O16
pov's jo haeri
El padre de la rubia me había dado la Beca, aunque claro, ella venía con unas cuantas reglas y pautas que obedecer. Entre ellas, dedicarle mi tiempo completo a los estudios y hacer un buen trabajo en lo que consta su oficina. El Señor Yeo es un hombre estrictamente conservador, a su lado me apena respirar de una forma demasiado fuerte pues temo que se llegue a enojar. El primer día aquí su hija me advirtió: 'Hasta el momento mi padre ha despedido a diez personas, sin contar a TaeHyung. Te deseo más que suerte.'
Obviamente me ha aterrorizado.
—Señorita Jo, ¿Cuál es mi siguiente cita? —pregunta al cerrar su libro, él es un renombrado médico cirujano y un excelente profesor de Universidad, por ello consiguió que el próximo año se me sea dada una beca preferencial, pero primero debería esforzarme mucho y dar algunos exámenes.
Tomando en cuenta a la mediocre escuela que fui, seria difícil ser tomada en serio al lado de niños pijos.
—A las cuatro. —respondí, revisando la tableta donde está todo anotado— ¿Irá?
—Sí, ya puede ir a casa. No olvide guardar los documentos antes. —el mayor se levanta de su acolchada silla y se coloca su saco beige para luego despedirse, de una fría manera se va de la oficina.
Los médicos son personas muy arrogantes, ahora que lo pienso. Desde que pise este hogar note los lujos por donde viera, nada comparado a mi humilde morada de dos pisos con solo dos cuartos y paredes con humedad.
En un suspiro me senté en aquella silla que se veía tan cómoda y empecé a ordenar sus cosas. Los pies me duelen por estar parada la mayor parte del tiempo en esos zapatos elegantes, pues no puedo venir con mis zapatillas llenas de manchas y cordones gastados.
Al empezar a ordenar las distintas hojas en carpetas –de orden alfabético– la puerta de la oficina es abierta lentamente, y de esta se asoman unos ojos curiosos. Baeky entra, sin esa usual sonrisa en sus labios, tiene una expresión que no sé de qué forma interpretar. Me levanté de la silla, sorprendida.
—Lamento molestar. —dice— Sólo necesito hablar, ¿Puedo?
—Hmmh, claro. —asentí, ella se sentó en la silla frente a mí y dejó reposar sus brazos a los costados, parecía relajada y dispuesta a decir lo que pensaba, como alguien seguro de sí mismo— ¿De qué se trata?
—Dijiste que SeokJin se está quedando contigo, ¿No?
—Pues, sí…
—¿Notas algún cambio en él? No es que quiera ser entrometida, pero ha sido mi mejor amigo desde que tengo uso de razón, y saber que… ha ocurrido a ti antes que a mi, me duele de cierta manera. Pero si es lo que quiere, estoy bien con eso. Sin embargo, me gustaría saber si es que al menos ha mejorado.
—No soy su psicóloga, o madre. —mis comisuras tiemblan, y el enojo crece.
Acepte a SeokJin es mi vida porque considero que es un buen amigo, me cae muy bien, y es alguien entretenido con quien pasar el tiempo. Aunque, no estoy dispuesta a hacer el papel de terapeuta para nadie. ¿Piensan que soy su madre y debo ocuparme de él?
Me levanté para guardar los portafolios en el mueble.
—No quería…
—Entiendo —la corte—. Entiendo que pienses que es mi deber ayudarlo, pero no lo es. SeokJin es un hombre adulto que atraviesa problemas como cualquier otro —terminando mi labor giré a verla—. La vida sigue, y él deberá superarlo. Mientras tanto, no lo trates como a un niño incapaz de ser autosificiente.
—Sí, tienes razón. —incómoda se levanta del asiento, y baja la vista— De todas formas, gracias por tu amabilidad.
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