NUEVO MUNDO
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Cuando hay un nuevo jugador a punto de retar, lo mejor es entender todo sobre ese sujeto antes de sentarse con él frente a un tablero.
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Se recomienda mucho que se lea el capítulo completo como es, y no se salten a otras partes, ya que la historia se desenvuelve en un solo lugar y todos juntos. No le van a entender de qué hablan si se saltan.
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Meses atrás...
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Se sintió seguro en el momento que tomó su mano.
Buda no le había mentido, no cuando le comentó que no hay nada que te dé más paz, que tomar la mano de su amigo Jesús. El hombre lo había escuchado al momento que el nórdico le comentaba toda la situación que sabía. Le había dicho que no tenía ninguna prueba de que fuera verdad, solo una simple corazonada, a lo que el iluminado le sonrió con comprensión, y tomó su mano, asintiendo.
Había confiado en él sin problemas, sin refutarlo, solo confiando ciegamente en él, decidido a ayudarlo en su travesía.
Ahora se estaba dejando llevar por el iluminado, corriendo por su panteón en medio de la noche, viendo como el sujeto era animado, era alegre y curioso de todo. No había nada que no le interesara, y escuchaba a todos. Era un tipo inocente, pero a la vez sabio, y parecía decidido a ayudarle sin problemas. Así que corrieron juntos hasta llegar a un pequeño y humilde templo, a los pies de una pequeña montaña.
— Aquí suelo hacer mis rezos y pláticas con mi padre... aunque igual puedes encontrar a Buda dormido con millones de envolturas de dulces. — comentó Jesús. — También es una entrada al lugar secreto de Buda.
— ¿Por qué me revelas eso? — preguntó el nórdico algo confundido.
— No eres malo, lo puedo ver en tu alma. — sonrió el judío. — Además, Buda no me pediría ayuda si él pensara que estás mintiendo, yo confío en mis amigos, es por eso que confío en ti.
— Oh...
— ¿Pasa algo?
— No, es que, es la primera vez que alguien cree tan ciegamente en mí. — respondió el guerrero encogiéndose de hombros. — Es un sentimiento cálido.
— Es confianza. — comentó Jesús emocionado. — ¿No es eso algo hermoso? Un sentimiento que crece cuando más personas apoyan tu causa. Esa confianza en tu labor es hermosa, se siente como calidez en el pecho.
— ¡Lo hace! — sonrió Sigurd.
Ambos hombres acabaron por reír, pero, después se dieron cuenta que se estaban dejando llevar por la paz de las cosas simples, así que volvieron a lo suyo. Jesús acabó por encender unas cuantas velas desgastadas en ese pequeño lugar, y acabó por sentarse, a lo que invitó a Sigurd a sentarse a su lado, dando una palmadita al pequeño banco de madera.
— Es sorprendentemente cómodo. — comentó el nórdico.
— Que bueno que te gusta, lo tallé yo mismo. — rio el judío sonriente. — Para que aguantar a alguien de tu tamaño, quiere decir que lo hice de excelente calidad.
— No sabía que podías crear estas cosas, digo, Buda no hace más que comer y holgazanear.
— Oh, yo soy carpintero, como mi padre.
— Que maravilla, deberías... — el nórdico acabó por sacudir su cabeza. — Oye...
— ¿Sí?
— ¿Cómo haces eso? — dijo el nórdico confundido.
— ¿Hacer qué cosa?
— Hacer que todos bajen la guardia contigo, hacer que mi mente se ponga en paz de golpe al tenerte a lado. Joder, me siento feliz y calmo y no debería sentirme así.
— Buda dice que mi inocencia contagia a los demás, o porque simplemente soy bendito. — comentó el hombre pensando. — No sé, creo que es porque reflejo realmente como deseas sentirte. Tu alma se siente escuchada, y se pone en paz. No es como si eso resuelva tus problemas, pero, te da claridad a tomar tus decisiones.
— Supongo... que eso tiene sentido para mí. — sonrió el nórdico.
— Pero, tienes razón, no más distracciones. Joven Sigurd, hagámoslo.
El pequeño humano en comparación al nórdico, acabó por sujetarle de la mano, mientras ambos acabaron por cerrar los ojos. Pudo sentir un quejido de dolor, y lo comprobó, al momento que la frente de Jesús comenzó a sangrar, creando una corona de espinas en su cabeza, antes de que el nórdico pudiera ayudarle, sintió como caía de golpe, sujetándose con fuerza al pequeño banco de madera, para después sentir que el suelo volvía a aparecer debajo de ellos, y Jesús tenía esa corona en su frente, pero con su sonrisa como siempre.
— ¿Dónde estamos? — dijo el nórdico. — Jesús, ¿estás bien?
— Estoy bien, solo que cuando llego a la Tierra, suelo tener esta corona en mi cabeza. — comentó el judío. — Es una larga historia, pero, realmente es solo una prueba de mi padre, verás, digamos que hace mucho, se me dio una elección. Podía solo subir al Valhalla y sentarme a la derecha de mi padre, o, podía elegir salvar a la humanidad, con todo lo que implicaba.
— ¿Qué elegiste?
— Salvar a la humanidad por supuesto. — comentó el hijo de Dios. — ¿Por qué no ayudar a los que amo? No se necesita razón ni elección, solo lo haces. Sin importar el dolor, sin importar cuantas cosas te hagan perder la fe, solo lo haces, porque es lo correcto.
— ¿Ellos te pusieron eso en la cabeza?
— Si.
— ¿Y los amas aun así?
— El amor no es condicional. — sonrió Jesús. — El amor se siente y ya, puedes ser reciprocó o no. El amor es así, duele, pero es un dolor bendito, porque una vez que superas el miedo y las dudas, los pecados que te aquejan, puedes sentir la paz y el amor que te espera. Así que si, puede que sintiera dolor antes, pero, lo haría tantas veces fueran necesarias para hacer que los humanos sigan viviendo libres.
El nórdico acabó por sonreír. Amor tan incondicional no lo había sentido de esa forma nunca, era nuevo para él las sensaciones que el iluminado le hacía sentir, pero, las recibía con gusto.
— Bien, estamos en el mundo humano, bienvenido. — sonrió el iluminado, mirándole. — Específicamente en el continente americano. Esta es una de mis iglesias, puedo viajar a través de ellas, hay alrededor del mundo, aunque sea una.
— Genial.
— Ahora, estamos en sus territorios, ellos ya debieron sentir nuestra presencia. Por lo cual, deben de estar molestos.
— ¿Por qué?
— Bueno, no les agrada que alguien del Valhalla este aquí. — rio Jesús.
— Pensé que eran tus amigos.
— Oh, lo son, pero lo digo por ti. — mofó Jesús. — Así que hay que ser respetuosos, no puedes llegar con las manos vacías.
— ¿Y que se supone que llevaremos? — preguntó Sigurd confundido.
— Esto. — comentó Jesús, sacando de su bolsillo una pequeña caja.
Al abrirla, el nórdico vio una oblea blanca, solo una, a la cual dejó en una mesa adornada que se encontraba en su iglesia, y después acabó por usar una aguja y pincharse el dedo, dejando que una gota cayera en la oblea y acabar por cerrar la caja. Una vez hecho esto, comenzó a buscar entre su ropaje y sacar un cacao. Uno fresco y recién cortado. El iluminado sonrió, acercándose al nórdico, y colgándole un pequeño bolso tejido, con estos dos elementos dentro de él.
— Tengo que confesarte algo, Sigurd. — comentó Jesús. — No puedo ir contigo a su mundo, no porque no pueda, sino, porque no puedo desaparecer del Valhalla como si nada, si se dan cuenta que yo de igual manera falto, sabrán que yo te he ayudado y podría poner en peligro a Buda. Así que tendrás que seguir tu camino. Te guiaré a que entres, y cuando salgas, te estaré esperando en el mismo lugar, para llevarte de regreso al Valhalla.
— ¿Cómo sé que no me matarán apenas atraviese?
— Una serpiente adicta al cacao no desaprovecharía la oportunidad de tener uno por nada del mundo. Menos los que son cosechados por mí. — rio Jesús. — Y un dios amante de la sangre, no dirá que no, a una oblea de mi sangre y cuerpo. Confía en mí, todo estará bien.
— Confío en ti — respondió el nórdico. — Bien, hagámoslo.
Ambos hombres soltaron una risa cómplice, mientras salían a las calles.
Todo iba perfecto al plan, Jesús guiando el camino, pero, pronto el judío comenzó a perder el rumbo, ya que, si Jesús veía que un humano necesitaba ayuda, no dudaba en detenerse y ofrecerla sin importar que estaban en una misión. Jesús simplemente se acercaba a todos, les ofrecía comida, les ofrecía comprensión, incluso, tomaba asiento a lado de ellos. El nórdico solo pudo suspirar y acercarse, lamentaba mucho lo que tenía que hacer, pero, tenía que hacer que el hijo de Dios continuara su parte.
— Amor, vamos. — comentó Sigurd acercándose, tomando la mano de Jesús. — Perderemos nuestra... reservación. Vámonos.
— ¿Eh? Oh, pero... — sonrió el judío.
— No haga esperar a su esposo, vaya, vaya. — comentó una mujer a la que Jesús le ofreció ayuda.
— Oh, él es mi...
— Si, su esposo, vámonos. — comentó Sigurd jalando al judío.
— Fue un placer conocerlos, son gente muy amable. — dijo Jesús a los humanos que se le habían acercado, siendo jalado por el nórdico. — Nos veremos pronto, verán que todo se solucionará, tienen la voluntad para ello, confíen en sí mismos.
Para los humanos era algo extraño estar cerca de Jesús, de golpe se sentían tranquilos y en paz, y deseaban poder hablar con él, a lo que Jesús nunca diría que no a alguien que quiere conversar con él. Sea quien sea la persona, la escucharía y le daría la mano siempre. Y ese era el problema ahora mismo, por lo cual, el nórdico lo llevaba de la mano, sin dejarlo detener.
— Si me llevas así, pensarán que somos pareja. — comentó Jesús soltando una suave risa.
— Tenemos que llegar, los humanos y las valkirias necesitan ayuda. — respondió Sigurd. — No debí tomar tu mano sin tu permiso, lo lamento, no quería incomodarte, pero, aunque admiro tu habilidad de ser comprensivo con todos, no tenemos tiempo para eso, los humanos y las valkirias nos necesitan.
— No te disculpes, no me incomoda. — sonrió Jesús. — En realidad, creo que es mejor que piensen que somos pareja, así mi aura divina, aunque los puede atraer, si me ven a lado de ti no creo que se me acerquen, eres muy grande, mis hijos a veces se asustan por la apariencia. Y lamento haber tomado tiempo, debo concentrarme en esto.
— No te disculpes, sigamos así, ¿por dónde es el camino?
— Derecho, déjame guiarte.
No fue mucho el camino entre los humanos, donde se dejaron de ver carreteras y comenzaron a ver diferente maleza y sin un camino trazado. El nórdico no entendía que hacían, y Jesús al notar eso soltó una pequeña risa. Al parecer, al no ver camino, los nervios del nórdico se disparaban, ya que se ponía atento a su alrededor, estando en alerta por cualquier cosa que pudiera surgir si se distraían.
— Sabes, hay diferentes formas de entrar en su reino, pero, he decidido hacerlo por la más divertida. — comentó Jesús.
— ¿Y esa es?
— Detente. — dijo el hijo de Dios. — No querrás caer sin que puedas apreciarlo.
El nórdico se detuvo de golpe, al ver un enorme agujero en el suelo. Maravillado por la belleza frente a sus ojos, pudo ver un hermoso cuerpo de agua bajo tierra, con las aguas más azules y cristalinas que había visto, era un espectáculo natural impresionante, con esas enredaderas cayendo en ese lugar, como pájaros salían y volaban alto, y el eco del vacío con la tranquilidad que solo la naturaleza puede dar.
— Es un cenote. — sonrió Jesús. — Es sagrado en su cultura. Entrarás al panteón Mexica, no hay mejor forma que esta para entrar, será divertido.
— ¿Cómo se entra a su reino por aquí? — dijo el nórdico confundido.
— Bueno, estamos como a 50 metros de altura. — mencionó Jesús. — Sus humanos solían morir aquí para entrar en el inframundo. Una puerta que te da la bienvenida al mundo del descanso total y la paz. Aunque claro, nosotros no entraremos a su inframundo, pero, si haremos que nos abran las puertas. Vas a saltar.
— ¿Desde aquí? — preguntó el nórdico. — Tendré que abrir el agua para evitar daños.
— Nada de eso, esto es un salto de fe. No tienes que poner las manos, tienes que caer de cabeza allí, lucha con tu impulso de sobrevivencia y solo déjate caer. Ellos no dejan entrar a cualquier humano, tienes que demostrar que eres un guerrero, y por lo que se, los guerreros no le temen enfrentarse a nada. Confía en mi Sigurd, estaré a tu lado incluso aunque no me veas.
— Esta bien. — mencionó el nórdico. — ¿Me verás cuando regrese?
— Te recibiré con los brazos abiertos.
—Entonces, nos vemos pronto Jesús, gracias por ayudarme.
— De nada, mándale mis saludos a Quetza.
— Lo haré.
Se dieron una última mirada ambos hombres, y el nórdico acabó por cerrar los ojos.
Lo hizo con el miedo en sus manos, saltó sin importarle nada, incluso sabiendo que, si ocurría algo, por la altura y al no arrojarse de manera correcta, acabaría prácticamente destruyendo su cabeza, sería como caer en concreto, pero, no desconfiaba del iluminado, así que lo hizo, sintiendo el grito de su alma al saber que iba a morir, pero, no lo hizo, nunca sintió el agua, en cambio, acabó por sentir una textura familiar en su piel, era pasto, si, olía como pasto, así que comenzó a abrir los ojos, y lo que había delante de él, no tenía explicación.
Ciudades flotando con impresionantes colores y tamaños, diferentes criaturas raras e inexistentes que parecían felices de estar allí, prácticamente era como estar en un mundo de sueños, y, a decir verdad, era incluso mejor que el reino de los sueños, todo era jodidamente increíble, enorme y tan vivo que parecía que estaba en una dimensión alterna. El aire incluso era de una calidad suprema, el ambiente era de una paz que sentía su alma relajarse y sanar todas las heridas de su vida, podía sentirse tan ligero y a la vez poderoso de solo estar allí.
Era un espectáculo que incluso sentía indigno a su mirada.
— Hermoso, ¿no crees? — dijo una voz, que el humano no reconoció. — Siempre me quita el aliento cuando lo veo.
— Lo es... — Y al momento de voltear, lo vio.
Había un hombre mirando el paisaje, parado justo a su lado. Quién tenía piel blanca, con un cuerpo enorme y tonificado, con runas de civilizaciones antiguas en él, además de que algunas parecían escamas que brillaban. Su rostro era uno de los más finos que había conocido, atractivo y perfecto, con plumas que nacían en su cabello, largas y de diferentes colores, con un adorno de oro y diamantes en su cabeza, la cual dejaba caer una larga cabellera blanca. Pero, lo que más llamaba la atención de este hombre, eran esos ojos dorados como el oro encendidos con un aspecto único.
El sujeto sonrió, y pudo notar que su sonrisa era particular, además de atractiva, tenía los caninos crecidos, como Buda la tenía.
— ... ¿Eres...? — el nórdico acabo por dar pasos hacia atrás.
— ¿Soy? — comentó el dios mirándole. — Sigurd, cazador de dragones, Jesús dijo que vendrías, ¿a qué debo tu presencia?
— Eres él, Quetzalcóatl.
— Si. — comentó el dios, acercándose más al humano que había retrocedido, para olerlo de cerca sin ninguna vergüenza. — Oh, veo que los del viejo mundo tienen modales, gracias. — comentó el dios estirando sus manos, como si esperara algo. — Tienes cacao, ¿no? Dámelo, dámelo.
— Eh...
— Lo quiero, el que hay en tu bolsa, dámelo.
Para el humano fue impresionante como ese imponente dios de golpe parecía un niño pequeño brincando por la emoción, tratando de obtener el cacao que Jesús le había dado para que le entregara. Acabo por buscar en su bolsa, sacando el cacao para dejarlo en las manos del dios quien sonreía gustoso.
— Gracias, Jesús sabe cómo cultivar los mejores cacaos. — rio el dios viendo su regalo. — Oye Sigurd, abrázame de la cintura.
— ¿Eh?
— Diablos... — comentó el dios jalándolo de golpe con él.
Pero no había sido un capricho simple, el dios protegió con sus alas que hizo aparecer de golpe, de un ataque que venia del cielo, donde diferentes dioses del panteón Mexica comenzaron a rodearlos, a lo que Quetzalcóatl abrió sus alas para hacerlas desaparecer de nuevo. El dios parecía feliz mirando aún el cacao, mientras había un sinfín de dioses apuntándoles a ambos.
— Uh... — el nórdico solo podía ver todas esas miradas y armas apuntándole, estaba muerto, bien muerto.
Pero, acabo por sentir la mano del dios rodeándole la cintura, pegándolo a él, para después sonreír, mientras mordía el cacao como si nada, comiendo un poco de él.
— Es mi invitado.
— No bromees, Quetzalcóatl. — comentó un sujeto de rojo, mirándolo serio. — Regrésalo al Valhalla, no nos involucramos con los de su tipo.
— Es mi invitado, está bajo mi protección. — comentó el dios. — Es un humano, no un dios, así que puede estar aquí. Yo digo que sí, y si yo lo digo, es porque puede.
— La basura del Valhalla no es bienvenida en nuestro reino. — comentó ahora otro enorme hombre, incluso más alto que Quetzalcóatl, con ropajes en tono azul, y un cabello negro azulado.
— Es amigo de Jesús, por lo tanto, es mi amigo, si quieren destruirlo, tendrán que destruirme a mi primero.
— Que sencillo trabajo. — y fue mediante humo negro que apareció un sujeto enorme con ropajes negros, y una cabellera mucho más negra que la noche. — ¿Llegó aquí solo con cacao?
— No, trajo un regalo para ti. — respondió Quetzalcóatl.
— ¿Y dónde está?
La serpiente emplumada sonrió, para inclinarse y susurrarle al humano. "Lo que sea que traigas con la sangre de Jesús, es mejor que se lo entregues al sujeto de humo." El nórdico ni siquiera lo pensó, buscó en el bolso que le había dado Jesús y sacó la pequeña caja, que estiró hacia el dios de negro, el cuál rápidamente tomó y la abrió, para acabar por sonreír.
— Vaya, tienen modales en el viejo mundo. — respondió. — Esta bien, dejemos al conejito del Valhalla estar aquí.
— ¡Tezcatlipoca! — gritó el sujeto de azul. — No podemos dejarlo andar por aquí.
— Si se roba algo es culpa de Quetzalcóatl, relájate Huitzilopochtli, deja que tu hermano mayor te diga cómo se hacen las cosas aquí.
— ¿Te atreves a hablarme así? — comentó el gran azul.
— Te hablo como se me pegue mi regalada gana, ¿crees que me importa que los humanos te pusieran como el principal dios Mexica? Eres nada en poder a mi lado. El conejito del Valhalla se queda, y si tienes alguna objeción, podemos pelear hasta la muerte y ver realmente quien se merece ser el santo patrón mexica.
— Oh por favor niñas, no peleen, ambas son bonitas. — comentó Quetzalcóatl, sin soltar al humano, poniéndose en medio de los dos dioses. — El humano está a mi cuidado. Es todo, perdón por alterarlos a todos, prometo avisar cuando tengamos visitas de este tipo.
Después de eso, no hubo más palabras, los dioses se retiraron para dejarlos solos, y la serpiente acabó al fin por soltar al humano, dejándose caer en el pasto, terminando de comer ese cacao. Para después solo mirar al cielo, sin más que estar en paz. El nórdico lo miró, sin comprender si tenía que acompañarlo en el suelo o tenía que ya hablar, decidió hablar.
— Necesito tu ayuda. — comentó el nórdico. — En el Valhalla, los dioses han hecho algo terrible, han engañado a todos, en un plan retorcido para humillar a los humanos y volverlos a tener a sus pies, utilizando el alma de las valkirias para hacerlos más resistentes y desposarlos. Les borraron las memorias, necesito tu ayuda para devolvérselas y poder vencerlos.
— Así que por eso estás aquí. — comentó el dios cerrando los ojos.
— ¿Jesús no te lo dijo?
— Puede que mencionara algo, pero, creo que deberías relajarte. — comentó Quetzalcóatl. — Los dioses del Valhalla no tienen la capacidad de pensar tanto... bueno, a excepciones.
— Pues sucedió, por eso debemos...
— Déjame meditarlo. — comentó Quetzalcóatl.
— ¡No tenemos tiempo!
— Tenemos todo el tiempo del mundo. — respondió la serpiente serena. — Si tu preocupación es la valkiria a la que amas, te puedo asegurar que ella y todas las demás se encuentran bien. No hay límite de tiempo, te han engañado en ello.
— ¿Qué?
— Si sus almas están entrelazadas, se pueden separar en cualquier momento. — comentó el dios. — Relájate Sigurd, creo, que deberías escuchar y aprender un poco de aquí antes de que hagas una locura como intervenir en el flujo natural de eventos.
— Pero es que no entiende, los humanos...
— Los humanos son fuertes. — sonrió el dios. — Si lo que quieres es que recuperen las memorias, lo harán, recuerda la principal razón por la que los dioses desprecian a la humanidad... los humanos son libres de hacer su voluntad. No necesitan ayuda para ello.
El nórdico acabó por sorprenderse de las palabras del dios, quien miraba hacia el cielo sin decir nada más. Y por un momento, decidió creerle y seguirlo.
Fue algo rápido la forma en la que el humano fue formando parte de ellos.
Decidió escuchar y confiar en la serpiente, decidió aprender, decidió conocer y sorprenderse con lo que se le mostraba cada día. En cómo se hacía amigos de los dioses de ese lugar. Y no solo el panteón mexica lo había adoptado, conoció otros panteones al salir de esos territorios, conoció al panteón Inca, al panteón Anasazi, al panteón Maya, al panteón Taironas, etc. Conoció a los diferentes dioses de América y como se comportaban muy diferente a los dioses que conocía, eran, por así decirlo, relajados como dioses. A excepción de algunos, no pretendían imponerse, eran deidades que quieran o no, no le veían más importancia a la Tierra como a otros planetas, aunque claro, el planeta humano era su favorito.
Todo era hermoso sí, su vida allí era hermosa, pero, faltaba algo, su alma gritaba por algo. La misma razón que lo impulsó a escuchar a Hestia, era la misma razón que ahora lo hacía caminar hacia los aposentos de Quetzalcóatl.
"Brunhilde"
Solo bastó un toque de Quetzalcóatl en su frente para tener todas sus memorias de golpe, sin problemas. Acabó por fruncir el ceño cuando supo lo que le habían hecho no solo a su pareja, también a la familia de ella. Nunca se los perdonaría, nunca perdonaría que rebajaran a las valkirias a no más que simples objetos de energía y evolución.
Pero.
La esperanza de ayuda a su venganza, era algo que lamentablemente el dios creador mexica tenía que romper. Porque al momento que el humano entró en el lugar, vio al dios sentado en un sofá cómodo y negro, con apenas ropaje cubriéndole, y con adornos en una pechera hechas con joyas únicas.
— Quetzalcóatl, yo...
— No puedo ayudarte. — respondió el dios. — Lo lamento.
— Pero, ¿por qué? — quedó frio el nórdico mirándolo. — ¡Dijiste que amas a los humanos y harías lo que sea por ellos! ¡Estos humanos necesitan tu ayuda!
— Soy un hombre de palabra, o más bien de promesas. — comentó Quetzalcóatl levantándose. — Prometí cuando fui al Valhalla que era la última vez que nos veríamos. Al usar nuestros poderes al revivir a los dioses, se creó un contrato vinculante. Yo devolví a sus humanos y dioses y ellos no molestaron. El contrato se cumplió, pero, también dije que no me volverían a ver y pienso cumplirlo, intervenir no me es posible.
— ¿Qué hay de los demás dioses? ¡Sí tú no puedes ir los demás irán!
— Ah, bueno, ya que yo me metí en eso, dirán que es mi problema y lo arregle, así que lo lamento, el nuevo mundo no piensa arreglar los desastres del viejo mundo. — suspiró Quetzalcóatl. — Sigurd tienes que entender que...
— ¿Entender? ¿Qué se supone que tengo que entender? ¡Estás aquí a tus anchas sin mover un maldito dedo solo dejando que todo pase!
— No me gusta alterar el flujo de las cosas.
— ¡Se nota! — gritó el nórdico histérico. — ¿Hombre de promesas? ¿Te olvidaste de la más grande que has hecho? Nunca regresaste a ellos. No me sorprende que te cambiaran todos por un dios extranjero.
Era la primera vez que el nórdico vio esos ojos amables, rápidamente transformarse en unos ojos de serpiente brillantes y atemorizantes. Esa mirada ya la había visto en otro lugar, es la misma que tienen los malditos dragones a punto de atacar. Los humanos se habían equivocado con Quetzalcóatl, no se trataba de una serpiente, era un maldito dragón.
— Está bien que amen a otro dios. — comentó el dios mexica. — es libre albedrio, pueden creer lo que quieran, eso no disminuye o aumenta mi amor por uno u otro humano, amo a mis hijos por igual. Y en cuanto a esa promesa que mencionas, la cumpliré, pero, cuando sea el momento justo. No antes, no después. Tu deseo de venganza por lo que le hicieron a tu pareja, está nublando tu corazón. Es por ello que sé que ha llegado el momento de que regreses al Valhalla.
— ¿Vas a echarme después de no ayudarme?
— Los humanos no necesitan ayuda, ellos solos recuperaran sus memorias. — comentó la serpiente. — Pero sé que te preocupa lo de separación de almas, así que te daré un regalo antes de que te vayas.
— ¡No quiero nada de ti!
— Oh, el amor. — dijo Quetzalcóatl. — El amor es tan retorcido.
— ¿Qué?
— El amor te hizo venir aquí sin importar arriesgarte, el amor motivó a ese dios a crear un plan loco para obtener a su pareja, el amor motiva a los humanos a no querer dejar a los dioses, el amor es tan retorcido, pero es lo que es, solo toca obedecerlo, nadie puede decirle que no al dolor que causa ese sentimiento. — dijo el dios mirándole. — Dile al sujeto del inframundo que los separe, si concentra su energía de allí, podrá hacerlo sin problemas.
— Pero los humanos o las valkirias pueden perecer en el proceso.
— No vas a desistir en eso, bien, te daré mi regalo, te hará sentir más seguro. — comentó la serpiente, acabando por pasar una mano en su cabello, y después acariciar una de las plumas de su cabeza, acabándola por arrancar, dejando la sangre en su frente fluir. — Eso dará la suficiente energía para que todas regresen, incluso más, soy un dios creador, recuerdo que hace siglos atrás, fui al inframundo por los huesos para crear a los humanos, mi hermano Tezcatlipoca me ayudó cuando el dios del inframundo no quería dejarme ir. El maldito pudo ir solo, él era suficiente para ayudarme, pero decidió llevar a un sinfín de dioses y peleamos juntos, aunque claro, él solo miró, le gusta verme en dificultades, pero bueno, dio su ayuda en su forma. — rio el dios, curando por si solo sus heridas. — Lamentablemente perdí los huesos, al menos unos cuantos, así que tuve que usar diferentes cosas de mí, mi sangre, mis fluidos prácticamente. — rio el dios. — y los cree. Pero ahora para evitar que suceda lo mismo de esa vez, decido que mis plumas están bien para cumplir el objetivo.
— Pero, ¿cómo eso me ayudará?
— Mis plumas se unen a mi lado nahual. — respondió la serpiente. — Son poderosas, solo con una, las traerás de nuevo y después puedes utilizarla como fuente de curación, puedes molerla y el polvo te ayudará, o no sé, supongo que se pueden hacer muchas cosas con ella. Realmente nunca lo he intentado, pero eso sí, este es mi regalo para ti, no dejes que ningún dios la toque, todos quieren una pluma mía, y no pienso dárselas. Es como Jesús y su sangre, el me da el regalo de la oblea con su sangre para que Tezcatlipoca no joda, además de cacao, y yo le doy mis plumas. Somos grandes amigos, es un sujeto al que respeto.
— ...
— Sé que estas molesto con esto, pero, sé que con el tiempo me entenderás Sigurd. — comentó el dios poniendo la pluma en las manos del humano. — Dime cuando te sientas listo en regresar y...
El humano no dijo nada más, acabó por darse media vuelta y dejar al dios solo.
Después de ello, pasaron unos días más en lo que el nórdico se cargó de provisiones, y decidió volver. Se le hizo una ceremonia de despedida, acabó como inició, viendo un cenote bajo sus pies, donde Quetzalcóatl lo acompañaba esta vez. Ambos no se dijeron mucho, solo se miraron, y el dios, sin importar si iba a ser rechazado, abrazó al humano deseándole suerte.
Pero, cometió un error.
Tal vez el mismo que había cometido Jesús al bajar a la Tierra y amar ciegamente a los humanos. El dolor del amor llegó para la serpiente.
Ya que, en ese abrazo lleno de amor y buenos deseos, el rostro de Quetzalcóatl cambió, cuando sintió dolor en su abdomen y vio una espada embarrada de un líquido azul atravesándole.
— ¿Crees que soy tonto, idiota? — dijo Sigurd. — Iba a disculparme esa noche, pero decidí que nunca lo haría con una basura como tú, no voy a dejar que te rías de nosotros de nuevo.
Después de ello, pudo notar la mirada de la serpiente confundida y herida, mientras el humano penetraba a fondo su espada en el abdomen del dios.
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ACTUALIDAD
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Todos se sorprendieron de verse los unos a los otros en la sala de trono de Hades.
Más cuando los Shinigamis se acercaron a cada dios, retirando con cuidado los collares, y estos poco a poco comenzaban a recuperar sus fuerzas y poder. Los Shinigamis se apartaron, dejando a los dioses retomar su aire, mientras estos se veían confundidos por igual con la situación. Fue Nikola Tesla quien preguntó sobre la decisión a lo que los Shinigamis le miraron.
— Fue orden de la reina del Helheim. Liberar a los dioses y traerlos a la sala de trono del Rey Hades. Ellos parecen estar de nuevo juntos, la reina había creado un plan, pero, creo que es mejor que él se los diga. — dijo el Shinigami más grande ante la sorpresa del científico.
— ¿Pueden hablar? — preguntó Nikola.
— No todos, entre más cuerpo humanoide tengamos, más fácil es para nosotros hablar. Somos una extensión del Helheim, nos alimentamos de su energía, y el Helheim se alimenta de Hades y su fusión con el abismo.
— ... Entonces por eso el Helheim no se destruyó tras la muerte de Hades, el abismo seguía dando energía. — dijo Tesla impresionado.
— Lord Hades nunca hubiera muerto en el Ragnarök. — respondió el Shinigami ante la sorpresa de los demás. — Lord Hades no puede dejar de existir.
— ¿Qué ha dicho? — comentó Raiden. — Nosotros lo vimos morir, incluso sus hermanos lloraron su muerte.
— Lord Hades no puede morir, su cuerpo puede ser destruido, pero el abismo creará un cuerpo nuevo para él y meterá su alma allí. — comentó el Shinigami. — El abismo eligió a Hades para reinar el Helheim, solo algo con la sangre de Hades podría tomar su lugar.
— ¿Un hijo? — preguntó Jack.
— Es correcto. — respondió el Shinigami.
— Momento, debe haber un error. — dijo Nikola acercándose a Zeus de golpe, realmente intrigado con la información que le habían compartido ahora. — ¿Cómo es que tú no sabes cómo funciona Hades? Sé que no lo ocultas, simplemente no lo sabes, por la expresión que hiciste al escuchar al Shinigami hablar.
Zeus miraba al científico igual de confundido que él. Ha decir verdad, sabía que su hermano era fuerte, pero no conocía a fondo la unión que tenía con el abismo, solo sabía que la tenía. Pero, no podía recordar nada más, que va, si cuando venía al Helheim solo era para ser consentido por Hades, nada más y nada menos.
— El Helheim es más viejo que el Valhalla. — respondió Zeus. — No tenía idea que Hades podía morir y revivir. Creo que ni siquiera él lo sabe.
— Eso puede que sea correcto. — respondió el Shinigami. — Lord Hades sigue descubriendo hasta el día de hoy diferentes cosas del Helheim.
— Oh, eso puede explicarlo. — dijo Nikola. — Aunque, ¿creen que Hades...?
Esa pregunta se quedó en el aire, cuando todos los dioses comenzaron a caer de golpe, como si se desmayaran, a lo que los humanos no comprendían qué diablos estaba pasando. Todos se acercaron a su dios correspondiente, tratando de reanimarlos, y se vieron más asustados aun cuando los Shinigami durmieron de golpe. Fueron simples minutos, pero, todos los humanos estaban con los nervios a flor de piel, tratando de manera desesperada de despertar a sus dioses, hasta que poco a poco, fueron abriendo los ojos sin problemas, como si despertaran de un sueño.
— ¿Shiva? — dijo Raiden sosteniéndolo preocupado. — Hey, ¿estás bien? ¿Qué pasó?
— Hn... — el dios comenzó a abrir los ojos, para después acabar por abrazar al humano. — No sé, me sentí sin energías de golpe. Como si tuviera mucho sueño de repente, mi mente se apagó.
— Nikola. — dijo su hermano mirando al científico. — ¿Puedes revisarlo?
— Lo haré con todos, solo recuerden que quien tiene conocimientos de medicina es Michel y Beel, creo que deberíamos hablarles a nuestros hermanos para saber si ellos están bien. — dijo el humano, sosteniendo a Beelzebub quien despertaba. — Shinigamis, ¿se encuentran bien?
— Estamos bien, nos quedamos sin energía de golpe. — comentó uno. — Es extraño, solo había pasado algo así una vez, y fue tras la muerte de Lord Hades en el Ragnarök, nos dio mucho sueño y dormimos, pero acabamos por despertar como ahora, minutos después.
— Por favor, vayan con Qin y Hades, menciónenles lo que pasó, y tráiganlos, es necesario saber qué diablos está pasando.
Dictaminó el científico, a lo que los Shinigamis asintieron, dejando la sala de trono para ir a la habitación de los reyes del Helheim.
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No podía dejar de acariciarle el cabello.
Lucía tan bien entre sus dedos, podía notar las largas pestañas de Hades, sus rasgos tan perfectos, una belleza enorme acompañándolo en su cama. Su rey era perfecto, no esperaría menos, alguien digno de él. Solo pudo depositarle otro beso en la frente cuando prometió no hacerlo de nuevo y dejarlo descansar, pero no podía evitarlo, solo quería estar acurrucado con él, dándole besos y sentir al dios abrazarlo y pegarlo contra él, para mantenerse cálidos.
Pero eso tuvo que parar.
Porque los Shinigamis aparecieron, y le comentaron todo a la reina del Helheim.
Los Shinigamis, incluso para su naturaleza, lucían confundidos, parecían que ni ellos comprendían lo que acababa de pasar. Y eso hizo pensar a su reina, Hades no se había dormido de cansancio, se había desmayado junto a los otros dioses. Había que poner los pensamientos ordenados antes de analizar más a fondo.
Primero, fue la captura de Hypnos y el plan de Perséfone.
Segundo, fue la orden de liberación y cuando ellos llegaron a su habitación. Rondando el mismo tiempo, todos los dioses involucrados, según los reportes de los Shinigamis, y hasta los mismos Shinigamis, se habían desmayado en un lapso corto o largo, dependiendo del dios. Algunos despertaron rápido, y otros siguen dormidos. Como el ejemplo de Hades e Hypnos que siguen inconscientes. Pero, por ejemplo, Perséfone y un Poseidón, despertaron rápido.
— Tengo una duda. — mencionó Qin mirando a los Shinigamis, ya de pie mientras dejaba a Hades en la cama. — Ustedes se mueven por energía, que absorben de nosotros y del Helheim como tal. ¿Notaron algo extraño? ¿Algo fuera de lugar? Incluso si fue algo insignificante, menciónenlo, es necesario conocer todo el panorama.
La reina pudo ver a los Shinigamis mirarse entre sí, como si a través de esas miradas se estuvieran comunicando, para al final, dejar que uno hablara.
— No fue algo reciente, pero, sentimos un escalofrió cuando Hades regresó a la vida. La energía que absorbimos fue extraña, no teníamos idea de que se trataba, así que llegamos a la conclusión de que era porque Hades había regresado y en lugar de solo recibir la energía del Helheim, nos había pegado de golpe sentir la energía de Hades de nuevo.
— Tiene lógica eso. — comentó Qin. — Pero si he aprendido algo del Helheim, es que este lugar no se rige por la lógica. — acabó por suspirar de frustración, para después acercarse a la cama. — Lo siento amor, pero necesito que despiertes ahora.
A decir verdad, fue una hermosa vista ver a Hades despertar. Lo había sacudido un poco y con eso, pudo verlo frotar su rostro un poco con la almohada, antes de abrir sus ojos y mirar con esa intensa mirada violeta hacia su reina. Acabó por sonreír suspirando, y el humano se acercó para depositarle un beso en los labios. Era un momento lindo, si no fuera porque lo despertó de golpe y su habitación estaba llena de Shinigamis.
— ¿Pasa algo? — mencionó Hades.
— Un poco, pero antes, ¿cómo te sientes? — dijo Qin acariciándole el cabello.
— Bien, solo me quedé dormido. — replicó Hades.
— ¿Dónde fue nuestra primera cita? — la reina del Helheim quería evaluar el estado de su rey, lo mejor era hacerlo a través de un cuestionario.
— ¿Hm? En los jardines del Helheim, te invité a comer, lucías hermoso en ese traje estilo chino. Me quitaste el aliento. — respondió con una sonrisa embobada su esposo.
— ¿Usé mi traje de novia que te encantó, en la boda o en la habitación?
— Pues, técnicamente en ninguna de las dos, en nuestra habitación lo usaste segundos, porque te desnudaste frente a mí, tu cuerpo es tan perfecto.
— ¿Qué me gusta que me hagas durante el sexo?
— Te gusta que te domine. — sonrió Hades. — Amas el sexo duro, y entre menos trabajo hagas tú, mejor, te gusta ser consentido en todo momento. Y a mí me encanta consentirte y dominarte hasta que pierdas la cabeza.
— Bien, tu mente se encuentra en buenas condiciones. — rio el rey, acariciándole las mejillas a su esposo. — Tienes que saber lo que ha ocurrido, necesito tu mente para llegar a una conclusión.
El rostro de Hades cambio al momento que su reina le comentaba todo lo que había pasado. Parecía que el rey del Helheim estaba analizando la información, al igual que su reina. Para los Shinigamis fue sorprendente al fin verlos trabajar en conjunto, usando sus mentes como una, mientras discutían algunos puntos con la información que tenía uno con el otro.
— ¿Has notado algo raro con la energía en el Helheim? — preguntó Qin, mirando a su esposo. — ¿Algo raro con el abismo?
— Realmente no, hay muchas cosas que aun no entiendo del abismo. Ni del Helheim, en primer lugar, que el abismo y yo estemos unidos fue un accidente. Así que, aun estoy averiguando todo de ello. — suspiró Hades. — Pero, hay algo que si encuentro extraño. Cuando desperté, me sentí ligero, siempre sentía mi mente trabajando al mil por hora, pero ahora que desperté, me sentí tan en paz, que incluso ahora que no tengo el control, no me siento perdido.
— ¿Eso es extraño?
— Puede que no. — comentó el rey del Helheim. — Qin, la verdad me gusta pensar que se debe a que al fin estamos juntos sin problemas. Solo tú y yo. Solo los dos por la eternidad.
— No digas eso ahora. — sonrió el humano. — Mi mente solo piensa en eso igual, y tengo que concentrarme en descubrir el problema.
Ambos acabaron besándose de nuevo, un beso dulce para después parar, no podían dejar que sus mentes siguieran tan perdidas en ellos, tenían que concentrarse.
— Quiero interrogar a Hypnos. — comentó Qin.
— ¿Hypnos? ¿Por qué?
— Es el único idiota que ha estado diciendo desde siempre que siente algo extraño en ti. — comentó Qin. — Tal vez el idiota no decía mentiras. Vamos.
Y sin más, por primera vez, después de arreglarse, Rey y Reina salieron de su habitación de la mano, decididos a enfrentar este problema juntos, sin nunca más separarse.
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Fue rápido en como los reyes del Helheim llegaron a la sala.
Abriendo las puertas y entrando de la mano a donde estaban todos. Por supuesto, se soltaron porque ambos corrieron con sus familias. Hades revisaba a Zeus, Adamas y Poseidón, mientras Qin se acercaba a Sasaki, a Nikola, a Raiden, etc. Donde preguntaban en conjunto por su bienestar. En el caso de Hades, sus hermanos le comentaron lo que había pasado, como se desmayaron y despertaron, pero, en el caso de los humanos, le mencionaron que ellos no fueron afectados por nada, y sus memorias estaban intactas.
— ¿Nuestros hermanos...? — preguntaba Qin antes de ser interrumpido.
— Hable con papá. — mencionó Nikola. — Todos los menores y ellos están bien, no sufrieron un desmayo o algo, quería venir aquí, pero le dije que es mejor que no, si pasara algo, es bueno tener a alguien alejado del Helheim.
— Bien pensado. — comentó Qin. — Amor, traigámoslos. — complementó mirando hacia su esposo. — Esto no puede esperar más, entre más rápido lo resolvamos, más rápido solucionaremos esto.
Todos, tanto dioses como humanos, hicieron un rostro sorprendido para después, escuchar la burla de los humanos hacia la reina del Helheim, quien cubría su rostro con vergüenza, al haber llamado de manera cariñosa a Hades, frente a los burlones de sus hermanos.
— ¿Amor? — dijeron todos sus hermanos al unísono haciéndole burla.
— Cállense, idiotas. — rio Qin, acercándose a Hades. — Es normal darle apodos a mi esposo. Olvidemos las burlas por un momento y traigamos a Hypnos.
— Shinigamis, traigan a Hypnos, Perséfone y Morfeo aquí. — dio la orden Hades, sujetando la cintura de su reina, manteniéndolo cerca de él.
Qin sabía que era demasiado pronto para que Hades estuviera enfrentando a esos dioses, sabiendo lo que pasó, no quería exponerlo, y se maldecía en sus adentros por no tener más opción. Acabó por acariciarle su pecho, y depositarle un beso en él, a lo que Hades sonrió, alzándole el mentón y robándole un beso rápido en lo que esperaban a los Shinigamis.
— Ugh... — Poseidón hizo un gesto de molestia, sosteniéndose la cabeza.
Hades estaba a punto de preguntarle que sucedía, pero todos acabaron por ver al japonés sostenerle el rostro, mientras el dios se estaba dejando mimar, en lo que el samurái lo revisaba, ante la mirada confundida de dioses y humanos.
— ¿Estás bien? — preguntó Kojiro.
— Si, solo fueron los golpes de tu amigo. — comentó Poseidón, disfrutando de sentir las manos del samurái en él. — Me atacó cuando no tenía fuerzas, ahora, aunque están regresando mis poderes y energía, quedé algo adolorido.
— ¡¿KOJIRO!? — Gritaron todos los humanos de golpe. — ¿Qué haces cerca de ese idiota?
— Ah... oh bueno, ya hemos solucionado nuestras diferencias. — respondió el samurái.
— ¿¡Qué!? — volvieron a gritar los humanos sorprendidos.
— Hay dios Koji, tu eres daltónico, ves las banderas rojas como blancas. — comentó Kintoki.
— Tú no puedes hablar de banderas rojas, Kin. — rió Raiden.
— Ni tú, idiota. — comentó Lü Bu.
— Cállense ya, por favor, enfoquemos nuestra mente en lo importante, solucionamos esto y después metemos a terapia a Kojiro para que no ande con Poseidón. — sentenció Qin.
— Oye, pero...
El samurái no pudo defender a su esposo, ya que los Shinigamis habían vuelto con los tres dioses. Pudo ver que Hypnos y Perséfone ya se encontraban despiertos, y vio a Morfeo mirarle, haciendo una leve reverencia, pero, el dios rápidamente miró hacia Hades, e hizo un rostro de alivio.
Qin Shi Huang sintió algo de celos por como Morfeo al ver a Hades de nuevo bien, corrió a abrazarlo, aferrándose a él a lo que Hades correspondió. No quería ser esa clase de pareja, pero, su esposo era muy popular, y quería que al menos le pidieran permiso si iban a hacer algo como eso. Más cuando Morfeo parecía un niño chiquito disfrutando los mimos de Hades.
Si, el dios serio del sueño, ahora parecía un pequeño niño disfrutando la atención de Hades, quien le abrazaba de vuelta, y parecía feliz de consentir al dios.
— Lord Hades, lo lamento, no me di cuenta de la traición de mi padre, lo han lastimado, todo por mi culpa. — comentó Morfeo.
— No fue tu culpa, tranquilo. — mencionó Hades acariciándole el cabello. — Gracias por ayudar a mi reina y ayudar a solucionar todo este embrollo. Te debo una.
— Lord Hades...
— Ya, ya, ya. — comentó Qin, sujetando el brazo de su esposo, jalándolo para alejarlo de Morfeo. — Ajem, bueno, con quien realmente queremos hablar es contigo, Hypnos. ¿Por qué traicionaste a Hades?
El sueño en persona miró a Qin, quien le miraba de vuelta, sin miedo de ser lastimado con ello. El emperador no le tenía miedo al dolor, no cuando prácticamente creció en él.
— Ya lo he dicho, Hades no es Hades.
— Mira, tienes que ser más específico que eso, maldito idiota. — comentó Qin frustrado.
Probablemente su reina iba a pelear un poco, pero, la mirada de Hades fue directa hacia la diosa que se encontraba abrazando sus piernas, con la cabeza hundida en ellas. Por un momento al dios le dio un flashback de ver a la diosa en esa misma posición hace siglos, abrazando sus piernas, encerrada en su jardín. Acabó por acercarse, a lo que acaparó la atención de Qin que dejó de sujetar a Hypnos.
— ¿Fone? — comentó Hades, llamándola por el apodo que tenía cuando eran esposos.
— No. — comentó la diosa. — No merezco seguir viviendo, no merezco que me llames así, después de todo lo que pasó, solo merezco la muerte.
— ... Nikola. — comentó Hades mirando hacia el humano. — ¿Puedes inhabilitar los collares y los que los mantiene atados?
— ¿Qué? No lo haré. — comentó el científico. — Esos dos causaron...
— Por favor. — dijo Hades. — Es importante.
— Hazlo, Niko. — dijo Qin. — A mi igual me parece mala idea, pero, al parecer, mi esposo está seguro de esto, así que hazlo.
Aunque dudoso, el científico se acercó a los dioses, retirándole el collar a Perséfone y en el caso de Hypnos. Prácticamente desactivar la cápsula que hizo que tragara, haciendo que el dios la tosiera y la sacara de su organismo. Ambos dioses se vieron con sus poderes de regreso, lo supieron por como crecieron las flores en el cabello largo y dulce de Perséfone, y como Hypnos podía flotar de nuevo.
— Hypnos, hazlo, tócame. — dijo Hades. — Siénteme de nuevo.
— ¡Hades! — gritó Qin ante la petición que su esposo acababa de pedir. — ¿Qué diablos?
— Esto no lo digo de manera sexual, él sabe a lo que me refiero. — dijo el rey del Helheim. — Hazlo como la primera vez que nos vimos. La muerte y el sueño uniéndose.
El dios del sueño suspiró, acercándose a Hades, para sujetarle el rostro, haciendo un rostro de impresión, después acabó por acercarse más, estando ambos a centímetros del otro, donde realmente era una gran vista, ver a dos dioses atractivos casi a punto de besarse. Pero, entonces pasó, Hypnos encendió sus ojos como linternas, y Hades se dejaba consumir por sombras, haciendo que su piel poco a poco se tornara negra, como si liquido negro recorriera sus venas, y sus ojos se hicieran completamente rojos. Ambos acabaron por abrir la boca, y lo hicieron.
Las arenas de Hypnos se mezclaban con las sombras de Hades, saliendo de sus bocas. Fue allí cuando Qin comprendió a que se refería Hypnos con la unión de la muerte y el sueño. Ambos se necesitaban, aunque Hades no era necesariamente la muerte, era el que reinaba allí, Hades es quien le daba la orden a Thanatos, Hela, Anubis, etc. Por eso Hypnos está atado a él, a través de Hades se hacen todos los tratados de muerte que hay, o pueden llegar a tener.
Acabaron por cerrar la boca ambos, regresando a la normalidad, cuando las sombras y las arenas formaron una pequeña runa en el aire y después regresaron a sus respectivos dioses.
Y ocurrió algo que nadie se esperaba, la sonrisa de Hypnos y verlo dar un leve brinco para después abrazar a Hades, comentando solo una cosa. "Bienvenido de vuelta". Y eso no fue todo, Hades acabó por abrazarlo, riendo, "Bienvenido tú también."
— ¿Hades?
— Hypnos y yo tenemos una conexión, pero, la perdimos al momento que reviví. — dijo Hades pensando. — Cuando nos trajeron de nuevo a la vida, puede que no nos trajeran de manera correcta, al final, el dios que hizo el trabajo, esta acostumbrado a las almas de humanos, no de dioses, la información no se trajo por completo, entonces, Hypnos no podía sentirme, por lo tanto, tenía razón, "Hades no es Hades". No podía conectarse conmigo. Es normal que desconfiara de una persona que no puede enlazarse a él.
— Eso explica ese sentimiento. — dijo Qin. — Pero no todo. No explica los desmayos, no explica las actitudes de los dioses, no explica los cambios de actitud incluso tuyos, amor.
— ... esto parece más bien una jugada que...
Y antes de que pudieran hablar, fue Atenea quien entró en la sala corriendo, para acabar por acercarse a Hades, jadeante, mientras recuperaba el aliento. El dios se sorprendió de verla, Atenea no era de las personas impulsivas, así que verla correr era extraño.
— Tío Hades... — dijo la diosa. — ¿Con quién hablaste de tu plan?
— ¿Eh?
— ¿Qué dioses estuvieron involucrados cuando comenzaste a realizar tu jugada? Necesito que me digas, porque alguien debió aprovechar la situación. — dijo la diosa frustrada. — sabía que debía supervisar todo, pero no pensé que realmente llevaras a cabo un plan tan loco.
— Solo los que conoces, no hable con nadie más de esto. — mencionó Hades.
— No puede ser posible, debe haber algo más que...
Y parecía que la respuesta llegaba delante de sus ojos.
Cuando las puertas se abrieron de nuevo, solo sangre carmesí podían ver chorrear en el suelo, además de que el olor de ella, los hizo despertar los sentidos de todos, al mirar hacia la puerta y ver a Buda llegar corriendo con un ensangrentado Sigurd, quien apenas podía respirar. Le hacía falta un brazo, una pierna la traía colgando, tenía todo el cuerpo golpeado, y tenía tantas hemorragias que apenas el iluminado pudo vendar algunas, era un maldito milagro que siguiera respirando, más por esos cortes tan profundos en su piel, y la cantidad de sangre perdida. El rostro de Buda fue de terror al acercarse a todos y colocar a Sigurd con cuidado en el suelo.
— ¡Ayuda! Jesús lo encontró así en la entrada del Valhalla, acaba de regresar del nuevo mundo, por favor ayuda, no podemos dejarlo morir, necesitamos saber qué fue lo que diablos pasó. — gritaba Buda — Hades, Poseidón, ¡necesitamos las gotas de vida para sanarlo lo más pronto posible!
No lo pensaron mucho, ante la situación, fue Kojiro quien corrió ante el humano, quien, ayudado con Buda, dejaron que bebiera todo el frasco. En lo que Beelzebub le hacía un torniquete en lo que quedaba del brazo perdido, y se aseguraba que la pierna que colgaba, estuviera pegada al cuerpo del humano, para que, en la regeneración, pudiera su cuerpo volverla a unirla con él.
— ¿Encontraste el brazo? — dijo Beelzebub. — Podemos pegárselo si lo tienes ahora que están las gotas de fuente de vida en él.
— Estaba así, no lo tengo. — respondió Buda. — Nunca había visto a Jesús tan alterado cuando me invocó, uso uno de sus milagros para evitar que muriera, nunca lo vi tan conmocionado, estaba tan asustado, no podía creer que hubieran lastimado a Sigurd. Esos dioses no son violentos, son...
— Pues creo que ya demostraron serlo. — dijo Beelzebub. — Las gotas no hacen aparecer brazos o miembros mutilados, si no lo tienes, entonces lo perdió.
— Podemos crearle uno nuevo. — comentó Nikola. — ¿Él es Sigurd? — dijo el científico, comenzando a desamarrar los torniquetes cuando veía que las heridas se iban cerrando, y así dejar que el cuerpo se recuperara poco a poco.
— Si, él es Sigurd. — dijo Buda. — No puedo creer que este así, él iba solo a hablar con los dioses del nuevo mundo y pedir ayuda. ¿Lo han lastimado de esa forma? No... no puede ser posible, ellos son pacíficos. No lo puedo creer.
— Pues créelo. — comentó Loki acercándose, mirando el rostro del nórdico. — El novio de Brunhilde. ¿Qué diablos pensabas al ir tú solo?
— Fue mi culpa, yo le dije a Jesús que tenía que ir solo, él lo hubiera acompañado.
— Si lo hubiera acompañado tendríamos a dos moribundos en el suelo, no solo a uno. Hiciste lo correcto. — comentó el dios del engaño. — Dejemos que se recupere.
Y ante la sorpresa de todos, el torso del humano se movió, comenzando a respirar de nuevo, sin ayuda, donde poco a poco fue abriendo los ojos. Mirando simplemente el techo de esa sala de trono. Sin comprender en donde diablos estaba.
— ¿Brunhilde? — fue lo primero que dijo Sigurd, con la mirada perdida.
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Jack era hábil con los tés, y más si estaba a lado de su madre Eva, y ahora de Hércules por igual.
Se habían tomado el atrevimiento de usar la cocina del Helheim para preparar un rico té y algunos snacks, donde, al terminar de hacerlos, fueron tranquilos a una sala, en la cual ya se encontraba su padre y sus hermanos menores, acompañado de los dioses, y por supuesto, del humano Sigurd, ya limpio y con un cambio de ropa improvisado que le dieron, un simple pantalón negro y una playera, para que se quitara la destruida y ensangrentada que tenía.
La madre de la humanidad comenzó a servir, mientras todos comenzaban a tomar las tazas, tenían que saber qué diablos estaba pasando, y si habían comenzado un Ragnarök entre los dioses, pero, un té para descubrir eso, no estaba mal.
El humano Sigurd tomó la taza, para disfrutar el sabor, mirando a lo que quedaba de su brazo, la herida se había cerrado, pero, ya no lo tenía, y eso para un guerrero era terrible. Pero, ante la sorpresa de todos, comenzó a reír, primero leve, para al final soltar una enorme carcajada sin más.
— ¿Sigurd? — dijo Buda confundido. — ¿Qué es tan gracioso?
— Ya despertaron, ¿verdad? — comentó el nórdico.
Todos los dioses solo se pudieron mirar los unos a los otros, sin entender que era lo que había mencionado el humano, pero, todos captaron el mensaje, el desmayo estaba vinculado a algo que conocía el nórdico.
— Explícate, ¿de que estas hablando? — comentó Hades.
— Pues, supongo que la parte de que viaje al nuevo mundo no debo de contarla. — comentó Sigurd. — Para este punto, supongo por lo unidos que están, es algo que ya saben. Viaje porque buscaba ayuda para detenerlos y rescatar a las valkirias como a los humanos. Jesús fue de mucha ayuda, no cuestionó mis motivos, solo me ayudó porque sentía en su alma que buscaba algo bueno. — sonrió el nórdico, tomando otro sorbo de su té.
— ¿Cómo es que te dejaron entrar en su reino? — preguntó Loki.
— Una ofrenda, uno no debe llegar allí con los brazos vacíos. — respondió Sigurd. — Al momento que abrí los ojos en ese lugar, me di cuenta que incluso en los paraísos hay niveles. Nunca veré algo más hermoso que esos lugares, que esos panteones, que esa belleza infinita del universo que ellos tienen. Todo allá es diferente, los panteones son más imponentes, más grandes, más poderosos, una pizca de energía de un panteón de allí, haría trizas una parte de un panteón de aquí. Son tan fuertes porque se concentraron en ellos, en sus creencias y en su paz, un dios no necesita nada más que a sí mismo para ser poderoso, un dios solo tiene que desear ser poderoso y lo será, ellos de alguna forma, de alguna maldita forma, supieron cómo hacerlo y lo son, omnipotentes y omnipresentes en cualquier maldito lugar. A decir verdad, no fui bien recibido incluso con las ofrendas, pero, conocí a un dios, que simplemente me dejó entrar porque traía cacao en mi bolsa. El amigo de Jesús, Quetzalcóatl, la serpiente emplumada.
— Es el mismo sujeto que vino cuando murieron, Hades. — comentó Zeus. — El hizo que los trajeran de regreso.
— Ya veo. — comentó Hades. — Continua Sigurd.
— Lo primero que hice fue comentarle lo que sucedía en el Valhalla, y lo primero que hizo fue parecer incrédulo a lo que le comentaba. — suspiró el nórdico. — Dijo que ningún dios del viejo mundo era lo suficientemente listo para llevar algo así acabo. Comentó que solo algunos pueden, supongo que se refería a la diosa Atenea y a otros, él dijo que solo un dios así, podría llevar a cabo un plan de tantos años y que funcionara, así que dijo que probablemente esto solo era un juego tonto y sin un fin.
El emperador no pudo evitar pensar en lo que Hades le dijo. "Realmente mi plan no tiene un fin." La serpiente extranjera tenía razón, era un juego tonto sin un fin, por eso pudo llevarlo a cabo tanto tiempo, porque era improvisado todo. Eso sorprendió al emperador, ya que Hades no era un tipo que supiera improvisar, pero al parecer había juzgado mal esa parte.
— Le pedí ayuda, pero me mencionó que no podía involucrarse, ya que hizo la promesa de no volver a acercarse al viejo mundo, en este caso, el Valhalla. Él dijo que las promesas son extremadamente importantes en su cultura. Que es como un contrato, no puedes romperlo, solo te queda acatarlo. Pero, me dijo que todo saldría bien, ya que una mente humana tiene la libertad que la de un dios no tiene, por ende, los humanos podrían descubrir y vencer a los dioses. Cosa que, por lo visto, sucedió.
— Leí sobre Quetzalcóatl. — comentó Atenea. — Un dios creador y de conocimiento. Es algo parecido a tu amigo, Buda.
— ¿A Jesús?
— Así es, ambos tienen este carácter amable. — respondió Atenea. — Solo que Jesús tiene más tolerancia, más perdón, más comprensión. En el caso de Quetzalcóatl, puede ser el mejor dios que hay, pero, si pierde el control, se vuelve una pesadilla. Es un guerrero nato, con exageradamente demasiado poder. Imagínate, un dios creador, desenfrenado, que con el pensamiento podría destruir cosas. Es un sujeto que nunca quieres ver enojado, ni a él, ni a sus hermanos.
— ¿Hermanos? — dijo Zeus.
— Así es padre, creo que, viéndolo desde un punto, son igual que los griegos, Son 4 Tezcaltipocas. Según entiendo, Ometéolt, la pareja creadora, es un dios que se conforma de una parte femenina y una masculina, que, por supuesto puede separarse y unirse, separado tiene dos nombres, Ometecuhtli, que es la parte masculina, y Omecíhuatl, que es la parte femenina. La serpiente no mentía cuando vino aquí, ellos creen en las dualidades, porque su creación se conforma de ello.
— Ahora entiendo porque lo mencionó aquella vez. — comentó Buda.
— Así es, bueno, los hijos de este dios son 4, y se les conoce como los 4 Tezcaltipocas. El primer hijo, el Tezcatlipoca negro u obscuro, Yayauhqui. Quien los humanos lo conocen normalmente como "Tezcatlipoca". Después, el segundo hijo, el Tezcatlipoca rojo, Tlatlauhqui, donde los humanos lo conocen como "Xipe Tótec". Después tenemos al tercer hijo, Tezouhqui, el Tezcatlipoca azul, quien los humanos lo veneran como Huitzilopochtli, y, por último, el cuarto hijo, Iztac, quien es conocido como Quetzalcóatl.
— Momento, aprendí cosas allí, Quetzalcóatl creo el mundo, no puede ser hijo de... — dijo Sigurd, para acabar por ser interrumpido.
— Los dioses del viejo mundo no tienen un flujo fijo de su creación. — comentó la diosa. — Nadie sabe realmente cual es la verdadera historia de ellos, en historias, se dice que Quetzalcóatl y Tezcatlipoca son gemelos, ambos representan su dualidad, mientras Tezcatlipoca es obscuro, Quetzalcóatl es luz. Creadores de mundos. En otras, el nacimiento de Huitzilopochtli es a través de la diosa madre, en otras, Xipe es el mayor, sea como sea, todas las historias concluyen lo mismo, los cuatro son hermanos extremadamente poderosos, los únicos con el derecho de llevar el "Tezcatlipoca" en su nombre.
— ¿Cómo sabes tanto de ellos, diosa Atenea? — preguntó Nikola.
— Tengo una biblioteca impresionante, y créeme, aunque nunca me los he cruzado, no soy idiota como para no investigar de ellos sabiendo su existencia. Es mejor conocer a tu enemigo que ser ignorante ante él.
— Eso explica mucho, todo lo que mencionaste, sobre que son unidos y familia. — comentó Sigurd. — Explica por cómo se alteraron todos cuando apuñalé a Quetzalcóatl.
Todos, incluso la diosa, quedaron sorprendidos con la declaración del humano, pero este solo se dedicó a beber de su taza. Para después suspirar. ¿Habían escuchado bien? Un simple humano había apuñalado a un dios de ese calibre. ¿Cómo diablos había logrado que su espada atravesara tan siquiera su piel?
— Antes de que pregunten, se los diré. — comentó, aclarando su garganta. — Lo hice porque se lo merecía. Todo estaba bien, pero, llegó un punto donde no pude soportar la situación, necesitaba hacer que me ayudaran, quería rescatar a Brunhilde, quería ayudar a los humanos, así que pedí de nuevo su ayuda, pero se negó. Lo insulté, discutimos, a decir verdad, me sentí my mal de cómo ocurrieron las cosas, así que ese mismo día, decidí ir en la noche a disculparme, cuando ya me había calmado, pero...
— ¿Pero? — dijo Loki.
— Caminaba por el palacio de Quetzalcóatl, estaba por llegar a su habitación, pero, entonces noté algo extraño, lo vi a él, con esos ojos de serpiente encendidos, saliendo de su lugar y comenzando a caminar por los pasillos. Verán, Quetzalcóatl puede cambiar sus ojos, los hace humanos, cuando se vuelve humano, los hace divinos, cuando está en su forma de dios, y completamente como serpiente cuando está en su forma de nahual.
— ¿Nahual? — preguntó Zeus.
— Cuando es un dragón... bueno, una serpiente emplumada. — dijo el nórdico. — Cuando es un titán enorme que cubre casi todo el mundo.
— Oh...
— Bueno, esa noche pude ver esos ojos, pero se encontraba en su forma de dios, cosa que me sorprendió de sobremanera. Por un momento, pensé que seguía molesto por lo ocurrido, lo que me hizo pensar en que debía disculparme ya, aunque, mi instinto me decía que aún no le alertara de mi presencia, solo lo siguiera hasta que estuviera seguro de que podía acercarme. Y entonces lo vi salir a un pequeño balcón, donde estiró sus manos al aire, como si esperara atrapar algo, y lo hizo, cayó un cuervo en sus brazos, el cual comenzó a sangrar, al parecer, había sido herido por otra ave. Pensé que lo curaría, pero no lo hizo, lo sostuvo cerca, y después vi algo increíble. Sombras comenzaban a salir de ese animal muerto, hasta tomar forma y convertirse en un sujeto, de cabello largo y negro, que llevaba una máscara de calavera, y tenía dibujos en su piel color rojo, como esqueleto, sí, eso era, huesos de esqueleto rojo. Ese sujeto se presentó frente a Quetzalcóatl.
— Huesos rojos. — dijo la diosa Atenea pensando. — Debió ser su señor del inframundo, Mictlantecuhtli.
— Si, era él, Quetzalcóatl le llamó por ese nombre. — comentó Sigurd. — Quetzalcóatl parecía feliz de verlo, entonces fue cuando ocurrió.
— ¿Qué pasó? — cuestiono Buda.
— Ellos rieron. — comentó Sigurd. — El dios de los muertos dijo, "Todos son tan manipulables que me dan lástima." Y Quetzalcóatl rio diciendo, que, para un dios del conocimiento y creación como él, siempre es divertido ver como la muerte quiere jugar con la vida.
— ¿Qué? — dijo Atenea. — ¿Quetzalcóatl dijo eso? No es una persona que se burle de los demás. Pero, eso no importa, eso no justifica aún tu ataque, humano. Fue un comentario común y corriente, a los dioses del conocimiento si nos gusta jugar con otros dioses por lo rápido que caen.
— Aún no he terminado. — dijo Sigurd. — Como les decía, yo igual me sorprendí de sus palabras. Más cuando el dios de los muertos le preguntó si alguna vez él ha jugado con alguien así, al punto de tenerlos en sus palmas como títeres. Y Quetzalcóatl respondió que solo lo hace con los dioses, porque es su juego favorito, ver a dioses volverse locos en juegos. Después de ello ambos rieron, a lo que el dios del inframundo le dijo que los dioses del viejo mundo son excelentes títeres si quería seguir jugando, y Quetzalcóatl solo rio, dándole palmaditas en la espalda, diciendo "tal vez te sorprenda lo que puedo hacer con ellos, deberías verme un día trabajar, es muy divertido todo." Después de ello, el dios le entregó una especie de frasco a la serpiente, y este asintió, para después ambos despedirse.
Hubo un silencio en la sala, a lo que Hades suspiró.
— Ahora tiene sentido todo, la razón por la que todos se desmayaron, fue porque al momento que apuñalaste a Quetzalcóatl, los hilos del control se rompieron. — comentó Hades apretando los puños. — Solo estaba jugando con nosotros, sufrí tanto maldito tiempo cuando él solo estaba jugando con...
Fue impresionante como el Helheim tembló, pero no provocado por Hades, sino provocado por Qin quien apretaba los puños en ira. Todo este tiempo, todo desde el inicio, todo fue culpa de esos malditos dioses.
— Qin, yo fui quien ideó el plan de... — comentó Hades, para ser interrumpido por su esposo.
— No Hades, no fue así. — comentó Qin. — ¿Qué no lo ves? La razón por la que aceptaron ayudarlos ese día, fue porque él quería jugar, nunca fue de buena fe. Tu plan realmente no es tu plan, fue de él, eso explica porque estaba bien diseñado, eso explica porque tenías cambios en tu humor, porque todo, Hades, desde que renaciste, no has sido tú. Solo eras un títere de él, que te movía los hilos cuando quería, te daba o te quitaba inteligencia, te hacia poderoso o te hacia indefenso, uso todo de ti para destruirte.
— Quería que los humanos tuvieran el control. — comentó Beelzebub, con ojos llenos de ira. — Él dejó claro que ama a los humanos, y con lo que dijo Sigurd, era claro que quería que los humanos reinaran sobre los dioses en el Valhalla.
— Quería humillarnos. — comentó Atenea molesta. — Ellos se enteraron tarde del Ragnarök, seguramente fue un castigo divino de ellos, demostrándonos lo que les hicimos pasar a los humanos, siendo títeres de seres superiores. Todos y cada uno de nosotros fuimos títeres. Explica como Perséfone cambió su personalidad, como la cambió Hypnos, yo, Adamas, Hela, Beelzebub, joder, todos, todos cambiamos en un punto donde no podíamos ver la realidad, controló nuestras mentes por diversión. — dijo la diosa golpeando el sofá donde estaba sentada. — ¡Controló el Valhalla a su gusto y antojo! ¡Controló todo!
— Eso es imperdonable, más cuando usaron a Brunhilde y todas las valkirias de por medio. — comentó Sigurd. — Entonces enfurecí. Y planee muy bien como lo haría. Sabía que no podía quedarme, pero tampoco irme de golpe, así que esperé unos días más, incluso disfruté la ceremonia de despedida. Y fue cuando estaba solo con él, que entendí porque su hermano, el Tezcatlipoca obscuro, quería asesinarme cuando me vio a su lado. Soy Sigurd, cazador de dragones, y había un dragón justo a mi lado, dándome un abrazo de despedida. Así que, había preparado mi espada, embarrándola de la saliva de él mismo. Me comentó que todos sus fluidos se pueden utilizar, así que tener su saliva fue fácil al llevarle cacao, lo adora, es como Buda con los dulces, babea por ello. Fue fácil preparar mi arma, y fue fácil atravesarlo. Pero eso alteró a todo el panteón, fueron exactamente 5 segundos. Cinco segundos en los que abandonaba el lugar, y aun así perdí un brazo, mi piel fue arrancada y apenas pude volver con todo, si no fuera por Jesús esperándome en la iglesia, no hubiera llegado nunca, hubiera muerto. Lo que me recuerda...
Comentó el nórdico, mirando hacia donde estaba su ropa ensangrentada, para acabar por buscar el bolso divino de Jesús, que, como dedujo, al ser del iluminado y estar bendito, no pudo ser dañado por ellos solo por un golpe. Acabó por buscar en ella, de donde sacó un pequeño frasco con sangre, al igual que dejaba sobre la pequeña mesa de té, plumas y pedazos de escamas.
— No pude matarlo, pero si me encargué de recolectar cosas de él. — sonrió. — No pude matarlo, pero hice que el maldito panteón mexica temblara ante un humano que no aceptaba que lo usaran como un maldito títere.
— Entonces no está muerto. — dijo Poseidón, mirando hacia Hades.
— No lo está. — comentó Sigurd.
— Zeus. — dijo Hades mirando a su hermano.
Todos quedaron en silencio, para después ver como el dios principal griego, Zeus, se levantaba sin decir nada, acompañado de Odín, saliendo de lugar. Hades estiró su mano, para hacer aparecer el bidente, dejando claro, que, si los dioses hubieran querido, siempre pudieron haber recuperado sus armas. Y no solo eso, Hades hizo aparecer algo más, un casco, que se postró a su lado, mientras Poseidón hacia aparecer su tridente. Y uno a uno de los dioses comenzaban a aparecer sus armas con ellos.
— ¿A dónde va Zeus? — preguntó Kintoki. — ¿Qué está pasando?
— Tienen que proteger el Valhalla. — comentó Atenea. — No creo que esos dioses se queden sentados cuando lastimaron a uno de los suyos. Que era necesario para ser libres, pero, eso ya les dio una razón para atacarnos. Prácticamente, ya tienen una excelente razón para que todos ataquen el Valhalla, puede que hayamos provocado un nuevo Ragnarök.
El dios del inframundo suspiró, para después simplemente frotar sus cienes. A lo que su reina le besó la mejilla y en el cruce de miradas que tuvieron, ambos asintieron. Dioses y humanos estaban juntos en esto.
— ¿Te sientes mejor, Hades? — preguntó Poseidón, mostrándose comprensivo solo con su hermano. — Al saber todo esto, puede que las cosas que hacías ahora te golpeen muy rápido. No fue tu culpa.
— Gracias por preocuparte, pero estoy bien. — suspiró el dios. — Tiene sentido todo. Mi amor por Qin es real, pero, ese plan realmente era descabellado, no parecía yo haciéndolo.
— Ahora que lo dices, tiene sentido, sin ofender, pero Hades, no eres un dios de conocimiento, las capacidades que demostrabas a veces eran pensamientos demasiado grandes para tu comprensión. — comentó Atenea. — Digamos que cuando eras el Hades jugador, eran esos dioses jugando, pero, cuando te dejabas ir por tu amor por Qin, eras Hades, completamente Hades. Tus sentimientos tomaban posesión, es por ello que podíamos notar dos personalidades marcadas en ti, el jugador, y el dios en el que más confiamos.
— Si vienen a matarnos, ahora estamos juntos. — comentó Qin, mirando hacia sus hermanos. — Y ya sabemos matar dioses, no será diferente esta vez, la humanidad se llevará la victoria. No dejaré que nadie más vuelva a reírse de nosotros de nuevo, si esa maldita serpiente viene, la haré trizas con mis propias manos y usaré su maldita piel como mi ropa.
— Todos los hermanos del Edén apoyan esa idea. — respondió Leónidas levantándose. — Tengo que ir a apoyar a Odín, tengo el control del ejército, Lü Bu, Raiden, vamos.
— Oh... supongo que será divertido ver los colores de esos dioses. — comentó Jack.
— No señorito, usted todavía no puede. — replicó Eva rápidamente. — No voy a dejar que tires a la basura todo lo que hemos trabajado.
— Pero...
— Nos encargaremos nosotros. — dijo Kojiro.
— Aunque claro, si la cosa se pone fea, le desatamos la correa a Jack y que haga lo suyo. — dijo Grigori de golpe, haciendo reír a los humanos.
Después de esa platica, las entradas del Valhalla se prepararon, todo estaba protegido, pero, el ataque que se esperaba no llegó.
Por un momento el rey del inframundo, al abrazar a su reina mientras descansaban, se preguntaba si era por la promesa de Quetzalcóatl, donde el mencionó que no lo volverían a ver, por lo tanto, aunque quisiera venganza, no se aparecería, y, por ende, podía hacer que nadie interviniera.
Aun así, vivir con la incertidumbre era demasiado, tal vez, deberían relajarse un poco.
O tal vez, nunca poder relajarse de nuevo.
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Habían pasado tres días.
Tres días de paz, armonía y vida tranquila.
Había guardias en cada entrada, incluso en el Helheim, había de todo. Y no había ningún tipo de alerta que estuviera encendida. Así que el rey del Helheim caminaba por su palacio, hacia los registros de muerte para llenarlos y revisarlos. Pero, en el momento que entró y se acercó al libro, sintió su espalda erizarse.
— ¡Q...!
No pudo ni siquiera gritar el nombre de su esposo, no pudo moverse de golpe, solo sentir un arma en su cuello, un arma que estaba lista para cortarle la cabeza. ¿Cómo? ¿Cómo había entrado alguien a este lugar? ¿Cómo alguien estaba aquí en el maldito abismo? ¿Cómo?
No, no importaba eso, se tenía que concentrar, tenía que comunicarse con Qin a través de su unión y hacerlo que alerte a los demás. El maldito ataque había comenzado.
— Shh... nada de gritos, tu humano no te va a encontrar. — mencionó una voz gruesa. — No mientras yo este interviniendo en su unión de almas. Ni siquiera con ello podrás hacer algo. Ni con tus runas del Helheim, ni tus artefactos, te he bloqueado, Hades, rey del Helheim. Estas ahora realmente indefenso, y te estoy demostrando la gran brecha de poder que hay entre tú y yo, ¿no es eso divertido?
Había un hombre delante de él, enorme, de piel morena mirándolo con ojos intensos, un hombre en su forma de dios, quien le miraba con diversión, mientras sostenía una especie de arma contra su cuello, un hombre que se podía envolver en humo negro. Un movimiento mal calculado y quedaría sin cabeza, era mejor mantener la calma.
— Pensé que tu clase no rompía promesas. — Tenía que buscar tiempo, fuera como fuera, tenía que hacer algo ya.
— Promesas hechas por el idiota de mi hermano no aplican a mí, él prometió que no lo volverían a ver. Bueno, no vino, pero yo sí, creo que debe quedarles claro que soy el único que puede molestar a Quetzalcóatl.
— Si quieres un dios por un dios, puedes tomarme. — dijo Hades. — Puedes herirme como a él, yo pagaré ese ataque, solo no lastimes a mi reino ni a sus habitantes.
— No, eso sería my fácil. — comentó el dios. — Voy a asesinarlos a todos, voy a destruir al Valhalla, y voy a disfrutar haciéndolo. — dijo el hombre retirando su arma del cuello del dios. — ¿Algunas últimas palabras?
Era casi poético, pensaba el rey del Helheim, como todo había comenzado por un juego de él, y ahora iba a terminar con su sangre manchando el tablero que le habían obligado a jugar.
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Lo acabé.
Hay la verdad siento que lo escribí de rápido este capítulo. Perdí el archivo original, y me lo eche de rápido en unas horas. Lamento si quedo muy feo, pero creo que se entiende. Espero lo disfruten aún así, salió mi poderosísimo Yisus y mi bello Quetzalcóatl. Quería que se notara que tienen personalidades similares, solo que Yisus es más amor, y Quetza más conocimiento.
El siguiente capítulo es el último capítulo de Checkmate. :D
Para aquellos que conocen otras de mis historias, el diseño de los dioses mexicas, son los mismos diseños que utilice en mis historias sobre México. Aquí dejo la comisión que encargue para Tezcatlipoca y Quetzalcóatl. (Quetza el de blanco, Tezca el de negro) para que les pongan cara en la historia. (el chico de en medio no es un dios, pero corresponde al personaje principal de esa historia jsjs)
No pienso decir más, porque sería mucho spoiler, nos vemos en el próximo y ultimo capítulo.
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