad.
Volver a reencontrarme con ellos.
En especial con su hermanito.
Como dije, difuso los recuerdos.
Y aunque éramos chicos, él era más grande por un par o quizás un poco más.
Tampoco eso recuerdo, pero sí, compartir momentos con él mientras jugábamos.
Por eso me limito a mirar extasiada en como prepara mi café.
Estoy maravillada y sigo sus pasos visualmente, como si fuera que yo estuviera en su lugar en como prepara mi bebida caliente y colombiana, conociendo la dosis justa del café molido, la cantidad de agua, el tiempo de extracción y el volumen final.
Y sin darme cuenta, me encuentro aplaudiendo de felicidad, provocando que sonría más, cuando deposita mi taza frente mío.
Y me acomodo mejor sentada en la banqueta alta y hasta permitiéndome aspirar la fragancia, inclinándome un poquito.
Es perfecto.
- ¿Amante del café? - Me pregunta, notando al beber un poco, yo lo disfruto con mucho placer.
- Desde que me permitieron mis padres y siendo niña, tomar mi primer taza. - Murmuro, apreciando otro traguito. - Un buen tiempo de extracción de aproximadamente unos 25 segundos... - Cato su sabor, cerrando mis ojos. - ...con la cantidad justa de café molido por el tamaño del portafiltro. - Los abro para mirar el mismo que descansa en un lado del mostrador, causando que la mujer me mire con cierta interrogación, porque apenas se puede ver desde mi punto del otro lado de la barra. - Probablemente usaste de 8 a 10 gramos. - Murmuro, calculando mi taza de 35ml y satisfecha, volviendo a beber.
- Sin embargo, hay que recordar que la guías son flexibles, no estrictas...
- Sí, cada café es diferente. - La interrumpo. - Algunos sabrán mejor con un tiempo de extracción más corto, otros con uno más largo. - Prosigo y me presta más atención. - Hasta los mejores parámetros pueden verse afectado por el perfil de tueste y los tamaños de molienda de un café. - Bebo otro poquito.
La mujer apoya una mano en su cadera.
- Vaya...sabes mucho para solo ser una amante del buen café.
- Lo soy y eso me llevó a ser...
- ...baristo. - Su turno de interrumpirme pensativa, mientras afirmo y me pongo de pie, indicando hacia la salida, continuo a mí.
- Solo vine como clienta...pero noté el cartel de trabajo en la entrada... - Vuelvo a mirarme y sí, no estoy presentable con mi ropa deportiva. - ...y estoy buscando uno. - Extiendo mi mano por sobre la barra hacia la mujer. - Me llamo Cherry Love.
- ¿Cherry?
Afirmo.
- Cherry Love. - Reitero.
Y la mujer pestañea.
- ¿Love es tu apellido? - No se la cree y sonrío, porque nada nuevo.
Muchos se asombran de mi apellido y más, cuando lo ven acompañado de mi nombre.
Culpen al potenciado antojo de mi madre en su embarazo conmigo.
Cerezas.
Muchas cerezas pidió, comió y amó.
¿Resultado?
Parecerle dulce el nombre Cherry cuando nací.
Cosa que no me desagrada y me gusta mi nombre por más apellido.
Porque heredé desde el vientre materno.
Supongo.
Ese amor por las cerezas que como bien dije antes, adoro su sabor como color.
CESAR
Tomando la caja con las servilletas, veo como Pastor desata esa especie de bandera con el equipo de fútbol de turno para doblarla minuciosamente y con cuidado, tras chequear la hora de su reloj pulsera.
- ¿Se te fue ya el amor por ese equipo? - Pregunto mientras veo que saca otra cosa de la mochila que trajo para guardar esa.
Y me gano su mirada estilo espanto más ambas manos en su pecho, como si fuera que lo hubiera invitado a ir a patear gatitos bebés.
Los adora.
Por la calle.
- Corrección mi queridísimo amigo. - Habla, tras reponerse y abriendo lo otro que sacó, seguido a extenderlo por sobre él. - Es turno de otro amor. - Ya sobre su hombros como espalda se gira para que lo vea. - En un rato juega por las Eliminatorias, Ecuador vs Perú... - Mostrándome ambos escudos de la selección.
Lo miro raro.
- ¿No se supone que este tipo de enfrentamientos, simpatizas con uno solo?
Niega rotundo y mostrándome una mano, para luego la otra a modo ejemplo.
- Es como elegir solo ceviche o solo tomar una buena cerveza, imposible. - No lo concibe. - Se quiere las dos cosas y disfruta. - Me regala una gran sonrisa.
Y quiere seguir explicándome sobre mi risa, pero algo lo detiene de hablar y a mí, de seguir caminando mientras lo hace a mi par para regresar abajo y a la cafetería.
Una música y con Pastor nos miramos.
Ya que no es una simple melodía.
Palpitaciones.
Es Fantaisie - Impromptu op. póst 66 y proviene de un piano.
Y mis pies aunque están paralizados sobre el piso de madera, nerviosamente por mi estado se retuercen entre sí, al sentir la vibra desde el piso más abajo.
No, no y no.
Porque, provienen desde la misma cafetería y por ser tocada por alguien desde el piano de mi hermano.
Enojo.
Alguien lo está haciendo, cuando prohibí su uso desde que él falleció.
- ¡Cesar! - Es lo ajeno y poco que escucho de Pastor, ya que inicio mi carrera hacia afuera, tirando hasta la caja de servilletas y bajando las escaleras laterales en dirección hacia la cafetería sin perder tiempo y con esa melodía a medida que me acerco, retumbando más en mis oídos.
Maldición...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top