CAPITULO 3

CHERRY

Entrando nuevamente a casa, el silencio me recibe con solo ciertos sonidos de mamá desde la cocina, que y al verme, asoma su rostro.

Parece que la discusión como mi padre ya no están más.

- Que bueno que ya llegaste... - Sale limpiándose las manos y señalando la mesada. - Tienes la comida hecha, solo un golpe de horno si la sientes fría...

- ¿No comes? - Pregunto y niega con apuro, arreglando su peinado con el reflejo de un cuadro como si no quisiera perder tiempo.

- No, cariño. Lo haré después. - Se fija si tiene todo en su cartera. - Tengo una entrevista de trabajo...

- ¿Vas a trabajar? - Interrumpo algo asombrada.

Y lo es, ya que mamá nunca lo hizo para dedicarse a nuestra crianza.

Aunque lo hizo antes, tanto en el noviazgo como los primeros años de matrimonio con mi padre, al enterarse de la llegada de mi hermano, lo que iba a ser solo por un par de años más tras su nacimiento, con el tiempo eso se trasformó hasta hoy en día en para siempre, luego sumándose la mía.

No terminó su carrera pese a que cursó unos años.

Chef profesional.

Por eso mi duda.

Y la otra cuestión.

Nunca lo hubo como ahora esa necesidad, porque el puesto de laboral de papá siempre nos dio una excelente estabilidad económica y más con su ascenso y por tal, el motivo de mudanza de vuelta a esta ciudad.

- Sí, ayer pasando por unas tiendas, descubrí en una que necesitan ayudante de cocina en un restaurant...

- ...mamá... 

Me mira haciendo que calle.

- Cherry no me mires como si fuera que soy anciana, realmente lo quiero. - Ni duda. - Tú, ya eres una adulta y no hace falta mi presencia en casa por unas horas.  - Resopla, apoyándose sobre la puerta de entrada y ya, sin tanto ese apuro de antes para hablarme con tranquilidad. - Pronto, será tu turno...

- ¿Para qué?

Se sonríe.

- Para irte... - Lo dice tranquila, pero esa oración hace picar mis entrañas, tanto, que muerdo mis labios.

- No soy mi hermano... - Murmuro con fastidioso dolor, abandonando el plato de comida y con gesto de ir a mi habitación.

- ¡Cherry, Cherry...no quise decir eso... - Mamá me detiene y me obliga con su mano a tomar asiento en una de las sillas de la mesa. 

Se toma su tiempo en acomodar lo que sea que quiere decirme mientras acerca mi plato con aire de que almuerce. 

- Me refería a que ya eres una adulta y no pasará mucho tiempo en que decidas hacer tu propia vida...camino. - Me alcanza el tenedor y lo tomo, pero sigo atenta a sus palabras. - Por favor come... - Me insiste. - ...deja que me sienta en lo poco que puedo, que hago bien las cosas...

- Mamá... - La reprocho, pero niega.

- Sé que no soy y ni fui la mejor. - Prosigue. - Y por esos errores, la ausencia de tu hermano... - Retomar la conversación de esto, siempre va ser una sacudida para nosotros, ya que es algo que no tiene una respuesta por más que se converse y aún, no puedo comprender el motivo.

Papá lo descartó desde el momento que mi hermano mayor abandonó la casa para no regresar más, sin siquiera contactarse los primeros años y solo tiempo después, con esporádicos mensajes para dejar tranquila a mamá.

Con ella lo hicimos, pero sin jamás profundizar por esto anterior, más la negación rotunda de mi padre y dando por cerrado el tema.

Familia patriarcal que sumado ya a sus constantes discusiones y comprendiendo en ese punto a mamá, yo también dejé de hacerlo, donde se armaba enormes peloteras contra él, siendo mi consuelo.

Para decirlo de alguna manera.

Saber que esta decisión le hizo bien a mi hermano y cuando él lo vea correcto, vernos.

Mientras y en el entretanto, escribirnos con ocasionales mensajes como dije y saludos.

Miro mi plato y sigue lleno, porque solo probé dos bocados y mi estómago cerrado me lo confirma.

Solo deseo lo que quedó impregnado en mi nariz y no me suelta.

Disfrutar de una taza de café.

Tres cosa amo, más que nada.

La primera y por más choques, mi familia.

Y lo segundo, el café y conlleva su mundo, especializándome.

Amor que a su vez une a lo tercera cosa, la música.

Sí.

Café y música.

Porque para mí, todo pasa por tales.

La transiciones o como les digo yo, mudanzas de vida.

Ya que en los cambios que somos sometidos, pasando y experimentado las decisiones pasando el tiempo, siempre estamos acompañados de alguno de ellos o por ambos, ante esa pregunta como duda que se oculta.

Sea como un consuelo, aliento, compañía o por ánimo para encontrar la respuesta que buscamos y necesitamos.

Convirtiéndose con el tiempo en lo que estudié.

Baristo de café y lecciones de piano.

- Tendría que hacer lo mismo... - Es un susurro más y para mí, misma, lo que suelto jugando con el cubierto mientras veo como mamá se marcha y hasta envidiando esa carga de sueños que es toda ella por la búsqueda de su trabajo, haciendo que sonría.

CESAR

La música funcional con suavidad inunda el interior de la cafetería, mientras saco el cartel del prohibido usar el piano para limpiarlo y sin ser la hora pico.

La salida primetime de muchos trabajadores.

Ya varias mesas están ocupadas por clientes y otro tanto, piden para llevar.

Y con eso mientras ayudo a Raquel tras el mostrador, ya se acopla también lo que más se demanda y es la estrella de la cafetería.

El espresso.

Parece una simpleza y cual en todo lugar cafetero hay, pero créanme que, cuando se sirve como en el caso de mi compañera.

Toda una barista.

Con su complejidad, dulzura en su amargo justo y de gran cuerpo.

Esos aproximados 30 ml de bebida mejoran tu arranque o final del día, siendo lo mejor que te puede pasar.

Y por tal, chequeando la hora como el bar con más personas entrando por una buena taza, la demanda crece.

- ¿No vino nadie con el anuncio? - Tomando los nuevos pedidos, le pregunto mientras dejo a un lado el cartel del piano para colgarlo después, dando su cambio a los clientes y haciendo yo mismo sus pedidos.

Raquel a mi lado, niega con los suyos.

- Nadie aún con lo que solicito. - Me dice y resoplo ante su respuesta.

Formamos un buen equipo.

Pese a que no estudié para esto, sé bastante.

Creciendo prácticamente por mi hermano acá, aprendí.

Sin ir más lejos, él me enseñó entre juegos o charlas y Raquel se podría decir, terminó de perfeccionármelo con el tiempo y hasta ahora, aunque me dedico más a la parte administrativa y atención al público.

Pero lo cierto es y estemos a la par, la necesidad de alguien sepa como Raquel y mención aparte, una tercer ayuda, nos facilitaría mejor las cosas como una auxilio extra para mi amiga.

Minutos después nuevamente la campanita que cuelga de la puerta vuelve a sonar por alguien ingresando.

Esta vez por Madhur o como la gente lo conoce de este lado del continente.

Pastor.

Sonrío.

Por su fanatismo por tres cosas, cual locamente él, los une en una perfecta armonía siendo cosas totalmente diferentes al predicarlo.

El fútbol y siendo de origen hindú, todo lo relacionado al Brahman.

Y su tercer fanatismo.

Niego divertido y mirando de reojo a mi compañera de trabajo entregando un par de americanos a clientes.

Raquel.

Hay una brecha de edad entre ambos.

Inclusive Pastor, es unos años menor que yo y por ende, si a Raquel la veo y es como una hermana mayor para mí, lo cierto sería para mi amigo, aún más.

Y lo no, menos importante.

Raquel no le corresponde en este juego de guerra divertido entre ellos.

A ciencia cierta, nunca y desde que la conozco, la vi o la noté en una situación de amorío con alguien.

De chico pensaba que amaba a mi hermano en un tipo amor secreto, ya que él no le correspondía por más relación estrecha entre ellos, su cariño por mí y todo eso.

Pero con el tiempo me di cuenta que no.

Raquel sí, adoraba a mi hermano, pero como familia y lo hace con la intensidad para conmigo y adjuntado a esta cafetería.

Solo eso.

- Día de mucho trabajo, parece... - El sarcasmo no se hace esperar ante la presencia de Pastor tomando asiento en la barra con la cara siendo un solo gesto de lamento.

Está de traje y podría como la mayoría de la clientela ser parte del gremio post trabajo, cargado de estrés tras la mitad de la jornada cumplida en un comienzo de semana.

Pero llevando sobre sus hombros y largo por su tamaño, cual capa y tipo héroe americano.

O en este caso de origen Hindú.

Una bandera de equipo de fútbol.

Hoy con su azul y blanco, la PSG de Francia.

Nos dice, no solo que ese equipo perdió, además, que lo hizo en horario laboral.

Pastor abatido me mira por las palabras de Raquel, causando que sonría mientras preparo su siempre pedido.

Un latte con mucho hielo.

Seguido a focalizar en mi compañera que sigue con lo suyo y sin importarle otra rotura de corazón a Madhur.

Y sus ojos asombrosamente tristes por ese partido perdido y del color mismo a los granos de café que de un frasco y poca distancia del mostrador se muestran con su calidad, comienzan a brillar, mezcla de diversión y alegría sin dejar de mirar a Raquel por más que le alcanzo su pedido, cosa que bebe un poco y hasta apoyando su barbilla en el puño de su mano muy relajado.

- Me amas.

- No. - Raquel es tajante tomando una taza mediana por otro pedido nuevo de un cliente tras darle su cambio.

- Perdió 3 a 1 uno de mis equipos favoritos, estoy triste Raquel y así me recibes? - Le dice ante su poca empatía.

Y Raquel no duda ni con el pulso mientras dibuja con la blanca como cremosa espuma, un cisne sobre el café recién servido de la taza en su mano y hasta tomándose el impulso de que vea hacia un sector, donde una planta con sus hojas largas y verdes decoran esa zona de la cafetería.

- Es artificial. - Le indica a Pastor. - Y me genera más simpatía.  - Remata, haciendo que ría y mi amigo le estreche los ojos para disimular la suya.

Raquel también lo hace mientras entrega el perfecto diseño en la taza, acompañado de una masa crema que anexó el cliente.

Pero Pastor no se amedrenta.

No sería él.

Y sobre su lugar, abandonando su vaso de café helado, eleva ambos brazos y sus manos a Raquel, comenzando hacer una especie de círculos y juego de estos frente a ella.

- ¿ Qué haces? - Retrocediendo unos pasos dudosa y por más barra entre ambos como frontera, le pregunta.

- Intentando alinear tu chacra del amor y te des cuenta que soy tu persona... - Responde sin dejar de mover sus manos en alto en son de ritual y hasta cerrando sus ojos. - ...y por tu boca, necesitas un exorcismo con urgencia.

- ¡Vete a la mierda! - Es la respuesta de mi amiga sobre otra carcajada que no me aguanto, mientras con un gesto, Pastor rectifica esto último sin dejar de sonreír.

No hay conversación y no serían ellos, sin alguna pelea entre ambos y yo siempre de espectador.

Un buen combo con sus personalidades diferentes, aunque a la vista parezca que no.

Pero que yo disfruto por más diferencias y aprecio.

En realidad, quiero y mucho.

Como una buena taza de café de máquina bien preparada con leche y donde mi vista se centra.

Un cliente bebiendo una junto al gran ventanal.

Dos combinaciones diferentes en sabor y color.

Sin embargo, juntos y en su proporción son perfectos como agradables, dando calidez al corazón.

Sonrío.

Como mis amigos.







Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top