CAPITULO 18


CHERRY

- ¿Sucedió algo? ¿Se encuentra bien? - Le pregunto minutos después a Raquel, ya que todo fue muy extraño.

Y no lo digo solamente por esa mirada que me regaló César con mi aparición entrando a la cafetería como si hubiera visto un fantasma y de los feos, por su gesto de terror como palidez.

Asimismo por la forma en que y tras acomodar de forma tonta la silla con su mesa que se llevó puesta, salió hacia afuera con su amigo Pastor detrás, como si el oxígeno de la cafetería no estuviera en su 100x100 y necesitaría con urgencia oxigenarse y respirar como se debe.

Raquel poniendo las flores que le obsequié en un jarro que encontró en la cocina, continuo a llenarlo de agua, me dice mientras las acomoda con gusto.

- Vi lo mismo que tu, Cherry. - Natural, pero luego se pone algo pensativa mirándome. - Aunque no entiendo ese susto que se dio mirándote llegar, porque segundo antes noté cierta alegría al regresar de la azotea...

Elevo una de las bandejas para mirar mi reflejo y acomodo algo mi pelo cual y a diferencia de la mañana, lo tengo bien peinado y sostenido con unas hebillas en los lados, para luego a Raquel y me señalo.

- ¿ Estoy fea? - Le muestro una bandita de pelo que llevo en una de mis muñecas. - ¿Me vería mejor con el pelo todo atado? - Pese a totalmente creer que exagero, lo consulto.

Nuevamente me miro frente a la bandeja y me veo plena, pero empezando a conocer a César.

Y más él sobre mi persona.

Ya sabemos que hay cierta emociones bipolares y sin ir más lejos, esta mañana me conoció recién levantada y siendo una especie de la versión de la chica de la película El aro y no mencionó nada, no comprendo ahora esa retirada de espanto al verme.

Raquel suelta una risita mientras ubica las flores sobre el mostrador de atención al cliente, quedando hermosas y bien vistosas para la visual de todos en la cafetería.

- Ni uno, ni lo otro. - Responde a mis dudas. - No sé, que le pasó a César... - Prosigue. - ... pero, créeme que justamente lo que menos te vio Cherry, es fea. - Me dice bajito detrás de mis hombros al pasar para atender un cliente que viene al mostrador.

No respondo, pero creo que la expresión que hago, algo delata de mi sorpresa por sus palabras, ya que vuelve a sonreírse haciendo el pedido.

Pestañeo.

¿César me ve bonita?

¿A mí?

¿En serio?

CESAR

No me bastó solo estar afuera, si casi empujé a Pastor a que me siga y locamente de creer, terminamos sentados calles más abajo, en otra cafetería.

Sí.

Y como diríamos en mi barrio, la competencia.

- Ni Judas se animó a tanto. - Exclama Pastor, negando con su cabeza divertido y mirando la carta para pedir. 

El mesero por atendernos escucha lo que dice y me reconoce por ser de la zona y mi uniforme.

Estoy derrumbado sobre mi silla y ni siquiera procuro ocultar el delantal con el logo enorme de mi cafetería, me limito solo con un gesto de hacer un pedido, que, obviamente es un café solo, mientras Pastor se pide un jugo y una colación.

Una vez solos, saco la foto antigua de mi hermano y se la deslizo por la mesa para que la mire.

Y lo hace sentado del otro lado, pero mi amigo no emite nada interesante, solo la observa.

- ¿Le gustaba el paisajismo a tu hermano? - Me pregunta.

Niego, porque no entiende y lo obligo a que preste más atención.

Y lo hace hasta acercando más la foto en el momento que el mesero nos deja nuestro pedido.

- Mi sueño, Pastor. - Hablo, notando que logra adivinar.

- ¿Te gustaría tener una pradera? - Fervoroso, entusiasta y con un puño en el aire me dice y yo tapo mi rostro con mis manos.

Río.

Dios...

Suspiro.

- Hablo de mi sueño recurrente Pastor, el que siempre les cuento con Raquel. - Comienza a entender. - El de la niña con capelina y su siempre ramillete de flores rojas viniendo hacia a mí... - Tomo la fotografía de su mano y se la elevo entre nosotros. - ¿No notas la coincidencia de este paisaje con el que les describo de mi sueño? ¡Todo es igual!  - Entusiasmado. - ¡Mira! La gramilla, la extensión... - Señalo un lado de la fotografía. - ... y el único árbol, solo un solo árbol. - Repito.

Por fin viendo las coincidencias se entusiasma como yo, asintiendo con gestos.

- ¡Existe! - Finalizamos, diciendo al mismo tiempo y mirando los dos la imagen ahora en la mesa como si fuera lo más grandioso del mundo y bebiendo de nuestras tazas.

Su mano aún como puño, golpea la mesa mirándome.

- Entonces...esa niña?

Afirmo sonriente.

- Ella existe... - Termino por él y pese a que asiente, algo lo confunde.

- ¿Y qué tiene que ver todo esto con la reacción que tuviste con Cherry? Es como si fuera que te impactó...

Resoplo, porque fue tal cual Pastor me dice.

Impacto.

Hago a un lado mi taza de café ya vacía.

- ¿No le viste semejanza? - Mi amigo piensa y prosigo por eso. - Cherry entró y hasta caminó de la misma forma que esa niña, pero lo que me conmocionó fue que traía exactamente las mismas flores que la niña de mis sueños y viniendo hacia mí...

- ...a Raquel. - Me corrige. - Eran para ella. - Acota, tal que tiene razón, pero estúpidamente su aclaración de que ese ramillete no haya sido para mí, me incomoda.

¿O me molesta?

Pienso por dos segundos.

Sacudo mi cabeza.

Ni idea, no me quiero ir por otro rumbo de la charla y continúo.

- ¿Ahora comprendes?

Y Pastor asiente reflexivo.

- ¿Y no crees que puede ser ella?

Lo miro raro.

- ¿Qué?

- ¡Cherry la niña! - Como si fuera un caso cerrado.

- Se mudó hace poco... - No, no y no. - ...aparte la niña es muy linda. - Caso cerrado.

Pastor, ríe.

- Cherry es muy linda.

Niego.

- ¿Te parece linda la chica del estanque de la película el Aro?

- ¿Qué?

- Nada... - Murmuro bajo, ya que no deseo hablar de ello.

Sí, lo reconozco.

Cherry no parece la chica del aro.

Aunque, hoy a la mañana parecía la resurrección 2.0 de la versión y con los lentes en 3D.

Me sonrío, mientras dejo en la mesa el costo de lo que consumimos para volver.

Cherry es bonita.

Pero dar a conocer eso en voz alta y la conclusión de Pastor.

Que ella podría ser la niña de mis sueños.

Me deja tan pensativo como la excusa que tengo que inventar a Raquel como a Cherry por mi acto.

Mierda.

CHERRY

- Lo siento. - César frente mío, me dice justificándose. - No me asusté por verte... - Piensa. - ...me espanté. - Lo miro raro y me niega con ambas manos. - No quise decir eso...rayos... - Busca corregirse. - ... no es que me espantaste! - Exclama y le elevo una ceja, cruzándome de brazos y Raquel también. - Venías con esas flores para Raquel y yo pensé...vino a mi cabeza... - Sigue dudando en su balbuceo y presiento que hay algo que no se atreve a decir.

- ¿Qué eran para ti? - Deduzco no muy convencida y sus hombros caen al escucharme y una carcajada se siente. - ¿Querías flores, también?

Ambos miramos a Raquel, porque es tan ruidosa que se tiene que cubrir con sus manos y muy  contagiosa, provocando que ría también.

Acto seguido, me limito a palmear de forma tranquilizadora a César en uno de sus hombros e ir a una mesa donde solicitan atención.

Porque siento que hay algo serio detrás de las atravesadas de excusas de César y aunque podría tomarlo ofensivo, realmente presiento que lejos de eso.

Es verdad que no nos conocemos mucho y que nuestra presentación comenzó con el pie izquierdo.

Ok, tal vez, dos.

Pero, si algo estoy aprendiendo es que César si tiene con su altura aproximada un 1,80m, su interior o mejor dicho su alma, es de 2,90m para que tengan una idea.


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