NOCHE DE BODAS - PARTE 2 -


Cuando el general Lü Bu volvió a su habitación compartida con Thor, tenía muchas cosas en mente. La primera, era que Thor era mejor de lo que pensaba, era divertido para él, incluso con ese rostro tan serio. Compartían muchas cosas. En especial la pasión por la batalla. Ni siquiera con sus hermanos había podido dejar correr esa sed de guerra, pero con Thor era fácil, comprendía su loca forma de ser, y lo complementaba.

Cuando era niño, Lu Shang le había dicho que encontrara alguien que fuera tan fuerte como él, que encontrara a ese amigo que lo complementa. Sus hermanos lo hacían, pero nunca de una manera tan íntima como Thor lo había logrado en pocos días. Estar con Thor le gustaba, disfrutaba incluso el más simple de los silencios a su lado.

"El amor es diferente para todos, Lü Bu" le había dicho Eva, mientras sujetaba su rostro. "No es igual para nadie, se presenta siempre en la forma en la que lo necesitas, no en la que buscas. Es un complemento, jamás una necesidad. En términos simples, mi niño, el amor que crece en ti, atrae el amor que te complementa."

Cuando era pequeño, no entendía eso, pero ahora, parecía que tenía sentido cuando miraba a Thor.

Y es por eso que la segunda cosa en su mente, era exactamente la que estaba en ese momento, al tener a Thor retirándose sus ropas de boda, para estar más cómodo. Podía notar sus músculos, su cabellera rojiza intensa caer por su espalda, le hizo sentir algunas cosquillas en el estómago.

— Lü Bu. — le llamó mirándolo, haciendo que el general le mirara de golpe. — ¿Pasa algo?

— Estaba pensando... en algunas cosas que mencionaron mis hermanos sobre hoy. — respondió el chino, frunciendo el ceño.

— ¿Y eso es?

— Una noche de bodas es donde dos personas que se aman, comparten un momento íntimo. — respondió. — Eso aprendí, pero, nosotros, ¿nosotros nos amamos?

— ... No. — respondió Thor acercándose. — Al menos no aún.

— ¿Cómo sabes?

— Cuando amas a alguien, no tienes esa duda en la cabeza. Solo lo sientes. — comentó Thor, tomando las manos de su general, dando una muy tenue sonrisa. — Pero, eso no quiere decir que no quiera hacer que me ames.

— Esto es solo un matrimonio arreglado.

— Un matrimonio arreglado para ti, una oportunidad de tenerte para mí. — comentó el nórdico, poniéndose en cuclillas frente al general sentado en la cama. — Desde la primera vez que detuviste un golpe de Mjölnir sin problemas, lo supe, no por tu fuerza, sino porque nos complementamos demasiado bien. Quiero seguir explorando ese sentimiento, quiero entender que hace que nos complementemos tan bien.

— Tal vez porque tenemos gustos similares. — confesó el ex general.

— Tal vez. — respondió Thor.

No se dijeron mucho, pero, el nórdico no quería esperar más tiempo en esa brecha que los separaba, sabía que su general nunca daría el primer paso, así que él lo haría. Se acercó lento, como si estuviera cazando al chino, viendo las reacciones de este al acercamiento. Pudo notar como Lü Bu se había hecho hacia atrás, recostándose un poco en la cama, cosa que el nórdico no desaprovechó, y se acercó más hasta estar a centímetros del rostro del gran Lü Bu y besarle.

Al principio, sintió que recibiría un puñetazo. Una cosa era besarse en la ceremonia de manera rápida para sellar la unión, y otra era en ese momento, en su intimidad, sin ninguna mirada haciendo presión social, sin un deber que tuvieran que cumplir, solo ellos dos. Así que un puñetazo que le sacara el alma era lo que esperaba, pero este no llegó.

El general le correspondía, y eso le dio luz verde al nórdico de apasionar el beso un poco más, besándole más profundo como pudiera.

— Abre la boca. — demandó el dios, ante la mirada nerviosa del humano. — Confía en mí.

— No me hagas nada extraño. — replicó Lü Bu, obedeciendo al nórdico.

— A ti, nunca.

El beso fue lento, incluso cuando los deseos del dios nórdico estaban a flor de piel, fue lento. Poco a poco introducía su lengua en la boca ajena, apropiándose del espacio, sintiendo los leves jadeos del general mientras sus lenguas hacían una danza que poco a poco iba tomando forma. Sus manos se deslizaban lentamente por las curvas de Housen, acariciando ese fuerte pecho, esa pequeña cintura, ese abdomen marcado, todo.

Se estaba deleitando con los jadeos y gemidos entre besos que daba su general, se estaba volviendo loco de ello, quería grabarse esos sonidos siempre en su memoria.

Llegó un punto donde no estaba siendo consciente de sus movimientos, seguía su instinto de deseo carnal. No se dio cuenta de lo mucho que succionaba los pezones de su general, o el deseo desorbitante que ponía al desnudarlo, quería tanto tener su cuerpo tan cerca del humano, que fueron las manos de Lü Bu quien lo paró.

— Espera, me siento extraño. — dijo jadeante el ex general.

Thor alzó la mirada para ver el rostro de Lü Bu, y tuvo que usar toda su fuerza de voluntad para no comérselo. Allí estaba el rostro de su general, con un sonrojo rojo carmesí, con algunas lágrimas y un hilo de saliva cayendo por sus labios, extasiado de todos los besos y toques que el dios le había dado. Se la había pasado gimiendo y jadeando ante los toques de Thor, sin saber cómo responder.

— Lü Bu...

— No mires. — dijo avergonzado el general, haciendo el gesto más adorable que haya visto Thor, al cubrirse con sus manos su entrepierna, incluso cuando tenía el pantalón aún puesto.

— Me vas a matar. — suspiró Thor tratando de reprimirse, pero esos rayos que salían un poco de su cabeza, delataban su estado. — Solo quiero tomarte.

— No estoy listo. — dijo Lü Bu.

— Lo sé, lo haremos solo hasta que tú quieras. — respondió el nórdico. — Estoy peor que tú, ¿sabes?

Antes de que el general preguntara a que se refería Thor, este se levantó un poco de encima de Lü Bu, dejando ver ese bulto entre sus piernas, y lo doloroso que se veía apretado y queriendo escapar de sus pantalones. El chino sintió un deseo en el vientre, un cosquilleo para al final apartar la mirada.

— Besémonos de nuevo, eso me gusta.

— Lo que tú mandes, lo haré.

Y así entre besos y dulces palabras, ambos pasaron la noche. El dios quería disfrutar de las dulces reacciones de su humano, y el humano, comprender más sus sentimientos hacia este dios.

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Cuando ingresaron en la habitación, Nikola Tesla soltó la mano de Beelzebub para correr a ver lo que habían dejado en la cama. Una caja de color rojo estaba allí, con una pequeña nota en ella. Por supuesto para el científico esto le pareció interesante, así que tomó la nota en lo que el dios maldito se retiraba su saco y ponía llave a la puerta.

— ¿Qué dice? — preguntó Beelzebub al ver la mirada ansiosa de Nikola esperando a que le preguntara.

"Feliz noche de bodas. — Asmodeo." solo dice eso. — comentó el humano con una sonrisa.

— Tira esa caja a la basura.

— ¿Por qué? — Por supuesto que el dios debió preverlo, Tesla no le haría caso y abriría la caja.

Apenas volteó, vio a Tesla mirar la diferente lencería, tomar los consoladores, dildos, condones, lubricantes, todo lo que se necesite para una noche sexual en esa maldita caja. Y no sabía que le molestaba más, que Asmodeo haya dejado una cosa así en su habitación, o que Tesla no parezca ni inmutado ante todas esas cosas, solo estaba curioso de ver todo lo que había, eso era todo.

El humano sujetó uno de los dildos, encendiéndolo, mirando su funcionamiento para después sonreír mirando al dios.

— Esto en definitiva puede construirse de una mejor forma. — comentó el científico. — El motor es muy pequeño, aunque las vibraciones son buenas en la punta, no da lo suficiente a lo largo de él, el placer que puede dar es limitado si lo usa un principiante.

— ¿Sabes mucho de eso? ¿Has usado uno?

— Usé uno que inventé en Edison, le gustó, el mío tiene mejor diseño, todo gracias a la ciencia y la capacidad que le puedo dar a un invento. — y esa maldita sonrisa apareció de nuevo en el rostro del humano.

— Ah, ya veo.

El dios no quería escucharlo más, este día había sido demasiado surreal. Antes de cruzar a su habitación, Tesla actuaba como un hombre enamorado, atendiéndolo en todo, mostrando genuino interés por él, pero, en el momento en que están solos, lo ignora por completo, le interesan más sus inventos y ciencia que prestarle atención. Y no entendía porque eso le molestaba. ¿No era eso lo que quería? Que el humano actuara como un buen esposo y que cuando estuvieran solos lo dejara en paz, eso le había dicho al chico, y él seguía al pie de la letra la instrucción.

"Momento..." pensó Beelzebub mirando de reojo al humano que retiraba su saco, y quitaba la leve corona negra de su cabeza. Tesla estaba siguiendo sus instrucciones de este matrimonio falso, siguiéndolo al pie de la letra porque no quería molestar a Beelzebub, ya que quería ser un buen chico en lo que restaba de este falso matrimonio, al igual como agradecimiento por darle un laboratorio y un cuarto donde descansar.

— Nikola. — dijo el dios maldito mirándolo.

— ¿Si?

— Es nuestra noche de bodas.

— Lo sé. — respondió el humano. — ¿Puedo ir al laboratorio a...

— Tengamos sexo.

El humano sonrió confundido, parpadeando muchas veces ante lo pedido por el dios. "¿Había dicho sexo?" se preguntaba en sus adentros mientras trataba de procesar ese mensaje. No sabía en absoluto que decir ante esa propuesta.

— ¿Disculpa?

— Tengamos sexo.

— Ya no estamos en público. — dijo Nikola con una sonrisa un poco incómoda.

— ¿Quieres hacerlo en público?

— No me refiero a eso, quiero decir, no necesitamos fingir que somos una pareja. Ya no hay necesidad si estamos solos.

— Oh, es interesante. — dijo el dios sujetando su mentón. — Un científico que no tiene curiosidad por algo, al parecer me equivoqué contigo.

— ¿Disculpa?

— Pensé que te interesaría experimentar un poco, ¿sabes? "¿Cómo es el sexo con los dioses?" Algo así, pensé que querías conocer todo, y demostrar con ciencia todo lo que no conoces, así que pensé que incluso con un tema tan burdo como el sexo te verías interesado, pero ya me he dado cuenta que me he equivocado.

— ¿Estoy percibiendo acaso un poco de condescendencia en tu tono?

— Es solo que, pensé que eras un buen científico, es todo.

— Soy un absoluto científico, de los mejores de mi clase, me interesa todo. — comentó Nikola mirándolo. — Bien, hagámoslo.

— Bueno, si quieres que te enseñe podemos...

No pudo terminar la frase, no pudo hacerlo, cuando menos se dio cuenta, tenía los labios del científico sobre él. Si, sabía que él mismo había provocado eso, sabía que había herido el ego del amante de la ciencia para verlo reaccionar, y ahora estaba siendo besado por él, sintiendo como toma el control de su propia boca. ¿Cómo es qué puede besar tan bien alguien que no le interesa el sexo?

Y no solo eso, que lo tenga con las piernas temblando, mientras apasiona el beso, sujetándolo firme de la cintura, pegándolo a él con fuerza, sin darle un respiro. Ni siquiera se dio cuenta cuando lo arrojó a la cama, y entre caricias y besos, entre ese jodido sentimiento exquisito de sentir su cuerpo siendo tomado, poco a poco le fueron desnudando, quitándole las prendas, hasta dejarlo completamente desnudo ante el humano.

— Lindo tatuaje. — comentó Nikola mirándole el pecho, viendo la marca que le dejó Lilith.

— No es un... ah, no es un tatuaje es...

— No me interesa. — respondió el científico, tomando objetos de la caja. — Al menos no por el momento, estoy realizando un experimento ahora, cuéntame todo de ello cuando acabemos esto y obtenga resultados factibles para mi investigación.

— ¿Eh?

Y no pudo decir más, cuando una mordaza con bola negra fue a parar a su boca, siendo apretada, impidiéndole hablar. Solo pudo morder esa bola de silicona, era suave y no le lastimaba, pero se sentía vulnerable al no poder hablar. Y no paró allí, por donde la mano del científico pasaba, algo nuevo era puesto en su cuerpo. Por ejemplo, cuando besó y mordió su cuello, haciéndole sacar un gemido agudo, dejándole una marca rojiza, cerca de sangrar, Nikola Tesla colocó un lindo chocker en ella, que tenía un dije rojo de corazón al frente.

Después cuando besaba su cuerpo, hasta hacerlo arquearse de placer, pudo sentir las cuerdas rojizas deslizándose en él, el fino roce de ellas en su piel que sufría espasmos, ya que no solo era amordazado, era besado y acariciado para que fuera tan sumiso que no pudiera intentar huir, haciendo que su mente se perdiera solamente en el placer y nada más.

Tenía sus manos por detrás de su espalda, y cuerdas recorriéndole el cuerpo, amarrado de tal forma que sus piernas no podían cerrarse, y aunque no estaba incómodo, no podía zafarse del agarre. Pero eso no era nada para un dios, podía zafarse, pero el placer lo había atontado, solo habían sido besos y ya sentía el orgasmo llegar solo por ellos.

Y entonces una nueva oleada llegó.

El científico lamía y besaba uno de sus pezones, mordisqueándolo muy leve sacándole gritos ahogados al dios, para después colocar una pequeña ventosa en cada pezón que hacían el trabajo de succionar, pero, aún no estaban encendidos.

— ¡Hmm!

— La teoría que vamos a comprobar hoy es muy simple. — comentó Nikola, acariciándole el miembro al dios, viendo como este se retorcía, y comenzaba a colocar anillos vibradores en su miembro. — ¿Realmente los dioses hicieron a los humanos a su semejanza? Y si es así, ¿Eso quiere decir que tienen los mismos puntos de placer?

— ¡HMMG! — el rostro de Beelzebub era un poema, era suficiente, no iba a dejar que este loco científico siguiera jugando con su cuerpo.

— Hay un pequeño subíndice a esa teoría fundamental que he pensado solo para ti. — comentó el científico, comenzando a desnudarse. — Para protegerme te he atado, pero, me he preguntado. ¿Se podrá reprimir a Satanás en ti si te estas muriendo de placer?

Antes de que Beelzebub se liberara con su fuerza, Nikola Tesla apretó un botón encendiendo los aparatos, viendo como en automático el cuerpo del dios maldito se arqueo de placer soltando un fuerte grito ahogado. Podía ver sus pezones tornarse rojizos, en como su abdomen subía y bajaba de jadeos incesantes. En como su miembro se erectaba aún más de lo que estaba después de esos besos, como se movía mientras el dios maldito apenas podía controlar sus quejidos de placer.

— Interesante. — dijo el científico mirándolo. — Tus reacciones son parecidas a las de Edison, pero son muy diferentes a la de la concubina de Qin. Tal vez sea porque el clítoris de las mujeres es multiorgásmico y tiene mejores terminaciones nerviosas. Si quiero igualar ese placer, tal vez debería comenzar aquí. Preparar tu próstata con mis dedos.

Fue tortuoso, no solo era el placer dado en cada parte sensible de su cuerpo, sino era sentir los dedos del científico, acariciando con delicadeza su entrada, utilizando el estúpido lubricante que Asmodeo dejó para él, y viendo como le invadía un dedo. Tembló al sentir esa caricia, en como algo ajeno se introducía en su interior, en cómo no metía el dedo por meterlo, el científico estaba buscando en específico un punto, y aunque el dios tratara de moverse para apartarlo, era muy tarde, ya que ese gemido ahogado que soltó, y la mordida a esa bola de silicona le dio al humano la confirmación que necesitaba.

Un segundo dedo fue introducido a su estreches, mientras sin pensarlo, podía sentir la lengua del científico recorrer su anillo. Era tortuoso muy tortuoso, las maquinas, mientras el humano le devoraba la entrada, embistiéndolo con sus dedos justo en su próstata. El primer chorro de semen salió, corriéndose en un fuerte gemido, con las piernas temblorosas y la piel algo irritada por las cuerdas sujetándolo en su lugar.

Podía sentir su propia semilla en su abdomen resbalar, mientras el científico apagaba los aparatos, viendo como el cuerpo de su ahora esposo sufría deliciosos espasmos tras el orgasmo provocado.

— Tu interior apretó mucho mis dedos, creo que estas lo suficientemente abierto para lo siguiente. — sonrió el humano. — E incluso con esos ojos... no me vas a hacer creer en ti.

Beelzebub no entendía a qué se refería el hombre, pero no importaba, pudo sentir el tirón en su cintura, mientras tenía a primera vista el cuerpo desnudo del humano. Tan alto, tan bien trabajado, tan sensual con esos rizos alborotados, con esa mirada verde agua, con ese rostro tan atractivo. Y qué decir del camino que lleva de su abdomen al pubis, donde era la primera vez que veía una reacción no robótica del científico, al notar la erección de este, que comenzaba a frotarse entre sus nalgas, donde vertía aún más lubricante.

— ¡HMMPH!

— Descuida, no voy a lastimarte. — dijo el humano. — ¿Es solo sexo, no?

— ¡HMMM!

— Si es solo sexo, entonces tengo que acabar esto hasta el final, para poder sacar mis conclusiones y dejarte descansar, Satanás.

Y fue eso lo que lo distrajo un poco cuando pudo sentir una embestida certera contra él. No fue tan profunda, el humano no lo había metido a fondo, pero si lo había hecho arquearse en su totalidad, soltando un fuerte grito, mordiendo la silicona de la mordaza, clavando los colmillos, entre lágrimas y saliva, miró al humano que le miraba de vuelta, poniendo frente a su rostro un pequeño aparato, era un botón, y no solo era eso, era el botón de los juguetes sexuales.

Y el maldito lo hizo, apretó el botón y la habitación se obscureció, el orgasmo había llegado de nuevo, pero esta vez estaba siendo torturado con embestidas mientras se corría nuevamente, ya sin nada en la cabeza más que la capacidad de gemir y correrse. Nunca había sentido tanto placer de esa forma, de que su cuerpo fuera capaz de ello, y fue entonces cuando lo entendió, al mirar un poco a un pequeño espejo de cuerpo completo, y mirar su rostro en éxtasis, notando esos ojos negros en él, en como sus brazos y piernas se habían cubierto de negro, en como el cuarto se había tornado más obscuro.

"Satanás" ... se vio a sí mismo, al sujeto que solo salía para matar, para destruir todo lo que ama, ahora estaba amordazado y gimiendo, siendo embestido con fuerza, provocándole placer que no había sentido, sintiendo que estaba a punto de desmayarse de todas las sensaciones.

El humano no tenía miedo, ni le daba tregua, le embestía con potencia, a fondo, sin temor de tener un dios maldito entre sus manos, sin temor a nada, jadeando y cogiéndoselo a un nivel que no pensó que alguien podría hacerlo. Solo Hades podía tomarlo, eso era algo obvio, pero de pronto había llegado este humano con esa estúpida sonrisa y su amor por la ciencia, donde la única razón por la que lo estaba llevando al cielo de placer era porque era parte de un experimento.

— ¡HNGH!

— Déjame escucharte. — dijo el humano retirándole la mordaza de su boca.

Los gritos y gemidos podían escucharse en toda la habitación y pasillos del hogar del dios. Podía escucharse la cama golpear con fuerza contra la pared, podía ver al científico apretar sus caderas mientras embestía con más fuerza y ritmo, pasando una mano por su cabello, retirándoselo del rostro, haciendo una vista exquisita para el demonio.

Ya no podía controlarlo, cuando menos se dio cuenta, acabó por correrse de nuevo, prácticamente perdiendo el conocimiento en ese momento. Sintiéndose sin energías y solo quedar desmayado en la cama.

Nikola Tesla paró las embestidas, al igual que paró los juguetes.

— ¿Beelzebub? — dijo el humano dándole palmaditas en el rostro. — Oh... bueno en termino de placer, los dioses y humanos son lo mismo. Q.E.D.

Con delicadeza, comenzó a liberar al dios de los juguetes, al igual que de las cuerdas, también le metió en la cama, dejándolo descansar, mirando de reojo el rostro dormido de su ahora esposo. Por un momento, la mano derecha de Tesla se estiró, acariciando ese bello rostro, pero acabo por retirarla.

— ¿Qué estoy pensando? Esto es falso, solo un experimento social.

Miró su entrepierna, y suspiró, acabando por ir al baño a descargar lo que no pudo hacer dentro del cuerpo de Beelzebub, una vez satisfecho, se dio un baño, y una vez limpio, se puso ropa cómoda para ir directo al laboratorio. No iba a perder la oportunidad de anotar esto en sus investigaciones. Prácticamente había tenido a Satanás en sus brazos, y no le había matado, entonces... entonces...

— Parece que sufre de esquizofrenia o doble personalidad, más que realmente estar maldito. — rio Tesla anotando en sus libros. — Bueno sigamos con la investigación, ¿cómo iluminar de mejor forma a la humanidad?

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Había sido un camino serio de regreso a la habitación, una vez allí, el dios de los mares puso seguro a la puerta para después mirar al humano quien retiraba los adornos de su cabello, dejando caer algunas lágrimas. Cosa que le pareció normal, después de lo que había ocurrido, Kojiro no había podido dejar salir sus emociones, solo se había dedicado a sonreír y seguir disfrutando la fiesta. Pero en definitiva le estaba fastidiando ver a su humano en ese estado.

"¿Qué mierda se supone que haga? No me interesan tus lagrimas por otro hombre." Eso en definitiva quería gritarlo, pero no, al menos había prometido no arruinarlo, se lo había prometido a Hades.

Retiró su corona de su cabeza y de nuevo se puso a reflexionar. "¿Por qué diablos estaba con este humano? ¿Por qué le había elegido?" Ni siquiera se parecía al Kojiro que había conocido, no tenía ese bello cabello gris, no tenía ese cuerpo trabajado de miles de batallas, no tenía ese rostro maduro, ahora el Kojiro que tenía a su lado era joven, tal vez 26, 27 años. Tenía el cabello negro, liso y largo, ese rostro tan bello y definido, juvenil, ese cuerpo, dios el cuerpo, en definitiva, no había cambiado mucho de su versión madura.

Pero no era eso lo que le atraía de él.

Momento, ¿había dicho "atraer? ¿Le atraía ese humano?

¿Qué le atraía de él?

Posiblemente, si siguiera las palabras de Hades, fue porque era el primer idiota que le respondía, que no se intimidaba, que estaba listo para matarlo. El primer humano que lo había obligado a mirarle, el primero que le había hecho sonreír, el primero que le había tocado y el primero que le había incluso lastimado y hecho trizas, le agradecía por hacerlo crecer.

Un maldito hijo de puta, que podía con su temperamento, ese era Sasaki Kojiro.

— Kojiro. — dijo Poseidón mirándolo. — Debes dejar de llorar porque...

No pudo acabar su burdo consejo, cuando se dio cuenta el humano se había lanzado a sus labios. Le estaba besando y el dios rápidamente le besó de vuelta, sintiendo como poco a poco los brazos del humano se enredaban alrededor de su cuello. Los besos del humano eran torpes y desesperados, cosa que hizo que el dios lo apartara por un momento y viera ese rostro entre lágrimas.

— Ah, lo siento, mis hermanos dijeron que me haría sentir mejor. — comentó el japonés soltando a Poseidón.

— ¿Por qué dejas que te destruya algo inferior a ti? — preguntó el dios, sosteniéndole de los hombros.

— ¿Eh?

— El humano nunca iba a corresponderte, estuvieras casado o no, no llores por pequeñeces. — respondió el dios. — ¿Eres un samurái, no?

— Lo soy.

— ¿Por qué diablos riegas lágrimas en tu espada, cuando debería ser sangre? Piensa, idiota. — eso ultimo no quería decirlo, pero se le había salido, ya no podía retractarse.

Para el humano, el rostro de Poseidón como si quisiera apoyarlo fue muy gracioso. Solo pudo acabar por reír limpiándose sus lágrimas, para después acariciar esos bellos mechones rubios del cabello de su esposo. No sabía si era como lo trataba, o lo gracioso que es sin intención, pero ese comentario le había relajado.

— ¿Manchada de sangre? ¿Piensas que todos los samuráis se la pasan matando gente?

— ¿Para qué más usarían una espada?

— La cosa es volverse fuerte para proteger y defender, no para atacar. — sonrió Kojiro. — Pero gracias, me hiciste reír hoy.

— Solo deja de llorar, es vergonzoso. — respondió el dios retirando su capa.

— Si, si, si, lo que digas.

Kojiro había comenzado a desvestirse, quitándose gran parte de las telas que lo cubrían, y eso estaba siendo peligroso. Porque la mirada azul le seguía cada movimiento. Como desataba su cabello, dejando correr ese fino y lacio cabello por su cuerpo, en como retiraba las joyas, dejando ver su piel morena y tersa, en como las capas de tela caían, y podía apreciar esas piernas perfectas, podía dar un vistazo a ese pecho y torso trabajado, ya que lo que sostenía la tela que le quedaba, era esa especie de faja en la cintura, común en los kimonos.

Kojiro acarició su cabeza, como si se relajara de ya no traer la coleta, suspirando, hasta abrir los ojos y sentir al dios justo detrás de él.

— ¿Qué te habían comentado tus hermanos que hicieras conmigo?

— Ellos dijeron que... debería disfrutar mi noche de bodas y olvidar a Musashi. — respondió con inocencia Kojiro, viendo a su esposo a través del espejo del tocador.

— ¿Y tú que pensabas de ello? —preguntó Poseidón.

Un sentimiento de incomodidad recorrió la espalda del japonés. Poseidón ni siquiera le había tocado, pero sus palabras parecían que sí. Solo estaba detrás de él, ni siquiera tan cerca para tocarle, pero sintió la necesidad de cubrir su cuerpo. Se cruzó de brazos, cerrando un poco la tela de su pecho, como si quisiera dejar de mostrar su torso.

— No se me hace buena idea. — respondió Kojiro desviando la mirada. — No quiero dar mi cuerpo a una persona que apenas conozco.

"Deberías callarte y solo empinarte frente a mí, y dejar que te tome." Se gritaba a si mismo Poseidón en sus adentros. Esto era ridículo, ¿por qué diablos no estaba reclamando a este maldito humano? Debería ya inseminarlo y sacarle la mayoría de hijos que pudiera. Pero no, Hades estaba aferrado a ganarles de una manera mental, y no quería decepcionarlo, ya ni siquiera era por su hermano, su orgullo estaba en juego después de lo mencionado por Hades.

— ¿Y besarme de repente es correcto? — comentó el dios, gritándose por dentro del tono tan relajado con la que estaba hablando. — Tú si puedes besarme y tocarme cuando quieras, pero, yo no puedo acercarme en absoluto a ti. ¿No crees que eres injusto, idio... Kojiro?

— ¿Eh?

— Me tratas como tu alivio sentimental. Ni siquiera somos amigos y me convertiste de una retorcida forma en tu apoyo emocional. No me molestaría, pero ni siquiera quieres que nos conozcamos. Entonces, ¿quién está usando a quién?

El rostro de sorpresa del japonés llegó, al igual que el de vergüenza, donde ante la mirada de Poseidón, hizo una reverencia rápidamente ante el dios. Avergonzado y sintiéndose culpable de la situación.

— Me disculpo, he actuado de una manera egoísta, te he estado usando cuando tú has sido amable conmigo. Me disculpo mucho. Por favor, déjame compensártelo, si quiero que nos llevemos bien.

Poseidón sonrió, el humano estaba reverenciándolo y pidiendo perdón, si, le quedaba mejor hacer eso. Tal vez Hades no se había equivocado con esto de "manipularlos" de la mejor forma, de una forma que no lo vean venir, que ellos solos se vayan enredando poco a poco con los dioses, a tal punto, que, si llegaran a descubrir algo, ya no puedan huir.

— Escoria. — susurró para si Poseidón.

— ¿Poseidón? — preguntó Sasaki alzando la mirada, viendo la fría mirada del dios cruzarse con la suya.

— Idiota. — dijo el dios.

Antes de que Kojiro se quejara, el dios le jaló el mentón para besarle, jalando por completo su cuerpo con él después de unos segundos, llevándolo a la cama. No sabía si funcionaría, pero, el humano le había dicho algo antes. "Creo que soy masoquista." Y tenía sentido esa declaración, a Kojiro le dieron paliza tras paliza y el sujeto se ponía feliz por ello, lo dejaron hecho polvo y se levantaba con tremenda sonrisa que era algo raro pensar que no lo fuera.

Entonces, había que aprovechar esa cualidad, y que mejor del dios que le gusta humillar a los demás.

Pero también estaba ese otro lado de Kojiro, el que luchaba con él entre besos, y poco a poco quería tomar el control. El dios estaba disfrutando esos pequeños jadeos ahogados mientras seguía introduciendo su lengua en la boca del japonés. Disfrutaba los jaloneos que poco a poco perdieron fuerza por como su lengua debilitaba al humano, cosa que el dios aprovechaba para deslizar sus manos por ese pecho, sacándole un gemido al japonés. Gustoso ante dicho sonido, apartó la tela, para descubrir por completo dicho lugar, dejando mordidas en el camino, viendo lo hermoso que se ven sus marcas en la piel del humano.

Se estaba deleitando de esas largas piernas, besándolas y acariciándolas, dejando besos en los muslos, sintiendo en sus labios la piel del japonés estremecerse, hasta que sintió un tirón de cabello del humano.

— Para... por favor. — dijo Sasaki Kojiro.

El plan era humillarlo, pero, esa expresión, el rostro de Kojiro en la blanca almohada, su cabello cayendo por todos lados, ese sonrojo, esas lágrimas en esa mirada marrón, esos rasgos tan finos que parecía una doncella, ese cuerpo, dios el cuerpo con marcas de él, esos pezones erectos, y ese leve bulto comenzando a endurecerse después de unos besos e insultos, de leves golpes y jadeos.

— Tu rostro no refleja ese deseo.

— Para, idiota.

Y allí estaba, ese ceño fruncido, esa expresión como si quisiera matarlo, allí estaba, por dentro, aquel hijo de puta que lo miró a los ojos por primera vez, sí, allí estaba el Kojiro que lo volvía loco, el que mencionó Hades que no podía sacarse de la cabeza, justo allí, ese era el Kojiro que le encantaba, aquel que nunca bajaría la mirada ante su presencia.

"Mi reina..." pensó el dios de los mares, lanzándose a sus labios, volviendo a dejar sin aliento al humano, siendo más atrevido, comenzando a masajear el bulto ya erecto del japonés, feliz de haber logrado dicha hazaña. Por supuesto, Kojiro acabó por empujarle, pero, el dios no lo soltaría tan fácil, se deslizó hacia abajo, dejándole un beso en el vientre al samurái, haciendo que este se estremeciera.

"Sensible, tan sensible..." Pensó ya loco con deseo el dios de los mares, deslizándose hasta llegar a lo que quería, besando la punta del miembro de Kojiro, escuchando un gemido perfecto por parte del humano que le sujetó el cabello al dios quedando sentado de golpe, queriendo apartarlo.

— ¡No!

— Relájate y suelta mi cabello, idiota, te ayudaré a relajarte.

— ¡No! ¡Suéltame!

— No voy a follarte, solo relájate.

Incluso ante las negativas, Poseidón metió la punta del miembro de Kojiro a su boca, chupándola con delicadeza, haciendo que este gimiera apretando los mechones de la cabeza de Poseidón con fuerza. El dios tuvo que intervenir, haciendo que Kojiro le soltara y dándole un pequeño cojín para abrazar, que el japonés acepto en medio de su mente atontada en ese momento, por las descargas eléctricas en su cuerpo al sentir la lengua de Poseidón en su miembro.

Entonces siguió engulléndolo, de arriba abajo, sintiendo el sabor del humano, escuchando los gemidos y quejidos que este trataba de reprimir ante tal acto. Lamía de la punta a la base, incluso se aventuró por acariciarle los testículos al humano, que soltó un jadeo de sorpresa ante el toque, dejándose caer en la cama, apretando el cojín más contra su pecho. No sabía qué diablos tenía el humano, pero era tan erótico escuchar sus reacciones, podía seguir chupando a lo largo, ver como su vientre se estremecía, como incluso movía las caderas, dando leves embestidas contra su boca, de manera inconsciente estaba disfrutando demasiado eso.

Y fue allí donde el sentido de Poseidón regresó a su cabeza.

"¿Por qué diablos estaba chupándosela a Kojiro?" se gritó de manera interna, pero sin detenerse, su boca había tomado la decisión de seguir. "¿Por qué no podía parar?" Nunca en su vida le había hecho sexo oral a nadie, ya que nunca nadie sería digno para que lo hiciera agachar la cabeza, o que simplemente le pudiera hacer un favor, pero ahora estaba entre las piernas de ese humano, chupando con ganas su falo, mientras le acariciaba ese abdomen y piernas, escuchando los jadeos incesantes de su ahora esposo.

Y cuando su orgullo se sentía por los suelos, algo más sacudió su ego, porque pudo sentir un sabor salado en su boca de golpe, y escuchar el gemido del japonés ocultando su rostro en la almohada. Se apartó solo para recibir un disparo de semen en el rostro, y ahora no solo se había dejado llevar, se había convertido en la puta de Kojiro en ese preciso instante.

"Maldito humano, como te atreves a hacer eso en mi rostro." Quería gritarle, pero solo acabó por limpiarse, y escupir el semen en su boca. Estaba rojo, no sabía si de coraje o de otra cosa, pero le dio vuelta al japonés, mirando como la tela aun cubría lo que quería ver. Por lo tanto, la rasgó mirando ese bello trasero trabajado y redondo, que rápidamente Kojiro cubrió.

— ¡No!

— No te muevas.

— Dije que no, idiota.

No lo vio venir, el cómo Kojiro tenía su tridente de golpe a centímetros de su rostro, podía ver el filo de este, podía ver la mirada asesina del samurái, la misma que le dio antes de asesinarlo. El dios tragó saliva mirando esos ojos marrones que le cazaban, que sabía que no había ningún movimiento que Kojiro no fuera a predecir, así que era inútil pelear con él, más cuando tiene el arma en sus manos, y sí, ahora no puede matarlo por la unión, pero, si los humanos descubren tan pronto eso, podría arruinar todos los planes.

— Es doloroso. — dijo el dios sin apartar la mirada del humano. — Solo quería usar tus muslos.

— ¿Eh?

Con los ojos Poseidón bajo por un momento la mirada para devolverla a Kojiro. A lo que el japonés entendió que debía mirar abajo, donde si, vio un bulto enorme entre las piernas del dios, haciéndolo sonrojar, cometiendo un error al apartar la mirada, haciendo que el dios, aunque no le quitó el arma, si la alejó de su rostro, acercándose a Kojiro.

— Dijiste que no querías hacerlo con alguien que apenas conocías. — comentó Poseidón. — No lo haremos, confía en mi esta vez.

— Me harás cosas extrañas, tonto.

— Prometo que no, solo quiero frotarme aquí. — respondió el dios, señalando sus piernas.

Kojiro en ese momento, al ver la sonrisa media del dios, viendo esos ojos azules tan profundos, esa belleza sin medida, sentía que estaba cayendo en una enredadera puesta por un depredador. Todo su instinto sabía que no debía jugar entre los dientes de un tiburón, que el mar es traicionero, es calmo y hermoso, pero una vez sumergido en sus aguas, te llevará al abismo.

Él lo sabía, siempre le había tenido cierto miedo al mar por lo mismo, pero, por alguna razón, acabó por asentir, encantado en el bello rostro del dios, quien le tumbó en la cama, y aunque no abusó de él, sintió que estaba cayendo en lo profundo.

Pero, él sabía cómo lidiar con problemas tan profundos como el mar. No lo vencería, ganaría contra él.

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Un juego de ajedrez demuestra la capacidad mental, la capacidad de reacción y la capacidad de improvisar de la mejor forma ante cada movimiento. Esas facultades eran difíciles encontrar en personas, no era algo con lo que nacieras naturalmente, por instinto quizás las tenías, pero tenías que trabajarlas para hacerlas perfectas.

Eso le atraía demasiado al dios Hades.

Después del Ragnarök, no fue sorpresa que el dios del inframundo decidiera regresar las almas de los Einherjar como niños recién nacidos en el Edén. Manipular a Adam y Eva y hacerlos creer que todos eran descendientes directos de ellos. Eso fue porque necesitaba tiempo de pensar, el crecimiento de cada humano representaba un reloj de tiempo a lado de su tablero, tenía que adaptar cualquier cosa a las personalidades de los humanos y los dioses, y para ello necesitaba concentrarse día y noche.

— Solo obliguémoslos a estar con nosotros. — comentó Poseidón mirando a su hermano, que escribía notas y colocaba fotos de cada humano en un muro. — Hay que tenerlos a la fuerza como reinas y listo.

— No, eso es estúpido.

— Hades, en esto estoy con Poseidón. — comentó Zeus mirando a su hermano mayor. — Es lo más sencillo. Ya no tienen a las valkirias así que...

— ¡NO! — gritó el dios del inframundo sorprendiendo a sus hermanos.

— ¿Qué rayos estás planeando, hermano? — preguntó Adamas.

Su hermano había pasado días recolectando información de cada Einherjar, analizándolos desde bebés, viendo cada movimiento que hacían, estudiando sus personalidades, todo. Tenía que conocer muy bien a los otros jugadores si quería ganar.

— ¿Hablan de poseerlos? ¿Quieren posesión? — rio el dios del inframundo. — Eso es lo más estúpido que podemos hacer como dioses. Que no se les olvide como todos ellos lograron humillarnos, poseerlos solo sería darles una razón para odiarnos, para hacerlos fuertes, dándoles armas para enfrentarnos, nunca en la vida conseguiríamos nada, la posesión es estúpida, obligarlos a estar con nosotros es estúpido, tiene que ser bien pensado, tenemos que lograr lo contrario.

— ¿Y eso es? — preguntó Zeus.

— Que ellos rueguen estar con nosotros. — sonrió el mayor de los hermanos mirándolos. — Moviendo pieza por pieza, atacando sus debilidades sin que lo noten, complaciendo sus puntos frágiles, haciendo que bajen la guardia, manipulando con lentitud cada movimiento, para cuando sea el momento, hacer un jaque mate en su mente.

— ¿A qué te refieres?

— A que el juego se trata de moldearlos sin que lo noten, a tal punto que cadenas invisibles en sus cuerpos y mentes se pongan, y ya no puedan vivir sin nosotros. Que mejor humillación para aquellos que decidieron ser no creyentes, que, sin pensarlo, se volvieron devotos a los dioses por amor.

— Hades... — dijo Zeus. — ¿Estás seguro que es por venganza en honor a nosotros? ¿O es porque quieres a ese emperador a tu lado?

— ¿Qué? — dijo el dios del inframundo.

— Suenas igual a como sonabas al momento que conociste a Perséfone. — afirmó Adamas. — Pero ahora suenas peor. No tienes que vengarnos, si ese es el verdadero motivo.

— Tengo que, fallé en protegerlos, fue una tremenda humillación como hermano mayor, y después, llega otro dios de la muerte del nuevo mundo, y me humilla ante ustedes por segunda vez, y no solo con eso, los humilla a ustedes y los demás al llamarlos débiles y no divinos. No puedo aceptarlo, este juego se realizará, y garantizaré la victoria así sea lo último que haga. Por lo tanto, el primer paso se tiene que hacer en el momento que la mayoría de ellos maduren. Y el punto atacar será Adam.

Eso había dicho.

De eso se trataba el juego.

Pero ahora, al momento que Qin Shi Huang salió del baño, se quedó sin aliento al verlo vestido de nuevo con esa especie de túnica blanca, tan descarada, mostrando piel, mostrando esas caderas, mostrando y resaltando sus curvas de nuevo. Sin la venda, mostrando esos ojos con estrellas, mostrándole toda su belleza sin problemas. Le sonrió y esa sonrisa le hizo sentir las piernas débiles, más cuando el humano se acercó, deslizando lentamente sus manos por su abdomen, subiendo por su pecho, hasta quedar abrazándolo por el cuello, poniéndose de puntas para poder alcanzarlo mejor.

— Mi rey... ¿por qué tan serio? ¿Te he impresionado?

"Se fuerte, se fuerte, se fuerte." Se gritaba en sus adentros dando una dulce sonrisa. Esto tenía que ser lento, no podía dormir con Qin, era muy rápido, tenía que amarrarlo a él de otras formas antes de poder abrirle las piernas. Además, no podía bajar la guardia ahora, no después de el gran paso que había dado, tenía cosas que hacer para que todo saliera de acuerdo al plan.

— Luces hermoso, mi reina. — comentó Hades, poniendo sus manos en la cintura del humano, inclinando su rostro. — Le tengo lástima a los dioses que no pueden verte, pero, pensé que usarías este atuendo que me quita el aliento en la boda.

— Lo pensé, pero, mis padres iban a estar presentes, mis hermanos dijeron que no sería buena idea, y no quería provocarte una erección como ahora frente a todo el mundo. — dijo el humano mirando hacia abajo, y sin pudor, acariciando el bulto semierecto del dios del inframundo. — ¿Te gusto tanto?

— No creo que sea una buena idea mi reina, no tienes que complacerme, recuerda que todo esto es una farsa. — respondió Hades, apartando las manos de Qin, alejándose para darle la espalda, no podía creer que se había puesto un poco duro solo por mirarlo, tenía que huir ya de allí. — Creo que eres hermoso, pero no quiero que te sientas presionado solo porque es nuestra noche de bodas.

— Hades.

— ¿Si?

— Mírame.

El dios del inframundo miró como el humano deslizó la prenda blanca de su cuerpo, dejándolo desnudo frente a él. Podía notar esa belleza, esas curvas, esa piel tan blanca y besable, esas piernas que le gustaría tomar y estar entre ellas para toda la vida. Era ver algo más bendito que un dios, una total representación del deseo, sin quererlo o pensarlo, Qin tenía a Hades besándole sus pies con esa acción.

El rey del inframundo sintió que su tablero mental de ajedrez ahora tenía una enorme grieta, muy cerca de su propio rey, al momento que se abalanzó a los labios del emperador.

Le besaba con pasión, acercando el cuerpo de Qin a él, mientras el humano delicadamente le iba desnudando, entre suspiros y besos, acariciando el cuerpo de su ahora esposo. Estaba deseoso de Hades, incluso, ansioso, ya que era su primer hombre que llevaría a la cama, y que mejor que el dios que le interesaba tener cerca, que le había admirado de lejos, y que ahora estaba unido a él, por un matrimonio falso, sí, pero uno que le daría no solo la oportunidad de pasar tiempo con él, sino, que lo dejaría como rey del inframundo.

Era un ganar/ganar.

Sintió sus mejillas enrojecer cuando las prendas de Hades iban cayendo al suelo, y pudo notar ese pecho grande y bien esculpido, ese abdomen de dioses perfectamente trabajado, esos gruesos brazos que podrían apretarle el cuello y él diría gracias. Quería más, mucho más, no tenía suficiente de él, menos cuando las manos de Hades se deslizaron de su cintura a su trasero, estrujándolo y apretándolo, sacándole un leve grito de sorpresa, adoraba que su cuerpo parecía a la medida del rey del inframundo.

Desabrochó el pantalón de Hades, bajándolo, también la ropa interior, mientras el dios cedía retirándolos junto todo lo demás, hasta quedar desnudo frente a su rey, siguiendo esos besos que parecían fuente de vida al sentir la suavidad de los labios del humano. Poco a poco lo llevó a la cama, recostándolo, posicionándose rápido entre esas piernas dulces y llenas de lujuria, frotando su cuerpo contra el de menor estatura, escuchando los suaves jadeos y gemidos de esta maravillosa creación como lo es Qin.

Deslizó su lengua por su cuello, besándolo con firmeza, queriendo dejar todas sus huellas en él, así en el momento que alguien mirara a Qin, sabrían que solo le pertenece a él, solo a él, y eso nunca cambiará. Mordía sin pudor su pecho, jugando con las tetillas del emperador, viéndolo reaccionar al sentir las manos del chino recorrer su cabellera, rasguñándole los hombros o brazos al sentir esas descargas de placer que la lengua del rey de Helheim le dejaba.

— ¡Hades!

Los besos por su abdomen lo volvían loco, sentir esos labios que querían poseerlo lo hacían sentir como lo más deseable de la existencia, le encantaba ese sentimiento. Más cuando sentía los besos seguir deslizándose, besándole el vientre, el pubis, y más allá. Pensó que sentiría una mamada, le encantaban los orales, pero no espero que el rey le abriera más las piernas y lo jalara un poco más hacia él, para abrirle las nalgas y comenzar a lamer con deseo su anillo.

— ¡AHH!

Esa sensación lo había tomado por sorpresa, sintiéndose avergonzado, un golpe en el ego de su hombría, pero no importaba, no cuando se sentía tan bien la lengua del rey devorándolo. Sentía vergüenza al ver como sus piernas temblaban ante la lengua del dios, más cuando este en algunas ocasiones unía esa mirada violeta con la del humano y hacia que este gimiera más alto, Hades lo estaba volviendo loco, no solo en cuerpo, sino en mente y alma, sentía que no había nada que el Rey del inframundo no quisiera tomar como propio en ese momento.

— ¡Ah! Hades, más, dios, ¡más!

Soltó un grito arqueándose un poco al sentir un par de dedos comenzando a ingresar en él, mientras seguían devorándolo sin más, sin vergüenza, enseñándole a su cuerpo que solo le pertenece a ese dios. Había estado practicando con uno de los dildos creados por Tesla, no quería ser un estúpido virgen anal, si iba a hacerlo con Hades quería ya pasar esa barrera y tener un cuerpo listo para recibirle, así que había practicado antes, pero, le diría a su hermano que lo disculpara después, pero las manos, lengua, toques, todo de Hades se sentía mil veces mejor que su invento.

Era una tortura de placer, ingresaba otro dedo, mientras la mano libre del rey del inframundo comenzaba a masajearle el miembro, presionando la uretra, haciéndolo soltar más presemen que nada. Ahora solo era un desastre de gemidos, mientras le seguían devorando sin parar, hasta que no pudo más, y sintió vergüenza de correrse por solo ser lamido. Pero no podía controlarlo, ni le importaba, ese primer orgasmo al correrse había sido maravilloso, le hizo sentir su cabeza atontada, y con un deseo enorme de sentir algo en su vientre, sentir algo por dentro.

— ¡Hades!

— Ya escuché, mi reina. — la voz ronca del rey del inframundo llegó, haciendo que el humano le abrazara, con sus piernas, abriendo los brazos para él.

— ¡Rápido! Entra en mí, rápido...

— Si entro en ti no voy a poder parar y...

— ¡Es una orden! — gritó el humano jalándole el rostro para besarle. Le valía que había hecho el rey antes con su boca, él era muy limpio, y se había duchado y limpiado de maravilla. Además, era un honor para Hades haberlo probado de esa forma.

Rodeó sus piernas en la cintura del dios, frotando con descaro su trasero contra el miembro de su ahora esposo. Hades ya había perdido la cordura, dignidad y su juego en el segundo que beso a Qin, así que se posicionó entrando de una estocada, arrancándole un grito al emperador que con vergüenza acabó por correrse de nuevo. Cosa que hizo al rey sonreír.

— Y solo es la mitad.

— Cierra la boca, hng, sigue.

— Disfruta el orgasmo Qin, disfruta el placer que tu rey te da.

El chino se estremeció al sentir los labios de Hades sobre él de nuevo, y como lo dejaba gemir y temblar, dando lentas embestidas contra él, dejándolo disfrutar todas las sensaciones. Pero esto duraría poco, claro que duraría poco, porque ninguno de los dos se dio cuenta cuando el rey del Helheim comenzó a embestir sin medida contra el cuerpo del humano. Podían escuchar el chapoteo de lubricante que habían tenido que usar para evitar accidentes, el semen y saliva no fueron suficientes.

Podían sentir sus cuerpos destruirse entre ellos, y la cabecera de la cama golpear con violencia la pared, hasta el punto donde el rey volteo a su reina, embistiendo con furia y fuerza ese trasero rebotante, sometiéndolo debajo de él, sin darle un respiro al cuerpo del humano. Nunca había sido tan violento y salvaje con alguien, realmente era delicado con sus parejas, pero, con Qin la lujuria lo consumía, quería todo de él, quería verlo gemir su nombre en alto siempre, sin importar nada.

— ¡HADES¡¡HADES! ¡AAAH!

Podía escuchar como su rey se quedaba ronco, como comenzaba a desgarrarse la voz, cansado de gemir, pero sin poder evitar hacerlo. Entonces ocurrió, entre embestidas salvajes que golpeaban sin parar la próstata del rey, Qin Shi Huang sintió su interior caliente, y vio el rostro de placer de su rey, de cómo Hades hecho la cabeza hacia atrás, sujetándole bien las caderas, disfrutando llenar a su reina con su semilla, orgasmeandose de la misma forma junto a él.

— Hades hng... Hades...

Para ambos fue sorpresa cuando la cama se venció y cayeron con ella. Pero solo soltaron una suave risa, y el rey del inframundo le beso los hombros, dando leves mordiscos en ellos para cargar a su rey con él, ante la sorpresa de este, y colocarlo de puntas contra la pared. Qin podía sentir las manos de Hades deslizándose de si cintura, subiendo a su pecho, donde solo una subió a su cuello, apretándolo, mientras volvía a introducirse en él.

El humano no tuvo más remedio que recargar su pecho contra la pared, recibiendo esas benditas embestidas del dios contra su rojizo trasero de tanto golpeteo contra su esposo. Sentía sus piernas como gelatina después de tantos orgasmos. Pero aun así no era débil, se mantuvo firme mientras era embestido, jadeante, que no sabía si se debía a la fuerza de las embestidas, o como Hades lo dejaba sin oxígeno, potenciando más el placer sin medida.

Se sorprendió de poder sentir un leve bulto en su vientre cada que el dios le embestía sin parar, asustándose un poco, pero sin tomarle importancia de más al no poder ni articular palabra, menos cuando el dios reclamaba sus labios, embistiéndole más a fondo, siendo tratado como una muñeca sexual para el alivio carnal, y joder que eso le encantaba.

Le encantaba ser la perrita en ese momento de Hades, le encantaba el placer que le daba, le encantaba escuchar el goteo de sus fluidos en el suelo. Podía morir en ese momento y sería feliz, nunca había sentido tanto placer, después de esto tendría que dejar a su harem, sus mujeres nunca le darían esta clase de placer, nunca.

— ¿Te gusta, mi reina? — dijo Hades, haciendo que Qin le mirara mientras le embestía con firmeza. — ¡Hng! ¡Ah! A mí me encanta, tu interior me aprieta cada vez más, siento que me arrancarás el pene si sigues así.

El humano era un poema rojo después de eso, entre lágrimas, salivando y gimiendo sin poder contenerse, acabó ante la sorpresa de Hades, tener un squirt, sin poder controlarse, dejándose caer ante el placer, siendo sostenido por Hades para evitar que azotara en el suelo. El dios quedó maravillado al ver esa fuente de líquido salir de su reina, y ver como esta se orgasmeaba a morir ante tal orgasmo único.

El cuerpo de Qin estaba desecho, lleno de chupetones, mordidas, con semen escurriéndole de su trasero, lleno de saliva y de sus propias corridas, dios, se veía tan hermoso así.

El rey del Helheim no podía dejar de pensar que era la criatura más hermosa, así que le cargó en sus hombros contra la pared, teniendo la cabeza entre las piernas de Qin, y sus muslos en los hombros, comenzó a hacerle una felación, sintiendo como el humano gritaba y le sujetaba del cabello entre temblores. No podía más con el placer, los espasmos, las descargas, sentía su corazón al mil por hora mientras su esposo lo devoraba sin parar, chupaba tan bien que sentía que volvería a correrse en segundos.

Podía sentir como Hades lo molestaba y teseaba al dirigir su boca a sus muslos internos, mordiéndolos y llenándolos de marcas, para regresar a chupársela cuando el rey se relajaba un poco. Ya no podía hacer más que rasguñar los hombros y espalda de Hades con cada espasmo, hasta que se sintió pequeño al correrse en la boca de su rey, atontado y viendo borroso, ya ni siquiera recordaba su propio nombre.

— Que delicia mi reina. Hoy estas muy animado y lleno de regalos para mí, déjame seguir follandote hasta que pierdas la conciencia. — sonrió Hades, tragando todo el semen y colocando a su reina contra uno de sus ventanales que daba vista a todo el inframundo.

Qin sintió que en cualquier momento se rompería el cristal, más cuando ya tenía grietas por las fuertes embestidas de su rey contra él. Ya ni siquiera sus piernas tocaban el piso, Hades le había cargado para no tener que inclinarse y seguía embistiendo sin parar y sin tregua para su reina que era un desastre entre gritos y jadeos.

Le cambio de posición, ahora poniendo la espalda de Qin contra esa ventana, sintiendo como este se aferraba a él, clavándole las uñas en la espalda, sintiendo como lo hacía sangrar, cosa que hacia gemir al rey del Helheim junto a su reina, donde pedazos del ventanal comenzaron a caer y romperse, Hades retiró de allí a Qin a tiempo para recargarse contra un librero, en lo que se corría con potencia dentro de su reina, y este ya solo por orgullo seguía despierto.

— Ah, ¿Cuánta estamina tienes?

— Toda la que necesite. — sonrió Hades.

El reloj ya marcaba las 8 de la mañana del siguiente día, habían pasado toda la noche haciéndolo, y ahora podía ver a su reina montándole lento, atontado sin más, disfrutando besos dulces en esa cama destruida y desecha, en ese cuarto que quedó hecho mierda, hasta que un pequeño sentón del ex emperador hizo a ambos correrse de nuevo, aunque el humano fue una corrida seca, acabando por desmayarse en el pecho del dios.

Hades termino de correrse jadeante, para después tomarse un respiro, acariciando el cabello de Qin en lo que recuperaba el aliento. Una vez recuperado recostó con delicadeza a su reina en la cama, mirando a su alrededor, la cama desecha, semen y fluidos por doquier, un ventanal roto, libros tirados como papeles, si, en definitiva, había sido una buena noche de bodas.

Se levantó con dificultad, mirando hacia Qin, quien estaba destruido, no solo estaba desmayado, también estaba lleno de chupetones, mordidas, marcas de sus manos en su trasero y cuello al igual que su cintura, muslos y tobillos. Escurriendo semen entre sus nalgas, con lágrimas secándose y un hilo de saliva en su boca.

— Preparare un buen baño, te lo prometo, deja limpiarte. — susurró Hades a su reina.

Con delicadeza limpió el cuerpo de Qin con toallitas húmedas retirando el exceso de fluidos en su cuerpo, cubriéndolo y dejándolo descansar. Se levantó colocándose los interiores, para caminar al baño y preparar todo para su reina cuando despertara, pero, la puerta comenzó a golpearse de golpe y antes de que pudiera abrir, un Zeus había roto la manija agitado mirando a su hermano mayor.

— ¿¡Dónde diablos estabas!? — gritó el menor de los Olimpos.

— Alto. — dijo Hades dando una mirada a Qin y después a Zeus. — Salgamos.

A Hades apenas le dio tiempo de colocarse una bata, dando la instrucción a sus sirvientes de no molestar a Qin, y que nadie entrara a su habitación. Zeus le jalaba del brazo y no entendía a su hermano, pero lo entendió cuando vio a todos los dioses esperándole en el pasillo. Habían entrado en el Helheim.

— ¿Por qué no pasaste la noche en tu palacio superior? — gruñó Poseidón molesto. — ¿Por qué viniste al Helheim? ¡No podíamos encontrarte!

— Oh, ¿qué no lo ves Poseidón? — rio Loki. — El señor "llevemos las cosas lento." Estaba disfrutando de sexo desenfrenado con el humano que se suponía no debía tocar aún. ¿Fue tan bueno como para no sentir la desesperación de tus hermanos, Hades?

— ¿Qué?

— Sigurd escapó. — comentó Odín mirando a Hades. — Pensé que tenías todo pensado, Hades.

— Supongo que un par de piernas lo distrajeron de su objetivo. — comentó Loki avivando la discordia entre los dioses.

— ¿Cómo escapó? ¡Es imposible que él pudiera...!

— ¡Pero lo hizo! — gritó Poseidón mirando a su hermano. — ¡Lo hizo! ¡Dijiste que tenías todo bajo control!

Al parecer sucedía de nuevo, la mirada de angustia de sus hermanos viéndolo, ¿había bajado tanto la guardia por Qin? ¿Lo había hecho? Se sentía impotente en ese momento, tenía que arreglarlo de alguna forma, de la que fuera.

— Oh Hades, mírate, tranquilo, he solucionado un poco tu martirio. — rio Loki. — Y espero una recompensa ante ello. ¡Tráiganla!

Fue sorpresa para todos los griegos, los hermanos Olimpo se quedaron sin habla cuando Thor sujetaba a Hestia quien estaba esposada, herida y algo asustada al ser puesta ante Hades, Zeus y Poseidón. La mujer miro a su hermano mayor, y acabó por fruncir el ceño tratando de zafarse del agarre de Thor sin éxito.

— ¿Hestia? — dijo Zeus mirándola. — ¿Qué has hecho?

— La verdadera pregunta aquí es, ¿qué no ha hecho? Esta maldita perra liberó a Sigurd, le hablo de las valkirias, y este le atacó. — dijo Loki. — Esos golpes no fueron dados por mí, ni esas heridas, Sigurd está libre y no confía en nadie, en ningún dios, en nada. No tiene memorias, pero reacciona al nombre de Brunhilde. Y todo gracias a su dulce hermana, ¿no es eso fantástico?

— ¡Maldita perra te mataré yo mismo! — gritó Poseidón, pero fue detenido por Hades. — ¡Suéltame! ¡Debe morir!

— ¡No podía dejar que siguieran destruyendo a los humanos! ¡No pueden hacerlo!

— ¿¡Cómo pudiste hacernos esto Hestia!? — gritó Zeus donde se escucharon truenos caer fuera del palacio.

— ¡Solo hice lo correcto! ¡Suéltame maldito nórdico!

— ¡SILENCIO!

Era la primera vez que Hades gritaba en desesperación y enojo, el mismo deformándose entre sombras, demonios y almas, hasta volver a tomar el control. Relajándose un poco, mirando hacia su reino, hacia lo que estaba perdiendo, ¿por qué había dejado la guardia tan baja? Sabía que Hestia lucharía por proteger a los humanos después de lo sucedido, había creado un tablero para ella, sabía que tenía que meter seguridad a Sigurd, sabía que ese sería el movimiento de Hestia, pero, no lo hizo, ¿qué diablos lo distrajo? ¿Por qué perdió el enfoque? Bueno, la respuesta era obvia, pero no quería admitirlo, había estado tan deseoso de Qin, de casarse, de verlo sonreír, de verlo feliz, de pensar en las palabras de Hestia, en las de sus hermanos, en cómo no puede admitir que ese humano le vuelve loco.

— Hades. — dijo Odín.

— Encierren a Hestia en el Tártaro, en las penumbras del Tártaro. — dijo Hades haciendo aparecer a dos demonios frente a él. — Quiero a todos los demonios vigilando su celda, no agua, no comida, no nada, háganla perder la cabeza. Quiero que la vean pudrirse cada minuto, sin quitarle los ojos de encima.

— Hades. — dijo la mujer mirándolo en desesperación. — ¡Hades!

El rey del Helheim hizo un corte en su dedo, sujetando la barbilla de la mujer, dejando caer una gota de su sangre en la boca de la diosa. Haciendo que esta hiciera una expresión de asco y marcas del inframundo estuvieran en ella, apagando su brillo celestial.

— Si me condenaste a sufrir, sufre conmigo. — comentó Hades. — No hay lugar en el mundo, en el paraíso o inframundo que puedas escapar. Si sobrevives al Tártaro, con mi sangre envenenándote cada minuto, volviéndote débil y mortal, te iré a visitar, y tal vez podamos hablar.

— ¡Hades! ¡No puedes hacerme esto!

— ¡Confié en ti! ¡Me apuñalaste por la espalda! ¡Acepta la clemencia que te estoy dando ahora!

Y sin más los demonios se llevaron a la diosa, dejando a un Hades agitado y con dolor, no era solo que le habían engañado, era que tenía que castigar a su hermana de una forma cruel, o los demás dioses no la dejarían vivir. Nunca podría hacerle daño, vería la forma de liberarla de su castigo después, lo haría cuando volviera a tomar control de la situación. Si tenía que castigar a Hestia para asegurar su bienestar, lo haría. No dejaría que incluso sus hermanos trataran de matarla, no podía volver a pasar lo que pasó con Adamas, no quería volver a derramar lágrimas por alguno de sus hermanos de nuevo.

— ¿Qué harás ahora? — preguntó Zeus.

— Iniciar la fase dos, no podemos encontrar a Sigurd tan fácil, pero hay una forma de seguir manipulándolo, y apresurar el proceso con los humanos. Es momento de llamar a Hypnos y a Morfeo, para comenzar a encadenar la mente de nuestros humanos para siempre a nosotros.

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Mucho sexo en esto jaja.

Y pues como Hades es débil ante Qin y sus hermanos, todos saben eso. 

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