Nueve de la Tarde

Langa se esforzaba por mantener la calma. Ya había llegado a dirigir una orquesta, por lo que una banda no le parecía algo complicado. Pero nadie le había dicho que ÉL estaría presente.

–Pido disculpas de antemano si fallo con esto– dijo Reki –Hace 2 años no toco esta cosa– sacó su trompeta.

–No te preocupes– le sonrió Oka.

–Sí, nos estás haciendo un favor enorme de todas maneras– le dió Hiromi un ligero golpe en el hombro.

–Hermanito, si con esta canción logró conquistar a Cherry, te deberé una enorme–.

–Por mí no hay ningún problema en ayudarte– rio –Por cierto– lo jaló a una esquina –Te quería preguntar algo muy importante–.

–¿Qué cosa?–.

–Kojiro, debes prometerme no decirle a nadie–.

–Te lo prometo, tranquilo ¿Qué sucede?– lo miró preocupado.

–Está bien– murmuró –¿Sabes si Langa tiene pareja?–.

Se hizo un pequeño silencio entre los hermanos,

–¿Disculpa? ¿¡Te gusta Langa!?–.

–¡Baja la voz!– lo regañó –Tal vez un poco ¿Algún problema?– frunció el ceño –Pero tampoco quiero ser una gata rompehogares. Por eso necesito saber. No usaré mis encantos para nada–.

Soltó una carcajada –No tiene a nadie–.

–¿De verdad? ¡Asombroso!–soltó –Y, de pura casualidad ¿Sabes si tiene un tipo?–.

–Pues los pelirrojos con higiene dudosa le encantan– respondió.

–No bromees, esto es serio– lo golpeó.

–Emm, disculpen– interrumpió a Langa –Perdón por molestarlos, pero ¿Creen que ya podamos empezar? Debo llegar a casa antes de las 9–.

–No te preocupes– lo abrazó Reki por los hombros –Esto saldrá en serio rápido–.

–De acuerdo– se sonrojó.

Acomodó a todos y les entregó unas partituras.

El pelirrojo fue el que más tardó en encontrar el ritmo, pero el canadiense se apresuró a ayudarlo y hacerlo sentir seguro. En cierto punto, Kojiro empezó a sospechar que se equivocaba a propósito para tener la atención de este.

Los demás estaban sorprendidos por que un genio musical como Langa quisiera formar parte de su grupo. Cuando con su habilidad podría estar en la agrupación que él quisiera.

–Oh, rechacé a Love Hugh– contó después de que los demás lo hayan cuestionado.

–¿¡QUÉ!?– gritaron.

–Adam me invitó, pero no parecía ser el lugar para mí– explicó –Estéticamente se veía tan perfecto que me ponía nervioso. Y cuando vi su primer concierto, me di cuenta de lo superficiales que serían. Tienen canciones asombrosas y todos son muy talentosos, pero no es mi lugar– acarició su teclado –Ustedes son diferentes– esbozó una ligera sonrisa.

–¿Enserio?– arqueó Kojiro una ceja.

–En Love Hug todos son otro nivel en todos los sentidos. La música, las canciones, producción...

–¿Se supone que esto iba a ser un halago o un insulto?– hizo Hiromi un puchero.

–Lo siento– rio –Pero hay algo que ellos no tienen y ustedes sí. Un corazón– miró a Kojiro –Tus causa es tan noble y auténtica que en cuanto me la dijiste entendí por que me conmovió tanto su primera canción. Tenían una razón de ser. Cada palabra que salía de tu boca era honesta. Y la manera de todos de tocar, tal vez no era perfecta, pero si apasionada– se emocionó – Kaoru es enserio afortunado de que alguien lo ame de esa manera– acomodó un mechón de cabello detrás de su oreja.

La puerta de la sala de ensayos se abrió de golpe.

–¿El gorila está aquí?– se asomó el pelirrosa.

–Hablando del rey de Roma– susurró Oka.

El peliverde le dio un ligero golpe.

–¿Qué quieres la princesa hoy?– se acercó a su mejor amigo.

–Primero que nada, ayúdame con esto– le dio una caja y entró al salón –Hola a todos, chicos– saludó –Reki– le tendió el puño.

–¿Qué hay, Kaoru?– correspondió el saludo y chocaron puños.

–Oye ¿Qué hago con esto?– preguntó Kojiro.

–Oh, déjalo sobre esa mesa, por favor– empezó a revisar su bolsa –Abrela y busca la que mejor te quede–.

–¿Uh?– arqueó una ceja.

Obedeció y se encontró con cuatro chamarras de cuero.

–¿Y esto?– lo miró.

–Bueno, pensé que, si Love Hug tenía un vestuario diferente para cada uno de sus funciones, ustedes deberían usar un uniforme– sacó una y se la acercó a Hiromi –No se preocupen si no les queda perfecta, yo puedo arreglarlas para que así sea– sacó hilo, aguja y algunos alfileres.

–Esto no era enserio necesario– dijo Oka.

–Lo sé, pero si este idiota quiere ir enserio con todo esto quiero que se vea presentable– despeinó a Kojiro.

–¡Oye!– se separó.

El pelirrosa soltó una risita y sacó unas hojas de su mochila.

–¿Qué logo les gusta más?– les enseñó los diseños.

–¿Cuánto tiempo libre has tenido?– se asomó Kojiro.

–Ya adelanté todas mis tareas, así que mucho– contestó –Me gusta este con el árbol– cambió el tema –Sería el más tardado de bordar, pero creo que se vería lindo–.

–¿Vas a bordarlos?– lo miró Langa asombrado.

–Pues estuve pensando en la imagen que proyectan. Se nota que todos son estudiantes amateurs. Así que pensé en algo que se viera casero, pero con clase– dijo con orgullo.

–¿Y tú dibujaste todas estas opciones?–.

–Nope, le pedí a Reki ayuda–.

–¿Qué?– miraron al pelirrojo.

–¡Sorpresa!– sonrió –Kaoru me dijo su idea y me pareció asombroso. Así que discutimos los colores, estilos de vestimenta que les quedarían mejor y todas esas cosas. Mientras yo me encargaba de los logos, él revisaba la tipografía que se usaría para la banda–.

–No se podría esperar menos del experto en caligrafía– rio Kojiro.

Se quedaron conversando el resto de la tarde. Llegaron a un acuerdo de manera muy rápida, por lo que la plática era sobre temas extremadamente triviales.

Oka y Hiromi no tardaron en darse cuenta de por qué Kaoru había capturado el corazón de Kojiro. Su química era increíble, además de que se veían muy bien juntos. Aunque también estaban algo confundidos, durante todo ese tiempo parecían estarse coqueteando y lanzándose miradas pícaras. Les era muy difícil procesar que no fueran nada y saber diferenciar si se trataba de bromas entre amigos o si los dos eran demasiado ciegos para no darse cuenta de la atracción entre ellos.

Al caer la tarde, los mejores amigos se fueron juntos en el auto de Kaoru.

Aunque el camino fue en silencio. Ninguno se sentía incómodo en compañía del otro.

Se detuvieron en un parque cerca de la casa del peliverde.

–Bueno, tú sí que estás lleno de sorpresas– soltó Kojiro mientras se recostaba en el pasto.

–¿Te gustaron?– preguntó con un ligero sonrojo.

–¿Bromeas? Son asombrosas–.

–Como tú–.

–¿Uh?–.

–Lo que escuchaste. Eres asombroso, Nanjo–.

Ahora fueron las mejillas del peliverde las que se tornaron de un color rojizo.

–Tú también lo eres–.

–Y juntos somos el doble– se acostó a su lado y lo miró –¿Ya tienes letras para la próxima canción?–.

Soltó un pesado suspiro –Sigue en proceso–.

–No te presiones, galán. Podrías escribir sobre un waffle y tus admiradoras te gritarían de todas maneras–.

–Ellas no me interesan. Solo quiero hacer las cosas bien–.

–Pero vas bien- tomó su mano –Deja de ser tan estricto contigo. Todo lo que haces para mí es asombroso. Bueno, menos esa vez que casi te partes la cara intentando hacer un mortal– rio.

Lo imitó y miró sus ojos.

–¿Te han dicho que se parecen a la luna?–.

–¿Qué? ¿Mis ojos?–.

Este asintió.

–Los han comparado más con el sol–.

–No, su brillo es diferente. Tú eres más elegante que el osado sol. Además, ver el sol te lastima los ojos, pero la luna le trae tranquilidad a las personas, así como tú–.

–Kojiro, yo...

Un celular empezó a sonar.

–Ya son las nueve– dijo mientras revisaba –Mamá ya ha de querer que vaya a casa para cuidar a Reki y Miya–.

–Oh ¿Tiene una cita?–.

–Sip– se levantó.

–Está bien– lo imitó –Adiós, Koji–.

Buscó besarlo en la mejilla, pero el peliverde volteó por accidente y juntaron sus labios.

Se separaron con un enorme sonrojo.

–T-te veo mañana, Kaoru– tartamudeó.

–Ajá– fue lo único que pudo soltar.

Le dio la espalda y tomó camino a su casa. Sacó su teléfono y marcó un número.

–¿Langa? Creo que ya tengo la letra para la nueva canción.

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