CAPITULO 20

CESAR

Era tanta mi alegría descubriendo eso por Cherry, que tuve que contenerme en abrazarla por agradecimiento y solo me limité ya regresando con ellas, tras desechar lo que consumimos en los canastos de basura del parque, en solo pensar la manera de encontrar el jodido campo o lugar que se encontraba la imagen de la foto y que existía.

Porque algo apretaba mi pecho, causando que me lo acaricie más de una vez.

Una corazonada.

O mejor dicho, una intuición y nuevamente no tengo idea los motivos.

Pero y algo dentro mío, me decía que encontrar o saber de ese lugar, que comprendería en parte, porque mi hermano tomó esa decisión.

Llegando a la cafetería y nuestro punto de despedida, solo hablamos entre los tres un poco más, para luego despedirnos y quedándome sobre mi lugar, miré a cada una tomando sentidos diferentes para regresar a sus hogares.

Al doblar en la esquina siguiente Raquel, mi vista cambió a Cherry que por la noche y distancia, de poder verla completamente, de a poco se convirtió su figura en algo pequeñito como esas diminutas y casi imperceptibles flores de la fotografía.

Y una mueca dibujó mis labios sin motivo aparente.

Creo.

Pero sí y llamándome la atención muy sorprendido buscando las llaves para abrir la puerta de la cafetería, por el deseo de beber café.

Sí.

Muchas ganas cuando no soy fan, que y al entrar, aumentando las ganas hasta el punto de sentir seca mi garganta por primera vez.

Encendí la máquina por esa sed ardiente y deseoso.

Guau.

Que me salga como Cherry lo preparó la noche del chocolate.

Fuerte y aromático para una ocasión como esta y en solo pensar en esa deliciosa sensación de su preparación recorriéndome por el paladar.

Nuevamente, guau.

Mi pecho al igual que la foto y lo que conlleva eso.

Aprieta más...

CHERRY

Pese a la hora de la noche y llegar a casa, logro ver luces encendidas proveniente del interior y me parece extraño, ya que mis padres por sus horarios laborales duermen temprano.

Pero en solo pisar el primer escalón de la entrada y apoyar mi mano en la puerta para ingresar, mi rostro baja al entender el motivo, causando que dude por unos segundos en hacerlo, ya que se puede escuchar la discusión que tienen ambos por más puerta cerrada con ventanas.

Palpo los bolsillos de mi abrigo al igual que el interior de mi bolso y nada.

Mis auriculares, hoy no los traje conmigo y buscar mi música favorita y solo escuchar eso en situaciones como estas.

Apoyo mi frente en la madera de la puerta.

Tales y que desde que comencé a trabajar en la cafetería, ya no recurría a ello y hasta estaba empezando a olvidar, pero la realidad familiar de mi vida, otra vez haciéndome no olvidar tristemente.

Por eso decido y deslizándome con mi espalda en la puerta y abrazando mi bolso, tomar asiento en la entrada hasta que su pelotera pase y vayan a dormir.

Logro escuchar esas palabras de siempre atacándose y el eventual nombre también de mi hermano en sus reproches, que y en momentos como estos, digo que hizo bien en marcharse y hasta envidiarlo por esa decisión.

Quiero focalizarme en el recuerdo de mi música tocando hoy en el piano de la cafetería y como le gustó a los clientes.

En sus suaves aplausos.

Raquel y sobre todo César, disfrutando.

Y la no menos importante, la cena al aire libre momentos antes que me invitaron ese parque.

Sonrío con mis ojos cerrados.

Gracias por eso, chicos.

Mi nariz pica y me rasco.

Seguido a eso, paso el dorso de mi mano por mis ojos que amenazan con lagrimear y extrañamente, eso me hace pensar en la cafetería con su calidez, su gente y su inconfundible aroma a café, sobre la discusión de mis padres que continúa.

Y me pongo de pie mientras atravieso mi bolso por sobre mí, reflexiva.

CESAR

Un pequeño sorbo del expreso que me preparo y aunque está a punto, con gesto contrariado que hago, siento que no es igual al que hace Cherry.

Y apoyado sobre la barra con muchas dudas y hasta analizándolo sin dejar de mirar mi taza, intento deducir, que cosa hace la diferencia si lo hacemos prácticamente iguales según al ciencia de las medidas.

Suspiro poco convencido, dando otro trago de mi taza y hasta obligando a mis labios como paladar de saborear despacito el líquido.

Y nada.

No lo preparé como Cherry.

Sin embargo, lo sigo bebiendo mientras busco una silla para acercarla a la barra y sentarme a disfrutarlo pese a todo y antes de ir a dormir.

Pero al darme vuelta algo llama mi atención al girar con la silla en mano, por notar a alguien afuera.

Solo una luz está encendida en la cafetería, permitiéndome ver con nitidez hacia afuera y la acera de en frente, donde una persona permanece de pie y mirando desde su distancia hacía acá.

Pese a que no puedo ver bien su rostro, es un hombre y por más que ahora lleva ropa obrera y siendo de noche.

Un overol y que el abrigo que lleva puesto a medias lo acusa.

Logro reconocer que es la persona de la mañana temprano, cual como ahora su mirada se pierde en la cafetería.

Algo me alerta y no sería humano si no dijera que hasta algo de miedo siento.

Pero como en la mañana, también pasa por mi mente y por su horario laboral, que no puede degustar de la cafetería, no solo a la mañana, si no y además, resulta que por las noches.

Y por eso hago lo impensado, dejando mi taza para caminar en dirección a la puerta y es invitarlo con una taza de café recién hecho y de comer, ya que y a medida que me acerco noto su rostro un poco demacrado.

Parece, no lo sabría decir bien por la poca luz.

Pero sí y al notar que abro la puerta.

¿No me había visto en el interior de la cafetería?

Que y solo con el sonido de la campanilla tintineando por abrir, él hombre apura sus pasos para irse y perderse en la oscuridad de la calle en dirección contraria.

Y friego mi nuca dudoso como extrañado, volteando para ingresar nuevamente al local.

- ¿Qué raro? - Regresando a mi taza, pero no llego a medio viaje a mi boca la taza, que las campanillas chocan entre si por olvidar cerrar con la llave y giro.

La miro.

Sí.

Al notar a Cherry con cierta vergüenza de pie, mirándome.

CHERRY

El sonido de la máquina vertiendo las dos tazas, inunda y como único sonido aparte de su aroma el interior de la cafetería.

Llevando ambas a la mesa donde César está y haciendo a un lado la que estaba bebiendo, noto que recibe la mía muy entusiasmado y lo confirma tras beber un poco, su aire que todo él emite de pura satisfacción y hasta con su barbilla y en silencio afirmando.

Y de esa misma manera.

Silencioso, pero tomando el café que le hice.

Escucha el motivo de mi aparición repentina y hasta el cierto desahogo que hago, contándole las cotidianas peleas que mis padres tienen.

- Iba a tocar la puerta de tu departamento... - Señalo hacia arriba, el techo. - ... para que me permitas. - Elevo un dedo. - Solo por hoy pasar la noche en la cafetería... no deseo la verdad, hoy estar en mi casa...

- Cherry el local no tiene siquiera un catre. - Justifica y lo sé.

- Puedo juntar un par de sillas o en la cocina... - Pido, pero me interrumpe negando fuertemente con su cabeza y me desinflo.

- ¿Quieres que Raquel me estrangule, cuando mañana lo descubra? - Sigue negando. - Es de los bosques y sabe como ocultar un cuerpo, pregúntale a Pastor.

- ¿Eh? 

Se sonríe.

- Lo que quiero decir, es que no puedo ofrecerte la cafetería, pero sí... - Su turno de señalar la azotea. - ...que duermas por esta noche en mi casa.  - Bebe con ganas el último sorbo de su café, que sorprendente, ya que es sabido que el café por más bueno, no es algo que presume de gustarle. - Duerme en mi habitación y yo lo haré en la de mi hermano.

- ¿Podrás? - Me preocupo.

- Creo que puedo con ello... - Me alienta y se lo agradezco con una enorme sonrisa.

CESAR

Exhala con admiración cuando estamos arriba y recuerdo que Cherry nunca estuvo acá arriba.

Como comprendo también, sus exclamaciones recorriendo la especie de patio que hay en la azotea además del departamento que mi hermano construyó.

No es un jardín florido pero y aunque tiene media docenas de plantas con sus respectivas macetas muy bien cuidadas gracias a la mano maestra de Raquel.

Ya que conmigo y por más atención, hubiera muerto.

No tengo mano para ello.

La cualidad más importante de su alrededor es y en su simpleza, el detalle de una especie de diseños en maderas talladas que cumplen el funcionamiento de no solamente ser admiradas por las personas que lo ven como hace en este instante Cherry tocando su tallado en ciertas partes donde cuelgan algunas plantas como medianos focos con luz cálida envolviéndolo.

Sino y también.

Como baranda de protección al ser alto.

- Es hermoso... - Me dice sin dejar de contemplarlo y asiento convencido como ella.

- No poseo mucho recuerdo, pero sí, que venía alguien y con mucho esmero en horario escolar para no molestar con ruidos, se lo hizo.

- ¿Tal vez un artista en la carpintería? - Me dice y nuevamente le doy la razón, ya que solo un amante de la artesanía y en la madera, puede llegar a semejante tallado a mano e instalación.

CHERRY

Minutos después y ya adentro, abre una de las puertas.

Su habitación.

Es pequeña, pero lo suficientemente grande para una cama de dos plazas junto a la única ventana que y por estar abierta, se aprecia ese bonito patio con esa madera digna en su tallado de admirar e iluminado por las luces colgando de ella.

Un mediano armario descansa en una de sus paredes, para luego una silla que delata ropa doblada sobre ella.

No hay cuadros como tampoco fotos.

Sin embargo con su poco, es agradable a la vista con su paredes y acolchado en tonos suaves.

No entra pero manteniéndose en la puerta abierta me señala la puerta contigua.

CESAR

- La habitación de mi hermano, si necesitas algo, solo toca. - Es lo único que se me ocurre y como solo me vuelve a agradecer desde mi cama tomando asiento sobre el colchón, yo me limito a irme cerrando la puerta, pero estúpidamente me quedo frente a la de mi hermano aún cerrada.

- Carajo... - Suelto en voz baja.

Noche larga, presiento.

Pero, automáticamente sacudo mi cabeza.

- No, va a pasar rápido. - Siento.

Y me afirmo, entrando.

- Tiene que pasar pronto... - Me digo sin un gramo de esperanza en ello.

Para qué, mentir y seguir...

Respiro profundo.

- Seguir mintiéndome, en realidad. - Derrotado y sin saber que hacer con esto que me embarga.


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