Capítulo 06: La misma chica de la que me enamoré

Cuando tenía diecinueve años me recuerdo a mí misma diciendo que la vida siempre quita de tu camino lo que no es para ti, aunque vuelvas a ponerte, seguirá recordándote que estás retrocediendo y así no funcionan las cosas.

Justo cuando Marcus me dejó en visto el día que vi la foto de su boda, mantuve esa idea por mucho tiempo. Él había logrado avanzar, yo seguía sumida en los recuerdos más dolorosos que su presencia me dejó.

Pero hoy esa idea no vale nada cuando la vida se encarga de ponerme en cada escenario junto a él, como si el destino tuviese muchas ganas de reírse de mí.

De que no lo he superado, de que me cuesta mantener la calma, de que me niego a avanzar y solo me aferro a todo el daño que me hizo.

No supe más sobre él después de que vi la foto de su boda en Instagram, luego vi su éxito con Deja Vu.

Recibí ese mensaje de "lo soy, pero jamás lo seré como lo fui contigo, Cherry", nunca respondí, pero logró remover cada parte de mí, sobre todo aquella que había guardado bajo candado hace mucho tiempo.

Finalmente años después regresé a mi país y lo encontré en el mismo bar donde nos conocimos cuando tenía tan solo dieciséis años. Y como si mi mala suerte no tuviese día libre, luego nos encontramos una vez más en el cementerio. Justo como nuestra primera vez.

Así que sí, la vida quita de tu camino lo que no es para ti, pero lo que sí está destinado a encontrarte, ni aunque te quites mil veces deja de cruzarse en tu camino.

Ahora había regresado a Barcelona luego de unas vacaciones navideñas con mi familia en Alemania, estaba mentalizada que mi única preocupación para sacarme de la cabeza cada uno de esos encuentros, sería enfocarme en el trabajo, como siempre.

Pero vuelvo y repito, parece que mi mala suerte no tiene día libre.

Entré a la agencia con mi café en mano, justo como cada mañana.

Camino a mi oficina me detuve sintiendo como mi corazón quería salir de mi pecho, Marcus estaba al fondo del pasillo, cerca de mi oficina hablando tranquilamente con mi jefa.

¡¿Qué demonios hace aquí?!

Justo cuando detuvo su mirada con la mía pude reaccionar y entrar a mi oficina como si nada hubiese pasado, lo evité completamente, tampoco pareció importarle, porque luego de eso salió tranquilamente de la agencia.

Caminó por ese mismo pasillo y en ningún momento giró su vista hacia mi oficina, lo cual agradecí eternamente.

Me acerqué a la ventana y pude ver como entraba a la parte trasera de una camioneta. Tal cual una celebridad.

En ese instante Amaia entró a mi oficina haciéndome apartar la vista de la ventana.

—Emery, qué bueno que ya llegaste, tengo mucho trabajo para ti.

Quise preguntarle sobre Marcus, saber qué hacía en la agencia donde trabajo, qué estaba hablando con mi jefa.

—Claro, ¿es sobre la programación de contenido? —pregunté en su lugar.

—Oh, no. Ya no te encargarás de eso. Le he dado la cuenta de Vanilla & Sage a Samantha, ahora solo te quedarás con Lodwest.

—¿Por qué?

—Hay un nuevo lanzamiento de la editorial que me vendría perfecto que te encargues, sé que serás buena para este proyecto —me entregó el manuscrito—. Necesito que lo vayas leyendo y presentes una estrategia de marketing para la publicación en la junta de mañana con la editorial y el autor.

Pasé la primera hoja para echarle un vistazo al manuscrito.

El título me dejó helada.


Two Broken Hearts (Dos corazones rotos)

Escrito por Marcus Beckham.


¿Así que por eso estuvo aquí?

Ya me lo veía venir.

—Una pregunta, te vi hablando con el autor cuando llegué, ¿de casualidad te pidió que fuera yo quien se encargara de este proyecto?

—No, querida, solo vino a firmar papeles y a hablarme unas cosas sobre su libro. La de la idea de ponerte a cargo fue mía.

—Ah, vale.

—¿Por qué? ¿Se conocen? —inquirió hacia mí.

Decidí mantener mi vida personal fuera de mi vida laboral.

—No, es que cuando estaba revisando las novedades, busqué al autor en Instagram y pude reconocerlo por eso mismo cuando llegué.

—Bien, ¡espero no me falles mañana, eh! Estoy segura que tendrás ideas increíbles, no quiero errores.

—No lo habrá —le aseguré, viéndola salir de mi oficina.

Fue entonces cuando pude respirar de nuevo.

Me senté en mi escritorio y dejé el manuscrito sobre la mesa, suspiré cubriendo mi rostro con ambas manos.

¿Por qué estas cosas me suceden solo a mí?

Volví a mi trabajo y me enfoqué en leer el libro de Marcus para ir adelantando mientras preparaba mi presentación de la reunión de mañana.

Solo pude leer el inicio, pero entendí que la historia hablaba de lo que pasó después de Deja Vu, de todo lo que sintió él cuando todo acabó definitivamente entre nosotros.

Por la noche cuando llegué a mi departamento, continué trabajando, estaba cansada, muy cansada, pero debía terminar de preparar todo para la reunión con Lodwest. Evalué su perfil de Instagram y analicé las estrategias que había utilizado para Deja Vu.

Pensar que Marcus estará allí solo me provoca más nervios que verlo de lejos. Ahora debía interactuar con él, pasar tiempo juntos mucho más seguido. ¡Qué tormento!

La nostalgia llegó a mí al leer sobre aquel personaje llamado Cherry y entonces me detuve, mi corazón empezó a acelerarse un poco y mis pensamientos solo iban al pasado. Abrí la galería de mi móvil y busqué aquella carpeta oculta que no tocaba desde hace muchos años.

Muchas fotos y videos de una versión de nosotros más jóvenes tomó protagonismo en mi pantalla. Vi la primera en la carpeta, nuestra primera foto juntos en el cumpleaños número 17 de Alexandra.

Recordé entonces sus caricias, el cómo por primera vez luego de varios encuentros íntimos, estuve segura de cruzar esa delgada línea con él.

No, basta, Emery.

Apagué el móvil y continué con mi trabajo.


«Perdí la cuenta de cuántas veces deseé buscarla, regresar con esa chica que había logrado adueñarse de mis pensamientos, pero entonces recordaba su comportamiento inmaduro, es una niña, no puedo estar con alguien así, somos muy diferentes, ¿Qué tanto anhelo eso?

Recuerdo haber pensado los primeros días después de aquella ruptura. Sus comportamientos tóxicos seguían creciendo en la relación por sus inseguridades, no podía permitirme seguir allí, era muy inmadura e intensa, no era lo que yo esperaba encontrar».


Dejé de leer, no podía seguir viendo como la persona que amé con toda mi alma me rebajaba en una historia mal contada.

¿Ahora viene a hacerse la víctima?

Yo sé que yo la cagué, ¡¿pero él no?!

Ahora estaba furiosa.

Quizá por eso ninguna de sus relaciones funcionan, siempre termina hablando mierda para hacerse la víctima.

Escuché la puerta del departamento cerrarse y supe que Andrés había llegado.

Cuando tiene las noches libres en el trabajo, aprovecha de quedarse conmigo, no tenemos mucho tiempo para pasarla juntos por la noche, así que siempre aprovechamos cada oportunidad.

Dejé el manuscrito sobre la mesita de noche cuando mi novio entró a mi habitación.

—Mi amor, ¿todavía estás trabajando? Es un poco tarde.

—Es que tengo una reunión importante mañana y debo presentar esto —señalé la laptop sobre mis piernas.

—¿Cómo estuvo tu día? —se acostó a mi lado, rodeando mi vientre con su brazo.

Acaricié su cabello suavemente mostrándole la presentación que había armado.

—Agobiante, ¿recuerdas que te dije que el nuevo lanzamiento de Marcus está en las novedades de las que me tocó encargarme?

—¿Marcus tu ex?

—Sí, Amaia me ha puesto como la encargada de llevar la publicidad de su nuevo libro, la reunión que tengo es con él y estoy muy estresada.

—Todo estará bien, eres increíble en lo que haces, Em.

—No lo digo por él o porque no me crea capaz de llevar la publicidad del lanzamiento es solo que...

—¿Qué?

—Me hace sentir incómoda. ¿Crees que debería dejar el proyecto?

—No creo que debas dejarlo, es trabajo y sé que eres muy profesional con eso, pero si te afecta lo suficiente como para desestabilizarte, habla con tu jefa y dile que será mejor que se lo asignen a alguien más.

—Amaia me ha dado una copia del manuscrito —se lo entregué para que le diera un vistazo.

Él pasó un par de páginas sin prestarle mucha atención.

—¿Y? ¿Qué tal?

—Escribió sobre mí y no de una manera muy agradable. Estoy muy cabreada.

—Sé que no está bien, pero míralo de este modo, solo tú sabes que es sobre ti, para ojos de los demás es ficción, ¿sabes? Eso es lo importante, todos los artistas crean en base a sus malas experiencias, porque los consumidores somos tan chismosos que si no habla sobre algún drama, no nos interesa. Además, siéntete halagada, tuvo que hablar sobre ti para tener éxito después de todo.

Solté una carcajada.

—Ahora sí me has hecho reír.

—Misión cumplida, entonces. Deja de pensar en cosas que ni siquiera sabes que van a pasar, quizá solo haces tu presentación, están todos de acuerdo con tu idea, se lleva a cabo y no se ven más. Igual no tienes que hacer algo que no quieres, no te sientas obligada a aceptar estar incómoda por el trabajo, todos tenemos nuestros límites.

—Sí, tienes razón, lo evitaré todo lo posible o explotaré en plena junta y le lanzaré una silla.

Ahora él fue el que rio ante mi comentario.

—Hasta enojada eres hermosa.

Rodé los ojos sin poder evitar mostrarle una sonrisa.

Apagué la laptop y la dejé en la mesa de noche.

—¿Y tú qué tal? ¿Cómo estuvo tu día?

Me acomodé a su lado dando suaves caricias sobre su pecho mientras escuchaba atenta.

—Pues llevé a Andrea a la universidad, parece que va a iniciar las pasantías en tu agencia.

—¿Al final si la aprobaron? ¡Eso es genial!

—Sí, está muy emocionada. Estuve el resto de la tarde en el restaurante de mis padres, hoy hubo mucho movimiento por allá.

—¿Qué hay de tu otro trabajo?

—Creo que lo dejaré, mis papás me necesitan en el restaurante.

El padre de Andrés le habían diagnosticado leucemia hace unos meses, así que mi novio se ha dedicado más que todo a ayudar a sus padres en el restaurante para quitarles un peso de encima, aportar económicamente, encargarse de su hermana menor y de aquella enfermedad.

Cuando nos empezamos a tratar a mitad del cuarto semestre de la carrera de medicina antes que yo me diera de baja, conocí a su familia y su padre es igual de encantador que él.

Lo único es que ambos hablan hasta por los codos.


***


A la mañana siguiente, me preparé mentalmente para enfrentarme a Marcus una vez más.

Andrés como siempre, me llevó hasta la agencia y antes de bajar del auto, me besó asegurándome que todo iba a salir bien.

—Estoy un poco nerviosa —le dije.

—Lo harás increíble, será un buen día, ya verás. Es más, a lo que salgas del trabajo, pasaré por ti y te llevaré a cenar a tu restaurante favorito.

—¿Luego beberemos café y leeremos juntos hasta que nos de sueño?

—Tú eres la única a la que le da sueño cuando bebe café. Yo lo bebo para mantenerme despierto, pero sí, haremos lo que tú quieras esta noche, elige con sabiduría.

Reí.

—Créeme, ya tengo algo en mente.

Cuando entré a la agencia, me apresuré a tomar el elevador, faltaban pocos minutos para que la reunión de inicio.

El brazo de Marcus detuvo las puertas del elevador para entrar también, intenté evitarlo con todas mis fuerzas, fue un poco incómodo.

—Emery —me saludó con seriedad, sin siquiera mirarme.

Sentí como se arreglaba su traje a mi lado.

—Marcus —respondí igual de cortante.

El camino al tercer piso fue silencioso, cuando las puertas abrieron salí a toda velocidad encontrando a Amaia con la gente de Lodwest.

Al verme llegar con Marcus detrás de mí, sonrió aliviada.

—¡Oh, genial! Estamos todos, ya podemos dar inicio.

Entramos a la sala de juntas y todos tomaron asiento mientras yo encendía mi portátil para iniciar con la presentación.

Acomodé mi saco y respiré profundo. Era irónico que, después de todo este tiempo, fuera yo la encargada de patrocinar la obra de Marcus. El hombre que había escrito sobre mí en su libro desde un inicio de nuestra relación sin derecho alguno, como si mi vida fuese su propiedad.

Marcus hojeaba una copia de su libro con una mirada pensativa, así que di inicio sin sentir en ningún momento que me prestaba atención.

Genial.

—Bien, comencemos —dije, mi tono firme, directo—. He revisado la propuesta de promoción junto con las estadísticas de las ventas del primer libro y creo que podríamos darle un enfoque más moderno, atraer a una audiencia más joven que no necesariamente esté familiarizada contigo o tu obra. 

Marcus levantó una ceja, dejando caer el libro en la mesa como si fuera un accesorio desechable.

—¿Audiencia más joven? —Mackenzie, la CEO de Lodwest pareció más interesada en mi idea.

Así que continué con la explicación.

—Claro, verán, ahora lo que más mueve son las redes sociales, así que tengo varias ideas para el lanzamiento, la primera que propongo es desarrollar la marca de Marcus Beckham como autor, porque tiene redes sociales, pero no les da el uso que le haría obtener ganancias e interés sobre su producto. Sus publicaciones solo se basan en su firma de libros, presentaciones o viajes, uno que otro escrito que no llega a un nivel que pueda conectar con la audiencia que se busca para generar ventas.

—Escribo libros, señorita Müller —él se metió a la conversación.

—Un libro es un producto, señor Beckham —contraataqué—, y si quiere aprender a venderlo o darse a conocer, nunca lo conseguirá publicando sobre una larga fila de lectores esperando por su firma. Las personas quieren saber de qué trata el libro, no cuántos lectores han ido a verle el fin de semana.

No opinó más al respecto, así que procedí con mi explicación.

—¿Y qué propones para desarrollar su marca como autor? —preguntó Mackenzie.

—Bueno, una manera de conectar con la audiencia es compartir el proceso, hablando con tu comunidad, cuéntales, ¿qué te inspiró a escribir la novela? Más que firmas de libros o presentaciones, realiza juntas con tus lectores, videos en vivo, las cosas más insignificantes de tu día son las que más conectan con tu público, aunque no lo creas. Engánchalos con tu personalidad, tus ideas, tu día a día como escritor. Puedes contar anécdotas sobre tus viajes, experiencias con tus publicaciones, incluso detalles detrás de la creación de tus historias.

—¿Entonces la estrategia es solo crear una comunidad? —Marcus soltó una suave risa que logró hacerme sentir muy pequeña en ese instante.

—No, eso solo nos llevaría al siguiente punto —continué con la presentación—, marketing de contenido, aquí la editorial también tendría peso con la promoción de la historia, así que propongo que Lodwest publique algunos fragmentos de su nuevo lanzamiento y organice entrevistas con el autor. Finalmente entraríamos con las promociones de redes sociales, para esto me gustaría abrir una cuenta de Tiktok del autor para conectar más rápido con lectores que le den una oportunidad a tu obra, Instagram tiene mucha limitación por el tipo de plataforma, mientras que en esa red social se trata de ser perfecto, en Tiktok puedes ser más real y conectar de una manera más efectiva y rápida. Podrías interactuar con tus lectores, fomentar una comunidad y promover tus libros.

—Emery, mi trabajo no es para adolescentes que pasan su tiempo en redes sociales. Mis lectores son adultos, personas que aprecian la profundidad de una buena historia.

Su aire de superioridad comenzaba a sacarme de quicio.

Justo en ese instante sentí una punzada de frustración, pero la mantuve bajo control. Sabía que esto no sería fácil, pero no estaba dispuesta a dejar que me ignorara como si todavía fuera esa chica de 17 años que no sabía absolutamente nada en comparación con él.

—Justo eso es lo que debemos cambiar —respondí, apoyándome en la mesa y mirándolo directamente a los ojos—. Si te quedas con la misma audiencia de siempre, tu trabajo no crecerá. Hoy en día, los autores que triunfan son aquellos que conectan con nuevas generaciones, los que están dispuestos a adaptarse a las tendencias sin comprometer su autenticidad.

Él soltó una risa seca, como si estuviera escuchando a una niña hablar de algo que no entendía.

—Conectar con nuevas generaciones, claro. ¿Y cómo propones que haga eso? ¿Haciendo bailes tontos en TikTok o compartiendo fotos de mi café matutino en Instagram? —preguntó con desdén.

Se cruzó de brazos haciendo notar su inconformidad con mi trabajo. Respiré hondo, recordando que era parte de mi profesión lidiar con autores que no entendían el mundo digital.

Pero con Marcus, había algo más.

Era esa constante sensación de que me seguía viendo como la niña ingenua que podía manejar a su antojo.

Me enojaba que no me creyera capaz de manejar la situación.

—No es tan simple como eso, y lo sabes, es más, incluso considero que se puede hacer colaboraciones con bookfluencers para dar a conocer el libro —añadí, tratando de mantener la calma.

—¿Te refieres a enviar el libro a influencers de ese nicho en cada red social para que lo promocionen? —preguntó Mackenzie.

—Exacto o incluso que lo reseñen, ya sea de manera positiva o negativa, ambas son ganancias.

—¿Cómo por qué una reseña negativa sería ganancia para la promoción de mi nuevo libro? —Marcus ahora lucía fastidiado de mis ideas.

—Los temas solo toman importancia en redes cuando involucra algún problema del que las personas pueden opinar y engancharse de la situación para generar alcance. Ya sabes, los artistas que lanzan canciones sobre sus experiencias amorosas que involucran a otros artistas, esas personas aprovechan el drama para sacar música y hacerla viral con un contexto que hace desear al público de saber más. Todo se trata del chisme. Es más, te lo hago más corto, no hubieras tenido tanto éxito con Deja Vu si no hubieses estado involucrado en el drama que te metió preso durante ese año.

La sala quedó en silencio tras mi último comentario, pero era verdad.

Nadie se quedó para saber sobre cómo se enamoró de Cherry, simplemente lo hicieron para saber si todo el tema de la polémica en la que había estado anteriormente, tenía conexión con la nueva historia que estaba contando.

Y lo más chistoso del asunto, es que las personas a estas alturas todavía piensan que esa tal Cherry de su libro es la hija de Ada Humphrey, Abby.

La que usaron para iniciar todo ese problema.

—Mi vida privada no tiene nada que ver con mi carrera.

—Sí, bueno, pero las redes sociales son una herramienta poderosa si se usan correctamente. Crear contenido que conecte con tus lectores, compartir fragmentos del proceso creativo, hablar de los temas que te inspiraron a escribir... son formas de acercarte a una audiencia más amplia sin perder tu esencia.

Marcus se inclinó hacia atrás en su silla, con una sonrisa que ni siquiera llegaba a sus ojos. Se notaba que por dentro estaba furioso por tener que compartir este proyecto conmigo.

—Mira, Emery, entiendo que ahora trabajas en marketing y todo lo demás, pero mi trabajo es escribir. No estoy aquí para venderme como un producto. Mis lectores aprecian la calidad, no las distracciones superficiales —dijo, condescendiente.

Ahí estaba, esa actitud que siempre me hacía sentir que no valía la pena discutir con él. Como si él supiera todo, como si sus opiniones fueran la verdad absoluta.

—He trabajado con suficientes autores para saber que lo que propones es una fórmula para estancarse. El mundo ha cambiado, y si no puedes ver eso, entonces serás una nota a pie de página en la historia literaria, mientras otros autores más flexibles y abiertos al cambio dominan el mercado —añadí.

Lo vi apretar la mandíbula, como si mis palabras lo golpearan donde más le dolía. Pero no retrocedí.

—No estoy diciendo que renuncies a lo que te hace único —continué, manteniendo mi mirada fija en él—. Solo estoy sugiriendo que amplíes tus horizontes. ¿Por qué no hacemos una serie de videos breves donde hables de la inspiración detrás de tu libro? O tal vez un live streaming donde puedas interactuar directamente con tus lectores. Eso crea una conexión auténtica, algo que podría ayudarte a ganar nuevos seguidores sin perder a los que ya tienes.

—Mis lectores no son adolescentes emocionados por un video viral —replicó, impaciente—. No entiendes mi audiencia. Y definitivamente no entiendes mi arte.

Solté un suspiro, mi paciencia se estaba agotando.

—Te recuerdo que yo soy la experta en marketing aquí —dije, levantando la barbilla—. No necesito entender cada detalle de tu "arte" para saber cómo hacerlo llegar a más personas. ¿O es que no confías en que puedo hacer mi trabajo?

Lo vi titubear por un segundo, pero luego volvió a adoptar esa pose de autosuficiencia.

—No se trata de confianza. Simplemente no creo que tus ideas se alinean con lo que quiero lograr con este libro.

—Lo que tú quieras lograr no es lo único que importa aquí —respondí, mi tono de voz sonó más frío de lo que esperaba—. Si no estás dispuesto a aceptar nuevas ideas, entonces seguirás atrapado en el mismo ciclo una y otra vez. Este libro no se va a vender solo y si sigues descartando todo lo que te propongo solo porque no viene de ti, te quedarás solo con tus viejos y fieles lectores... los pocos que aún te recuerdan.

Marcus se quedó en silencio, visiblemente molesto, pero no tenía una respuesta. Así que aproveché el momento y continué hablando.

—Tienes dos opciones —dije, con firmeza—. Puedes seguir despreciando cada una de mis sugerencias y ver cómo las ventas del libro se desploman o puedes dejar de tratarme como una niña que no sabe nada y aceptar que, en este momento, yo soy quien entiende mejor cómo funciona este mundo. Tú decides.

—No creo que seas la adecuada en decir que sabes cómo funciona este mundo, además, no estoy seguro de que un enfoque tan... comercial sea lo adecuado para algo tan personal como este libro —dijo, cruzando los brazos.

Recordé entonces las palabras de Andrés, "haz tu presentación y ya luego no lo vuelves a ver" "tuvo que escribir sobre ti para finalmente tener éxito"

Sabía que esto pasaría, que me trataría como si aún tuviera diecisiete años, como si mi experiencia no valiera nada comparada con su "sabiduría" de escritor.

—Pues dejó de ser personal cuando decidiste adaptar tu vida privada a un libro, así que no es un diario privado, es un producto. Y si lo que quieres es que las personas lo compren, tendrás que enfrentarte a la realidad.

—Me agrada la idea —Mackenzie interrumpió nuestra discusión interna.

—¿Te agrada? ¿Es en serio? ¿Una reseña negativa? ¿Una polémica? —Marcus se puso a la defensiva.

—Emery tiene razón, verás, estar envuelto en una polémica trae las ventajas de ser visto bajo toda costa, de ser el centro de atención, y eso es lo que buscas, ¿no? —añadió Amaia, apoyando mi idea.

—Busco vender, no arruinar mi reputación o cancelar mi pluma en redes sociales.

Pues tu reputación ya la arruinaste hace años y no te importó ni un poco.

Lo pensé, pero no lo dije.

—Si le das una oportunidad, sabrías que tengo razón, estoy segura que en muy poco tiempo lograré hacerte subir de seguidores y que tu nombre esté en tendencia de nuevo, solo que esta vez de manera positiva para tu carrera —intenté ser lo más profesional que pude, pero eso último sí que lo dije para molestarlo.

—Pero eso sí, no quiero que se vea reducida a hashtags y trends de TikTok —pidió con seriedad.

—No estoy sugiriendo que reduzcas tu "obra maestra" a un trend —respondí, con un toque de sarcasmo—. Estoy sugiriendo que la promociones de manera que las personas reales quieran leerla, ya es tu decisión si te gustaría dejar este proyecto en mis manos para asegurar que Two Broken Hearts sea un éxito, como cada proyecto dejan a manos de la agencia essence.

Amaia sonrió hacia mí satisfecha con mi respuesta.

Él me observó en silencio por un segundo, sus ojos recorriendo mi rostro como si buscara algo que no podía encontrar. Luego suspiró, inclinándose hacia atrás en su silla.

—Vale, entiendo lo que la agencia propone para la publicidad de mi proyecto —empezó, con ese tono paternalista que siempre usaba cuando creía saber más—. Pero creo que sé lo que es mejor para mi libro. He estado en este negocio mucho más tiempo de lo que tú llevas trabajando. Tal vez deberíamos centrarnos en métodos más tradicionales.

—¿Métodos tradicionales? Pues con todo respeto, si los escritores de tu generación siguen pensando que las firmas de libros y las entrevistas en revistas de nicho son suficientes para vender copias, bien. Pero te voy a decir algo, el mundo ha cambiado. Y si sigues ignorando eso, tu libro va a quedarse acumulando polvo en las estanterías —respondí.

Marcus nunca había sido bueno para manejar críticas, especialmente si venían de mí. Quizá por eso nunca me dejó leer Deja Vu desde un inicio.

—Tal vez cuando tengas más experiencia, entenderás que hay cosas que no necesitan venderse como un producto en masa. Este libro es especial. Es... es... —intentó buscar la palabra perfecta para describirlo.

No pude soportarlo más.

—Es un libro, Marcus —interrumpí más calmada de lo que realmente estaba—. Y lo creas o no, el mundo no está esperando en fila para leerlo. Tienes que ganarte esa atención.

Él me miró con una mezcla de sorpresa e indignación, como si no pudiera creer que me estuviera atreviendo a hablarle así. Y quizá, en otro tiempo, me habría sentido culpable.

Pero ahora es diferente, sobre todo porque estamos hablando de trabajo y me tomo muy en serio todo lo que hago.

—Bueno, tomaremos las propuestas en cuenta, lo analizaremos con el agente literario de Marcus y mañana mismo estaremos concretando una respuesta con la agencia —respondió Mackenzie.

—Excelente, esperaremos su respuesta entonces —concretó Amaia.

Todos se levantaron de sus asientos, Marcus estrechó la mano de Amaia y le agradeció antes de salir detrás de Mackenzie.

Ni un mísero gracias recibí de su parte por la presentación que me hizo desvelarme anoche.

Cuando salieron de la sala y quedé a solas con Amaia, esta se acercó a mí.

—Buen trabajo, Emery. Te luciste con esa presentación y a pesar de que la reacción no haya sido la adecuada o la que esperábamos de parte del autor, supiste manejar la situación.

—Gracias —sonreí, agradecida de que alguien sí apreciara mi trabajo.

—Si aceptan la propuesta, organizaremos una última reunión para preparar el lanzamiento, así que prepárate para lidiar con más comentarios como esos.

—Vale.

Ella salió de la sala de juntas dejándome a solas, apagué todo y recogí mis cosas para ir directo a mi oficina en el último piso. Cuando salí directo al elevador, me di cuenta que Marcus esperaba a alguien en el pasillo.

Asumí que era a alguien más que no era yo, así que fue mi momento perfecto para evitarlo, ignorar su presencia y seguí caminando como si no estuviera ahí.

—Oye, Cherry —me llamó.

No me detuve, ni me giré.

Así que caminó detrás de mí siguiéndome hasta la puerta.

—Emery —dijo mi nombre nuevamente, en un intento de llamar mi atención.

Lo ignoré nuevamente llamando al elevador.

—¿Ahora no vas a hablarme?

—Si no es para algo importante sobre el proyecto, pues no.

El elevador abrió sus puertas, así que entré sin esperar a que aporte algo más a la escasa conversación que veníamos teniendo hace unos segundos.

Cuando presioné el piso al que me dirigía y las puertas estaban a punto de cerrarse, hizo lo mismo de esta mañana, meterse en el elevador conmigo.

—¿A dónde crees que vas? La salida no es por aquí.

Para mi sorpresa, presionó el botón que hizo que el elevador se detenga sin responder a mi pregunta.

—¡¿Pero qué coño haces?! ¡Debo ir a mi oficina, tengo mucho trabajo!

Me ignoró nuevamente.

Se puso frente a mí y me observó con tanta seriedad que me hubiese dado escalofríos sintiéndome muy intimidada si no estuviera tan cabreada con él.

—¿Lo has leído al menos? —preguntó, aunque sabía perfectamente la respuesta. No habría un encuentro como este si no lo hubiera hecho.

Solté una risa amarga, un sonido vacío.

—Pues claro que lo leí, Marcus. Y déjame decirte, me sorprendió bastante lo que escribiste —dije, mi voz llena de veneno.

—¿Y por eso intentaste humillarme en esa junta? —señaló con sus manos las puertas del elevador—, ¿sabes qué? yo... no intentaba hacerte daño, Emery —respondió, dando un paso más hacia mí.

Ahora estaba demasiado cerca.

Lucía cabreado, decepcionado, frustrado.

Entonces pude oler nuevamente su colonia, la misma que usaba cuando estábamos juntos, pero el enojo no dejó que aquellos recuerdos me invadieran.

—Oh, ¿en serio? Porque la manera en la que me describiste... bueno, parece que tenías mucho que decir sobre una adolescente que apenas sabía qué quería en su vida.

Vi cómo sus labios se apretaban en una línea tensa. Siempre había odiado que lo confrontaran, pero esta vez no me importaba. No podía ni debía protegerlo.

—Tú sabías lo que significabas para mí —empezó, pero lo interrumpí.

—Sabía que significaba algo para ti, pero no me imaginaba que sería tu inspiración para un libro que deformó mi historia. No soy esa chica insegura e ingenua que describes, Marcus. Nunca lo fui. ¿O acaso esa fue la manera en la que justificaste todo lo que pasó?

Sus ojos se oscurecieron, y por un momento, vi el hombre que conocía, ese que explotaba fácilmente cuando las cosas no salían como él quería.

—No era mi intención pintarte de esa manera —gruñó, cruzando los brazos. Un gesto defensivo, claro—. Pero fue como lo sentí en ese momento. Y me dolió también, Emery. No lo olvides.

Me eché a reír de nuevo, esta vez con un filo más hiriente.

—¿Te dolió? ¿A ti? —solté, sorprendida por su descaro—. ¿Cómo te atreves a decirme eso? Fuiste tú quien decidió cruzar esa línea, sabiendo perfectamente lo que arriesgabas. Y ahora has contado nuestra historia como si fuera una telenovela mal escrita. ¿Te dolió tanto que tuviste que manipular los hechos para sentirte mejor?

—Yo no manipulé nada —respondió, levantando la voz por primera vez—. Es mi perspectiva. Es lo que yo viví.

—Es tu justificación, Marcus —respondí, casi en un susurro, pero firme—. Tu manera de lavarte las manos. Pero no puedes simplemente escribir sobre alguien y esperar que se quede callado.

—¿Qué te ha pasado? Estás... diferente, no eres la misma chica de la que me enamoré —dijo, su mirada recorrió mi ropa, el cabello que ahora llevaba recogido y el gesto frío que se había convertido en mi rostro habitual.

—Eso pasa con los años, ¿y qué crees? las personas crecen, maduran, evolucionan, pero veo que no ha sido tu caso, sigues igual de estancado que cuando te conocí —respondí con frialdad. Ni siquiera intenté ocultar mi desaprobación.

Él dio un paso más cerca, invadiendo el espacio personal que tanto me había costado recuperar. Me forcé a no retroceder, a mantenerme en pie. No le daría el placer de pensar que aún me afectaba.

—No pensé que volveríamos a vernos y te prometo que jamás creí que reaccionarías de esta forma, ni siquiera te reconozco —susurró tan cerca de mí, que dejé de respirar sin darme cuenta.

Intentaba ser casual, pero su tono contenía algo más. Nostalgia, quizás. Arrepentimiento. No lo sabría, porque no le prestaba atención a lo que no decía.

—Yo tampoco —respondí sin emoción—. Mucho menos en estas circunstancias.

Hubo un destello en sus ojos, uno que reconocí de inmediato: incomodidad, ese pequeño tic que lo traicionaba cada vez que estaba nervioso.

Bien. Que se incomode.

—Sabía que esto pasaría —resopló—. Sabía que me odiarías.

—¿Odiarte? —lo miré con una sonrisa amarga—. No, Marcus. Odiarte implicaría que todavía me importas lo suficiente como para gastar energía en ti.

Hubo un silencio incómodo, uno que llenó todo el espacio entre nosotros. Por un segundo, vi un destello de dolor en su rostro, pero lo ignoré.

Presioné nuevamente el botón haciendo que el elevador siga funcionando.

—Estoy aquí porque es mi trabajo promocionar este libro, no porque quiera revivir el pasado —dije, enderezando mi espalda—. Así que, hagamos esto lo más profesional posible, y luego volvamos a nuestras vidas.

Marcus me observó en silencio, su mandíbula apretada.

El elevador abrió sus puertas y Marcus respondió antes de salir a través de ellas.

—Como desees —respondió con frialdad.

Dicho eso me dejó ahí de pie en ese elevador donde se acumuló tanta tensión entre nosotros hace unos segundos.

Al ver a más personas entrando, reaccioné y salí de allí para entrar a mi oficina.

¡Es un idiota!

Unos toques a mi puerta me sacó del torbellino de pensamientos que tenía en contra de Marcus.

Su cabeza se asomó con timidez y al verme, sonrió hacia mí y corrió a abrazarme.

—¡Emery!

—¡No puedo creerlo, ya estás aquí! —la saludé de vuelta.

Andrea Isabel Rubio Velaris estaba frente a mí, cursando sus pasantías de Diseño Gráfico justo en la empresa donde ahora yo trabajaba.

—Estoy emocionada... y nerviosa también —me aseguró.

—Tranquila, estaré aquí por si me necesitas. ¿Ya hablaste con Amaia?

—Sí, me asignó unos trabajos para ir avanzando.

—Eso es genial.

—Me encanta este edificio, es mi trabajo soñado.

—Pues cuando acabes las prácticas, si quedan encantados con tu trabajo, podrían contratarte.

—Lo único que me frena es el negocio familiar, no quiero dejar a Andrés solo con todo lo del restaurante.

—Andrea, ese no es tu problema, ¿vale? Enfócate en lo que realmente importa para ti, termina la carrera y luego ves que camino quieres tomar.

—Sí, tienes razón, pero bueno, ¿Qué hacías?

—Voy saliendo de una reunión, tengo algunos pendientes con las estrategias de promoción para un cliente y necesito terminar de leer su manuscrito.

—Oh, ¿es bueno? ¿Puedo verlo?

—Eh, claro —le mostré las hojas anilladas—, no lo he terminado de leer, así que no sabría decirte si lo es o no —mentí.

—¡Estás trabajando con Marcus Beckham! —se sorprendió al leer el nombre del autor debajo del título del manuscrito.

—¿Lo conoces?

Qué irónico que la hermana de mi novio sea fan de mi ex.

—He leído alguno de sus libros, es un gran autor. Me gustó Deja Vu.

¿Leyó Deja Vu?

—¿Andrés sabe?

—¿Qué cosa?

—Que has leído Deja Vu.

—¿Debería saberlo? Es un libro, a mi hermano no le gusta mucho las cosas que leo. Además, no creo que conozca al autor, sabes que es muy raro que él lea los mismos romances que yo.

Sentí un alivio por dentro.

—Tienes razón.

Dejé morir el tema allí, no me apetecía hacerle saber a Andrea que entre Marcus y yo hay mucha historia.

Pero ahora esa historia estaba dependiendo de un hilo, porque todo ese amor y respeto que le tenía guardado desde que lo conocí, se fue yendo poco a poco por todo lo que hizo después de que leí su tan esperado "próximo éxito."

AJÁ!!!! ¿ya se normalizaron los corazones después de ese paro cardiaco del capítulo o todavía nos estamos recuperando de esa escena?

Me emocioné mucho, ok? Creo que fue muy interesante ver por primera vez estas facetas de Marcus y Cherry, discutir de esa manera, ver por primera vez ese enemies to lovers.

QUEDÉ ENCANTADA, ¿qué opinan ustedes sobre el capitulo?

A partir del próximo quiero que estén bien atentos pq por fin se viene lo bueno, THE DRAMA.

Honestamente en este libro tengo cierto amor-odio hacia ambos protagonistas, Cherry a veces me saca de quicio y Marcus, no sé, ya ni sé lo que siento por ese hombre JAJAJAJAJAJ

¿Ustedes qué opinan?

Espero sus comentariosssss :))

Besos,

Paola Velásquez

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