CAPITULO 12
CESAR
Bostecé que con ganas.
Que sueño sigo teniendo.
Ya me es familiar el contacto áspero de la corteza del árbol en mi espalda y más, cuando me acomodo mejor contra él.
Suspiro largamente y aún sin abrir mis ojos, siento como ese siempre viento suave y veraniego se acopla a la composición favorita y que siempre interpreta mi hermano desde que aprendió a tocar su mayor pasión, el piano.
Podría jurar y lo imagino a la brisa, como un cálido pentagrama reteniendo la melodía mientras circula como invade el campo y suavemente mueve a su compás, tanto a los árboles como la gramilla en toda su siempre extensión.
No quiero despertar, vuelvo a reconocerme sumergido en este sueño emergente como muchas veces.
Y por eso, mis párpados los abro muy lentamente.
Sonrío.
Por ese entrañable sol que me baña, como péndulo en el cielo eterno en su azul despejado sobre esta pradera.
Y más.
En la invariable grama que colma todo en ese verde tan especial con sus diminutas flores color borravino lustroso y entre esa vegetación como en cada sueño, caminando y recogiendo para armar un pequeño ramillete y a la vez sosteniendo su capelina para que la brisa no se la vuele.
Ella.
Como siempre, me oculta su rostro y como tal también, distingo su sonrisa viniendo hacia mi dirección para regalármelo como sucede en todos mis sueños.
Esta vez quiero verla.
Necesito hacerlo.
Y me incorporo, pero no la espero como siempre, yo camino a ella rogando no despertar.
Hasta le imploro a mi cerebro sobre el sol que nos ilumina, la brisa y el campo con la melodía de mi hermano aún siendo la cortina clásica entre nosotros dos.
Ocho pasos, seis, para luego dos y sonrío plenamente cuando la tengo a un paso de distancia y no desperté.
Somos niños, pero ella lo es más.
Tal vez dos o tres años menor que yo, no sabría decirlo.
Su bonita capelina no me permite ver su rostro completo mientras me extiende el ramillete que me regala y se lo acepto feliz.
Locamente, huelen a cerezas.
Su mano extendida me dice que me incline para nivelar nuestras alturas y eso hago en el momento que su pequeño dedito toca suave la punta de mi nariz y con ese gesto llega un nuevo recuerdo, porque le agradaba el diminuto lunar que descubrió que tengo.
Sonreímos y mi mano libre quiere hacer a un lado su capelina infantil para ver de lleno su rostro.
Como dije, lo necesito.
Mi mano con cuidado intenta esa acción sobre su dedito que nunca abandona la punta de mi nariz, pero esa tierna postura de su índice me embarga.
Me colma.
Y me llena más sobre mi impulso de curiosidad, deteniendo el mío.
Cierro mis ojos para sentir más.
Es cálido, familiar y deseo, que ahora toda su mano acune mi rostro.
Me hace falta.
Abro mis ojos.
Realmente los abro.
Y mierda.
Despierto, para encontrar a Cherry.
¿Qué diablos?
Y mi mirada se cruza al bajarla y ver su dedo, aplastando mi nariz.
CHERRY
Los dos nos incorporamos en simultáneo.
César de un manotazo y poco ortodoxo haciendo a un lado mi dedo inquisidor, algo nervioso.
Creo.
Y yo, avergonzada y para hacerme tipo origami por el papel de idiota que acabo de hacer y descubrirme así.
Y juro que no lo entiendo y en serio lo digo, ya que no comprendo el motivo infantil de mi acto.
Ya noticia vieja que amo las cerezas por el antojo de mi madre y por ende, mi nombre.
Pero lo loco o demencial.
Como deseen titularlo mientras observo mi dedo.
Algo con ese gesto, picó mi pecho o mi cerebro.
No sabría en este momento deducirlo.
Siendo como una dosis de familiaridad, pero la cuestión es de dónde, ya que por más que obligo a mi mente a aunque sea algo fugaz, nada.
Nada de nada.
Tampoco puedo seguir analizándolo por más que quisiera, ya que César y su cara frente mío me mira de todas las formas, menos bonita.
Hasta me parece por un momento.
Noto como retrocede dos pasos, para ser más clara hasta detrás de una silla.
Como si fuera una potencial loquita acosadora que me encanta tocar narices y otras cositas.
Y tontamente quiero reír, pero lo oculto con una mano, porque no podría parecerme más tierno, ni aún sosteniendo un cachorrito.
Tomo aire y me recompongo para hacer lo único que se me ocurre para salir de esto y es palmear su hombro a modo, acá no pasó nada.
- Lo siento, te dormiste escuchándome tocar y solo quería despertarte.
Me mira raro.
- ¿Despiertas a las personas tocándole la nariz?
Ok, fue raro.
Pero le respondo encogiéndome de hombros y caminando en dirección a mis cosas, rodeando la barra para tomarlas, ya que repito, no tengo idea que fue todo eso y ahora, tras hacerlo.
Resoplo, confundida.
Descubro que no solo me agradó, además, ese picor familiar en mi pecho o cerebro, sigue.
CESAR
- ¿Por qué, solo a ti te pasan esas cosas tan... - Pastor piensa unos segundos, supongo buscando la palabra correcta. - ... tan candentes. - Concluye y del otro lado de la mesa lo miro raro.
Muy raro.
Sentía que era temprano para dormir luego de cerrar la cafetería y ver como se iba Cherry con esa única respuesta de su boca como toda explicación y a modo despedida.
Subí a la azotea y entré a mi departamento, recibiéndome la soledad del mismo.
Como mencioné sin una pizca de jodido sueño que antes cabeceaba y hasta me hizo echar una siestita en el piso de la cafetería y tras el piano, mientras Cherry tocaba.
La mejor opción y con una pizza entera que pedí por delivery, era compartirla y conversar con Pastor.
Pero escuchando su reflexión masticando su porción, creo que no va a despejar mis dudas, más bien, confundirme más.
Por eso tomo la mía que aún no probé y lo hago con ganas y analizando su sabor.
- ¿Qué haces? - Me pregunta al ver que soy minucioso.
- Viendo si tiene droga por la burrada que dijiste... - Niego. - ... no, no la tiene. Es queso realmente. - Ríe por mi dicho y yo también, volviendo a dejar mi pizza en el plato. - ¿Candente? ¿En serio? Me estaba tocando la nariz y es una extraña. - Le reitero.
Pero Pastor, niega pensativo.
- No, no es una extraña. Es Cherry y eso no la hace una, ya es parte de la cafetería. - Me explica y aunque quiero negar, comprendo su punto, porque todos forjamos amistad gracias a esta.
La nuestra comenzó como cliente y propietario al principio.
Raquel como empleada para luego como una hermana de la vida para mi hermano y ahora mía.
Vuelvo a mi pizza.
Y supongo que con Cherry será a futuro así para nosotros.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top