GRIETA EN LA JUGADA


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Una grieta en el plan del juego, hace que el jugador se ponga en aprietos. Los movimientos pasados ya no tienen relevancia, depende completamente de su capacidad de improvisación si no quiere perder el control en el tablero.

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Era una sala simple, en dónde iban apareciendo dios tras dios tomando su asiento.

El rey del inframundo aclaró su garganta, mientras el violeta de sus ojos veía alrededor. Una habitación, con sillas acomodadas para hacer la forma de un círculo. Pudo ver llegar a Zeus, Odín, Thor, Poseidón, Beelzebub, Shiva, Loki, Apolo, Anubis y Susanoo. Pero, había una silla vacía, una que todos miraban mientras Loki suspiraba desganado.

— ¿Hércules sabía de esta reunión? — Preguntó Zeus, a lo que Hades asintió. — Ese chico no es irresponsable, no sé porque no está aquí.

— Es porque no está dormido, Lord Zeus. — comentó Hypnos, haciendo aparición con Morfeo. — No puede estar en una reunión en el reino de los sueños, si no está dormido.

Hades había decidido que sus reuniones serían desde el reino de los sueños, así era imposible que se filtrara información, ya no podía confiar en todos los dioses, después de lo de Hestia, los problemas con Perséfone, el ruido que hay en el Helheim, tenía que ser más cauteloso. Al estar en el reino de los sueños, no pudo evitar aparecer en sus manos la pieza del rey y de la reina de su tablero de ajedrez. Ha decir verdad, siempre pensó que estaría como el rey está la mayoría del tiempo en un tablero. Solitario en su línea, viendo como pasa todo a lo largo de la jugada, y solo atacar en el momento preciso.

Pero no, su rey había salido por primera vez de su zona segura, para seguir a la reina, y no sabía en ese momento como explicar o arreglar esta situación. Tal vez si lo explicaba con el corazón en la mano, podrían ellos entender, tal vez comprenderían la soledad del Helheim, y podrían acabar con el plan. Al final esto les beneficiaba a ellos, ya tenían a los humanos que querían a su lado. Prácticamente tenían a la humanidad de nuevo bajo su control, ¿no? Eso debería ser suficiente.

— Creo que está teniendo intimidad con su esposo. — Habló Morfeo. — Por la hora, y por su falta de presencia, quiero creer que es por ello, por lo cual deberíamos continuar esta reunión. Lord Hades, ¿podemos comenzar?

— Oh... — Hades salió de sus pensamientos. — Sí, claro.

— Luces distraído, Hades. — dijo Zeus mirándolo. — ¿Estás bien?

— Claro que está bien, Zeus, claro que lo está. — sonrió Loki mirando los ojos violetas. — Hades, cuéntanos, ¿qué nos dirás para que no te arranquemos la cabeza?

Todos los dioses en la sala, incluidos los dioses del sueño, estaban sorprendidos ante esa declaración. Nadie en los últimos siglos, le había hablado a Hades de una forma tan altanera y vivir para contarlo. Después de que Zeus asesinó a Cronos, Hades se hizo cargo del panteón griego hasta que Zeus fue lo suficientemente "maduro" para hacerse cargo de todo. No había ningún dios que se tomara dicho atrevimiento con el griego hasta ahora, sabiendo que tanto Zeus y Poseidón asesinarían a quien fuera por hablarle de tal forma a su hermano.

Hades no respondió la pregunta, solo apretó las piezas de ajedrez que estaban en sus manos. Obtuvo la respuesta a lo que pensaba en lo que dijo Loki, nunca lo dejarían ser feliz con Qin y abandonar el plan, era una lástima, realmente quería ser feliz junto a su reina. Ahora tendría que improvisar para lograr hacer feliz a Qin, y a los dioses al mismo tiempo.

Pero, primero lo primero, la regla número uno era nunca caer ante la más mínima provocación. No es algo digno de un rey rebajarse de tal forma, quería escuchar primero lo que iba a decir el nórdico.

— ¿De qué hablas? — dijo Poseidón.

— ¿Crees que no lo veo? — mencionó el nórdico levantándose mirando al rey del inframundo. — La forma en la que lo miras, en la que no te interesa lo que hacen los demás, ni siquiera tus hermanos. La forma en la que estas reuniones se han perdido, en como ya ni siquiera te enoja que Hércules no esté aquí. ¿Quieres que confiemos en un dios que quiere quedarse con un humano?

— ¿Cuándo yo he dicho eso? — preguntó Hades con calma mirándolo, haciendo a Loki enojar por su actitud tan calmada.

— Este plan, tu plan. — aclaró el nórdico. — Es para humillar y degradar a esos humanos, recuperar nuestro orgullo y demostrarles a esos dioses de mierda del otro lado del mundo quienes realmente somos. ¡Volver a poner el Valhalla en su maldita gloria! ¡Reescribimos la puta historia, Hades! ¡Todo a nuestro favor! ¡Creamos poderosos no creyentes para verlos humillados en nuestros juegos! ¡Tienen que ser nuestras mascotas! ¡No nuestras parejas!

— Loki. — comentó Thor. — Tranquilo.

— ¿Qué me tranquilice? ¿Me tranquilice? — comentó el nórdico deformando su cara. — ¿Por qué estamos confiando en un dios que ya perdió la cabeza por un humano?

— ¿Cómo osas acusar a mi hermano de algo como eso? — cuestionó Poseidón. — Él no se ha salido del plan, y la cuestión es manipular a los humanos, que su humano haya caído por él solo lo hace estar a la delantera del plan, no quiere decir que...

— Pero él está enamorado de su humano. — dijo Loki interrumpiendo al rey de los mares acercándose. — Y no es el único. Oh si, ¿Poseidón?

— ¿Disculpa? Nunca en la vida me fijaría en un humano tan bajo como Sasaki Kojiro. — dijo con indiferencia el dios. — Preferiría morir antes que eso.

— ¡Ja! — rio Loki. — ¿De verdad? Entonces dámelo, yo puedo hacer que abra las piernas más rápido que tú.

— ¿Qué?

— No puedes cumplir tu cometido, así que me lo quedaré yo.

— Loki. — dijo Thor viendo como el rostro de Poseidón se llenaba de ira.

— Está decidido, me lo quedo, ahora tu reina será mi reina, y te demostraré lo que realmente es manipular. Ya quiero ver a ese humano abriendo esas piernas gruesas y perfectas que tiene, te envío un video de cuando lo tenga gimiendo bajo de mí y...

Seguramente, ni siquiera Hermes hubiera podido notar la velocidad con la que ese puño de Poseidón fue directo al rostro de Loki. Fue un momento que nadie esperó, verlo golpear al nórdico en el suelo, ya que Poseidón no es un tipo que se mueva para pelear, él espera siempre que entres en su rango, y una vez allí te asesina, pero, verlo tan descontrolado por un comentario era impresionante.

Más porque realmente le había provocado dolor a Loki. Eso le sorprendió a Hades.

En el reino de los sueños, todo es posible, lo piensas y ocurre. Pero, hay algo curioso con ese reino. En momentos como este, en estas reuniones, donde es Morfeo e Hypnos quienes crean estas salas para meter las mentes de diferentes dioses, hay una regla de lo que ocurre dentro de dichos lugares. Solo la mente más fuerte puede lograr lastimar a los demás allí. Por ejemplo, si Morfeo golpeara a Loki, es muy seguro que este amanezca con un moretón en el rostro, es como un espejo.

Por eso, era sorprendente que Poseidón haya provocado dolor en Loki, al parecer sus celos y posesión por Sasaki Kojiro eran más fuertes de lo que Hades pensaba, estaba enamorado y ni siquiera su hermano se había dado cuenta.

— ¡Para, idiota! — gritó Zeus, jalando a Poseidón. — ¡Estás empeorando todo! ¡Le diste la razón!

— ¡Es mío! — gritó Poseidón. — ¡Sasaki Kojiro me pertenece! ¡Ese pececillo siempre ha sido mío desde que aceptó pelear contra a mí en el Ragnarök!

— ¡Qué pares! — gritó Zeus. — ¡Hades!

— Poseidón, siéntate.

El dios de los mares gruñó volviendo a su asiento, molesto a morir sentándose cruzando sus brazos. Tal vez podría contra Loki, pero no era tan idiota como ir contra Hades en un lugar donde el más fuerte mentalmente tiene la ventaja.

— Je, oye Hades. — rio Loki recuperando sus heridas dentro del sueño, pero seguro amanecería con moretones. — Tus hermanos se parecen mucho a ti. Tontos enamorados que se distraen por un lindo par de piernas. Los griegos son tan manipulables.

— Loki, es suficiente. — mencionó Thor levantándose, ya harto de las actitudes de su primo. — No puedes venir a causar caos aquí y esperar que...

— Es una lástima que los nórdicos sean iguales. — comentó el de cabello verde. — Thor, el gran Thor, el mejor guerrero, el dios más fuerte de los nórdicos, ¿cómo pudiste caer tan bajo?

— ¿Qué?

— ¿Cómo pudiste enamorarte de un humano? — sonrió Loki. — Te vi en el Ragnarök, te vi cuando ganaste tu pelea, te observé cuando ese dios de mierda trajo de nuevo a los muertos a la vida, te he estado observando desde que ese humano está contigo. ¿Estás tan perdido en Lü Bu?

— No metas a Lü Bu en esto. — gruñó el dios del trueno. — Él no tiene nada que ver en esto.

— ¿Qué no lo meta? ¿Recuerdas que es esto? Es un plan para humillarlos, para degradarlos, para volver a ser dioses. Y lo que haces es divertirte a la casita con ese humano.

— ¡Yo nunca acepté eso! — era la primera vez que el nórdico alzaba la voz en una reunión, así que incluso hasta Odín se sorprendió de esa actitud. — Los planes que acepto, se deben a cuanto pueden beneficiarme, y eso lo dejé claro con Hades. Seguiría el plan, siempre y cuando obtuviera lo que quería, y una vez que lo haga, no haré nada de esa mierda de lastimarlos.

— ¿Hades? — preguntó Zeus mirando a su hermano. — ¿Lo qué dice Thor es verdad?

— Es verdad. — contestó Hades. — El plan fue diseñado a raíz de las aspiraciones de todos, y lo modifiqué de acuerdo a las expectativas en conjunto. — dijo el dios del inframundo, recargando su mentón en su mano, algo hastiado del comportamiento de los demás. — Todos buscan algo en común de diferente forma. Buscan de nuevo el control en los humanos, sea por humillación, sea por amor, sea como sea, nos une un mismo deseo, es por ello que el plan puede modificarse a gusto de todos.

— Entonces es verdad. — dijo Loki. — Quieres a ese asqueroso humano contigo, que bajo has caído.

Tuvo que intervenir Hypnos en ese momento, sentando a los dioses en sus lugares, cuando Thor estaba por asesinar a Loki en ese momento, tras las palabras que había mencionado.

— Si vuelves a insultar a Lü Bu, voy a asesinarte.

— ¡Por todo lo bueno! ¡Mírense todos! — rio Loki mirando alrededor. — Pensé que esto era un problema solo de los griegos, pero ahora parece que también de los nórdicos, y eso no es todo, Shiva, Beelzebub, ¿qué mierda están haciendo ustedes con sus humanos?

— ¿De qué hablas? — dijo Shiva. — ¿Qué carajo quieres insinuar? ¿Qué he caído por el humano?

— En milenios que han pasado, tú nunca has tocado a un hombre al tener una familia, pero llegó ese humano, aquél que le quisiste demostrar respeto al no recuperar tus brazos. Dime, ¿por qué el dios de la destrucción viviría mutilado si no fuera por amor?

Los puños de Shiva se cerraron, molesto ante dicho comentario, pero, no tenía que decir, al final, ni él conocía la respuesta de eso, ¿realmente era por respeto? ¿O había sido otra cosa? Un dios normal se recuperaría, pero, él no lo hizo. Y ahora dudaba en esa decisión.

— Es suficiente. — comentó Beelzebub. — Es suficiente de esto, solo estás buscando problemas, guarda silencio.

Loki miró al dios maldito, acercándose para mirarlo de cerca, de arriba abajo para después abrir el cuello de su ropa, mostrando diferentes marcas de besos y mordidas en él. En el reino de los sueños, en las salas creadas por los dioses reinantes allí, es como si hicieras una copia de ti mismo, si tienes una herida, seguramente en tu sueño igual.

— ¿Te gusta cómo te folla ese mortal? — sonrió Loki. — Es un gran premio de consolación al no poder tener a Hades, ¿no?

— ¡CIERRA LA BOCA! — Gritó Beelzebub alterado por dicho comentario — ¡CIERRA LA MALDITA BOCA!

Hypnos iba a intervenir de nuevo al ver al dios maldito levantándose, pero, se dio cuenta de algo, súbitamente no podía moverse. Miró a Morfeo y él tampoco pudo hacerlo, solo pudieron mirar como Hades suspiró, haciendo golpear su bastón en el suelo, dónde mágicamente todos de nuevo estaban en su silla, incluso los dioses del sueño, sin poder moverse o levantarse de allí. En el mundo de los sueños, descartando a los dioses del sueño, aquel con la mente más fuerte en la habitación, puede controlar a los demás. En el mundo de los sueños, el poder mental es clave, y era obvio quien tenía el gane de todos los dioses reunidos.

Pero, no debería ser capaz de poder controlar a Morfeo y a Hypnos, eso era lo que realmente causaba escalofríos de estar encerrado ahora mismo con Hades en ese lugar. ¿Cómo mierda su mente había logrado ser más poderosa en el sueño? ¿Cómo les había ganado a los dioses del sueño?

Hades se levantó tranquilo de su silla, caminando un momento alrededor de todos los dioses reunidos, para después suspirar. Dio un último vistazo a esas piezas de ajedrez en sus manos, y las hizo desaparecer, hasta posicionarse detrás de la silla de Loki, tomando sus hombros con delicadeza. Pudo ver al nórdico forcejear, apretando sus manos contra sus piernas, clavándose las uñas, lo que fuera para poder lograr tener el control de nuevo.

Pero esa desesperación solo hizo sonreír a Hades, y causo un escalofrió en todos los demás.

— No puedes despertarte mientras alguien te está controlando en el mundo de los sueños, Loki. — dijo Hades como un susurro. — Si quiero, si yo quisiera, podría tenerte siempre aquí, en esta sala, conmigo, mientras el verdadero tú no puede despertar nunca. Pero yo no soy esa clase de dios, no disfruto el sufrimiento ajeno. Yo siempre busco que todos seamos felices, odio ver la desdicha, es como un cáncer que no me gustaría que afectara a mi amada familia y a mis queridos amigos.

— No intentes hacerte el bueno conmigo, ¿vas a negar tus sentimientos por ese humano? Maldito traidor. — comentó Loki.

— Eres muy voluble y explosivo. — sonrió Hades regresando a su silla. — Es por eso que te dejé fuera de la primera fase, como también lo hice con Apolo, Susanoo y Anubis. Ninguno de ustedes cubría los requerimientos para llevar este plan al pie de la letra.

— ¿Disculpa? — mencionó Apolo algo ofendido. — Yo claramente podía.

— Eres muy orgulloso y narcisista, solo piensas en ti en situaciones dónde tienes que pensar más allá. No hay nada que te importe más que tú mismo, si tú no eres el brillo, te aburres rápido y lo dejas. Tu humano era Simo, la personalidad de Simo junto a ti, desde el inicio, hubiera chocado, no estás listo para llevar a cabo esto.

— ¿Qué hay de mí, Hades? — dijo Anubis. — No veo porque yo no podía hacerlo, yo tengo muchísimo más control de mis emociones que Poseidón.

El dios del mar fulminó con la mirada al dios egipcio, mientras este giraba los ojos en fastidio.

— Contigo Anubis, tuve que descartarte de la primera fase por beneficio propio y control. — comentó Hades. — No podíamos tener tres humanos en el Helheim. Nikola y Qin ya son lo suficientemente peligrosos allí, tener a Grigori dentro iba a ser incontrolable.

— Explícate.

— Nikola construyó una máquina para inhibir los poderes de los dioses que estén dentro de ella. Es por eso que Beelzebub estuvo encerrado hasta que la apagó. Y Qin se ganó a la mayoría del pueblo del Helheim en días. Nos superan sus mentes, tener a Grigori en el Helheim provocaría lo mismo. Tu humano es muy carismático, y no muere tan fácil, seguramente buscaría una alianza con Qin, además de la magia que puede hacer, y el control que tiene al hacer que caigan ante él, eran muchos problemas para meter en el Helheim. Es por ello que decidí dejarte fuera por ahora.

— Grigori no es tan bueno para... — dijo Anubis, pero Hades lo detuvo.

— Grigori manipuló a una familia real desde el inicio, prácticamente controló un país a su antojo. Es atractivo, carismático, sabe buscar los puntos débiles de los demás y tomarlos a su favor. Es un narcisista y manipulador de primera. — sonrió Hades. — Me agrada tu humano, pero, también se reconocer que sería un problema tenerlo cerca. Qin sería capaz de manipularlo para usar esos atributos a favor de los humanos, y con un Tesla capaz de reducir el poder de un dios como si se tratara de encender o apagar el interruptor, la manipulación se hubiera salido de control. Conozco a Qin, tener a Grigori sería un beneficio para él, no hubiera buscado aprender de mí, usaría las habilidades de sus hermanos para obtener lo que quiere, y prácticamente tendría mi reino y corona en sus manos. Y eso es algo que no quiero en el Helheim.

Anubis se quedó un momento callado y después asintió, tenía un punto en lo que decía. Hades realmente había investigado a cada humano hasta conocer incluso cada átomo que lo compone. Fueron 30 años pensando en este plan, claro que lo había hecho.

— Déjame adivinar, es por Buda y Zero, como mi panteón. — dijo Susanoo. — Por eso no me metiste.

— El panteón japonés de alguna forma, es cercano a Buda, al final, gran cantidad de japoneses humanos son budistas, si metía al panteón japonés en esto, el control mental iba a ser difícil, Hypnos y Morfeo tendrían que trabajar día y noche, son muchos dioses que tendría que modificarles sus memorias, y estar en constante control sobre ellos para evitar que algo se saliera de control, era mejor esperar.

— ¿Lo tenías tan calculado? — mencionó Loki con sarcasmo.

— Por algo los hice menores, incluso siendo dioses que no nos importa la edad, sabía que así esos humanos estarían protegidos por Adam, incluso si ustedes en sus impulsos tontos hacían una estupidez. — dijo Hades mirando al nórdico. — Y ahora, solo me das la maldita razón, haciendo un caos por nada, alterando a todos, solo porque estas aburrido. ¿Quieres que confiemos en ti? — comentó Hades levantándose sin apartar la mirada del nórdico. — En el idiota que se altera a la primera señal de problemas, en él que arma un maldito escandalo porque no puede controlar su mente un poco, ¿en ese dios quieres que confiemos? Dime, ilústrame, muéstrame, ¡enséñame! ¿en dónde ha fallado el maldito plan? Porque yo los veo bien, Leónidas está bajo el control de Odín, Lü Bu bajo el de Thor, Sasaki de Poseidón, Jack de Hércules, Nikola de Beelzebub, Raiden de Shiva, Kintoki de Zeus y por supuesto, Qin bajo el mío.

— ¡Pero!

— ¡Pero nada! Todo está yendo en la dirección que se les dijo que tenía que ir. Que yo lo haya conseguido antes que los demás no quiere decir que súbitamente me olvidé de todo. Kojiro aún no cae por Poseidón, Leónidas no cae por Odín, Kintoki por Zeus, y la verdad no estoy seguro si Raiden y Nikola han caído por Beelzebub y Shiva, por lo tanto, si no estamos todavía al mismo nivel todos, no podemos seguir avanzando. Tenemos que esperar a que lleguen para seguir con la siguiente fase. — Hades sujeto el mentón del nórdico, sosteniéndolo cerca. — Si soy tan débil mentalmente como dices, ¿por qué no te liberas aquí? Si tú eres más fuerte en esto, hazlo, levántate de esa silla.

El nórdico al sentir la humillación realmente lo intentó, realmente quería levantarse, pero no pudo, no pudo hacer reaccionar sus piernas o brazos, nada, Hades ni siquiera se estaba esforzando en mantenerlo allí, se notaba aburrido de toda la situación.

— Estúpido griego... — dijo el nórdico mirándolo con odio, al sentirse derrotado.

— ¿Hay alguna otra objeción acerca de este plan? — dijo Hades mirando a todos. — Es el momento para hacerlo, si alguien prefiere salir de este juego, puede hacerlo ahora, les borramos la memoria y sigan con su vida. No tiene que haber violencia, podemos arreglarlo como caballeros. ¿Alguien más?

— Creo que a todos nos queda claro, que todos seguimos con el mismo objetivo aún. — mencionó Odín. — Podemos dar por terminada esta reunión.

— Creo que será lo mejor por hoy, Hades. — comentó Zeus. — Ya quiero disfrutar de mi sueño sin tener que estar encerrado aquí.

— Antes de que los deje ir. — comentó Hades. — Buda sigue sin dormir, Shiva, ¿has podido hablar con él?

— No, pero lo iré a visitar de nuevo, puede que ya haya regresado.

— Esta bien, en el caso que no lo consigas me tocará intervenir. — mencionó Hades. — Que tengan buen sueño, ya pueden retirarse.

Los dioses acabaron por levantarse apenas pudieron. Dejando a Hades solo en esa habitación junto a Hypnos y Morfeo que se acercaron a él. El dios del inframundo dio un suspiro pesado, frotando su rostro. Su plan de tratar de parar este plan era imposible, ahora lo sabía, apenas quisiera detenerlo, todos los dioses se vendrían contra él. No tendría problema con ello, pero, podrían lastimar a Qin, y eso era algo que no podía permitir.

— Luces frustrado Hades. — comentó Hypnos. — ¿Es porque no pudiste decir lo que tu corazón grita?

— ¿Puedes conocer mis pensamientos?

— Los sueños se conectan con pensamientos, memorias y deseos, es algo natural que tus sueños muestren tu verdad. — comentó Morfeo. — Lamento que esto no funcionara, supongo que tendrá que seguir, no se puede tener un dialogo con ellos. Por lo cual ahora, ¿piensa cambiar algo de su plan?

— No, había pensado en que esto podría ocurrir, debo dejar que las cosas sigan su curso. — mencionó Hades. — Ah, ¿ustedes no pueden ver mi futuro?

— Podemos ver su presente, en las cosas que hace, lo que piensa, pero, seré sincero, Lord Hades. — comentó Hypnos acercándose. — Es muy difícil ingresar en su mente.

— ¿A qué te refieres?

— Es como si, pudiéramos conocer los pensamientos que usted quiere que conozcamos, pero lo demás es restringido. Es prácticamente imposible lo que su mente está logrando, a decir verdad, parece que alguien más lo controla, como si hubiera otra mente sobre su mente. — rio Hypnos. — Eso, o es usted un tremendo jugador, no deja paso a ninguna grieta, mantiene a todas sus piezas en el presente, viviendo el momento, solo mostrándoles lo que ellos pueden ver, nunca más. Eso es fantástico y a la vez terrorífico para nosotros.

— Es la primera vez que vemos a un dios con tal poder mental que puede detener a los sueños de ingresar en su subconsciente. Es increíble. — comentó Morfeo. — Y amenazante a la vez para nosotros dioses del sueño.

— ¿Es un halago o no? No sé cómo tomar eso. — sonrió Hades.

— Por ahora es un halago. — comentó Hypnos. — Si se convierte en un monstruo, tal vez nuestras palabras cambien.

— Incluso si me vuelvo un monstruo, seguiremos juntos. — sonrió Hades levantándose para salir. — La muerte y el sueño siempre están juntos, nos une algo en común.

— ¿Y eso es? — preguntaron ambos dioses del sueño.

— Esperanza. — sonrió Hades. — La esperanza de los mortales por un inframundo hermoso y tranquilo, y la esperanza que motiva a los sueños a surgir. Siempre estaremos juntos.

Hades acabó por sonreír cuando los dioses del sueño lo hicieron por igual. Al final los tres estaban ya demasiado metidos en este juego, sabían que esto los hacia alcanzar la gloria o perderían todo en el intento, era por eso que tendrían que seguir hasta el final.

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Fue el sonido de su alarma el que lo despertó.

Con tranquilidad la apagó comenzando a enfocar su alrededor. Su habitación era un desastre de nuevo. Al menos se había controlado lo suficiente esta vez para no romper cosas, pero si había tirado algunas que otras pertenencias. Anoche se había dejado llevar demasiado, admitió todos sus sentimientos hacia su reina, no se dio tregua de estar entre sus brazos, y ahora tenía un problema que resolver con los dioses.

— Maldita sea. — dijo al aire, no era bueno despertar y ya estar estresado.

Sintió algo cálido encima de él, y cuando lo notó sonrió, olvidándose de su enojo. Había un hermoso emperador Qin Shi Huang desnudo encima de él, durmiendo pacíficamente, con la cabeza en su pecho. Podía notar esas bellas pestañas adornando tan lindo rostro, como esos labios, que tenía ansias de volver a besar.

En definitiva, había sido una noche intensa después de que habían confesado al fin su amor.

Con cariño le abrazó, y con cuidado giró para recostarlo en la cama, y darle un dulce beso en la frente, disfrutando la calidez del emperador, hasta que este despertó. No se dijeron mucho, el emperador miró aquellos ojos violetas y Hades aquellas estrellas en su reina, sonriéndose para al final juntar sus labios de una manera dulce y tranquila.

Qin acarició el rostro de Hades y después hizo un gesto de sorpresa, y preocupación de golpe, cosa que Hades no comprendía.

— Te sangra la nariz. — dijo Qin, rápidamente usando la sabana como un pañuelo poniéndoselo para evitar que siguiera goteando. — ¿Estás bien?

— Creo que tal vez me he sobres forzado un poco.

Pensó el dios, al recordar que a diferencia de lo que muchos pudieran llegar a pensar, si había hecho un esfuerzo en la sala del sueño, al final, lograr controlar a Hypnos y a Morfeo había sido una de las cosas más difíciles con las que se había topado.

— Ya dejó de sangrar. — sonrió Hades. — Estaré bien, mi reina.

— ¿Seguro?

— Si, seguro. — y un beso fue a parar a la frente de Qin, quien lo recibió gustoso. — ¿Cómo dormiste?

— Excelente, tu pecho es un gran lugar para dormir. — sonrió el ex emperador. — Aunque me duele la cadera. Tonto dios, ¿puedes relajarte cuando me embistas? Sentía que tu meta era romperme en dos.

— ¿Quieres que sea más suave contigo? — sonrió Hades. — Puedo hacerlo si eso gustas, solo que había tenido la impresión que disfrutabas cuando lo hacía rudo.

— No, es broma, me encanta que lo hagas duro. — sonrió el humano con esos ojos brillantes. — Si no siento que me voy en lugar de venirme, no sirve.

Hades no pudo evitar soltar una risa, a la cual en ex emperador se unió, era una risa real, una que era por un momento que realmente estaba sintiendo. Qin realmente era ese pedazo de cielo que lo hacía arrancarse la corona y solo ser Hades sin preocuparse de nada.

Ambos no dudaron en besarse de nuevo, disfrutando un poco de su mañana, al final, nada pasaría si llegaban un poco tarde a sus obligaciones, solo querían disfrutarse como matrimonio, teniendo una suave plática entre esposos, riendo de las ocurrencias del otro, besándose y disfrutando las caricias que se daban en un momento intimo perfecto y de mañana.

En ese momento, para el dios que lo ha vivido todo, era impresionante como la más mínima sonrisa, palabra, gesto o respiro de Qin era tan increíble y nuevo que no podía dejar de estar encantado por él. Por su parte, el humano sentía que descubría en cada segundo más lo que era amor al escuchar al dios, verlo, sentirlo cerca, quería que esos momentos duraran para siempre.

— Me encantas. — habló Hades, tomando la mano del emperador para besarla. — Eres la persona más interesante que he tenido el placer de conocer.

— Pensamos igual, también me he quedado prendado de ti, mi rey. — sonrió Qin, jalándolo un poco para robarle un beso.

Fue un beso fugaz, a lo que Hades gustoso respondió. Siguieron así, abrazándose y besándose entre palabras, sin importarles el frio que hay en el Helheim, ya que ellos tenían la calidez suficiente para siempre estar bien.

— ¡Hn! Espera, espera. — dijo el emperador. — ¡Ah! Hades, tus... dedos... ¡hng!

— Tenerte desnudo frente a mí, sin una tela cubriéndote me hace muy difícil poder contenerme. — sonrió el dios besando el cuello del emperador, levantándole una pierna con suavidad. — Tengamos algo de diversión entre nosotros. Aun estas suave de abajo, lo disfrutarás, lo prometo.

— Espero uno de tus masajes como recompensa. — sonrió Qin. — Y algo para recuperarme.

— Eso está asegurado, mi reina. — sonrió Hades, frotando la punta de su miembro contra la entrada del humano. — Déjame consentirte, como debe ser consentido un rey.

El ex emperador acabó por estremecerse cuando sintió lentamente como ese enorme y grueso miembro iba entrando poco a poco en él. Sentía que veía borroso, era una sensación única, podía sentir cada parte de él abrirse para el dios, mientras este le tenía de lado y se encontraba detrás de él, alzándole una pierna para entrar con cuidado. Al menos agradecía estar aún suave de la noche anterior, y poder recibir por la mañana a su esposo hambriento en deseo.

Con las primeras embestidas suaves ya se sentía en el paraíso. La manera en la que Hades sabia donde se encontraba su punto dulce era perfecta, solo podía gemir, sintiendo los labios del rey del inframundo en su cuello, y como con su mano libre, acariciaba y apretaba uno de sus pezones, provocándole leves descargas de placer en todo el cuerpo, joder, claro que amaba esto, podría despertar y sentirlo toda su vida, jamás se aburriría de esa sensación. Le encantaba ser consentido como rey, lo sentía como una especie de recompensa, al final arriesga siempre todo por su pueblo, tener a un dios complaciéndolo en la cama, era un buen pago. Un pago que merecía, un pago a la altura de él.

— ¡AH! — gimió Qin al sentir llegar al dios más profundo. — ¡Hn! ¡Hades! Puedo... verte.

Era vergonzoso ver como su vientre se abultaba, sabia que era el dios desde dentro moviendo todo su interior. Joder, tal vez si fuera un humano común y corriente se hubiera desmayado por eso, pero, es hijo de Adán, un príncipe, futuro heredero del Edén, y reina actual del Helheim, claro que podía con eso y más. Las embestidas eran lentas pero precisas, sentía todo su cuerpo siendo sumiso ante Hades, como si estuviera gustoso de ser tomado por el dios. "Si fuera una chica en definitiva estaría gustosa de tener a tu descendencia." Pensó el humano, aunque luego pensó que, Hades era un dios, si él quisiera, lo embarazaría sin importar que es hombre.

— ¡Ah! Aun no estoy listo para hijos, quiero que sepas eso. — dijo Qin, aferrándose a las sábanas.

— ¿Qué? — rio Hades, deslizando su mano para frotarle el miembro. — ¿Qué cosas estás pensando, mi reina?

— ¡AH!

— Prometo que lo de tener hijos no está en mis planes. — rio Hades dando una embestida fuerte a lo que su humano soltó un grito, girando los ojos. — Al menos no por ahora.

— ¡Hades! ¡AH! Más...

— Lo qué tu ordenes, lo cumpliré, mi dulce reina. — dijo el dios, sujetando la pierna del humano.

— ¡QIN!

El ex emperador solo pudo quedarse inmóvil cuando las vio. Sus seis mujeres en la puerta, mientras si, estaba siendo penetrado por un dios, y no había ninguna maldita cobija o algo cubriéndolos. Sentía que la muerte era algo que realmente quería en ese momento, en definitiva, la quería después de esa humillación. Es más, prefería estar muriendo y que su alma se fuera a un abismo. que sentir la mirada de las seis chicas cuando está siendo tomado por su esposo.

— ¡Por dios te va a partir a la mitad! ¡No lastime a nuestro rey! — gritó Jun a lo que, en definitiva, Qin quería que se lo tragara el mundo.

Después de dicha interrupción, Hades tuvo que calmar las cosas.

Preparó un rico baño para su esposo, para que pudiera relajarse y limpiar su cuerpo. Por otro lado, no podía dejar solas a las mujeres, era peligroso que anduvieran sin protección, así que las llevó con él, saliendo del cuarto, lo cual provocó una gran sorpresa en todos los sirvientes y habitantes del Helheim. Su rey estaba caminando tranquilamente con el pantalón de su pijama puesto color negro, y con su camisa abierta, dejando ver su torso y esas marcas de besos y mordidas que su emperador le había hecho. No solo era la bendita imagen sensual de su rey lo que les llamaba la atención, era que era seguido de cerca por seis mujeres humanas hermosas, y los 7 iban en camino hacia la cocina más cercana.

Hades al llegar allí, saludo a sus sirvientes y bromeó con ellos, para después pedirles que lo dejaran preparar el desayuno hoy para su reina e invitadas, su gente aceptó y se retiraron para darle privacidad. Ante la sorpresa de las chicas, miraron como el dios realmente era muy querido por todos, no solo Hades era popular en general dentro del Valhalla, lo era aún más dentro del Helheim.

— Hace siglos atrás, aprendí a cocinar, lo tuve que hacer para alimentar a mis hermanos. — sonrió Hades. — Así que confíen, les haré un desayuno que este a su altura. — mencionó el dios, colocando algunos pasadores en su cabello para sujetarlo, comenzando a cocinarles.

Podían notar la belleza del rey del inframundo, en como sus pestañas eran largas, sus ojos grandes y definidos, sus rasgos bien marcados, además de que no podían ignorar su excelente musculatura, su aroma, dios, ¿el rey del inframundo siempre tenía que oler tan bien? Era como magia, no había ningún gramo de imperfección en él. Esos tatuajes de ramos de olivo, esa corona discreta y negra, las perforaciones en sus orejas, la mirada intensa que tiene, las hizo tragar saliva. Quieran o no, les había parecido sexy el que usara pasadores para sujetar los mechones rebeldes de su cabello y evitar que cubrieran su vista mientras preparaba el desayuno.

Les parecía sexy ver un hombre tan perfecto, hombre que la noche anterior iban a poder tocar, solo una pudo hacerlo. Todas acabaron con un sonrojo en sus mejillas, al recordar a dicho dios, entre las piernas de la mujer, dando un espectacular oral, con esa mirada tan intensa y esas ganas de satisfacer a su pareja de manera tan salvaje...

— ¿Toman leche? — dijo el dios mirándolas. — Puedo darles si gustan.

— ¿Qué? — gritaron todas las mujeres cubriendo sus rostros o sujetándose el pecho. — ¡Usted es casado!

— ... ¿eh?

Todas las mujeres acabaron por sonrojarse viéndolo, el dios las miraba con tranquilidad y esa mirada cálida, mientras sostenía algo de leche de una pequeña jarra de cristal, señalando las tazas de café que había puesto delante de cada mujer. Se sintieron avergonzadas de siquiera pensar en que el dios les estaba ofreciendo... No, era mejor no decirlo.

— Igual creo que tengo algo de té. — dijo Hades al no ver una respuesta. — Si el café no es de su agrado.

— Café está bien, Lord Hades. — habló Fei suspirando, dándose palmaditas en las mejillas, avergonzada de sus pensamientos. — No tiene que prepararnos un desayuno, o tomarse tantas molestias, nosotras interrumpimos su mañana con Qin.

— Pensé que me estarían odiando ahora por eso. — comentó el dios. — Me esperaba algunas bofetadas si les soy honesto. Pero, no puedo dejarlas andar solas, no cuando mucha gente no entiende todo lo que está pasando.

— Descuide, Qin nos explicó la situación. — respondió Fei. — Entendemos el tema, y lo comprendemos.

— ¿En verdad? — mencionó Hades curioso siguiendo con la cocina. — Ha decir verdad pensé que los celos estarían a flor de piel, no es como si esperara un drama, pero, es algo raro que estén tan tranquilas.

— Conocemos a Qin desde niñas. — comentó la mujer. — Lo hemos visto crecer junto a nosotras, lo hemos visto ser el príncipe heredero que es, y como toma todas las decisiones pensando en los demás, pero, nunca lo habíamos visto llorar y estar tan desesperado como anoche. Por supuesto estábamos molestas, y, a decir verdad, aun duele no tener a Qin con nosotras, es, es nuestro rey, haríamos lo que fuera por él, uno ama a la persona que ha elegido hasta el final, y creo que usted entiende bien eso.

— Lo entiendo. — mencionó Hades dando una suave sonrisa pensando en su reina.

— Es por ello que, cuando vi su expresión ayer, lo supe. — la mujer dio una leve sonrisa. — En esta nueva etapa de Qin, en la que está viviendo, nosotras no podemos acompañarle. Porque Qin lo ha elegido a usted, y yo amo demasiado a mi rey, es por ello, que nunca me interpondría en su corazón. Si mi rey lo ha decidido amar a usted, espero lo ame de igual forma. Amar también es soltar, Lord Hades. Así como Qin lo hizo con nosotras, nosotras lo hacemos con él.

El dios acabó por sonrojarse mirando a la mujer, para después desviar la mirada. Bien, está bien, él y Qin en definitiva tenían gustos parecidos incluso en mujeres. Les gustaban las mujeres fuertes y decididas, hermosas y listas, ahora entendía porque Fei era la principal, además que se sentía terrible en sus adentros por odiarlas cuando ni siquiera se había tomado la molestia de conocerlas.

— Yo, lo lamento, siento que las juzgué a todas antes de conocerlas. — comentó el dios sirviéndoles el desayuno a cada una. — Siento que, no fue la mejor forma de conocerlas, pero, mi corazón está en paz al saber que Qin tiene tan agradables personas a su lado. Son realmente unas buenas amigas para él.

— Eso intentamos siempre, Lord Hades. — sonrió la mujer. — Uno siempre tiene que ser mejor persona cada día. Espero eso aplique lo mismo para los dioses.

— Creo que los dioses tenemos mucho que aprender de la humanidad de vez en cuando. — respondió Hades, acabando por sonreír.

El dios disfrutó acompañar a las mujeres, mientras su rey se preparaba mentalmente para salir. Qin estaba acabando de vestirse, le dolían las caderas, pero no tanto como para usar el bastón. ¿Eso sería menos humillante si les daba la cara a sus lindas mujeres, verdad? Pensaba en sus adentros, no, no, tenía mucha vergüenza de verlas, más a Fei, seguramente la mujer tendría ciertas cosas que decir, él sabía que no era nada malo, pero le incomodaba saber, le incomodaba saber mucho lo que pensaban.

Suspiró peinando su cabello, viendo su reflejo en el espejo del baño, notando esas marcas en su cuello, al parecer lo había conseguido, era amado por alguien que él ama a la misma intensidad. Sonrió acariciando su piel para después maquillar sus mejillas al recordar los labios de Hades recorriendo su cuerpo.

Se sentía muy bien, Hades era algo fuera de este mundo, digno de él.

Pudo escuchar la puerta, seguramente Hades o los sirvientes con un desayuno, Acabó por arreglar su ropa, pero, antes de que pudiera salir del baño, pudo escuchar una voz que no reconocía en absoluto. No era Hades o alguno de sus sirvientes.

— Maldita sea, no estás aquí. — suspiró aquel desconocido. — Seguro anda tras ese humano.

El rey de la humanidad sintió un escalofrió en su espalda, pero no se alteró, vio a través de la puerta emparejada, y al fin pudo darle rostro al desconocido. Era un sujeto de complexión delgada, flotando, con cabello verde y un mechón de un verde levemente más claro, por la vestimenta sabía que era un nórdico, y si su educación no fallaba, se trataba del dios Loki.

— Te vuelves a perder como en el Ragnarök. — suspiró el dios molesto mientras había tomado una playera del emperador entre sus manos. — Pareces más un dios que ama a los humanos que a los de tu clase.

El dios acabó por desaparecer, llevándose dicha playera junto a él. Qin sintió como poco a poco sus nervios bajaron a la partida del dios, y acabó por fruncir el ceño, tenía que analizar lo que acababa de pasar. ¿Dónde estaba Kojiro cuando se necesitaba? Este era el momento exacto para sobre analizar todo y que le diera diferentes predicciones de futuros próximos que podrían pasar con lo que saben.

— Ahora si es necesario tu escáner, Kojiro. — dijo al aire el emperador.

Bien, no era tiempo de estar perdiendo el tiempo, tenía que analizar esta información. Uno, un dios nórdico buscaba a Hades, y no por algo lindo, su rostro reflejaba molestia. Y eso era curioso, ¿qué había desatado su molestia? Hades era un dios que no se metía en conflictos, así que era raro pensar que estuviera involucrado en uno. Aunque, analizando la información que había dicho el dios, puede que su molestia pueda venir a partir de lo que dijo, "un dios que ama a los humanos." Al parecer hay dioses que no toleran una relación dioses—humanos.

También estaba el otro punto, lo que le provocó escalofríos en toda su espalda, lo que ese dios mencionó.

— Ragnarök.

El humano se sujetó la cabeza en dolor, ¿qué mierda había sido ese dolor? Lo había sentido en su nuca, como una punzada pequeña, era raro, él no sufría de algún tipo de migraña o tenía problemas que provocaran dichos dolores. ¿Era acaso la palabra lo que le provocaba dicho dolor? Él solo quería pensar si sabía algo de ello.

"Ragnarök, Ragnarök, Ragnarök, había escuchado de él. ¿Fue en clase de historia? Fue en..."

— ¡TSK!

La jaqueca que le daba era dolorosa, pero, no tan fuerte para que no pudiera con ella. Recordaba que le hablaron del Ragnarök, si, es el fin de todo de los nórdicos, donde tanto dioses como sus oponentes mueren, y un nuevo mundo se abre ante sus ojos.

Entonces se encontraba en un camino sin salida, no tenía sentido que ese dios mencionará el Ragnarök como un evento pasado y que ya había ocurrido, si según la historia que le enseñaron dentro del Edén, en el Ragnarök tienen que morir muchos nórdicos, al menos tiene que morirse Odín para que se pueda decir que realmente sucedió, y pues todos los dioses nórdicos están vivos y felices de la vida.

— Eso es raro, y a la vez peligroso. — mencionó Qin. — Si ese dios busca problemas con Hades, bueno, ahora tendrá que enfrentarme a mi... pero primero lo primero. A recabar información.

Sonrió el humano saliendo del baño, había algo importante en todo esto, no podía mencionarlo con Hades. No es porque no confiara en su esposo, pero, sabía que había muchas cosas que Hades ocultaba aún, y si ambos están teniendo secretos, era mejor quedar así por ahora. Al final, tenía que seguir asegurando el bien de su familia y el Edén. Tenía que seguir jugando este juego sin importar que, incluso aunque quisiera solo tener a Hades para él sólo y vivir feliz, tenía muchas responsabilidades en los hombros, y su familia venía primero que su felicidad.

— Un rey siempre ve por su pueblo, un rey nunca se rinde, un rey actúa. — se decía a si mismo recogiendo algunas cosas de la cama.

— Qin. — El emperador acabó por sonreír al ver a Hades entrar. — ¿Ya estás listo? Tienes que verlas y enfrentarlas, estará todo bien. Hasta he decidido venir por ti para que no huyas.

— Esta bien, pero no te rías de mí.

— No prometo nada. — rio Hades. — Vamos juntos.

Por el momento decidió que no pensaría más en eso, solo jaló a Hades por los pasillos para robarle besos, soltando risas y disfrutando de la compañía de su amado esposo. Tal vez, una parte de él quería mencionarle a Hades lo que había escuchado, pero, otra parte de su mente, sabía que no debía mencionarlo, tal vez, él debería investigar por su cuenta de ahora en adelante.

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— Me rindo, me rindo.

Sonrió un Kojiro al ser acorralado por sus maestros.

Después del enfrentamiento que había tenido con Poseidón, había perdido, pero, para su sorpresa, Poseidón aceptó que sus maestros pudieran entrar si solo era por entrenamiento. Así que aprovechó apenas el dios de los mares dijo que sí. Ese día se la había pasado practicando con ellos, perdiendo cada una de las veces que enfrentaba a alguno. Pero eso estaba bien, tenía suficiente información en su mente para comenzar a pensar en cómo los podría derrotar en un futuro. Si lograba vencerlos a cada uno, si lograba encontrar una manera de derrotarlos, estaba seguro que se convertiría en el único bajo el sol, quería poder conseguir ese deseo.

— Estás distraído, Kojiro. — dijo Musashi viéndolo. — No dejas de ver el reloj, no me sorprende que pierdas.

Eso sacó a Kojiro de sus pensamientos, oh, estaba también esa otra cosa que no lo dejaba concentrarse. Cuando Poseidón aceptó que sus maestros lo visitaran en el dojo recién construido, también puso un requerimiento, qué él iría en la tarde, cuando acabara de practicar para que ambos disfrutaran del Onsen. Y eso realmente lo tenía nervioso.

Si fuera con sus hermanos, o sus amigos, no tendría problema de entrar a uno. Incluso, a veces solía jugar con la espuma de los jabones para hacerse una barba falsa y hacer reír a quien lo acompaña. O ofrecía a lavar la espalda del contrario y relajarse tranquilo en las aguas para recuperar su cuerpo. Pero, hacer eso con Poseidón era algo que simplemente no podía procesar, era imposible por el simple hecho de lo que implica el Onsen.

Tenía que estar desnudo frente a él.

Y no era que él dios no lo haya visto desnudo antes, lo había visto, y eso hacía sonrojar sus mejillas. El problema era que iban a estar los dos desnudos, en un Onsen, o sea, dentro del elemento del dios, solos, y no sabía porque eso le causaba miedo, y al mismo tiempo ansiedad de querer hacerlo. Quería ver al dios, nunca se habían bañado realmente juntos, ¿controlará el agua cuando se ducha?

Le había preguntado a Poseidón sobre sus habilidades y le dijo que puede hacerlo, así que eso le daba mucha curiosidad. Aunque igual, ver gotas de agua caer del cuerpo del dios, era una vista que en definitiva nunca negaría que le gustaría ver.

— ¡Kojiro!

— ¡AH! — gritó el humano mirando a Musashi. — ¿Qué pasa?

— Yo debería estar preguntando eso. ¿Qué tienes? — dijo su amigo mirándolo. — No estás concentrado, te dieron una paliza en cada enfrentamiento, ves el reloj a cada momento y ahora te quedas así, viendo a la nada mientras tus mejillas se maquillan. ¿Qué eres? ¿Una mujer enamorada o qué?

— ¿Eh? ¿Qué dijiste? — mencionó Kojiro mirándolo.

— Actúas como una doncella enamorada, perdida en sus pensamientos.

— ¿Enamorado? — y las mejillas de Kojiro se sonrojaron aún más. — Oh... eso podía ser la explicación a todo.

— ¿Qué?

— Es que, yo bueno... — Kojiro suspiró. — Perdí una apuesta con mi esposo, y él vendrá en unos minutos. — sonrió Kojiro. — Pero he estado pensando mucho en eso. Bueno, he estado pensando en muchas cosas, tanto en cómo ganarles a todos mis maestros, y en él, pero, si pienso en él simplemente me pierdo en mis pensamientos. ¡UGH!

Kojiro sólo se dejó caer en el suelo del dojo, no sabía que sentir ahora que estaba hablando de sus problemas con sus maestros y amigos. No era común ver a un espadachín golpeado y adolorido, acabando su entrenamiento, hablando como una chica enamorada en medio de una crisis.

Era humillante si se ponía a pensar, pero no podía evitarlo.

— Tranquilo Kojiro, es amor, puedes ser un experto en la espada con el tiempo, pero el amor es algo que ningún humano ha logrado conquistar por completo, el amor evoluciona diferente para cada uno, lo mejor es no buscarle lógica o una solución, no es algo que puedas descifrar, es mejor solo dejar fluir las cosas. — sonrió su maestro Kagehisa. — Deja de tratar de escanear tus sentimientos y solo siéntelos.

Kojiro volteó a verlo como si le acabara de decir palabras de iluminación, tenía sentido, eso para él tenía mucho sentido. Tal vez el amor y las relaciones le conflictuaban porque no era algo que podía predecir, no era algo que podría hacerse experto y conocer el movimiento del contrario. Era algo simplemente que tenía que dejar fluir, no puede aprenderlo, solo tiene que sentirlo. Sería la primera vez dónde no podría deducir nada, y eso le aterraba, nunca se había puesto en esa situación, dónde su mente estuviera fuera de un combate, de un análisis, de una decisión.

— Eso, tiene mucho sentido. — dijo Kojiro pensando, mirando el techo.

— Dinos, ¿Qué clase de apuesta hiciste con tu esposo? — Preguntó Musashi sentándose a un lado, con los brazos cruzados, mirando a un adolorido Kojiro que tenía su vestimenta algo desarreglada, dejando ver parte de sus hombros, y un poco de su pecho.

— Es algo personal. — suspiró Kojiro, devolviéndole la mirada, arreglando su ropa al sentir un escalofrió cuando Musashi lo miró. — La cosa es que, tengo que cumplir, soy un hombre honorable.

— Eres un niño. — rio Musashi. — Ni siquiera puedes tener una relación normal.

— Muchas gracias por el cumplido. — sonrió feliz Kojiro.

— ¡No es un cumplido! — gritaron todos sus maestros.

— Dios, tú nunca vas a cambiar.

Y esa sacudida de cabello llegó a Kojiro, quien rio al ver que su cabello había sido desatado de su coleta. Sasaki le sonrió a Musashi y ambos entendieron lo que harían, porque se fueron a jalonearse entre ellos y pelearse, bloqueando esta vez los golpes del otro. El resto de maestros suspiraron al verlos, en definitiva, esos dos eran como animales salvajes que podrían vivir felices peleándose siempre que quisieran.

— ¡No, no toques mi peineta! — se quejó Kojiro arrebatándola de las manos de Musashi. — Es un regalo de mi esposo, me rindo. — rio el samurái recostándose en el suelo, mirando lo que tenía en las manos. — Tiene una perla azul, de las profundidades del océano pacífico. Es importante. Él la hizo con sus manos, es lo más preciado que tengo.

— ¿Eso? ¿Qué hay de tu anillo y todos los demás regalos? — dijo sorprendido su maestro Munetoshi.

— No son nada comparados con esto. — dijo feliz Kojiro mirando la pequeña peineta. — Él trabajó en esto para mí, es pequeño y simple, pero es un regalo que dedicó su tiempo para hacerlo, es lo más preciado para mí.

Todos los hombres se sorprendieron de ese rostro que tenía Kojiro ahora mismo. Mirando algo tan ordinario como eso con tanto amor era algo extraño. Pero en definitiva adorable. Más cuando el rostro de Kojiro era tan agradable a la vista, con ese cabello desatado y esa dulce sonrisa, entendían porque lo habían desposado.

— Kojiro, creo que realmente te perdimos, luces como una damita enamorada. — mencionó Kagekatsu Toda mirándolo.

— Gracias por el cumplido. — respondió con tremenda sonrisa Kojiro.

— No es un cumplido, idiota. — rio negando con la cabeza.

— Kojiro, solo te está usando. — dijo Musashi mirando a su amigo, haciendo que todos en el dojo lo voltearan a ver por tal declaración. — ¿Qué? ¿Nadie se ha dado cuenta?

— ¿Disculpa? — mencionó Sasaki viéndolo. — ¿Por qué dices eso?

— Cuando te mira, te ve con deseo, no con amor. — dijo Musashi levantándose del suelo. — Supongo que solo busca la forma en la que te entregues a él y utilizarte como le convenga.

— Musashi, basta. — comentó el maestro Kamiizumi. — Eso no es algo que puedas saber, ten respeto por las relaciones de los demás.

Musashi miró el rostro de Kojiro, y después suspiró.

— En definitiva, tu escáner no funciona en otras cosas que no sean peleas. Ese dios va a acabar destruyéndote si lo dejas, no quiero verte herido por tan odioso personaje.

Fue sorprendente la velocidad en la que el samurái se puso de pie y apuntó con su espada de entrenamiento hacia Musashi, tomándolo desprevenido, parando el golpe justo cuando se acercó a su cuello. Si, era la mirada de un hombre molesto, mirándolo como si quisiera matarlo tras insultar algo que él quería.

— No hables de Poseidón si no lo conoces, Musashi Miyamoto. — sentenció Kojiro. — Si ese hombre me mata o me hace feliz, solo debe interesarme a mí, a nadie más, por favor, no insultes a mi esposo frente a mí. Esto es una advertencia, no habrá una segunda.

— No puedo creer que la primera vez que hablas como un verdadero samurái sea por él.

— Las acciones de las personas son impresionantes e impredecibles cuando se trata de amor, ¿no crees? — sonrió Kojiro bajando la espada. — Solo dejemos el tema.

— De acuerdo. — contestó Musashi suspirando.

La sonrisa de Kojiro iluminaba más que el sol. Sus padres decían que él y Tesla tenían esas sonrisas que incluso lastiman los ojos, demasiado lindas y brillantes, que hacen que se quite el mal humor a quien sea. Esa bondad y belleza única de Kojiro alegraba el dojo de todos los maestros samurái, pero, había algo que no cambiaba en el espadachín.

Estaban seguros que el cabello desatado de Kojiro, que tuviera su ropa algo caída mostrando parte de su pecho y torso, era una vista que consideraron algo inapropiada para que hombres que no son su esposo vieran. Kojiro era como siempre, muy descuidado con su imagen.

— Oh, Kojiro, recuérdame mejorar tu ropa, tienes que tener algo para evitar que siempre se te esté deslizando del cuerpo. — rio el maestro Seigen acomodando su ropa. — Nos retiramos por hoy, llámanos de nuevo cuando podamos venir a entrenar, sino, sabes que siempre tienes las puertas abiertas dentro del dojo del Edén.

— Será lo mejor que se retiren por hoy. — sentenció una voz. — ¿Podría no acercarse a mi esposa?

Todos sintieron que sus reflejos se activaron.

Como instinto sacaron a relucir sus espadas reales y ponerse a la defensiva mirando hacia la puerta para encontrarse con el sujeto que les había provocado ese escalofrió único en la espalda. Había un serio Poseidón que acababa de llegar, el aura que tenía hacia que todos los maestros estuvieran atentos a cualquier movimiento, se sentían atrapados en el dojo, más porque el dios los veía con ganas de asesinarlos, esa mirada azul, aunque hermosa, era letal.

Pero, ese ambiente rápido cambió.

— ¡Poseí! — gritó Kojiro con una sonrisa. — ¡Bienvenido! ¡Llegaste justo a tiempo! Nos estábamos despidiendo. El maestro Seigen dice que necesito buscar una forma de que la ropa no caiga de mi cuerpo.

— Kojiro... — mencionó Musashi.

Ninguno de los maestros nunca entendería, como Kojiro no podía percibir el ambiente asesino que tiene su esposo. El humano solo corrió acercándose al dios que parecía que asesinaría a todo a su paso, para sorprendentemente abrazarle. En definitiva, era como si un trozo de carne abrazara a un León, era una muerte segura, pero ante sus sorpresas, el dios no le hizo daño a Kojiro, solo acarició su cabello, acercándolo a él. Los ojos azules del dios se concentraron en el humano, sujetándole el mentón y moviéndole un poco el rostro, revisando su cuello y parte de su pecho expuesto, si, estaba buscando alguna señal de que alguien se hubiera acercado de manera inapropiada a su esposo.

Si un día encontraba una marca, torturaría a quien sea que lo haya hecho, nadie toca sus cosas.

— Vine a lo que acordamos. — dijo Poseidón, enredando sus manos en el cabello de Kojiro. — ¿Lo has olvidado?

— No, descuida. — sonrió el samurái para dirigir su mirada hacia sus amigos. — Creo que nos vemos otro día, muchas gracias por venir, mis maestros.

Kojiro hizo una reverencia para todos, como sus amigos lo hicieron igual retirándose.

El espadachín había estado en muchas batallas, y en ninguna se había puesto nervioso, incluso con los golpes, o estar al filo de la muerte en constante tiempo, nunca nada de eso lo había puesto nervioso, incluso le parecía raro que no lo hiciera. "Creo que te gusta que te golpeen." Le había dicho Lü Bu una vez que se enfrentó con él en una batalla cuerpo a cuerpo que obviamente perdió. Su hermano le decía que nunca había visto a un adversario sonreír después de que le dan una paliza. Tesla le había dicho que puede que sea masoquista, y a decir verdad no estaba seguro, pero, era porque no le tenía miedo a nada, no tenía miedo de perder, quería seguir mejorando.

No le tenía miedo a la derrota o a probar su sangre después de una batalla perdida. A lo que si le tenía miedo era a lo que sintió cuando Poseidón le abrazó, hundiendo su rostro en el hueco del cuello y hombro.

El dios lo acercó más a él, de manera posesiva, aspirando su aroma, sintiendo como su humano correspondía nervioso abrazándole. Sentía rabia al recordar las palabras de Loki, sentía odio al tener a esos humanos tan cerca de su reina, a donde quiera que mirara, siempre había hombres tratando de tocar a su dulce esposo, eso le provocaba una jaqueca, era suyo, siempre y únicamente pensaba que Sasaki Kojiro existía para complacerlo y estar con él.

— Espera, apesto ahora, acabo de entrenar, deja ducharme. — dijo Kojiro nervioso. — Estoy sudoroso, Poseidón, no... hng...

Mordió el cuello del humano, lo suficientemente fuerte para dejar una marca, pero no tan duro como para travesarle la piel. Para acabar por lamerlo, sintiendo como el humano forcejeaba tratando de alejarlo.

— No hagas eso. — dijo el samurái apartándolo. — Estoy sucio.

— Onsen. — comentó Poseidón, lamiendo sus labios, el sabor de Sasaki era perfecto, no entendía porque el humano le provocaba tanto. — Lo prometiste.

— Claro, claro, pero tengo que limpiar mi cuerpo antes de entrar. — sonrió Kojiro. — ¿Qué tal si te veo en las aguas?

— ¿No quieres que nos duchemos juntos?

— ¡NO! — gritó rápido el humano sonrojándose. — Ah, digo, no, yo, necesito... te veo en el Onsen.

— Esta bien. — Mencionó el dios. — Te veo en el Onsen, no tardes.

Podía sentir su corazón al mil por hora, maldita sea, ya lo ha visto desnudo, el dios ya ha visto su cuerpo desnudo, ¿por qué tenía tantos nervios de entrar allí con él? ¿Qué lo tenía tan nervioso y ansioso? ¿Qué? Solo podía lavar su cuerpo haciendo espuma con el jabón mientras veía el agua correr.

Sintió un cosquilleo en su vientre y se estremeció, abriendo un poco sus piernas como impulso, sintiendo el agua caer en su cabeza. Oh, era eso.

"No sé cómo decirlo, Koji. Cuando Sir Hércules está cerca de mí, siento un cosquilleo en mi vientre, creo que eso me dijo todo cuando decidí aceptarlo y dar el siguiente paso. Al final soy un hombre que tiene deseos, y aunque el sexo no es algo que considere fundamental en una relación, si se me hizo necesario en algún punto, mi cuerpo me dio la señal de cuando estaba listo, dejó de sentirse incómodo, no sé, solo me dejé llevar, es mejor no pensarlo, si sucede, sucederá, si no, no pasa nada, la cosa es no presionarse y solo hacer lo que quieras hacer bajo tu propio consentimiento. No te obligues, no le debes nada a nadie, pero, si tienes deseos, exprésalos, no tienes que evitarte algo solo por el miedo de no saber qué puede pasar. Deja de ser un escáner, my brother."

Acabó por salir de la ducha ya limpio, caminando con su cabello sujetado por la peineta, aún húmedo, y con una toalla cubriendo sus partes. Caminando hacia un dios que se relajaba tranquilo en el Onsen. Sintió la mirada azul en él, y un escalofrió recorrió su cuerpo, pero, lo que realmente le hizo sonrojar, fue cuando el dios le sonrió.

Poseidón nunca sonríe de manera tan abierta, solo hace una pequeña sonrisa y eso es todo. Y eso, solo lo hace porque él se lo pide, pero, ahora mismo tenía una sonrisa única, tan bella para tan hermoso rostro, mientras estiraba su mano para ayudarle a ingresar en las aguas.

— Se siente muy bien Koji, me gustan los Onsen, el agua es lo mejor para relajar.

Se quedó prendado de el rostro tan tranquilo de su esposo, sin fruncir el ceño. Poseidón se veía feliz en el agua, parecía que era donde realmente se relajaba de todo, dejando esa actitud tirana por un momento. Ni siquiera se dio cuenta cuando dejó caer la toalla y acabó por entrar en las aguas, sentándose a un lado de su esposo, estando hombro a hombro mientras ambos se relajaban con tan rico momento.

— Parece que estás en tu hábitat natural. — sonrió el humano. — Luces hermoso en el agua.

— ¿Lo hago? Pensé que lucía bien siempre. — respondió Poseidón.

— Siempre lo haces, pero aquí brillas, me gusta.

— Las espadas. — dijo el dios.

— ¿Eh?

— Cuando estás sonriendo con tus espadas, listo para un combate, sonríes, allí es cuando brillas más tú. — comentó. — Mi reina es fuerte y perfecta, digna de estar a mi lado.

— Poseí...

— Mi hermano Hades me había comentado, que un rey siempre tiene que tener una reina que lo complemente. — dijo el rey de los mares relajando los hombros. — La reina es todo lo que el rey no puede lograr, la verdad la primera vez que me lo dijo, pensé que era una tontería, los dioses somos perfectos desde que nacemos, no necesitamos un complemento o algo. Pero...

Cerró los ojos por un momento, recordaba golpear el rostro del nórdico, en como unas palabras lo hicieron perder el control. En cómo se tiene que contener siempre que hay alguien tan cerca de Sasaki, en lo posesivo que es con él. Seguramente Hades debe estar riendo de ese comportamiento, eso le molestaba, porque tendría que darle la razón. Realmente Sasaki Kojiro lo volvía loco. El primer humano que ha mirado a los ojos, al primero que le ha sonreído, al primero que lo ha visto con deseo, al primero que le ha hablado. Si, todas las señales estaban allí, era una locura que nunca pensó que estaría enredada en ella.

— Siento que tú eres lo opuesto a mí. — comentó Poseidón mirando el agua. — Y eso nos hace perfectos.

El humano acabó por estirar su mano, sujetándole el mentón al dios, haciendo que le mirara. Poseidón miró esos ojos caramelo, y ambos se dieron cuenta del sonrojo en sus rostros, podría ser el agua del Onsen que les provocaba ese enrojecimiento, o tal vez, eran las palabras del dios, no importaba, Sasaki Kojiro acabó por acercarse a los labios de su esposo para besarlo.

Fue un beso dulce al principio, pero las manos de ambos comenzaban a acariciar a su contrario, deslizándose con delicadeza por el cuerpo del otro, sintiendo su pecho, su abdomen, sus brazos, sus mejillas, hasta que el dios sujetó la cintura del humano, cargándolo y sentándolo en sus piernas, pegándolo más a él. Su esposo por primera vez no se quejó, siguió los besos, profundizándolos, tratando de seguirle el ritmo al dios, dejando que este le acariciara la cintura y caderas, notando como la mano del dios bajaba lentamente a su retaguardia.

Sentía ese cosquilleó en el vientre de nuevo, ese deseo de ser tocado por el dios al que besaba, que cuando sintió al dios apretar su trasero, solo soltó un gimoteo apasionando los besos, pegándose más a él. Tuvieron que separarse cuando el humano buscó algo de aire para recuperar su aliento, gimoteando al sentir los besos del dios de los mares recorrer su cuello, manoseándole el cuerpo, deslizando su lengua por su pecho, apresando un pezón y succionarlo sacándole un grito al japonés de sorpresa.

— ¡Hn!

— Koji, mi Koji. — sonrió Poseidón, notando el rostro del humano avergonzado. Para acabar por retirarle esa peineta, dejando que ese largo cabello negro cayera. — Tan perfecto, digno de ser la reina de los mares.

Se lanzaron de nuevo a los labios del contrario, esta vez con desesperación, deseaban mutuamente al otro, deseaban danzar con sus lenguas dentro de la boca del otro, tocarse, sentirse, rozarse, lo que fuera para sentirse juntos. El dios no resistió la tentación y acabó por comenzar a frotar la pequeña entrada del humano, sintiendo los gemidos ahogados de este. Se sorprendió en definitiva de tener luz verde.

Kojiro Sasaki se estaba dejando tocar.

— ¿Koji? — Poseidón terminó el beso un momento, mirando el rostro de su humano. ¿estaba acaso soñando? ¿De verdad lo estaba dejando tocarlo? — Estás...

— Se gentil, por favor. Nunca he hecho esto...

Miró el rostro ya carmesí de su esposo. Tenía esas pequeñas lágrimas en sus ojos caramelos, lo notaba avergonzado, pero con un deseo reflejándose al abrazarlo, al dejarse. Esta era la primera vez que alguna de sus parejas le pide algo con tal inocencia. Era la primera vez que veía a alguien hablarle de tal manera, entregándose con tanta dulzura. Solo pudo apreciar ese rostro, sin saber cómo reaccionar a él.

Era la primera vez que el dios de dioses veía a alguien queriendo entregarse a él.

Generalmente lo hacían porque él lo demandaba. Era más una orden, las ninfas sabían su trabajo y solo complacerlo, sus esposas sabían que tenían que complacerlo así que lo hacían, era más algo parte de su rutina que tenían que hacer, no algo a lo que pudieran negarse, no era como si ellos esperaran que el dios les aceptara y se unieran, era más un requerimiento, sabían que tenían que complacerlo, así que solo se dejaban y listo.

Besó de nuevo esos dulces labios, sin entender porque lo hacía, abrazándolo, para usar el agua, sumergiéndose en ella con su pareja y acabar por aparecer en el Onsen de su habitación. No dejó de besar los labios de su humano, solo le cargó y caminó hacia la cama, sin importar empaparla, para recostarlo en ella y apreciar la belleza del hombre que tenía frente a él.

Una piel morena dulce, un cabello largo y negro, un par de ojos caramelo, un dulce rostro, un cuerpo perfecto. Pudo ver como su esposo usaba sus manos para cubrirse un poco a lo que sonrió de tan inocente gesto. Le abrió las piernas, escuchando ese pequeño gemido de sorpresa, y dándose cuenta de algo, algo muy importante.

Nunca había buscado satisfacer a nadie, por lo cual, no tenía idea de cómo preparar a Sasaki Kojiro.

Siempre sus parejas ya estaban mojadas y abiertos para él, ya que odiaba tener que satisfacer a alguien que no fuera él. Desde más joven siempre cada que buscaba sexo, o ya estaban listos para recibirle, o simplemente no le importaba lastimarlos y solo lo hacía. Al final eran idiotas inferiores que sabían su lugar y tenían que dejarse, eso era todo. Pero, ahora, tenía el deseo de hacer sentir bien a la persona que estaba frente a él, porque se lo había pedido, y su mente lo estaba obligando a complacer a su reina.

Le había hecho un oral antes, de mala gana, pero lo había hecho, aunque, eso no preparaba la parte que quería preparar. Lo había intentado dedear antes, pero, realmente solo quería penetrarlo sin control y jugar con el cuerpo del humano, nunca lo había pensado hacer para prepararlo. Era un problema lo que tenía frente a él.

Tal vez... si lo hacía pensando en dilatarlo...

— ¿Poseí?

El humano sintió como el dios le jaló hacia él por los tobillos, soltando un grito de sorpresa, asustado, comenzando a lagrimear.

— Se gentil, por favor, no...

Sintió los dedos del dios en sus labios, indicándole silencio, pero no de manera agresiva, era para que se calmara un poco. El dios se acercó a besarlo de nuevo, relajando a su esposo un poco, podía sentirlo tenso y asustado, así que quería que su cuerpo se relajara de nuevo como en el Onsen. Con delicadeza le dio la vuelta, poniendo algunos cojines bajo las caderas de Kojiro, dejando levantado su trasero, mientras el humano se aferraba a una almohada. El dios besó sus muslos, acariciándolos con delicadeza, sintiendo al humano estremecerse, para subir con cuidado a su retaguardia, besando con cariño sus nalgas, hasta al fin llegar a ese pequeño anillo comenzando a lamerlo.

— ¡NO! — gritó el humano al sentir un escalofrió ante esa sensación. — ¡No hagas eso, no! ¡HNGH! No deberías... ¡ah!... tener tu lengua allí.

El humano sentía un golpe a su hombría al sentir al dios haciendo ese beso negro, pero, al mismo tiempo, sentía placer y sensaciones que nunca había experimentado. Al ver que el dios no iba a parar, y él se hacía débil al sentirlo, solo se dejó llevar. Gimoteaba al sentir como poco a poco era dilatado por Poseidón, dio un gemido de sorpresa al sentir los dedos ingresar, era algo extraño, en definitiva, muy extraño, no sabía si le gustaba o no, al menos hasta que sintió placer de golpe, sin poder evitar soltar un grito.

— Lo encontré. — sonrió el dios, devorando al humano sin dudas, utilizando su lengua y dedos.

Las horas pasaban y podía ver a su humano jadeante, tras haberse corrido, algo atontado al sentir tantas atenciones del dios. Ni siquiera el tirano estaba siendo atendido, pero no importaba, Poseidón estaba embobado entre los brazos de Kojiro, mientras se besaban y rozaban entre ellos, mientras los dedos del dios seguían preparándolo. Entonces lo supo al momento de estar frente a frente, cuando las piernas de Kojiro le rodeaban como había deseado tanto.

Nunca había buscado el placer de sus parejas, con tal de que él estuviera complacido estaba bien, pero ahora mismo, le causaba placer ver a Kojiro disfrutar todo lo que hace. Se sentía complacido de ver al humano gimotear debajo de él, dejándole ver ese pecho jadeante, ese rostro perfecto y lleno de placer, sentir sus piernas rodearle, poder sentir como la entrada del humano palpitaba exigiendo ser atendida.

No tuvo ni que decir nada, ambos se miraron, manteniéndose cerca, a lo cual el dios comenzó a ingresar en el humano. Por supuesto, como era de esperarse, este gimoteó de dolor, rasguñando al dios al aferrarse con tanta fuerza a él. Poseidón fue gentil, incluso aunque no lo prometió, lo fue, entraba lento en el humano, dejando que este se acostumbrara. Incluso sabía que no podría ingresar ese día a fondo dentro de él, pero no importaba, estaba siendo encantado por las reacciones del humano, que simplemente lo dejó pasar.

Todo de Sasaki era hermoso para Poseidón, todo lo era, en ese mismo momento comprendía todo lo que Hades le había dicho, Sasaki era lo que quería Poseidón, alguien dispuesto a retarle, sacarle de quicio, volverlo loco, obligarle a hacer cosas que nunca creyó, porque era lo que necesitaba, alguien que le mostrara que la perfección que buscaba, necesitaba una contraparte digna para hacerle disfrutar la vida.

Si, Kojiro realmente era perfecto para él.

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Era una fórmula errónea.

Eso pensó, eso siempre ha pensado de Nikola y él.

Elementos que no tienen ningún match. Pero, si pensaba eso, ¿por qué se la pasó gimiendo tan alto cuando estuvo encerrado en ese cubo? ¿Por qué se dejó tomar por él? Incluso sin sus poderes, sabía pelear, pudo haberle roto la cara al científico. Pero no lo hizo.

Se dejó tomar por este, sintiendo las benditas embestidas, los besos, en como lo sometía bajo de él y le obligaba a mirarle. Nunca pensó que Nikola sería un amante tan apasionado, no era algo que se le viniera a la cabeza al ver al científico, pero, lo era. Nikola quería sobresalir en todo, y lo lograba, y dios que bien lo lograba. Sus besos, la manera en la que lo sujetaba como si fuera algo preciado para él. La manera en la que buscaba hacerlo explotar de placer, en como besaba cada parte de su cuerpo, en cómo le mantenía la mirada haciéndolo sonrojar más de lo que debería.

En como Tesla evolucionaba su forma de tocarlo, adaptándose a la perfección para hacerlo llegar al cielo. Un demonio como él, tocando el cielo por primera vez.

Y es que ese bendito día había sido muy diferente a la última vez que lo hicieron, porque cuando terminaron, sintió las caricias del humano en su rostro, en como besó con cuidado sus mejillas. Lo hizo sonreír los mimos que recibía, más cuando el humano le miró con esos ojos verdes, apagando el cubo, y depositó un beso de nuevo en él. No se dijeron nada, solo se miraron mientras se acariciaban las mejillas el uno contra el otro.

Tesla sonrió, besándole la frente para levantarse un momento, y con suaves toallitas húmedas limpiar el exceso de fluidos del cuerpo del dios maldito. Lo hacía con tal delicadeza que incluso hizo dudar a Beelzebub de su propia existencia, pensando que era un lindo objeto de cristal, porque la delicadeza con la que Nikola lo trataba, era tanta, que se sentía no merecedor de ella.

— No tienes que hacer eso. — comentó avergonzado Beelzebub. — Puedo limpiarme sólo.

— Si yo hice el desastre, creo que es mi deber limpiarlo. — sonrió Tesla viendo las mejillas de Beelzebub sonrojarse. — Además, tu piel es delicada, debes tratarla con delicadeza. — comentó el científico, besándole el vientre una vez que lo dejó limpio, haciendo estremecer al dios maldito. — ¿Notaste algo en especial?

— No intentes hacer que halague la manera en la que coges. — comentó sonrojado Beelzebub, apartando la mirada.

— Satanás.

— ¿Eh?

— El cubo inhibe que salga. Nunca cambiaste. — dijo el científico, cargándolo con cuidado llevándoselo con él al baño. — Creo que deberías aceptarlo.

— ¿Aceptar qué?

— Qué tú y él son uno mismo. — sonrió Tesla abriendo la tina. — En la historia humana, el gran señor de las moscas, el demonio Beelzebub, es igual a Satanás, son uno mismo. Esa es la historia en el Edén, la historia humana, me sorprende que tú sigas diciendo que no lo son.

— No me compares con tal vil demonio, ¡yo nunca he querido esto! — gritó molesto Beelzebub. — ¿Crees que yo querría haber lastimado a las personas que amo? ¿Crees que yo sería tan vil de hacer eso?

— Creo que te alimentas del amor, Beelzebub, como demonio de la gula, cuando recibes amor en exceso, parece que aparece. Así que es algo inevitable de tu naturaleza, es como si yo tratara de controlar mi apetito, al fin de cuentas alimentarme es algo natural, no es como si pudiera dejar de hacerlo, pero, puedo educarme para comer, y evitar que se vuelva un problema. ¿Me estás entendiendo?

— No digas tonterías, tú no sabes nada de...

— Tengo una teoría que es al revés. — sonrió Nikola, evitando que el dios comenzara a insultarle. — No es cuando recibes amor, es cuando tú sientes amor. Si amas algo, lo destruyes. Esa es tu maldición, no puedes ser feliz, pero descuida, haré que lo seas, Beelzebub. Todo se puede si evolucionas, y crees que hay un nuevo mañana con cada cosa que aprendes. Creo que puedo enseñarte a controlar tu apetito y a que este te deje ser feliz, no me rendiré hasta lograrlo.

El dios maldito no pudo decir más ese día. Solo acabó por asentir abrazando al humano y disfrutando de sus atenciones. Después de ello, comenzó a acercarse más a él, preguntarle sobre lo que hacía, leyendo sus investigaciones, viendo lo que creaba o desechaba, ambas cosas eran interesantes. Lo podía escuchar hablar por horas y había decidido ponerle atención.

Igual le gustaba cuando ambos trabajaban, Nikola tenía la manía de colocar su mano en su cintura si ambos estaban trabajando en el pizarrón. Le gustaba, pero no podía decirle, le daba vergüenza pensar que el humano diría algo como, "Los dioses también disfrutan estas cosas. Q.E.D."

Incluso ahora en la actualidad, después de estos días, trataba de no sacar a relucir ese lado del científico, y solo sonreír cuando este le hacía un cumplido o se acercaba a él. No tenía idea de que sentimientos tenía por él humano, pero, no era idiota, sabía que habían cambiado de su primera percepción de él.

— Beel. — dijo el científico tomando una bebida energética. — Encontré el error, fue el punto lo que provocó que el experimento saliera mal, los cálculos se desfasaron por ello.

— Nikola.

— ¿Si?

Sujetó sus manos, para llevarlas a sus mejillas, dónde el humano no tuvo que preguntar o decir algo, se acercó a besarlo, dejando por un momento la investigación que estaba haciendo. Disfrutar de que Beelzebub quiera besarlo es aun raro, nunca toma la iniciativa, así que no podía desperdiciar las oportunidades. Al igual que, al hacerlo, también podía analizar sus reacciones, ver si hay peligro o no cuando lo besa, al final, si el cubo no está activo, está en peligro a que cambie y sea asesinado por Satanás en cada momento que disfruta su compañía.

Acabó por sentarse, dejando que el dios se subiera a sus piernas para seguir los besos, deslizando sus manos por su espalda, su cintura y caderas, pegándolo más a él mientras esa sesión de besos continuaba. Sintió los jadeos y leves gemidos del dios, que le rodeaba con sus brazos, incluso sintió como el dios frotaba descaradamente su retaguardia con su bulto, tentándolo sin vergüenza, dejando que este deslizara sus manos por su cuerpo hasta apretarle el trasero, haciendo gimotear al dios maldito.

— Beel...

— Hn...

Acabó por deslizar sus manos por debajo de las ropas del dios, sintiendo su piel mientras los besos no paraban, comenzando a sentir incomodidad en su entrepierna. No pensaba excitarse de esa forma tan rápido, pero, al parecer su cuerpo le pedía sexo con desesperación. Tal vez era tiempo para que el humano aceptara lo que los resultados científicos reflejaban.

Estaba enamorándose del dios maldito. Eso era un problema, Qin había sido claro con él.

"Con Beelzebub es difícil pensar en manejarlo con el tema de Satanás. Mantenlo vigilado y sigue aprovechando de tus moscas robots para robarle información de su laboratorio y seguir haciendo inventos que logren vencer a un dios. Aunque quiero ser honesto contigo Nikola, si quiero que lo enamores para que coopere contigo, pero, no me gustaría verte enamorado de él. Es peligroso."

Al diablo las palabras de Qin, el amor también era un grandioso experimento que iba a experimentar. El amor, algo tan raro e inexplicable, diferente para cada persona, cambiante y salvaje, en definitiva, no era algo de lo que se quisiera perder.

— Nikola, Hn... llévalos dentro. — podía sentir como Beelzebub levantaba un poco el trasero, para que el científico pudiera ingresar sin problemas sus dedos de manera cómoda, mientras seguían los besos.

En definitiva, dedear a su pareja mientras estaba en medio de una investigación, era algo que nunca pensó que viviría. Pero estaba encantado de experimentarla.

Al menos antes de ser interrumpidos.

— Oh, no quería interrumpir, volveré en otro momento.

Se había sentido como un balde de agua fría ver a Hades a unos metros de ellos. El dios del inframundo le dio una leve sonrisa a lo que rápidamente Beelzebub se puso de pie, dejando a Nikola detrás, arreglando su ropa.

— ¿Qué haces aquí? — dijo un alterado Beelzebub con vergüenza.

— Venía a decirte que los arreglos que hiciste en el lado norte del inframundo quedaron perfectos, tendremos una revisión mañana en la mañana. — sonrió Hades, era una clave para decir que se reunirían para hablar de ya saben que, en ya sabe dónde. — Toqué muchas veces, pero nadie contestó, la puerta estaba abierta, lo siento.

— Descuida. — dijo el humano anexándose a la conversación, dándole una sonrisa. Levantándose y colocando una de sus manos en la cintura de Beelzebub. — Eres bienvenido a venir siempre que quieras, solo recuerda, si no te responden cuando tocas una puerta, no es una invitación a que entres, se considerado en tus acciones.

— Lo tendré en mente. — comentó Hades. — Creo que me dejé llevar dado que he entrado en el hogar de mi amigo sin pedir permiso desde hace siglos atrás, la costumbre.

— Pues adáptate. — sonrió Nikola. — Es detestable ser interrumpido por alguien en momentos íntimos. Si quieres, puedo enseñarte lo que es adaptarse a las situaciones, no muchas personas comprenden su significado.

Hades le miró sorprendido, a lo que Beelzebub igual, esa conversación pasivo agresiva que Nikola estaba sosteniendo con Hades solo podía significar una cosa, que en la mente de los tres se hizo clara. Eran celos los que estaba reflejando Nikola, y era obvio porque, sabia que Beelzebub estaba enamorado de Hades, y que le dejara de lado apenas el dios entró, le había molestado.

— Ah, Nikola iré con Hades a mi laboratorio, te veo luego. — dijo el dios mirando al humano, apartándolo un poco. — No adelantes las cosas hasta que yo regrese.

— Eres injusto. — sonrió el científico. — Pero lo acepto, debería escuchar más a mis hermanos.

— ¿Eh?

— Nada, diviértete, te esperaré aquí.

— Te veo en un momento. — mencionó el dios mirando esos ojos verdes. — ... No es lo que piensas.

— ¿Eh? — ese comentario había confundido al científico.

— Te veo más tarde.

— Con permiso, Nikola. — comentó Hades, saliendo junto a Beelzebub.

— Hasta luego. — respondió el inventor, mirando a su esposo salir con Hades. Fue allí cuando se dio cuenta de sus puños apretándose con fuerza, oh, estaba molesto, muy molesto por lo que sucedió.

Pensó por un momento, ocupar a las moscas robot y seguirle, pero no, no quería hacerlo, no quería admitirlo, no quería pensar que realmente su mente estaba cayendo y él no estaba controlando la situación. Es Nikola, la mente maestra del Edén, no podía ser vencido por simples celos. Tal vez si quería experimentar sentirse enamorado, pero, al mismo tiempo, sentía miedo de ser lastimado. Ya había visto a sus hermanos con el corazón roto antes, de solo recordar a Kojiro deprimido, le daba escalofríos pensar que eso le pasaría a él y dejaría la ciencia de lado.

Por su parte, Beelzebub acabó por caminar junto a Hades por el Helheim, sin rumbo fijo, el rey del inframundo le miraba de reojo y sonreía, a lo que el dios maldito no soportó y acabó por darle un leve golpe en el hombro. Hades levantó las manos en señal de rendición mientras dejaba salir su risa, su perfecta y hermosa risa. No había pasado mucho tiempo, su amor por Hades seguía siendo más grande de lo que sea que está sintiendo por Nikola ahora.

— ¿Qué piensas de Nikola Tesla ahora?

— No estoy seguro. — contestó Beelzebub mirando al frente. — Es complicado definir que siento por él.

— Por como lo besabas parece que te gusta. — rio Hades. — Por como lo dejabas tocarte parece que te encanta.

— O solo me gusta tener sexo con él. — comentó Beelzebub sonrojándose. — No hagas declaraciones tan apresuradas.

— Sea como sea, te tiene que gustar lo suficiente para tener sexo. Al menos hay atracción física, eso es algo.

— ¿Viniste a echarme en cara que Nikola Tesla es lo mejor para mí?

— No. — comentó Hades. — Solo venía a visitarte, ver si te encontrabas bien, desde lo que ocurrió con Perséfone, no te había visto. Me explicaste por teléfono que pasó, pero quería verte y asegurarme que estabas bien, incluso verte en sueños no me hacía sentir tranquilo. Quería ver al tú real y ver que todo está bien, Beel. — comentó Hades revolviéndole el cabello. — Y me siento tranquilo con lo que vi.

Y allí estaba de nuevo, el perfecto Hades que le enamoraba. Se preocupaba por él, consideraba el irlo a buscar, incluso cuando le había fallado, nunca le recriminó o se enojó con él, solo se preguntaba si estaba bien. ¿Cómo es que podía ser tan perfecto?

— ¿Con lo que viste? — rio Beelzebub tratando de despejar su mente de Hades. — Eso es solo algo de sexo casual.

— No fue lo que estabas haciendo, fue que sonreíste. — sonrió Hades. — Eso calma mi corazón, saber que te encuentras bien. Beel, quiero que seas feliz, eso me importa mucho, lamento si en algún momento no lo parecía, pero me importas, eres mi amigo, por supuesto que quiero tu felicidad.

— Hades...

— ¿Si?

— Si... si hubiera llegado a el juicio, si hubiera salvado a Perséfone. ¿Realmente hubieras cumplido tu promesa?

La mirada sorprendida de Hades confundió un poco a Beelzebub, más cuando este se sujetó la barbilla y miró al dios maldito para después sonreír levemente.

— Hubiera cumplido mi palabra. — sonrió Hades. — Pero, Beel, no serías feliz.

— ¿Yo? ¿No querrás decir tú?

— Beel. — suspiró Hades. — Ser mi reina, o ser mi amante, nunca te haría feliz. Yo te amo Beel, eres como un hermano para mí, te cuido como uno. — sonrió Hades. — Pero ese amor es algo que nunca va a cambiar, y ese era el problema, al final, hubieras odiado estar a mi lado, porque nunca iba a verte como esperas que te vea.

El dios maldito bajó la mirada, eso había dolido, pero no tanto como pensó que lo haría.

— Pero. — dijo Hades sujetándole las mejillas. — Me alegra que, poco a poco tu corazón este comenzando a fijarse en alguien más. Me alegra verte sonreír y ser feliz, es lo único que buscaba para ti.

— ¿Puedes dejar de ser perfecto por 5 minutos? — dijo Beelzebub mirándole.

— ¿Qué? — rio Hades.

— Trato de no enamorarme de ti, y lo único que haces es volverme a enamorar, maldito desconsiderado. — respondió Beelzebub. — Estoy bien, ya puedes retirarte, entiendo lo que quieres decirme.

— Beel...

— Se considerado conmigo. — comentó el dios maldito dando media vuelta. — Sabes que me duele, así que no me pidas que no sienta el duelo y rechazo que me has dado, alégrate que lo he captado y he decidido dejar esa lucha, por lo tanto, déjame sentir estos sentimientos y comenzar a librarme de ellos.

— Entiendo.

— Te veo en nuestra próxima reunión, amigo mío.

— Nos vemos pronto. — sonrió Hades.

Tal vez, lo había tomado con la mayor madurez posible, sabía que era imposible quitarle a Hades de la cabeza a Qin Shi Huang. Lo sabía, nunca le ganaría a dicho humano, pero, mientras caminaba de regreso, solo pudo apretarse el pecho sintiendo sus lagrimas salir, era injusto, muy injusto amar a Hades, vuelve locos a todos, siendo tan amable y único, que es difícil aceptar el rechazo de él. Quería controlar sus lágrimas antes de entrar de nuevo a su hogar, antes de entrar al laboratorio, antes de todo, pero no pudo.

— ¿Nikola? — dijo el dios maldito buscando al humano, y ver que no se encontraba en el laboratorio.

Aprovechó eso para seguir llorando, tenía que sacarlo, era necesario, al final, solo podía desahogarse de esa forma solo, y el humano no puede ser su pañuelo de lágrimas, no podía seguir usándolo. De solo recordar lo que dijo Loki, "tu premio de consolación", le ardía, se sentía como basura pensar que estaba tratando a Nikola de esa forma.

Tal vez, era mejor simplemente alejarse de todo un poco.

Pero, acabó por sentir unos brazos rodeándole por detrás. No tuvo que voltear para saber a quién pertenecía la calidez que le abrazaba. No hubo palabras, no se necesitaban. Nikola Tesla abrazaba a Beelzebub mientras este lloraba, porque le estaba apoyando, porque era importante para el científico que el dios estuviera bien, sin importar nada, ayudas a las personas que quieres, estés molesto con ellas o no.

"Uno ayuda porque le nace, Nikola. Incluso si estas molesto, incluso si estas acabado, uno siempre ayuda a las personas que quiere. No se trata de buscar algo recíproco, el amor es así, tiene que ser desinteresado, no se trata de un intercambio equivalente, el amor es injusto y loco, lo sientes y ya, es todo, no hay una razón o método lógico, el amor es un experimento diferente por cada día que lo vives."

Recordaba la frase de su padre, y es por ello que entendía todo. No importa si estaba enojado con Beelzebub, le apoyaría en sus momentos débiles. Porque estaba seguro, que eso es lo que verdaderamente una persona como lo que él quiere ser, haría.

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Sabía que su presencia significaría llamar la atención de todos, pero estaba bien, era un dios al que no le importaba ninguna mirada. Traía consigo esa paleta en su boca mientras pisaba suelo nórdico, y saludaba a algunos dioses de rango inferior, siguiendo su rumbo. Consigo tenía una bolsa pequeña con diferentes golosinas en ella, buscando con su mirada su objetivo.

Hasta que lo vio, caminando tranquilamente cerca de la entrada de uno de los jardines flotantes de Asgard. Se acercó con una sonrisa, saludando de lejos mientras que el otro dios al fin notó su presencia, animado saludándolo, y acercándose a Buda.

El iluminado le recibió extendiendo una paleta de hielo sabor fresa, a lo que el dios nórdico aceptó gustoso, mientras estrechaban un corto abrazo.

— Mucho tiempo sin verte, Heimdall. — sonrió el dios. — Perdón, Hei-chan mejor.

— Creo que fue desde la boda con los humanos. — rio el nórdico. — Realmente te pasaste de copas ese día.

— Tenía que hacer divertida esa celebración. — el dios soltó una risa. — Que te me unieras fue lo mejor de todo.

— Deberíamos repetirlo, puedo pasar por tu casa de vez en cuando. — dijo el nórdico comenzando a caminar junto al iluminado.

— Eres bienvenido. — sonrió Buda.

— ¿Qué te trae por aquí? No es común verte caminando por tierras nórdicas. — dijo el dios disfrutando de la paleta que le habían dado. — Pensé que no te llevabas bien con Odín.

— Nadie se lleva bien con Odín, el único que se lleva bien con él, es el otro insoportable, o sea Zeus.

— Bueno, en eso tienes un punto, entre dioses supremos se entienden. — rio Heimdall.

— He venido porque la otra vez estaba pensando en ti. — confesó Buda. — Y no me lo he podido sacar de la cabeza.

— Es un halago, pero, no eres mi tipo Buda, además siento que eres muy joven para mí. — sonrió Heimdall haciendo que el iluminado soltara una tremenda carcajada.

Se llevaban bien porque ambos eran desinteresados. Tanto él como Heimdall se mantenían neutrales en la mayoría de las cosas, no querían problemas, preferían relajarse y hacer lo suyo en lugar de estar reuniéndose con los dioses. Su amistad había comenzado con ser los únicos dos que no asistieron a una reunión comunal dentro del Valhalla, y ambos decidieron mejor solo relajarse en algunos jardines. Buda comiendo dulces, y Heimdall durmiendo un rato.

— No es eso, tonto. En mis salidas con Zero-Chan, paseábamos cerca de los jardines flotantes, y esos jardines tienen cosas de todos los panteones. — sonrió Buda. — Leí algo allí que no se su significado. Decía "Ragnarök", ¿tú sabes qué es eso?

— Oh el Ragnarök, es... — Buda pudo notar como el rostro del dios, hizo una mueca discreta de dolor, y sujeto su barbilla. — Bueno, el Ragnarök es el lugar dónde la batalla final entre humanidad y dioses se lleva a cabo. Es una batalla donde se supone que se enfrentarían 13 humanos contra 13 dioses en combate individual. En el improbable caso de que los humanos consiguieran 7 victorias, se les permitiría un deseo y daría comienzo a un nuevo mundo después. — comentó el nórdico mirando curioso al cielo. — Espero algún día llegue ese momento, lo he esperado eones, quiero poder tocar mi Gjallarhorn, y poder darle inicio al final de todo.

— ¿Humanos? ¿Batalla? ¿13 guerreros? — Buda sintió un escalofrió, sin poder explicar ese sentimiento en su cabeza. — ¿Existe algo así?

— Oh, bueno la historia dice que serán humanos quienes enfrentarán a los dioses. Pero, eso es prácticamente imposible, lo más seguro es que los humanos tengan razón y se trate de algo de dioses contra dioses, pero últimamente todos nos llevamos bien. El Ragnarök en definitiva es ese evento que nunca se llevará a cabo. ¿A quién le interesaría pelear a morir?

— Tienes un punto. — dijo Buda. — ¿El Ragnarök nunca ha sucedido?

— No, nunca. — rio Heimdall. — Estaría muy seguro si ya nos hubiéramos enfrentado a nuestra propia extinción.

— Bueno, Hei-chan, ¿cómo puedes estar tan seguro de eso? — preguntó Buda mirándolo. — ¿Qué si el mundo que vivimos ahora es el resultado de ese enfrentamiento? Al final, si después de una batalla, comienza a un nuevo mundo, quiere decir que puede que ya haya habido diferentes Ragnarök y simplemente estamos viviendo un nuevo mundo. — sonrió el iluminado. — Soy un dios relativamente joven, ¿sabes? Tal vez eso ocurrió mientras no estaba aquí todavía.

— ¿Joven? — Heimdall soltó una carcajada. — Bueno, ahora que lo pones así, puede que sucediera, al final, supongo que solo un dios puede saberlo si realmente pasó ya.

— ¿Eh? ¿Se puede saber si ha sucedido el Ragnarök, aunque nosotros aun no existiéramos? — dijo Buda con sorpresa. — ¿Quién podría decirnos?

— Sí, claro que se puede saber. — comentó Heimdall. — Seguro la respuesta está en el Helheim.

— ¿El Helheim?

— Puedes borrar todo de la existencia misma, pero no puedes borrar nada de la muerte. — sonrió Heimdall. — Si el Ragnarök ocurrió, quiere decir que muchos murieron, y si murieron, tienen que estar en los registros del Helheim. Hacen el conteo de todas las almas y de aquellos que incluso no tienen una. El registro de la muerte como así le llaman unos, solo se puede encontrar allí. Seguramente resguardado por los dioses de la muerte, como Hela nuestra diosa y custodiando su puerta debe estar Garm. Y no solo ellos, seguro Thanatos igual vigila los registros, y no solo él, Anubis, Iama, todos ellos deben salvaguardar en el Helheim los registros de las muertes. Y todos son comandados por Hades, nuestro rey del inframundo.

— Hm... — comentó Buda dándole palmaditas en la espalda de Heimdall. — Entonces es imposible saberlo.

— Bueno, supongo que, si convencieras al rey del inframundo de mostrártelos, te los mostraría. Él debe saber si ha existido un Ragnarök o no.

— Tal vez lo haga. — rio Buda. — Pero Hei-chan, eso de investigar es my cansado, prefiero solo comer dulces.

— Sigues siendo el mismo de siempre, Buda. — mofó el nórdico.

— Nunca voy a cambiar. — sonrió el dios. — El único que puede hacerme hacer algo, soy yo mismo.

— Seguro que sí.

— Bueno, tengo que irme por ahora, recuerda que eres bienvenido siempre que quieras tomar algo, ya sabes dónde encontrarme.

"El culpable es el dios Hades, él está manipulando a todos." Recordaba las palabras de ese humano condenado. Quería preguntarle a Heimdall sobre las valkirias, pero iban a ser muchas preguntas y eso podría hacer que interrogaran a Heimdall, seguramente lo harán ahora que había hablado con él. Tenía un gran problema con el hecho de que la respuesta estuviera en el Helheim, no era un dios supremo. Ser un iluminado que ascendió a dios, no le garantizaba que podría entrar y salir del Helheim sin problemas, seguramente parte de su alma sería desgarrada o arrebatada por el mismo inframundo.

La única forma de entrar sería Hades permitiéndole ingresar, pero, Hades nunca le abriría las puertas para que entrara a curiosear dentro de su reino. Menos si resulta ser que Sigurd tiene razón en todo lo que ha mencionado.

— Me encuentro en un punto muerto, Zero-chan. — dijo al aire tratando de pensar en una idea.

Pero, no pudo hacerlo, al menos no en ese momento, solo podía caminar acercándose al templo enorme que custodia la entrada del Bifröst, mirándolo a lo lejos, claro que podría acercarse a la puerta, pero nunca podría abrirla, no sin perder algo en dicha acción. Entonces lo vio, vio a Odín caminando de regreso de dicho lugar, era un Odín en definitiva más joven. "¿Se rejuveneció?" pensó, mientras caminaba con sus típicos cuervos en sus hombros, recibiendo reverencias en cada paso que daba.

Acabó por pasar a su lado, sin decirse nada, ninguno de los dos, siguiendo su curso. Solo pudo sentir que el aura de Odín lo asfixiaba, el nórdico odiaba a dioses como él. Simplemente demasiado rebeldes para controlar. Eso le parecía gracioso a Buda, se había casado con el humano más rebelde que hay, el cabeza dura de Leónidas, en definitiva, los opuestos se atraían.

— Si seduzco a Hela, ¿me perdonarías, Zero-chan? — se dijo a si mismo viendo hacia el lugar que custodiaba al Bifröst. — No, seguro acabarías por arrancarme la cabeza. Tú eres aterrador cuando te enojas, parece como si te convirtieras en un demonio.

Entonces antes de darse por vencido y caminar de regreso a casa, lo vio, la respuesta a todos sus problemas aparecía ante él.

Usaba un conjunto negro con rojo, caminando hacia el Bifröst como si regresara a casa, con una canasta llena de regalos, y manzanas rojas, si, en definitiva, Qin Shi Huang regresaba del Edén con diferentes regalos consigo. Pudo ver como el humano se despedía de su hermano Lü Bu, caminando de regreso, haciendo resaltar su rostro con esa perfecta sonrisa que tiene, cubriendo sus ojos con esa banda.

Buda ni siquiera lo pensó, acabó por acercarse rápido, para estar a unos metros del emperador, y ver como este paraba su caminar, señalando hacia él de golpe.

— Qin, emperador de los humanos. — dijo Buda tranquilo.

— El iluminado, el gran Buda. — dijo en un tono serio Qin. — ¿Tienes algo para mí?

— Claro que lo tengo, nunca olvidaría nuestro trato. — comentó Buda acercándose para acabar por depositar una paleta en las manos de Qin.

Ambos acabaron por reír, haciendo que el humano dejara un momento la canasta que traía consigo en el suelo y se lanzara a abrazar al dios. Buda conocía a todos los humanos desde pequeños, era cercano a cada uno a su modo, y por supuesto que nunca olvidaría haber negociado con un niño de 6 años para aceptar darle una paleta cada vez que se encontraran. Al final, el maldito niño le había ganado en una partida de ajedrez, tenía que admitir su derrota y darle una paleta siempre que la viera.

— Sigues oliendo a dulces, es normal que detecte tu presencia a kilómetros. — rio Qin.

— A veces me olvido que lograste desarrollar todos tus sentidos al máximo, Qin-chan. — rio Buda. — Estas enorme, aún recuerdo ir al Edén y verte apenas llegándome a una rodilla. En la boda apenas pensé que eras tú, pero, en definitiva, no hay nadie más que tenga esa sonrisa confiada y llena de orgullo como tú.

— Lo tomaré como un halago, gracias. — sonrió Qin. — Ahora no solo soy un príncipe del Edén, y próximamente el rey de la humanidad del Edén, ahora soy la reina del inframundo.

— Oh... — Buda soltó una pequeña sonrisa. — Es cierto, te casaste con Hades, ¿ya disfrutaste estar muerto?

— Bueno, el Helheim apenas me está aceptando. — dijo el humano apartándose y tomando la canasta.

— ¿Comerás las granadas?

— ¿Eh?

— Bueno, la historia dice que las granadas te atan al inframundo. ¿Lo harás?

— No soy tan estúpido. —rio Qin. — No se los efectos de esas granadas en humanos. Pueden ser un mecanismo para que el Helheim me controle, por lo tanto, no las comeré hasta estar seguro. Por ahora, con el título que tengo, puedo estar allí y viajar por todo el Helheim sin problemas de mortales, además Hades me comparte su energía para protegerme, con el anillo que me dio, todo estará bien.

— ¿El Helheim se abre ante ti incluso aunque no te hayas unido a él? Impresionante. — sonrió Buda. — ¿Y ese anillo te protege sin problemas?

— Bueno, solo me puede proteger a mí. — dijo Qin. — Son personalizados, Nikola y yo tenemos con nosotros la energía de Beelzebub y de Hades para evitar que seamos afectados por el Helheim. Pero, si yo quisiera prestar este anillo, no podría proteger a otro portador. Ellos dos los hicieron exclusivos para nosotros.

— Oh, que romántico. — rio Buda, sintiendo malestar en el estómago, allí iba su única oportunidad de entrar. — Oye Qin, ¿tú sabes que es el Ragnarök?

El emperador hizo un gesto de dolor, ahora en definitiva estaba seguro de que algo pasaba con esa palabra. Aunque la duda aquí era, ¿cómo es que Buda la conocía? Por otro lado, el dios hindú sonrió al ver esa expresión en el humano, en definitiva, el Ragnarök era algo que afectaba a cualquiera que pensara en él. Qué curioso.

— No sé qué es eso. — dijo Qin mirándolo. — ¿Tú sabes? Es que, he escuchado esa palabra antes, y en los libros de historia solo lo mencionan como un evento apocalíptico, pero eso nunca ha pasado. ¿Oh sí?

— Bueno, la verdad no sé nada de él, pero, me duele la cabeza cada que pienso en ello. — dijo Buda ante la sorpresa del humano. — Y por tu reacción, parece que tú también sufres de dolores.

— Esto es extraño.

— Esto es curioso. — replicó Buda. — Qin... quisiera que habláramos en privado, en un lugar donde realmente estemos solos...

— ¿Buda? — Qin se sentía confundido, pero el tono del dios era serio. Sabía que solo eran pocas las ocasiones en las que el dios se ponía así, por lo tanto, no podía ignorarlo. — ¿Pasa algo? ¿Tú sabes?

— Siento que tú como yo, Qin-chan, tenemos la sospecha de que hay algo raro en todo esto.

— Yo...

— ¡Qin!

Ambos hombres voltearon al ver a un Hades acercándose a lo lejos. Buda pudo notar como el semblante del humano cambió a la perfección, Qin era un maestro en el juego, nunca dejaría ver lo que tramaba, solo lo vio corriendo hacia el dios y acabar por abrazarle. Pudo notar como Hades le abrazó y besó sus labios de manera tierna para acabar por tomar su mano y acercarse a donde estaba Buda.

No importa como mirara el rostro de Hades, seguía siendo el mismo Hades de siempre. Amable, cordial, y con esa aura perfecta que siempre tiene, era el Hades que conocía, el dios en el que todos confían, era imposible pensar que alguien tan bueno como Hades haría eso.

Que Sigurd le dijera que todo esto era plan de él, se le hacía imposible considerarlo, porque de ser verdad, perdería al único dios al que le muestra realmente respeto.

— Buda, ¿cómo te encentras? — habló Hades saludándolo.

— Bien, con ganas de salir a pasear y comprar dulces. ¿y tú?

— Iba a visitar a Poseidón. — sonrió Hades. — Ahora que me encontré a Qin, creo que podemos ir juntos.

— Sería bueno, quiero ver a Kojiro. — complementó Qin.

— Si lo ves, salúdamelo, dile que extraño ver películas con él, que vaya a visitarme cuando pueda. — sonrió Buda. — Amo jugar con el cabello de Koji—chan.

— Claro, le diré, pero seguramente tendrás que soportar a su esposo odioso. — rio Qin ante la negativa de Hades. — Aunque mi esposo afirme que Poseidón es un pequeño bebé lindo, todos sabemos que crio un demonio.

— Te juro que Poseidón es un buen dios. — y una sonrisa se depositó en su rostro. — Por cierto, Buda, ¿y ese parche? — dijo Hades mirándolo curioso.

— Oh, digamos que perdí mi ojo, así que decidí ponerme un parche. — comentó el dios indio.

— ¿Quieres ayuda? ¿Estas herido? — preguntó Hades acercándose con preocupación.

— No, no, descuida, tal vez pase a ver a Beelzebub después. — sonrió el dios hindú. — Tendrá que hacerme otro ojo.

— Si necesitas ayuda, no dudes en pedirla.

— Claro. — sonrió Buda, al fin, lo que quería, una invitación abierta. — Oye, tomándote la palabra, ¿puedo visitar el Helheim para ver a Beelzebub?

— Por supuesto amigo, tu solo di que día y te dejaré ingresar. — sonrió Hades.

— Bien, me encantará, muchas gracias. Te enviaré un mensaje cuando vaya para notificarte.

— Hazlo pronto para poder mostrarte mi jardín favorito, te gustará. — sonrió Qin.

— Lo haré. — sonrió Buda.

Ante la superficie, era una linda plática entre amigos. En dónde los reyes del inframundo acabaron por despedirse, a lo que Buda encaminó a su hogar. Qin y Buda sonrieron al mismo tiempo, se comunicaron de esa forma para darse una señal de que estarían trabajando juntos de ahora en adelante.

Buda por su parte consideraba esta situación perfecta, sólo necesitaba que Qin consiguiera la información, al final, la reina del inframundo tiene los mismos permisos que el rey. Y si él iba a ingresar al Helheim, le ayudaría en cada una de las cosas que necesitara la reina para conseguir la verdad detrás del Ragnarök.

La reina al final de todo, siempre podrá moverse libremente en todo este tablero que el rey del Helheim ha construido.

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Y se acabó.

Se supone que escribiría un capitulo corto, pero salió más largo de lo que pensaba. Estaba pensando hacer capítulos cortitos, ¿les sería más fácil leerlos? O está bien el tamaño que tienen actualmente.

Y pues F, ya desfloraron a Kojiro.

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