Capítulo 5 | Easton

Easton

Sé que cometo un gran error al dejar que Hazel entre a mi cocina, pero tengo curiosidad por probar uno de sus platillos, si bien, he escuchado a Johan y Sheila decir un par de veces que la chica es muy buena con la comida, que realmente sabe lo que hace y tiene un sazón exquisito, según mis amigos.

Después de ayudarle a subir los escalones, o más bien, dejar que los bañara de insecticida mientras que yo cargaba con las bolsas del mandado, le he dicho que nos veríamos en mi cocina en media hora, ella a aceptado, aunque he podido notar que se tensó un poco ante ello.

Antes solía ser el tipo de chico que detestaba que una mujer viniera a su departamento, en especial una guapa con pinta de que podría buscar algo serio, sin embargo, había dejado esa tontería años atrás. A veces nos creamos ideas en nuestra cabeza sobre ser de cierto modo con la intención de protegernos a nosotros mismos cuando a veces solo terminamos lastimándonos más de lo que podemos esperar.

Ahora aquí estaba, preparando las cosas para que Hazel, mi vecina y compañera de trabajo viniera a mi departamento a cocinar conmigo. Si yo no fuera la clase de hombre competitivo que suelo ser, habría ignorado el hecho de que me intriga saber sus técnicas de cocina si podemos llamarlas de ese modo, está claro que Hazel tiene experiencia, sin embargo, quiero comprobar por mi mismo que es realmente buena.

Quince minutos después llaman a mi puerta y me apresuro a abrirla confiado de que es ella, Hazel me da una cálida sonrisa antes de entrar a mi departamento con las cosas necesarias. He sido yo quien ha hecho más compras que ella dado el caso de que acabo de mudarme y no he tenido tiempo de llenar mi despensa.

─Si que tienes buen gusto ─se atreve a decir mientras observa mi departamento, me doy la vuelta para ir a la cocina.

─Gracias, supongo ─me veo diciendo a mis espaldas─. Pero no he sido yo quien ha decorado el departamento.

Hazel no dice nada, solo me sigue y coloca las bolsas de supermercado en la mesa cuando estamos los dos en la cocina.

─Vienes preparada ─digo arqueando las cejas, es un comentario soso, pero es lo que se me ha ocurrido decir, últimamente no he sido el mejor conversador.

─Bueno, he venido a deleitarte con mi platillo ─se burla y rio por lo bajo.

─Tal vez sea yo el que te deleite con mi platillo.

─Bueno, solo el mejor puede ganar.

─Manos a la obra entonces.

Digo y pronto los dos comenzamos a preparar todo.

Comienzo a lavar las papas para luego cocerlas con bastante sal y agua para preparar la receta de los huevos, y me pongo a cortar los boletus en láminas para luego ponerlos en un sartén con un poco de aceite, sal y pimienta para dorarlos, después hago los huevos en otro sartén con un poco de aceite y sal, cuando tengo todo listo, me dedico a acomodarlo todo. Pongo en un plato las papas primero y sobre ellas los huevos, rallo la trufa por encima y agrego un poquito de cebollín picado.

Dado el hecho de que la cocina es grande pero no lo suficiente para que haya dos cocineros cocinando al mismo tiempo, Hazel se dedica a picar y preparar sus ingredientes durante el tiempo en que cocino hasta que termino de cocinar y limpiar todo, le ofrezco una sonrisa cuando termino mi platillo y me siento en la silla en la que ella estaba para observarla preparar su platillo.

─Creí que prepararías coq au vin ─hablo cuando veo que en realidad está haciendo otra receta.

─Debes dejar al pollo marinando por aproximadamente cuatro horas, tendrá que ser para después.

─Entonces, ¿qué prepararás? ─Pregunto curioso ya que no tengo la menor idea de lo que está haciendo.

─Haré tagliolini con huevo escalfado y trufa pensé que no sería justo preparar un platillo más elaborado si tu preparabas huevos.

─Qué considerada ─digo al cruzarme de brazos, está claro que le gusta improvisar, puedo verlo en ella, le gusta tomar riesgos, algo a lo que yo no suelo acostumbrarme. Para mí resulta más fácil seguir una receta al pie de la letra que improvisar, soy sistemático, lo sé.

Observo como pone la cazuela con el agua y sal a fuego lento para cocer la pasta, después pone en el sartén a fuego lento dos cucharadas de aceite de oliva, agrega un diente de ajo y lo deja dorar por un buen rato, pienso en que debe de retirarlo pero no lo hace, lo que me hace sentir un poco tenso, por lo general, estoy acostumbrado a observar y dar ordenes dentro de la cocina, para mí lo mejor es que retiré el ajo antes de verter la nata, pero Hazel decide dejarlo y echar la nata con el ajo y continuar manteniéndolo a fuego por dos o tres minutos, ralla la trufa negra por encima antes de retirar el ajo.

Después de que pone sobre un tazón cuadrado de papel film y pinta con aceite y casca encima un huevo, hace un atadillo con el film para que quede una bolsa hermética. Lo cuece durante cuatro minutos y retira para abrir la bolsa. Sin duda sabe lo que hace, pero hay cosas que yo mejoraría en su platillo, como cocería lo último un minuto más aproximadamente y rallaría un poco más de trufa después de servir la pasta con la salsa y el huevo.

Para cuando nuestros platillos están listos y hemos limpiado la cocina, Hazel se sienta frente a mí, los dos compartimos una mirada y observamos los platillos frente a nosotros.

─Bien, alguien debe probarlos primero.

Dice, le sostengo la mirada y tomo su platillo al tiempo que tomo un tenedor dispuesto a probarlo, Hazel me observa atenta hasta que me llevo un bocado a la boca.

Es bueno, sin duda es bueno. Mejor de lo que esperaba.

─¿Y bien?

Pregunta enarcando ambas cejas.

─Me gusta.

Me limito a decirle porque no quiero darle una critica justo como había dicho, aun sigo considerando que me habría limitado. Hazel oprime una mueca, pero no me cuestiona y acerca mi plato hacia ella, toma un tenedor y lo prueba.

Una sonrisa se dibuja en mi cuando veo la forma en que sus ojos se cierran y hace su mayor esfuerzo por no soltar un gemido por lo bueno que le ha parecido mi plato. Mi hermana diría que eso levanta mi ego y en teoría es cierto, pero de tan solo pensar que un gemido se iba a escapar de ella al probar mi platillo, me hace pensar en ella en otro sentido mucho más íntimo.

Me aclaro la garganta para sacarme esos pensamientos de la cabeza, culpo el hecho de que ha pasado un poco de tiempo desde que estuve íntimamente con una chica y Hazel es guapa, pero es mi compañera de trabajo y pienso en que es una mala idea cruzar esa línea.

─¿Te gusto?

Pregunto, aunque temo que ya se bien la respuesta.

Se encoge de hombros para restarle importancia antes de responder.

─Es bueno.

Se limita a decir, ruedo los ojos juguetonamente, sé que se contiene con esa respuesta.

Mi platillo es más que bueno y ella lo sabe.

─No me sorprende que tengas un puesto en el restaurant de... ─veo que su expresión cambia un poco a una de angustia por la frase que está a punto de decir y se corrige rápidamente─. Del chef Laurier. Eres bueno.

─Me lo he ganado ─digo encogiéndome de hombros para restarle un poco de importancia.

Veo que su mirada se oscurece un poco, de pronto luce pensativa y un poco insegura de si misma lo que hace despertar mi curiosidad. Quisiera saber qué es lo que pasa por su mente en estos instantes como para que su actitud sea diferente.

─Creo que en parte es injusto que los dos tengamos que competir por un lugar, ¿no? ─Me parece que de verdad percibo un poco de culpa en ella por el tema, niego para ambos.

─Ambos decidimos esta carrera, sabemos que no es un camino fácil ─me veo diciendo, cosa que es totalmente cierto, en el mundo de la cocina, es muy difícil hacerse de un nombre o llegar a tener éxito, es un trabajo esclavizado de cierto modo y muy competitivo.

─Si, pero... ─hace una pequeña pausa antes de negar─. Olvídalo, no es tan relevante.

─Bueno, podrías simplemente renunciar si te resulta tan difícil competir ─no ha sido mi intención sonar hostil, pero me temo que mis palabras suenan de ese modo y ella se ofende, sus ojos marrones me observan desafiantes. Es como si la forma en que han salido mis palabras la han hecho volver a recuperar la compostura y recordar que realmente quiere competir por el puesto.

─No soy de las que se rinden tan fácil ─me asegura y le ofrezco una sonrisa desafiante.

─Tampoco yo ─me veo diciendo con demasiada seguridad y confianza─. Si hay algo que quiero, me esfuerzo por ello hasta conseguirlo.

─Entonces esto será una competencia reñida. ─Se ve diciendo alzando un poco las cejas, ya estoy seguro de ello, de que no será una competencia simple, sin duda tiene talento, pero no pienso dejar que gane el puesto, me he esforzado lo suficiente para conseguirlo y, sobre todo, necesito el dinero.

─Lo tendré en cuenta.

─También yo.

─Creo que debería irme. ─Está claro que no le gusta que la subestimen y no es que la esté subestimando, pero juntarnos a cocinar juntos cuando los dos competimos por el mismo puesto en el trabajo, deja en claro que ha sido una mala idea.

Me levanto de mi lugar al mismo tiempo que ella, observo cada uno de sus movimientos.

─Te acompaño a la puerta ─le digo cuando se coloca frente a mí, Hazel da un leve asentimiento y los dos nos encaminamos hacia la entrada de mi departamento, abro la puerta para ella, quien sale de inmediato y se da la vuelta para quedar de frente.

─Gracias por llevarme al supermercado.

─No hay de qué ─me limito a decirle, Hazel no se mueve, se queda allí a una corta distancia mía observándome fijamente, su mirada es curiosa y atenta, como si estuviera analizándome.

─De verdad te lo agradezco y también... ─aprieta los labios en una mueca─. La comida, tal vez no fue la mejor idea que ambos tuvimos, pero ha sido divertido.

Divertido, pienso. En lo personal, yo no diría que encuentro divertido cocinar, tal vez entretenido, pero jamás divertido, requiere de toda mi concentración y no puedo ver la cocina como un juego, como sea, no cuestiono su palabra delante de ella y me limito a darle un leve asentimiento.

─Sí ─respondo un poco cortante─. Fue bueno.

─Bien, que descanses. ─Dice a modo de despedida pues es algo tarde, de nuevo, asiento levemente.

─Igual tú.

Al ver que no hay más de qué conversar, Hazel vuelve a darse la vuelta para irse a su departamento. Cierro la puerta de inmediato y me pasa por la cabeza la idea de que tal vez me he comportado como un idiota, lo sé, tengo una manera tosca de socializar con los demás, es como si cada vez que, bajo mis barreras, una parte de mi recuerda que es mejor tenerlas firmes y no dejar que nadie pueda derrumbarlas.

Inflo mis cachetes y dejo caer el aire que contuve por unos segundos, en un suspiro pesado. Voy hacia la cocina para comprobar que todo está en orden, si hay algo de lo que disfruto un poco, es el orden, saber que cada cosa está en su lugar me hace sentir cierta satisfacción, como si fuera el único control que puedo tener estable en mi vida.

Cuando creo que tengo tiempo para relajarme porque el tiempo con Hazel cocinando se me ha ido, veo la hora en el reloj que hay en una de las paredes de la cocina y suelto una maldición por lo bajo. Voy a llegar tarde para la visita en el hospital y no puedo faltar, mamá debe estar esperándome.








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El capítulo 5 ya está aquí! Muchas gracias por las 1k lecturas en la historia, ¿Qué tal les está pareciendo la trama? Espero que la disfruten y muchas gracias por darle una oportunidad a la historia <3

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