CAPITULO 14
CHERRY
No me vio hasta segundos después que lo atrapé...
¿Cómo lo explico para que entiendan?
Haciendo esas especies de caras raras frente al vidrio que reflejaba su imagen.
Lo que no sé...
Alzo mi ceja y mirándolo sin poco disimulo.
Se le desencajó el cerebro y necesita una palmadita en la cabeza para que se le reinicie o está hablando con su yo interior y no le gusta lo que él le dice.
Como no me atrevo ni lo primero como segundo, reacciono sin decir nada.
Sorprendida.
Pero repito, sin decir nada, ya que todo César parece turbado al ser descubierto recobrando de inmediato su aplomo y sacudiendo sus hombros muy tranquilo, aunque un leve rubor ese movimiento hizo subir a su rostro.
Loco, pero real.
Para luego marcharse con pasos rápidos y por más que sus labios me parece que quisieron decirme algo, pero al entreabrirlos y solo de ellos, salió una especie de aire o suspiro.
Lo sigo con mi mirada.
¿Pero qué, diablos?
CESAR
- Dame un segundo... - Con mi mano en alto le digo a Raquel que me quiere consultar algo mientras camino a la puerta trasera de la cafetería, pero sin quedarme contento con ello, mis propios pies me llevan hasta la calle principal.
Un calor me colma, cual no le encuentro el sentido y miro lo que me rodea y hasta el cielo mismo, mientras aflojo algo el delantal que siento que estrangula mi cintura.
¿Calor tardío, pese a ser otoño o bochorno por ser descubierto por Cherry?
No tengo idea, pero lo que sea me obliga a desabotonar hasta los dos primeros botones de mi camisa blanca, continuo a apretar la misma en la zona de mi pecho sin dejar de mirar todo buscando otra respuesta, cuando volteo hacia la cafetería al escuchar los acordes del piano siendo tocado por Cherry.
Me gustaría enojarme ya que se lo permití por la tarde a su hora de cierre laboral, pero supongo al sentir clientes que insisten, que alguno se lo pidió y más, cuando una pareja que pasa por mi lado caminando deciden entrar al sentir la melodía.
Me hace sentir triste, molesto y también alegría al escuchar el piano, pero demás algo atormentado por la oscura desazón de una vaga melancolía pese a que Cherry lo hace maravillosamente y como un clon de mi hermano.
Y retomo al interior de mi local sin alcanzar a explicar o entender la causa de ello.
CHERRY
César mi jefe, es una montaña de bipolaridad.
Perdón, me corrijo.
El conjunto completo de los Andes con su cordillera de polos opuestos su carácter.
Ok, lo encontré sin ser a propósito haciendo gestos raritos en la cocina.
Y ok también, la especie de amistad o llamémoslo jefe y empleada, empezó con dos pies izquierdos.
Prácticamente en toda la tarde no me dirigió la palabra más que lo justo como necesario y cuando insistí en que me vea para aprobar ciertos pedidos ya que por más baristo, pretendía su aprobación por no estar en ese momento Raquel, se dignaba a solo con su mano muy activa en gestos, en decirme que sí y que lo continúe.
Raquel notó un par de ellas desde una mesa atendiendo y por mi mirada de ayuda, dignándose a elevar sus hombros por tampoco entender.
- Parece distante y arisco... - Me susurró en un cambio de pedidos. - ...pero, solo está muy pensativo Cherry. - Me dijo.
No sentí que lo justificaba mirándolo solo unos segundos desde el mostrador como atendía y hasta sonriente a una familia con sus niños por una merienda.
Raquel conoce mucho a César y comienzo a comprender de a poco sus estados emocionales y sobre todo, que lucha contra ellos.
Mis ojos van al piano que horas antes toqué por pedido de un cliente.
Siendo el motor de ellos.
CESAR
- Podría ser tu madre por como te estimo. - Raquel me interrumpe con su presencia mientras descanso un poco del ajetreo de la tarde al notar pocas mesas, sentado detrás de la barra de pedidos. - Pero la edad no me da... - Prosigue arreglando como alisando el cuello con mi camisa abierta. - ...lo hago como hermana mayor. - Lo justifica.
Sonrío.
- Sentía calor más temprano. - Le explico ya que siempre lo llevo abotonado e impecable al uniforme.
- ¿Se te pasó? - Se apoya contra el mostrador al terminar y la miro.
- ¿El calor?
Encoje sus brazos.
- El acaloramiento. - Cambia la frase y la miro con extrañeza, pero su turno de sonreír volviendo a encargarse de cosas del mostrador como acomodar unas tazas limpias en su lugar.
- Sí, ya no hace calor. - Pongo mi palabra por sobre la de ella. - Volvió a ser otoño. - Le digo a su espalda, para luego hacia los ventanales mostrando la oscuridad que comienza a apropiarse del afuera por la llegada de noche y con ello, una leve brisa fresca haciendo caer algunas hojas de los árboles pausadamente.
Me apoyo sobre la barra cruzando mis brazos y desviando mis ojos de las ventanas de la cafetería hacia Cherry en como atiende a cada cliente consultando si necesitan algo, ofreciendo más café y hasta pasando su paño a un par de mesas por más limpias que están.
Me encuentro siguiendo todos sus gestos, todas sus actitudes, todos sus movimientos de su cuerpo en cada proceso.
- Visité a mi hermano. - Le digo a Raquel, cual se detiene de acomodar.
- ¿Cómo te fue? - Me pregunta y exhalo un aire retenido.
- Creo que bien... - No lo sé realmente y respondo sincero sin dejar de observar a Cherry, ahora en su rostro ocupado en ese vano juego de limpieza, distrayendo mis pensamientos.
O por lo menos, eso es lo que quiero.
Casi es la hora del cierre como salida de todos, Raquel se limita y sin acotar sobre mi respuesta a su pregunta en voltear hacia mi dirección al terminar su parte y viendo que Cherry lo suyo, en tomarme de los hombros y enderezarme primero, cual gimo al ponerme derecho haciéndola reír, seguido a hacerme girar sobre mis talones y empujarme fuera del mostrador.
- Es hora de que tomes un café. - Me dice del otro lado mientras se saca su delantal y con cuidado lo dobla como deja, bajo el mostrador.
La miro aburrido.
- Siempre tomo café...
- ... hablo de un buen café. - Me interrumpe llegando Cherry hasta nosotros. - Y lo hace muy bien. - No comprendo a donde quiere llegar observando como toma su cartera y lo cuelga de su hombro con aire de marcharse y que es mi turno de cerrar. - ¿ Le preparas un buen café por mí?, necesita uno y yo estoy llegando tarde a una cita. - Le dice a Cherry.
CHERRY
El pedido de Raquel me toma de sorpresa y más, siendo la hora del cierre de la cafetería.
Sonrío mucho.
Pero la idea de preparar uno con granos de café recién molido y su aroma copando mi nariz, me seduce completamente para hacer uno para mí también como premio para terminar el día.
Mi sonrisa se cae un poco, pese a que disimulo.
Volviendo al pedido de Raquel y por ende.
No quiero gruñir.
Esa llegada la cielo cafetera, compartirla con el jefe.
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