Cheerleader Dream

Estar de gira nuevamente después de tantos años en descanso era como nacer de nuevo, y según las palabras de Gerard nunca habían tenido tanta diversión como hasta el momento. Claro, en aquella época habían vivido distintas experiencias pero nada se comparaban a lo que tenían actualmente, siendo tan libres y sin tener la presión de hacer algo por cumplir con un contrato o complacer a los fanáticos.

En una entrevista que había dado el año anterior mencionó que no le importaba ser llamado copo de nieve o flor delicada, y seguía manteniendo aquello, cuidando de su salud mental lo mejor que podía. Al igual que cuidaba de su bienestar físico y de su vida amorosa.

Podía definir en tres palabras el regreso de My Chemical Romance y esas eran, libres, felices y agradecidos.

Por todo aquel conjunto de razones Gerard se había dedicado a cumplir con todas las ideas que tenía y como siempre, en el escenario trataba de tomar un personaje e interpretarlo. En la primera parte de la gira europea se había lucido con Metaman, a como los fans lo habían llamado e incluso había visto tatuajes de el personaje, algo totalmente irreal. También había sido Clown Gerard, con un disfraz de payaso que había encontrado a la venta en una tienda y su personaje más querido estaba siendo Rat King.

Les había tomado mucho cariño a pesar de que era cosa de una sola noche y habían tantas ideas que aún rondaban su mente, unas incluso databan desde muchos años atrás pero que nunca se había atrevido a hacerlo.

Había conversado mucho con su esposo sobre todo aquello y él le había hecho saber lo orgulloso que se sentía con el trabajo tan fascinante que estaba realizando en el escenario. Era como si él mismo Gerard de siempre estuviese saliendo poco a poco de su cascarón, renaciendo como un ave fénix lleno de brillo y mayor fuerza en sus alas para emprender un nuevo viaje.

Su esposo también le había dicho que esta nueva parte suya era de sus mayores logros en la vida porque había alcanzado ese equilibrio que siempre había anhelado tener pero que le había costado tanto trabajo. Para Gerard no había sido nada fácil volver a un escenario, a pesar de querer hacerlo. Había tenido temor e inseguridad aquella noche de diciembre cuando su show de Regreso se había llevado a cabo y estaba seguro, a como había dicho ante la multitud, que en aquellos dos años que se postergó la gira muchas cosas habían cambiado, sin duda que para bien.

Y la principal de todas esas cosas, era la confianza y seguridad que había adoptado nuevamente.

Un par de noches  antes de volver a dejar su hogar para tomar el camino y continuar la gira, Gerard había comentado con su esposo sus deseos de volver a usar maquillaje y cosas así, y su primer personaje para impactar a sus fans en Oklahoma sería su propia versión de El Joker.

Su esposo le había sonreído con suavidad y le aseguró que por seguro nadie esperaría aquello y que contaba con todo su apoyo para lo que quisiera hacer. Gerard se había mordido los labios y se había incorporado para ver los ojos avellana de los que se había enamorado hacía veinte años atrás, sus mejillas se pintaron de rosa y dudó un poco antes de expresar aquella idea que rondaba su mente, con especial fuerza en los últimos días.

—Me gustaría hacer algo muy diferente, Frankie...

—¿Qué tienes en mente, tesoro? Sea lo que sea cuentas con mi apoyo —reafirmó con cariño.

—Es que... No quiero que pienses que soy un viejo patético y ridículo.

—Cariño —dijo Frank interrumpiendo su monólogo que iniciaba, le peinó los cortos cabellos y acarició la línea de su mandíbula con la punta de sus dedos. El castaño se incorporó un poco y depositó un beso en la punta de la nariz de Gerard—. Ni en un millón de años yo pensaría eso de ti, lo sabes.

—Lo sé, pero esto es diferente.

—¿Diferente bueno o diferente malo?

—Diferente extraño.

—Mhjmm... ¿Tiene que ver con el tour? —Gerard asintió, poniendo esos ojos de cachorro regañado que tanto calentaban el corazón de Frank—. ¿Con respecto a tus trajes?

—Sí, bebé.

—¿Qué pasa con ello? Sabes que los chicos y yo te apoyamos en todo, aún si quieres que volvamos al escenario siendo Killjoys.

—No me tientes, todavía no he descartado esa idea.

—Te amo, Gerard. Eres único.

—Yo también te amo, mi vida —dijo acomodándose en el pecho desnudo de su esposo y escondiendo su rostro en la curvatura de su cuello—. ¿Recuerdas cuando te conté que siempre he querido utilizar un traje de cheerleader? —musitó en voz baja.

—¿Cómo voy a olvidarlo? Eso es como uno de tus mayores sueños ocultos.

—Si...

—¿Quieres llevarlo al escenario?

Gerard permaneció en silencio unos minutos, respirando tranquilo tan solo pensando en la respuesta que picaba en la punta de su lengua. Estaba seguro de querer hacerlo pero no sabía qué era lo que lo detenía exactamente, quizas era cuestión de nervios. Solo suspiró y asintió, no dijo nada más y quedaron en el aire muchos comentarios que Frank quería hacer.

Más sus acciones tomaron vigor solo unos dos días después de aquello. Había contactado a una diseñadora de vestuario en Los Ángeles y había llevado de sorpresa a Gerard a la cita. La sonrisa que Gerard tuvo en su rostro durante toda la plática, toma de medidas, prueba y elección del traje había sido única, y para Frank nada en el mundo valía más que esa felicidad que miraba reflejada en los ojos verdes de su amor.

Los días avanzaron y la primera noche de show había transcurrido de manera fascinante. Frank veía a Gerard tan feliz y espléndido, y sabía que lo estaría más cuando le diera al mundo la sorpresa que con tanta ilusión había preparado. Su traje permanecía en una caja, cuidadosamente doblado y a la espera de ser utilizado, solo que Gerard no se decidía a escoger la fecha.

Por ello fue él quien tomó la decisión, que en la noche de Nashville le ayudaría a Gerard a cumplir su sueño.

Había conversado con los chicos sobre hacer algo especial ya que iban a presentarse en la ciudad donde Mikey vivía y qué mejor manera que todos usaran las camisas de Mikey Fucking Way. Pero, para Gerard sería algo distinto e inesperado.

Como Frank no era experto en cosas de vestuario y eso, generalmente tenían ayuda del equipo pero él no quería involucrarlos para no romper la sorpresa antes de tiempo, así que recurrió a una persona que sabía que estaría más que encantada con hacerlo.

—¿Cómo te sientes, precioso? —preguntó mientras veía como Gerard se deshacía de la ropa para entrar al baño del hotel en el que se habían quedado. Les tocaba estar listos para subir al autobús a las dos de la tarde y así comenzar la prueba de sonido y ya después prepararse y esperar al show.

—Feliz —respondió sonriente.

—Bien, entonces quiero que te des una larga ducha y te relajes porque está noche será tu gran noche.

—¿Cómo? —preguntó dándole una mirada confundida.

—He preparado todo para que puedas cumplir tu sueño, bebé. Usarás tu traje de porrista está noche y romperás Tennessee y a los fans de todo el mundo.

—Pensé que usaríamos las camisas de Mikey...

—Los demás si, pero tú, brillarás único.

—¿Y-yo?

—Pero, si no te sientes cómodo, no pasa nada, amor. Quiero que disfrutes y te sientas bien.

—Claro que quiero, Frankie. Solo me tomó por sorpresa —mencionó sonriendo y quitando los shorts que eran la única prenda que lo cubrían.

Se aproximó hasta Frank y lo abrazó por la nuca, plantó un beso suave en la punta de su nariz y luego besó la comisura de sus labios. Frank sintió sus manos temblar cuando tocó la suave piel de la cintura de Gerard, estaba tibio y el aroma de su piel le embriagó profundamente.

Aspiró una porción de piel su cuello y besó ese mismo lugar, los pensamientos se esfumaron de su mente en el momento preciso en que Gerard le besó los labios y sus manos bajaron por su pecho, acariciando sus pectorales. Frank negó, entendiendo sus intenciones y deteniéndolo en el acto, no iba a poder disfrutarlo tanto como le gustaría además tenía que ir a conseguir algunas cosas para antes del show y tenía que ir a buscar a Kristin también, ella era la que le ayudaría a arreglar su esposo.

Le tomó ambas manos y depositó un beso suave y lento en su mano izquierda, después dejó otro sobre su dedo anular donde descansaba su anillo de matrimonio. Le soltó despacio y se alejó en dirección a su maleta de mano, sacó una cangurera ante la mirada de Gerard y le guiñó un ojo.

—¿Me dejarás aquí solito? —preguntó con medio puchero en los labios.

—Tengo que, si pongo mis manos sobre ti no te querré dejar por las siguientes horas.

—Mmm...

Frank se rió y se devolvió sobre sus pasos para darle un beso profundo, succionando su labio inferior y después repasando con su lengua. Lo tomó de la cadera y después de separarse lo giró para empujarlo en dirección al baño. Le susurró cuanto lo amaba y le prometió que por la noche lo iba a follar muy duro, para sellar su promesa le dio una fuerte nalgada en el glúteo derecho, dejando sus dedos marcados en la blanca piel y salió de aprisa de aquella habitación.

Gerard se mordió los labios viendo el lugar donde su esposo había estado, sentía el picor en el glúteo y el leve cosquilleo en la entrepierna. Una idea cruzó por su mente al verse en el espejo y recordar que en pocas horas estaría con un vestido puesto frente a miles de personas.

Tomó la crema de afeitar y un par de rasuradoras nuevas y comenzó su labor. Quitó todo el vello de sus piernas y aprovechó para deshacerse del vello de un poco más arriba, tenía tiempo sin hacerlo y se sintió orgulloso al ver lo bien que se veía aún. Se tomó su tiempo para quitar los indicios de su barba y luego tomó una larga ducha. Su piel se sentía suave y agradecida ante el toque del agua tibia.

*

Los murmullos de voces sonaban amortiguados a través de la puerta del vestidor de Gerard y Frank. El castaño estaba sentado en una esquina observando todo lo que sucedía delante de sus ojos y se mordía los labios cada vez que veía con detenimiento cada detalle del cuerpo de su esposo.

Un vestido de porrista color verde esmeralda combinado con mangas largas de color blanco y una letra "W" en el pecho era el traje que resguardaba el cuerpo de Gerard. Aquel vestuario había sido ajustado exclusivamente para él y el resultado era demasiado encantador, se le amoldó perfecto a la cintura y las piernas estilizadas se robaban gran parte de la atención.

—PRE-CIO-SO —dijo Stacey mientras le ayudaba a terminar de acomodar sus mangas y se las ajustaba en las muñecas.

Al final, quienes acudieron al llamado de ayuda de Frank fue un grupo de cuatro mujeres que no paraba de elogiar a su esposo. En principio él había pensado en Kristin e incluso le escribió y ella había aceptado mas que contenta, pero un par de horas después habían aparecido todas ellas emocionadas y él simplemente no había podido negarse a nada.

Su respuesta ante la mirada interrogante de Gerard había sido sonreír y encogerse de hombros mientras se sentaba en silencio.

—Ya solo falta subir el zipper y estarás listo para robar suspiros y corazones.

—Solo miren como tiene a Frank —dijo Janelle.

No obstante, la charla fue interrumpida por unos suaves golpes en la puerta. Seguidamente esta fue abierta y la cabeza de Mikey Way apareció.

—¿Qué hacen todos aquí escondidos? Turnstille ya está en el escenario y nosotros ya debemos estar listos...

—Ayudabamos a Gee a alistarse —respondió su esposa con la dulce sonrisa que la caracterizaba siempre.

Las cejas de Mikey se alzaron casi hasta hacerse unas con el inicio de su cabello. Gerard se mordió los labios y estiró las manos hacia los lados, estaba viendo a los demás por el reflejo del espejo que estaba enfrente suyo.

—Traje sorpresa... —dijo.

Todos se quedaron en silencio mientras Mikey caminaba hacia Gerard. Tomó la cabeza del zipper y lo subió, cerrando el traje que cubría a su hermano. Luego le despeinó el cabello y le sonrió fraternalmente, sabían que no había necesidad de palabras para demostrar el apoyo.

—¿Ahora sí, estamos listos? —preguntó Frank ajustando los calentadores que tenía en la muñeca.

Un par de minutos después la habitación quedó en silencio y el grupo se dirigió por los pasillos hasta reunirse con el resto del equipo y el resto de la banda. Frank sosteniendo la mano de Gerard en todo momento.

Los elogios, sonrisas y piropos no se hicieron de rogar y para cuando Gerard puso sus pies en el escenario y comprobó que aquel sueño era más real que nunca, se dejó llevar por sus instintos y dio todo mientras las luces lo iluminaban y los acordes de Foundations of Decay inundaban el recinto.

Los fans gritaban fuerte cada vez que lo veían menear sus caderas o arreglar su falda, y esas pequeñas muestras de apoyo llegaban a su corazón. Así como la sonrisa orgullosa que estaba en el rostro de su esposo cada que volvía a verlo.

Con cada canción que pasaba, los nervios desaparecían hasta que solo sus ganas de cantar y ser solo Gerard quedaron dentro de él. Disfrutó más que nunca de aquel espectáculo, bailó por todo el escenario y sintió además, que todo aquello era simplemente, correcto.

*

Dos horas después el espectáculo había finalizado y se encontraban todos en el área que los organizadores del show habían preparado para ofrecerles una pequeña fiesta, estaban también los demás artistas que habían sido sus teloneros y lo único que todos sabían hacer era tomarse fotos con Gerard y felicitarlo por su arrasadora presentación.

No fue hasta que Gerard se aproximó a la barra al fondo del salón a pedir un jugo, que Frank por fin lo pudo tener solo para él. Se le apegó al costado derecho lo suficiente y le tomó la mano, colocándola sobre su polla que estaba completamente endurecida.

—Me has tenido así toda la maldita noche —susurró lo más despacio que pudo, asegurándose que Gerard comprendiera cada una de sus palabras.

Gerard se mordió los labios húmedos después de beber un trago de su jugo y giró la cabeza hacia un lado mientras las yemas de sus dedos acariciaban con extrema gentileza el bulto en los pantalones de Frank.

—Escapemos entonces —dijo sin más, pues a decir verdad él estaba igual de necesitado que Frank y además, quería que él castaño ya viese lo que había preparado para él.

—Los chicos...

—No se darán cuenta, Mikey irá a su casa y Ray los acompañará. Además nadie del equipo nos dirá nada, tenemos el autobús solo para nosotros.

Frank se quedó en silencio unos segundos, pensando qué tan buena idea era aquello. Su parte hipócrita siempre le hacía sobrepensar las cosas. Un apretón fuerte y descarado sobre sus bolas le hizo abrir los ojos de golpe encontrándose con unos verdes que le observaban llenos de brillo y lujuria.

—Vamos —dijo Gerard y terminó de girar para dejar un beso en su mejilla.

—Espera, Gee. Si vamos al bus no podremos ducharnos ni...

—Nos viene bien recordar viejos tiempos, ¿no crees? —dijo y le besó la mandíbula, deslizando la punta de su lengua sobre la piel—. En aquellas ocasiones donde sólo teníamos unos minutos para un rapidín antes que los chicos volvieran o cuando follábamos escondidos en ese baño del infierno...

—O cuando me montabas en la diminuta litera y debíamos ser silenciosos porque los demás dormían.

—Recuerdo tan bien como me obligabas a estar callado.

—Y creo que te obligaré a callar ahora mismo porque siento que no puedo contenerme más, acabaré dándote la vuelta y te cogeré muy duro aquí mismo.

—Mierda, bebé. Quiero sentirte dentro de mí ya.

—Estoy loco por ti —susurró Frank.

Compartieron un corto beso y luego se separaron con una sonrisa en los labios. Frank tomó entre la suya la mano de Gerard que le estaba acariciando traviesa y depositó un beso en el dorso.

Sin querer perder más tiempo caminaron a paso rápido hasta la salida del backstage mientras en el camino se despedían de todo el que podían alegando que estaban demasiado cansados. Suponían que como cada noche la celebración post concierto iría hasta largo y solo saldrían de ahí para ir a dormir un poco mientras llegaba la hora de partir a la siguiente ciudad.

Gerard podía sentir el cosquilleo que recorría también el cuerpo de Frank. Caminaban por los pasillos sin detenerse más que para regalarse miradas y besos fugaces. Worm se había ofrecido a acompañarlos pero Gerard le agradeció y dijo que no era necesario.

Les llevó menos de veinte minutos estar frente a la puerta de su autobús, Frank buscó la llave a tientas y abrió. Entraron entre empujones y besos desesperados mientras sus manos trataban de tocar todo lo que podían de sus cuerpos, explorando como si fuera la primera vez.

—Quedémonos aquí —pidió Gerard sobre los labios de Frank.

Su aliento suave y su dulce saliva lo tenían perdido, solo deseaba seguir probando más. Logró asentir y por fin fue libre de apegarse a él completamente  restregando su dura polla contra el bulto de Gerard, colocó sus manos debajo de la corta falda verde y apretó los glúteos ajenos.

—Me moría por hacer esto. Cada vez que te veía girar en el escenario sentía que el fuego me quemaba por dentro.

—Frankie... —gimió mientras su esposo continuaba hablando e intercambiaba besos en su cuello.

—Estoy seguro que todo mundo tuvo una vista perfecta de tu culo, Gee. Eso está tan mal.

—Si, Frankie. Fui muy malo.

Frank aspiró con fuerza el aroma de la piel de su cuello, una mezcla de sudor y perfume. Entreabrió los labios y succionó por largos segundos hasta que sus dientes comenzaron a raspar y Gerard le apretó los hombros.

—Quiero que todo el mundo vea esto mañana también, para que sepan a quién le perteneces —musitó mientras se separaba.

Gerard aprovechó la distancia para pasar sus dedos por el cabello de Frank, peinándolo con suavidad. Llevó sus manos a ambos lados de su rostro y lo besó, queriendo transmitirle todo el amor y deseo que sentía por él. Como si los años no hubiesen pasado y fuesen los mismos Frank y Gerard que se besaban a escondidas de sus amigos en un autobús viejo y anticuado.

Las caricias de Gerard fueron bajando por los hombros de Frank, llevándose consigo las prendas de ropa que cubrían el cuerpo de su esposo. Los labios de Gerard se trasladaron al cuello de Frank, besaron sobre el tatuaje de escorpión que tanto le gustaba y después se trasladó hacía las letras Let Love In.

Una vez le tuvo todo el torso desnudo pasó sus manos por su abdomen, pectorales y volvió a sus hombros anchos. Sentía bajo la palma de sus manos el relieve de los tatuajes que lo seguían maravillando día a día. Gerard se inclinó y comenzó a repartir besos por todo el hombro derecho, tratando de ser lo más gentil que podía pues sabía como el dolor se apoderaba de él cada noche pero aún así se mantenía firme y continuaba dando lo mejor de sí en el escenario, llenando del orgullo más grande el corazón de Gerard.

Continuó con un camino de besos húmedos por todo el largo del brazo de Frank, llegando hasta su muñeca y las cicatrices que tenía en la mano por el accidente que había sufrido casi un año atrás. Pronto sus besos llegaron hasta sus dedos, donde tomó el índice y medio, y comenzó a lamerlos y succionarlos. Su mirada esmeralda buscó la avellana de Frank y se encontró con sus ojos oscurecidos, llenos de deseo ardiente.

—Me encanta esa boquita tuya. Creo que ya sabes que quiero que hagas con ella.

Gerard asintió con los dedos en su boca, los soltó un momento para alejarse y quitarse sus zapatos. Sin más se dejó caer sobre sus rodillas y comenzó a trabajar en el cinturón y el botón de los pantalones de su esposo. Se tomó su tiempo para quitárselos junto a la ropa interior, lo dejó desnudo a excepción de sus calcetas.

—Hazlo, bebé...

Gerard se lamió los labios mientras se acercaba a tomar la extensión de Frank, un pequeña pequeña pero gruesa. Estaba caliente y en la punta había mucho pre seminal. Rodeó con su lengua recogiendo todo y después lo llevó todo dentro de su boca, relajó la garganta y no paró hasta que su nariz estaba contra el pubis ajeno. Movió su lengua por la base y alzó la mirada, Frank tenía los labios abiertos dejando salir altos gemidos, mucho más profundos y verdaderos que los que hacía durante Destroya.

Gerard no rompió la conexión visual mientras comenzaba a sacar la polla de Frank de su boca para volver a meterla, construyendo un vaivén de adelante hacia atrás. La saliva se le escurría por las comisuras y el cabello sudado se le pegaba a los lados del rostro. Frank le peinó los cabellos hacia atrás y le sostuvo la cabeza para empujar su polla dentro de su boca un par de veces, lo hizo con fuerza provocando arcadas en Gerard y lágrimas en sus ojos.

—Tan caliente, Gee. Quiero follarte...

Gerard gimió alrededor de la polla y asintió a como pudo, le dolían las rodillas y sentía como comenzaba a humedecerse, necesitaba ser tocado por Frank cuanto antes. Tragó toda la polla una última vez y se retiró con una larga succión, dejando un hilo que conectaba la punta con sus labios enrojecidos.

—Que precioso eres —le dijo Frank y le ayudó a ponerse de pie.

Gerard sentía la garganta dolorida por haber cantado casi por dos horas, dándolo todo de sí y después por haberse llevado la polla a la garganta profunda. Pero no importaba, valía toda la jodida pena del mundo.

Frank le acarició la cadera, apretando la piel sobre la ropa. Sintió las manos de Gerard sobre su pecho, empujándolo hasta que sus piernas rozaron con el sillón que estaba en la antesala de la cocina. Lo obligó a sentarse y Frank aprovechó para poder deslizar las palmas de sus manos por las piernas de Gerard, su piel estaba tersa y suave, sin rastros de vello. El castaño se inclinó un poco hacia adelante y comenzó a plantar besos por los muslos mientras sus manos tatuadas continuaban yendo hacia arriba.

Gerard se sostuvo de los hombros de Frank, temblando con más fuerza a medida que los besos subían y los dedos le retiraban los bóxers blancos. Aquella era la única pieza que le había resguardado esa noche.

—Tan delicioso —escuchó decir a Frank después de un fuerte gemido.

La ropa interior cayó en sus tobillos y sus ojos se apretaron con fuerza cuando la lengua ágil y cálida de Frank recorrió los bordes de su entrepierna. Seguidamente sus besos se trasladaron a su extensión, estaba dura y sus bolas se contraían con cada nueva lamida.

—Frankie... —musitó lleno de placer.

Los dedos de Frank se adueñaron de los pliegues de su trasero, jalando hacia los lados mientras sus dedos índices buscaban el camino hacia ese lugar especial. La cabeza de Frank estaba oculta debajo del vestido y ahí el aroma de Gee y el calor era más intenso, más delicioso, por ello cuando sus dedos comenzaron a frotar contra el agujero de Gerard, la verdadera diversión para ambos comenzó.

Gerard movió sus caderas por inercia, restregando su polla sobre el rostro de Frank para que el toque en su culo fuese más profundo y continuo. Frank sentía las palpitaciones cada vez más fuertes en su polla y no quería correrse así, quería hacerlo dentro de Gerard. Lamió una última raya larga y húmeda sobre la polla, tratando de llevarse todo su sabor y se retiró.

Frank apoyó su espalda sobre el sillón y palmeó su regazo, Gerard estaba sonrojado y sudoroso pero obedeció inmediatamente. Se quitó los bóxers y se acomodó sobre él, con cada pierna a un lado de las de Frank, él castaño tomó su polla y la restregó contra el agujero de Gerard, esparciendo las gotas de pre semen. Segundos después colocó la punta en la entrada rosada y húmeda, y fue Gerard quien se empujó hacia abajo, abriéndose para Frank y recibiendolo gustoso.

—Caliente y apretado —murmuró Frank mientras le apretaba los muslos con fuerza.

Gerard se permitió gemir al sentir el miembro de Frank completamente dentro de él. Las manos de su guitarrista favorito le recorrieron la espalda mientras estaba quieto sobre la polla, acostumbrándose a su tamaño. Le acarició hasta que sus dedos encontraron el zipper del uniforme, la bajó con lentitud hasta tener su espalda desnuda. Esas mismas manos fueron las encargadas de acariciar su piel caliente, yendo a sus hombros y llevándose en el camino las mangas del vestido.

Gerard sacó sus brazos, sintiéndose sofocado por la prenda. Quería que Frank se la quitara por completo y trató de decírselo, pero Frank le vio con una sonrisa maliciosa y negó, a cambio se inclinó y le besó el pecho, dirigiéndose después a un pezón, lo mordió, succionó y finalmente lo acarició con delicadeza con su lengua húmeda. Hizo lo mismo con el otro mientras Gerard tenía su cabeza echada hacia atrás, disfrutando del placer que lo recorría completo. Apretó su agujero alrededor de la polla y ganó un gruñido de Frank y mordisco más fuerte en su pezón izquierdo.

Los pequeños botones que eran rosados por naturaleza estaban enrojecidos, ardorosos y llenos de la saliva de Frank, pero a Gerard le gustaba de esa manera, siempre teniendo el recuerdo del paso de Frank por su cuerpo.

—No tienes idea la mal que me tiene este vestido, creo que no podré superarlo en lo que me resta de vida.

—Amor...

—En serio, es como una fantasía oscura y profunda que no sabía qué tenía pero necesitaba demasiado.

—Puedo usarla para ti todas las veces que quieras.

—Créeme que lo sé —murmuró Frank mientras volvía a recostar su cabeza en el respaldar y sus manos volvían a la cadera ajena.

Se dejaron envolver una última vez entre los suaves labios ajenos mientras las caderas de ambos comenzaban a moverse en sincronía y lentamente. Gerard gimió pesado sobre los labios de Frank y se aferró con fuerza al borde del sillón, sus rodillas ardían porque el sudor hacía que se friccionaran con el cuero del sillón, Frank por su parte sentía que su piel se pegaba de manera terrible al sillón y sabía que iban a tener que limpiar muy bien todo el desastre, pero teniendo a su amor sobre él hacia que olvidara todo.

—Gee —le llamó haciendo que el ojiverde enfocara su atención en él. Jadeante, sudoroso pero esos ojos seguían viéndole llenos de amor y deseo—. Fuiste tan malo —recordó—. Moviendo esas caderas de esa forma...

—Mhjm... ¿Quieres que lo haga para ti?

—¡Dios, si! Me volviste tan loco en el escenario...

Las ideas de Frank se perdieron en un lugar de su mente cuando Gerard dejó de saltar sobre él y en cambio comenzó a mover sus caderas de un lado hacia otro, dándole a su polla. Se enterraba sobre él más profundo y sentía que Gerard lo tomaba cada vez más rápido, en especial cuando esos movimientos fueron circulares y no sacaba ni un centímetro de su polla de su agujero.

Los jadeos y los gemidos eran más fluidos y fuertes, el calor era tan asfixiante y el remolino en sus vientres crecía con cada movimiento. Gerard coló una de sus manos en medio de sus cuerpos u debajo de su falda y comenzó a masturbarse, rápido, toda su mano se llenó de pre semen y segundos después su semilla se regó por todo el interior de su vestido. Su agujero se apretó mucho más, arrastrando a Frank en la misma ola de su orgasmo.

El guitarrista abrazó a Gerard por la cintura y lo apegó a su pecho para poder empujar sus caderas hacia arriba. Con unos pequeños y duros empujes terminó de correrse, llenando a Gerard de su esencia caliente.

Las respiraciones ruidosas se relajaron conforme los minutos pasaban pero ninguno de los dos quería moverse. A Gerard le gustaba sentir las pequeñas contracciones de la polla de Frank mientras volvía a su tamaño y Frank sentía que justamente así a como estaban, era de los momentos más perfectos.

Cuando el sudor comenzó a secarse en sus cuerpos, Gerard se removió y alzó su cabeza de la curvatura del cuello de Frank, donde había estado apoyada. El guitarrista le estaba dejando pequeñas caricias con sus uñas sobre la espalda y le reconfortaban de manera única.

—Amor —le llamó—. Gracias por ayudarme a cumplir ese sueño —susurró.

Frank sonrió de aquella forma tan sincera en la cual sus ojos se robaban gran protagonismo. Como su esposo le solía decir, él sonría con sus ojos.

—Haría lo que fuera por ti, porque te amo. Siempre te he amado y te amaré, para siempre y hasta el final.

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