LIBERTAD

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Los sueños son las mejores ilusiones que la mente hace para uno mismo.

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La mujer solo pudo suspirar, apartando la mirada de la pantalla.

No era como si le gustara ver una versión de ella misma coger con el estúpido humano de Hades. Al menos se alegraba que Hypnos hiciera las ilusiones en la mente de Qin, y esas hermosas imágenes de ellos dos cogiendo no sean más que un sueño vívido. Su trabajo solo era crear la situación de que ambos estuvieran juntos, además de darle una dosis para adormecerlo, en lo que Hypnos con las arenas haría creíble la ilusión. Ese era el plan, y había funcionado, al final, el ex humano solo tenía que creer que se acostó con Perséfone, ella de quien realmente tenía que estar embarazada era de Hades para que todo esto funcionara.

— ¿Cómo se llama este lugar? — preguntó la diosa mirando al dios del sueño.

— Es un cuarto de sueño, o atrapa sueños como le dice mi familia. — respondió Hypnos. — Aquí tu mente esta consiente y puedes tomar decisiones que recordarás. Además de tener los beneficios de un sueño. Por ejemplo, si quieres algo de tomar, simplemente lo piensas y aparece en tus manos. Pero, hay una desventaja, si algo ocurre aquí, puede dañar tu cuerpo en la realidad. Por ejemplo, si uno de los dos recibiera un golpe, nuestro cuerpo físico fuera del sueño podría dañarse.

— ¿Tienes cuerpo físico? — preguntó la diosa con escepticismo.

— Sí. — respondió Hypnos. — Mi cuerpo físico nunca me abandona, aquí soy más vulnerable. Como ustedes que son más vulnerables en el Valhalla. Si yo recibo un golpe aquí, reflejaré ese mismo golpe cuando aparezco en el Valhalla. Debido a que, en el reino de los sueños, aunque tenemos más poder, tenemos la desventaja que aquí nuestro ser es más vulnerable, por ello, se crearon reglas, donde los dioses del sueño somos más poderosos en el reino de los sueños para evitar un ataque. Lo mismo que hace Hades con el Helheim. Él se vuelve más poderoso dentro de él, evitando así que sea dañado fácilmente.

— Entiendo. — mencionó la mujer. — Oye, gracias por no hacer que tuviera que realmente tocarlo.

— No hay problema.

— Sabes, aún no lo entiendo, ¿por qué estás haciendo esto? ¿Por qué estás ayudándome?

— Ya te lo he dicho, no confío en Hades. — comentó el dios.

La mujer al notar los ojos encendidos del dios, pudo percibir como la personificación del sueño estaba concentrado en hacer que la ilusión de Qin y ella, fuera lo más realista para el Qin dormido en su oficina. Tenía que serlo o nunca podrían conseguir que el humano creyera el asunto.

— No pudiste desconfiar de Hades de la noche a la mañana... no tiene sentido, es...

— El Hades que conozco no está. — comentó el dios. — Mi mente me dice que Hades no es Hades, por ende, no quiero que gane, es extraño su actuar, y si tengo que hacer diferentes cosas para que pierda poder, lo haré. Un heredero me librará de él. Como sabes, la muerte y el sueño tienen una unión única. La muerte llega de la mano del sueño a las almas a punto de morir. La muerte toma el alma cuando el sueño crea la ilusión. Por ejemplo, si mueres en el momento de un atropello, esos segundos antes de morir son míos, creo la ilusión que lleva tu mente a un plano diferente que tu última voluntad quiere ver. El último aliento o ultimo sueño, es un punto de paz otorgado. Un lugar donde el alma permanece mientras recorre el rio de almas hasta llegar a su destino, que es volver a reencarnar o ser parte del polvo cósmico para crear nueva vida. Ese polvo lo ocupan los dioses de la vida o creación para volver a crear lo que sea que es necesario, es como un ciclo de reciclaje, el ciclo sin fin de la vida y la muerte.

— ¿Quieres liberarte de tu unión con Hades?

— Por supuesto, si tienes un heredero, ahora me uniría a él. Ya que Hades no es Hades, ya no tendría que responderle. Y criar a un nuevo rey del Helheim desde cero es lo más conveniente. Por lo tanto, si prefiero que quedes embarazada, tengas al hijo de Hades, cuando nazca, puedo usar las ilusiones para hacer que Hades se separe de Qin, utilizando de energía el mismo Helheim como lo hizo Hades para unirlos, y cuando estén separados de los humanos, pueda hacer dos cosas, una, simplemente regresar a los humanos al Edén sin memorias. O dos, matarlos. Probablemente elegiría matarlos ya que hay un humano del Valhalla que huyó, entonces, borrarles la memoria no es bueno si hay uno que está libre. Por lo tanto, matarlos, y sólo dejar que Eva tenga a Caín y Abel como en un inicio será lo mejor.

— ¿Hacer un exterminio total? ¿Cómo cucarachas?

— Si, solo dejaría vivos al padre y madre de la humanidad, porque son importantes. El vientre de Eva crea vida mortal, es importante que tenga a Caín y Abel. La esencia de la familia original de la humanidad es importante para utilizar la esencia de ellos y seguir creando humanos en la Tierra. Y con los genes de Adam, es importante, ya que los dioses necesitan semidioses para diferentes trabajos, entonces lo más seguro es que se ocuparían para la reproducción.

— Pensé que odiabas a los humanos.

— No los odio, los aborrezco. — comentó Hypnos. — Soy la personificación del sueño, no es diferente para mí un sueño animal, que un sueño humano, son solo seres mortales entre la lista de seres mortales. No son especiales, son solo soñadores. Así que me son indiferentes. Solo hago mi trabajo. Pero...

— ¿Pero?

— Morfeo suele sonreír viendo los sueños humanos, le gustan. — dijo Hypnos. — Así que no eliminaría a los humanos, porque Morfeo les tiene cariño, solo le daría humanos nuevos para que se divierta en crearles sueños, aspiraciones e incluso pesadillas.

— Aún sigo sin entender porque sientes que Hades cambió. ¿Es por Qin?

— No lo sé, solo sé que ya no reconozco al rey del Helheim. — comentó Hypnos. — Me dan jaquecas al pensar en él. Algunas de sus acciones son cuestionables, incluso con su familia.

— ¿Eso es malo?

— Hades nunca pondría en peligro a su familia. — respondió Hypnos. — Cuando me contó de este plan, parecía inocente, pero, cuando noté como manipula a los dioses, sentí algo raro, así que decidí que ya no era mi rey, por lo tanto, solo quiero que caiga. Necesito un heredero, es lo único que realmente me libraría de nuestra unión, porque el rey humano, nunca dejará a Hades, está enamorado de él. Así que lo mejor por hacer es tener el heredero, librarnos de los humanos y, por último, lanzar a Hades al abismo. No estaría en este plano existencial, pero, no moriría, y así no se afectaría el Helheim si no está. Cuando el niño sea mayor, asumirá su trono y todo estará en la normalidad, no importa si Hades no está.

— ¡¿Qué?! — dijo la diosa. Notando la bomba que acababa de soltar Hypnos. — ¡No voy a dejar que lo mates!

— Es necesario.

— ¡NO!

— No te preocupes, te lavaré el cerebro, ni estarás enterada. — mencionó el dios del sueño poniendo de rodillas a la diosa. — Cumple tu papel y ten ese niño o niña, después de ello, te encierro en una bonita ilusión, yo puedo encargarme de criar al próximo rey del Helheim. Porque realmente Perséfone, tampoco confió en ti, tú como Hades, actúan muy diferente a los reyes que conocí siglos atrás.

— ¡Sólo estabas usándome!

— Por supuesto, eres...

El dios acabó por mirar a todos lados, para después no poder moverse de golpe.

En su mismo cuarto de sueño, no podía moverse. Imposible, era imposible, no podía estar perdiendo el control aquí. No podía, era él la personificación del mismo sueño, un dios supremo, pero sentía sus manos débiles de golpe, y viendo que Perséfone tampoco podía levantarse, ni, aunque él lo deseara, supo que algo mal estaba pasando.

Nadie debería ganarle en su dominio, en absoluto, nadie debería vencerlo.

Entonces escuchó una suave risa, a lo que frente a él apareció una silla, donde vio a un humano acercarse y sentarse en él. Alguien había hecho aparecer un trono en su propio dominio.

— Vaya, vaya, eres demasiado guapo para tener que eliminarte. — Imposible, era imposible, un ex humano, un nuevo dios, era imposible, no tenía poder sobre el sueño. — Creo que debería pedirle ayuda a mi esposo para matar tu alma, el cuerpo no tiene la culpa, Hypnos.

— Qin Shi Huang...

— Oh, no solo yo. — y el humano acabó por chasquear los dedos, en donde diferentes dioses del sueño aparecieron, entre ellos, todos sus hijos, donde Morfeo acabó por colocarse a un lado del humano. — Checkmate, Hypnos.

Y la suave risa del nuevo rey del Helheim comenzó a retumbar, mientras el sueño veía a todos sus allegados traicionarle, entre ellos su propia familia.

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Era incómodo para el ruso.

Estaba a solo un metro del dios Anubis, mientras este le señalaba a Adam ciertas cosas en pergaminos y el padre de la humanidad tomaba anotaciones. Encontrarse en el panteón egipcio le gustaba, la belleza de este era único, y realmente se llevaba bien con la mayoría de dioses, excepto por supuesto con Seth, quien estaba muy molesto por engañar a Anubis, pero, buscaría una forma de encontentarlo después. De allí en fuera, los dioses se habían mostrado atentos y gentiles con él, incluso Osiris, quien solía decir que Grigori Rasputín era muy interesante, la manera en la que habla y pone todos a sus pies, o como los múltiples intentos de homicidio que quisieron hacerle y no pudieron con él. O como simplemente para un mortal, era impresionante como no moría con nada.

Solía hablar con él como si fueran amigos, pero, fuera de eso, cuando su hermano Qin cometió la estupidez de comer la granada, tuvo que trabajar con Anubis, lo cual no había sido incómodo, se hicieron cercanos, a cierto punto ambos se conocieron mejor que nadie, al conectarse para transmitir energía, descubrieron a la verdadera persona que hay debajo de todo, y Grigori Rasputín nunca había sentido dicha unión con alguien que lo entendiera a ese punto.

A diferencia de Grigori, Anubis era más serio y tranquilo. El dios no era de los que hablaran con cualquier persona, solo le interesaban ciertas cosas, y si no cumplías con una de ellas, lo más seguro es que Anubis no buscaría un diálogo. Le recordaba un poco a su hermano Simo. Ambos tenían un humor parecido, cosa que le parecía graciosa, ya que la muerte blanca se llevaría bien con este guía de la muerte.

Pero.

En el mes que estuvo Qin dormido, y ellos hacían una cadena de energía, pudo hablar más con el dios, logró disculparse por todo, y lo conoció más. Se le hacía extremadamente interesante como Anubis solía encontrar interés en cosas simples, en cosas sobre la vida. "¿Qué se siente ser mortal? ¿Qué se siente respirar y envejecer?" Cosas simples le interesaban y Grigori solía responder cada una. Por lo que Anubis podía pasar horas escuchándolo. Más cuando Anubis le preguntó que se sentía vivir y morir.

— ¿Cuál es la sensación que más disfrutas? — dijo el dios tomando sus manos, mientras ambos recolectaban energía para Hades. — ¿Estar vivo? ¿O tocar la muerte? Eres el único mortal que conozco que puede hacer eso.

— ... ¿Por qué te interesa tanto?

— Me gusta, siento que es fascinante. — sonrió Anubis tranquilamente. — No tienes una atadura a solo algo, eres partícipe de la línea de la muerte como de la línea de la vida. Es como si experimentaras el coma eterno, la puerta del limbo abierta. Muchos mortales tienen diferentes experiencias, por ejemplo, un sujeto que muere por un minuto antes de regresar a la vida en la cama de un quirófano. Suelen tener diferentes experiencias, algunos, ven un lugar lleno de paz, otros un lugar en el Helheim, otros no ven nada, solo sonidos, olores, pueden tocar cosas, es diferente, todo depende de su alma y quien sea quien la guíe. Pero tú, tú puedes mirar a la muerte a los ojos y ver todo, mientras sigues de la mano de la vida, eso es muy interesante.

— ¿Te parece?

— Sí. — sonrió Anubis. — Hay una maldición, en todos los dioses de la muerte. Sentimos atracción a los dioses creadores o "dioses de la vida". No me refiero a atracción romántica o sexual, sino que nos interesa verlos. Tienen prácticamente una mentalidad opuesta a nosotros, somos como el ying y yang, girando en la eternidad, sin tocarnos, pero admirándonos de cerca. Por eso dicen que la muerte siempre estará enamorada de la vida, y la vida siempre cuidará de la muerte.

— ¿Es por eso que te interesaste en mí? — dijo Grigori sonriendo, aunque esperaba otra clase de interés en el fondo.

— Si, al inicio. — comentó el dios, a lo que el humano tragó saliva. — Después me gustó tu facilidad de hacer que te amen, convences mentes con facilidad. Tus palabras son tan peligrosas como una espada.

— Soy un manipulador.

— Siento que es un don, no cualquiera puede hacer eso. Se necesita un gran talento. No veo porque deba ser algo malo, lo usaste para ayudar a tus hermanos, y por lo que me han contado, igual para hacer travesuras, no has hecho nada malo.

— ¿Nada malo? Si sabes mi historia, ¿verdad?

— La conozco, pero eso es tu vida antigua, es como si quisiera juzgarte por algo de hace siglos atrás. No tendría sentido, ya no eres esa persona, la persona que eres ahora nunca hizo nada de eso. Solo eres uno de los hermanos menores de los príncipes del Edén, eres atractivo, carismático y te gustan los mismos libros que a mí, así que siento que eres interesante, me gusta hablar contigo.

Después de ello, no pudo evitar sentir sus mejillas, por primera vez, sin que el manipulara la situación, enrojecerse, para después apartar la mirada. No era considerado un monstruo a ojos de Anubis, no era que desconfiara de él aún después de todo lo que había hecho. Eso lo hizo extremadamente feliz por alguna razón, y desde entonces, comenzó a sentir interés por el dios.

Por lo que ahora en la actualidad, estaba algo sonrojado mientras veía a su papá hacer anotaciones para él, en lo que Anubis explicaba la situación. Estaba deseoso de hacer eso solo con Anubis, pero sabía que Adam no lo dejaría solo, no cuando, aunque ya tiene 19 años, cerca de cumplir 20, sigue siendo del grupo de los menores, por lo tanto, no puede hacer nada al respecto.

— Oh, un momento. — dijo el padre de la humanidad levantándose. — Es mi teléfono, Grigori, pon atención a lo que explica Anubis, no tardo.

— Si papá. — sonrió el ruso.

Cuando el humano se retiró, el ruso vio de reojo al dios quien escribía en el cuaderno de Adam sus anotaciones, siguiendo con su trabajo, mientras el ruso trataba de llamar su atención con algo, pero, tratar de crear una conversación, donde no busca manipular, y realmente le interesa la otra persona para conocerse mejor, no sabía cómo iniciarla.

— Y... ¿Te gusta el collar? — sonrió el ruso, gritándose internamente por la pregunta más estúpida del año.

— No. — respondió Anubis, sin verlo mientras seguía en lo suyo. — Pero lo tengo, ni modo.

— Sí. — dijo el ruso rascando su nuca. — Yo, yo creo que, esto acabará pronto.

— ¿Eh?

— Me refiero a que, el amor que tienen mis hermanos a sus esposos es más grande que su dolor. El dolor es momentáneo por descubrir la mentira, pero han tenido tiempo de analizarlo cada uno de ellos, y seguramente llegaron a la conclusión que son más felices en esta vida. Así que creo que ellos decidirán solo vivirla, ya que no hay mentiras de por medio, entonces, siento que muy pronto acabara todo esto... Y hablando de que acabe todo esto, ¿te gustaría salir?

— ¿Eh? — dijo Anubis alzando una ceja, volteando a verle. — No.

— ¿Qué? ¿Por qué? — cuestionó el ruso, realmente sorprendido de esa respuesta. — Yo te gusto, tú dijiste que yo te gustaba.

— Lo haces.

— ¡¿Entonces?!

— Pues ya respondiste mis dudas sobre ti, y he escuchado todos tus relatos, mi curiosidad fue satisfecha, ya no necesito más. — comentó el dios. — Además creo que quedó claro que no debemos involucrarnos con los humanos.

— Pero...

— No es necesario salir o ser amigos. Aunque si nos encontramos ocasionalmente, claro que podemos hablar, podemos ser conocidos.

— Es que...

— Dejémoslo así, me gusta esta relación de colegas, y siento que nos viene bien.

— Si me dejaras hablar...

— Lord Hades dijo que suelo obsesionarme mucho con algo, pero cuando suelo obtener lo que quiero de ello, pierdo el interés, creo que es lo mismo que está sucediendo ahora conti...

El dios no pudo decir nada más, solo sintió como el humano le jalaba y le besaba en los labios. Sin poder procesar que el humano le acababa de robar un beso, solo pudo cerrar los ojos sintiéndolo, se sentía diferente a la vez que lo besó en otra ocasión, era algo más íntimo, al menos así lo sentía en el fondo. El ruso tuvo que separarse en busca de aliento, y cuando ambas miradas se cruzaron, fue cuando el ruso frunció el ceño.

— Solo cállate. — comentó Grigori. — Si quisiera tenerte, podría solo manipularte y hacerlo, sería muy fácil, tú mente es muy fácil de manipular, pero no, había decidido hacerlo como se supone que se tiene que hacer, tratar de conocerte y ver si estos sentimientos que tengo significan amor o es otra cosa, pero joder, que difícil eres. ¿Qué no ves que estoy mostrando interés en ti? Tonto perro, si te estoy invitando a salir es porque quiero cortejarte, estúpido, no sé porque me molesto en...

El dios se acercó, para volver a besar al ruso, mientras este correspondió, y acabaron de golpe abrazándose entre besos, apasionándolos un poco, a lo que el humano disfrutó acariciar la ancha espalda del dios, y este acariciaba su cintura. Si, le encantaba sentirlo cerca, ambos estaban disfrutando de ese momento.

Hasta que la garganta del padre de la humanidad se aclaró, rompiendo los besos. Ambos voltearon de golpe a ver el rostro serio y furioso de Adam, esperando ya la sentencia de muerte ambos, pero, Adam no dijo nada, solo caminó sentándose entre ellos dos, mientras le decía a Anubis que continuara la explicación.

Y Grigori, bueno, Grigori solo cubría su rostro avergonzado de lo que había pasado.

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Realmente nunca pensó ver su dojo de esa forma.

Estaba cuidado y limpio, sus obligaciones estaban cumplidas, pero, había un adolecente recostado boca abajo en el suelo de su dojo, con bolsas de frituras a su alrededor, mientras jugaba un videojuego con sus audífonos puestos, y tenía la espada en el suelo, sin estar practicando en el lugar sagrado, solo relajándose. Escuchó la risa de Eva, quien se encontraba a su lado mientras ambos miraban el paisaje de Okita cumpliendo la tarea de cuidar el dojo.

— Sé que parece que no hace nada, pero acaba muy rápido las tareas y se aburre. — comentó Eva. — Así que mantiene limpio el dojo, pero para no sentirse solo, suele traer videojuegos y se la pasa relajándose un poco así. Ya que no cualquier humano puede entrar, no puede traer a sus amigos, respeta mucho eso, incluso, no me dejaba entrar, pero debido a que tengo que ayudarlo y supervisar sus tareas, me dejó hacerlo. Creo que respeta que tú dojo solo lo deben pisar aquellos espadachines que sean dignos de un enfrentamiento contigo.

— Gracias por todo eso, no creo merecerlo. — comentó el dios. — Madre de la humanidad, lamento lo que pasó la última vez que nos vimos.

— No tienes que disculparte porque te patee el trasero y después lo hizo Kojiro. — rio la mujer.

— Realmente no buscaba hacerle daño, solo quería huir. — contestó el dios.

— Lo sé, debió ser atemorizante, me disculpo en nombre de mis hijos. — sonrió la mujer. — Ellos, son buenos niños, siempre están tratando lo mejor que pueden para lograr que nadie sufra una injusticia, pero por lo mismo, suelen tropezar. Siento que no fue la forma correcta de hacerlo. Pero, no puedo decidir todas sus decisiones, así que, me alegra que de alguna forma, todo se esté aclarando y mejorando, siento que en el futuro todo estará bien.

— Siempre que el sol alumbre, todo puede mejorar. — sonrió Susanoo, mirando hacia Okita.

— Así es, siempre hay un nuevo día para mejorar... ¡oh! Permítame un momento, es mi esposo. — dijo la mujer caminando a un jardín de fuera para tomar la llamada. — ¿Cariño?

El dios solo podía escuchar como la madre de la humanidad se alejaba, y sus ojos solo podían mirar como el joven solo estaba jugando, moviendo sus piernas de manera juguetona, manteniendo su espada en el suelo, pero cerca, sabía que, si una simple hoja trataba de agarrarlo desprevenido, acabaría partido en dos. Aunque le pareció gracioso como comía las frituras mientras seguía en su juego.

Solo acabó por acercarse y removerle el cabello, asegurándose de pisar su espada para evitar el reflejo y que Okita no tratara de lastimarlo. Cuando el humano se dio cuenta de su presencia, acabó por retirarse sus audífonos y poniéndole pausa al juego.

— Gracias por cuidar mi dojo y mis responsabilidades, te debo una. — comentó el dios. — Creo que nunca podré pagártelo.

— De nada. — respondió el más joven mirándolo. — ¿Puedo preguntarte algo?

— Claro.

EL humano acabó por colocarse de lado, aún acostado mirando hacia el dios, mientras jugaba con su cabello ya que se encontraba suelto. El adolecente con el cabello suelto lucía bien, parecía que quería seguir el estilo de Kojiro, y mantener la cabellera larga como la mayoría de los samurái.

— ¿Tú buscabas meterte entre mis piernas como todos esos dioses que andan detrás de mis hermanos?

— ... ¿Qué? — el sonrojo del dios apareció de golpe, no se esperaba dicha pregunta. — Claro que no, no buscaba eso, eres un menor y okey, voy a aclararlo. — suspiró frustrado. — Todos han malinterpretado mis acciones, cuando dije que me gustan las cosas adorables, no me refería a los menores, me gustan los animales bebés o hasta los mismos bebés, me parece adorable como sus rostros se ven lindos, es como a tu hermano le gusta su perrita Carelia, la considera adorable, es lo mismo. No que me guste ir por allí viendo que niño puedo cogerme. No me interesa eso.

Okita comenzó a reír, mientras miraba las reacciones del dios, lo había dicho solo para molestar, sabía la verdad, no consideraba al dios una clase de pedófilo, nunca tuvo actitudes como si quisiera abusar de él, parecía que lo miraba como si quisiera protegerlo, al menos así lo sintió, un interés por él que no subía a lo sexual.

— Si hubieras tratado de hacerlo, te hubiera castrado. — comentó el adolecente.

— Lo sé.

— Sabes, si tienes interés en mí, es muy fácil invitarme a salir cuando sea mayor. — el dios le miró arqueando una ceja, confundido. — ¿Qué? Me gustas, siento que eres divertido y atractivo, pero, como decirlo...

— ¿Okita?

— No cumpliste lo que te pidió Hades hacer, te pusiste en contacto conmigo y todo se fue a la mierda, aunque gracias a ello, comencé a tener algo de interés en ti. — rio Okita. — Pero, el amor no es de mi interés ahora, me gusta más estar entrenando o jugando con mis hermanos. Aunque estoy en mi adolescencia, por lo que el sexo se está volviendo algo de interés para mí. Deberías enseñarme a...

— Me niego, rotundamente me niego. — comentó rápido Susanoo. — Tienes hermanos, pregúntale todo a ellos sobre tus cambios hormonales.

Y el humano volvió a reír, para después suspirar mirando al techo. Estaba en la etapa donde soltaba su infancia y comenzaba su vida como adolecente, así que todos esos cambios de humor, y que su cuerpo estuviera cambiando por igual le fastidiaban un poco.

— Si algún día todo esto acaba. — dijo el dios mirándolo, acaparando la atención del joven. — Ven y entrenemos, eso sí podemos hacer, podrás poner en forma tu cuerpo ahora que va a seguir desarrollándose.

— Seguro. — sonrió Okita. — Vendré si todo esto acaba... que seguramente será pronto.

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Era algo incómodo, al menos para Michael.

Tenía a Loki demasiado cerca, no de manera sexual o seductiva, sino que el dios le mostraba diferentes trabajos que podía hacer. Parecería que el escenario de estar en la gran biblioteca nórdica, ellos dos juntos de nuevo, le daría la oportunidad de hablar con él, pero no, porque al menos ese día, eran acompañados por Lü Bu, ya que Leónidas se encontraba ocupado. Y ya que Lü Bu estaba allí, también se encontraba Thor, quien estaba ordenando algunos papeles mientras Loki le daba lecciones al humano más joven.

— Y eso es lo que debes saber sobre Fenrir. — comentó Loki. — Aunque preferiría que dejaras que su hermana Hela manejara el trato con él. No creo que tú acercándote a él sea lo mejor.

— Loki, sobre Hela...

— ¿Le has hecho algo? — dijo el dios del engaño mirándolo. El humano sintió un escalofrío ver esos ojos tan fríos en el dios.

— No, solo que no quiere hablarme. — comentó el humano, cruzando sus brazos. — La entiendo, pero, me gusta hablar con ella.

— Esa es otra razón por la que no deberías acercarte a Fenrir. — suspiró Loki. — Desde que desaté sus cadenas a espaldas de Odín, y que Zeus abogara por él, hizo que las cosas del panteón nórdico estuvieran tensas, Fenrir solo confía en su familia, y si se entera de que Hela está molesta contigo, no dudará en matarte.

— No puede ser tan fuerte, ¿oh si?

— ... Fenrir fue atado para evitar que matara a Odín. Es su destino. — rio Loki. — Mi dulce hijo es más fuerte que nadie. Así que logré liberarlo, y ahora vive tranquilo, pero es muy desconfiado, es mejor solo dejar los mensajes como te dije y evitar cruzártelo.

— Entiendo. — suspiró — Loki yo...

— Mira eso. — dijo el dios mirando hacia unos estantes.

Ambos pudieron ver como Thor no estaba más que coqueteando con el general y este correspondía los coqueteos. Loki acabó por sonreír para sacudirle el cabello a Michel, mientras este le hacia una cara de puchero por despeinarlo. El menor tenía algo de envidia, Lü Bu arregló de manera directa y rápida sus problemas con Thor, ellos estaban bien, ya que Lü Bu dijo que era su esposo y nadie iba a ponerse en contra de él. Pero, respetaba la decisión de sus hermanos de aún mantenerlos en el tártaro.

Loki le había dicho que prefería cuando Lü Bu sacaba a Thor, porque la vez que fue a visitarlo y entro en su celda, nadie en el jodido tártaro pudo dormir. Thor era un desvergonzado, y el general no se quedaba atrás, solo vivían por sus propios placeres, y escuchar los gemidos de ambos hombres no era como les gustaba pasar la noche encerrados sin poder huir de eso.

Pero se amaban, no importaba todo lo que estuviera en su contra, se amaban, y Lü Bu no pensaba dejar ir a Thor. Ni Thor a él.

— Les doy un minuto para que se besen. ¿Tú? — dijo Loki mirando a Michel.

— 30 segundos. — respondió Michel.

— Siento que Thor va a ser el primero en hacerlo. — rio Loki. — Tu hermano lo tiene como un perro detrás de él.

— Siento que todos mis hermanos tienen así a sus parejas. — comentó Michel.

— Bueno eso es cierto y...

Al parecer, ambos habían perdido, porque el primero en acercarse fue Lü Bu, quien le robó un beso a Thor, y este continúo besándolo dulce, abrazándolo con él. Siendo dulces, dándose mimos y caricias, para después sonreírse y seguir en lo suyo, al menos no estaban desesperados por tocarse, cosa que Loki agradecía totalmente.

— Tu hermano hace un terrible trabajo cuidándote.

— Me está cuidando, no salgo de aquí, y no he hecho nada malo. Lü Bu solo reacciona si ve que voy a cometer una estupidez.

— Oh, ¿tienes planeado cometer una estupidez?

— Solo una, así que perdona si te meto en problemas.

Michel acabó por jalar al nórdico y besarle, un beso algo torpe, pero lo hizo. A lo que el dios nórdico correspondió, acercando su cintura a él, sintiendo ese joven cuerpo cerca, que va, era un dios que siempre rompía las reglas y nunca le debía nada a nadie, no es como si le importara no besar al humano que le atrae.

Al menos podía decir que lo disfrutó esos segundos, porque de golpe sintió una lanza rozándole la cabeza, donde rápidamente se apartó. Y en segundos ya tenía a Lü Bu a lado de él, tomando a Michel y dando la señal a los Shinigami que los devolvieran al tártaro. Thor hizo un gesto de fastidio, sabía que el general no iba a dejar que su hermano menor estuviera tonteando con Loki, menos cuando Leónidas y Adam le habían pedido no dejar que Michel cometiera estupideces.

— Tenías que hacer una estupidez. — dijo Thor siendo llevado junto a él. — Aún tenía horas para disfrutar con mi esposo.

— No me arrepiento de nada si él no se arrepiente. — sonrió Loki.

— Adam va a matarte.

— Pues que lo haga, ya probé el paraíso al besar los labios de su hijo, le quedó muy rico el niño.

— ¡LOKI! — gritó Thor.

El dios del engaño solo pudo reír mientras los Shinigamis los llevaban jalando sus cadenas, al final, no es como si le importara morir o vivir, mientras sus hijos estuvieran bien, no tendría ningún arrepentimiento. Menos cuando el humano parecía mostrar interés por él.

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No pensó nunca estar de rodillas en su propio reino.

No cuando un ex humano le veía con lástima mientras le sonreía. Había sido muy cuidadoso, incluso con sus propias arenas había sido extremadamente meticuloso, las arenas no deberían dejarlo actuar, ni siquiera en sueños, por eso se encargó de él mismo administrarlas, para evitar que el emperador pudiera estar en el reino de los sueños y conseguir una ilusión mejor. ¿Cómo era posible que lo hubiera logrado? ¿Cómo? Solo podía ver al humano mirándole, como si tratara de analizarlo, para después hacer una expresión de dolor. Y acabar por cubrir sus ojos.

— Auch. — comentó Qin, acariciando la piel de sus brazos, que se notaba con marcas, como si fueran quemaduras. — Creo que mi maldición continúa incluso cuando soy un dios, aunque claro, con una menor intensidad, puede que ya no me maten si veo heridas, pero si me duele. Lo bueno, es que puedo regenerarme cuando quiera. — sonrió el ex humano.

— ¿Cómo? — preguntó sin poder creerlo el dios.

— Oh bueno, puedo evitar las heridas si no los miro directamente, mi venda cubre mi visión y solo veo luz y sombras.

— No, no sobre eso, ¿cómo lo lograste?

— Oh... — el nuevo rey del Helheim se levantó de su trono. — Bueno, como un humano atrapa a una rata, deja trampas. Las trampas que dejé fueron para ti y para Morfeo, la diferencia es que todas las trampas fueron tomadas por ti, no por el dios del sueño humano de aquí. Verás...

Qin no pudo continuar su explicación, porque Morfeo había caminado hacia su padre para acabar por abofetearlo ante la sorpresa de todos los dioses del sueño. Parecía que en esa bofetada el dios había dejado ir toda su frustración que tiene desde hace siglos, desde que Hypnos lo separó de su humana y lo reprimió a tal punto de no poder hacer nada más que su trabajo. Qin solo hizo un gesto de dolor, cuando la mejilla del dios comenzó a sangrar, él solo sintió como si le pellizcaran la mejilla, pero, aun así, acabó por sonreír, era un buen espectáculo.

— ¿Cómo pudiste traicionar a Lord Hades? — se quejó Morfeo. — ¡¿Después de todo lo que ha hecho por nosotros!?

— ¡Él no es Hades! ¡No es el mismo Hades! ¡Hades no es Hades! ¡No se siente igual! — gritó Hypnos. — ¡Deja de ser tan ciego, Morfeo!

— ¡Es porque está enamorado! ¡Maldita sea! — replicó Morfeo. — ¡Dijiste lo mismo cuando yo me enamoré de mi princesa que me arrebataste apenas tuviste oportunidad! ¿¡Cómo un dios del sueño no puede entender el tener la mente en las nubes!? ¡Hades no es el mismo Hades porque su mente está siempre pensando en Qin!

— No es lo mismo, no puede ser. — comentó Hypnos frustrado. — Morfeo...

— ¡No! ¡Ve lo que has hecho! ¡Querías que tuviera un heredero para romper el vínculo del sueño con la muerte! ¡Obligar a Thanatos a crear una nueva unión con el niño que iba a nacer! ¡¿Cómo es posible que trataras de hacerle eso a Lord Hades?! ¡No pienso escucharte más! ¡Todos mis hermanos y hermanas me apoyan! ¡Así que desde ahora hasta que Lord Hades regrese a su trono, el sueño le responde al nuevo rey del Helheim! ¡Qin Shi Huang!

Qin acabó por poner su mano en el hombro de Morfeo, tratando de decir con esta acción que se tranquilizara. Entendía porque Morfeo se hacía cargo del sueño humano, era apegado a ellos, incluso compartían similitudes en cuanto a carácter, era la humanidad la que le gustaba a Morfeo.

— Desde que te vi hablar con Hades, lo supe. — comentó Qin mirando a Hypnos. — Hades hubiera hablado con Morfeo si quisiera llevar a cabo un plan, pero eras tú. Eso no tenía sentido, no cuando Hades es muy cuidadoso con sus planes. Así que pensé y pensé, y lo único que pude llegar a pensar, es que usaste los traumas de Hades en su contra. Has conocido a Hades por eones, han estado unidos y trabajando juntos. Así que cuando lo viste vulnerable y agotado después de despertar, tomaste una oportunidad para confundirlo y llevar a cabo tu plan. Necesitabas alejar a Hades de mí, y lo conseguiste cuando todos los dioses regresaron al tártaro. Así que supe que tenía que actuar desde ese momento.

— ¿Qué diablos hiciste? — preguntó Hypnos.

— Hice diferentes trampas. Una de ellas es que hice una apuesta, pensé que estabas demasiado concentrado en joder a Hades, que aceptarías cualquier tipo de ayuda, y todos los dioses son fieles a Hades, así que la única persona que podría ayudarte sería alguien que este desesperado o desesperada por joderlo igual, por lo cual, Perséfone era la única opción. Eso me hizo pensar, que Perséfone comenzó a ser compatible conmigo, como si supiera de mis gustos, de cosas que me atraen, etc. Cosas que solo alguien que puede meterse en mi cabeza lo sabría. Por lo tanto, no tenía tiempo. Como primer punto, tenía que comprobar que un dios del sueño era un traidor. Así que deje ciertas trampas en mis sueños, me mostraba vulnerable en ellos, me obligaba a soñar ciertas situaciones para ver que dios del sueño se ponía al pendiente. Por ejemplo, si tenía una pesadilla, y vencía junto a un dragón rojo, en específico, y me veía feliz con esto. Era curioso como Perséfone llegaba con los mismos colores al siguiente día, algo que me hiciera verla en mi subconsciente como mi salvadora. Así descubrí que bueno, había un dios del sueño tratando de manipularme, por lo cual, estando despierto hacía los planes, y dormido, me obligaba a dormir cosas específicas para que mis sueños no mostraran que algo andaba mal. Ahora tenía que encontrar cuál dios del sueño era.

El ex humano acabó por caminar, para rodear tanto a la diosa como a Hypnos con sus brazos, como si estuviera abrazándolos, y después reír. Estaba disfrutando mucho de este momento.

— Use mi conexión con la muerte para vagar por el reino de los sueños y encontrar a un Morfeo muy deprimido al no poder ayudar a Hades. — comentó Qin con una sonrisa. — Lo observé por un momento, incluso en su enorme castillo parecía muy indefenso, no dejaba de ver su libro de sueños, como si estuviera buscando que dejó pasar. Fue entonces que lo supe, todo cobró sentido allí. La razón por la que Morfeo no podía alertar a Hades de nada, era porque no estaba viendo todo, era como si le bloquearan la habilidad, y él único que tiene poder supremo a eso, eres tu Hypnos. Todo encajó como engranajes. Así que ese día me acerqué a Morfeo y le dije todo lo que sabía o había deducido.

— Por lo cual decidí ayudarlo. — comentó Morfeo. — Le prometí a Lord Hades que lo seguiría siempre, y el corazón de Lord Hades es Qin, por lo tanto, mis habilidades y mi lealtad también le pertenecen a él, yo nunca podría dañar a la reina del Helheim, solo puedo apoyarlo.

— Decidí seguir actuando débil, mantener un perfil bajo, esperar el momento preciso, pero, como es costumbre, ningún plan sale al pie de la letra, así que cuando sentí el alma de Hades llorar, supe que no tenía tiempo que perder. No tengo ni puta idea que le hicieron, pero, debió ser algo terrible para que lo sintiera tan desesperado en ocultar su dolor que me hizo sentirlo. — comentó Qin molesto. — De solo pensar que pudieron lastimar a mi rey, me dan ganas de...

El golpe seco de la patada de Qin hacia Hypnos hizo estremecer a la diosa que seguía sin poder moverse. A lo que Qin rio, era divertido ver a un dios de tal calibre bajo sus botas, tan indefenso y comenzando a sangrar, que ignoró su propio dolor para volverlo a golpear. De solo recordar el dolor agudo que sintió en el pecho, como si Hades tratara de ocultar su propio dolor, lo hizo volver loco y adelantar muchas cosas para desenmascarar a estos dos dioses.

— Sabes Hypnos, lo malo de tu reino, es que, aunque eres más fuerte aquí, al mismo tiempo eres vulnerable. Mírate sangrando, los dioses del sueño no son peleadores, no necesitan pelear, así que tener grandes habilidades de batalla es algo de lo que carecen, podría hacerte pedazos solo con una de mis manos, y créeme, lo haré apenas sepa lo que hicieron. — comentó Qin mirando hacia Perséfone. — Tengo una idea, pero, espero no hayas sido tan idiota como para cometer algo tan vil, porque si es así, créeme, por algo era el demonio Qin Shi Huang, no me voy a tentar el corazón por ti, voy a torturarlos día y noche por siglos y siglos, hasta que se me caigan los brazos. Regresemos al Helheim.

Entonces fue cuando lo entendió.

Hypnos lo entendía de golpe, sus múltiples hijos, todos se habían unido a Morfeo, para tomar dominio sobre el reino de los sueños y dejarlo imposibilitado. Más cuando vio al ex humano tomar la mano de Morfeo y de golpe, aparecer en la oficina de Qin, donde se percató de que había algo más sucediendo. Se encontraba el cuerpo de Qin Shi Huang dormido y desnudo como se suponía que tenía que despertar, cubierto apenas con una sábana, pero, delante de él estaba también Qin Shi Huang despierto, quien le daba unas palmaditas a Morfeo, y no solo eso, también estaba Nikola Tesla en la habitación, junto a Beelzebub. El científico se acercó a él, y le abrió la boca, aprovechando que estaba indefenso y herido para hacerlo tragar una especie de cápsula.

— Ya que los dioses del sueño pueden desaparecer y hacerse nada dentro del Valhalla, es importante que tengas algo que retenga tu propio funcionamiento natural desde dentro. No te preocupes, lo que te di no te molestará de ninguna forma. Solo que no te puedo poner el collar a ti, por lo tanto, que consumieras la "píldora en contra de los dioses del sueño 300 de Tesla," es para asegurarme que te tendremos tranquilo, mira, ha comenzado su efecto. — dijo Nikola, señalando sus manos, las cuales ya no tenían el aura suavemente brillante que tenían los dioses del sueño.

— ¿Por qué hay dos tú? — dijo Hypnos mirando a Qin. — ¿Te multiplicas ahora?

— Oh, eso, bueno...

— Zhèng, no me había dado cuenta de que eres muy pequeño. — dijo el otro Qin que despertaba a un lado de la diosa, quien de igual manera estaba cubierta. — Tu cuerpo es muy liviano.

— Mamá, ya te dije que soy de tamaño normal, perfecto para cualquier cosa de este mundo, los demás solo crecieron más por avaricia. — sonrió Qin, para después ver a Hypnos. — Oh, le pedí ayuda a Loki, fue sencillo, Loki apoya a quien sea que le dé un mejor trato, y seguramente quiere ganar puntos con Michel, así que ayudó.

Y ante los ojos del dios del sueño, el Qin que había despertado, amarró una sábana en su cuerpo para después cambiar y tomar la forma de una humana hermosa de cabello negro y ojos marrón mirándole. Ya que de igual manera se encontraba desnuda, Qin le acercó una bata para envolver su cuerpo y dejar caer la sábana.

— ¿Loki?

— Le hice un trato, le quitaría el collar a Hela si me ayudaba. Su amor de padre puede más que todo, así que aceptó. Y con algunos consejos y la magia de Loki, mi madre, Chun Yan, logró hacer la transfiguración con el poder de Loki. Así que el sujeto que estaba practicando el té, no era más que mi madre fingiendo ser yo.

Hypnos iba a decir algo, pero fue rápidamente opacado por la risa de la diosa, quien parecía reír por la desesperación de toda la situación, ya no podía hacer nada, absolutamente nada para sacarse a sí misma de esa situación, así que era mejor reír ante su propia desgracia que intentar algo que la pondrá en un estado peor.

— Debí notarlo. — dijo la diosa Perséfone, mientras Beelzebub le colocaba el collar. — Te notaste muy frágil, pensé que era por tu depresión de que Hades no te había contestado, pero no, realmente fue porque eras otra persona.

— Así es. — suspiró Qin. — Después de visitar a Fei, decidí visitar a mi madre quien me recordó quién diablos soy, me dio una patada en el trasero, me gritó que deje de darle problemas a mamá Eva y papá Adam, y que haga por primera vez en mi vida, algo bueno con mi mente idiota.

— Zhèng, es que eres un idiota. — dijo la mujer sacudiéndole el cabello al rey del Helheim. — Tardaste demasiado en ir a buscarme, y le prometí a Eva que no iba a presionarte, ambas te conocemos y sabemos, que no hablarías con alguien si no quieres hablar, así que esperé y esperé, pero me alegra que la pequeña Fei te hiciera entrar en razón.

— Bueno, eventualmente iría contigo.

— Sí, cuando cometieras otra estupidez, sigues siendo igual de volátil.

— Oye, no comencemos con ataques. — sonrió Qin. — No es de mi de quien se tienen que estar quejando. — continuó el rey del Helheim aclarando su garganta, mirando a su hermano. — Actívala, hermano.

Y de golpe, tanto la diosa como el dios del sueño se vieron encerrados en la jaula atrapa dioses. Pero, ante la sorpresa del científico, y de todos los de esa sala, Qin Shi Huang se acercó a esa celda, donde ambos dioses le miraban con un rostro derrotado, a lo que el nuevo rey del Helheim hizo una mueca, sosteniéndose la barbilla.

— Deja de mirarme así. — se quejó la diosa. — Ya ganaste idiota, déjame en paz.

— Es extraño, muy extraño. — dijo Qin mirando hacia la mujer. — Tú eres extraña, Perséfone.

— ¿Eh? — comentó la diosa confundida. — Si vas a burlarte, yo...

— No conozco a Hypnos para pensar si hay algo malo en él, pero tú, con lo que contó Hades, y con lo que investigó Tesla de ti, me hace pensar que hay algo que no estoy viendo de tu persona. Hay algo mal en todo esto, y quiero saber que es, pero lo investigaré después. —dijo el emperador. — Tengo que ir con Hades ahora.

El ex emperador miró hacia su hermano a lo que Tesla asintió, para después abrazar a Chun Yan, recibiendo un beso en la frente de la mujer, y acabar por salir disparado de su oficina hacia el tártaro. Sea lo que sea que sintiera extraño, lo resolvería junto a Hades, ahora no había una competencia, no eran los reyes peleando entre ellos.

Por primera vez, estarían del mismo lado del tablero, y pelearían juntos para resolver todo este embrollo.

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El mayordomo podía ver la cara de cansancio del samurái.

Ahora que la diosa Anfitrite había decidido retirarse, el samurái quedó con mucho trabajo lo cual estaba cumpliendo. Por alguna extraña razón, Kojiro no quería estar solo cuando Tritón venía a entregar los informes de los mares, y ahora sin Anfitrite, Proteus asumía el rol de estar con él, en lo que el japonés recibía las noticias de Tritón. Fue una experiencia sumamente curiosa, como el joven líder de los océanos se recargaba en el escritorio del samurái, tratando de buscar su atención, y aunque Kojiro tenía esa sonrisa que siempre tiene, se le notaba un poco ansioso.

— ¿Tienes planes para esta tarde, Kojiro—san? — sonrió Tritón sentado frente a él.

La vestimenta del hijo de su señor, hoy era curiosa, todo su torso estaba desnudo y solo usaba un collar de caracolas y unos pantalones a juego. No solía usar poca ropa, pero parecía que quería impresionar al humano quien tenía la mirada en los papeles. Incluso, descubrió esa nueva perforación en el pezón derecho, y esas discretas perforaciones en el labio. Lucía atractivo hoy, muy atractivo, sensual, por cómo se había peinado, por lo bien que olía, por la atención que le estaba dando al samurái buscando su mirada.

Tritón acabó por aclarar su garganta y recargar su rostro en el escritorio del samurái.

— ¿Kojiro? — dijo el joven haciendo un pequeño puchero. — ¿Tienes planes?

— Tengo pensado pasar el día trabajando, Tritón. — respondió Kojiro con una sonrisa. — Y pienso dormir temprano hoy.

— ¿Y mañana?

— Tengo planes con mis hermanos.

— ¿Pasado mañana?

— Iré a ver a mis padres.

— ¿Qué tal un día después a eso?

— Prometí a las ninfas, acompañarlas a las zonas que querían mostrarme.

— ...

— ...

El joven acabó por chasquear la lengua, tensando un poco la mandíbula, sí, definitivamente era más extrovertido que su padre, pero tenían el mismo carácter de mierda cuando se trata de conseguir todo lo que quieran sin importar el costo. Pero, al igual que Poseidón, parecía que Tritón estaba controlando su ira, desviando la mirada a unos cuadros en lo que Kojiro seguía su trabajo.

— Ya lo he revisado, está todo bien, muchas gracias por tu informe. — sonrió el japonés devolviéndole los papeles ya firmados. — Gracias por tu trabajo.

— ¿Me odias? — preguntó de golpe el líder de los mares.

— ¿Eh? No, claro que no.

— ¿Entonces qué es?

— ¿Disculpa?

— ¿Qué diablos estoy haciendo mal para que busques no estar conmigo?

— No esto de nuevo. — suspiró el samurái, a lo que Proteus pudo notar la frustración.

— Prometo no volver a intentar cogerte Kojiro, lo lamento, no quiero que me tengas miedo, solo quería marcarte como mi reina, pero aprendí que los humanos no suelen hacerlo así. — dijo el dios de golpe.

El mayordomo casi se atraganta con su té tosiendo, haciendo que ambos hombres voltearan a verle. Kojiro rápido se levantó para acercarle un pañuelo y darle palmaditas, para que el mayor se recompusiera. A lo que el mayordomo apenas podía creerlo. Tritón había intentado algo con el esposo de su padre, si Poseidón se llegaba a enterar, asesinaría a su hijo apenas tuviera oportunidad.

— Tritón, yo amo a tu padre, quiero que quede eso claro. — comentó Kojiro cansado. — No tengo intención de amar a alguien más.

— ¿Lo amas después de lo que pasó y sabiendo que es una mierda? — preguntó. — ¿Por qué?

— Porque quiero y puedo. Si yo quiero a ese sujeto, ni tú, ni mis hermanos, ni malditamente nadie me va hacer cambiar de opinión. — respondió Kojiro. — Los dioses de los mares son difíciles de tratar. Su corazón se encuentra al fondo, cada uno usa barreras diferentes que protegen sus emociones. Al estar tan conectados con el mar, es difícil no verse afectados por él. Conocí a un Poseidón que creo que pocos han conocido, y siento que aún hay mucho que trabajar, pero mi corazón sigue latiendo por él, por lo cual, no me interesa.

— ¿Ni, aunque sea más joven y sensual que él? — sonrió Tritón.

— No. No me importa la apariencia.

El dios solo pudo sonreír, joder, esa actitud, esa mirada llena de poder, ese porte, ese enojo, sin un gramo de miedo a su persona, joder, joder, joder, era divino. Lo quería, quería que esa mirada tan potente solo fuera para él. Sintió ese golpe de excitación y apenas pudo contenerse de no saltarle encima, lo quería, lo deseaba. Entendía a su padre ahora, lo más atractivo de Kojiro era esa jodida actitud, como su corazón es tan bondadoso y a la vez salvaje, es como el maldito océano, turbulento y violento, y calmo y hermoso, Kojiro era el maldito mar, y eso lo hacía jodidamente perfecto.

— Eres perfecto, Kojiro. — sonrió el más joven mirándole. — Esta bien, si quieres algo diferente, no dudes en buscarme. Porque yo en definitiva, esperaré a que tu espada trate de atravesar mi mar cuando quieras. Porque cuando eso suceda, me encantará ver tu cabello tan dulce en mi almohada. Con permiso.

El samurái solo pudo suspirar, viendo a Tritón salir, para después simplemente dejar los papeles ordenados en su escritorio, tomar sus katanas colgándolas con él, y algo molesto, salir para largarse de allí, hoy no tenía cabeza para acabar sus papeleos, los terminaría mañana.

— Mi reina, no debe...

— Iré a mi dojo. — decretó Kojiro saliendo de la oficina sin esperar una respuesta.

El samurái estaba cansado, así que decidió escabullirse por el Onsen, usando los poderes que aprendió de Poseidón y como le enseñó a usar los artefactos, para salir de ese lado y evitar cruzarse con su gente. Pasaría todo el día practicando, ese era el plan, pero, al momento de abrir la puerta del dojo con resignación, sus ojos se cruzaron con la mirada de un Musashi sorprendido de verlo, y antes de que Kojiro dijera algo, escuchó algo caer al suelo, era una escoba que azotaba mientras vio como Poseidón se quedó estático mirándolo.

Era verdad, lo había olvidado, Poseidón viene a limpiar el dojo, había llegado allí antes de tiempo, se había cruzado con él cuando no debería cruzarse en su camino. Ahora su mirada estaba clavada en la azul, mientras no podía moverse en absoluto.

— Koji... — dijo en shock su esposo mirándolo.

— Poseí. — casi en un suspiro respondió el samurái.

— Kojiro, no deberías estar aquí, vuelve a casa. — dijo Musashi. — Vuelve con Proteus y...

— Musashi, por favor, ¿podrías dejarme solo con él? — comentó Kojiro sin apartar la mirada de Poseidón.

— ¿Qué? ¡Claro que no! — respondió el humano. — Ve de nuevo al palacio, le prometí a tus hermanos y a tu padre que no dejaría que este infeliz...

— Koji...

Ambos humanos olvidaron lo rápido que era Poseidón, porque lo vieron arrastrarse y gatear en segundos para acabar abrazado de las piernas del japonés, haciendo algo que ninguno de los dos pensó ver en su vida, y eso era berrear a las piernas de Kojiro rogando perdón, prácticamente degradándose a los pies del japonés mientras no pensaba soltarlo. Para ambos fue impresionante ver ese rostro lleno de lágrimas y rojo, mientras lloraba sin parar, nunca pensaron que Poseidón tuviera otra expresión aparte de la que siempre tiene.

— Por dios, ten algo de dignidad. — dijo Musashi queriendo separar al dios de Kojiro, pero era imposible. — Voy a golpearlo.

— ¡No! — gritó Kojiro.

Pero fue tarde, Musashi acabó por patear al dios, pero este recibió el golpe sin separarse de Kojiro, no importaba cuanto lo golpeara Musashi, no lo soltaba, a lo que el japonés rápido paró a su amigo, protegiendo al dios.

— Musashi, ¿puedes dejarme solo? Si quieres espera fuera, pero quiero estar solo con él. — dijo el japonés acariciando un mechón de cabello de su esposo que no dejaba de llorar.

— Kojiro, no voy a dejarte con este imbécil.

— Por favor. — dijo Kojiro mientras escuchaba los sollozos de Poseidón de fondo. — Por favor...

— Maldita sea, si necesitas algo solo grita mi nombre y vendré en un santiamén. Joder Kojiro, toma mejores decisiones. — suspiró frustrado Musashi dejándolo con Poseidón, llevándose a los Shinigamis con él.

El japonés solo podía escuchar los sollozos y lamentos del dios del mar que no dejaba de aferrarse a él.

— Kojiro, lo siento, lo siento tanto. — berreaba Poseidón aferrándose al japonés, sin importar lo desalineado que se encontraba, y lo golpeado que había acabado por Musashi. — Kojiro, por favor, mírame de nuevo, por favor. Soy una basura, lo sé, soy peor que la mierda, y es egoísta pedirte que me mires, por favor, de nuevo, baja tus estándares para que sea digno de tu mirada, por favor. Por favor, ve de nuevo a los ojos a una basura como yo, por favor mi reina, por favor. Haré todo lo que quieras. — dijo el dios alzando la mirada desesperado, viendo a los ojos al japonés. — Me arrastraré de por vida, dejaré que todos pasen sobre mí, seré tu maldito perro si quieres, solo vuelve a quererme, por favor, Koji, por favor...

— Poseidón.

— Kojiro, lo lamento, lo lamento mucho...

— Leí tus cartas, cada una. — dijo el japonés. — ... Me encanta que, en cada una reflejaste todo lo que necesitaba saber.

El japonés solo acabo por sonreír suave, acariciando la cabellera de su esposo, buscando relajarlo, pero las lágrimas de Poseidón no paraban.

— No sabía si te llegaban... — dijo con la voz entrecortada el dios sin soltarlo. — Solo tenía la esperanza que lo hicieran.

El japonés vio desecho al dios, su cabello se encontraba más largo, estaba descuidado, su imagen estaba descuidada, como cuando una persona depresiva comienza a dejarse. Sus manos tenían heridas, el dios con esa aura perfecta ya no estaba, solo estaba este hombre que se aferraba tan desesperadamente a él. Quien se encontraba de rodillas rogando su perdón.

Acabo por soltar una leve sonrisa, haciendo que Poseidón le soltara, para ponerse de rodillas frente al dios. Solo acabaron por mirarse, mientras Kojiro ponía un mechón de cabello rubio detrás de la oreja de su esposo, quien no dejaba de soltar lágrimas, para después solo acabar por acercarse lentamente, sin remordimientos, sin pensar en nada, y besarle dulce. Fue un beso rápido y fugaz, como si su alma tentara terreno, pero, vio a su esposo llorar más, y confundido, estaba por decir algo, pero el dios de los mares acabó por besarlo de nuevo.

Un beso más apasionado, más cercano.

Después de allí no importó nada, ni el pasado, ni el presente, ni el futuro, solo acabaron por besarse más y más, acariciándose el cuerpo sin morbo, solo como si quisieran asegurarse que la persona frente a ellos era real. Siguieron los besos, donde Poseidón besaba cada parte expuesta del cuerpo de Sasaki, sus manos, sus muñecas, sus antebrazos, su clavícula, su pecho, quería asegurarse que era él, que era su esposo. Kojiro hizo lo mismo, besando a su esposo sin importar nada, apasionando más los besos hasta subirse en las piernas del dios que lo recibió gustoso, jalando su cintura con él. La temperatura de ambos subía, más cuando ambos estaban deseosos de devorarse entre ellos, rasgándose la ropa, exponiendo sus cuerpos para poderse sentir más cerca, hasta que el humano se quedó sin aliento y tuvo que parar un momento.

Ambos quedaron jadeantes, con los labios hinchados, donde el japonés como el dios tenían una mordida en ellos. Recostados en el suelo del dojo, sin apartar la mirada. Ya que, para el dios, el marrón de los ojos de Kojiro eran la ventana a un paraíso sin igual, la tierra que tanto el mar golpea para poder estar cerca, que tanto busca para crear hermosos oleajes, que tanto desea para crear vida hermosa llena de paz. Y en el caso del samurái, quería perderse en la profundidad azul de esos ojos, aquellos que reflejan los más grandes peligros, pero al mismo tiempo las más grandes de las bellezas. Tocar el verdadero fondo del mar, y ser feliz en él, encontrar la belleza en una criatura tan salvaje que esos ojos ocultaban.

— Kojiro...

— Uno se dice mil veces no querer enamorarse de alguien... — dijo el japonés besando los labios de su esposo con delicadeza. — Se lo repite tantas veces que el simple pensamiento de intentar algo con esa persona suena como una locura...

— Sin embargo, acabas amando más allá del racionamiento existencial. — comentó Poseidón, acariciando la mejilla de su esposo cuando este comenzó a lagrimear. — Kojiro...

— Sabes escribir muy bien. — rio el samurái, dejando sus lágrimas correr, aliviando su corazón. — Me conquistaste de nuevo, soñando tenerte cerca.

— Me la pasé toda mi vida leyendo, algo bueno tenía que sacar. — respondió el dios, limpiando las lágrimas de su esposo. Te amo Kojiro, por lo nuestro, por lo que fue, y por lo que será seguramente en esta vida, no voy a dejarte ir.

— Ni yo a ti... ah, dios, te amo. — sonrió el japonés. — Te amo mucho, Poseidón, si vas a amarme, hazlo hasta el final, y si vas a matarme, hazlo hasta que no respire, ya no me interesa, solo disfrutaré mi vida sin pensar en la obscuridad del pasado.

— Eres perfecto. — sonrió Poseidón, acariciándole las mejillas. — Mi perfecto Kojiro.

Ambos amantes se quedaron mirando, para acabar por abrazarse, sintiendo paz al fin en su alma, sin soltarse, solo querían quedarse así durante horas y horas sin interrupción.

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Se encontraba corriendo por los pasillos.

Sin importarle nada, solo podía recordar la voz de Chun Yan diciéndole lo que tenía que hacer.

"Zhèng, desde que naciste te viste obligado a sobrevivir. Nunca en algún momento de tu vida pudiste comprender que era sentirse amado o que era sentir felicidad por cosas simples. Viviste agachando la cabeza y sonriendo en dolor, te obligaste a ser sumiso y a mantenerte a raya todos tus primeros años. Entonces llegué yo, y me viste como una oportunidad, comenzaste a imitarme, a sonreír, a dejarte ir. En ningún momento yo te di esa personalidad, en ningún momento yo te moldeé para tener tanta confianza. Simplemente dejé que abrieras tus alas y volaras a donde quisieses. Qin, ya habías nacido con la grandeza, yo solo puse la corona de nuevo en la cabeza del rey, para que este dejara de someterse."

Entonces lo comprendió de golpe.

Incluso en su nueva vida, llena de amor y de una familia, con Chun Yan aún a su lado, siguió teniendo la misma personalidad, el mismo ángel. Aquello que dudaba no tener, lo tenía. Aquello que siempre pensó que tenía que conseguir, ya había nacido con él. Adam siempre se lo dijo, solo tenía que decidir. Eva siempre se lo dijo, solo tenía que ser él, y ahora su madre Chun Yan se lo había recalcado, solo tenía que ser Qin Shi Huang.

"La vida es muy corta para que llores por amor cada día, Zhèng. Grita, llora, sufre, ama, cae, levántate, y sigue malditamente viviendo. Nada es perfecto para siempre, eso te lo aseguro, pero joder, el viaje es genial, así que siente todo lo que debas sentir, equivócate todo lo que te tengas que equivocar y joder demuestra que viviste. Así que, solo dime que tengo que hacer para que todo ese plan de tu cabecita, se haga realidad. Al final, si quieres vivir toda tu eterna vida a lado de ese dios psicópata, pero sensual del inframundo, ¿quién diablos soy yo para impedirlo? Toma todo lo que quieras, Zhèng."

Acabó por reír mientras sentía que ya no tocaba el suelo. En como las sombras del Helheim lo hacían flotar, había aprendido a desplazarse como Hades sin quererlo, para aparecer de golpe en la celda apartada de su esposo, y al abrirla, lo vio. Estaba en una esquina, sentado, mirando a la nada, pero cuando vio a Qin, talló sus ojos como si quisiera aclarar su visión, y algo dudoso se puso de pie.

— Hades... — dijo el humano viéndolo tan frágil. — Mi amor, ¿qué te han hecho?

— ¿Con quién estaba la vez que fui a tu casa para decirles que atacarían el Edén? ¿Quién abrió la puerta?

— Estabas con Zeus, y yo abrí la puerta. — respondió confundido el emperador.

— ¿Qué sucedió la primera vez que fuimos como pareja al palacio de Poseidón?

— Toqué sus caballitos de mar, y lo enfurecí, acabó por destruir parte de su palacio por la ira y apenas logramos salir.

— ¿Qué fue lo que te di de tomar cuando tuvimos un picnic en el techo de nuestro castillo?

— Vino espumoso, porque descubriste que me gusta.

— Eres tú... — dijo el dios soltando un suspiro de alivio. — Eres tú... o eres Hypnos que leyó mi mente y solo estoy atrapado en una ilusión, ah, no espera, no sé qué...

El humano solo corrió a abrazarle, sin decirle nada más, solo a abrazarle.

Sintió a Hades abrazándolo de vuelta, y sintió que su corazón se saldría de su pecho al sentir al dios junto a él al fin. No le dijo nada, dejó que el dios se refugiara en sus brazos, incluso cuando Hades tuvo que cargarlo para dejar de estar encorvado, Qin desactivó su collar, haciendo que el Helheim temblara ante esto, y la fuerza aumentara de golpe, incluso él como reina, pudo sentir el rush al ver como Hades llenaba de poder todo el lugar, y esos ojos lilas brillaban ante la energía. Solo pudo sentir el calor de Hades, abrazándolo con amor. Al fin, joder, esto era lo único que quería, estar en los brazos de su esposo.

— Hades, mi amor...

— Si eres tú, lo siento en el alma, si eres tú. — comenzó a lagrimear el dios. — Mi dulce Qin, mi dulce esposo, mi perfecta reina, si eres tú.

— Soy yo. — dijo Qin acariciándole el cabello. — Tranquilo, ya estoy aquí, tranquilo.

Alzó la mirada en busca de los labios de su esposo, pero cuando iba a besarlo, el dios se apartó, ante esta sorpresa, decidió intentarlo de nuevo, buscar los labios de su esposo, pero, el dios seguía apartándose de él.

— ¿Qué es lo que pasa? — dijo el emperador, acariciándole el rostro. — Soy yo, Hades, soy yo, ya estoy aquí.

— ... estoy sucio. — respondió el dios, bajando la mirada. — No puedo besar tus benditos labios así.

— Solo es tierra, Hades, no importa.

— No, estoy sucio, quisiera... quisiera limpiarme. — dijo el rey del Helheim. — Es que... yo... lamento si te parece repugnante, pero, solo necesito limpiarme, haré que no... que... lo lamento mucho, Qin. Me limpiaré bien, quiero estar limpio para ti.

Entonces lo comprendió.

Hades no se refería a la suciedad de la tierra, no se refería a que oliera mal o que su ropa tuviera mugre. Sintió un hueco en el estómago, cuando su esposo ni siquiera quería levantar la mirada, y solo pudo apretar los puños de golpe, haciendo al Helheim comenzar a temblar y cuartearse el piso. De solo pensar que su esposo, de nuevo, malditamente de nuevo, había sido víctima de...

¡Los mataría! ¡Los mataría hasta no dejar nada! ¡Los asesinaría apenas los viera de nuevo!

— ¡QIN! — gritó Hades. — ¡Basta! ¡Tienes que calmarte!

— Voy a matarla, no, no, eso sería demasiado bueno para ella, voy a torturarla por eones y eones hasta que se haga polvo por sí sola, y después ir por su maldita alma al rio de almas y revivirla para volverla hacer sufrir una y otra, y otra vez hasta que me canse, que eso jodidamente nunca pasara.

— Qin... — dijo Hades sosteniéndole el rostro. — Qin... por favor, cálmate.

— ¡No! Después de lo que hizo no merece... — el emperador miró esos ojos violetas comenzando a derramar esas lágrimas negras, lo que hizo su corazón achicarse de dolor. — Hades, mi amor, nunca en la vida me parecerías repugnante.

— Qin, yo sé que esto...

— No, escúchame. — suspiró el emperador, besándole las mejillas con delicadeza. — Escucha, yo nunca en la vida, te vería por menos de lo que vales y eres. No me importa que tantas manchas haya en tu vida, si a ti no te importan las que hay en la mía. Nada malo de lo que te pasó afecta lo que eres Hades, tú eres perfecto tal y como eres, mi rey único, mi amoroso líder, eres el dios más perfecto que existe. Por favor, te lo pido, nunca vuelvas a pensar que yo te consideraría algo menos que ello. Siempre voy a amarte, mi amor...

El rey del Helheim solo pudo abrazarse de su esposo, mientras este le acariciaba el cabello con cariño, comenzando a lagrimear, dándole dulces besos para tranquilizar los sollozos de su esposo, que, por primera vez, estaba dejando salir ese lado de él, que tanto reprimía para mostrarse perfecto ante los demás.

— Tranquilo, sé que será difícil después de todo lo que has vivido... — dijo Qin.

— ¿Eh? — comentó Hades confundido. — ¿Qué sabes?

— Sé que esto no es la primera vez que te pasa "eso", Hades. — dijo el humano. — Ese día, de lo que quería hablar era de ello, de que se tu pasado, por completo, se lo que tuviste que vivir y sufrir para sobrevivir. Sé cómo acabaste uniéndote con el abismo, como tu sangre es anti vida, como el Helheim se formó a tu alrededor y pusiste orden. Joder Hades, lo sé todo, se cómo planeaste minuciosamente el tonto juego de ajedrez, en como pensaste durante años diferentes rutas que pudieran llevarte a mí. En como decidiste apostar todo, solo para encontrar el momento perfecto, donde yo fuera feliz, y pudieras enamorarme. ¿Era ese el verdadero plan desde siempre?

— Sí. — rio Hades dejando algunas lágrimas salir. — Desde siempre, solo quise tu felicidad, y la de mis hermanos, y sabía que la única forma en la que serían felices es si al menos ponía en su camino a tus hermanos, y yo sabía que la única forma, de que yo fuera feliz sería a tu lado. Eso es lo más egoísta de mi parte, arriesgar todo lo que tengo por un juego que nunca tuvo un fin.

— ¿Nunca tuvo? — preguntó el emperador, impresionado de esa información.

— Solo fanfarroneaba y decía que todo era parte de un plan con un final, pero realmente nunca pensé más de lo que hice, no tenía una forma de cumplir todos los caprichos, solo deseaba que se hicieran felices entre ellos y esperar que el plan se olvidara con el tiempo.

— Que apuesta tan arriesgada.

— Uno hace estupideces por amor.

Ambos reyes rieron abrazándose, sin dejar de hacerlo, solo sentirse cerca, era lo único que sus mentes necesitaban, solo sentirse y ser felices.

— Shinigamis. — fue el ex humano quien llamó a los Shinigamis y dijo algo que a Hades le sorprendió. — Por favor, quítenle el collar a los dioses encerrados en el tártaro. Llévenlos a la sala de trono de Hades, vamos a terminar con todo esto.

Y después de ello, acabó por tomar la mano de su esposo, saliendo de allí, ante la mirada de su pueblo, quienes sorprendidos e incluso algunos vitoreando, estaban felices de ver de nuevo a su rey libre del collar caminando por los pasillos de la mano de su reina. Qin solo acabó por guiar a Hades a su habitación, donde dentro se miraron y sonrieron aliviados de estar juntos de nuevo.

— Sigues siendo el mismo Hades, nada ha cambiado en ti, y no siento ningún tipo de repulsión hacia ti, quiero que te saques eso de la cabeza. — mencionó Qin. — Por favor.

— Te amo. — respondió Hades, acercando a su reina con él.

— Sé que no debes recordarlo, pero, cuando viaje por tus memorias me conecté en el momento que el Abismo te eligió, te grité que me esperaras para que pudiera amarte, bueno, ha llegado ese momento.

— Por favor, ámame Qin Shi Huang. — respondió con una sonrisa Hades. — Ámame por toda la maldita eternidad, y si existe algo más después de ella, ámame allí también.

— Toda mi vida. O más bien, toda mi muerte es tuya. — sonrió el emperador.

Entraron al baño juntos, donde Qin le dijo que, si necesitaba un momento a solas, solo tenía que pedirlo, pero Hades negó, diciendo que lo quería con él. El emperador asintió con las mejillas enrojecidas, más cuando se acercó con delicadeza desnudando a su esposo, mientras este le desnudaba de igual forma. Usó su magia para llenar la bañera y acabaron por entrar juntos, sin importar nada, donde el emperador no pudo esperar más y se lanzó a besarlo, a lo que Hades correspondió con gusto, sintiendo a su esposo entre sus brazos.

Ese bendito beso se había sentido mejor que cualquier beso que se hubieran dado en el pasado. Un beso con unión de almas que estaban al fin aliviadas al estar juntas. Un beso que sanaba todas las heridas, sanaba todos los problemas, sanaba cualquier fragilidad del corazón. Solo pudieron lagrimear entre besos, pegándose más y más, sin querer soltarse, sin querer separar sus manos del contrario, por el miedo de perderse, por el miedo que algo más los lograra separar. Solo querían estar allí toda la maldita eternidad.

El emperador tomó autocontrol de su persona, comenzando a consentir a Hades como él lo solía hacer, lavándole el cabello y el cuerpo con delicadeza, dándole besos en momentos dulces, todo, hasta que sintió que Hades de golpe cayó dormido, y sonrió, dándole un beso en la frente y terminar por limpiarle, para después, con el uso de su fuerza, sacarlo de la bañera con él y llevarlo a la cama, donde lo secó y vistió, con mucho autocontrol de no tocarlo de más, recostándose a su lado.

— Descansa amor, mereces eso después de todo. — dijo el emperador, acariciándole el cabello. Mientras su esposo dormía. — Descansa por fin, no pasa nada si los hacemos esperar unas horas. Mis hermanos se encargarán de ello, seguro los Shinigamis les notificaron a todos sobre mi decisión, y estoy seguro que no habrá ninguna objeción. Todos caímos de rodillas ante los dioses, quien lo diría, nos derrotaron con amor, un sentimiento muy humano...

Pero, aunque el emperador estaba en paz, era una diferente historia fuera de la habitación de los reyes del Helheim.

En la sala de trono, cuando los dioses llegaron con los humanos y los Shinigamis, de golpe, de un momento a otro, todos los dioses comenzaron a dormirse o caer desmayados, uno a uno. Y no eran los únicos, todos los dioses que sabían del plan de Hades, fueron cayendo en el suelo desmayados de golpe. Hela acabó por caer entre los brazos de Adamas, quien segundos después igual sufrió el mismo destino. Por otro lado, Perséfone e Hypnos cayeron dormidos en su celda, sin tener el control de nada, y cuando Morfeo estaba a punto de notificarle a Qin, acabó por desmayarse apenas tocó la puerta.

Fue entonces cuando la diosa del conocimiento y estrategia, Atenea, quien se encontraba caminando por su biblioteca se quedó de pie un segundo, sintiendo una energía extraña, y después hacer un gesto de disgusto.

— Maldita sea... — dijo la mujer sosteniéndose de un librero. — Una maldita oportunidad.

No importaba cuanto lo intentó, su fuerza se fue de su cuerpo y acabó desmayada junto a sus amados libros. Los dioses habían caído, a lo que los humanos no podían comprender lo que estaba pasando.

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Uff al fin acabé este capítulo.

Por cierto, creo que solo faltan 2 capítulos más para acabar esto, a lo mejor 3, pero depende.

Qin y Hades están de nuevo juntooooos, amo, ante todo lo que pase, al menos lo resolverán entre los dos.

Por cierto, siento que los sentimientos de Kojiro hacia Poseidón se resumen con esta canción:

https://youtu.be/3TaULvGC8Y0

¡Hasta el próximo capítulo! 

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