10 💣
Capítulo dedicado a PetalsOpen y KayurkaRhea por ser unas reinas que leen a una simple plebeya ♥
━━━━━◇◆◇━━━━━
Es suave al principio, solo sus labios acariciándome con lentitud, dejando que me empape del calor de su cercanía. Mis párpados revolotean al cerrarse y correspondo el beso sin prisas. La calidez de su boca cuando chupa mi labio inferior hace que mi respiración se altere. Sus dientes muerden con ternura, haciéndome jadear, y cuando su lengua pide permiso para entrar...
Abro la boca y lo chupo con lentitud, logrando que él gima también.
Se retira un poco y sonríe al ver que ya he comenzado a alterarme. Lo miro con los ojos muy abiertos, expectantes y curiosos. Ben, como siempre, estudia cada detalle en mi rostro.
—¿Qué has leído? —cuestiono en voz baja.
Su mano sube y pasa el pulgar por mi labio inferior algo hinchado. Separo la boca, de modo que su almohadilla se introduce un poco y toca la parte húmeda antes de tirar un poco de él hacia abajo.
—¿Sabías que el cuerpo de la mujer tiene al menos catorce zonas erógenas? —Mueve el dedo sin prisa por mi mejilla hasta llegar a mi oreja y masajear el lóbulo con dulzura—. Nunca hubiera imaginado tantos puntos sensibles —susurra.
Continúa su recorrido hacia abajo con una parsimonia exasperante, pasa por mi cuello hasta llegar al tirante de mi blusa. Engancha el dedo por debajo y tira un poco de la tela. Tomo una profunda respiración cuando baja un poco más hasta llegar al escote y lo delinea con lentitud.
Es un toque tan suave, tan delicado... pero está revolucionando cada una de mis terminaciones nerviosas.
—Que alumno tan aplicado —murmuro agitada.
De pronto, baja la mano, me regala una pequeña sonrisa y se pone de pie.
—Siempre me ha gustado aprender.
Recoge los platos de la mesa y los lleva al fregadero mientras yo intento estabilizar de nuevo mi respiración. El corazón me late con fuerza contra el pecho y no entiendo lo que está pasando. Siento la lengua pesada y la boca seca. Me llevo una mano al cuello y trago saliva mientras lo veo lavar los trastes como si nada acabara de suceder, como si no hubiera prendido fuego a mis hormonas.
Me pongo de pie yo también, mis rodillas débiles, y me acerco a su lado.
Le doy un golpecito con la cadera para que me deje espacio, tomo uno de los cubiertos y le ayudo a limpiar. El silencio se mantiene entre nosotros mientras continuamos con la labor hasta que carraspeo y lo miro de reojo.
—Entonces... ¿cuáles son esos puntos?
Bennet solo sonríe sin despegar la vista del agua jabonosa. Termina de enjuagar los platos y se seca las manos con un trapo antes de encararme. Cuando coloco el vaso en el escurridor y me giro hacia él, noto que me observa. No sé qué es lo que ve en mí, cuál es mi expresión, pero parece examinarme con una intensidad que casi intimida de lo palpable que se siente, como una caricia sobre mi piel.
Desvío la vista a su cuello, incapaz de soportar tanta atención, y me fijo en sus lunares. Mis dedos se contraen con la necesidad de tocarlos.
Da un paso hacia mí, coloca un mechón de cabello tras mi oreja y estudia mis rasgos. Cuando me acaricia la mejilla, suspiro. Sin ser consciente, me inclino hacia su toque, deseosa de más contacto. Su dedo se posa debajo de mi barbilla y la eleva para que lo mire a los ojos. Coloco una mano sobre su pecho cuando se acerca a mí, hasta que nuestros labios casi se rozan.
Presiona un dulce beso contra la esquina de mi boca antes de susurrar:
—La boca. —Desvía los labios por mi mejilla hasta atrapar el lóbulo de mi oreja entre sus labios y gimo bajito cuando siento su respiración golpearme la piel—. Las orejas.
Por un momento no sé de qué está hablando, atrapada en el momento, pero entonces lo recuerdo.
Las zonas erógenas.
Deposita un beso justo debajo de mi oreja para después ir descendiendo por mi garganta, encendiendo mi sangre y alterando mis latidos cuando siento sus dientes raspar con suavidad.
—Algo me dice que el cuello es uno también —susurro y siento su sonrisa contra la piel.
—Y la cara interna de los codos...
Sus palmas acarician mis brazos desnudos antes de subir a los hombros y detenerse. Cuando se aparta un poco, lo miro. La seguridad que parecía estar demostrando desaparece un instante al mirarme con incertudumbre, lo que logra confundirme.
—¿Qué pasa?
Se humedece los labios antes de bajar la vista a mi pecho.
—¿Puedo tocarte?
Una inevitable sonrisa se dibuja en mi rostro al escucharlo. Sin responder con palabras, lo tomo por las muñecas y bajo sus manos hasta que ahuecan mis senos.
—Todo lo que quieras —susurro.
Ahora es mi turno de cerrar los ojos y gemir. Percibo cómo la barra se me encaja en la espalda cuando me apoyo contra ella en busca de estabilidad. Su boca baja a besarme el cuello de nuevo y, cuando se acerca más a mí, siento su erección clavarse en mi pelvis.
Llevo una de mis manos a su nuca y lo siento estremecerse entre mis brazos cuando le rasguño levemente e inclino las caderas de modo que su sexo se presione contra mi entrepierna. Bajo la otra mano con la intención de acariciarle por encima del pantalón, pero antes de que pueda alcanzar mi objetivo, sus manos intervienen, deteniéndome.
Lo miro sin entender nada cuando eleva la vista y niega con la cabeza, sonriendo con dulzura. Con la otra mano quita mis dedos de su nuca y entonces, en un movimiento deliberadamente lento, lleva ambas manos a mi espalda, inmovilizándome. Lo cuestiono con la mirada sin emitir queja alguna. Solo tengo... curiosidad.
A estas alturas ya he empezado a sentir ese cosquilleo cálido y placentero en mi vientre y no quiero que se detenga.
—Esto es solo para ti —responde a mi cuestionamiento no expresado en voz alta—. ¿Está bien?
Pega su frente a la mía y me humedezco los labios cuando asimilo lo que quiere decir. Su agarre sobre mis muñecas se suaviza, aun así no las muevo de su lugar. En vez de eso, me aferro al borde de la barra y exhalo un aliento tembloroso.
—Está bien.
—¿Segura?
—Que sí...
Su sonrisa vuelve, pequeña y dulce. Sus manos viajan con lentitud a mi cintura y suspiro cuando suben hasta posarse debajo de mis pechos. Estoy deseando quitarme la ropa para poder sentir su piel contra la mía, pero me limito a apretar los dedos en la barra con más fuerza.
Como si hubiera escuchado mis pensamientos, baja las manos hasta el borde de mi blusa y comienza a tirar de ella para sacarla por encima de mi cabeza antes de acercarse de nuevo, hasta que siento su respiración golpear mi piel. Me acaricia sobre el sostén y echo la cabeza hacia atrás tras soltar un suspiro.
—Los pechos son otra zona erógena —susurra.
Cuando pellizca mis pezones con suavidad por encima de la tela, gimo.
—Lo imaginé.
Su risa suave exhalada contra mi mejilla me eriza la piel. Me remuevo incómoda sobre los pies cuando siento un pálpito entre las piernas, cuando el calor empieza a extenderse y exigir alivio.
Baja la mano, arremolina el dedo alrededor de mi ombligo una vez y luego continúa bajando hasta llegar a la cinturilla de mi pantalón. Contengo la respiración cuando introduce solo la punta del dedo por debajo del botón. Miro su expresión, pero él tiene la mirada fija en la piel erizada de mi cintura.
—También leí que hay por lo menos seis puntos mediante los cuales pueden alcanzar el orgasmo si son estimulados correctamente.
—¿Ah sí? —Se humedece los labios al asentir—. ¿Y cuáles son?
Me muerdo el labio inferior cuando desabotona el pantalón e introduce su mano con cuidado, tocándome por encima de la ropa interior.
—El clítoris —murmura con voz grave.
Cuando me mira a los ojos, tiene las pupilas muy dilatadas y brillantes. Presiona el dedo contra mi centro y gimo. Sus párpados se entrecierran y separa los labios antes de soltar un jadeo al sentir mi calor y humedad a través de la tela.
Masajea con suavidad aquel punto y cierro los ojos para concentrarme mejor en la sensación de sus dedos tocándome. Comienzo a sentir las rodillas cada vez más débiles y, entre más presiona y frota, más aumenta la sensación de estar subiendo y subiendo y subiendo...
Esconde el rostro en mi cuello y deposita un beso antes de raspar la piel con sus dientes y hacerme estremecer. Me arqueo hacia él, mezo las caderas contra su mano y el jadeo suave exhalado contra mi oreja logra que la presión entre mis piernas crezca aún más. Me pongo de puntillas en un intento de alcanzar esa sensación tan placentera que ya casi puedo saborear... entonces Bennet se detiene y yo dejo escapar un sonido frustrado que le hace sonreír.
Empiezo a ver que tiene un lado sádico.
Sin necesidad de que diga más, introduce su mano por debajo de mis bragas y me muerdo el labio con fuerza cuando su dedo toca mi piel desnuda y sensible. No se limita a tocar mi clítoris, sino que también rodea la entrada húmeda y presiona un poco, introduciéndome solo la punta del dedo. Lo saca y mueve alrededor de mis pliegues, extiendiendo la humedad.
—También existe el orgasmo vaginal.
Gimo sin despegar mi vista de la suya y respira profundo cuando me mira con una pregunta en sus ojos llenos de deseo. Sin poder soportarlo más, despego mis manos de la barra y envuelvo su muñeca con mis dedos, impidiéndole así que se aleje. Con otra mano, rodeo su cuello y lo acerco a mi rostro.
—Deja de jugar —suplico.
Entonces tiro de él y lo beso con hambre. Absorbo su gemido sorprendido cuando al mismo tiempo tiro de su mano para que me acaricie más a profundidad. Siento como dos de sus dedos me estiran cuando los introduce con cuidado antes de engancharlos y tocar un punto que me hace gemir en voz alta ante la intensidad del placer que me golpea.
—El punto G —dice sin aliento al separarse un poco y colocar su frente contra la mía—. Está aquí. —Frota el talón de su mano contra mi clítoris al tiempo que masajea ese lugar en mi interior y con la otra mano, sube a acunar mi pecho y pellizcar el pezón—. Y algunas mujeres son capaces de alcanzar el orgasmo si estimulan bien sus senos.
Libera uno de mis pechos de la copa del sujetador, baja el rostro hasta chupar uno de mis pezones en su boca y me mira a los ojos desde esa posición. El roce de sus dientes contra la carne sensible, sumado a su mano tocándome de la manera correcta, basta para hacerme alcanzar la cima y explotar en un orgasmo demoledor.
Me deshago en sus manos, tiemblo, siento esa ola placentera que me ahoga y arrastra hasta que no soy más que un saco de huesos y extremidades débiles sacudiéndose entre sus brazos, mientras él extiende el clímax sin dejar de acariciarme.
Dejo escapar un quejido débil cuando se vuelve demasiado y él saca sus dedos. Le da una última caricia a mi clítoris, lo que me causa otro temblor. Las fuerzas me abandonan cuando me abraza muy fuerte contra su pecho, sosteniendo mi peso.
Esconde el rostro en el hueco de mi cuello y puedo sentir la tensión de sus músculos debido a la excitación no satisfecha. Escucho su respiración agitada, la manera en que el corazón le late con fuerza, con necesidad... pero lo único que puedo hacer es yacer ahí laxa, satisfecha, todavía en las nubes e intentando recuperar del todo la cordura.
Cierro los ojos y suspiro al sentir el roce de su camiseta contra mi mejilla. Percibo la silueta de su erección contra mi cadera, pero no hace amago de querer que yo haga algo más, así que solo me limito a disfrutar estar encerrada entre sus fuertes brazos, hasta que él carraspea.
—Entonces era cierto.
Sonrío.
—Parece que sí. —Despego mi rostro de su pecho para encontrarme con su mirada y Bennet, de nuevo, estudia mi expresión somnolienta. Me acaricia el rostro enrojecido y trago saliva—. ¿Hay más?
Sonríe de medio lado, divertido, antes de presionar un beso en mi frente.
—Hay más —confirma.
Da un paso hacia atrás, soltándome, e inmediatamente extraño su contacto, pero me obligo a quedarme apoyada contra la barra.
—¿Y me vas a enseñar?
—Si eso es lo que quieres, sí. —Admira mis pechos un instante antes de desviar la vista y meter la manos en los bolsillos de su pantalón—. Pero primero hay que pasear a Burbuja.
Tuerzo los labios en una mueca que logra hacerle reír, pero acepto. Me tiende la blusa y me apresuro en vestirme antes de seguirlo al patio trasero, donde los ladridos de su mascota se vuelven cada vez más fuertes.
Me gusta esto, me gusta cómo es cuando estoy con él.
Me siento... libre.
En paz.
Deseada, pero no usada.
Y quiero sentirme así para siempre.
━━━━━◇◆◇━━━━━
¡Feliz sábado, gente bonita!
Pues ya superamos los 50k, muchas gracias ♥
Se merecen maratón, claro que sí (aunque hayan hecho trampa releyendo la historia muchas veces 😒) pero lo que haré va a ser subir un capítulo hoy (este, el 10), otro mañana y otro el lunes, así que tendremos Harnet diario yey (solo por esta ocasión) ♥
Ahora sí: ¿Qué tal el capítulo? 🔥
Dejen un 🍒 si les gusta esta faceta de Bennet ♥
Dejen una 💣 si quieren que el capítulo de mañana también tenga bombita ♥
Ahora les muestro un regalito que me dieron, miren, lo amé, son Harper y Bennet 🥺 Me encanta, no puedo dejar de mirarlo, muchas gracias, Ellie ♥
Nos leemos mañana, pórtense bien, cuídense mucho, tomen agüita. Les mando muchos besitos, nos vemos en los comentarios y las redes sociales ♥
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top