Capítulo 16 | Easton
Easton
Llamo dos veces a Mía, quien me responde al quinto timbre.
─¿Qué pasa? Nunca llamas más de dos veces, en realidad, nunca llamas.
Ruedo los ojos sabiendo que esto último es mentira, sí, no llamo seguido, pero llamo.
─¿Cómo estás? ─Pregunto de manera casual.
─Mucho mejor ahora que llamas, sabes que me preocupo por ti, ¿no?
─También yo ─más de lo que tú crees, omito decirle, un suspiro se me escapa e intento hacer mi pregunta─. Pensarás que solo llamo cuando necesito algo.
─Porque no es mentira.
Me echa en cara y hago mi esfuerzo por no rodar los ojos.
─Necesito un favor.
─¿Ahora?
─Sí, ahora. Es algo urgente ─me paso la mano por la nuca y tomo una profunda respiración.
─¿Estás en problemas?
Una parte de mí siente cierto desagrado al escuchar la preocupación en ella.
─No, no, nada de eso ─me apresuro a asegurarle y creo sentir su alivio─. Es más, una emergencia de chicas, ¿ustedes lo llaman así?
Dios, me doy cuenta de que no sé nada sobre chicas. A pesar de que mi hermana es una chica vanidosa y en nuestra adolescencia solía invitar a sus amigas a casa, yo no solía involucrarme mucho con ellas.
─¿Emergencia de chicas? ─puedo percibir la diversión en su voz.
─Escucha, mi vecina tiene una emergencia.
─¿Qué clase de emergencia?
Detesto que no me deje nunca terminar de hablar y me interrumpa, ella lo sabe y puedo imaginar que disfruta haciéndolo.
─Se ha quedado sin poder entrar a su departamento ─le explico y por suerte, está vez no me interrumpe, se queda en silencio hasta que termino─. Y hoy tenemos un evento importante en el restaurant, ¿crees que podrías prestarle algo para el evento?
─¿No usarán uniforme?
─No.
─¿Es algo formal?
─Como las fiestas de papá.
Hay cierto silencio, sé que Mía suele hablarle de vez en cuando y que su relación con papá está lejos de ser tan pésima como la mía.
─¿Él estará allí?
Dios, espero que no, no me había pasado por la cabeza.
─Lo dudo. ─intento evadir cualquier conversación que involucre a mi padre─. ¿Qué dices? ¿Puedes prestarle algo?
─Claro, ¿dónde está?
─En mi departamento.
─¿Se está quedando contigo?
─Solo por ahora en lo que conseguimos un cerrajero.
Le explico y la escucho suspirar.
─¿Crees que podrías mandarme una foto de ella?
─¿Para qué?
─Solo quiero comprobar si es linda y lucirá bien con uno de mis vestidos.
─Es linda, y seguro lucirá bien. No te enviaré una foto de ella.
Digo de una manera seca que la hace bufar.
─Dios, solo tenía un poco de esperanza.
─Es solo por asuntos de trabajo, Mía.
─Ajá, así decía yo con Josh y míranos ahora, tenemos una hermosa familia.
No es mentira, su familia es hermosa y el esposo de mi hermana es un buen hombre, pero Hazel y yo apenas y nos llevamos bien en el trabajo.
─Como sea, te espero en veinte minutos.
─Llegaré en treinta.
─Veinticinco.
─Veinte ─se queja y pongo una sonrisa justo cuando la escucho maldecir─. Ugh, detesto que hagas eso y te salgas con la tuya.
─Te esperamos en veinte.
Cuelgo la llamada y regreso a donde está Hazel, se ha sentado en el sillón de mi sala de estar y como he dejado la televisión encendida ella luce tranquila mirándola, pero no es solo a eso a lo que le presto atención, me es inevitable no mirarle las piernas y observar como le queda mi playera.
¿Cuándo fue la última vez que una chica uso una playera mía? No lo recuerdo bien, pero de seguro ya pasó algo de tiempo, sin embargo, a Hazel parece sentarle bien mi ropa, su piel parece sedosa, y me gustaría poder acariciarle las piernas y sentir la suavidad de su piel.
Me gusta lo bien que le queda mi playera.
Admito en mi cabeza y tan pronto como soy consciente de mis pensamientos, me aclaro la garganta y consigo llamar su atención.
─Mi hermana ha dicho que vendrá en veinte minutos.
─Veinte minutos ─repite y asiento levemente.
─Mientras, ah, puedes... ─¿Por qué de pronto no sé qué decir? este tipo de situaciones no suelen pasarme a mí para nada─. Puedes relajarte un poco.
Una media sonrisa que se desvanece al instante se forma en ella.
─Creo que me ducharé también.
Digo porque no quiero estar un tiempo más frente a ella sabiendo que de algún modo consigue ponerme nervioso.
Hazel no dice nada, solo asiente y se concentra de nuevo en la televisión. Voy a mi habitación para sacar mi ropa y tomar una ducha, aunque me he duchado está mañana después de hacer ejercicio sé que volverme a duchar es solo una excusa.
Pasan diez minutos para cuando salgo de la ducha porque me quedo un tiempo prolongado en ella queriendo matar algo de tiempo para no estar a solas con Hazel, pero mi hermana no debe de tardar en llegar así que decido salir.
Salgo solo con una toalla envuelta en mis caderas y voy directo a mi habitación para ponerme unos pantalones, tomo cualquier playera y me la coloco encima, me seco el cabello con la toalla sin importarme que luce despeinado y salgo de la habitación para ver qué está haciendo Hazel.
Su cabello luce húmedo, pero se lo ha cepillado, lo sé porque encuentro mi cepillo en la mesita de noche.
─Espero que no te moleste que lo haya tomado, lo he visto...
─¿Entraste a mi habitación? ─Suelto de golpe, pues no estoy acostumbrado a que nadie entre a mi dormitorio.
Ni siquiera en mi adolescencia era esa clase de chicos a los que les gustaba acostarse con las chicas y llevarlas a su habitación, sí, mi primera vez lo hice en mi recamara con mi novia, pero de ahí en fuera, no suelo dejar que las chicas entren a mi habitación, dios, incluso no dejo que entren a mi departamento.
Pero haces excepciones con ella, pienso.
─En realidad, el peine estaba allí ─señala la mesita y aprieto los labios, seguro debí olvidar haberlo dejado allí.
No digo nada por unos segundos que se sienten eternos, Hazel tampoco lo hace porque seamos honestos, ¿qué es lo que tenemos qué decirnos? Ni siquiera somos amigos como para comenzar una conversación de manera casual y las veces que comenzamos a hablar, terminamos discutiendo.
─Bien.
Me limito a responderle. La mirada de Hazel se desvía de la mía al resto del departamento.
─Parece que te has ido adaptando bien.
─Sí, el lugar es bastante cómodo.
─No puedo discutirte eso. ─Se encoge de hombros para restarle un poco de importancia─. ¿Crees que realmente podremos conseguir alguien que habrá mi departamento?
─Seguro que sí.
─No quiero quedarme a dormir afuera.
Una risita seca se escapa de mí y me acerco a ella.
─Nadie se quedará a dormir afuera.
─¿Cómo puedes estar seguro de eso? saldremos tarde del evento y dudo mucho que encontremos a alguien disponible por la noche.
─En el peor de los casos, te quedarás aquí. ─Me doy cuenta de que mis últimas tres palabras suenan como una orden. La boca de Hazel se abre y cierra, pero nada sale de ella─. Tengo una habitación extra, puedes dormir en ella.
Por la forma en que aprieta los labios, creo que no le gusta esa idea. Admito de que no es de las mejores, pero no hay manera de que la deje dormir afuera de su departamento.
─No creo que sea una buena idea ─me atrevo a decírselo en voz alta y le dejo ver la mueca en mis labios, Easton también dibuja una mueca en los suyos.
─Seguro que no pero no tenemos muchas opciones.
Por suerte, el timbre de mi departamento suena interrumpiendo nuestra conversación. Me apresuro a irle a abrir la puerta a mi hermana quien no se molesta en saludarme, simplemente se abre paso por mi departamento en busca de Hazel.
─Hola, soy Mía Mackenzie ─mi hermana me da una mirada fugaz y siento un pequeño alivio cuando la escucho usar el apellido de su esposo y no el de mi padre, a diferencia mía, mi hermana nunca tuvo ningún inconveniente al usar el apellido de papá.
─Mucho gusto ─habla Hazel poniendo una dulce sonrisa en la boca, me parece que he visto esa sonrisa muy pocas veces─. Soy Hazel.
Me toma unos segundos darme cuenta de que Hazel siempre se presenta solo con su nombre y no suele dar su apellido, me pregunto si alguien en el restaurant tiene idea de cuál es su apellido porque yo en lo personal no, tampoco es como que ande por allí indagando en su vida, pero ahora soy consciente de ello.
Sinceramente, no indago mucho en el motivo de ello ya que yo también tengo mis razones para no usar el mío.
A veces, creemos que podemos borrar a nuestro padre de nuestras vidas al no usar su apellido, es como si quisiéramos hacernos de un propio nombre que no tuviera nada qué ver con él, como si nosotros pudiéramos crear nuestra propia identidad porque, por mucho que nos hagamos de un nombre, hay quienes una vez que saben cuál es tu apellido y tu padre, comienzan a buscar partes de ti que te enlacen a él, es como si necesitaran buscar qué los hacen iguales.
─East me ha dicho que necesitabas un vestido, he traído varias opciones ─le explica mi hermana enseñando la bolsa enorme de vestidos que ha traído, no los puedo ver porque están cubiertos con ese plástico negro, pero sé que mi hermana tiene un excelente gusto en la moda. Una sonrisa se dibuja en ella─. Eres muy guapa así que estoy segura que todo te lucirá bien, escoge el que más te guste.
Le entrega la bolsa a Hazel, quien no duda en tomarla, me doy cuenta que por el cumplido que mi hermana le ha hecho sus mejillas se han tornado rosas.
─Gracias.
Le dice con un pequeño asentimiento.
─Puedes usar mi habitación para cambiarte ─le dejo saber señalando hacia el pasillo─. Es la del fondo.
Hazel asiente y se encamina hacia mi recamara, dejando a mi hermana y a mí a solas.
─Es realmente bonita ─suelta Mía como si necesitara aclararme ese punto.
─Lo es. ─Aprieto los dientes porque no sé si realmente me agrada admitirlo en voz alta, conozco a mi hermana y no dejará pasar el tema tan fácilmente─. ¿Qué?
Elevo una ceja en su dirección cuando veo que la sonrisa enfadosa en su boca no se borra.
─¿Ustedes...?
─Solo somos vecinos y compañeros de trabajo.
─Ajá.
─No empieces.
Murmuro a secas y ella alza las manos al aire.
─Yo no he hecho nada ─se excusa y ruedo los ojos, sé lo que está pensando y no me agrada mucho. Mía suspira─. ¿Cómo está mamá?
Me alegro de que cambie de tema.
─Está bien, aunque sigue preguntando por ti cuando la veo.
No es mentira y ambos lo sabemos. Mi hermana se cruza de brazos y desvía la mirada de ella.
─Quiero verla, East, realmente quiero hacerlo, pero... ─siento que un nudo se forma en su garganta y la hace guardar silencio mientras traga con fuerza y niega segundos después─. No soy tan valiente como tú para enfrentar la realidad.
Me acerco a ella, es curioso nuestras diferencias de estatura, le sobresalgo un par de cabezas y el recuerdo de cuando éramos niños y ella me sacaba unos centímetros más y se burlaba de lo pequeño que era, viene a mí.
─Ey, no te sientas culpable, mamá lo entiende, pero eso no quita que ella desee verte, Mía ─le acaricio los brazos con intención de darle un poco de ánimos.
Mía niega.
─Siempre parece que han sido ustedes dos contra todo ─me asegura, sin embargo, no hay rencor u odio en sus palabras─. Siempre la has apoyado y ella siempre te ha apoyado a ti sin importar las circunstancias.
Es cierto, pienso. Siempre hemos sido mamá y yo contra el mundo, contra mi padre, contra mis vicios, contra mis problemas.
─Si te sirve de consuelo, ha estado bien últimamente. Me he enterado de que tienen un club de lectura en el hospital y mamá suele unirse a veces, parece que leen historias picantes. ─Hago comillas en el aire al decir la última palabra y mi hermana ríe.
─Seguro que es algo que no deseas escuchar de la boca de mamá.
─Claro que no, pero mamá parece determinada a contarme sobre esas novelas que leen.
─Me alegro por ella. ─Dice con una sonrisa que no tarda mucho en desvanecerse─. ¿Crees que la próxima vez que vayas podrías hablarme? Tal vez me anime a ir contigo.
─Claro que sí.
─Bien, tengo que irme ahora, despídete de Hazel por mí ─mi hermana se acerca a darme un beso en la mejilla a modo de despedida─. Y por favor, no seas un idiota con ella.
─Por favor, soy un encanto siempre.
─Ajá, eso ni tú te lo crees.
Me palmea la mejilla y se aparta dispuesta a irse.
Transcurren un par de minutos para cuando escucho la puerta de mi habitación abrirse y veo a Hazel asomar la cabeza.
─¿Mía se ha ido?
─Sí, ha tenido que irse antes ─digo al tiempo que me levanto del sofá donde he estado sentado. Hazel aprieta los labios pensativa y un suspiro pesado sale de ella.
─¿Crees que podrías ayudarme? ─Sus ojos me miran con un poco de preocupación─. No puedo subir el zíper del vestido por mi cuenta.
─Claro.
Hazel abre la puerta para dejarme entrar a la habitación y justo cuando estoy en el interior de ella, puedo ver la elección de vestido que ha hecho. Es de color rojo y sin duda hace resaltar su cremosa piel.
No lo sé, pero cualquier mujer con un vestido rojo tiene una energía más imponente, más sexy.
Hazel no es la excepción.
El vestido se ajusta a su cuerpo, haciendo resaltar sus curvas y parece llegarle un poco más debajo de las rodillas, tiene un corte V en la parte del frente y justo cuando se voltea, no puedo dejar de pensar en que mi hermana a hecho una grandiosa y pésima elección.
Si sus intenciones eran molestarme, lo ha logrado.
Pero no me molesto por traerle ese vestido a Hazel, le queda espectacular, más bien me refiero a que ver lo perfecto que luce en ella me hace pensar en lo sexy que luce.
─Creo que se ha atorado un poco.
Murmura recogiendo su cabello para dejarme ver su piel desnuda.
Me acerca a ella sin despegar la mirada del vestido, con delicadeza, coloco mis manos sobre el zíper.
Sí, está algo duro.
─Intentaré subirlo ─murmuro muy cerca de su oído porque por alguna razón, me he aproximado demasiado a ella al grado de que tengo que, con tan solo inclinar mi cabeza, puedo susurrarle al oído.
Hazel se remueve un poco junto a mí sintiendo mi respiración chocar en su oído más no dice nada, solo se queda allí sin moverse de nuevo en espera a que suba el zíper.
Lo hago, lo subo de una manera super lenta que parece que me toma minutos en hacerlo, y no me importa que mis dedos rocen con delicadeza un poquito de su piel.
Lo admito, lo he hecho apropósito.
Me parece que Hazel da un respingo cuando siente mis dedos rozar su suave piel, pero no se aparta y tampoco parece importarle la cercanía en la que está mi rostro de su oreja, si me moviera un poquito, podría besar fácilmente su mejilla.
Aunque he terminado de subir el zíper, no se lo digo, me quedo allí aspirando un poco su aroma y sintiendo la calidez de su cuerpo al estar cerca del mío.
─¿Ya está? ─Se atreve a decirme.
─Sí.
Digo poniendo una distancia entre los dos, es mínima. Hazel se voltea a verme.
─Gracias.
Asiento.
─Te daré un poco de más tiempo para que termines de arreglarte ─le comento y ella asiente.
Tan pronto como puedo me salgo de mi habitación en busca de mi propio espacio.
¿Qué ha pasado? ¿Qué ha pasado allá adentro?
Sí, solo le he subido el zíper del vestido, pero se ha sentido como algo más que solo eso.
Suelto un bufido áspero y después decido esperar por Hazel en la estancia.
****
Holaaaa, ¿cómo están? Quiero darles las gracias porque la historia a llegado a las 5000 lecturas, realmente lo aprecio, muchas gracias por leer la historia!!❤️
¿Qué les pareció el capítulo? Parece que Easton se está confundiendo! Espero lo hayan disfrutado! :)❤️
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