LA VERDAD



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Meses atrás...

— Ella dijo que no reconocía a su hermano. Le parecía otra persona desde que lo vio de nuevo. ¿Cómo alguien con un corazón tan bondadoso puede hacer algo tan atroz? ¿Cómo puede utilizar sus propios talentos para traer desgracias a las almas que tanto protege? Cuando me mencionó eso, no supe que contestar. No es como si le pudieras decir a alguien como mirar a una persona que ama, la diosa Hestia se veía afligida por no reconocer a Lord Hades.

El humano Sigurd parecía leer dentro del diario que le dejó la diosa, mientras estaba allí, junto al dios, en una fogata afuera del escondite de Buda, en la madrugada, mientras ambos permanecían despiertos y Zero veía diferentes capítulos de su serie favorita dentro de casa.

— Al final nunca conocemos a las personas realmente, lo mismo con los dioses. — comentó Buda comiendo un malvavisco asado que había estado calentando en la fogata.

— Ella mencionó que Hades quería hacer esto por venganza a la humillación de los dioses del nuevo mundo. — comentó el humano mirando al dios. — No importa como lo veas, tengo que ir a averiguar sobre ellos, sí o sí.

— ¿Qué piensas que encontrarás con ellos? ¿La respuesta al odio de Hades?

— Tal vez no encuentre nada. El juego de Hades es complicado. — comentó el humano, comenzando a dibujar con su dedo, un pequeño tablero de ajedrez en la tierra. — Hades es un jugador profesional, crea muchas jugadas al mismo tiempo para confundir a su oponente. Puede mover un peón, puede mover una torre, puede mover un alfil o puede mover hasta la mismísima reina, en maneras locas y poco comunes para confundir a su adversario. — suspiró el humano. — La diosa Hestia dejó en las notas que nunca supieron todas las fases del plan de Hades, solo sabían el fin, Hades les prometió el cosmos, entonces, ¿cómo no iban a confiar en el dios más confiable?

— Nadie sabe que es lo que quiere realmente Hades. — comentó Buda mirando al humano. — Sigue su propio camino, lo ha seguido desde que nació. La soledad y el abismo de ella simplemente hicieron lo que es Hades ahora.

— Debe haber una explicación para su actuar. — comentó Sigurd. — De un momento un dios que es el ejemplo de todos, murió, y cuando regresó, lo primero que hizo fue querer armar todo este embrollo. No quiso pasar tiempo con su familia como prioridad, quiso hacer un plan de años, planeando cada cosa minuciosamente, solo por algo que nadie sabe. ¿No crees que eso es extraño?

— Sea como sea, la razón no importa ahora, pequeño Sigurd. — respondió Buda. — Si lo hizo por aburrimiento o por venganza, no importa, ahora lo único que importa es detenerlo. Si todo esto es verdad, lo único que importa es detenerlo.

— ¿Cómo detienes a la muerte, Buda?

Esa pregunta del humano dejó pensando al dios. Desde que abandonó la mortalidad, nunca en su vida había pensado de nuevo en la muerte, era estúpido pensarlo siendo un dios. Era estúpido pensar en la muerte siendo un ser todo poderoso...

Pero.

Había encontrado la verdad en el Niflheim. Había vuelto a sentir el constante miedo a aquel frio del inframundo.

Lo recordaba aún, era como estar en un sueño cuando el camino apareció delante de sus ojos.

El dios hindú con la mente destruida solo pudo seguirlo, como si le llamara, como si fuera necesario ver lo que había allí antes de irse. Así que caminó, siguiendo ese camino negro delante de él, y una vez atravesando la puerta, lo vio, era como estar dentro de una película. Dónde no eres más que un fantasma que esta viendo todo alrededor. Fue allí donde decidió prender la máquina del científico, tal vez por instinto, tal vez porque sentía que tenían que verlo los humanos.

Vio a una mujer, por su aspecto y sus ropas, supo que era nórdica, mientras se acercaba a su trono. La mujer le preguntaba cosas sobre la unión de almas, y el dios respondía con una sonrisa. Después, vio a esa misma mujer de cabello negro, interrumpir una junta de dioses, la vio retándolos al Ragnarök. La vio reunir diferentes peleadores, humanos, eran humanos de los cuales convenció a sus almas de pelear en dicho lugar.

Vio como si fuera cámara rápida, absorbiendo todas las imágenes que se presentaban delante de sus ojos, lo vio todo, absolutamente todo, de inicio a fin. Fue como un golpe de realidad, para después que esas imágenes se acabaran, se diera cuenta que estaba en medio de una arena que poco a poco se caía en pedazos. Donde en el suelo había sangre seca mezclada con mugre, donde poco a poco el primer abismo consumía dicho lugar.

Se formaron sombras, como humo negro, y escuchó la voz de alguien que no reconocía, dentro de una sala, con una sonrisa enorme mientras él mismo le miraba. Era enorme, para un dios era enorme, con plumas, tan bello y exótico, ¿eso era un dios? Le vio abrazar a los humanos con cariño, le vio sonreírle con respeto, le vio mirar hacia los dioses que perdieron el Ragnarök.

"Creo en las dualidades, es por ello que traeré tanto a los humanos como a los dioses... esta será la última vez que nos vemos... recuerden que siempre les deberán un favor a los dioses del nuevo mundo..."

Y después escuchó la risa de Hades, asombrándose de lo que veían sus ojos, horrorizándose al saber lo que había hecho con tal de que todo su juego saliera a la perfección. Fue ver realmente una película de terror mientras les comentaba a sus hermanos sobre su plan y como planeaba llevarlo a cabo.

Después de ello, solo pudo ver como la arena comenzaba a ser consumida más y más por el abismo, y a ese punto, quería mirarlo, ¿qué importaba ya? Había descubierto que solo era una marioneta del rey del inframundo, debería mirarlo, pero no pudo, no cuando recordó que tenía que proteger a Zero de él, tenía que mantenerse fuerte.

Dio media vuelta y regresó, debía llevar la información a los humanos.

Solo pudo seguir sintiendo un escalofrió al sentir el abismo de la muerte detrás suyo, sintiendo como le miraba, oh, allí estaba, ese miedo mortal, el miedo a ser consumido por todo lo que involucra a la muerte.

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El dios de los mares lentamente abría los ojos, enfocando en donde estaba.

Si, se encontraba en su palacio, de eso no había duda, pero no era su habitación, parecía más una habitación de huéspedes, en dónde algunos de sus hermanos suelen quedarse, principalmente Hades si viene de visita. Talló uno de sus ojos, y sintió calidez junto a él, así que, al bajar la mirada, pudo ver a su reina, dormido pegado a él, entre sus brazos, acurrucándose en su pecho. Sonrió, tratando de moverse poco para no despertarlo. Pero, entonces recordó lo que había pasado la noche anterior.

Y fue cuando su vista fue al frente, donde estaba dormido su hermano, con el maldito de su humano. Agradecía que estuvieran cubiertos por la sábanas y cobijas, porque de otra forma le hubiera parecido repulsivo ver a ese idiota humano en su palacio de esa forma. Dejando ese pensamiento de lado, rápidamente se aseguró que Kojiro igualmente estuviera bien cubierto, y cuando vio que lo estaba, soltó un suspiro de alivio.

¿Qué diablos había sido eso de anoche? Ni en sus más peligrosas pesadillas imaginaría al humano con un trapo en la cara en su cama. Le repugnaba totalmente, más porque ese humano asqueroso traía a Hades como un perro detrás de él. Simplemente detestaba la existencia de Qin Shi Huang, pero la toleraba porque Hades lo tenía protegido. En el caso de Hades, bueno, amaba a su hermano, su pequeño enamoramiento que había tenido cuando era pequeño se había quedado atrás, realmente no tenía sentimientos por él de esa forma, pero, al menos podía encontrar algo de lógica compartir la cama con Hades, ya que ya habían tenido orgías siglos atrás junto a él, o con Zeus, así que entendía por qué no le molestó compartir cama con su hermano, pero, ¿su humano apestoso en una misma cama que él y su reina? Preferiría morir de tan siquiera pensarlo.

¿Qué diablos lo hizo aceptar tal locura? ¿Qué? Ni por Hades se acercaría al chino, sería rebajarse, ¿entonces qué fue?

"¿Realmente tienen que irse? Podemos divertirnos los cuatro..."

Era eso.

Era malditamente eso.

Ver el rostro de Kojiro con ese sonrojo, con esos ojos, pidiéndole con la mirada lo que quería. Había perdido la maldita cordura, quería complacer a su reina. Si Kojiro quería tener una orgía, aunque no quisiera, lo haría. No le negaría nunca nada a su reina, menos cuando lo pide de manera tan inocente, menos cuando lo mira con esos ojos que solo le da ganas de complacerlo. Esa maldita rémora lo tenía comiendo de su mano y apenas se daba cuenta. Se había dejado llevar de verle pedirle algo como eso. Debía controlarse, debió detenerse, ¿por qué no lo hizo?

"Divirtámonos hermano... complace a tu reina. Puedes hacerlo, ¿no?"

¡Maldita sea, Hades!

— ¿Frunces el ceño tan temprano, Poseidón? — dijo un Hades despertando, hablando tranquilo.

— Creo que es hora de que tú y tu humano se vayan. — comentó Poseidón, cubriendo a un más a Kojiro.

— ¿Estás molesto conmigo? — preguntó el rey del inframundo sorprendido.

— No, solo vete.

— ¿Te hice algo? — comentó Hades, a lo que el rey de los mares solo podía sentir el enojo subir. — Poseidón, lo lamento si te he hecho algo.

— Cuando hagas un juego con tu humano, no me involucres, ni involucres a Kojiro. — comentó Poseidón mirándolo. — Ayer todo escaló demasiado, solo porque no puedes decir que no quieres jugar, fue un juego estúpido.

— Yo no te obligué a seguirme el paso. — respondió Hades. — Pos...

— ¿No? Me besaste a la fuerza. — comentó Poseidón. — Y tú humano se aprovechó de Kojiro al estar ebrio. Son iguales, no piensan en los demás para cumplir sus... — el dios de los mares suspiró. — Lo siento.

Él realmente no podía reclamarle nada a Hades, no cuando sus manos están manchadas de decisiones egoístas durante toda su vida, mientras las de Hades permanecen blancas. La única mancha de Hades, las únicas manchas de Hades son minúsculas, la mayoría eran referente a este plan, pero, fuera de eso, Hades jamás había sido un tirano, siempre veía por los demás, siempre, no había día en dónde Hades no cuidara de los demás, era lo que realmente un dios debe ser, resolviendo todo por su cuenta, siendo perfecto en cualquier tarea, haciendo que lo sigan en cada camino. Hades era perfección.

Siempre lo ha sido.

— Te ofrezco mis disculpas hermano. — comentó Hades. — Tienes razón, me dejé llevar, cuando me retan, suelo querer ganar hasta el final. Zeus adoptó eso de mí, y es un terrible ejemplo que les he dado. Poseidón, lamento haberte herido y usado, soy tu hermano mayor, debería cuidarte y guiarte, hacerte aprender de mis errores, y anoche me pasé de la raya al no poner un alto a todo. Debí irme de regreso al Helheim apenas Qin y Kojiro se emborracharon. — Hades realmente bajó la mirada, acariciando el cabello de su humano. — No sé qué me está pasando.

— ¿Eh?

— Soy alguien que controla todo, tengo reglas específicas para nunca perder el control, y, ahora al estar enamorado, siento que me vuelvo estúpido, solo quiero sentir más y más, quiero seguir enamorándome, dejo de pensar y solo dejo que todo fluya. Tal vez ya no sea perfecto, pero joder, soy feliz. Me relajé un poco, y adoré cada momento de ello, no tenía el peso del Helheim por unas horas, no tenía que mostrar una apariencia perfecta, nada de trajes blancos, nada de perfecta presentación, nada de ser, "lo que un dios debe ser", "el ejemplo", "el dios de dioses.". Al estar con Qin, soy Hades, soy sólo Hades, y lo amo, lo amo tanto que me dejé llevar.

— Hades... no sabía que tu corona pesara tanto. — dijo Poseidón sorprendido de ver un lado frágil en su hermano.

— Esta bien. — sonrió el rey del inframundo. — Fue una noche loca, y dios lo adoré, no me había relajado así en eones. La verdad a veces necesito algo de locura sin sentido, sin propósito, solo ser libre del Helheim y joder, hacer lo que se me venga en gana. Y sé que lo odias, pero, Qin es la primera persona que me liberó de mi propia soledad y mundo cuadrado. Y lo amo con toda mi vida y muerte, por lo que te pido que no lo odies, el culpable de todo esto fui yo.

— No, yo lo lamento, yo también estaba consciente, debí detenerlo todo. — dijo Poseidón, acariciando un mechón de Sasaki. — Fue divertido por un momento solo reír.

Ambos griegos se miraron, y acabaron por sonreírse, soltando una pequeña risa, había sido divertido olvidar todo y no tener el peso de ser dioses, habían sido como humanos, sin tener que hacer nada más que su voluntad, sin la responsabilidad del cosmos en ellos. Libres de propósito alguno. Les había gustado. Los humanos trazan su propio camino, y eligen como lo construirán. Los dioses nacen con un propósito inconsciente. Si eres un dios de los océanos, el océano siempre será tu responsabilidad. Si eres un dios del inframundo, el inframundo siempre será tu camino.

Para ambos griegos había sido satisfactorio no tener un camino anoche, solo reír y disfrutar los placeres de la vida. Tal vez, no eran malas las citas dobles, claro, no era que quisieran repetir la orgía, pero, si habían disfrutado la cena juntos, las pláticas, el Onsen, si lo habían disfrutado al máximo. Había sido divertido ser mortal, había sido más divertido que ser un dios.

Porque, aunque quisieran negarlo, ambos habían sentido envidia de la mortalidad, hace que todo tenga sentido, hace que el pequeño límite de tiempo que tienes se disfrute mejor, hace que seas más feliz en tus momentos felices, pero, al mismo tiempo, más triste en tus momentos tristes, era una locura, una locura que les gustó experimentar.

— Tengo que irme, tengo que consentir a mi reina con un rico baño, masajes, un rico desayuno, mimándolo todo lo que pueda. — dijo Hades saliendo de la cama con cuidado de no despertar a Qin. — ¿Tienes gotas de la fuente de vida?

— En el tercer cajón detrás de ti. — comentó Poseidón.

Hades caminó desnudo hasta tomar sus interiores del suelo, colocándoselos para después tomar un frasco de las reservas de Poseidón. Sonrió para después tomar la ropa tirada del suelo y doblarla, sacando del pantalón de Qin sus pendientes, volviéndolos a colocar en su oreja. Una vez hecho esto, envolvió a su reina en las sabanas cargándolo ante la queja de este, que adormilado se abrazó de Hades siguiendo con su sueño.

— Me retiro. — comentó Hades, con su reina y la ropa en sus manos. — Dile a Kojiro que lo lamento.

— Díselo tú mismo, cobarde. — sonrió Poseidón a lo que Hades mofó.

— Lo haré, aunque no creo que lo pueda ver a los ojos sin sentirme culpable. — comentó Hades. — Como sea, le debo realmente una disculpa y se la daré. Pero no mientras esta desnudo y cansado en tus brazos.

— Solo vete. — dijo Poseidón acariciando el cabello de Kojiro. — Ten cuidado en tu regreso.

— Gracias por preocuparte. — sonrió Hades.

Y así sin más, caminó a las sombras de la habitación desapareciendo en el acto.

Por otro lado, Poseidón miraba el rostro dormido de Kojiro, le pareció algo gracioso que suele dormir tan profundo, pero despierto, no hay ningún sonido que no detecte. También le dio un poco de gracia como estaba babeando su pecho. Si, su reina no tenía la mejor imagen durmiendo.

Le tocó la frente y vio el entrecejo de Kojiro fruncirse, para después comenzar a abrir los ojos lentamente, donde Poseidón pudo apreciar esos ojos caramelo. Vio al humano bostezar y después lo vio hacer un gesto de dolor, llevando su mano hacia sus caderas.

— Ugh...

— Lo siento. — eso rápidamente hizo que Kojiro alzara la mirada para ver a su esposo despierto. — Por lo que pasó, lo siento.

— Buenos días.

Y allí estaba, la sonrisa de Kojiro, mirándole con demasiada dulzura, para acariciarle el rostro, como si ver a Poseidón curara todos los males. Solo pudo sonrojarse ante esa reacción, es que verlo con tal adoración era algo demasiado nuevo para él.

— Kojiro, ¿por qué no estás gritándome? Dime. — comentó Poseidón, acariciándole el rostro a su reina.

— Tú no controlas las decisiones que tomo, por lo cual, mis actos son responsabilidad solo mía, estar enojado contigo o con alguien más es estúpido. — comentó Kojiro, disfrutando las manos de Poseidón acariciándole las mejillas. — Si sólo busco culpar a alguien, nunca voy a crecer, seré un chico estúpido siempre.

Eso último hizo sonrojar a Poseidón. Lo primero que hizo fue buscar a quien culpar antes de culparse a sí mismo. Se sintió algo humillado, pero sintió los brazos de Kojiro abrazándole, para después sacudirle el cabello, como si se tratara de molestar a un crío. Aunque al mismo tiempo, notó algo raro en Sasaki, en la manera que miraba a la nada, y trataba de pegarse más a él. En la manera que temblaba un poco y le daba miedo moverse de más.

— Oye...

— ¿Se fueron? — comentó Kojiro mirándolo con una mirada asustada.

— Si.

— Que bueno. — suspiró el japonés realmente con un rostro de alivio. Donde trataba rápidamente de arreglar su rostro cuando notó como había actuado. — Es que me estaba... me estaba muriendo de calor.

Y con esto dicho, retiró las cobijas que lo cubrían, hasta sus caderas, donde dejaba ver el torso tanto de él y del dios. Poseidón pudo darse cuenta de la cantidad de mordidas, besos, he incluso sus manos marcadas en la cintura de Sasaki al sostenerlo con fuerza de allí mientras ayer solo se encargaba de embestir sin parar anoche.

— Kojiro. — comentó Poseidón mirándolo. — ¿Te duele?

— No creo volver a caminar. ¿Tú que crees? — rio el japonés sin mirarlo. — Fue divertido, pero eso realmente es muy loco para mí, me gusta solo estar contigo. No hagamos eso de nuevo, ¿es más divertido entre nosotros no crees?

— Kojiro... Ya se fueron. — dijo de nuevo el dios del mar.

— Lo sé, ya te había escuchado la primera vez. — sonrió el japonés.

— Kojiro. — replicó el dios del mar sujetándole el mentón. — Ya no hay nadie, solo yo.

— Lo sé... — dijo de nuevo el samurái con la voz entrecortada. — Lo sé...

— Kojiro...

El japonés sonrió, pero, esas lagrimas comenzaron a salir lentamente, a lo que Poseidón acabó por besarle las mejillas y después abrazar a su esposo. Lo abrazó de cerca, hundiendo su rostro en el cuello del japonés, lo sabía, no importa si Kojiro quería hacerse el fuerte, todo lo que pasó era detestable para él, por supuesto que no estaría perfecto al despertar, aunque, no sabía porque se obligaba su esposo a estar bien, y, además, no tenía nada de palabras que decirle, no era un buen hablador o consolador, si es que esas palabras existen, para realmente decirle algo a Kojiro.

Solo dejó que su esposo se desahogara abrazándolo.

Por el lado del japonés, se sentía muy avergonzado, no quería ver a Qin ni a Hades por un rato, un buen rato. Sentía su cuerpo extraño, y aunque solo tuvo sexo con su esposo, realmente recordar las manos de Hades en su cuerpo le daba asco. Al parecer, la primera persona que nunca estaría ni siquiera en pensamiento con Hades tenía nombre, y ese era Sasaki Kojiro. Y no era que odiara al dios, realmente le parecía agradable, solo que no quería estar cerca de él, no podría ni mirarlo, y si lo mirara, le daría muchas ganas de golpearlo. Pero no, no podía, porque lo había prometido a su hermano, y dios, si hay alguien a quien le gustaría golpear sería a su hermano. "Muy inteligente y estratégico y lo único en lo que piensas es en eso, maldito idiota." Eso seguramente es lo que le diría si lo viera.

Cuando se cansó de llorar, y sus pensamientos y sentimientos se calmaron. Alzó la mirada para sentir a Poseidón acariciándole el cabello, mirando esos ojos azules como el mar calmadamente, y después sonreír ante ello. Poseidón no miraba nunca a nadie, solo a Hades, y saber que siempre lo miraba a él, era dulce, hacía sentir su corazón cálido.

— No quiero que estés molesto con tu hermano. — comentó Kojiro. — Lo que dije al despertar es verdad, al final yo acepté, nadie me obligó. — bueno eso era una mentira, si había sido obligado. — Solo olvidemos que eso pasó.

— Está bien. — respondió Poseidón, estirando su mano para que el cajón se abriera y llegara a su palma un pequeño frasco con gota de vida. — Te recuperarán.

— Bien. — dijo Kojiro tomándola, sintiendo su cuerpo mejor. — Dios, mucho mejor.

Acarició el cabello de su reina, mirando como este limpiaba sus mejillas con la sábana y se pegaba más a él. Solo pudo quedarse mirando esa imagen para acabar por besarle la frente, ante la sorpresa del humano. Ambos se miraron sin más para acercarse lentamente y besarse dulce, dejándose llevar por los besos y caricias un momento, hasta que el dios rompió ese acercamiento.

— Koji, ¿puedo pedirte algo? — preguntó Poseidón.

— ¿Qué cosa?

— Fue divertido como dijiste, disfrutar de una cita. — suspiró Poseidón. — Disfruté ver diferentes cosas, el Onsen, la cena, siento que pude conocerte mejor. Y me gustaría que repitiéramos eso, pero solo nosotros dos. Así que, ¿podrías acompañarme hoy? Iré a ver a mis delfines, a ti te gusta esa playa con vista al ocaso, ¿te gustaría que pasáramos juntos este día?

— ¿En verdad? ¿Quieres una cita? — cuestionó un sorprendido Kojiro.

— No lo llamaría cita.

— ¿Cómo lo llamarías?

— Un encuentro casual para divertirnos.

— Eso es una cita, chico tonto. — rio Kojiro revolviéndole el cabello. — Acepto, suena muy divertido. Y amo a tus delfines.

— ¿Más que a mí?

— Prefiero no responder, eso me metería en problemas. — comentó el japonés.

Para él fue divertido salir de la cama desnudo, huyendo del dios, hasta ser capturado por este, y antes de que esa mirada enojada dijera algo, se colgó de su cuello besándolo, sintiendo como el tirano le abrazaba por la cintura, besándole de vuelta. Si, esa era una mañana que le encantaría vivir por el resto de su vida, así, solo jugueteando con su esposo malhumorado, y ver como lo puede hacer sonreír.

— Estoy ansioso por nuestra cita. — susurró Kojiro, abrazándose de Poseidón.

— Te compre algo, me gustaría que lo uses. — respondió el dios de los mares, cargándolo con él ante la negativa del humano llevándolo de nuevo a la cama.

— Que coincidencia, claro que lo usaré, solo si tú usas mi regalo. — mencionó Kojiro ante la sorpresa del dios.

— ¿Regalo?

— Sí, sí, lo encontrarás en tu oficina, así que úsalo. — sonrió el humano besándole la mejilla.

— Lo prometo. — contestó Poseidón.

— Entonces es una cita.

Ambos se miraron, así, sin pensar en nada mientras se encontraban desnudos y abrazándose en la cama, y ninguno de los dos se veía con morbo, solo disfrutaban de estar así de cerca, y realmente, aunque el dios quisiera negarlo, disfrutaba cuando Kojiro sacudía su cabello y sonreía, para después simplemente disfrutar la compañía del otro sin decirse más.

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Solo pudo revolverse entre las cobijas, al sentir un rayo de luz en sus ojos.

Momento. ¿Luz?

Al abrir sus ojos color obsidiana solo pudo sentir el maldito sol alumbrándolo. Eso solo significaba algo, no estaba en su casa, no estaba en el Helheim. Se acabó por sentar mirando a su alrededor, notando que era su habitación, al menos su habitación de cuando era un niño y era cuidado por Seth. Y entonces miró su torso desnudo, y no era lo único, miró debajo de las cobijas y efectivamente estaba completamente dormido, y algo pegajoso. No sabía si era por saliva o algo más.

Pero al parecer, no tuvo que pensarlo mucho, porque a un lado de él, había un humano, uno joven y atractivo, desnudo, durmiendo tranquilamente, si, a su lado estaba Grigori Rasputín. Lo miró sin poder creerlo, tratando de recordar lo que había pasado anoche. Bueno, había comido con su familia y él humano, después recuerda al humano lanzarse a sus labios, después perdieron la ropa y después...

Sus mejillas enrojecieron al recordar la mirada azul mirándolo mientras le estaba haciendo una felación. Cubrió su rostro al recordar tal imagen tan erótica y loca en su mente. ¿Por qué diablos no recordaba más? ¿Cómo es que lo habían llevado a una cama tan rápido?

Grigori él...

"No me molestó descubrir que te interesaba de esa forma, en realidad, pensé que solo querías provocarme, y molestarme, pero, cuando dijiste que te gustaba, me gustó escucharlo..."

Tragó saliva de recordar eso, ¿se sentía atraído por el humano? Bueno, se sentía atraído a su alma, pero no había pensado en el amor. El amor era extraño para él, nunca tuvo un ejemplo de amor romántico sano en su vida, solo sabía del amor gracias a Seth, y esa clase de amor era la única que había experimentado. Claro que tuvo una pareja antes, pero siempre se le había hecho rara su relación con la diosa Anput. Parecía que ambos cumplían con estar juntos porque era algo que el panteón egipcio esperaba.

"Niños, Anubis, quiero que tengas niños, necesitamos hacer crecer a nuestro panteón, y necesitamos más de nuestro lado en el Helheim."

Eso le había comentado Ra, y por lo mismo, Hades había reído cuando le contó. Y Hades le había dicho que simplemente nunca dejara a Anput embarazada si no quería, al final, él mismo podía hacerse estéril si lo pensaba, era ventaja de los dioses del inframundo. Al estar conectados a la muerte, prácticamente todos son infértiles, y ellos deciden si en un momento quieren ser fértiles de nuevo para comenzar a tener descendencia. Esto por supuesto hizo enojar muchísimo a Ra, pero, Anput y él estaban tranquilos, no querían lidiar con un niño que sabían que iban a abandonar porque no se iban a sentir atados a él para nada.

Así siempre habían sido sus relaciones, era solo una búsqueda de placer, solamente, entonces, ¿por qué se sentía tan ansioso, avergonzado y a su vez feliz de tener al humano en su cama?

— Hn... Buenos días. — dijo el ruso con un rostro modorro estirándose. — ¿Dormiste bien?

Eso en definitiva lo asustó, escuchar la voz del humano de golpe, sacándolo de sus pensamientos.

— Eh... si, si lo hice. — comentó Anubis, tomando las sábanas, cubriendo su torso, por algún motivo se sintió avergonzado. — Ah... ¿Tú dormiste bien?

— Lo hice. — respondió el ruso mirándolo, para soltar una pequeña risa. — ¿Eres virgen acaso? ¿Qué hay con esa reacción?

— Pues, es que, hicimos el amor así que...

— Solo fue sexo. — rio el ruso levantándose, acariciándose las caderas. — Lo haces muy duro, como perro en celo, me gusta, fue divertido, pero me retiro por ahora.

— ¿Eh?

— Sabes, los dioses de la muerte son diferentes a como pensaba. — comentó el ruso vistiéndose ante la mirada atenta del egipcio.

Podía notar el cuerpo de Grigori, era tonificado y bien esculpido, podía notar que el humano, para ser un humano, se encontraba muy bien dotado y era demasiado atractivo a la vista. Pero, algo le llamó la atención, no había ninguna marca en su cuerpo. Ni una sola de besos o caricias.

— ¿Por qué lo dices? — preguntó el dios del inframundo.

— Pensé que eran más... fríos. Pero realmente, tú y Hades son muy cálidos y amables. Al parecer buscan a la vida con tal desesperación para no recordar la soledad de ser elegidos por la muerte.

El egipcio se quedó meditando eso un momento en lo que el ruso se vestía. Bueno, eso había dicho Morfeo. "Tal vez es la maldición de la muerte siempre buscar cosas que le acerquen a la vida." Como el amor, el amor era algo importante, al igual que la felicidad, que las locuras y cosas sin sentido.

— ¿Yo te...? Ah. ¿Cómo fue?

— ¿Cómo fue qué?

— Yo te tomé o tú me tomaste.

— Oh, me cogiste, fuiste muy bueno. — dijo el ruso colocándose su playera. — Tengo que irme antes de que mis papás sepan que no llegué a dormir.

— Entiendo.

El ruso miró de reojo al dios de la muerte, y después se acercó a la cama, para levantarle el mentón y besarlo. Había actuado bien tener el dolor de caderas, entonces, ¿por qué sentía que el dios de la muerte no le creía? Era mejor dejarlo atontado un poco e irse.

— Si no tuviera mi habilidad de recuperación, no me hubiera podido parar. — comentó el ruso mirando de cerca ese rostro tan bonito del dios egipcio. — Amé como embistes como loco contra mí, me hiciste ver el cielo, dios del inframundo. — susurró el ruso, notando ese rostro con tonalidad carmesí del dios.

— Yo...

— Sabes, no te diría que no si me invitas a salir, una verdadera cita. — comentó Grigori acariciándole esos mechones rizados.

— ¿Te gustaría?

— Si, me encantaría... pero eso, una cita, nada de sexo casual. Quiero conocerte más, si ya te conocí en las sábanas, me gustaría conocer al verdadero Anubis.

— Lo entiendo, me encantaría. — dijo Anubis sonriéndole con tranquilidad. — ¿Quieres que use las sombras para llevarte?

— ¿Eh?

— Puedo usarlas, solo párate allí, haré que aparezcas en el jardín trasero de tu casa. No conozco tu habitación, pero el jardín si lo conozco, tiene vista al bosque trasero. Las almas de los humanos suelen en algunas ocasiones perderse sin guía, a veces las recupero de allí.

— Señor acosador, no dejes ver tanto de eso, me da escalofríos. — rio el ruso ante la mirada sonrojada de Anubis.

— No, no, yo realmente recolecto almas allí, y no fue para espiarte, lo juro.

— Lo sé, solo que me agrada como te sonrojas con ese tema. — sonrió el ruso. — Me encantaría si me hicieras ese favor.

— Bien, párate en la sombra. — comentó el dios. — Hasta luego.

— Llámame, ¿tienes mi número? — sonrió el humano a lo que el dios de la muerte lo hizo por igual. — ¿O no?

— Si digo que lo tengo solo me dirás acosador de nuevo.

— Entonces esperaré tu llamada. — Y la risa de Grigori emocionó al dios. — Hasta luego.

— Hasta luego.

Fue en el momento en el que el ruso desapareció, que el dios de la muerte puso un semblante serio, levantándose desnudo, mirando alrededor de su habitación. Miró después las sábanas, miró el suelo. Y después miró a las sombras por donde había desaparecido Grigori. Tal vez sus poderes de recuperación explicarían las nulas marcas de besos o caricias, pero nunca explicarían "eso".

Cuando era joven con Anput, y tuvo su primera experiencia sexual, el dios de la muerte se asustó por completo, ver al siguiente día a la diosa durmiendo tranquilamente, mientras debajo de su piel había marcas, como tatuajes, parecía como arena negra debajo de su piel, esparcida como ramificaciones. Rápidamente despertó a la mujer y esta se asustó por igual, pero, le mencionaba al dios que no tenía dolor, o no tenía nada, parecían solo ser marcas y ya.

Al hablar con Ra, este rio, pero después de ver el rostro de Anubis, decidió explicarle.

— Son las arenas negras de la muerte. — comentó Ra. — Anubis, tú te conformas de ellas, cuando tienes sexo, prácticamente pasas esas arenas a tu pareja, aunque descuida, no son mortales, las arenas vuelven a tu cuerpo después de unos días. Las marcas desaparecen de tu pareja y regresan a ti.

— ¿Hay alguna forma de que eso no suceda?

— Lo siento, no la hay, pero mira esas dulces marcas. — mencionó Ra, mirando la cintura de la diosa Anput. — Parecen hermosos tatuajes, creo que se ven bien, no son molestos y se desvanecen, no tienen de que preocuparse.

— Pero... — Anubis estaba molesto.

— ¿Te molesta que todos sepan quien se acuesta contigo por eso, Anubis? — sonrió Ra.

— No, es que, no quiero estar marcando a mis parejas solo por ello.

— No tienes opción, descuida, no dañas nada de ellos. Eres como Horus, él deja pequeñas marcas de arena de vida en sus parejas, además que algunas plumas. — rio Ra. — Y está bien, todo está bien, no hay de qué preocuparse.

Después de ello simplemente hizo un gesto de disgusto, y aprendió a vivir con ello. Entonces, allí estaba el punto, Grigori no tenía marcas. Si él humano hubiera sido el activo, tal vez hubiera obtenido una explicación a su falta de marcas de arena de la muerte, pero no, según el humano él había sido el activo, entonces, no había duda de la verdad...

— No tuviste sexo conmigo... ¿Por qué mentiste?

No había tatuajes de arena debajo de la piel de Grigori, no había nada, y era imposible que Grigori pudiera curarlas, ya que no son heridas, o algo por el estilo que afecten a su cuerpo. Apretó los puños, sintió coraje de golpe, había sido usado y ni siquiera sabía cuál era el fin. Pero no importaba, lo descubriría, descubriría porque había hecho lo que hizo.

— Hades... — pensó el dios comenzando a vestirse, quería hablar con su amigo, esto era muy extraño, Hades le daría un mejor consejo. — Eres el único que podría ayudarme a pensar como él.

Pero cuando colocó la última prenda en su cuerpo, la puerta se abrió y vio a su padre Seth mirarle y sonreírle de golpe. Lo había olvidado, se encontraba en su antigua casa, en la casa de su padre. Sintió un sonrojo de golpe, y sonrió a Seth.

— Buenos días, mi pequeño. — dijo Seth entrando en la habitación. — El desayuno está listo, baja a desayunar.

— Ah... papá, es que yo, tengo que regresar al Helheim y...

— ¿Te irás antes de comer? — mencionó Seth, mirándolo con esa mirada seria, haciendo su cabello rojizo para atrás. — No te veo en meses y solo vienes, metes al humano a tu cama y... ¿y Grigori?

— Oh, tenía hora de llegada, lo envié rápido al Edén antes de tener a Adam destruyendo todo el panteón egipcio. Y lamento tomarme la osadía de tener al humano en mi habitación para... eso, cuando este es tu hogar.

— Perdonado... bueno volviendo al punto, te tengo pocas veces en el Valhalla. — mencionó el dios acariciando las mejillas de su hijo. — Dame más tiempo contigo. Al menos desayuna a mi lado y háblame de tu vida antes de que vuelvas.

— Esta bien.

No podía negarse a su padre quien lo miraba con tanto amor, solo acabó por sonreír siguiéndolo, mientras este le preguntaba del humano y el mismo dios egipcio, igual se preguntaba sobre él. ¿Qué era lo que realmente buscaba Grigori Rasputín de él?

— ¿Te tatuaste? — dijo Anubis mirando la cintura de Seth. — Se ve lindo, parece arena dorada debajo de tu piel.

— Oh... si, es un tatuaje. — sonrió Seth. — Comamos. Tenemos muchas cosas de las que hablar, ponme al día con tu vida...

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Esto realmente era vida.

Estar con Hades en su jardín dónde tiene el árbol de granadas.

Cuando despertó, lo primero que vio fue el rostro de su esposo, para después sentir los labios de este en su frente. Sonrió, aunque buscó alrededor a su hermano, pero se dio cuenta que ya estaba en el Helheim, Hades le comentó que en la mañana regresaron, y no era todo, que le había preparado ya un rico baño. Ambos habían ingresado juntos, y la verdad, amaba ser consentido, sentir a Hades lavando su cuerpo, lavando su cabello, con tal delicadeza era bendito, seguramente podría ser un emperador si le dieran el poder, pero es que, ¿quién odiaría esta atención? Nadie.

Después de ese rico baño con masaje incluido, el humano bebió un poco de las gotas de la fuente de vida para poder caminar de nuevo, y sentirse con energías. Vio que Hades había arreglado su ropa ya, así que se colocó el conjunto de tonos rojos y dorados con blanco y negro, aunque él humano no lo supiera, era una ropa muy parecida a la que usó en el Ragnarök, vistosa y única, aunque tenía un diseño diferente, pero el escote en la espalda se mantenía.

Se vistió cómodamente para después ser guiado por su esposo al jardín, donde un rico desayuno los aguardaba, y entre pláticas divertidas y risas, disfrutaron gran parte de la mañana, para después estar como estaban actualmente, relajándose en la silla de Hades, mirando ese jardín con ese gran árbol de granada frente a ellos, aspirando el aire de vida, un aire que no es común en el Helheim.

— Podría vivir así toda mi vida. — sonrió Qin acurrucándose a lado de Hades, sintiendo las caricias de su esposo en su cabello.

— ¿Te gustaría? — sonrió Hades levantándole un poco el mentón.

— Si, nunca me había sentido tan en paz y feliz como ahora a tu lado. — y una simple sonrisa llegó a él. — Hades, me siento al fin en el epítome de la felicidad, te amo.

El rey del Helheim solo pudo hacer un rostro de asombro, quedándose sin habla ni aliento al ver esos hermosos ojos de estrella mirándole, con tal amor, que solo pudo poner un rostro completamente enrojecido con ojos brillantes mirando a la persona que tenía enfrente. Lo único que su cerebro pensó fue besar con delicadeza esos dulces labios cerezas y disfrutar de más cercanía con la persona que amaba.

Y en el caso del humano, simplemente quería olvidar todo, ya no quería saber nada de las locuras de Buda, después de todos los errores que cometió ayer en lugar de disfrutar la cita con su esposo, se había sentido terrible. Él ya tenía lo que quería, sus hermanos de igual forma, incluso, ellos ya podían tomar sus decisiones por su cuenta, ahora, solo quería disfrutar su matrimonio. ¿Se merecía ser feliz? Él pensaba que sí, que merecía ser feliz a lado de su marido. No quería alejarse de él, solo quería disfrutar de momentos así junto al dios que le enamoró.

— Te amo, por el olimpo, Qin, te amo más que nada. — dijo Hades embobado con el humano. — Estoy en el epítome de la felicidad a tu lado.

— Y yo a ti. — sonrió el emperador depositando otro beso en sus labios. — Aun hay cosas que quiero hacer antes de realmente ser tu reina.

— ¿Eh?

El humano se acomodó un poco mirándolo, para después acariciarle un mechón de cabello, pasando sus dedos por el tatuaje de ramas de olivo que tenía en la frente su esposo.

— Quiero dejar las cosas bien claras antes de comer las granadas. — dijo Qin ante el asombro de Hades.

— No tienes que comerlas si no quieres, no es necesario sí...

— Yo lo quiero. — sonrió el humano. — Ser parte completamente del Helheim, ser tu reina y pasar la eternidad a tu lado.

— La eternidad no son solo años, Qin. — dijo Hades mirándole algo ansioso. — Tal vez pase un siglo y te aburras. No quiero que pase lo de Perséfone de nuevo.

— ¿Crees que soy igual a ella? — cuestionó el humano con una sonrisa para molestar.

— No.

— Entonces, ¿por qué la duda? Tú y yo pasaremos eones y eones juntos, y se sentirá como la primera vez que nos vimos en persona. ¿Lo recuerdas? Te vi en la puerta de mi casa y me encantaste al momento, ni siquiera noté a Zeus que venía contigo, solo pude mirar lo hermoso que eras, tu buen porte, tu gran actitud de rey. — rio Qin. — Aunque claro, quería romperte la cara, pero esa ya es historia del pasado.

— Verte en persona al fin, igual me puso nervioso, "demasiado hermoso el sucesor de Adam", eso pensé. Y después al conocerte supe porqué, dios no solo eras hermoso, eras un perfecto emperador, amé eso, es tan divertido, contigo siempre es divertido no saber que estás pensando.

— Somos dos jugadores que al fin entraron en el mismo juego. — sonrió el emperador besando la mejilla de su esposo. — Y es por eso que nunca nos aburriremos.

— Te amo Qin. — sonrió Hades.

Se besaron de manera tranquila, calma, delicada, solo querían unir sus almas más, unirlas con ese hilo invisible de amor, querían sentirse cerca, sentirse amados, sentirse realmente realizados. Ya no estaban solos, ya no había dolor, ya no había vacío, solo ellos existían en el plano perfecto que ahora eran sus vidas.

Pero, algo pesaba dentro de la mente de Qin, y es que no podía simplemente ignorar lo pasado anoche, tenía que arreglar las cosas con su hermano. ¿Con que derecho busca tener una vida perfecta sin disculparse con él? Kojiro realmente puede estar muy afectado por esto, y no solo él, también debía hablar con todos sus hermanos y asegurarse de que estuvieran bien.

— Hn... tengo que hablar con Kojiro. — mencionó Qin rompiendo el beso.

— Yo tengo que disculparme con él. — respondió Hades.

— Conozco a mi hermano, si llegamos ambos con él, se sentirá atrapado, su mente trabaja al mil por hora, es ansiedad plus, se pondrá nervioso y querrá irse. — suspiró Qin. — Quiero disculparme con mi hermano de mis actos de borrachera, pero primero quiero hacerlo sólo. Creo que lo mejor no es que vaya de nuevo a las tierras de Poseidón, lo mejor será citarlo en un lugar que sienta seguro. ¿Su dojo? — pensó Qin.

— ¿Qué tal tu hogar? — comentó Hades. — Puedes ir a tu casa, él se sentirá seguro si es en un ambiente donde se siente protegido, que mejor que el lugar donde esta Adam.

— Me espera la regañada de mi vida si papá se entera. — suspiró Qin.

— Intenta no decirlo frente a Adam, no lo quiero tras de mi tratando de asesinarme. — rio Hades.

— Lo intentaré. — mofó Qin. — Ya que voy al Edén, ¿te gustaría que trajera algo de allí?

— Manzanas. — sonrió Hades acariciando las mejillas de su reina. — Saben deliciosas, ¿crees que podrías traer?

— Claro, cuenta con ello.

Aceptaría su destino y los gritos de sus hermanos, también los regaños de su padre, pero, cuando eso terminara, arreglaría las cosas para unir al Edén con el Helheim, sería un buen líder y viviría el resto de su vida junto al hombre que amaba, iba a ser una grandiosa vida. Lo iba a ser.

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Solo se podía ver a la diosa cubrir su rostro con sus manos, mientras el pequeño humano que le gustaba a su padre le daba palmaditas en su espalda. La diosa de la muerte estaba realmente avergonzada, no solo se había quedado dormida en el Edén, durmió en la cama del humano e hizo que este durmiera en el suelo. ¿Cómo podía verlo a los ojos cuando se aprovechó de la hospitalidad del humano de tal forma? Solo quería esconder su rostro bajo tierra.

— No se preocupe, diosa Hela. Yo los invité a quedarse, a ti y a tu padre, era una pijamada, no me molestó que durmiera en mi cama, era lo mejor, no podía dejarla dormir en el suelo. — sonrió Michel.

— Mi niña, tranquila, no hay nada de qué avergonzarse, solo nos divertimos mucho y nos dormimos, nosotros hacemos pijamadas todo el tiempo.

— No es lo mismo. — dijo la diosa avergonzada mirando a su padre. — Tu eres mi padre, no quería causarle inconvenientes al humano que cortejas.

El rostro de Loki se volvió carmesí, haciendo el mismo gesto que Hela cubriendo su rostro. Sí, su hija era igual de directa que él en algunas ocasiones, y no sabía que eso realmente no quería que el humano lo escuchara. Pero ya no había marcha atrás, ya se había dicho. Michel soltó una pequeña risa, acompañándolos a las sombras del jardín trasero.

— Me divertí mucho con ambos, muchas gracias por darme un gran día. — sonrió Michel. — Espero poder salir así con ustedes de nuevo. Pero ahora tienen que irse, si mi padre los descubre, será un problema.

— Gracias por invitarnos. — dijo rápido Hela con aún sonrojo en sus mejillas. — Fue un placer conocerte.

— El placer fue mío, diosa Hela. — sonrió Michel.

— Supongo que nos vemos luego. — dijo Loki. — Cuídate.

Antes de que el dios pudiera irse con su hija, el humano le jaló de la mano, para ponerse de puntitas y besarle la mejilla. Si, ya no tenía que seguir manipulándolo, pero no veía nada de malo en tener al dios Loki comiendo de su mano, además, realmente le agradaba, tenerlo cerca no lo veía mal. Tal vez no en plano romántico aún, pero pensaba que podrían ser amigos.

— Hasta luego.

— Hasta luego. — sonrió Loki con un sonrojo carmesí en él.

La diosa de la muerte, después de despedirse de su padre en tierras nórdicas, regresó al Helheim, no podía decirle a nadie lo que pasó, en especial a Hades, seguramente haría lo de siempre y le acariciaría el cabello diciendo que es adorable, y no quería eso, quería que el rey del Helheim le dijera que era una digna diosa de la muerte y que era muy fuerte, además de que es confiable y puede hacerse cargo de muchas más cosas. En definitiva, nadie debía enterarse de que durmió en la casa del humano. Además, porque no estaba segura si su padre debía estar frecuentando al pequeño humano, cuando Hades le comentó del plan, no mencionó todos los pasos, pero, su intuición decía que su padre no debería estar en estos momentos tan cerca de él.

— No te preocupes papá, te cubro. — dijo a la nada la diosa.

La mujer apenas pudo seguir en sus pensamientos, cuando caminaba de regreso y lo primero que vio fue a Adamas volar por los aires, y ver a un Beelzebub iracundo siendo sostenido por el humano Nikola Tesla. La imagen era realmente bizarra y algo divertida, tal vez hubiera reído, de no ser porque notó que Adamas hizo un gesto de dolor al sujetar su brazo.

— ¿Cómo te atreves a emborracharte en mi laboratorio? — gritó Beelzebub.

— ¡Déjalo! — gritó la diosa rápidamente colocándose frente al griego. — ¿Qué no ves que lo has lastimado? ¡Déjalo!

— Beel, basta ya. — dijo Nikola sosteniéndolo. — No rompió nada, solo hizo un desastre.

— ¡No te metas, esto es entre él y yo! — dijo Beelzebub ignorando a su esposo, gritándole a la diosa. — No trates de proteger a tu crush de esto.

— ¿Qué? — dijeron tanto Nikola como Adamas ante tal revelación.

— ¡¿Qué?! — comentó Hela llenándose de sonrojo, para después apretar los puños haciendo sus ojos completamente negros. La mujer estaba furiosa, eso no era algo que debería estar contando.

Se arrepentía de haberse acercado a Beelzebub cuando Hades le presentó a Adamas hace siglos atrás. La diosa se interesó en él al conocer su historia, pensó que era una clase de robot, pero, después se conocieron más y más, y realmente conoció que el dios era tranquilo, al parecer el dejar morir a su viejo él, y renacer como lo era ahora hizo mucho a su personalidad, se mostraba más tranquilo y amable, y le gustaba a la diosa como Adamas era atento con ella, además que era el único que nunca la trató como una niña, la trataba como una diosa, y eso le encantaba.

Que decir, la enamoró el respeto y cariño que sentían mutuamente.

— ¡Maldita mosca chismosa! — gritó la mujer.

— ¡Maldita niña mimada, apártate! — gritó Beelzebub.

El científico solo pudo suspirar, bueno, su esposo era explosivo, y que de igual forma pusiera esos ojos negros como la diosa los ponía, le dejaba ver que en segundos tendría que estar apartando a Beel de una pelea.

— ¡Ya verás tonto demonio! — gritó la mujer. — ¡Hades, Adamas está en peligro!

La mujer sonrió a lo que Beelzebub giró los ojos, apartándose, porque apenas se escucharon las palabras "Adamas" y "Peligro" retumbar por el Helheim, apareció a la velocidad de la luz el griego. Beelzebub sabía que Hades, al no poder evitar el ataque de Poseidón con Adamas, estaba aún más alerta con su hermano menor, al estar en el Helheim podía cuidarlo de cerca.

Hades miró rápidamente a todos los que estaban allí, y caminó a su hermano, poniéndolo de pie para después revisarlo. La diosa nórdica sonrió mientras la mirada molesta de Hades iba directa a Beelzebub. Era mucho más intimidante ya que Hades traía puesto el ojo del Helheim en su rostro, ese artefacto que le cubre el ojo derecho, parece joyería, pero realmente ayuda al rey del inframundo en diferentes cosas.

— ¿A qué se debe que mi hermano este en el suelo? — comentó el griego mirando a Beelzebub.

— Tu hermano se emborrachó en mi laboratorio e hizo un desastre. — respondió el dios maldito. — Le estoy dando una lección.

— Puedo dar fe a esa declaración. — dijo Nikola. — No nos gusta el desorden, bueno, solo el desorden que nosotros causamos en los laboratorios, el desorden de otra persona es molesto.

— Exacto. — dijo Beelzebub.

— ¿Y lanzarlo por los aires es lo primero que hicieron? — preguntó Hades. — Para ser un par de hombres de conocimiento y ciencia, pensé que eran más civilizados. Si tienen problemas con mi hermano, vienen directo a mí y yo me encargaré de reprenderlo, no actúen como idiotas salvajes.

Beelzebub tuvo que poner una mano en la boca de Nikola, para acabar por asentir, haciendo una leve reverencia ante Hades, a lo que el científico solo giró los ojos, molesto. ¿Le había dicho estúpido? Podría aceptar lo que quiera, menos esa palabra, él no era estúpido, era más inteligente que todas las personas reunidas allí. Pero decidió controlarse, al parecer Beelzebub no quería que dijera nada.

— Mis disculpas, no pasará de nuevo. — comentó Beelzebub.

— ¿Por qué no contestabas anoche? — cuestionó Hades, cambiando el tema. — ¿Se puede saber?

— ¿Eh? — dijo Beelzebub mirándolo. — ¿Me necesitabas? Solo tenías que invocarme. ¿No puedes hacerlo fuera del Helheim? Tus pendientes te ayudan.

Por supuesto el dios maldito no iba a dejar verse en una situación vulnerable, menos cuando Hades lo está escaneando palabra por palabra, respiro por respiro. Hades apretó la mandíbula, tenía razón, nunca debió quitarse los malditos pendientes. Pero no iba a dejar las cosas así.

— ¿Salieron anoche, Nikola? — cuestionó el dios mirando al humano.

— Si, tuvimos una cita. — contestó el humano, poniéndose frente a Beelzebub. — ¿Está prohibido acaso?

— No, solo que eso lo explica. — dijo Hades. — Si vas a salir, avisa, para saber quién se queda a cargo del Helheim mientras yo igual me retiro. — culminó el rey del Helheim mirando a Beelzebub.

— ¿Eres su papá acaso? — mencionó el humano con una sonrisa.

— Nikola. — comentó Beelzebub.

— Soy su rey. — respondió Hades mirando al humano. — Esto no se trata de amistad, se trata de puestos de trabajo. Como en un experimento, está el quien funda la teoría y los auxiliares, bueno, Beelzebub es mi auxiliar. Y si encargo algo a mi auxiliar es porque confió en él, y espero esa misma confianza sea devuelta. No estoy molesto, solo me gustaría que hablara conmigo antes de irse para saber qué hacer si no está. No se trata de que tenga autonomía sobre él si eso quieres decir con tu comentario cargado de odio, Nikola. Se trata de principios del Helheim que por lo que veo, aún desconoces, pero descuida, tú siempre estás en busca de conocimiento, ¿no es así?, puedes acercarte a mi oficina siempre que quieras saber más del Helheim.

"Yo siento que no te conviene provocar a Hades, él se mantiene calmo ante las provocaciones que sabe que va a ganar. Si lo pongo en un ejemplo, es como si discutieras con tu hermano Qin, ¿alguna vez le has ganado una discusión a él? Pues, eso pasará si discutes con Hades." Recordaba las palabras de Beelzebub, y si, tal vez no debería buscar una discusión.

— Que curioso que lo menciones, si alguien al llegar al Helheim no sabe las reglas que tienes, entonces, él poco conocimiento que se tiene de ellas es culpa del gobernante al no ser claro con toda la información. — sonrió Nikola. — Descuida, te gusta ser rey, ¿no? ¿Quieres que te enseñe un mejor manejo de tu propio reino? Te puedo enseñar a cómo organizarte mejor.

El rostro de Hela y Adamas reflejaban nerviosismo, mientras Beelzebub solo podía golpear su rostro con su mano, al ver que el humano no iba a dejar las cosas allí. Se habían metido con su inteligencia, así que era obvio que Nikola no lo dejaría allí.

— ¿Cuándo llegas a una empresa, conoces todo al entrar? ¿Conoces quién es el jefe de quién? ¿Quién le responde a quién? ¿Qué trabajo hace cada persona y a que se dedican?

— Eso no tiene que ver con nada de...

— Tiene que ver mucho, Nikola. — sonrió Hades. — Tu eres un recién llegado, estas aprendiendo del Helheim poco a poco, no conoces todo. Uno no bombardea a las personas que llegan con toneladas de información, uno va mostrándole poco a poco y guiándole para que entienda todo. Si quieres conocimiento, uno busca conocimiento, no se le entrega, así como así. Eso me parece algo demasiado fundamental como para que no lo sepas.

— Hades. — mencionó Beelzebub. — Fue mi error no hablar con Nikola sobre esto, basta. Yo debí decirle todo sobre las reglas del Helheim.

— Esta bien. — respondió el griego. — Entonces, volviendo al tema.

— Fue mi culpa. — comentó Nikola molesto. — Yo le pedí salir a escondidas para hacer cosas locas como las que hacen en las citas. Beelzebub no tuvo la culpa de nada.

— Lo sé, Beelzebub es confiable, sabía que estaría influenciado por ti. — sonrió Hades. — Si lo hacen de nuevo, al menos dejen una nota o un mensaje, eso será suficiente.

Nikola sonrió, esto era una batalla de egos, lo sabía, las había tenido antes con Qin, y realmente era mejor dejarlo allí, porque si Hades era igual que Qin, no lo dejaría en paz hasta llevarse la victoria. Y al menos sabía que su fuerte no eran las conductas sociales, acabaría destruido por Hades, era una batalla perdida. Pero maldición, como le encantaría golpearlo.

Ese pensamiento tal vez haría sentir orgulloso a Leónidas si supiera.

— Pasando al siguiente tema, Adamas, ¿qué hacías en el laboratorio de Beelzebub? — comentó el rey del Helheim mirando a su hermano. — La verdad, si detecto una mentira, juro que yo mismo te envió al Tártaro. El laboratorio de Beelzebub es importante, no un lugar donde hacer desastres, ¿qué diablos hacías allí?

— No sé, o sea, yo solo recuerdo que al parecer soñaba con Hela y... — el griego rápidamente cubrió su boca.

Todos los hombres dirigieron la mirada a la mujer que miraba con sorpresa al dios griego, quien solo se ponía más nervioso.

— Ah... creo que... soñé contigo... — dijo avergonzado el muchacho haciendo sonrojar a la diosa. — Ah, no sé, solo recuerdo que estaba feliz junto a ti después de que aceptaras mi propuesta que... te hice hace tiempo.

— ¿Y éramos felices? — dijo la nórdica cubriendo su rostro.

— Parecía que sí. — comentó con el rostro rojo Adamas.

Hades solo pudo sonreír, a lo que Beelzebub suspiró con fastidio. Lo sabía, Hades le miró con esos ojos pidiéndole prácticamente que lo perdonara y lo dejara allí por esta vez, a lo que Beelzebub solo asintió. Hades sonrió, dándole señales a su hermano que siguiera, era su oportunidad, no podía dejarla ir.

— Hela, ¿te gustaría que saliéramos?

La diosa lo miró con impresión, para después mirar a Hades quien sonrió, y prácticamente le decía que hiciera lo que quisiera. No tenían idea como el ambiente había cambiado a eso, pero la diosa sonrió ante la aprobación de su rey.

— ¡CLARO QUE SI!

Gritó la mujer feliz lanzándose contra el griego, llenándolo de dulces besos por todo su rostro. Hades se encontraba feliz, la felicidad de sus hermanos es lo que más quiere, y Hela le agradaba, era joven, pero era fuerte y decidida, estaba seguro que sería un perfecto complemento para Adamas. Además, de que estaba seguro que tener a la diosa nórdica en su familia iba a ser un gran complemento para su panteón.

— Felicidades. — dijo Beelzebub. — Mi laboratorio...

— Lo mandaré a limpiar, no te preocupes. — Comentó Hades. — ¿Rompió algo?

— Nada, solo lo dejó sucio.

— Entonces quedará como nuevo. — declaró el rey del Helheim. — Lamento la discusión que tuvimos, Nikola, Beelzebub, lo siento, realmente me altero mucho con el tema de mis hermanos.

— Eres igual a Qin. — dijo Nikola suspirando. — Igual lo lamento, no debí alterarme, solo quería proteger de tus regaños a Beel.

— Lo entiendo. — suspiró Hades. — Dejemos eso en el olvido.

— No pensé que fueras sentimental a ese punto. — dijo Beelzebub mirando a su rey.

— ¿Eh?

— Tus lágrimas. — comentó el dios maldito.

— Toma Hades, es un pañuelo. — dijo Nikola alcanzándoselo.

— Oh, siento que me emocioné de más.

Mencionó el rey del Helheim, pero realmente estaba sorprendido de ver lagrimas correr por sus mejillas. Era como si su alma estuviera llorando, que no lo sentiría extraño, ya que ha llorado de felicidad, como la vez que Qin y él finalmente se declararon su amor, pero, esto se sentía distinto, como un vacío en su pecho. ¿Qué era? Tal vez alivio de que todo estaba saliendo bien.

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Las lágrimas ya se encontraban secas en sus mejillas, mientras solo podía ver a la nada.

Era incluso una divina comedia, haber estado en la maldita epítome de la felicidad y ahora estar en un infierno emocional y mental. Cuando salió de casa, si iba a ver a Kojiro, incluso estaba a punto de llamarlo cuando recibió el mensaje de Michel, sobre que Buda tenía que verlo. Lo pensó unos segundos y confirmó ver a Buda en la casa de su ex harem, un lugar fuera de la mirada de Adam, esto por seguridad y de no alterar a sus padres, y porque sus ex mujeres eran sus confidentes, confiaría a ellas su vida. Cuando llegó vio al dios con ojeras, pero lo vio sosteniendo la máquina de Tesla, con el brazalete que lo hacía invisible, siendo acompañado de Fei quien lo recibió.

Pero fue entonces cuando la mujer lo dejó solo con el dios, que estuvo viviendo un infierno. El dios no le dijo nada, solo puso la máquina de su hermano frente a él, y coloco la parte de su nombre. Qin Shi Huang, descubrió su verdadera vida, que su nombre era Yíng Zhèng, que fue un niño no deseado, que realmente fue criado por Chun Yan, que era su madre, su verdadera madre. Y no solo eso, vio cuando adopto el nombre de Qin Shi Huang, y fue como ver su peor pesadilla delante de sus ojos.

"Unificó China." "El rey que lo empezó todo." "El gran emperador."

Apretó los puños al ver realmente la clase de tirano que fue, como construyó caminos sobre cadáveres, como asesinó a miles y miles de personas por no pensar como él. Por dios, vio a las cientas de concubinas a su lado, vio que Fei era su concubina principal, con la que tuvo hijos, vio la mierda de padre que fue, vio como vivió solo para él, siendo un emperador que nunca en su maldita vida pudo confiar en nadie, muriendo en soledad rodeado de personas que nunca le amaron.

Entonces se vio en el Ragnarök, y seguía teniendo la misma actitud, siendo un emperador, donde peleó con la persona que más amaba en esos momentos, donde incluso hasta el final, Hades le respetó y murió ante él. Conoció el Ragnarök, conoció lo que ocurrió allí, y solo pudo quedarse mirando a la nada apagando la máquina, mientras el dios le daba su espacio al no buscar plática, solo acompañándolo en ese momento.

— No creo que... — dijo Qin sin mirar al dios. — Merezca estar en el Edén después de descubrir la mierda que soy. Si Adam supiera quien soy en realidad, supongo que me echaría de casa, maté a tanta de su descendencia, y nunca sentí remordimiento por ello. El Ragnarök solo fue una forma en la que quería buscar algo de calma a mi soledad, presentarme como un buen tipo al parecer, para ocultar realmente lo que... ¡LO QUE!

El humano solo pudo comenzar a lagrimear, mientras trataba de controlar su mente llena de pensamientos e información que le destrozaban.

— Qin, tranquilo.

— ¡¿TRANQUILO?! Buda, tú al menos descubriste que eras un maldito príncipe que simplemente salió de su casa y siguió su camino, yo era una mierda, que no aprendió absolutamente nada de lo que sufrió de joven, cometió las mismas atrocidades que me hicieron e hice muchísimas peores, no respeté la memoria de Chun Yan, no respeté nada de lo que me enseñó, me dejé guiar por mi propia soledad, desconfianza y placer, y me volví en lo que más odiaba. ¿Por qué diablos me pides que me calme cuando sabes que mi alma debería estarse pudriendo en el Helheim? Tal vez ese es el castigo que Hades planeo para mí. — rio Qin entre ansiedad y dolor. Apretando su cabello con sus manos, teniendo una mirada enloquecida y llena de lágrimas. — ¿No crees? Torturarme de esta forma.

— Qin.

— ¡QUÉ GRAN MANERA DE ACABAR CONMIGO! ¡Le aplaudo al rey del Helheim! — gritó Qin, logrando que Fei regresará a la habitación al notar a su rey tan alterado. — ¡OH! ¡Pero si es Fei! Mi concubina principal de la que ni siquiera me molesté en aprender su nombre completo.

— ¿Qin?

— Tal vez hiciste cosas horribles en el pasado Fei. — dijo el hombre acercándose a la mujer, que dio pasos hacia atrás. — ¿Por qué otro motivo estarías condenada a mí? Yo soy un maldito castigo, no solo pasaste esa mierda en tu vida pasada, la pasaste también en esta.

— ¿De qué hablas, Qin? — dijo la mujer sosteniéndole el rostro. — ¿Qué está pasando?

— Tranquila querida, deja que tu emperador lo solucione. — rio el emperador empujándola lejos de la habitación cerrando la puerta.

Buda acabó por levantarse, mirando que sí, a Qin se le había zafado un tornillo por saber todo de golpe, estaba roto, era normal un repentino frenesí lleno de locura al descubrir todo, sabía que las mentes humanas eran más delicadas, pero, tenía que mantenerse atento a calmarlo, o todo podría arruinarse.

— Ese hijo de puta me las va a pagar, soy un hijo de puta, pero él también lo es. — dijo comenzando a apretar los puños, sin dejar que esas lagrimas corrieran por sus mejillas. — ¡Me las va a pagar! ¡Quemare su maldita alma divina con la mía! ¡Lo llevaré al mismísimo y real infierno! ¡Haré que suplique ante mis pies y allí, solo allí dejaré que a ambos nos consuma el maldito abismo!

— ¡Basta!

El dios acabó por darle una bofetada al humano, para calmarlo y sacarlo de su estado de frenesí. Solo pudo verlo volver a lagrimear y acabó por abrazarle, mientras el humano se quedaba inmóvil por un momento, para después soltar lloriqueos abrazándose a él. El dios vio a la mujer regresar, por supuesto que no iba a dejar al hombre como estaba, y se acercó acariciándole el cabello, como le gustaba, abrazándolo por la espalda mientras Buda lo hacía por enfrente.

— Tranquilo, Qin. — susurró la mujer. — Tranquilo.

Entre los lloriqueos del hombre, los tres acabaron por sorprenderse cuando una melodía los distrajo. El toque suave de cuerdas los hizo a los tres voltear, mirando como el celular del humano prendía su pantalla. La mujer decidió acercarse y tomar el celular, viendo que era un mensaje de Adam.

— Es un mensaje de tu padre, Qin. — dijo la bella chica.

— ... ¿Qué dice? — comentó el humano con vista perdida, recargando su rostro en el pecho de Buda.

"Mis hijos, su madre y yo tenemos algo importante que decirles, por favor, vengan al Edén, es fundamental que no falten, los estaré esperando, lleguen lo más pronto posible."

Qin Shi Huang rio pasando una mano por su cabellera, dios, un mensaje con tanto amor, no lo merecía, no merecía nada de lo que Adam le había dado. Solo se acercó y tomó su celular para después quedarse sentado, sosteniendo su cabeza en el sofá. Sin entender bien que hacer.

— Qin... — dijo la mujer. — Dime que pasa para que pueda ayudarte.

— No puedes ayudarme. — respondió el hombre.

El humano solo pudo levantarse con ira, acercándose a la máquina para comenzar a apretar botones, y acabar por sonreír enviando toda la información a cada uno de sus hermanos. Esto rápidamente fue notado por el dios hindú que quiso intervenir, pero el emperador se aferró a la máquina, soltando un soplido contra un punto del cuerpo del dios hindú, haciéndolo caer en el suelo con dolor, de pronto se sintió muy débil, como si le hubieran dado en un punto vital.

— ¿Por qué hiciste eso? — dijo Buda siendo ayudado por la mujer para levantarse. — Era mejor que estuvieran todos, muchos van a perder la cabeza cuando sepan su verdad. ¡¿Qué diablos estás pensando!?

— Ya la hemos perdido. — dijo Qin mirando al dios. — Desde que aceptamos escucharte, ya la hemos perdido, y está bien, que se haga un maldito infierno en el Valhalla, necesito a hombres dispuestos a morir cuando acabe con Hades.

— ¿Qin? — la mujer solo podía mirarlo en confusión, viendo esos ojos de estrella sin brillo.

El humano solo acabó por guardar la maquina en su respectiva bolsa, y colgársela en sus hombros. Miró a la mujer y después colocó la venda de nuevo en sus ojos, ignorando todo, caminando a la salida.

— Vámonos, enciende ese brazalete, tenemos que ir a ver a mi padre... a Adam, él igual debe de saber su verdad. — comentó Qin dirigiéndose a Buda.

— Qin... sigue siendo tu padre. — respondió Buda.

— No, solo soy alguien que le impusieron, no merecía ser su hijo, le quité el lugar a sus verdaderos hijos, así que solo quiero acabar con esta farsa, ser justo y buscar una forma en la que pueda darle de nuevo su vida. Vámonos.

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Solo pudo sonreír al ver el kimono masculino con diferentes tonos de azul con blanco.

Después de ducharse, sonrió al ver que realmente Poseidón preparó todo para su cita, así que se tomó el tiempo, secó su cabello, arregló y limpió su rostro, se colocó la ropa y la sujetó bien a su cuerpo. Le daba algo de risa como a Poseidón le gustaba ver cuando ajustaba en su cintura su Hakama, le parecía hermoso y a la ves gracioso verlo reaccionar solo por eso.

"Dejaré todo listo solo preséntate, te estaré esperando."

Escuchó su celular sonar mucho, pero vio de reojo el mensaje de Adam, y sonrió, acabando de peinar su cabello, se había hecho solo una media coleta, usando su peineta y sonriendo al espejo, estaba emocionado por tener la cita con su esposo. Pero después escuchó de nuevo su celular, y vio el mensaje de Qin. Con diferentes archivos adjuntos. Checó la hora y aún era temprano, seguramente su hermano le enviaba disculpas, y estaba bien, las aceptaría, pero lo haría hacer que le comprara diferentes cosas.

Pero, entonces sintió que el tiempo se paró, mientras leía y veía los videos.

Su gran escáner le dejaba leer a una velocidad sorprendente, como analizar cualquier video incluso aumentando la velocidad, hubo un momento donde no supo cuando su habilidad de escáner se desactivó, y leía a una velocidad normal cada letra, veía cada video, escuchaba cada palabra.

Cuando se dio cuenta sus manos y teléfono estaban llenos de lágrimas, mientras ni siquiera recordaba como parpadear. Comenzó a jadear, sin saber porque su corazón se había acelerado, sentía que moriría, ¿era un ataque de ansiedad? ¿De pánico? No sabía, solo pudo jadear cayendo en el suelo luchando por respirar, hasta que por milagro divino logró recuperarse. Y entonces todo le cayó como toneladas en la mente.

"Maldita escoria."

Era un samurái, llamado Sasaki Kojiro, que vivió hace mucho tiempo, siendo el perdedor más grande de la historia. Vivió su vida, conociendo diferente gente fuerte, los cuales eran sus maestros en la actualidad. Conoció a Musashi, y se enamoró de la batalla que tuvieron, más no de él. Su vida solo la vivió siendo un nómada, caminando en busca de mejorar sus técnicas, tratando de ser el mejor, aprendiendo de sus errores. Pero de igual manera, nunca tuvo un hogar, o algo realmente para llamarlo así, vivió en soledad, a su forma. Nunca tuvo una pareja, porque, ¿quién diablos se fijaría en un perdedor? Además, no quería tocar ese tema, porque si lo tocaba, si pensaba que necesitaba a alguien más que a su espada, se entristecía, así que siempre dedicó su mente a entrenar y solo entrenar.

Entonces sucedió eso llamado Ragnarök, y luchó contra su esposo. Que por cierto le odia y desprecia, que al parecer durante la batalla había conseguido hacer que el dios le mirara, había conseguido verlo sin ese rostro estoico, pero realmente no sabía cómo interpretar eso. Era una persona mayor, luchando contra él, recibiendo un sinfín de insultos y ahora solo podía sentir que había sido usado.

Usado por aquel tirano que lo más seguro era que fingía. Sintió un hueco en el estómago, y solo pudo lagrimear más, solo pudo abrazarse a sí mismo, todo había sido una mentira, era verdad, ¿qué diablos estaba pensando? ¿Realmente pensó que un dios caería por él? ¡Ja!

Tal vez realmente era un idiota, una escoria como mencionaba Poseidón, desde el inicio hasta el final.

¿El dios buscaba humillarlo después de ganarle en el Ragnarök? Tal era su odio como para revivirlo y dejarlo vivir solo para buscar enamorarlo y humillarlo seguramente después. Sintió un hueco en el estómago de solo recordar la primera vez que estuvieron juntos. Había sido un momento especial, eso pensaba, pero ahora, seguramente el dios acabó vomitando de tocarle, era un excelente actor, uno muy bueno.

Había creído en sus palabras, había amado sus acciones, se había enamorado de su presencia. Y todo era una maldita farsa, para vengarse de él por lo sucedido en el Ragnarök.

— Que existencia tan miserable. — dijo al aire Kojiro, sin saber si se lo decía a sí mismo o al dios. Solo pudo quedarse en el suelo.

Tal vez pasó gran parte de su tiempo allí, sin moverse, solo forzándose a respirar y seguir vivo. Tratando de pensar cómo diablos Poseidón lo había conseguido. ¿Cómo se comprometió tanto para humillarlo? Al parecer era posible ir hasta extremos para vengarse por haberlo asesinado. Oh tal vez era porque lo regresó joven, y era más tolerable para su vista, o tal vez era porque no tenía memorias, y podía soportar a alguien nuevo.

Nunca lo sabría.

— Debió ser asqueroso tocarme. — dijo Kojiro levantándose. — Debiste sentir lo mismo que siento ahora al pensar en tus besos o palabras.

Solo pudo salir de su habitación hecho un desastre, caminando como un zombie por los pasillos, alarmando a su gente que se acercaba a él preguntándole si estaba bien, pero el humano no respondió, solo siguió en automático su camino al Edén, sin ver que su Kimono estaba algo caído y desarreglado, sus ojos rojos e hinchados, sus mejillas llenas de lágrimas, y estaba pálido y temblando, abrazando su celular como su fuera la única mano que tenía para él.

Al final, ¿qué esperaba? ¿Qué el fondo de los mares era hermoso? Es un maldito abismo en el que estaba viviendo, solo al fin había abierto los ojos a la verdad. Y ver como se burlaban de él segundo a segundo desde que revivió, había sido la cosa más horrible que tenía que vivir.

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Era una imagen muy lúgubre.

El padre de la humanidad notó que algo estaba terriblemente mal cuando vio a sus hijos en la sala.

Todos tenían esos ojos hinchados, todos estaban con las miradas perdidas. Qin, Leónidas, Michel, Grigori y Kintoki tenían miradas serias, mezcladas con ira. Lü Bu, Raiden, Nikola, Okita y Simo estaban tristes. Pero, lo que captó su atención, es ver a Jack en una esquina de la sala, completamente aislado de todos, dándole la espalda, mirando hacia la pared, simplemente temblando, sujetando su cabeza. Además, que por más que miraba alrededor, no había señal de Kojiro en ninguna parte.

Y era más extraño ver a Buda con ellos, no le desagradaba el dios, pero no es que hiciera visitas siempre a su hogar, al parecer por la forma en la que Qin se aferra a la ropa del dios, había sido traído por él, mientras su hijo miraba a la nada con el ceño fruncido y unos ojos rojos que reflejaban tanto dolor.

— ¿Qué está pasando? — preguntó Adam mirando a todos sus hijos. — ¿Qué...?

— ¡Mis bebés!

La voz de Eva despertó a todos de golpe, arreglándose lo más que podían para poder presentarse delante de la encantadora mujer. Por un momento cada uno actuó de la mejor forma, porque harían el esfuerzo de salir del infierno como agradecimiento a la mujer que les sonreía, porque harían siempre todo por Eva.

La mujer usaba un vestido suelto y sonreía como el mismísimo sol. Todos como siempre quedaron maravillados con su hermosa madre, y sintieron un dolor enorme en el pecho al mirarla. ¿Cómo iban a decirle la verdad a tan perfecta mujer? ¿Cómo iban a destrozar esa sonrisa? No podían, simplemente no podían.

— Están aquí. — la mujer los miró y su semblante se puso serio al sentir el ambiente. — ¿Pasa algo?

— Hola mamá. — dijo Qin soltando una sonrisa, poniendo su mejor cara, acaparando la atención de Eva, al final, él actuaba de la mejor forma. — ¿A qué nos has convocado? Estamos algo ansiosos por escucharte, es todo.

— Mi dulce Qin. — sonrió la mujer besándole la frente a su hijo. — Y... oh, ¡Nos acompañas Buda! Eres bienvenido.

— Muchas gracias madre de la humanidad. — comentó el dios hindú algo incómodo de la situación. — Puedo retirarme si están por tratar temas familiares.

— Oh no, no, quédate querido, es algo que puedes escuchar. — sonrió la mujer.

— Mi amor. — dijo Adam, pero la mujer sonrió. — Creo que...

— Espero estén listos para ayudarme y cuidarme. — sonrió la mujer poniendo las manos en su vientre. — Porque todos serán hermanos mayores, estoy embarazada.

Fueron cubetazos de agua fría para todos los humanos, excepto para Adam que ya sabía la noticia desde una semana atrás. Ahora mismo todos se preguntaban si eso había sido algo natural que había decidido Eva y Adam, o simplemente habían sido manipulados igual por los dioses para seguir procreando. El simple hecho de pensar que ocupaban a su madre como una incubadora los hizo enfurecer de golpe, y al mismo tiempo sentir dolor al no poder reaccionar como debían estar reaccionando, emocionados y llenos de felicidad de que su familia se ampliara.

— Me aseguré de que lo estuviera, y cuando lo estuve, solo quería compartirlo. Son gemelos. ¿Pueden creerlo? — sonrió la mujer feliz, muy feliz de compartir la noticia con sus pequeños, en lo que Adam decidió abrazarla para evitar que viera el panorama que había en ese momento en la sala. — Me gustan los nombres de Caín y Abel, al parecer tengo puros niños así que esos son los nombres que he pensado. ¿Les gustan?

Y fue allí cuando la mujer miró a todos los humanos de nuevo, quienes la miraban reteniendo las lágrimas, ¿cómo? ¿Cómo le dirían a esa mujer que esos gemelos que tendrá son sus verdaderos hijos? ¿Cómo? ¿Cómo? ¿Cómo le dirían a tan encantadora mujer la verdad?

— ¿Mis bebés? — dijo Eva queriendo acercarse a ellos. — ¿Está todo bien?

— ¡Felicidades Eva! Tengo que traerte un gran regalo. — comentó el dios hindú acercándose para abrazar a la mujer, antes de que esta pudiera decir algo. — ¡Muchas felicidades!

— Gracias Bu...

Fue el beso en la frente de parte del dios a la mujer, lo que la puso a dormir de golpe. Adam se alarmó, pero Buda hizo una señal de que se encontraba bien, solo se encontraba dormida. Con cuidado, el padre de la humanidad la cargó, con tal delicadeza, como si su esposa fuera de cristal.

— Ahora vuelvo. — mencionó.

Al final, cuando dejó a Eva en su cama durmiendo, regresó a la sala donde se encontraban todos sus hijos, perdidos, sin interactuar el uno con el otro, solo existiendo en su sala. Adam no dijo nada al acercarse, solo miró hacia Buda.

— Lo siento, una embarazada no debería tener noticias fuertes o alterarse, es malo para los bebés. — comentó Buda. — Además está en semanas críticas, puede tener un aborto espontáneo, es mejor cuidarla.

— ¿Qué haces en mi casa? — cuestionó Adam mirándole con seriedad. — No digo que no seas bienvenido, pero es extraño tenerte aquí. Es más, es extraño que la vez que vuelves a visitarnos, mis hijos parecen zombies a tu lado. ¿Qué hiciste?

— Yo no hice nada. — respondió Buda. — Yo solo conseguí la información de la verdad y... no, espera, tengo que reformular esto, no sé cómo decirlo, es mucho que explicar. Solo puedo decir que no es mi culpa que ellos estén así de rotos ahora.

— ¿Rotos?

— No, espera, no quise usar esa palabra. — comentó el dios hindú. — Es que... queríamos descubrir que era el Ragnarök, y porque nos causaba un sentimiento extraño al escuchar las palabras, así que yo junto a todos sus hijos, realizamos un plan, donde viajamos al Helheim por los registros de muerte, y los conseguimos logrando saber la verdad, que todo esto era una farsa y...

— ¿Entraron en el Helheim?

— ¡Sí! Grigori, Michel y yo entramos al Helheim y...

Fue sorprendente el golpe en el estómago que hizo a Buda vomitar sangre de golpe, incluso cuando activo su vista al futuro, Adam la copió por completo, volviéndole a acertar otro golpe en el rostro. Tuvo que ser la intervención de Leónidas que apartó a su padre del dios, para detenerlo. Buda simplemente no podía pararlo, en realidad, que Zeus lo parara en el Ragnarök había sido solo suerte divina.

— ¡Llevaste a mis hijos menores al Helheim! ¡Pudieron morir! ¡¿Estás mal de la cabeza?! ¡¿Cómo pudiste poner en riesgo a mis hijos?! ¡Voy a asesinarte!

— ¡No fue mi idea! — gritó Buda apenas consiente, sintiendo que todo se movía a su alrededor, si no fuera un maldito dios estaría muerto después de ese golpe. — ¡Seguíamos el plan de Qin!

— Es verdad, solo seguíamos el plan que armamos, no fue culpa de Buda. — comentó Leónidas sosteniendo a su padre.

— ¿Qué? — dijo Adam directamente poniendo los ojos en Qin. — ¿Qin? ¿Lo que dicen es verdad?

— Antes de que digas algo, de que hagas algo, tengo que enseñarte esto. — dijo Qin sacando la máquina. — Si después de esto quieres golpearme, puedes hacerlo. Solo velo hasta el final.

El padre de la humanidad solo pudo mirar confundido a su hijo Qin, mientras este encendía la maquina frente a él. No dijo nada más, solo la encendió y mencionó el nombre de Adam. El padre de la humanidad miró todo con detalle, su verdadera historia, conoció el Ragnarök, vio que sus hijos fueron humanos elegidos para pelear, vio todo lo que la maquina había grabado en su memoria. Y al parecer el padre de la humanidad solo cerró los ojos por un momento, y después devolvió la mirada a sus hijos que le miraban.

— Caín y Abel, por eso nos gustaban esos nombres. — Adam suspiró. — Esa es mi verdadera vida. Y supieron todo esto, gracias a que hiciste un plan junto a todos tus hermanos y ese dios en el suelo, que espero se mantenga allí. — comentó Adam mirando a Buda. — Con el fin de conseguir los registros de muerte y saber esta verdad. ¿No es así?

— Si. — dijo Qin, mirando al suelo.

— ¿Pensaste que era lo mejor arreglarlo por tu cuenta? ¿Qué era bueno exponer a tus hermanos?

— ...

— ¡QIN! — gritó Adam, realmente estaba molesto mirando a su hijo. — Responde.

— Yo... — dijo el emperador apretando los puños. — Pensé que era una buena idea.

— Quiero escuchar, de cada uno, ¿Qué fue lo que hicieron todos durante este plan? Si detecto alguna mentira, saben que lo sabré, así que hablen.

La mayoría de sus hermanos solo se encogieron de hombros, a lo que Leónidas solo soltó un chasqueo con su lengua, caminando hacia Adam para contarle, pero Qin lo detuvo con su mano, aclarando su garganta, comenzando a contar todo lo que había pasado.

El rostro tranquilo de Adam comenzó a horrorizarse, mientras escuchaba palabra por palabra lo que el chino había planeado. No solo era enviar a Michel y Rasputín al inframundo, también escuchó los planes que ha hecho con Leónidas para conseguir armamento y mantener a Odín alejado, el cómo Simo no fue a esa fiesta porque quería, fue porque debía manipular a Apolo, así que Simo había mentido y le mintió a Eva. Había mandado a Jack, Raiden, Lü Bu, Kintoki y a Nikola, a distraer a los dioses y obtener cosas sobre ellos, y por dios, hacer que Nikola no duerma haciendo esos inventos y jugando así con el corazón de sus hermanos y los dioses. Adam solo estaba enfadándose con cada cosa que mencionaba su hijo frente a él. Exponer a Okita al maldito de Susanoo, y que el pequeño durmiera en su hogar lo hizo explotar, ya no podía seguir escuchando, estaba horrorizado en que sus hijos fueran usados como carne de carnada.

— No puedo creerlo. — dijo Adam mirando a Qin. — Qin... ¿Qué diablos hiciste tú?

— Papá debes entender que todos decidimos que... — dijo Leónidas.

— ¡SILENCIO! — gritó Adam. — Estoy hablando con su hermano.

Okita solo se pudo encoger de hombros aferrándose a Leónidas, quien lo dejó abrazarlo, al final era el más pequeño, y nadie nunca había visto a su padre de esa forma.

— Yo... hice algo muy malo. — dijo Qin con la cabeza baja, sin poder mirar a Adam, y no porque no pudiera, sentía demasiada vergüenza y asco de su persona, que no quería mirar al padre de la humanidad.

— Qin... dime.

— Obligue a Kojiro a hacer algo terrible.

Adam solo quedó estupefacto cuando Qin le comentó como había logrado retener a Hades y a Poseidón distraídos, lejos del Helheim. Cerró los ojos por un momento, mirando que Kojiro no se encontraba aún con ellos. Ni siquiera el Kojiro Sasaki de la vida real, había tenido relaciones con alguien, y ahora, después de eso, seguramente su hijo se encontraba con un trauma que, conociéndolo, estaba intentando disfrazarlo y suprimirlo de su mente.

— Qin, mírame. — dijo Adam.

— No. — respondió temeroso el chino.

— Qin Shi Huang, levanta la mirada.

Solo pudo ver los ojos de Adam, pero sorprendentemente su cuerpo no sintió dolor, incluso después de todo, Adam no lo miraba con odio o con algo que pudiera causar dolor, le seguía mirando con amor, solo que su mirada estaba triste, y eso hizo entristecer más el corazón de Qin. ¿Era acaso decepción? ¿Era eso?

— Lo hice porque necesitaba darle tiempo a Michel y Grigori, se me fue de las manos, pero ya no podía parar el plan, tenía que seguir hasta el final, sé que debí pensar en algo más, pero fue lo único que se me ocurrió en ese momento, lo siento mucho papá, es que no debíamos fallar y....

— Pusiste a tus hermanos menores en peligro, Qin. Los mandaste a una maldita muerte segura al enviarlos al Helheim, y no solo eso, usaste a todos tus hermanos, incluso los más pequeños como putas baratas que distraían a esos jodidos dioses. ¿Cómo puedes esperar que este bien con ello?

— ¡Obtuvimos la información!

— ¡Y el costo fue su salud mental! — contestó Adam. — ¿Realmente vale la maldita pena? ¡¿Por qué diablos lo hiciste?! ¿Por qué no viniste a mi apenas tenías dudas o sospechas?

— ¡Es mi deber como futuro rey lidiar con todo sobre mi pueblo! — gritó Qin mirando a su padre. — ¡Quería protegerte a ti y a mamá! ¡No quería que sufrieran de nada! ¡No quería verte de nuevo postrado en la cama conectado a maquinas!

— ¡Esto no es tu pueblo Zhèng! — gritó Adam sosteniéndole de los hombros a su hijo, usando su nombre real. — ¡ES TU FAMILIA! ¿Cómo es posible que no veas el error que cometiste? ¿Cómo es que tratas de justificar todo porque al final conseguiste una mísera cosa buena?

— Lo hice porque era necesario. — dijo el chino molesto apartando la mirada. — Y voy a seguir arreglando las cosas hasta que todos estén bien y felices de nuevo, y tú puedas relajarte y mamá, y ... ah... todo lo arreglaré, buscaré como vencer a Hades y....

— ¡BASTA! ¿Qué no lo ves? — dijo Adam. — Qin, nuestra familia pudo haber muerto ayer, fuera esto verdad o no, no tenías seguridad de nada, arriesgaste todo para un premio estúpido. ¿Querías demostrar que eres más listo que los dioses? ¿Querías jugar contra Hades y rebajarte a su maldito nivel de ver todo como un juego? ¿Eso querías? — rio Adam negando con la cabeza. — Pues felicidades, tus hermanos casi mueren, la mayoría con traumas, Kojiro ni siquiera está aquí, Jack ni siquiera está escuchando, y todo por eso.

— ¿¡Querías seguir viviendo en ignorancia!? ¿! ¿¡Eso querías!? ¡Yo te traje la verdad! ¡Le traje la verdad a todos!

— ¡Debiste decírmelo y dejarlo en mis manos! ¡No debías involucrar a toda la familia para seguir tus propias intuiciones!

— ¡Los necesitaba! ¡Tú nunca hubieras podido sólo! ¡Yo siempre consigo lo que quiero y lo he demostrado! ¡Todo salió bien! Me disculparé con Kojiro y seré el maldito esclavo de mis hermanos, pero hemos obtenido la verdad. ¿Por qué no lo ves? ¡Hice esto por el Edén!

— No. — dijo Adam parando al emperador. — Esto no fue por el Edén. No trates de usar al Edén y a tu familia como excusa, esto solo fue por ti, ves una oportunidad de tomar el poder y el liderazgo y la tomas aunque te cueste la vida, Qin...

— Como futuro gobernante del Edén, tengo que tomar las riendas con las manos y...

— ¿Crees que dejaría el Edén en tus manos conociendo las locuras que haces? — dijo Adam mirándole. — Aun te falta madurar para tener el trono. Estoy muy decepcionado de ti, hijo. Estoy decepcionado que no puedas ver el gran daño y riesgo en el que pusiste a tu familia.

El emperador solo apretó los puños para golpear la mesa. ¿Qué diablos? ¿Qué era ese dolor en su pecho? No solo era el dolor de su corazón destruido, era sentir la decepción de su padre, de su único padre que lo ha amado y respetado siempre, sentir la decepción de Adam lo estaba matando, lo estaba enloqueciendo, no podía, había destruido todo, solo quería ayudar, solo quería... su vida... ¡malditos dioses!

— Y no eres el único culpable. ¿Qué diablos tienen en la cabeza todos? — dijo Adam mirándolos. — ¿Aceptar tal locura? Leónidas, eres el mayor, ¿cómo es posible que aceptaras mandar a tus hermanos a tal cosa? ¿Raiden? ¿Lü Bu? ¿Nikola? ¿Qué diablos tienen en la cabeza para creer que todo esto estuvo bien?

— Era necesario para la búsqueda de información, además siempre estuve monitoreando a mis hermanos con las máquinas y...

— ¿Y tus maquinas iban a salvar el alma de tus hermanos en el Helheim? — dijo Adam mirando a Nikola. — ¿Tu ciencia iba a rescatarlos del estómago de Cerbero? ¿Tus inventos iban a salvarlos del primer abismo? ¿Ya descubriste como detener la muerte y todo lo que conlleva, Nikola? Porque luces tan confiado queriendo excusarte de lo que pasó, cuando sabes que tu ciencia no hubiera podido hacer nada.

El científico solo se quedó estático para acabar por mirar hacia el suelo. Apretó sus labios y se dio cuenta que tenía razón, incluso cuando supo que estuvieron en peligro, no pudo hacer nada, solo rezar a que saliera todo bien. Sus hermanos hubieran muerto y él no hubiera podido hacer absolutamente nada.

— Fue mi culpa, no los detuve. — dijo Leónidas. — Me deje llevar con la idea de que todo se aclararía, además que tener en control a los dioses.

— ¿Control? Leónidas. ¿Para qué lo quieres?

— Para que no puedan volverte a poner una mano encima. Para poder protegerlos a todos.

— ¿Poniendo su integridad en la línea? ¿Qué clase de general eres al arriesgar a tus hombres así? ¿Esa fue tu mejor idea? Apoyando los errores que tus propios hermanos cometen. Tienes que ser una guía, y si tú un día necesitas una tenías que acudir a mí, no puedes estar complaciendo cualquier exigencia de tus hermanos solo porque no quieres verlos hacer una rabieta, debiste destruir este plan apenas lo pensaron.

El estruendo de una silla golpeando la pared hizo a Adam voltear mientras Qin suspiraba, al parecer el emperador quería volver a captar su atención.

— Si no puedes ver lo que traté de hacer, no es mi problema, te demostraré que puedo proteger al Edén. Haré que me vuelvas a mirar con orgullo, te lo demostraré.

— Qin, siéntate. — dijo Adam. — Siempre te veo con orgullo, incluso ahora, ¿qué diablos estás diciendo?

— No necesitó escuchar tus reglas, haré que esos malditos paguen cada cosa que hicieron. — comentó el emperador.

— Qin.

— No escucharé a nadie más que a mí.

— ¡QIN!

— ¡Soy un emperador!

— ¡Y YO RIJO SOBRE TODO EL MALDITO PLANETA! — Gritó Adam. — ¡Sobre cada criatura viva, desde cada microrganismo hasta cada humano! ¡Yo si soy el verdadero emperador de todo! ¡Siéntate!

Era la primera vez que todos los hermanos vieron a Adam así de furioso. Y, además, era la primera vez que usaba su título como primer humano, prácticamente reina sobre todas las cosas vivas, así lo decidieron los dioses desde su creación, reina en la Tierra como el Edén. Y fue allí donde por primera vez el emperador se sintió pequeño, al final de todo, ¿Qué era un emperador ante la criatura más perfecta creada por dios? Solo era nada.

— Lo siento... — dijo Qin.

Adam solo pudo suspirar caminando hacia él. Mirándole, mientras el emperador huía de su mirada.

— Qin, estas enfrentándote a dos caminos en tu vida, hijo. — comentó Adam sujetándole los hombros. — Por favor, no te alejes de mí, no sigas ese camino solitario que te empeñas en construir, por favor, no olvides quien eres, no eres tu pasado, no eres un emperador que vivió su vida bajo sus propios placeres y soledad, eres esta persona frente a mí, eres mi querido hijo. Tu pasado no define tu persona, tu presente no moldea tu alma, solo tú decides que clase de persona piensas ser. Desde siempre has sido mi descendencia, nunca estarás de nuevo sólo, deja que papá se encargue de los hombres malos, déjame protegerte, no quiero que sigas rompiendo tu mente, mi pequeño rey.

— No puedo permitir que te involucres, esto tengo que hacerlo yo.

— Qin, por favor, solo déjame...

El estruendo de la puerta azotándose hizo a todos los hermanos y al dios voltear a la entrada, para ver al japonés llegar entre lágrimas sosteniendo su celular. El padre de la humanidad lo vio, estaba hecho un desastre, no había nada en la mirada de Kojiro, nada en absoluto, solo caminó hasta sentarse en la sala, quedándose allí.

— ¿Kojiro? — dijo Adam mirándolo.

— Perdón por llegar tarde. — respondió el samurái. — Se me olvidó el camino a casa.

Y simplemente las lágrimas de Kojiro no paraban, pero antes de que el padre de la humanidad pudiera tocarlo, la risa estruendosa de Jack atrajo la atención de todos, mientras este sostenía su rostro mirando a sus hermanos con esa sonrisa en su rostro, riendo alto sin parar.

— Que hermosos colores, Sir Sasaki. — mencionó Jack encendiendo ese ojo rojo, mirándolo fascinado. — Tan cercanos a la muerte, en realidad todos tienen unos colores hermosos, llenos de dolor y angustia, tan cercanos a su propio fin, que belleza de arte, de panorama, me encantaría poder tomarlos y enmarcarlos para verlos siempre. ¡Serían una pieza magnífica! ¡Todos serían una gran colección para mi galería de arte!

Adam ni siquiera lo pensó, acabó por dejar de correr hacia Kojiro, para correr hacia Jack, sujetándole las manos, mirándolo de cerca, haciéndolo reaccionar. Solo podía ver esas lágrimas y sonrisas de Jack, su hijo estaba en un episodio psicótico, había perdido completamente su mente. A Buda le recordó cómo se había puesto Qin con la noticia, entrando en un frenesí de locura, lo mismo ocurrió con Jack, pero de una manera más fuerte.

— Jack, papá está aquí, Jack... — dijo el primer hombre sujetando con fuerza las manos de Jack mientras este trataba de zafarse. — Jack... tranquilo.

— Yo no me acercaría tanto, Sir. — sonrió Jack. — Soy un asesino de la peor calaña, apenas me suelte haré que sus colores se vean hermosos cuando acabe con usted.

— Jack, papá está aquí, no te voy a dejar solo. — dijo Adam calmado, sometiéndolo con su fuerza, abrazándolo por la espalda, manteniendo sus manos bien sujetas y pegadas al inglés. — Jack, tranquilo...

— Le ruego que me suelte, no me gusta que me toquen.

— Jack, papá está aquí...

— Voy a asesinarlos a todos, apenas tenga la oportunidad, Sir. No creo que le guste decirme hijo, o presentarse como mi padre.

— Jack, siempre amaré ser tu padre. Y no vas a dañar a nadie, nunca podrías lastimar a tus hermanos, tranquilo, todo está bien, aquí estoy. No estás sólo.

Y como un hilo, el inglés se quebró, de golpe ese rostro comenzó a llenarse de nuevo de lágrimas, que salían como cascadas por sus mejillas, sin poder hacer nada más que lagrimear y sentir el abrazo de Adam mientras se ponía aún más pálido y tembloroso.

— Soy un... asesino. — dijo el albino mirando a la nada. — ¿Cómo puedes mirarme con tanto amor?

— Tranquilo, tranquilo, papá está aquí. — comentó Adam acunando al joven en sus brazos, sin importar que su hijo fuera mayor, reconfortándolo.

La verdad era la primera vez que escuchaban los lloriqueos de Jack de esa forma tan desgarradora, aferrándose a Adam mientras este le mantenía cerca. Juraban que hacían eco en el hogar, Okita y Michel solo pudieron abrazarse de Kintoki tratando de no escucharlo, los asustaba, y se sentían impotentes de verlo así. En el caso de Lü bu, solo pudo caminar en dirección al patio trasero, no podía ver a su hermano así, no podía con esa situación.

— Lü Bu, oye. — dijo Leónidas.

— No puedo... necesito un momento. — comentó el general, simplemente alejándose de esa pequeña reunión.

— Yo voy con él. — dijo Grigori siguiendo a Lü Bu.

— Kojiro. — dijo Simo acercándose al japonés, moviendo su mano frente a él, sin obtener una reacción. — Hermano, despierta... Kojiro vamos, reacciona...

Los gritos y lloriqueos de Jack, el estado mental de Kojiro, el corazón roto de Lü Bu, el miedo de Simo, Michel, y Okita, su propio corazón roto, no lo soportaba, no podía soportarlo, no quería soportarlo. Qin solo pudo apretar sus manos contra sus orejas, tratando de calmar todo el ruido, tratando de calmarse, tratando de buscar de nuevo la felicidad que tenía al llegar a su hogar. Pero, todo eso había quedado en el olvido, ya no había nada, absolutamente nada.

— Qin... — Nikola estaba por acercarse, pero el emperador salió de la casa, aprovechando que Adam estaba distraído calmando a Jack. — ¡Qin!

El científico le siguió, al igual que Leónidas, Raiden y Buda.

Y lo hizo, al estar en el jardín delantero, escuchando aún los gritos de Jack, lo hizo, soltó un gritó de frustración combinado con su propio dolor, donde no tenía idea si sus lagrimas se trataban de odio o de su inmenso sufrimiento, sólo sabía que se trataba de algo que no podía controlar. Golpeó con todas sus fuerzas el suelo, haciendo cráteres y lastimándose las manos, pero no importaba, estaba en un maldito infierno, un infierno que estaba acabando con él.

— Qin... — dijo Buda.

— Voy a hacerlos pagar, por cada lagrima que les hicieron derramar. — dijo Qin furioso apretando la tierra debajo de sus manos, que se mezclaba con su propia sangre. — Voy a acabar con ellos hasta que me supliquen la muerte. E incluso allí, no les daré mi permiso de morir. Voy a hacer que paguen por cada cosa, voy a destruirlos hasta que no quede ningún dios en el Valhalla.

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Podía ver un excelente ángulo para la puesta de sol.

Había decidido que todo se armara con una imagen con vista al mar perfecta, todo para su reina debía ser perfecto. Revisó una y otra vez que los platillos que había ordenado que hicieran fueran los correctos, al igual que se aseguró de acomodar la Yukata que usaba. Kojiro le había comprado una, y eso no era todo, también usaba la pulsera que el samurái había hecho con sus manos, usando hilos de tonos dorados, proporcionados por los sirvientes del dios, tan bellos como el oro.

Acabó por sonreír al ver que todo parecía estar a la perfección, y suspirar ante la hermosa vista. Solo faltaba su reina para complementar tal día tan perfecto.

— Mi rey, está todo listo, ¿necesita algo más? — dijo Proteus, inclinándose ante Poseidón, quien miraba ese hermoso paisaje sabiendo que Kojiro sonreiría apenas lo viera.

— No, ya puedes retirarte, Proteus. No quiero que nadie nos interrumpa, cuando se termine la cena, quiero que todos se retiren y me dejen a solas con mi reina.

— Lo haré, que disfrute su cita con la reina. — comentó su fiel mayordomo, levantándose. — Todo saldrá como lo ha planeado.

— Así será.

— Oh... Mi rey Poseidón, ¿pasa algo? — dijo el mayordomo mirándole.

— ¿Por qué lo dices?

— Está llorando. — contestó Proteus, haciendo aparecer un pañuelo de las más finas sedas, presentándolo ante el dios.

— ¿Eh?

Poseidón llevó sus manos a sus mejillas, notando lo empapadas que estaban. ¿Por qué diablos estaba llorando? ¿Estaba tan nervioso para llorar? ¿La puesta de sol que imaginaba había sido tan bella como para sacarle unas lágrimas así?

— Ah, no lo sé. — dijo el dios de los mares, controlando las lágrimas, tomando el pañuelo para limpiar su rostro.

— ¿Tal vez sea su alma? — comentó Proteus. — Según viejas historias, el alma llora lo que la mente y el corazón desconocen. Si las historias humanas dicen que el oleaje del mar se debe al corazón que nunca pueden conquistar del dios Poseidón, tal vez la cosa con las almas sea verdad.

— No recuerdo haberte dado permiso de hablarme con tal confianza.

— Lo lamento mi señor, me retiro.

— Oye... — dijo Poseidón sin mirarle. — ¿Eso del alma es real?

— Es solo una historia popular de los humanos, mi señor. No creo que sea real.

— ... Ya puedes retirarte.

— Con permiso, mi señor.

Poseidón realmente no podía comprender las lágrimas, pero no quiso pensar en ello, miró su reloj y aún era temprano de la hora que le había dicho a Kojiro, por lo tanto, solo acabó por sentarse en la mesa, esperando a su reina.

Esperando con ansias verlo, esperando solo disfrutar su primer enamoramiento y ver como se sentía con ello.

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Los tenía, después de pedir los materiales los había hecho.

Esa joyería para los dedos de su reina, había dedicado su tarde para hacerla y le había quedado perfecta. Miró la hora, ya era de noche, y no había señales de su reina aún, por lo tanto, decidió ocupar su tiempo en preparar con sus propias manos una rica cena, y envolver sus regarlos para que Qin los disfrutara. Caminaba con la caja de joyería, por los pasillos hasta que lo vio, y rápidamente escondió la joyería en su espalda, mirando a su reina a lo lejos en ese pasillo de su castillo.

"Algo está mal."

Su instinto estaba raro, parecía que todo de él le decía que tenía que ponerse alerta y a la defensiva, pero, ¿por qué? Solo podía ver a su reina caminando hacia él, quería besarlo, quería adorarlo, quería llenarlo de regalos y hacerlo sentir como un emperador como él debe sentirse.

"Algo está mal."

Ignoró sus pensamientos dando una sonrisa cálida al tener a su reina a unos metros de él, viendo los ojos de estrella mirándole, y si Hades no fuera un hombre embobado por la mirada de su reina, tal vez hubiera notado lo hinchado que estaban sus ojos, lo desarreglado que se encontraba, la sangre y mugre que había en sus puños, el cómo no le sonreía, solo le miraba.

Tal vez debió hacerle caso a la parte que le gritaba que tenía que despertar.

— Qin mi reina, yo...

Tal vez si hubiera reaccionado, en ese momento, hubiera podido esquivar el bidente que le atravesaba el torso, siendo encajado más a fondo por su reina, provocándole un dolor descomunal, de golpe, donde soltó la caja de regalo y el emperador lo veía en el suelo, desencajando el arma y volviéndolo a encajar en el mismo lugar.

— Se acabó el juego, maldito hijo de puta.

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Pues esto se encendió.

Medité mucho en cómo reaccionaría Qin ante la noticia, y siento que reaccionaría dejando lado que ese lado tirano domine su mente, no caería en depresión como Kojiro, o en la locura como Jack, siento que dejaría salir sus demonios y que lo dominen.

Y bueno, allí están Caín y Abel, como fetos. Al final Hades no quería eliminarlos, solo cambio su nacimiento hasta el final, no dejaría a Eva y Adán sin sus hijos originales, no es tan maldito, pero no importa, ya no importa.

Me da risa que Poseidón al fin estaba haciendo las cosas bien y Qin lo va a querer hacer sushi ahora por sus manos, ni modo.

¡Nos vemos en el próximo capítulo!  

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