JUGADA PERDIDA
JUGADA PERDIDA
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Un solo movimiento fuera de lugar, puede hacer que una jugada planeada se desmorone en segundos.
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Había sido un aviso por parte de Morfeo, uno simple, que no debería ser un problema, al menos si su vida fuera normal no sería un problema.
"Buda y Zero no han dormido en 2 días." Esas palabras expresadas por Morfeo, hicieron al dios supremo del panteón indio sentir un escalofrió en la espalda. Pensó por un momento, correr al panteón chino, para saber si podían darle información sobre Zero, pero, esto solo levantaría sospechas, no había ninguna razón para ello. Así que hizo lo más razonable en cuestión, fue a reportar esta información a Hades.
Había sido una reunión casual, donde Shiva pudo notar algo raro en Hades, tenía algunas ojeras, y se le notaba molesto, pero siempre cordial. Cuando la información llegó con Hades, este llamó a Hypnos a su oficina para reunirse con ambos, el dios Hypnos afirmó lo dicho por Morfeo, y no solo eso, dijo algo que provoco gran asombro a los dioses supremos.
"Ha retirado su ojo de su rostro. Beelzebub confirmó que no ha podido tener señal de él."
Hades suspiró, mirando hacia una de sus ventanas, algo aburrido, para después agradecer a Hypnos por la información y pidiéndole que siguiera el plan como estaba establecido.
— ¿Estamos en problemas? — preguntó Shiva mirando a Hades, a lo que este sonrió mirando su tablero de ajedrez. — ¿Hades?
— ¿Puedo preguntarte algo? — dijo el dios del inframundo. — ¿Algo personal?
— ¿Eh? — Shiva por supuesto no tenía idea porque Hades estaba cambiando de tema, pero pensó que se refería a lo que estaba pasando, así que asintió. — Sí, claro.
— ¿Sientes celos de que Raiden toque a tus esposas? — comentó el rey del Helheim mirando al dios hindú.
— Ah... ¿esto qué tiene que ver con que Buda no ha dormido? Si no duerme no podemos continuar manipulando su mente, Hades, ¿estás bien?
— Responde. — sonrió Hades.
— No. — respondió Shiva. — Es una relación poliamorosa, tengo muchas esposas, las quiero y complazco como tal. Raiden es mi cuarta esposa, así que no es como que me moleste que las toque.
Shiva solo podía ver la expresión de Hades, y verlo sujetar la pieza de la reina de su tablero. Por un momento Shiva imaginó que, si Hades tuviera cola y orejas de perro, estarían caídas, se notaba algo triste y molesto a la vez.
— ¿Cómo se destruye un harem? — preguntó Hades. — Verás, hice una jugada riesgosa y ahora no sé cómo deshacerme de ella. Así que tú tienes experiencia, dímelo.
— Eh... ¿Hades?
— ¿Cómo se destruye un Harem? — dijo Hades mirando a Shiva. — Dímelo.
El dios de la destrucción sintió un escalofrío cuando el rostro de Hades comenzó a desfigurarse, al final, debió recordarlo, está hablando con el maldito rey del Helheim, que se volviera un rostro terrorífico, que hiciera aparecer los huesos de su rostro, todo, era algo que podía hacer, porque el rey del inframundo....
— Shiva.
— Se puede destruir si el dueño del harem así lo quiere. — dijo el hindú. — Por ejemplo, si yo quisiera deshacerme de mis esposas, solo tendría que decirlo. Desharía el Harem y ellas serían libres de tener otras relaciones con alguien más, y yo libre de ellas. Así se acaba eso, es como cuando terminas con una relación. No hay nada de especial o algo en específico que tengas que hacer.
Hades regresó a la normalidad, sonriente mirando a Shiva, para después levantarse, dejando la pieza de la reina en su tablero, y acabar por ponerse enfrente del dios hindú.
— No quiero que te preocupes, tu rostro grita pánico en este momento, aunque no sé si es por mí, o porque te asusta lo de Buda. — suspiró el rey del inframundo. — He manipulado la mente de Buda y Zero por años, no es como si de la noche a la mañana recuerden todo y sepan la verdad, les costará demasiado para ello. Por lo cual necesito que hagas algo por mí. Necesito que lo visites, son amigos, así que no veo el problema que lo vayas a ver, no menciones nada en absoluto, solo habla con él, ve sus reacciones, analiza cómo te mira, y si sacas algo importante de ello, ven y comunícamelo.
— ¿Solo quieres que vea lo que está haciendo?
— Eso mismo. Al igual que si no tiene el ojo, no está de más preguntar porque se lo quitó. Digo, es una pregunta simple si un día lo vez con dos ojos y al otro con un parche, una pregunta racional que haría cualquier persona.
— Esta bien. — respondió Shiva. — Hades...
— ¿Si?
— ¿Estás bien? — Shiva le miró a lo que Hades hizo un rostro de sorpresa ante la pregunta.
— Oh, ¿no me veo bien?
— Luces como si quisieras matar a alguien.
— Soy el rey del inframundo, matar es algo normal en mí. — sonrió Hades. — Aunque nunca es personal, es mi trabajo. Nunca lastimaría a nadie por gusto.
— Hades... — suspiró Shiva. — Tal vez deberías quitar ese rostro de loco que tienes. ¿Estás seguro que todo está bien y podemos estar tranquilos?
— Si Shiva, todo está de acuerdo a mi plan, pero necesito que confíen en mí. — dijo el rey dándole palmaditas en la espalda. — ¿Confiarías en mí?
— Claro. — respondió el hindú sonriendo. — Solo hay un dios en el que confío, y es en ti.
— Bien, entonces, gracias por avisarme y no te preocupes más.
El dios Shiva confió en las palabras de Hades, así que después de esa reunión, decidió ir a casa de Buda, a ese enorme hogar que tiene y que siempre huele a algodón de azúcar. Al llegar notó algo raro, no había absolutamente nadie, ni una señal de Buda o de Zero, pero eso no era extraño, a veces ambos se desaparecen, Buda le había dicho que tenía un lugar secreto en el Valhalla, así que seguramente estaba allí, y además el dios le había dicho que nunca pasaba más de 3 o 4 días en ese lugar, ya que tanto él como Zero tenían cosas que hacer.
Decidió regresar a su hogar, pero, no podía sacarse de su cabeza el estado de Hades. ¿Realmente era bueno seguir confiando ciegamente en el griego? Parecía distraído, Hades nunca en la vida se había distraído si hacia un plan, pero ahora, parecía que su mente divagaba en relación a su reina humana. Y eso le preocupaba. ¿Debería hablar con los otros dioses del estado de Hades? Sabía que si hablaba con Poseidón este defendería a Hades, así que era un caso perdido, hablar con Zeus lo era igual, en general, hablar con cualquier griego era una pérdida de tiempo.
Conseguir hablar con Odín o con Thor era más difícil que nada, ninguno de los dos les interesa el estado de otro dios, siempre y cuando ellos consigan lo que quieren, siguen el plan, y como no hay nada malo en lo que han obtenido, ninguno de los dos se interesará. Pero, había 3 dioses que podrían comprenderlo. Susanoo, Anubis y Loki.
Susanoo había mencionado que solo quería involucrarse cuando él comenzará a participar en el juego, Anubis por igual mencionó lo mismo, así que Loki era su única opción, si, él había detectado lo de Hestia, seguro él también estaba intranquilo por la situación, tenía que hablar con el nórdico.
Por lo cual decidió llamarlo, y le sorprendió la velocidad en la que el dios nórdico le contestó.
— ¿Si, Shiva? — la voz de Loki sonaba juguetona.
— ¿Podemos hablar? No por aquí, en persona, solos. — dijo el dios hindú.
— Oh... ¿Es sobre Hades? ¿Es sobre el plan?
— Si... siento que...
— Que Hades está distraído y arriesgando todo porque no puede mantener su mente calmada alrededor de ese humano. — rio Loki. — Enamorado, ese dios del inframundo está enamorado, y tú y yo sabemos lo intenso que es Hades al respecto, lo vimos con Perséfone, y lo veremos de nuevo con Qin Shi Huang.
— Eso me temo.
— Es un problema para nosotros, tú al menos ya estás participando, a mí me dejaron fuera de acción por el momento. ¡Es un fastidio! Está bien, reunámonos, tenemos que tener algo de emergencia en caso de que Hades ya no sea de utilidad.
— ¿Dónde quieres que nos veamos?
— Ven a mi palacio. Te estaré esperando.
— Esta bien, iré...
— ¡SHIVA!
El grito le provocó escalofríos al dios cuando giró su rostro y miró a su cuarta esposa sonriente corriendo hacia él. El dios solo pudo sonreír, colgando la llamada con Loki para después recibir a Raiden con los brazos abiertos. Ambos acabaron por abrazarse y Shiva sintió sus pies despegándose del suelo cuando Raiden lo alzó en los aires dándole una vuelta para ponerlo de nuevo de pie.
— ¡Shiva! — sonrió el humano. — Te estaba buscando.
— ¿Me necesitas para algo? ¿Es Ganesha? ¿Mis mujeres? ¿Ruda? — dijo el dios preocupado acariciándole el rostro. — ¿Te pasó algo a ti? ¿Comiste del chili que te dije que no comieras, cierto?
— No, nada de eso, no es importante. — rio el humano. — Vengo del templo mayor, estaba con Ruda mientras él me contaba historias sobre ti, pero, hay algo que me llamó la atención. En el Edén nos contaron una historia, pero pensé que solo era un mito hasta que vi tu estatua.
— ¿Mi estatua?
— Si, tu estatua en el templo mayor tiene 4 brazos, y tú solo tienes dos, Shiva.
— Oh. — Shiva sonrió, comenzando a caminar. — Tuve 4 brazos hace años atrás.
— ¡Entonces era verdad! ¿Es cierto que los sacrificaste para alimentar a tu pueblo en época de hambruna?
— ¿Esa es la historia que dicen en el Edén de mí?
— Sí.
El dios rio, estirando su mano izquierda para que el humano la tomara y así caminar juntos por las calles cercanas a su palacio. Shiva solo podía reír, esa historia era algo linda, seguramente Hades pensó que sería divertido decir que fue por ello, y así manipular la historia dentro del Edén.
— Fue algo así, pero creo que puedo contarte la historia como tal.
— Oh, me encantaría escucharlo. — sonrió Raiden.
— Hace mucho tiempo, tenía cuatro brazos, era muy poderoso, incluso puedo decir que más de lo que soy actualmente. Pero un día, durante la Titanomaquia, que atacó distintos reinos del Valhalla, lo que provocó esas épocas de hambruna, me encontré con un enorme titán. — sonrió el dios mirando a su humano. — Tuvimos la mejor lucha que ha visto la india, ese titán era increíble, bendecido por todo, era tan fuerte, que incluso una maldición cayó en él para impedirle usar todo su poder.
— Wow...
— Lo sé, era increíble, yo tuve que usar todo de mí, porque él, golpe tras golpe, me vencía, así que si, si di mi propia carne como alimento, pero no porque yo me arrancara los brazos, ese titán me los arrancaba de un golpe. Perdí uno tras otro hasta solo quedarme con un solo brazo. Hasta que, por fin, pude vencerlo.
— Pero...
— Al terminar la guerra. — sonrió el dios. — Tuve la opción de recuperar mis 4 brazos, pero no lo hice.
— ¿Por qué?
— Quería mostrar algo del respeto por el titán, una marca de guerra. — sonrió el dios, señalando su espalda. — Quería las cicatrices de mis brazos mutilados en mí, solo recuperé uno de mis brazos y desde ahora vivo así, los brazos perdidos los di a mi gente y todo comenzó a restaurarse después de ello.
— Tal vez debí prestar más atención a las clases de historia. — rio Raiden. — aunque hay algo que Ruda me dijo y quiero que me digas si es verdad o no.
— ¿Qué te dijo? ¿Te dijo que me gusta bailar? Eso ya lo sabes, amo bailar, incluso lo hago contigo. Como anoche, cuando jugábamos el juego humano de "Just Dance"
Shiva rio, sentándose en uno de los jardines de su palacio, disfrutando la sombra de un fresno mientras Raiden se sentaba a su lado haciendo lo mismo, relajándose por un momento.
— Dijo que te gustan los hombres. — comentó el humano. — Y que tú y él tuvieron... sexo.
— Oh, bueno eso es verdad.
— ¡¿Qué?! ¿Cómo? Tienes tres hermosas esposas, ¿cómo puedes engañarlas con hombres?
— ¿Disculpa? No he engañado a nadie. — sonrió Shiva divertido de ver la expresión del humano. — Lo de Ruda y yo fue mucho antes de que estuviera casado con ellas, éramos adolecentes, solo nos teníamos a nosotros dos, claro que follabamos cada que estábamos calientes, que, si te pones a pensar, uno cuando es joven se pone caliente 24/7.
— ¡Shiva!
— ¿Qué pasa? — rio el dios divertido del humano. — Oh cierto, a ti no te gustan los hombres, oh, Auch. — y el dios se sujetó el pecho fingiendo dolor. — Le estas rompiendo el corazón a tu esposo.
— Oh, cállate. — rio Raiden dándole un golpecito en el hombro.
— ¿Qué pasa? — comentó el dios, recostado poniéndose de lado para mirar al humano. — ¿Estás celoso?
— No. — le miró Raiden.
— ¿Quieres saber si me gustaba? — sonrió Shiva molestando al humano. — ¿Eh? ¿Eso quieres saber? Maldito maniaco sexual.
— Mira quien lo dice, señor Kama—Sutra.
— ¡JA! ¡Sabía que lo dirías! ¡Si estás celoso! ¿Qué es lo que te molesta?
— Es normal, ¿no? Que me sienta molesto si alguien se acuesta con mi esposo.
— Acostaba, Raiden, acostaba, no es como que lo sigamos haciendo. — suspiró Shiva.
— La forma en la que interactúa contigo ahora tiene más sentido, siempre se ve tan cercano a ti y te toca como si nada.
— Sabe besar muy bien, y el sexo era increíble. — sonrió Shiva.
El dios no se esperó tener al humano encima de él, tampoco se esperó tener los labios del humano de nuevo en sus labios. Solo podía pensar en aquella noche, cuando se besaron por juego, y ocurrió algo cuando siguieron tocándose, pararon, por supuesto, y lo ignoraron, pero, tal vez era porque ninguno quería admitir lo que estaba sucediendo.
No es como si quisieran admitir que disfrutaban del sexo porque se llevaban genuinamente bien, charlaban cuando lo hacían con las otras esposas, se divertían juntos paseando de un lugar a otro, teniendo citas que para ellos era increíble. Además de que Raiden se había comenzado a involucrar en las tareas del panteón indio. Era una gran esposa, como la esposa principal, que ayudaba a las otras y se hacía cargo de la mayoría de cosas.
Podía sentir los labios del humano besarle y él besándole de vuelta. Podía sentir sus propios brazos comenzando a rodear por el cuello al humano, mientras seguían haciéndolo, sentir sus cuerpos rozando, sentir los jadeos del otro, y los leves suspiros de placer entre besos, era increíble, tanto que no podía dejar de querer más, de querer esas enormes manos sobre él, de querer que al humano le crecieran un par de bolas y lo hiciera, hiciera lo que ha estado pensando desde aquella noche.
— Pensé que esto no era lo tuyo. — suspiró Shiva separándose un momento.
— ... Cállate por un momento, no es como si tuviera miedo. — sonrió Raiden. — En tiempos de guerra...
— Ni se te ocurra acabar esa maldita frase. — rio Shiva besándolo de vuelta.
Podía sentir como los besos comenzaban a apasionarse más, como el aire le faltaba mientras sentía la emoción subir. Como las manos del humano se deslizaban debajo de su ropa, comenzando a retirarla con delicadeza. No le importó cuando perdió su playera, pero en definitiva reaccionó cuando sintió las enormes manos deslizándose por su trasero, apretándolo, mientras la boca del humano iba a su pecho, besando y aprisionándole un pezón para succionarlo.
— ¡Hng! ¡Basta! — dijo Shiva apartándolo un poco. — No soy una chica, no creas que eso me gusta y...
Solo pudo ver ese rostro sonrojado de su esposo mirándolo. El rostro de Raiden reflejaba muchas cosas, curiosidad, deseo, sorpresa, todo, como si para él, que ambos estuvieran así también era una sorpresa. Para Raiden, Shiva se había vuelto el mejor amigo que había tenido, lo comprendía a detalle, sus personalidades eran casi iguales, tenían gustos parecidos, eran tan cercanos que parecían hermanos. Pero, hace unos meses el hambre de verlo como algo más había surgido, y no sabía cómo pararlo.
En el caso de Shiva, Raiden era perfecto para él, lo demostró en el Ragnarök, lo demostró en estos meses que han pasado, ambos se complementaban a la perfección, pero tenía miedo, miedo a que, si dejaba a Raiden acercarse más, podría perderlo todo. Porque sabía que iba a caer por el humano que parecía perfecto para él.
Tal vez, ahora comprendía un poco más a Hades, comprendía la mirada perdida y la debilidad ante los humanos.
Este juego no iba a acabar con los humanos, los dioses tenían mucho más que perder.
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Habían sido los 2 días más espantosos de su vida.
Las miradas de odio era algo a lo que se tenía que acostumbrar el emperador, ahora no podía pasear por el Helheim sin su venda, tenía que protegerse, y no porque no soportara el dolor, sino porque no quería que hubiera consecuencias para aquellos que le lastimaban, al final los comprendía, y no quería darle un motivo a Hades para desquitarse con alguien de lo que está pasando. Al final era su pueblo, y como rey, aceptaría toda la mierda si con eso su pueblo se pone feliz.
A decir verdad, no le dolía el odio hacia él, lo consideraba normal, una reacción a una acción. Pero, lo que realmente le dolía, era la decepción de aquellos que aún le estimaban. Le dolía el pesar que cargaban en sus mentes. "Nuestra reina no ama realmente a nuestro rey." Eso tenían escrito en el rostro cada vez que le miraban, lo sabía.
Llegó a un punto donde pensaba, si realmente podía llamarse la "Reina del Helheim" si no estaba haciendo nada para reparar su reputación. ¿Era cobarde por usar la venda para protegerse de las heridas? O ¿Era cobarde por tratar de ignorar el sufrimiento de su pueblo? Cualquiera de las dos formas, le dolía. Le mataba. Le estaba acabando.
Pero, había decidido hacer las paces por el momento con su mente, así que retiró la venda, y suspiró caminando con uno de los sirvientes que aún le estimaba. Qin traía en las manos algunas mantas y cobijas, mientras el sirviente empujaba un carrito con comida y fruta, una rica cena para 6 personas.
Miró de reojo al sirviente que le seguía, con una mirada algo imparcial en él. Como si no supiera que tipo de rostro tenía que tener frente a su reina.
— ¿Me odias? — preguntó Qin al joven sirviente mientras seguían su camino.
— No, mi reina. — respondió con sinceridad. — Es solo que, pensamos que había llegado alguien que pudiera amar al rey tanto como él nos ama.
— Amo a Hades, es mi rey. — dijo Qin dando una suave sonrisa.
— Es que, que tenga concubinas nos hace sentir que el rey Hades seguirá solo en ese trono, jugando ese tonto ajedrez, una y otra vez, porque el juego es lo único que lo distrae de su verdadera soledad.
— Explícame más de eso. — preguntó Qin. — Puedo entender el problema de mis concubinas, pero, ¿qué problema tiene que tenga ese ajedrez? ¿Qué tiene que sea un jugador?
— Mi reina... no sé si es algo que yo deba hablar.
— Te estoy dando el permiso de hacerlo, vamos dilo. Te escucho.
— Hace mucho tiempo, cuando los dioses supremos dividieron el mundo, fue un joven llamado Hades quien llegó al Helheim. — comentó el sirviente empujando el carrito. — "El Helheim es un reino hermoso, solo alguien como tú podría hacerlo, Hades." Eso le habían dicho a mi rey, a un joven chico quien, tras no tener a sus padres en ningún momento cuidándolos, aceptó gustoso la confianza de los dioses en él.
— ¿El Helheim un lugar hermoso? — dijo Qin mirando hacia el techo. — ¿Creyó eso?
— Mi rey no desconfiaba de los dioses. Y tenía hermanos y hermanas pequeños, uno de ellos siendo un bebé, necesitaba rápido un puesto y hogar para cuidarlos.
— Oh, entiendo, continúa.
— Mi rey Hades dijo, "¿Qué es lo que tengo que hacer para manejar el Helheim?" y fue entonces cuando la titánide Rea, su madre, por primera vez en la vida le sonrió, y acabó por asesinarlo, arrojándolo al mundo de los muertos.
— ¿Qué?
— Solo los muertos habitan en el inframundo, mi reina. — dijo el sirviente. — Uno no puede ser un rey de un pueblo, si no puede adaptarse a él.
— ¿Hades está muerto? ¿Realmente muerto? ¿Es un zombie? — dijo Qin mirando al sirviente.
— No, no, el dios Hades está vivo y muerto a la vez, es como si fuera la personificación del Limbo, no vivo, pero tampoco muerto. — Suspiró el sirviente. — Él tuvo que llegar muerto a la tierra del Helheim, y después de 6 días, sus ojos se abrieron de nuevo. Al momento que sus ojos se abrieron, él lo supo, era una mentira lo que le habían dicho, le jugaron una trampa.
— ¿Qué pasó con sus hermanos en ese momento?
— Estaban al "cuidado" de Rea, aun no se sabe cómo los dioses lograron sobrevivir en ese entonces.
— Hades no puede vivir sin el amor de sus hermanos. — dijo Qin mirándolo.
— Esa era su única razón para aceptar, además que se le había prometido algo hermoso como el Edén, pero al ver su alrededor, y ver solo muerte, lo supo. Su piel se volvió pálida, su cabello platinado, una parte de él se rompió en desesperación. Dicen las leyendas que los ríos de almas tienen agua por las lágrimas que derramó Hades ese día. Que el frio del Helheim refleja la soledad del dios. Y qué la creación de demonios se debe a los sentimientos sin controlar del dios al momento de su caída.
"Incluso en el frio del Helheim, algo tan hermoso como un árbol puede crecer, tal vez el amor llegue si trabajo en él."
Qin recordó la frase que Hades le había contado días atrás, nunca pensó que su obsesión por hacer un árbol crecer tenía un trasfondo tan duro, ni que él como rey había tenido un destino tan horrible.
— Hay algo que no entiendo. — dijo el humano. — El Helheim es grandioso, es un lugar de muerte, sí, pero sus paisajes son increíbles, fuera de este mundo, sus habitantes, incluso los malditos anillos del infierno son asombrosos.
— Eso solo es porque mi rey Hades ha conseguido hacer del Helheim un lugar digno para vivir.
— ¿Todo lo hizo él?
— Desde mover una piedra, a crear cosas artísticas y llenas de color, sí, todo lo que ve, es el trabajo de un dios desesperado por hacer del Helheim un lugar hermoso y no solitario.
— Entiendo, continúa la historia.
— Bueno... mi rey Hades trató de volver, pero el Helheim ya lo había reclamado, lo pudo notar al poder ver esos tatuajes de ramas de olivo en su piel. Además, que por supuesto el cambio en su apariencia. Llegó a las puertas, y trató de salir, pero se le impidió, trató de comunicarse con sus hermanos, y lo hizo, se le permitió, pero no podía verlos ni sentirlos, solo escuchaba su voz a través de las puertas y era lo único que necesitaba para seguir.
Qin detuvo un momento su caminar, haciendo que el sirviente se detuviera. Él entendía ese sentimiento, la impotencia de no poder realizar algo, y tener que tragarte tus sentimientos para ayudar a los que amas. Entendía que debió haber sido una época infernal para su esposo.
— Continúa.
— Mi rey Hades entendió que su soledad era inmensa, así que planeó comenzar a cambiar el lugar, se creó un juego propio en su cabeza, como si fuera un escape de su realidad, dónde tenía que pensar en un plan, una estrategia para vencer, ignorando sus sentimientos, solo enfocándose en ganar, porque si ganaba, podía ver a sus hermanos de nuevo, tenía que ganar, no había otra cosa para él que solo ganar. — dijo el sirviente apretando el carrito. — Entonces comenzó todo su plan, cuando logró que ese árbol de Granada floreciera. Fue Atenea quien le dio por debajo de la puerta las semillas. Se dice que la diosa del conocimiento le dijo una frase, "Juega y vence a todos, Hades. Tu felicidad está al final del juego."
— ¿Atenea? — dijo Qin pensando, nunca la había visto en persona. — Continúa.
— Después de ello, el rey Hades comenzó a brillar, construyó su castillo, ayudó a cada uno de los habitantes, convirtió el Helheim en lo que él creía que tenía que ser el inframundo. Al punto donde todos los dioses comenzaron a verle de nuevo. Hades salió de las cenizas, su propio poder le permitió abrir esas puertas y dejar el Helheim, se ganó la confianza y cariño de todos, al final, Hades es un rey en toda la palabra. Pasó de ser un niño desdichado, a ser el ejemplo de lo que tiene que ser un dios.
— ¿Pero? — dijo Qin, parando frente a una puerta. — Siempre hay un "pero" ...
— Lamentablemente en esta historia si lo hay, mi reina. — comentó el sirviente. — Nuestro rey Hades nunca se ha relajado realmente, vive su vida pensando que otra jugada puede hacer para mantener la paz, para no perder su vida, para no volver a estar solo, él no quiere perder de nuevo a su familia, a nosotros. Así que, si no hay un juego haciéndose, Hades comienza a perder la calma.
— ¿Necesita estar pensando siempre en qué hacer, como hacerlo y cuando hacerlo para estar en paz?
— Así es, pero es una falsa paz. — Respondió el sirviente. — Imagínese que tu propia mente te estipule que debes hacer, que no te deje hacer cosas por ocio, por amor, por gusto, sino que siempre sigues las reglas y nunca has hecho nada fuera de ellas. El rey Hades se crea sus propias reglas y nunca las rompe, a decir verdad, tiene un control de él mismo al punto que nunca lo he visto enojarse, gritar, maldecir, etc. Simplemente por mero gusto. Eso hasta que llegó usted.
— ¿Yo?
— Al momento que llegó aquí, el rey Hades se vio distraído, cometía leves actos fuera de su rutina, de sus planes, se le veía feliz porque se sentía así, no porque tuviera que aparentar para que todos estuviéramos bien. Su mirada por primera vez, ya no veía al tablero mental que tiene en la cabeza, lo veía a usted, y se ve tan enamorado que pensamos que al fin la paz real había llegado para nuestro rey, después de todo, lo merecía. Pero...
— Mis concubinas les arruinaron el futuro que quieren para su rey, entiendo. — comentó Qin, suspirando. — Lamento haberles arruinado los planes que tenían para su rey, pero no pueden darme la responsabilidad de la felicidad de Hades, él único responsable de ello es él mismo.
— Pero...
— No es mi culpa que Hades se encierre en él mismo, no soy una clase de terapia que lo va a reparar, soy un humano, que quiere estar a su lado, porque es mi esposo. — dijo Qin. — Quiero dejarte algo en claro yo... bueno yo...
"Yo estoy enamorado de él." El simple hecho de pensarlo le provocó un escalofrió en la espalda al humano, que rápidamente suspiró, cambiando su expresión.
— Yo nunca lo lastimaría. Gracias por ayudarme hoy. — dijo Qin dando una despedida a su sirviente. — Y contarme más sobre mi esposo, pero quiero que entiendas que...
El rey miró los ojos de su sirviente, ¿qué diablos estaba diciendo? Se había molestado por algo tan simple, pero tenía razón, él no era una terapia para Hades, solo era su compañero, pero, ¿por qué no podía decir lo que quería decir? ¿Qué le impedía decir lo que él aprendió? "El amor tiene que venir de ti, si quieres amor, el amor tiene que venir de ti primero."
— Espero que entiendas, que nunca dejaré a Hades sólo, al menos que él lo quiera así. Ten linda noche, y gracias por todo.
El sirviente hizo una reverencia ante su reina, retirándose, en lo que Qin se maldecía en sus adentros, mientras metía la llave en la bella puerta por donde iba a ingresar. Sacó a relucir una sonrisa, ya que, al momento de cruzar, pudo ver a sus hermosas mujeres, dentro de la habitación que les había otorgado Hades. Era una habitación muy amplia, con múltiples baños y grandes paisajes del Helheim por las ventanas. Al parecer a Hades le interesaba la comodidad de sus habitantes, incluso si esos habitantes eran las humanas concubinas de su reina.
— Mis amores. — sonrió Qin. — He traído la cena, por favor, disfrútenla.
No quería pensar en Hades, no cuando estaba con ellas, pero le era imposible. Incluso cuando Qin besaba a cada una, reía con ellas, las acariciaba e incluso disfrutaba como sus manos podían sentir tan dulces cuerpos con él, no podía dejar de pensar en Hades. Las mujeres le abrazaban, se recargaban en él, en su regazo, dejándole besos en las mejillas, los labios, todo, para complacer a su rey. Pero, él solo sentía un dolor en el pecho que no sabía cómo calmar.
Además, que aún no podía averiguar más de la maldita carta, de cómo llegó, y de cómo explicarle a Hades que esto había sido un jodido malentendido. Él nunca traería a sus mujeres aquí, es más, le daba vergüenza, pero se había olvidado de su Harem, no completamente, pero sí pudo ver que no las necesitaba, y no quería ser grosero, no quería dejarlas, porque no le gustaba estar solo sin conexiones.
— Mi rey, ¿está bien? — dijo una de ellas, era Jun, de cabello pelirrojo mirándolo, con esos bellos ojos azules. — Lo vemos algo distraído.
— ¿Quiere quedarse hoy con nosotras? Nos sentiríamos honradas de complacerlo y aliviar su mente. — preguntó la mujer Fei. Una bella mujer de cabellera negra y ojos marrón que le sonreía, era hermosa, con esa piel pálida y belleza única.
— Tengo que volver con mi esposo. — sonrió Qin. — Les expliqué esto porque confió en ustedes acerca de este matrimonio, por lo tanto, tengo que irme, espero tengan linda noche.
— Que descanse, su majestad. — todas sonrieron abrazándolo, a lo que Qin devolvió el gesto haciendo lo mismo.
Al salir, metió llave a la puerta de nuevo, no era para que las chicas no salieran, era para que nadie intentara una locura. Las chicas no podían salir si no era en su compañía, ya que el Helheim las detestaba, además, salir del palacio era peligroso para ellas, Hades le explicó que, a diferencia de ellos que están casados, el Helheim no era tóxico para Qin, pero, que, para un humano, estar mucho tiempo aquí, podría hacer que su alma comenzara a separarse de su cuerpo, entonces, permanecer en el palacio, interrumpía ese proceso, por lo cual, las mujeres no tenían ni permitido salir a los jardines.
Suspiró y caminó de regreso a su habitación, al entrar cerró detrás de él, para encontrar a un Hades saliendo de la ducha, secando su cabello, ya con el pantalón de su pijama puesto, dejando ver ese perfecto torso, esos brazos y pectorales, haciendo tragar saliva al rey humano. Qin le miró y le sonrió, y Hades le sonrió de vuelta, no se dijeron nada por un momento, solo se miraban a lo que Hades hizo un gesto de molestia apartando la mirada.
El dios no podía soportar ese sentimiento amargo en su pecho, tenía que pensar en algo. Algo para hacer que Qin deje a su Harem, entonces pensó, un pensamiento fugaz llegó a su mente, tal vez necesitaba rechazarlo, si, rechazarlo y hacer que el humano sintiera su desprecio para que regresara solo con él. "¿Qué no ves que soy lo único que necesitas, mi rey?" Pensó el dios, suspirando algo irritado.
— Ya regresé. — dijo Qin rápido al notar que perdió la atención del dios.
— Bienvenido, el baño está libre por si quieres usarlo. — sonrió Hades caminando a su armario.
— Ah... genial, si, un rico baño. — contestó Qin acercándose. — Oye, antes de que termines de vestirte, ¿por qué no te quitas ese pantalón y me acompañas? — comentó el humano acariciándole el torso, sintiendo esos perfectos músculos. — Mi rey, quiero estar contigo.
— Ya me he duchado. — comentó Hades sonriéndole gentil. — Además, tienes labial en toda tu cara, tal vez quieras intentar quitarte eso antes de venir a buscarme. — suspiró el dios, alejando las manos del humano de su cuerpo. — Realmente no tengo ganas de estar con mi reina.
El ex emperador solo pudo apretar los puños, nunca había experimentado el rechazo, y ahora que lo hacía, se sentía malditamente furioso. ¿Quién diablos se creía Hades? Él podría estar repleto de labial y marcas de otras personas, pero si él decía que lo quería, Hades tenía que corresponderle y... El emperador decidió calmar su mente, no era justo, estaba actuando y pensando como un niño, ¿cómo podría obligar a Hades a quererlo? Era impensable. Entendía el enojo de Hades, porque él estuvo hecho una bola de ira de solo pensar que Perséfone o Beelzebub podrían poner una mano sobre él.
— Lo siento, yo estaba con ellas en la cena, y, no pasó nada, pero suelen besarme cuando estamos juntos, además que no quiero perderlas, son grandes amigas y me entienden, por eso no puedo tratarlas mal, es que, no sé cómo explicarte que... — dijo Qin rápidamente usando las mangas de su vestuario para limpiarse los labios, maldita sea el día que olvidó que sus lindas mujeres usaban labiales. — Hades, te juro que...
— No tienes por qué darme explicaciones. — comentó el dios colgando la toalla que había utilizado para su cabello. — Nunca dije que no podías tener otras parejas, así que tranquilo, no pasa nada.
— No quiero otras parejas. — dijo Qin. — Es que trato de explicarte que...
— ¿Qué? — comentó mirando al humano.
Y por alguna extraña razón fuera de su maldita comprensión, no podía explicarse. Realmente no podía hacerlo. La única forma de explicarse sería ponerse vulnerable y decirle lo que su corazón grita, pero no podía, tenía un plan, tenía que proteger al Edén y su familia, ¿cómo podría caer tan fácil ante el dios que se supone tiene que vencer?
— Ya veo. — dijo Hades.
— Quiero agradecerte por darles un espacio aquí, aunque no debías, y las atenciones que les has dado. — dijo rápido el humano mirando el suelo. — Gracias por permitirme averiguar más del origen de la carta, el tenerlas aquí me permite recabar información, una vez que termine, ellas regresarán al Edén.
— ¿Averiguaste algo? — cuestiono el rey, ignorando la última parte.
— Nikola le hizo exámenes junto a Beelzebub, y... — el humano se acercó, recargando su cabeza en el pecho de Hades. Dios su calidez, quería su calidez siempre para sentirse mejor. — Parece ser que si fui yo quien la escribió.
— Oh, entonces si las querías aquí, no tienes por qué fingir.
— ¡Hades!
— Solo dilo, no hay nada de malo.
— ¡Basta!
El humano se lanzó a los labios del rey, había conseguido robarle un beso, uno desesperado, mientras dejaba correr su propia ansiedad, solo quería sentir de nuevo al dios rodeándolo con sus brazos. Quería sentirlo cerca, quería que se derritiera de nuevo con él.
La reina necesitaba con locura al rey, y apenas se estaba dando cuenta.
Pudo sentir como Hades lo lanzó a la cama para seguir los besos, como ambos estaban tan desesperados por probar los labios del otro. El humano acariciaba su torso, su pecho, su espalda, todo de él. Quería a Hades encima de él en todo momento, quería tenerlo siempre.
"Maldita sea el día que dejé a Hypnos hacerte escribir esa carta en mi desesperación." pensaba el dios, besando sin parar al humano, había sido un momento de improvisación, dónde abusó de su poder, e hizo que un Qin dormido redactara una carta con su puño y letra para las concubinas. Y ahora, tenía que rechazarlo, tenía que hacerlo para hacer que Qin solo le amara a él, y seguir con el juego al pie de la letra, pero era jodidamente difícil, todo lo que quería era al humano.
Y por el lado del ex emperador, solo quería con desesperación a Hades, que actuara como siempre, que le amara como siempre, quería que siguieran conectándose como siempre, que fuera su otra mitad como debe. ¿Por qué estaba tan deseoso de él? ¿Por qué le ardía el pecho con tal fervor? ¿Por qué no podía gritarle que era lo único que quería?
— ¡AH! — el humano solo pudo morder su labio inferior cuando los besos de Hades se extendieron a su pecho, y gimió de nuevo al sentir como su pezón era succionado por encima de su playera. — ¡Hn!
Pero Hades paró, alejándose, frustrado pasando una mano por su cabello. El humano le miró y vio el rostro del rey como si estuviera peleando consigo mismo dentro de él.
— No, no pares. — dijo Qin, enredando sus piernas en la cintura del rey. — Hades...
— Tienes labial en el cuello. Dios, hueles a ellas. — comentó Hades. — No puedo. Me da asco pensar que alguien más puede tocarte, me da rabia, maldita sea. — Aquellos ojos de estrellas pudieron ver lo que mencionaba el sirviente, esas leves grietas en la imagen perfecta de Hades. — Lo lamento mi reina, lamento mi comportamiento, solo ve a ducharte. — comentó el dios recobrando la compostura.
— ... Si quieres gritar puedes hacerlo. — comentó Qin. — Es... es normal enojarse por celos.
— ¿Celos? — rio Hades. — ... ¿Cómo los tuyos con Perséfone?
— Esos no son celos, es deshacerme de algo que hacía daño al Helheim. — sonrió Qin defendiéndose.
— Oh claro. — sonrió Hades.
— Iré a ducharme.
Qin acabó por levantarse de la cama, y caminar al baño. Cerró la puerta y frotó su rostro comenzando a desnudarse. Una vez desnudo, limpió su cuerpo con la ducha y jabón, en lo que la tina se llenaba. Sentía demasiada rabia dentro de él, ¿cómo Hades podía seguir rechazándolo? Era imposible que eso ocurriera. Una vez que su cuerpo estuvo limpio, se metió en la tina mirando hacia el techo.
Quería mantener sus sentimientos encerrados en su mente, un rey no duda, un rey actúa, debería seguir actuando, debería tener ya el Helheim como los demás reinos bajo el control de su familia. ¿Ese era el plan, no? Proteger al Edén para que nunca pudieran lastimar a su padre ni a su familia esos dioses. ¿Por qué diablos se distraía tanto con Hades?
"Maldita sea, me he enamorado de él." Se dijo a sí mismo en su subconsciente, cubriendo su rostro en vergüenza.
Bueno, si estaba enamorado, él no iba a ser el primero en admitirlo, eso estaba seguro, entonces tenía que hacer que Hades cayera. Sí, si caía y este se declaraba primero, podría tener el control de dos cosas, de sus sentimientos al lograr que el otro se declarara primero, y seguir teniendo la ventaja en esta batalla de ajedrez. Era demasiado orgulloso como para caer primero.
— Te molesta mi Harem... — el humano sonrió a la nada mirando el techo. — Bueno, eso es algo bueno para enredarte en mi. Tal vez la carta no es un daño, sino una oportunidad.
Era perfecto, lo supo, si seguía reprimiendo sus propias emociones, podría utilizar esto a su favor, tener a Hades para él. Solo tenía que hacer que Hades perdiera la cabeza más por él, que lo reclamara como suyo, joder eso sería bueno. Que le pusiera contra la pared y le dejara en claro que solo él lo puede tocar.
— Enrédate más en mí, si no lo haces por ti mismo, tendré que hacerlo yo. — sonrió el humano. — Un rey solo pierde la cabeza por su reina, espero eso te quede claro desde ahora.
Tal vez el humano se estaba engañando, queriendo hacer un juego para no ver su realidad, no ver que Hades le rechazaba, no admitir que él se está muriendo de igual forma por amor.
Acabó por salir de su ducha y se metió en la cama una vez limpio, viendo al dios ya dormido. Sintió frio así que miró el rostro del dios, asegurándose que estaba dormido, para comenzar a acercarse y abrazarle, frotándose en él y acurrucándose, disfrutando la calidez de su rey. Sintió como su mente se relajaba, sintió que su cuerpo volvía a la vida al estar tan cerca de Hades, así que comenzó a pensar. Sus mujeres le habían dicho que la carta llegó a ellas como naturalmente le llegaban sus cartas, no había nada extraño. Lo único extraño o fuera de lo común era que había dioses en el Edén, y al momento de recibir la carta, pudieron ver al dios Susanoo cerca de donde vivía su harem.
¿Susanoo era amigo de Hades? No. ¿Era amigo de Perséfone? Puede ser.
Tal vez la maldita idiota quería hacerle una jugarreta. La cosa era simple, esa parte de la información recabada no podía comentarla con Hades, por seguridad, ya que al final, no sabía si Hades tenía secuaces jugándoles cosas a los humanos, era mejor atender esto sin darle información al dios de que ha descubierto a algunos dioses merodeando muy cerca del Edén.
Esa era la única pista que tenía, el dios japonés estaba cerca, y aunque no tenían ninguna relación, era mejor averiguar más de ello. Tenía que ir al Edén a recolectar información.
— ¿Qin? — dijo adormilado el dios. — Hn...
— Lo siento, tengo frío. — comentó el humano. — Sólo quería sentir tu calor.
— Tranquilo... — bostezó Hades, a lo que Qin sonrió, quería sentir sus brazos alrededor de él. — Permíteme.
Pero eso no llegó, el dios se levantó y buscó en los cajones sacando una cobija gruesa, colocándola por encima del rey, con delicadeza, acariciándole la mejilla una vez más que se metió a la cama.
— ¿Mejor?
— Yo...
— Descansa. — concluyó Hades dándole la espalda comenzando a dormir de nuevo.
Qin sonrió en fastidio, el dolor de su pecho seguía, y estaba seguro que iba hacer pagar a Hades por tal desprecio. No podía soportar que Hades lo ignorara, y como método de autodefensa, era mejor seguir pensando en el juego y como ganarlo, haría que el dios cayera ante él, lo haría confesar que lo ama, lo haría.
Incluso aunque él tuviera que perder piezas de su tablero.
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Ya se había acostumbrado al trabajo marino.
Algunas veces acompañaba a los generales de los mares por las profundidades, ya que Poseidón le había dado la oportunidad de respirar bajo el agua. La primera vez que lo hizo en definitiva se asustó por completo, pero, después fue como el más maravilloso regalo que le han dado, era perfecto, podía ver la belleza y opacidad que son los océanos. Los sirvientes le enseñaron muchas cosas, desde como reconocer problemas en el mar, hasta los nombres de los diferentes corales y especies marinas. En definitiva, su animal favorito hasta el momento era el delfín.
Pero, también su mente estaba trabajando, Qin le había dejado en claro la tarea que quería que consiguiera de Poseidón.
"Quiero que hagas que Poseidón confíe tanto en ti, que te muestre la ubicación de esas gotas de fuente de la vida. Recuperan lo que sea, en caso de que tengamos un problema, nos ayudarán, es mejor tener una reserva. Kojiro, si esas gotas de vida recuperan heridas mortales de dioses, podremos proteger a papá en caso de que tenga otro enfrentamiento, además que a nosotros mismos."
Eso había dicho, y quería seguir el plan de su hermano, pero, últimamente se había distraído con muchas cosas, como hacer amigos con la gente de Poseidón, divertirse con las ninfas, eran muy agradables, o que decir que Poseidón lo deja entrenar con su ejército, era muy divertido, además, que se le daba bien en general reinar en los mares, sin quererlo, Sasaki Kojiro se ganó a toda la gente de Poseidón en un mes, todos estaban dispuestos a morir por su reina, era un ángel en el infierno que el mismo tirano de los mares había construido.
Además, su mente también se distraía en el mismo Poseidón. Ni él entendía como había surgido todo. Comenzaron a hacerse cercanos, porque Qin quería que actuara como reina, pero, dejó de actuar hace mucho tiempo, realmente le gustaba pasar tiempo con él. Empezó lento, como preguntándose cosas básicas de ellos, compartiendo algunos intereses en común, hasta comenzar a disfrutar el día juntos, comer juntos, dormir juntos y... bueno, todo juntos.
Incluso había momentos que recordaba el actuar de Poseidón y sentía que era un dios completamente distinto, como aquella vez mientras vigilaban los mares...
— ¿Es complicado lo que ocurre en el mar Atlántico? — dijo Poseidón acercándose a su reina viendo los mapas que mostraban la pantalla.
— Los humanos dejaron caer algo de petróleo en las aguas. — suspiró el samurái algo nervioso de la reacción de Poseidón.
— Son idiotas. — comentó el rey.
Kojiro se esperaba una rabieta por parte del dios, pero no llegó, Poseidón comenzó a apretar diferentes botones en la pantalla, haciéndolo por encima de un Kojiro que solo podía sentir en la cabeza el pecho de Poseidón. Y se sorprendió lo que vio, había comenzado a mover el mar para alejar diferentes especies de donde estaba el problema, después creando corrientes marinas para mover el petróleo y llevarlo a la orilla, para que a los humanos le fuera más sencilla la limpieza.
— Creo que por el momento es todo lo que podemos hacer. — comentó Poseidón.
— Poseí... — dijo Kojiro. — Nunca pensé verte ayudando.
— Soy el dios de los mares, no es como si tuviera ese título por regalo. — respondió Poseidón. — Y oye, ¿Poseí?
— ¡Ah! Lo siento, es que escuché que Hades te dice así y...
— Me gusta que tú lo digas. — respondió el dios. — Pero hagamos un intercambio, yo te digo Koji, y tú puedes nombrarme Poseí. ¿De acuerdo?
— Claro. — rio Sasaki. — No todo tiene que ser como si estuviéramos haciendo un contrato, Poseí.
— Lo tengo en mente. — respondió Poseidón mirándolo. — Koji... ¿quieres salir a comer hoy?
— Claro, me encantaría.
No tenía ni la más mínima idea de cómo su relación se había vuelto tan perfecta para él. Poseidón le dejaba ver un lado divertido que nunca había experimentado, el de romper las reglas, el de divertirse con diferentes cosas, además que junto a él se había sentido deseado, nunca había experimentado eso, que alguien tuviera interés en él de una forma romántica. Al principio fue pánico lo que sintió, pero después sintió las atenciones del dios como algo genial.
"¿Realmente consideras que me veo lindo?" se preguntaba a sí mismo el humano mirándose al espejo, no veía algo diferente en él, además del cambio de color en su ropa, o de los adornos en su cabello. Sus hermanos decían que parecía un vagabundo siempre, por lo tanto, no esperaba que fuera atractivo, además nunca le había importado. Si se pone a pensar, nunca le importó su apariencia, no era descuidado, y no era que no cuidara su imagen, solo que nunca intentó destacar. Tal vez por ello tenía mucha inexperiencia en relaciones que no fueran amistad, ya que nunca se esforzó por gustarle a alguien.
"Él dijo que me veo lindo." Pensaba el samurái sonrojando sus mejillas. Porque al parecer, incluso cuando está entrenando, cuando tiene cicatrices de combates, cuando usa esa ropa, a Poseidón le parecía lindo, y eso le gustaba.
Sasaki solo podía pensar que realmente Poseidón sentía atracción por él, o en su caso, era muy buen actor.
Ya que no dejaba de hacer cosas que el humano consideraba vergonzosas. Como querer desnudarlo, o frotarse contra él. Kojiro Sasaki sabía que después de esos meses juntos ambos ya deberían haber consumado su matrimonio, pero cada vez que parecía que lo iban a hacer. Era el humano quien frenaba al dios, rindiéndose antes de tiempo, su mente no se encontraba lista para ello.
— No es como si estuviera preparado para dejar que me meta esa cosa. — suspiró al aire el humano viendo los papeles que se le habían entregado. — Por el Edén, que cosas digo.
El humano comenzó a concentrarse mejor en el trabajo, acomodando los papeles a entregar y aliviar un poco la carga de trabajo de Poseidón, además de dar ciertas órdenes a los sirvientes de como tendría que desarrollarse el día. Entonces la puerta de la oficina se abrió, y con la velocidad que tiene el dios de los mares, arrojó contra él una esfera azul, que el humano sonriente esquivó.
— Cada día lo haces más sencillo, Poseí. — rio el japonés, levantándose. — Escuché tus pisadas y respiración cuando te acercaste. Parecías frustrado, ¿todo está bien?
— Pensé que sería el día en el que te daría, Koji. — dijo el dios mientras esa esfera regresaba, pero rápidamente Sasaki la esquivó de nuevo. — Distraerte no funcionó.
— Bueno, soy muy bueno escaneando cosas, puedo deducir muy rápido. — sonrió el japonés. — ¿Qué pasa? Estoy terminando los papeles sobre los acuerdos del mar norte del Valhalla para tu aprobación.
— Quiero que me acompañes un momento. — mencionó el dios, tomando sus manos.
— ¿A dónde?
— ¿No puedo pedir un momento a solas con mi reina? — Y esos ojos azules clavándose en los de color caramelo hicieron al espadachín temblar.
No por miedo, sino porque, aunque después de este tiempo aún no lo habían hecho, si habían hecho algunas otras cosas que le avergonzaban al japonés de solo pensarlo. Se suponía que esto es falso, que solo intentarían llevarse bien, pero, últimamente, los días pasan, las flores florecen, y la espada de Kojiro comenzaba a hundirse más en el fondo del mar.
— Esta bien, ¿a dónde quieres ir? — comentó el samurái desviando la mirada.
— Quiero que confíes en mí en este momento. — respondió el dios sacando una venda roja. — ¿Puedo vendarte los ojos?
— ¿Eh?
— Solo será un momento, en lo que te llevó allí, Koji. — y esa sonrisa suave apareció en el rostro de Poseidón.
El humano solo pudo verlo, sintiendo que todos sus sentidos le decían que era algo peligroso confiar en dicho dios. Pero, su locura tal vez, le gritaba que debía ponerse eso en los ojos. Sería la primera vez, que no estaría escaneando perfectamente su alrededor. Que no podría leer al dios, tal vez porque no tiene desarrollados todos sus sentidos al 100% aún, y eso le daba miedo, pero aun así su cuerpo se movió, sus manos lo hicieron igual, donde tomó esa venda y dejó que el dios lo dejara en obscuridad.
Podía sentir el rico aroma de Poseidón cerca, era un aroma fresco, como una brisa de mar, pudo sentir las manos de su esposo cargándole, como una princesa lo que lo hizo sonrojar, pero se dejó llevar, ya que escuchaba los pasos. ¿Debería contarlos? Sí, lo comenzó a hacer, recordando el palacio, habían salido del lugar de la oficina de Poseidón e iban a uno de los pasillos principales. Cruzaron con sirvientes, tal vez 5, que se inclinaron ante Poseidón mientras caminaba con su humano. Podía sentir el respirar de su esposo cerca, al igual que aprovechó y se recargó en el pecho del dios, el sonido de su corazón era suave, no estaba alterado, estaba tranquilo.
Pudo sentir el aroma de flores, ricas flores, escucho el sonido del viento, los pasos de Poseidón dejaron de ser secos y podía escuchar la hierba ser aplastada mediante cada uno.
Momento.
De un segundo a otro sintió un aroma familiar. Uno que le encantaba. Podía identificar el sonido que hace ese árbol al ser rozado por las brisas del aire, podía reconocer el sonido que hacen sus hojas y ramas, podía detectar el aroma. Sí, no había duda, había un árbol de cerezo cerca. Sintió como Poseidón lo bajó de sus brazos, y le sujetó los hombros, colocándose por detrás de él.
— Mi reina, espero te guste, trabajé mucho para esto.
Al momento que aquella tela cayó de sus ojos pudo verlo.
Había un imponente dojo enfrente, estilo japonés, y un jardín del mismo estilo. Aquel jardín que antes solo estaba cubierto de flores ordinarias, se había transformado en ese dojo con vista al lago de aguas cristalinas, con muchas flores nativas de Japón y ese imponente árbol de cerezo adornando como un bello paisaje sacado de una pintura. Sasaki Kojiro solo pudo sonreír ante tal bella imagen, y sacó a su niño interno brincando y viendo lo hermoso que se veía.
— ¡Por el Edén! ¡Por el Edén! ¡Poseí...!
Apenas volteó a ver a su esposo, este tenía las manos extendidas mostrándole dos katanas, eran hermosas, el kami de ambas era de un color negro, y la empuñadura tenía colores azules, con ciertos adornos que hacían alusión a su posición como reina del mal.
— El color que tome la Katana dependerá de ti. — comentó Poseidón. — Le pedí a Hefesto que trabajara el mejor par de katanas para mi reina, utilizando el mejor mineral de todos los dioses. Dicho esto, estas katanas son armas divinas como mi tridente, pueden asesinar dioses, Koji, no conozco a un mejor espadachín que tú para portarlas.
— Poseí... — dijo el humano viendo las armas en sus manos, eran absolutamente perfectas. — Son hermosas.
— Mi reina siempre tiene que tener lo mejor. — sonrió Poseidón, caminando al dojo. — Ven tienes que verlo por dentro, vamos.
El humano solo podía sostener dichas espadas con su vaina, mientras veía al dios acercarse al dojo abriendo las puertas. Sasaki Kojiro pudo ver la belleza de este al acercarse, tenía toques del dios del mar, sí, pero todo era como un dojo normal, suficiente espacio para entrenar, con las herramientas necesarias, todo para pulir el arte de la espada.
Miró como había espadas de madera para entrenamiento, lugar de descanso, un espacio amplio en la arena donde realizaría movimiento, incluso había diferentes robots que estaban listos para encenderse y comenzar a ser adversarios contra el humano.
— Le pedí un favor a tu hermano, el científico loco. — comentó Poseidón. — Dijo que esas cosas te ayudarían a practicar.
— Poseidón... ¿estoy soñando? — dijo el humano sin poder quitar su rostro de asombro.
— Si mi reina desea ser el mejor espadachín, entonces lo será. — suspiró Poseidón. — ¿Te apetece un duelo?
El dios ni siquiera pudo comprenderlo, no en ese momento, cuando los labios del humano se pegaron a los suyos. Pudo sentir la suavidad de estos; El aroma de su reina, era rico, como la brisa de los bosques, además de la calidez de él. Poseidón solo pudo comenzar a deslizar sus manos por la espalda del humano, acercándolo a él, mientras las dejaba caer a esa pequeña cintura que tiene su reina, apasionando más el beso, disfrutando la danza de sus labios sobre los ajenos.
Cuando sintió el jadeo de su reina, solo pudo besarlo más a fondo, poniéndolo contra la pared mientas acariciaba las dulces curvas que tiene su humano. Esa maldita cintura, esas poderosas piernas, esos muslos, todo de Kojiro era hermoso, perfecto, justo como su reina debe ser.
"Maldita sea, al fin, estúpido humano." Pensaba en sus adentros el dios, mientras podía deslizar sus manos por el cuerpo del japonés. Todos estos días habían sido un martirio, no solo era tratarlo bien, era ver cómo podía tener al humano comiendo de la palma de su mano. Aunque no iba a negar que si habían encontrado cosas en común. No podía negar que estaba harto. Tener que sonreír, tener que decirle "Koji" todo el tiempo, y ¿para qué? ¡Para nada! El humano seguía cerrándole las piernas, seguía apartándolo en todo momento, ya ni siquiera sabía que decirle. ¿Qué se le puede decir a este humano?
"Solo abre las piernas y comienza a ser una maldita incubadora." Eso quería decirle. Pero no, tenía que decirle cosas como que se veía lindo sin ningún premio en absoluto. Tenía que estar sumiso ante él, y lo peor de todo, los sirvientes ya querían un trato mejor porque Kojiro les daba un trato mejor, ya incluso algunos levantaban la cabeza ante él, cuando era obvio que tenían que ponerla en el suelo.
Incluso era la burla de los dioses, principalmente de ese jodido dios nórdico. De solo recordar sus burlas, le hervía la sangre al dios de dioses...
— Escuché que tu humano no quiere entregarse a ti. — rio Loki mirando como Poseidón caminaba de regreso a su castillo. — Incluso Zeus ha hecho mayor avance que tú, eso es gracioso y...
El dios tuvo que esquivar apenas ese golpe que iba directo a su rostro. Cosa que lo hizo reír aún más flotando a distancia de Poseidón.
— ¿No crees que es curioso, Poseidón? Este plan parece solo beneficiar a Hades, él se la pasa entre ese par de piernas humanas, y no se preocupa por los demás, creo que eso es injusto.
— No menciones el nombre de mi hermano tan a la ligera. — sentenció Poseidón. — Si tienes un problema con Hades, ve y háblalo con él, no me molestes a mí.
— Esta bien, está bien. — sonrió Loki. — Suerte con hacer que Sasaki Kojiro caiga por ti, vas a morir y ese humano nunca te abrirá las piernas. ¡Hasta pronto!
El dios se había esfumado antes de que el dios del mar pudiera atacarle. Pero no podía negar una verdad, el samurái no lo dejaba hacer nada, y estaba frustrado. Así que tuvo que recurrir a las ninfas, si, había hecho destruir su habitación, pero por dios, tenía muchas, así que, al llegar, solo entró y dejó que las ninfas hicieran el trabajo. Así esperaba que fuera Sasaki, siempre que él entrara a su habitación tenía que buscarlo, y querer montarse en él, desearlo, necesitarlo.
Pero no, su humano era feliz siendo libre, como un vagabundo en el bosque.
Ya se había cansado de amenazar a las ninfas, en no mencionar ninguna palabra de esos encuentros sexuales con él a Sasaki. En especial a uno, esa ninfa masculina, que tenía el cabello igual de largo y negro que Sasaki. No era lo mismo, pero era lo más cercano a él que podía encontrar. Y eso era porque se había presentado otro problema.
Solo le excitaba Kojiro Sasaki últimamente.
— Estoy enfermo, voy a morir. — dijo el dios al aire, frustrado.
¿Cómo era posible que no le atrajera nadie más? ¿Cómo había pasado? Había hecho eso de acercarse a él para hacer que el humano cayera, pero, se sentía enfermo a su lado, le dolía el pecho cuando se iba, sentía incomodidad cuando Kojiro era cercano a los demás, odiaba que la sonrisa del humano fuera a otra persona y lo peor del mundo, odiaba que el humano provocara algo en él.
— ¡AH! No, espera... — dijo el humano sacándolo de sus pensamientos. — ¡Poseí, no estoy listo, para!
Poseidón podía ver como Kojiro detenía sus manos de acariciarlo. Tenía ya el haori rojo que usaba en ese momento, parecido al del Ragnarök, caído. Y su Hakama estaba siendo invadido por las manos de Poseidón, que se habían deslizado dentro y estaban acariciándole el miembro, además que algunos de sus dedos se encontraban en su retaguardia acariciando las nalgas del samurái.
— Koji... — dijo Poseidón besándole la frente. — Hagámoslo.
— No, Poseí, no quiero. — dijo el samurái al fin apartando por completo sus manos. — No ahora... lo siento es que, no me siento listo para eso... — culminó el humano cubriendo su rostro, avergonzado y con algunas lágrimas de coraje.
Había dos lados del dios en ese mismo momento explotando en su cabeza. Uno, él que quería tranquilizar a Kojiro, y decirle que estaba bien, que no tenía por qué tener esas lágrimas en su rostro. Y el otro, quien ya estaba jodidamente harto de ese humano, que debería estar agradecido que el dios tan siquiera aceptara acostarse con él.
"¡Maldita sea, maldita sea todo!" gritaba Poseidón en sus adentros.
— Gracias por este regalo. — mencionó el humano limpiando sus lágrimas con una sonrisa. — Me encanta, es hermoso, no sabía cómo agradecértelo y solo corrí a tus labios sin permiso. Gracias, Poseí.
— ...Solo has esto cada vez que quieras. — sonrió suave Poseidón. — Me encantan tus besos, y entiendo, lamento si sentiste que te estaba forzando.
— No, está bien. — sonrió el humano abrazándolo. — Lo siento yo también.
Y sus miradas se juntaron, el color azul profundo con el caramelo, para acercarse con lentitud a besarse de nuevo. El humano rodeaba sus brazos en el cuello del dios que lo acercaba a él. La calidez de Kojiro le gustaba a Poseidón, era de las pocas cosas buenas de él. Sus toques eran suaves y dulces, le encantaba, su aroma, todo, le gustaba mucho, era lo mínimo que debería tener sabiendo lo mucho que se esfuerza en no arrancarle la cabeza al humano.
— Hn... es un enorme dojo. — comentó Sasaki mirando los ojos del dios.
— Y no es solo eso, tiene un Onsen en la parte trasera. — comentó Poseidón. — Cómo el que hice en nuestra alcoba.
— Oh... deberíamos disfrutarlo. — sonrió Kojiro.
— ¿Ahora?
— ¿Qué tal después de que estrenemos esto? — dijo el humano haciendo aparecer el tridente con él. Poniéndolo en las manos de Poseidón. — Te lo devuelvo solo por este tiempo. Enséñame tus técnicas, veamos si realmente son tan buenas como mencionas.
El dios sonrió gustoso, mirando al humano, tenía de nuevo su tridente con él. ¿Qué tan estúpido era el humano para darle de nuevo su tridente? Pero, tuvo que cambiar su pensamiento, cuando el humano desenvainó las espadas, y por un momento, solo uno, pensó ver de nuevo ese cabello platinado volando por la brisa del viento.
Tal vez, solo tal vez, él había sido estúpido al darle katanas capaces de herir a un dios.
— ¿Listo?
— ¿Qué gano yo si me llevó la victoria de este combate? — comentó Poseidón.
— ¿Qué quieres?
— ... El Onsen, quiero que tengamos una cita y lo usemos.
— Hecho. — sonrió el humano. — Si gano yo, quiero que permitas a mis maestros entrar aquí. Quiero entrenar con ellos.
— Hecho.
Poseidón solo pudo sonreír, si, allí estaba, esa mirada caramelo se lo decía, podía verlo, podía ver el fuego de Kojiro, aquel que le encantó y lo derrotó en el Ragnarök. Si, su reina, su bendita reina estaba mostrando ese lado que tanto le gusta, el de un guerrero que por nada en su vida le bajaría la mirada.
— ¿Estás seguro? Puedes morir, ¿sabes? — sonrió Poseidón.
— ¿Tienes miedo, amor? — sonrió Kojiro. — Parece que el rey de los mares, el dios de dioses, no quiere enfrentarme.
Poseidón suspiró, pasando una mano por su cabellera echándola hacia atrás, sosteniendo el tridente con fuerza. El Kojiro frente a él era joven, no había perfeccionado su técnica, lo derrotaría, lo podría matar si quisiera, pero eso ya no era opción desde la unión de almas, así que solo jugaría, quería ver esa expresión de nuevo, de ese guerrero. Pero, al mismo tiempo, amaba el brillo en los ojos del samurái, lo amaba al nivel de construir ese estúpido dojo, hacer esas malditas katanas, destruir uno de sus jardines favoritos solo para construir esta mierda, por el pedazo de inservible que tiene como reina.
Amaba de sobremanera como Kojiro estaba cayendo poco a poco, ¿quién lo diría? Hades tenía razón, el corazón de Kojiro cae en las profundidades de los mares, y cuando esté tan hundido donde nadie pueda rescatarlo, ya no tendrá que fingir. El humano estará tan abajo, que podrá cortarle los brazos y usarlo como incubadora, y aun así Sasaki Kojiro considerará eso como una muestra de amor.
El amor destruye humanos, el amor es manipulado por los dioses, y eso era algo que iba a matar a Kojiro, justo como el dios del mar quería.
— Esta bien, enfrentémonos. — sonrió Poseidón. — Ven con todo lo que tengas, mi reina.
— No llores si pierdes.
Y así comenzaron ese enfrentamiento, donde un dios estaba demostrándole al dios que más admira que él también podía ser manipulador si quisiera, y un humano sin quererlo, ya estaba muy profundo en el amor falso del dios, como para darse cuenta que estaba siendo manipulado.
"¿Era amor? Si, estaba seguro que lo era." Pensaba el humano poniendo todo de sí para esa batalla.
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Había sido un comentario de su hermano menor lo que lo hizo reflexionar.
La tarea que Qin les había encargado en el panteón nórdico, hacia sido hacerse cargo de la capacidad militar de ellos. La fuerza y poder de los nórdicos era algo que tenían que poner a favor del Edén.
"Con ustedes dos, Leónidas Y Lü Bu, la cosa es algo complicada. Thor y Odín no se dejan llevar tan fácil como los griegos, por lo cual hacer un acercamiento romántico no es lo mejor, pero, si estudié bien a sus ex reinas, les atraen las mujeres fuertes, decididas y rebeldes como líderes, cosa que es perfecto porque ambos lo son. Siento que deberían buscar lo más adecuado para ustedes y comenzar el apoyo como reinas de esa forma. Lü Bu, se te da bien las peleas y guerra, siento que comandar al ejercito nórdico sería lo mejor para ti, Thor puede ayudarte con ello. Y Leónidas, eres prácticamente al ser la esposa de Odín, la madre de todos, quiero que apoyes el crecimiento de Lü Bu dentro del ejército, además que comiences a relacionarte con otros panteones. Comienza a convencerlos de estar en paz con los nórdicos."
Qin lo veía todo como un juego, uno fácil y sencillo que siempre gana, y era verdad, siempre de alguna u otra forma ganaba, pero, era difícil cuando los involucraba en sus planes, porque tenían que cumplir con las cosas asignadas, o el emperador no les gritaría o algo así, pero tendría esa cara de frustración todo el día, y soportar a un Qin diva era de las cosas más odiadas por Leónidas.
Entonces volvía a él la duda, ese comentario de Lü Bu, era su trabajo solucionarlo.
"Hermano, los espartanos y mis guerreros tienen armas humanas. Nunca podrán sobrellevar el entrenamiento con la guardia divina de los nórdicos. Incluso aunque pueden tener la resistencia, podría haber un accidente si siguen practicando de esa forma. Necesitamos armamento adecuado. Y no solo eso, que ellos puedan desarrollar resistencia a los golpes."
Solo podía suspirar, tenía que conseguir eso para su lindo hermano menor. Lü Bu le agradaba, era de pocas palabras, pero era muy directo en lo que quería, ambos amaban las peleas y combates, y para él sin duda era adorable. Fue el primer hermano que tuvo en sus brazos cuando nació, claro que le tenía un cariño especial, por lo tanto, tenía que hacer todo lo posible para que el rango de Lü Bu subiera, y comenzara a tener más poder sobre las tropas que Thor.
Así que primero quería hablar con él, que le dijera con exactitud que necesitaba para seguir con los entrenamientos. Por lo cual fue hacia las áreas de entrenamiento, pero por más que caminaba por allí, no podía ver a Lü Bu, al menos hasta que vio a un rubio con cara bonita tomando algo de agua.
— Ah... ¿Narcia?
— Narciso. — Corrigió el hombre. — ¿En qué puedo ayudarle, Leónidas?
— Lo siento, son muchos pretendientes de Lü Bu y soy muy malo con los nombres.
— ¡No estamos detrás de Lü Bu! — dijo el joven avergonzado, sonrojando su rostro. — Somos amigos, solamente.
— Si claro. — sonrió Leónidas. — Tal vez Lü Bu sea muy inocente como para no ver como lo manosean cada vez que pueden.
— Yo nunca he...
— Shh... — rio Leónidas. — No importa, eso es problema de Lü Bu, no vine a hablar de eso. Dime, ¿dónde está? Tengo que hablar con él y no lo veo matándose con alguien por aquí.
— Está en las caballerizas, fue a darle de comer a Red Hare. — suspiró el chico tomando su escudo. — Se fue hace una media hora, probablemente siga allí, a veces se queda jugando con él.
— Gracias.
No pasó mucho para que el espartano llegara a las caballerizas, y viera a Red Hare simplemente comiendo. Se acercó, pero no vio a su hermano por ningún lado, pensó por un momento que tal vez se encontraba dormido dentro de alguna caballeriza, pero tampoco estaba allí. Acarició un poco la cabeza de Red Hare y salió de allí mirando los hermosos jardines que tenían los nórdicos.
— ¿Dónde estás?
Su respuesta fue rápidamente contestada cuando en un camino de piedra blanca, pudo divisar el adorno del cabello de Lü Bu. Siguió ese camino entre los jardines, para después escuchar algunos gemidos. A decir verdad, el espartano podía esperar todo, menos lo que vio. Estaba su hermano recostado, con las piernas bien abiertas mientras tenía a ese dios nórdico pelirrojo entre ellas embistiendo fuerte contra él. El dios lamia y chupaba el pecho de Lü Bu, mientras este enredaba sus manos en los mechones rojizos, arqueándose ante la sensación.
"No sabía que los nórdicos no conocían las habitaciones." Fue lo que pensó y se retiró de allí. No iba a preguntar nada, o a decir nada, Lü Bu ya estaba lo suficientemente grande para pensar en lo que hace.
— Ah, dijo algo de armamentos y permisos para portarlos, además de algo para recuperarlos. — se dijo a si mismo Leónidas entrando en el enorme castillo de Odín.
Había algo que el humano nunca iba a entender, pero, dónde cruzaba siempre se encontraba con gente reverenciándolo, y no sabía si era por su posición como reina, o porque siempre ha sido intimidante ante los demás. Un rey de todo, un rey de la guerra y combate.
Siguió su camino hasta estar frente a esas puertas con el árbol Yggdrasil tallado en ellas. Eran de caoba y tenían incrustadas diferentes piedras preciosas y mágicas, además de tener runas escritas en ellas. Si, allí estaba, la oficina de Odín. Chasqueó su boca y tuvo que sacar un puro para comenzar a fumarlo, recargándose en ellas, últimamente no estaba en los mejores términos con su esposo.
No era que se llevaran mal, incluso le sorprendió saber que tienen cosas en común. El problema era algo más íntimo.
Desde que los habían interrumpido en esa noche de Bodas, sus siguientes encuentros habían sido fatales. Por ejemplo, si pasaban el día juntos, lo disfrutaban, si Odín quería estar en los jardines, lo más seguro era que Leónidas estuviese relajándose en una hamaca leyendo novelas ligeras. En algunas ocasiones incluso Leónidas platicaba con él, compartían cosas, historias sobre ellos.
En otras ocasiones, ambos se la pasaban trabajando, Odín mencionando lo que había que solucionar, y Leónidas dándole una solución, como si fuera una junta de intercambio de ideas, viendo que sería lo mejor, que movimiento tendrían que hacer, todo. Pero, cuando ambos entraban a su habitación...
Se volvía un rotundo desastre.
Algunas veces el humano deslizaba sus manos por el pecho del dios supremo, se besaban, y cuando sentía las manos del dios en él, es cuando comenzaban a pelear, ya que tanto Leónidas como Odín, querían ser el activo de la relación, y esa pelea de ver quien tomaba el control, acababa distrayéndolos para que al final se enojaran el uno con el otro y acabaran dormidos entre discusión y discusión.
Sus personalidades chocaban todo el tiempo, pero al mismo tiempo, se llevaban lo suficientemente bien para seguir con el matrimonio.
— Se cómo Jack, se educado, pide las cosas, y nos vamos... — se decía a si mismo Leónidas, soltando el humo del puro empujando las puertas.
Lo que vio le sorprendió más que nada.
Estaba Odín en su trono como era habitual, pero, se encontraba solo usando el pantalón, todo su vestuario superior estaba en el suelo. Además, que no era el Odín que veía diario, era uno más joven, si Leónidas tenía 27 años al momento, Odín lucia como alguien de 35 años como máximo. Tenía esa enorme cabellera negra resbalándole por el rostro y cuerpo como Thor, la musculatura que siempre ha tenido, esos ojos intensos negros con el iris amarillo.
Y lo mejor de todo de esa imagen, es ver a una linda y hermosa doncella sentada en una de sus piernas, cubriendo su desnudez, poniéndose de pie.
— Lo siento mucho mi reina, solo seguía órdenes. — comentó la chica a lo que Leónidas sonrió.
— Descuida, es un trabajo duro cogerse a ese hijo de puta, yo debería estarte pidiendo perdón. — y una bocanada de humo salió de su boca. — ¿Nos permites?
— Ah...
La mujer estaba por vestirse, pero sintió la mirada del nórdico así que se detuvo, y volteó a verlo, a lo que el padre de todos, la miró un momento y suspiró asintiendo. Lo que la joven doncella tomó como una indicación de que podía retirarse, lo que hizo rápido de su oficina. Leónidas solo se recargó en la puerta mirando hacia su esposo y después sonreír soltando más humo.
— ¿Te cansaste de tus arrugas? — preguntó el humano mirándolo. — A decir verdad, esto fue una sorpresa, pensé que ya no se te paraba, es bueno saber que aún lo hace.
— Zeus me pidió que me hiciera joven por hoy. — respondió Odín. — Dijo algo como, "Le dije a mi esposa que podías hacerte joven, y que era más atractivo que tú, así que hazlo y envíame una foto." Lo hice, pero después decidí quedarme así por un tiempo.
— ¿Y lo obedeces?
— Es solo una foto, es mejor enviarla a tenerlo aquí haciendo una rabieta día y noche. — suspiró el nórdico mirando al humano.
— Oh, es un idiota.
— Es un bastardo. — respondió Odín. — No se va hasta que obtiene lo que quiere.
— Bueno, en eso puedo entenderlo un poco, tampoco me gusta irme sin obtener lo que quiero. — sonrió Leónidas.
— ¿No vas a decir nada más de lo otro?
— ¿De tú queriéndote coger a esa mujer? — rio Leónidas. — Yo igual lo haría, tenemos gustos parecidos. Aunque con tu tamaño, sería mejor elegir una mujer un poco más grande, para evitar que la lastimaras.
— ¿No te molesta?
— Es un matrimonio falso, y los dioses siempre tienen amantes, no es como si te amara.
El dios clavó su mirada en el humano que le miraba. Sonrió de manera tenue levantándose y caminando hacia él. Hasta el punto de estar frente a frente. Por supuesto Odín era mucho más alto que Leónidas, pero si hablamos de presencia, los dos tenían la misma, podían intimidar a cualquiera.
— ¿A qué has venido aquí? Que yo recuerde, nos íbamos a ver hasta la cena hoy.
— Que bueno que lo preguntas, necesito pedirte algo. — comentó Leónidas suspirando, terminándose ese puro y deshaciéndose del restante.
El dios podía notar muchas cosas del humano, como que cuando fuma, lo hace de manera tranquila, pero, ahora, se había terminado un puro en cuestión de minutos. ¿Estaba enfadado? No sabía con exactitud si Leónidas nunca muestra realmente lo que piensa, la única forma en la que puedes ver al gran espartano como es, es dentro de una batalla y comandando a un ejército. Cuando está siendo normalmente él, es difícil comprenderlo.
— ¿Qué quieres?
— Mi hermano Lü Bu me notificó de algo que ocurre en el entrenamiento de las tropas. — dijo Leónidas mirándolo. — Los humanos no pueden competir con las tropas divinas. Aunque ellos han demostrado ser más fuertes y aguerridos, tus tropas pueden lastimarlos con esas armas y escudos, además de que es injusto que las armas humanas se rompan al instante contra las armas divinas. Quiero que armes a los humanos con armas divinas. Quiero que las hagan tus herreros para ellos, y yo prometo hacer que solo usen ese armamento en los entrenamientos, los humanos no podrán ocupar esas armas día a día si tienes miedo de ello.
— No. ¿Alguna otra pregunta? — contestó Odín.
— Hijo de puta, ¿me estás escuchando? — comentó Leónidas jalándole el cabello para que se inclinara a mirarlo de cerca. — No quiero esas armas para que siempre anden armados, es solo en entrenamientos y misiones, ¿qué tan desconsiderado puedes ser?
— No voy a darles a simples humanos armaduras que ni siquiera se merecen, no porque tú me lo pides. Esas armaduras se ganan con su sangre en las batallas.
— Estúpido dios. — suspiró Leónidas empujándolo. — Bien, entonces que en los entrenamientos tu ejército no pueda usar sus armas. Que usen armamento humano. Y además que tengamos la enfermería abierta para todos y puedan recuperarse de las heridas.
— Tienen mi instrucción de pelear siempre con las armas que les he otorgado. No pueden cambiarlas.
— ¡MALDITO BASTARDO! — gritó Leónidas. — ¿Te divierte que los acaben hiriendo? ¡Son mis hombres! Y si estamos casados estúpido idiota, ¡Ahora también son tuyos! ¡Los estás mandando a esos lugares como carne de cañón! ¡Voy a matarte! ¡No necesito tu estúpido permiso! ¡Daré la orden!
— No te obedecerán, solo responden a mis órdenes.
— ¡HIJO DE PUTA!
Odín suspiró y uso su magia para poner al humano de rodillas frente a él, mirándolo con detenimiento mientras Leónidas le miraba como si estuviera a punto de matarlo. Eso le gustaba, su esposa era salvaje e indomable, le encantaba. Acabó pasando su mano por su mejilla, acariciando con su pulgar los labios del espartano.
— ¿Cómo puedo confiar en ti si quieres asesinarme a cada rato? — dijo Odín mirándolo.
— No tienes que confiar en mí, confía en mis habilidades, solo quiero mejorar el ejército. — comentó Leónidas. — Confía en el trabajo que está haciendo mi hermano con ellos, y confía en mis decisiones como tu reina.
— Es difícil confiar cuando mi reina es un maldito bastardo.
— Idiota, bien, hagámoslo a tu manera, ¿qué quiere el hijo de puta para que pueda confiar?
Odín sonrió levemente, acariciando ahora con las dos manos las mejillas del humano, para después acercar uno de sus pulgares de nuevo a su boca abriéndola, y metiendo un dedo en ella. Leónidas hizo esa expresión de furia, pero Odín se estaba divirtiendo con ello.
— Entrégate a mí, si quieres esas armas, déjame tener a mi esposa en totalidad. — sonrió Odín.
— ¿Qué?
— Lo sabía... — rio el nórdico — Nunca lo harás Leónidas, lo único que te importa eres tú, nadie más, deja de fingir. Realmente nunca te interesó el ejército, solo sigues tus propias convicciones y fines, así que vete por hoy, te veo en la cena.
— ¿Crees que solo pienso en mí? — comentó el hombre mirándolo.
— ¿Hay alguna vez que no hayas pensado en ti? — cuestionó el dios.
— No me conoces para nada. — fulminó el rey espartano. — Pero yo a ti sí.
— ¿Eh?
— Si te sientes solo, solo tienes que decirlo. — comentó Leónidas. — Si no me hicieras enojar, nosotros funcionaríamos mejor, pero te encanta verme furioso. Eso es detestable.
El humano acabó por ser liberado de la magia, pero ante la sorpresa de Odín, no se puso de pie, seguía de rodillas frente a él. El nórdico pensó que tal vez lo había lastimado, así que rápido estiró sus manos para ponerlo de pie, pero el humano lo paró, deslizando sus manos por el abdomen expuesto del dios hasta llegar a ese pantalón, frotando el bulto notorio con una de sus manos viéndolo.
— ¿Qué diablos haces?
— Lo que quieres. — respondió Leónidas. — Quiero que ayudes a mi hermano a mejorar el ejército. Además, luces estresado, deja que tu esposa se haga cargo.
— ¡Basta!
El nórdico por un momento en su vida, no tuvo el control, no cuando el humano lo acariciaba de esa forma, o cuando liberó su miembro para comenzar a chupar la punta, lamiendo a lo largo. Era la primera vez que le arrebataba el control alguien más, eso nunca lo había hecho, se sentía fuera de lugar. Leónidas haciendo eso lo había dejado sin poder pensar, sin que Odín pudiera burlarse o tener algo con que molestarlo.
La madre de todos, le estaba demostrando al dios, lo que realmente significa meterse con la mente de un rey espartano.
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Había decidido relajarse en el Edén.
Era lo mejor para seguir investigando sobre la carta. Se había llevado a sus mujeres con él, y ahora estaban disfrutando uno de los jardines que tenía su casa. Qin había decidido por hoy que estarían en su hogar, no en el hogar que tiene aparte con el harem, tenía miedo de entrar allí y que alguna de sus mujeres lo quisiera llevar a su habitación, porque él sabía que no les diría que no, y tenía miedo de dos cosas. La primera, de ese ardor que siente al no tener a Hades a su lado, el engañarlo. La segunda, si no lograba que se le parara iba a ser una humillación total, por eso quería evitar cualquier encuentro físico.
Y el problema era ese, que últimamente para que logre excitarse tiene que pensar en las manos del dios recorriendo su cuerpo. En su rostro, en sus músculos, tiene que visualizar a Hades para poder hacerlo, y eso era tremenda falta de respeto a sus lindas concubinas.
Por lo tanto, había decidido estar en uno de los jardines familiares, mientras veía a sus bellas mujeres mojar sus pies en el rio de aguas cristalinas que pasaba, divertidas mojándose entre ellas, mientras correteaban por el lugar, a la vista del emperador. Era un buen día, ya extrañaba el sol en su piel, así que se relajó en su cómoda silla reclinable, viendo ese perfecto paisaje.
"Creo que debería unirme, no está mal jugar de vez en cuando." Pensó, retirándose su capa, y comenzando a zafarse los zapatos, eso hacía, hasta que sintió peso en su espalda, y pudo divisar una vaina de Katana a su lado. Sonrió para después sujetar ese cuerpo que se recargaba en él, y aplicarle una llave para hacerlo caer a sus pies.
— ¡AUCH! — dijo un Okita sobando su trasero. — Tonto.
— Uno no debe usar a un rey de recargadera. — rio Qin. — Pensé que estabas ayudándole a papá en el pueblo.
— Hmm... — se quejó Okita. — Es aburrido, quiero salir, ustedes están viajando todo el tiempo y yo no puedo salir del Edén.
— Eres menor, tienes 15 años Okita.
— ¡16 años, para tu información!
— Apenas los vas a cumplir, no cuenta, sigues teniendo 15.
— ¡Ugh! — suspiró el adolecente levantándose. — ¿Qué haces aquí?
— A la vista de todos, visito a mis padres junto a unas amigas. — sonrió Qin. — Aquí entre nos, estoy buscando el origen de esta carta que le llegó a mis concubinas. Dicen que la recibieron como siempre, en su hogar, pero que vieron al dios Susanoo ese día, andaba rondando cerca de la casa de mi harem.
— Oh... — Okita rápidamente apartó la mirada rascando su nuca.
— ¿Qué? ¿Qué sabes? ¡Dime! — dijo Qin sujetándole los hombros. — ¿Viste a ese idiota dejar esta carta en la casa de mi harem?
— ¡No es un idiota!
Qin trataba de descifrar la mirada de su hermano menor, pero este la apartó de golpe. Empujando a su hermano para que dejara de sujetarlo.
— ¿Lo conoces? — preguntó Qin.
— No lo conocía. — dijo Okita, desenvainando su espada, era de madera, un regalo de Adán para que no se lastimara, al no estar Kojiro, no tenía permiso de andar con una real. Ya que Kojiro se encargaba de cuidarlo. — Lo conocí hace unos días.
— ¿Cuándo?
— Pues como hace 3 días más o menos. — respondió el japonés toqueteando su espada. — Estaba de camino al dojo de los maestros, y lo vi pasar, me gustó mucho la espada que trae consigo, así que le hablé.
— ¿Qué te dijo?
— No mucho, me dejó sostener su espada y acarició mi cabello. — comentó su hermano con una sonrisa. — ¡Era una espada genial, Qin! ¡Era grande y filosa! ¡Podía lastimar dioses y era tan resistente que ni una montaña podría romperla!
— Que maravilla. — sonrió Qin, acariciando la mejilla de su hermano. — ¿Pasó algo más?
— No. Después de ello nos despedimos, aunque dijo que podía ir al panteón japonés cuando quisiera, que podíamos jugar. — sonrió Okita. — Le dije que seguramente mi papá no me dejaría y él dijo que podía acompañarme.
— ¿Está bien con que papá te acompañara?
— Si, él dijo que no había problema.
— No quiero que te acerques al panteón japonés, es una orden. — comentó Qin.
— ¿Qué? ¡Qin!
El emperador solo acarició el cabello de su hermano mientras este se quejaba, y era que había algo raro en todo esto. Los dioses merodeando por aquí era raro. En primera, el interés de Apolo por Simo, además de la rivalidad que tiene ese mismo dios contra Leónidas. También tenemos las miradas que lanza Anubis a Grigori. Y, por último, que Susanoo haya permitido a Okita acercarse a él. Parecía que había un dios interesado en sus hermanos, independientemente del trato que Hades formó con los matrimonios.
Y eso era muy extraño.
Ninguno de esos dioses se había acercado lo suficiente a sus hermanos como para que tuvieran interés en ellos, pero, la forma en la que actúan, parecería como si los conocieran antes. Eso era extraño, muy extraño.
— Prométeme que si estas solo, no te acercarás a ningún dios. Siempre tienes que estar acompañado de mamá o papá, estar con Grigori, Simo o Michel no cuenta, tiene que ser mamá o papá. — dijo Qin. — Promételo.
— Pero...
— Promételo.
— Lo prometo. — suspiró Okita.
El emperador estaba fastidiado, parecía que, si no era la carta, era el bienestar de sus hermanos, como sea, su mente estaba siendo un fastidio. Había problemas surgiendo y en lo único que podía pensar era en Hades, en cómo podría arreglar su relación. Eso era demasiado para él, debería pensar en el bienestar de los demás, como el rey que es, no en su situación sentimental.
Salió caminando, sintiendo el césped en sus pies, relajándose y queriendo alejarse de todos por un momento, para calmar su mente. Pero se distrajo, escuchó una hermosa risa a lo lejos, una que reconocía, que siempre iba a reconocer. Y es donde vio con una sonrisa el origen de aquella dulce risa.
Pudo verla, allí esta Eva, su madre, riendo junto a Hércules y Jack, quienes al parecer tenían una pequeña hora del té. Parecían felices compartiendo su tiempo entre ellos, y en como el semidiós parecía tan contento de convivir tanto con Eva como con Jack. Notó como la mano de Hércules sujetaba la mano libre de Jack, y este sonreía, ¿eso es amor? Sí, lo era.
Era un lindo amor, de esos que lees en libros, de esos que vez que a otras personas le pasan, si, como el amor de sus padres, un dulce amor. Al parecer Jack estaba enamorado, lo podía ver, que sus ojos busquen encontrarse con los del dios, que este tan cómodo de compartir té con él, que incluso haya decidido presentarlo a su mamá. Si, era un amor que le gustaba, pero que nunca podría conseguir por cómo es él.
Suspiró cansado, tratando de ignorar los pensamientos al respecto, pero, como si su mente le jugara una jugarreta, solo podía recordar el momento donde se hizo esa pregunta por primera vez. "¿Qué era el amor para él?"
Ahora el recuerdo se hacía vívido, estaba junto a Eva, mientras ambos se relajaban a la sombra de un árbol, y un Qin adolecente tenía la cabeza recargada en el regazo de la mujer.
— ¿Amor? ¿Me preguntas a mí, mi vida? — sonrió Eva, pasando una mano por el cabello de Qin. — No sé mucho de relaciones poliamorosas, pero, creo que, si es amor, nunca te lo preguntas, simplemente lo sabes de golpe. ¿Amas a tus chicas? Han estado contigo desde tu infancia, es normal que las hicieras tus novias.
— Claro que amo a mis chicas, me mantienen feliz y yo las hago felices a ellas, es un intercambio mutuo. Además, puedo confiar en ellas, puedo sentir mucho amor si viene de distintas personas. Ellas me dan lo que quiero, y yo les doy lo que ellas quieren.
— Oh Qin. — rio Eva. — Bebé, ¿tú qué piensas que el amor es? ¿Qué se basa en intercambios y tratos? ¿Juegos y besos?
— Bueno si lo pones así suena horrible. — suspiró el ex emperador. — Siento que es algo que necesitas para no sentirte miserable. Es algo que hace que dejes de sentirte solo. Si ellas se sienten solas, y yo me siento solo, entonces, que mejor que amarnos.
— Amar es un complemento, mi amor. — sonrió Eva acariciándole el cabello. — Si crees que el amor cerrará todos los vacíos que tienes, estás equivocado. El amor no cierra vacíos en tu corazón, el amor solo te hace fuerte para que tú los cierres, y ahora mi pequeño emperador, tú no tienes idea de lo que es amar, y me pregunto por qué.
— ¿Eh?
— ¿Por qué estás tan desesperado por amor, Qin? — sonrió la mujer con gentileza, sujetando el rostro de su pequeño. — Estás rodeado de él todo el tiempo, ¿es acaso tu venda la que no te deja verlo?
— ...
El humano acabo por sentarse y suspirar, retirando la venda de sus ojos mirando hacia el Edén, disfrutando su paisaje. Se quedó meditando un momento las palabras de su madre y después cubrió su rostro con sus propias manos. Se sentía avergonzado.
— Es... es que este camino es muy solitario. — susurró Qin, abrazando sus piernas.
— ¿Cuál camino?
— El camino que debe tomar un rey.
— ¿De qué hablas, corazón?
— Es el camino que he decidido tomar. En los próximos años, me haré rey del Edén, cuando papá se retire, me lo he propuesto desde pequeño. Me he dedicado a averiguar qué es lo mejor para nuestro pueblo, hacerlo y ver los resultados. Sé que te tengo a ti, a papá, a mis hermanos, a ellas, pero al final, ninguno de ustedes puede ver el camino de un rey. Ustedes envejecerán, mis hermanos formarán sus vidas, y ellas en algún punto me dejarán, así que pensé que podía capturar el amor, atándolos a mí. Si hago que mis hermanos trabajen junto a mí para que nunca se separen, los tendré siempre. Si los mantengo a ti y a papá a salvo, los tendré siempre, si formo ese Harem, las tendré a ellas siempre atadas a mí. Pensé que, si trabajaba duro, podría aparecer el amor, y que no importa el camino que recorra, estarán atados a mí para siempre.
— Qin.
— Porque siento... que entre más crezco y más desarrollo mi forma de pensar, más lejano está él amor de mi. No hay nadie en el Edén ni en el Valhalla, que entienda ese sentimiento. Es como si mi mente trabajara al 100%, como la de Nikola, pero, mis decisiones solo hacen que sea imposible mantenerlos a mi lado. Siento que tengo que estar en un juego constante, para poder tener todo bajo control.
— Qin. — sonrió Eva sujetándole las mejillas con delicadeza. — El amor que buscas, siempre tiene que venir de ti primero.
— ¿Eh?
— El amor que buscas, siempre tiene que venir de ti primero. — dijo la mujer besándole la frente. — Espero puedas comprender esas palabras cuando crezcas aún más. Porque cuando lo entiendas, lo que te atormenta hoy, te provocará risa en el futuro. Mi pequeño emperador, espero que comprendas que es lo que buscas, y puedas verlo sin necesidad de quitarte tu venda de tus preciosos ojos.
Qin miró esos ojos azules de su madre que lo miraban con dulzura, como siempre hacía, y sólo pudo abrazarla con cariño. Su familia era perfecta, los amaba demasiado, de eso no había duda, solo los necesitaba cerca, le hacían tanto bien que no quería separarse nunca de ellos. No sabe si esto fue obra de un dios, pero si lo fue, estaría 100% agradecido de darle una familia como la que tiene.
— Deberías casarte conmigo y olvidarnos de todo. — sonrió Qin.
— No hay necesidad de casarnos, nunca te dejaré sólo, mi dulce emperador. — rio su madre llenándole de besos. — Siempre tendrás a mamá contigo.
— Gracias mamá, prometo que en el futuro entenderé lo que me aconsejas.
— Lo sé, mis bebés son muy listos. — sonrió Eva. — Mi pequeño, mamá y papá siempre te cuidan. Solo es momento de que dejes de pensar como un rey y por primera vez pienses como Qin, se Qin, si quieres amor y alcanzarlo, se Qin por una vez por todas, no un rey, no un jugador, solo se Qin.
"Se Qin..." dijo al aire el emperador, saliendo de sus pensamientos, viendo como Eva acariciaba la mejilla de Jack mientras parecía disfrutar de esa hora del té. Claro, Jack siempre era Jack, sea como sea, sus decisiones nunca eran pensadas en él siendo un príncipe del Edén, él solo pensaba en él, en cómo hacer de su vida algo hermoso. Jack era Jack, por eso Hércules le amaba tanto, porque Hércules solo veía a Jack, no veía el papel que Jack quería interpretar, porque Jack no estaba interpretando o queriendo ser algo más de lo que es.
Y eso le pareció absurdo de un momento a otro.
¿Dejar el juego? ¿Dejar que esos dioses ganaran? ¿No protegerse de una posible traición? ¡No! Nuca arriesgaría el bienestar de sus hermanos, de su familia, de su gente, sólo por caer por alguien. No podía entender a Eva aún, no lo haría aún, tenía que asegurarse de ganar, de ser un buen líder, de llevar al Edén al epítome del Valhalla. Entonces lo recordó, una forma de hacer que Hades no lo ignore.
"Solo las granadas de ese árbol pueden atarte al inframundo."
Lo haría, comería el fruto, comería todos, así no habría razón para que Hades lo saque, y lo destierre antes de tiempo, haría el Helheim parte de su reino, haría que Hades volviera a mirarlo, les demostraría a todos quien realmente es el emperador y...
Momento.
Antes de que siguiera ese loco plan, pensó.
No había garantía que él resistiría comer algo como eso. Si Hades no quería darle esa fruta, era por algo, entonces puede que sea letal para humanos. Si incluso había provocado efectos a Perséfone al comerla, no tenía idea si eso serviría con él. Podría morir en su búsqueda de poder y el amor de Hades, no, era estúpido realizar acciones solo por emociones que estaba sintiendo, era mejor meditar el plan de lo que hará antes de realizar una locura.
— Maldita sea. — suspiró frustrado el rey frotando su rostro. — Ahora te entiendo maldita zorra, amar a Hades realmente es como una maldición.
Regresó caminando desganado a su hogar, encontrándose con sus chicas tomando el sol, las cuales rápidamente lo jalaron a sentarse con ellas. Si, tal vez eso necesitaba, relajarse, aceptó la copa de vino que le ofrecieron, y estuvo riendo y platicando con ellas por horas, donde inclinaba copa tras copa de vino en su boca, bebiendo como si fuera solo agua, bebiendo hasta dejar de pensar coherente y solo tener pensamientos de borracho.
"Al diablo Hades, soy mejor jugador que él, le quitaré el reino y lo tendré como mi concubina, donde nunca pueda escapar, porque si me rechaza de nuevo, lo enterraré vivo bajo tierra." Pensaba el emperador, para que después se regañara a si mismo por tales pensamientos viles. Ni siquiera se dio cuenta cuando regresó al Helheim, de cómo diablos había llegado caminando allí.
— ¿Qin, estás bien? — mencionó la mujer llamada Jia, con cabellera tan rubia que parecía blanca. — Fue mucho vino. — rio la mujer igualmente alcoholizada.
El emperador no dijo mucho, solo se lanzó a besarla, amaba el cabello platinado, casi blanquecino, le encantaba como podía enredar sus manos en esos mechones. Le encantaba la piel pálida, era hermosa, si sus ojos fueran violetas sería lo mejor. El emperador seguía besando a la mujer, mientras trataba de abrir la puerta de la habitación de su harem en el Helheim. ¡Maldita sea el día que decidió ponerle llave siempre!
Aunque era necesario, era por protección, para que nadie las lastimara.
Deslizó sus manos por la cintura de la mujer, pegándola a él, besándole su cuello para volver a subir a sus labios. Sintiendo los suaves jadeos de la chica, hasta llegar a su escote, hundiendo su rostro entre aquellos dulces y suaves pechos, besarlos y sentirlos, era perfecto.
"Más, necesito más." Se gritaba a sí mismo en medio del alcohol. Decidió besar a otra de sus chicas, jalándola con él e iniciando el famosísimo "beso de tres". Sintió las caricias de sus mujeres en su cuerpo, quería tenerlas, quería poseerlas, quería hacer de todo, solo tenía que abrir la maldita habitación.
— ¿Necesitas ayuda? — esa voz lo hizo abrir los ojos, sintiendo como una cubetada de agua fría en su espalda.
El emperador soltó a las mujeres y se dio la vuelta lentamente para verlo, Había un Hades recargado en la pared, con su mirada en él, girando en su dedo unas llaves, sus llaves, que había recogido del suelo momentos antes.
— Parece que no puedes abrir la puerta.
— Quería abrirla. — dijo el emperador mirándolo. — Digo... ah, no sabía que las había perdido.
— Descuida, uno cuando tiene tantas ansias de querer estar con alguien, se le olvidan las cosas. — mencionó el dios acercándose. — Solo no den un espectáculo en los pasillos, eso les pido.
"¿Por qué diablos no me estás gritando?" pensaba Qin mirándolo, ¿Por qué Hades no estaba haciendo una escena de celos por él?, quería que el dios le jalara, que dijera que solo era suyo, que lo reclamara como suyo, pero no, solo estaba dispuesto a abrirle la puerta sin más.
— Si fueras tan amable, esposo mío. — comentó el ex emperador. — ¿Puedes ayudarme a abrir la puerta?
— Claro, mi reina. — sonrió Hades abriéndole la puerta. — Diviértete.
— Oye... — sonrió Qin acercándose a él, tropezando un poco, así que se sujetó del saco de su esposo. — ¿No quieres unirte? ¿Eh? ¿Sería divertido?
"Ahora si te cambia la expresión, maldito hijo de puta." Pensó el emperador al ver que realmente esa propuesta había sacado de juego la mirada de Hades, se encontraba sorprendido de dicha proposición. No esperaba que Qin propusiera eso. El dios en sus adentros solo quería llevárselo con él, quería destruir medio castillo apenas lo vio besándose con alguien más, se estaba muriendo de celos, pero, el humano le había dicho algo como eso, "¿unirse? ¡Solo deberías ser mío!" pensaba el dios mirando esos ojos de estrellas.
— ¿Quieres que me una? — sonrió Hades mirando el rostro de su esposo. No, tenía que controlarse, no lo dejaría ganar, ya había destruido muchas jugadas, no lo dejaría destruir esta.
— Mmhmmm... sería más fácil complacerlas al mismo tiempo. — sonrió Qin. — Solo tengo una verga, una boca, y dos manos, y son seis mujeres, necesito ayuda. No puedo dejar ninguna esperando, con tu ayuda será mucho más sencillo.
El rostro de Hades se tornó serio.
Estaba perdiendo la compostura, no tenía ningún interés de tocar a esas mujeres, y estaba controlando su ira, tenía que controlarla, no podía dejar que Qin viera lo mucho que se estaba muriendo de verlo tan feliz con ellas, de verlo besándolas, de tener el deseo de tocarlas. "¿No fue suficiente mi desempeño en la cama? ¿Fue tan malo que buscas a alguien más?" pensaba el dios mirando el rostro de su humano. "¡Maldita sea! ¿Qué diablos tengo que hacer? ¿Por qué no solo me elijes a mí?"
Había sido el peor error que había cometido traer a esas mujeres aquí.
— Seguro. Hagámoslo.
— ¿Qué? — dijo el humano mirándolo sorprendido.
— Hagámoslo, hace tiempo que no tengo una orgía. — sonrió Hades. — Y una con tan hermosas mujeres no es algo que deba negar.
El humano estaba en automático después de esas palabras, habían entrado en la habitación, donde por alguna razón, había accedido a desnudarse junto a las mujeres, quienes acariciaban su cuerpo cuando caía prenda por prenda. Pero, los ojos del emperador solo veían al dios, quien comenzó a desnudarse, dejando caer su gabardina y retirándose esa playera negra sin mangas, dejando ver su torso desnudo. Por el Edén que era una vista perfecta, no solo para el humano, sino también para las mujeres.
Suspiraron en conjunto mirando al dios, mientras el emperador solo podía apreciar esos gruesos brazos que lo suelen sostener con amor. Ese bello rostro y torso perfecto, esa bella sonrisa adornando todo, y esa mirada tan penetrante que tenía sus piernas temblando.
Entonces vio como la mano de Hades se dirigía al pantalón, al punto de desnudarse por completo, pero rápidamente el emperador corrió a él impidiendo que siguiera. No quería que más personas vieran su completa desnudez, lo mataría compartir a Hades con alguien más.
— ¿Qin?
— No necesitas desnudarte por completo, solo puedes sacarlo en el momento que sea necesario, ¿no?
— ... Okey. — dijo Hades mirando los ojos del rey, dios, era tan hermoso. — Si eso quieres... Cuéntame, ¿cómo quieres hacer esto?
Ha decir verdad, Qin había improvisado lo que hacían, le había asignado a Hades el comenzar a preparar a Fei, su mujer con más poder dentro del Harem. Después de hablarlo con las mujeres, era la única que se sentía lo suficientemente cómoda para dejar que alguien que no fuera Qin las tocara. La mujer se sintió nerviosa, pero se tranquilizó cuando tuvo la aprobación de Qin. Con algo de vergüenza, dejó su vestido caer de su cuerpo, retirando toda ropa y zapatos con ella hasta quedar desnuda por totalidad subiendo en la cama.
Era una hermosa vista, la belleza de la mujer era única, y lo fue aún más cuando desató su cabello, parecía una diosa de la belleza, tan perfecta y única que podías admirarla por horas. La mujer miró con nerviosismo al dios, mientras este le sonrió, poniéndola más nerviosa. Solo pudo ver al dios acercándose, sujetándole uno de sus tobillos para darle un tirón acercándola a él.
— ¡Ah!
— Lo siento, princesa. — sonrió Hades. — Pero era para que perdieras esos nervios, no voy a lastimarte, tranquila. Cualquier cosa que no te guste solo tienes que decírmelo. ¿Cómo te llamas?
— Fei. — contestó nerviosa la mujer, usando sus manos para esconder su pecho expuesto.
— Fei, soy Hades, cuando quieras parar solo dímelo. Incluso si quieres parar ahora, recuerda que nadie puede obligarte a hacer esto, al diablo con las reglas del Harem.
La mujer miró los ojos del dios, eran intensos, pero cálidos a la vez. La hacían sentir segura, así que solo asintió con temor, subiendo sus manos para tocar el rostro de Hades, viendo que su piel pálida es cálida, sintiendo ese bello rostro por primera vez.
— Estoy segura de esto, Lord Hades.
— Solo dime Hades, estamos en confianza. — sonrió el dios.
El dios se acercó con cautela para depositar un beso dulce en los labios de la mujer, donde poco a poco la chica comenzaba a aceptarlo, ya que era difícil, muy difícil resistirse a Hades, sus labios, su lengua, todo te debilitaban, al punto que la mujer rodeo sus brazos en el dios, acercándolo a ella, en señal de aprobación. Pudo acariciar el cuerpo del dios, pudo sentir su piel contra la suya, podía sentir como se derretía entre sus brazos, sin poder dejar de gemir por las caricias.
La boca de Hades era magia, sentía placer cuando pasaba sus labios por su cuello, o acariciaba sus pechos para besarlos y chuparlos. No pudo evitar gritar al sentir sus pezones siendo succionados y acariciados por el dios, mientras se deslizaba lentamente por su abdomen, besando su vientre con cariño, haciendo que la mujer se arqueara de placer al seguir sintiendo las manos del dios recorrer su cuerpo sin pudor.
Se suponía que, para este momento, Qin tendría que estar haciendo lo mismo, tendría que estar preparando a una de las mujeres, pero, estaba conteniendo la intensa ira que estaba sintiendo en ese momento, y, a decir verdad, no sabía de donde venía, si eran celos por Hades, o celos por Fei.
El dios deslizó su boca por el cuerpo de la mujer hasta llegar al fin a su vagina, la cual beso por encima abriendo con delicadeza más sus piernas para acomodarse entre ellas, poniéndolas en sus hombros mientras comenzaba a devorarla.
— ¡AH! ¡Hades!
Gimió la mujer, al sentir la lengua del dios lamer entre sus labios, saboreando los jugos que la mujer desprendía. Hades abría los labios con su lengua, provocándole espasmos en la mujer, y jadeos incontrolables cuando chupaba el clítoris, o lo acariciaba con suavidad, mientras devoraba sus labios sin darle un respiro a la mujer. Joder, el dios era muy bueno en los orales.
Y en ese momento Hades alzó la mirada, para conectarla justo con la del emperador quien le miraba de vuelta, en dónde el humano hizo un rostro de sorpresa al ver que sus miradas al fin se encontraron, sintiendo un escalofrió al verlo, tan sensual, tan único. El ex emperador solo podía imaginar que eran sus genitales los que estaban siendo atendidos de esa forma por el dios, deseaba sentir la boca de Hades en él, lo quería, sus pezones erectandose, como él mismo poniéndose duro de solo sentir la mirada del rey del inframundo.
Hades lamió sus propios labios, limpiando y tragando los deliciosos jugos que la mujer había soltado en gran cantidad, mientras seguía complaciéndola. Fei se arqueó gimiendo estruendosamente, sintiendo como la lengua del dios buscaba más de ella, lamía con diferentes movimientos, llegando a los labios internos, y después sin quererlo, provocarle tremendo orgasmo al chupar una vez más el clítoris de la mejor forma en la que la mujer lo ha sentido. Hades ni siquiera se apartó, disfrutó de los jugos de la mujer que llenaban su boca y rostro.
— ¡Ah! ¡Hades! ¡Más!
Entonces pasó.
Antes de que Hades continuara, fue jalado por Qin, alejándolo de la mujer.
El dios le miró confundido al igual que sus mujeres, a lo que Qin solo pudo jalarlo y besarlo, confundiendo aún más al dios de lo que hacía. Qin le besó con rabia, pegándolo a él, como si quisiera dejar en claro que es suyo, como si quisiera dejarle en claro a Hades que es solo suyo. Estaba actuando bajo sus propios sentimientos, por un momento dejando de tener control.
— Lo siento... — dijo el humano mirando hacia el piso, separándose de los labios del dios. — Lo siento... lo siento... no puedo estar con ustedes más. — comentó Qin mirando hacia las mujeres, con lágrimas en sus ojos. — Lo lamento, mis estúpidos sentimientos me están ganando, y estoy hiriendo personas que adoro tanto.
— Qin... — dijo la mujer llamada Fei mirándola. — Tranquilo.
— Lo siento... — comentó el emperador, sin poder levantar la mirada. — No quiero perderlas, pero, no puedo seguir con este Harem, mañana las regresaré al Edén, por favor, descansen por hoy.
El rey no dijo más, incluso cuando sus mujeres le llamaron, solo tomó la mano de Hades, y sin importar su propia desnudez, lo jaló con él fuera de la habitación. Hades como pudo colocó su gabardina sobre Qin, ocultando su desnudez un poco, en lo que era jalado hacia su habitación principal, la cual cruzaron, y apenas cerraron las puertas, el emperador se lanzó de nuevo a los labios de Hades, besándolo con locura.
El dios correspondió de la misma forma, pegando el cuerpo de Qin a él, con desesperación queriendo tenerlo cerca, a lo que Qin entre besos le daba golpes leves en el pecho, sin fuerza, solo era un medio de aliviar su frustración.
— Idiota, idiota. — dijo el emperador entre lágrimas dándole golpecitos a Hades. — ¿Tanto te gustan las mujeres? ¡No tenías que hacerlo! ¡Lo odio!
— ¿Qin?
— No puedo soportarlo, no puedo, se suponía que podía controlar mis emociones a la perfección, se suponía que lo haría, pero de pronto contigo cerca pierdo la cabeza, no sé qué diablos me pasa, no puedo ser el rey que quiero, nada me sale bien, todo me sale mal, todo me saca de quicio.
— Qin...
— Verte tocarla, besarla, acariciarla, me estaba matando, y no porque le pusieras las manos encima, era porque ella te estaba poniendo las manos encima, solo puedes tenerme a mí, no a nadie más, yo soy tu reina, solo debes tener ojos para mí, porque... — y apretó los dientes en medio de su ira y frustración —
— ¿por qué?
— ... Porque estoy malditamente enamorado de ti Hades. — dijo el humano frustrado golpeando el pecho del dios para aliviar su frustración. — ¡Estoy malditamente enamorado de ti! ¡Ardo por ti! ¡Me vuelvo loco por ti! Me siento tan cansado de jugar por ti, solo quiero por un maldito momento ser Qin y admitirlo, admitir que desde que te conocí, no has salido de mi estúpida mente, y eso me esta arruinando, por favor, libérame de esta maldita carga, por favor, ámame... ámame solo a mí.
Qin Shi Huang sentía sus lágrimas correr, abrazando el torso del dios entre sus gimoteos de frustración y lágrimas que no lo dejaban ver. Pero, al sentir una sensación fría, abrió los ojos, viendo algo correr por su hombro izquierdo, algo como un líquido negro recorriendo por su piel. Subió la mirada a ver el rostro de Hades y acabó sorprendido con lo que vio.
Había lagrimas recorriendo las mejillas del dios del inframundo, eran color negro, y la mirada de Hades era como si se hubiera quitado un peso de encima, sin poder controlar las lágrimas que estaba derramando. Donde el color de sus ojos había cambiado a negro, y su iris violeta se hacía más intenso mientras las lágrimas seguían cayendo.
— Yo ardo por ti, Qin. — dijo el dios mirándolo. — Desde la primera vez que te vi, no he dejado de pensar en ti, nunca has abandonado mis pensamientos, me frustra ser tan estúpido a tu lado, un dios no debería caer en el amor de esta forma, no debería dejar de vivir, pero lo hago, si no tengo tu amor, no tengo nada en absoluto.
— Hades...
— Quería que paráramos, quería que me dijeras que solo era tuyo cuando estábamos con el harem, mi maldita existencia te pertenece. — dijo el dios sujetando con delicadeza el rostro de su reina. — No puedo soportar como mi mente se pierde cuando estoy contigo. No puedo tan siquiera pensar lógico, siempre me siento un idiota al no poder nunca leerte, pensaba que no podía ser yo, pero la realidad, es que cuando estoy contigo, dejo de pensar en juegos, en gobernar, en todo, y solo soy Hades, y soy tan jodidamente feliz que apenas puedo soportarlo, Qin, estoy jodidamente enamorado de ti por igual.
— Y yo de ti. — sonrió el humano.
— Te tardaste en llegar, ¿sabes? Han sido milenios sin ti a mi lado, no voy a dejarte ir. Eres todo lo que necesito.
El ex emperador sonrió, y sintió los labios del dios en él.
En su plan, en el plan original de Hades, esperaba esto, que el humano se confesara primero y después usar ello a su favor, pero, se dejó llevar, y acabó por confesarse por igual, dejando que su corazón fuera libre. Al sentir los labios de su humano, que poco a poco lo llevaban a la cama, solo podía pensar en Qin, en lo hermoso que era, en lo perfecto que siempre ha sido. Ya realmente quería olvidar el juego, olvidar todo, y solo sentir lo que Qin le hacía sentir, ¿ya tenía todo lo que quería, no? Si les explicaba a los dioses, tal vez, podrían olvidarlo todo y solo dejarlo ser feliz con Qin, con su reina, para toda la eternidad.
Se desnudó para su rey, besando con cariño cada parte expuesta de su piel, sin poder apartarse de él, sin poder controlarse.
Por un momento, ninguno de los dos reyes estaba pensando en un juego, ninguno de ellos, estaba pensando en ese momento en una estrategia. Solo por un momento, en aquel juego de ajedrez, el rey Hades retiraba su máscara para solo ser Hades, y la reina Qin, retiraba la suya para solo ser Qin.
Incluso cuando eso solo duraría esa noche, incluso cuando ambos sabían que volverían a usar esas máscaras y continuar el juego en el tablero, solo por un segundo, querían disfrutar de ser ellos antes de regresar, y tratar de controlar todo su entorno.
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Ragnarök
Él había mencionado eso.
Tal vez debería acercarse a los nórdicos un poco y preguntar más a detalle sobre ello.
— ¡AH! ¡Buda! ¡HNN!
El dios sonrió, le encantaba escuchar el sonido de la cabecera golpeando contra la pared, sentir las gotas de sudor resbalar por su piel, escuchar esa sinfonía de gemidos que gritaban su nombre. Era adorable, jodidamente adorable ver a ese dulce dios montándolo sin parar. Podía apreciar las caderas de Zero moviéndose rápido, en como usaba sus muslos para impulsarse, en como suele apretarse más cuando está a punto de correrse.
También le encantaba ver esos dulces pezones rozados rebotantes y erectos, le gustaba ver el cabello del dios suelto, cubriendo su linda desnudez. Sujetó sus caderas, sacándole una sorpresa al dios para cambiar posiciones y tumbarlo en la cama. Sin soltarlo, comenzó a embestir de lleno contra él, notando el bulto que se formaba en su vientre al momento de bombear dentro del dios chino.
Pudo verlo arqueándose y gritar de placer junto a él, mientras el iluminado le besaba el cuello, dejando sus marcas en él, solo las suyas eran dignas de estar en el cuerpo de Zero. Hasta al fin culminar junto a él el acto.
Había un Zero muy aturdido, jadeando, mientras era llenado de dulces besos por parte de Buda, manteniéndolo cerca, dándole las caricias post sexo que siempre le daba.
— No te duermas. — sonrió Buda. — O el humano se enojará.
— Hmm... ah... no siento mis piernas. — sonrió el dios, abrazándose del iluminado. — Es difícil no dormir, digo, podemos hacerlo, pero, me gusta descansar.
— Lo sé, yo igual lo extraño. — comentó Buda, enredando sus dedos en un mechón de cabello del dios.
— ¿Por qué decidiste creerle al humano? — comentó Zero mirando los ojos azules del iluminado.
— Es que en la boda que tuvieron los príncipes del Edén, se me hizo rara la expresión de Adam. Sentí un pinchazo en la nuca cada vez que veía a los humanos junto a los dioses, una rara sensación, como si mi cuerpo quisiera decirme algo. Eso es suficiente para que decida escuchar al humano loco. — sonrió Buda depositándole besos en las mejillas a Zero. — Si realmente está mintiendo, yo mismo lo entregaré en las puertas del Tártaro.
— ¿Y cuál es el siguiente paso a dar?
— Creo que investigaré más sobre el Ragnarök. — comentó Buda. — Tengo que hablar un poco más con ese humano, no te duermas en la tina.
El dios llevó a su pareja a la ducha, para que descansara un poco después de lo hecho. Para acabar por salir, viendo que en la habitación del humano no había nada, solo un libro con anotaciones, algunos frascos vacíos, y vendas con sangre ya seca. Chasqueó su boca para meterse una paleta dulce en ella, buscando por la casa al humano. No lo encontró dentro, pero si lo encontró fuera, mientras comía algunos frutos de sus árboles. El dios vio como las heridas en su pecho y abdomen seguían sangrando, tal vez si descansara y no estuviera moviéndose, podría mejorar su salud.
— Si buscas matarte, vas por buen camino. — comentó Buda mirándolo. — Un humano muere si sigue sangrando.
— Me curaré. — comentó Sigurd.
— ¿Qué haces fuera?
— No quería molestar. — comentó el humano. — Son ruidosos.
— Claro que lo somos, es nuestra casa. — sonrió Buda. — Y bien, he decidido creerte por propios motivos. Pero, no puedes quedarte aquí, te encontrarán. No he podido pensar en algún lugar del Valhalla donde te encuentres a salvo. Puedo pedir algunos favores, pero, solo nos haría ganar tiempo, más no tu seguridad.
— No importa. — respondió Sigurd. — No has dormido, ¿verdad?
— No, me la he pasado comiendo, trabajando, cogiendo, pero dormir, no. — rio Buda. — Oye, los dioses podemos hacer eso, pero tú eres un humano, ¿cómo has podido resistir?
— La diosa Hestia me dio esto. — dijo el humano sacando algunos frascos con un líquido rojo. — Recuperan mi cuerpo, como si hubiera dormido, y evitan que sienta sueño, pero me estoy quedando sin reservas.
— Zero puede hacer más de ellas. — dijo Buda. — Él sabe cómo hacerlo. ¿Me vas a contar lo de Hestia ya?
— Llegó un día a desatarme, mencionando que no teníamos mucho tiempo...
El humano sujetó su cabeza, podía volver a escuchar los sonidos de los grilletes caer y las cadenas dejar de ser un peso en su cuerpo. También podía ver a la diosa apresurarse en quitarle todas las cadenas y romper los sellos que inmovilizaban a Sigurd. Pudo ver como la diosa le colgó una bolsa con cosas dentro, era algo pesada, pero la mujer le sujetó el rostro.
— Esto es plan de mi hermano Hades. — dijo la diosa. — El Ragnarök no dejó un resultado favorable para los dioses, así que, en su orgullo y locura, hizo que las valkirias se fusionaran con los humanos, creando lo que ahora son los llamados "príncipes del Edén". Tienes que ir con Buda, es el único en el que puedes confiar, tienes que hacer que no duerma y que se quite ese ojo. No queda tiempo Sigurd, si las valkirias siguen fusionadas, llegará un punto en dónde no podrán separarse de los humanos. No volverás a ver a Brunhilde, tu esposa.
El humano no comprendía que estaba pasando, solo recordaba salir de su celda, y ser atacado por millones de demonios. La diosa arriesgó su poder para poder sacarlo, pero vio un destello verde que la capturó, mientras tanto, él pudo llegar al rio de almas, donde casi muere, pero logró encontrar las puertas del Helheim, y usando lo que había en la bolsa, logró salir.
— No sé de esa diosa desde entonces. — comentó el humano. — No tengo idea de quien se supone es Brunhilde, pero cuando escucho su nombre, siento dolor en la nuca y mi pecho duele.
— ... Tú eres nórdico, ¿no? — mencionó el dios. — ¿Qué es el Ragnarök?
— Solo conozco la versión humana, es el fin, el destino de los dioses, donde la mayoría de ellos mueren junto sus adversarios, para darle paso a un nuevo mundo. — dijo el humano sujetando su cabeza. — Se supone que Odín muere en el Ragnarök.
— Pues yo lo veo muy vivo, así que no creo que el Ragnarök pasara. — rio Buda. — Esta bien, comenzaré a indagar sobre esto.
— Te descubrirán, si haces muchas preguntas.
— Descuida, sé a quién hacerlas. — rio Buda. — Además de que tengo mis métodos, tranquilo. El problema aquí es, ¿qué harás tú? Ya te he dicho que no hay ningún lugar en el Valhalla que pueda mantenerte seguro.
— Lo sé, así que lo mejor es que me vaya del Valhalla. — comentó el humano. — La ultima cosa que la diosa me gritó antes de ser capturada fue a donde tengo que ir.
— ¿Y eso fue?
— Ella dijo, "dioses del nuevo mundo." — mencionó el humano. — Según la historia humana, el nuevo mundo serían Las Américas, ¿hay dioses allí?
— Hmm, sí, creo que los hay, un amigo mío es muy querido allí, creo que él podría ayudarnos.
— Por favor. — dijo el humano acercándose a Buda. — Necesito que su amigo me lleve con ellos.
— Oye, oye, no estoy seguro si Jesús los conoce, no sé si será una solución, pero, si no sabe de ellos, al menos puede ayudarte a que llegues allí. Podrías usar una de sus iglesias.
— ¿Eh?
— Él te lo explicará.
El dios Buda sonrió, por alguna razón al ver la expresión de ese humano, sumada a la expresión de Adam, como la simple existencia de los "príncipes del Edén", le hacían ruido, demasiado ruido en su cabeza. Tenía recuerdos o quizás sueños, no estaban seguros si eran reales o mentiras, donde había una época en la que los dioses odiaban a la humanidad, entonces, ¿cómo es que se les permite vivir en el Valhalla? Peor aún, ¿cómo es que existen esos "príncipes del Edén"? ¿Cómo es que alguien como Adam tiene al Edén para él?
Sintió un pinchazo en su cabeza de nuevo, era frustrante no saber que era una realidad y que era mentira. Él recordaba que el primer hombre había sido expulsado. Así que, ¿Por qué estaba de nuevo aquí? ¿Será cierta la historia de que el primer hombre logró demostrar su valía y volvió? O el humano que tiene enfrente tiene razón, y solo han sido manipulados.
De cualquier forma, iba a ser divertido averiguar.
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Y hasta aquí el cap.
Saben algo que me ha parecido curioso, que mi pareja favorita es el PoseKoji, y casi no escribo de ellos. Jaja, pero bueno, en el fanfic se entiende, Hades es el personaje principal.
También tenía mucho miedo escribir a Hades y a Qin, nunca los había escrito hasta ahora. Me leí su capítulo del manga muchas veces para tratar de construir su personalidad lo más apegada a la que originalmente tienen.
Oh por cierto, encontré estas imágenes. Creo que les gustará, esta imagen me inspira mucho a escribir el fic, creo que es la expresión fría y calculadora que puede tener Hades, la que me motiva a seguir escribiendo:
AUTOR: (Lo pueden encontrar en twitter) @rmfwb
También encontré esta de Kojiro, ya que estamos hablando de Kojiro joven, y que tuvo una vida muy diferente, me imagino su cuerpo un poco más voluminoso ya que pudo comer bien y tener una dieta más balanceada, pero, conservando sus cicatrices. Además de que Kojiro tenga una cinturita y piernas fuertes, lo saque del book que sacaron, en donde se habla del diseño de los personajes, y de cómo Kojiro dice en el anime, que es mejor dedicarse a su parte baja y fortalecerla, ya que eso le ayudará más a mejorar su velocidad y reflejos contra los adversarios. En conclusión, por eso creo que tiene unos muslos, trasero y cintura bien trabajados. Realmente su cuerpo no cambia mucho del manga. Solo su edad, es más joven, y como se vio en el anime, tiene un rostro muy adorable.
Aunque ya se dieron cuenta que a Poseidón le agrada igual su versión madura jaja, la sueña e imagina.
AUTOR: (Lo pueden encontrar en twitter) @straw_6589
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