CAPITULO 25

CHERRY

El acondicionador colmó todo mi pelo con su blanca y suave espuma, para luego de unos segundos aclarar mi cabello con el agua de la ducha del baño de casa.

Sí, siendo ya la mañana pasada y la conversación con César pasando la noche, tenía que regresar a casa.

Por suerte papá.

Calculando la realidad.

Esperé que partiera a su trabajo he inclusive mi querida madre.

En este momento necesitaba estar sola para hacer las cosas antes de mi entrada de trabajo a la cafetería, ya que tenía un presentimiento sobre todo esto, aunque sin una respuesta lógica precisa siendo sincera, porque mi corazonada o presentimiento me decía y no me pregunten el motivo, que mi hermano podría tener una respuesta o la mayoría de todas las conclusiones inconclusas que debatimos con César en la noche.

Y con eso, ya poderle dar a mamá la iluminación de tantas dudas tristes de Juan Cruz si es que existía algún tipo de conexión relacionada con Alejandro, el hermano de César.

Me lavé con todas esas preguntas esperando que tan solo algunas respuestas aparecieran ante el baño purificador, pero estas, se deslizaron fuera de mi mente arrastradas por el agua caliente que resbalaba por mi piel.

Me enjuagué el resto del cuerpo y solo me permití un par de minutos continuar bajo el agua, ya que la ansiedad me superaba, para luego y salir de la ducha ya envuelta en una toalla, mirarme al espejo tras con mi mano desempañar una parte por el vapor y poder observar mi reflejo bajo otra duda que carcomía mi cerebro.

Y mi corazón, también.

Lo que comenzaba a sentir por César y ese posible amor de niñez que tenía él con la chica de su sueños y debo reconocer que me daba un poquito de celos.

Exhalé de forma perdedora.

Ya que mi competidora era una niña, o sea, ahora debe ser toda una mujer, pero sería digamos, una dura competencia por ser un intermitente recuerdo de ella infante hasta convertirse en ese sueño recurrente que comentó, por más que Raquel me haya mencionado que le parezco bonita.

- Rayos... - Exclamo ya en mi habitación vestida y hurgando el interior de mi mochila al no encontrar mi celular. - ... cierto... - Susurro, sentada sobre mi cama y viniendo a mi mente la imagen cuando lo dejé sobre el refri de la casa de la azotea para lavar las tazas que bebimos leche con César y con ello, pensando si era necesario buscarlo para mensajear a mi hermano y decirle que voy a visitarlo o directamente caer y no perder tiempo con eso.

Mi deseo de no demorar más me da la respuesta, cerrando rápidamente el cierre de mi mochila y colgarlo en mi espalda como poniéndome de pie y caminar hacia la puerta, bajar las escaleras con apuro en dirección afuera y parada de colectivo.

CESAR

Cuando Cherry se fue, intenté desayunar en la terraza como se debe, pero fue en vano.

Tanto el par de panecillos que tosté como la fruta que corté para acompañar, quedaron intactos sobre la mesita y solo bajó a media taza de carga, el café que me había preparado y bebí por inercia sentado en una de las reposeras con mi mirada perdida en la vista que me rodeaba.

Maldición, si mi insomnio estaba siempre vigente, empezaba a creer que ahora más, porque mi cabeza no dejaba de pensar e intentar analizar todo lo sucedido.

Más, cuando entrando todo y sin éxito al desayuno, mi mirada fue hacia ese pedazo de madera con la mitad de un corazón esculpido artesanalmente y debo reconocerlo como lindo, dejado por Cherry en la mesa de la cocina.

- Mierda. - Digo en voz alta, notando también que dejó y al guardar las frutas en el refri, que sobre este se encuentra su celular también.

Agradecí que la hora de abrir la cafetería llegó al terminar de ducharme y alistarme con el uniforme de la cafetería frente al espejo y poniendo en uno de los bolsillos de mi delantal, tanto el móvil de Cherry como lo que se había hecho parte de mí, la fotografía de mi hermano.

Raquel me recibió con una sonrisa y un buenos días más alegre de lo habitual deslizando las cortinas de los ventanales para luego encender las cafeteras, mientras yo acomodaba unas sillas y las mesas.

Con la agradable mañana colmando ya el local a través de las ventanas, la música funcional comenzó a sonar a la par del aroma del café recién hecho para dar la bienvenida a los primeros clientes.

Pero y pese a que atendíamos con bastante demanda con Raquel, constantemente miraba hacia el reloj de pared, no solo por Cherry que percatándose de la falta de su celular viniera por él y en ese ínterin procurar convencerla de acompañarla a ver a su hermano, ya que la duda me carcomía.

Sino y también.

Si ya fue a verlo, su regreso para saber que sucedió.

Cuando los pedidos cesaron un poco y mientras Raquel atendía a uno de nuestros proveedores, intenté distraerme hojeando brevemente el periódico, pero fracasé nuevamente por divagar en mi hermano y todo lo que estaba ocurriendo.

Y suspiré enérgicamente y como si fuera humo, para deshacerme del triste desenlace de mi hermano girando mi vista para quedar estático con ella sobre algo.

En realidad focalizo incorporándome del mostrador.

Mirando atento hacia el florero que contienen las flores color cereza que Cherry obsequió a Raquel, sacando del bolsillo la foto de Alejandro y confirmo.

Realmente son las mismas flores como la de mi sueño.

Me levanto de golpe mientras me deshago de mi delantal pero llevando conmigo el celular de Cherry como la fotografía.

- ¿Necesito salir solo un momento... - Le digo a Raquel echando sobre las mesas ocupadas por clientes, una rápida mirada circular. - ... podrás Raquel...

- ... haz lo que tengas que hacer... - Dice por mí, entendiendo mi cierto apremio por ir a un sitio y que es importante. - ¿No te preocupes, si? - Me alienta y solo le sonrío agradecido caminando hacia la puerta de entrada.

Segundos después ya me encuentro en la calle y en sentido con dirección a donde vive Cherry, pero no a su casa.

Me encuentro casi trotando sobre la acera por apuro.

Más bien y mirando cada local que paso y Cherry haría en su trayecto viniendo a la cafetería, buscando.

Mirando.

Examinando.

Y hasta explorando algunos asomándome en su interior, donde está el que tiene las flores color cereza como parte de su decoración y cual Cherry se detuvo y la dueña le regaló un ramillete.

Giro sobre mis talones deteniéndome para descansar un poco por mi agitado trote como ansiedad y mirar más tranquilo el mini centro comercial que me rodea en ambas veredas descansando mis manos sobre mis rodillas.

Pero nada, diablos.

Ya la gente comienza a acumularse en estas como las calles de autos, incluso de uno me gano un buen bocinazo por estar sobre la calle para un mejor vistazo panorámico.

Pero gracias a este, mientras pido disculpas por eso y elevar tanto una mano como vista.

Sonrío.

En diagonal y casi frente mío al despejarse de transeúntes por un momento que tapaban la fachada de un pequeño local y sobre el alfeizar de su frente vidriado y como decoración.

Sonrío más.

Dos jarrones están colmadas de las flores color cereza y sin dudar, camino hacia ahí.

Son frescas y delatan que poco tiempo de cortadas, pero lo que provoca que sienta acelerado mi corazón, es que prolijamente están plantadas como ramilletes, recordándome al de la niña de mis sueños por su forma.

- ¿Son hermosas, verdad? - Una mujer con sonrisa agradable aparece al verme observándolas. 

- Lo son. - No dudo y con nostalgia, causando que la mujer expanda más su sonrisa ya a mi lado.

- Aunque las traigo para alegrar mi local, están teniendo mucho éxito con la gente. - Me cuenta acariciando un ramillete. - Muchos paran a olerlas, para preguntarme si las vendo o a decirme simplemente que son muy bonitas.

- ¿Regaló algún ramillete? - Pregunto y la mujer piensa.

- Solo dos veces. - Recuerda. - A un jovencito para su novia que me consultó y no hace mucho a una muchacha que no pudo contener su alegría al verlas ya que le recordaba a las...

- ...cerezas... - Termino por ella, llamando su atención.

- ¿Es su novia, joven? - Pregunta al notar que ni siquiera dudo al decir eso.

Y niego, aunque sonrío tanto o más que ella.

- De hecho, es solo la persona que descubrí que amo... - Mi sinceridad y siendo la mujer una desconocida creo que la conmueve por la expresión tierna de su rostro hacia mí. 

Y lo reconozco, también a mí me sorprende y por eso sin perder tiempo saco la fotografía de mi hermano y se lo muestro.

- ¿Podría decirme si reconoce este lugar? ¿Si cree que puede existir? - Cual y mientras lo toma entre sus manos, yo le señalo el único árbol en esa pradera, al igual que si mira detenidamente todo ese campo, está bañado por las mismas flores que ella recoge y arma esos ramilletes.

La mujer se toma su tiempo para mirar y hasta busca sus lentes de un bolsillo para una mejor visión y observar en detalle acercando más la foto.

Duda pero a su vez, rumea algo pensativa y recolocando mejor sus lentes en el puente de su nariz y la entiendo, ya que la fotografía tiene sus años.

Muchos la verdad y todo puede cambiar como modificarse con el paso del tiempo, y que ese lugar ya no exista y ahora, sea un condominio de edificios, provocando que ese pensamiento reciente me cause tristeza por hacer desaparecer la única luz de posibilidad si existía de encontrar ese lugar como la niña de mi sueños.

Al fin habla.

- Este lugar estoy segura que existe. - Esperanza agita mi pecho por más que lo hace con cierta vacilación, pero sin dejar de mirar la imagen. - Las flores son autóctonas por más que no crecen en gran parte de la ciudad, pero sí, a sus afueras, porque mi marido las trae para mí por trabajar en el campo casi todos los días... - Afirma y repitiendo la palabra de Cherry cuando avaló la foto la noche de pizza en el parque y se la mostré. 

De golpe su mirada se ilumina ante algo y se introduce a su negocio haciéndome gesto que la siga, cual hago mientras veo como busca en una caja de uno de sus mostradores una mediana caja con la etiqueta que dice postales y curioso me acerco más.

Busca entre muchas acumuladas y prolijamente acomodadas que sus dedos pasan una por una, pero de forma ligera hasta que saca una y la eleva sonriente por encontrarla y señalándomela.

Como el resto, son postales viejas o más bien antiguas, cuando en esa época se utilizaban como medio de envío y muestra o tipo souvenir a amigos como familiares en su momento, cuando existía ni los celulares o redes sociales como es la actualidad, para mostrar su lugar de vacaciones o parada de turno en su viaje.

La que me entrega contiene un collage de varias imágenes o más bien, sitios para visitar en la estadía en la ciudad como la catedral, un balneario, cabalgata en sus pequeñas sierras y lo que su índice me indica causando que mis ojos se abran al notarlo.

Ya que una de las pequeñas fotos, también muestra una pradera y aunque la foto está sacado desde otro ángulo al de mi hermano.

Felicidad.

Y hasta comparándolo a su par con la fotografía de mi hermano a la postal.

Puedo afirmar que ambas imágenes son las mismas.

La misma pradera, el mismo como único árbol y para mi alegría, las mismas flores color cereza tapizando toda ella.

La mujer me indica el dorso de la postal y la doy vuelta, cual indica el lugar que hizo la postal.

- No sé si existe aún esa casa de fotografía. - Habla. - Pero si está, pueden ayudarte en cuanto a la ubicación del lugar o tal vez exista algo de información en internet. - Me dice, regalándome la postal por más que me niego y quiero comprársela.

Le agradezco tanto que se ruboriza y me marcho con la promesa ya que le dio curiosidad, que si encuentro el lugar, paso por su local a informarle dónde es.

En mi regreso y con semejante información ya en la cafetería y a minuto del horario de Cherry para trabajar, arrugo mi ceño al notar que no está y me lo confirma Raquel desde el mostrador como Pastor desde el otro lado almorzando algo.

Y no, por llegar tarde a trabajar.

Santo Dios, no.

Quería contarle las buenas nuevas de lo que descubrí.

Pero y realmente lo que me preocupa y es que no haya llegado de su hermano y no nos podamos comunicar, ya que sigo teniendo su celular.

Me lleva la mierda.

Vuelvo a encaminarme en dirección a la puerta, pero volteo hacia mis amigos.

- ¿Puedes ayudar a Raquel hasta que regrese? - Le pregunto a Pastor y este, afirma eficiente desde su lugar y con su mano tipo visera militar junto a su sien alegre.

Y le agradezco con un gesto mientras y sin detenerme, saco el celular de Cherry metido en mi preocupación y pidiéndole disculpa mentalmente por hurgar su teléfono y al notar que no tiene contraseña busco en sus mensajes a su hermano.

Pero me detengo de golpe y con la mano en el pomo de la puerta para abrir, volviendo a girar hacia mis amigos.

Y allí están ambos, cada uno de su lado en la barra.

Tranquilos y como si nada, conversando apacibles y hasta viendo que Raquel en vez de una mandada a la mierda a mi amigo, suelta una risita mientras prepara un pedido a un cliente.

¿Y eso?

Cual y al notar que me detuve para mirarlos perplejo.

Me sonríen más sin ocultarlo.

- Carajo con ustedes. - Mi boca suelta sincero, haciendo que rían más mientras niego divertido y salgo del local, pero esta vez en dirección a mi auto estacionado.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top