FASE 2
No podía con la vergüenza.
Solo podía girar en la cama recordando la noche anterior. Podía mirar las marcas en sus brazos, cuello y pecho, sabiendo que tenía mucho más en sus piernas. Su cabello obscuro desatado, su garganta algo irritada, lo sabía, sabía que él había cedido a todo eso, pero aun así sentía mucha vergüenza.
Anoche, podía sentir a Poseidón embestir entre sus muslos, no lo estaba penetrando, pero sentir el roce contra su cuerpo, los gemidos del dios tan cerca de su oído, cómo este le acariciaba el pecho, para acabar por deslizar sus manos hasta su miembro y frotarlo. Realmente tuvo que apartarlo en ese momento, pero no pudo, solo se dedicó a gemir, demasiado deseoso de sentir las manos del rey de los mares. A decir verdad, incluso disfrutó cuando le apretó las tetillas, provocándole algo de dolor y placer al mismo tiempo.
Además, hizo que se corriera primero, para después sentir el líquido caliente y húmedo entre sus muslos y en la cama. Lo que al final le provocó un cosquilleo enorme en el vientre, como si deseara tener algo allí, nunca había deseado tener algo dentro de él, al menos no lo suficiente para que hiciera lo que hizo.
— Poseí... Poseidón... — jadeaba el japonés mirando atontado aquellos ojos azules. — Ah... Toca...
— Kojiro estaba atontado, abriendo sus piernas lentamente, dando luz verde al dios.
Pero.
Sintió los dedos del dios en sus labios, haciendo una seña de que guardara silencio.
— Deberíamos dormir. — sonrió el dios. — Descansa, mi reina.
— Hn... Poseidón, ¿Qué?
— Duerme por ahora. — comentó el dios, dándole otro beso que le arrancaba el aliento, mientras acariciaba el cuerpo del menor, sintiendo como el humano se estremecía. — Buenas noches, considera esto un pequeño castigo. Confía en mí, aprende a confiar en mí, Kojiro.
Volviendo a la actualidad, Sasaki no podía sacar su rostro de su almohada, ese maldito hijo de puta lo había hecho a propósito, le había rechazado, como si lo estuviera torturando por primero negarse a él. Se le iba a entregar en bandeja de plata, pero el orgullo del dios de los mares es más grande.
— Tonto...
Aunque, el sonrojo en el rostro de Kojiro, y la manera en la que abrazaba la almohada delataban una cosa. Le encantaba la personalidad de mierda de Poseidón.
— No puedo creerlo, realmente soy masoquista. — suspiró decepcionado, hasta que después recibió una señal en su celular, una que lo hizo sudar frio.
"Vengan todos a comer al Edén, su madre preparará su favorito, no falten."
Adam les había dado, prácticamente una orden a sus hijos, de presentarse en el Edén. Y Kojiro no podía llegar así. Se levantó desnudo para mirarse en el espejo de cuerpo completo, y vio lo que temía. Su cuerpo estaba lleno de besos y mordidas, principalmente en el cuello y entre sus piernas. Agradecía a los dioses que Poseidón se despidiera de él temprano, mencionándole que le vería en la noche, dándole tiempo al japonés de estar a solas y poder arreglar el problema que tenía entre manos.
No podía dejar que Adam notara esas marcas en su cuerpo.
Por lo tanto, corrió a ducharse y una vez fuera, vio diferentes vestimentas, tenía que tener una buena excusa para estar completamente cubierto, así que, ante su sorpresa, vio algunas prendas que Poseidón había conseguido para él al parecer, ya que eran las únicas que no reconocía dentro de su ropaje habitual. Esa sería su escusa, querer usar el regalo que su esposo le dio.
Se había colocado un pantalón negro, algo ajustado a su cuerpo, cosa que hizo sentir al inicio incómodo al samurái, pero, al notar que podía moverse libremente, se acostumbró a él. Después una playera azul marino de manga larga y cuello, para al final, arriba usar una camiseta blanca, colocando los adornos en su cabello, dejando en claro su unión como reina de los mares, y por supuesto, en su mano esa argolla de bodas que lo enlazaba en matrimonio. Estaba usando su cabello suelto esta vez, ya que no quería hacerse la coleta, el cabello le ayudaría a cubrir más zonas de su cuello.
— Vamos, vamos, no podemos seguir así, lo de anoche fue un error, un desliz en mi debilidad por tener el corazón roto. — se decía a si mismo Kojiro mirándose al espejo. — Poseidón y yo es un simple matrimonio falso, entiéndelo, él no quiere tenerte, él...
"Te tendría a ti."
Kojiro recordaba que Poseidón había sido claro al respecto con ello, él le había dicho que lo quería, pero aún se le hacía raro que le quisiera. ¿desde hace cuánto la mirada fría de Poseidón le había estado mirando? ¿Era como Qin con Hades? Se había interesado en él desde hace tiempo, y aunque sabía de su existencia, solo comenzaron a hablar cuando todo esto pasó. Era extraño pensarlo, pero, aun así, salió de su habitación, y corrió camino al edén.
Al llegar a su casa, quien le recibió en la puerta fue Michel, usando su típico traje inspirado en la moda francesa, donde portaba una enorme sonrisa, a la que Kojiro le devolvió con alegría, pero, su pequeño hermano hizo un gesto de sorpresa, dando pasos hacia atrás mientras le miraba de arriba abajo.
— ¿Michel? — dijo el samurái. — ¿Estás bien? ¿Pasa algo? ¿Tengo algo en el cabello?
— ¿Quién eres? — comentó su pequeño hermano. — ¿Quién eres y qué diablos le hiciste al vagabundo de mi hermano? — dijo el adolecente poniendo una posición de defensa.
— ¿Eh? ¿Vagabundo?
— ¿Quién es Michel? — preguntó esta vez Grigori caminando a la puerta, quedándose igual de impactado al ver a Kojiro y este comenzó a preocuparse. ¿Qué diablos pasaba con sus hermanos? ¿Por qué le miraban así?
— ¿Qué tengo? ¿Por qué me ven así?
— Oigan, ¿quién está en la puerta? — preguntó esta vez Leónidas quedándose estupefacto al ver a Kojiro, escupiendo el juego de manzana que le había dado Eva momentos atrás. — No puede ser.
— ¿Qué? ¡Por el Edén, díganme! — comentó ya un asustado Kojiro al ver la reacción de sus hermanos.
Rápidamente Leónidas le sujetó del brazo metiéndolo y poniéndolo frente a Adam como a Eva, Okita y Simo, al parecer de los mayores, solo había llegado Leónidas y él por el momento. Pudo ver como su madre escupió su jugo de manzana, y Adam tenía la boca abierta de la impresión. Kojiro no podía entender la reacción de su familia en absoluto.
— ¡¿Qué diablos sucede?! — preguntó ya alterado.
— Es que... — dijo Simo mirándolo. — Kojiro, te ves diferente.
— Así que ese es el cuerpo que escondes bajo esas masivas Yukatas y telas. — dijo Leónidas mirándole. — Nunca en la vida te había visto con pantalones pegados a tu cuerpo, tienes una cinturita, hermano. Además, esas piernas gruesas y trabajadas, dando resultado ese hermoso trasero firme y redondo. Tu lindo cabello largo suelto, tu rostro tan adorable, esos adornos en tu cabello...
— No hueles a pino por primera vez en la historia, no era un olor desagradable, en realidad me gustaba, pero ya me había cansado de tu aroma a bosque y madera. — agregó Grigori.
— Eres... atractivo. — dijo Okita mirándolo. — Pero no me agradas así, quiero a Kojiro de regreso.
— Nos agrada más nuestro hermano vagabundo. — sonrió Michel.
— Luces como un verdadero heredero del Edén. — replicó Leónidas.
Kojiro solo pudo pintar sus mejillas carmesí mientras Adam le daba una sonrisa, para al final darle palmaditas en la espalda mientras Kojiro se arrepentía de usar esa ropa.
— ¿Por qué no usaste tu ropa? — preguntó Adam.
— Es un regalo de mi esposo, quería usarlo y ser agradecido. — rechistó Kojiro cubriéndose el rostro. — No pensé que me vería tan diferente.
— Luces muy adorable. — comentó Adam. — Pero sigues siendo un poderoso samurái. — y en un paso, caminó a una puerta sacando dos katanas poniéndolas frente a Kojiro. — Y un samurái nunca va desarmado, mi pequeño. Uses la ropa que uses, te veas como te veas, eres la espada del Edén, así que nunca olvides que eres un gran guerrero y mi hijo.
Kojiro sonrió tomando las espadas. Adam sabía que Kojiro no se sentía cómodo cuando las personas le miraban de esa forma, Kojiro quería ser admirado por convertirse en el mejor espadachín, no por su belleza, así que papá sabía que decir para hacerlo sentir mejor.
Y entonces comenzó un desfile que Adam no esperaba de sus hijos mientras iban llegando a su hogar. El siguiente en llegar fue Nikola, quien como es característico, usaba su ropa habitual, con esa tremenda sonrisa que tiene, y con una pequeña curita a un lado de su labio. Pero su humor y su siempre positiva actitud eran iguales. Por supuesto que recibió los abrazos de sus hermanos, intercambió risas con Grigori quien le había susurrado algo y Nikola había asentido provocándole risas al ruso. Por supuesto que se sorprendió de la apariencia de Kojiro, mirándolo de cerca y después sonreír.
— Kojiro, eres atractivo. — sonrió con entusiasmo Nikola. — No será problema para ti perder tu virginidad.
Por supuesto tuvo que ser Adam y Leónidas quien cubrieran la boca de Niko, después de ese comentario, pero ahora Okita y Michel habían escuchado, y solo miraron ambos a Adam y aunque los dos sabían a que se refería su hermano, decidieron molestar a su padre.
— ¿Qué es virginidad, padre? — dijeron al unísono provocando que Adam sudara una gota fría por su frente.
— Es...
— Es cuando no has tenido relaciones sexuales. — respondió rápido Nikola. — ¿Por qué preguntan? Les he dado clases de educación sexual además...
— Nikola, cariño, ¿me ayudas en la cocina? — dijo Eva, tomando la mano de su hijo. — Vamos...
Solo Eva podía detener la boca sin filtro de Nikola, y además adoraba a su pequeño científico cerca, pero a veces, Nikola olvidaba que hay cosas que es mejor no mencionarlas. En lo que Eva y el científico estaban en la cocina, llegó Kintoki con un postre en sus manos. Acompañado de dioses de grado bajo, quienes le ayudaban con los obsequios que su esposo había mandado a la casa del Edén. Adam sintió fastidio por esto, no le interesaban los regalos de Zeus, pero, no podía negar que esos Knuckles personalizados color verde eran geniales.
— Dijo que eran para ti. — comentó Kintoki cargando a Michel en la espalda mientras este intentaba hacerle una llave sin éxito. — Que cuando quisieras podrías volver a pelear con él por diversión.
— Lo tendré en cuenta. — comentó Adam abrazando a su pequeño, aunque su hijo fuera demasiado alto para él. — ¿Te ha tratado bien?
— Lo ha hecho, realmente no... ha intentado nada. — comentó.
Antes de que esa conversación siguiera, en este caso fue Raiden quien arribó a la casa. Y como el descarado que es, tenía su cuello cubierto en marcas de besos. Y algunos rasguños en los brazos que habían sido vendados. Sonrió para abrazar en grande a Grigori quien se acercó a recibirlo, y después hacer lo mismo con los pequeños. Adam solo suspiró recibiendo a su pequeño, no había necesidad ni de sorprenderse, Raiden solía mostrar marcas de sus amantes en diferentes ratos, así que verlo llegar así no era sorpresa ni para él como para Eva, mucho menos para sus hermanos.
— ¿Son bonitas? — preguntó Simo mirando a su enorme hermano.
— ¡Son hermosas, Simo! — comentó Raiden cargándolo como si Simo no pesara más que un pequeño gatito. — Hermosas y muy interesantes, te llevaré a conocer el panteón indio, te gustará, podrás practicar tiro y recorrer los paisajes junto a Carelia.
— ¡Oye gigante no te olvides de nosotros! — comentó Okita pateándole la pierna.
— ¡Los llevaré a todos!
Después de la llegada de Raiden, llegó la de Jack, quien se veía normal, aunque con un elegante pañuelo amarrado a su cuello, que combinaba con su traje. Por supuesto que lo primero que hizo Jack fue ir a los brazos de Eva, quien le recibió con cariño llenándolo de mimos, después a los de Adam, sus hermanos sabían que serían ignorados hasta que Jack acabara de ser mimado por sus padres.
— No hay más bello color de amor que el de ustedes. — dijo el inglés abrazado de ambos.
— Mi Jacky, extraño tanto tenerte con nosotros. — dijo Eva abrazando a su no tan pequeño hijo.
— ¡Jack! — comento Michel corriendo a él. — ¡Mira! ¡Mira! — dijo mostrándole un libro que tenía en las manos. — Acabé de leer Macbeth, es grandioso como dijiste, me encantó, incluso recordé las frases que mencionaste, deberías quedarte a dormir, hablemos de esto.
— Eso suena grandioso, acepto. — sonrió Jack acariciando el cabello de Michel.
Ya cuando Jack saludó a sus hermanos, él siguiente en entrar fue Lü Bu, quien todos veían con extrañeza al entrar con un traje cubierto, no estaba mostrando su torso, eso era raro, pero, lo más raro ver que tenía puesta una gabardina parecida a la de Thor, aunque esta no le cubría la mitad del rostro, esta solo tenía un cuello que se lo cubría, además que, al estar abierta, se dejaba ver que tenía una playera por debajo.
— ¿Nuevo estilo? — preguntó Leónidas.
— Es un regalo de Thor. — comentó Lü Bu. — No puedo rechazar los regalos de mi esposo.
— Que curioso, eso dijo Kojiro al llegar. — respondió Simo quien retiró su cubre bocas, mostrando una cicatriz cerca de su boca que da hacia su mejilla izquierda, no era muy grande, pero a Simo no le gustaba, así que solía usar su cubre bocas, menos cuando comía. — ¿No lo crees?
— Kojiro ni siquiera ha llegado. — dijo Lü Bu mirando alrededor.
— Tú también Lü, soy yo, solo estoy usando distinta ropa. — dijo Kojiro mostrando un gesto de sorpresa.
— Oh, luces como una chica. — ese comentario se había sentido como un golpe bajo a Kojiro quien se desboronó en el sofá. — Sin ofender.
— Descuida... — suspiró ya un vencido Kojiro.
Entonces hizo aparición el hijo que realmente nunca llegaba tarde, así que era raro verlo llegar al final. Hubo un toquido en la puerta y apareció. Estaba usando ropa similar a los trajes de Hades, solo que en color negro con toques rojos. Tenía el cuello cubierto, los brazos, al igual que tenía consigo un bastón con una calavera al final. Nikola hizo un gesto sorprendido al ver el parecido que tenía con el bastón de Beelzebub, pero, notó algo diferente en este, era los ojos de esa calavera con rubíes incrustados en ella.
Qin dio algunos pasos ayudado del bastón con una tremenda sonrisa en su rostro, pero, antes de que sus hermanos o padres dijeran algo, él decidió hablar.
— Me acompaña Anubis, vienen con una ofrenda del panteón egipcio para ti padre, un regalo por la unión del Edén con los dioses. — comentó Qin.
Y entonces allí entró, un hombre muy alto, de piel morena canela, de cabello negro largo, con leves rizos, usaba un maquillaje discreto en los ojos color dorado, cosa que los humanos pudieron apreciar al momento que se quitó la capucha de cabeza de canino. El tipo era rotundamente hermoso, con un cuerpo envidiable, quien sostenía una caja de oro en sus manos.
— Con honor el panteón egipcio le hace entrega de este regalo por su unión con los dioses, Adam, padre de la humanidad. — dijo el dios clavando sus ojos en Grigori, quien sintió un escalofrió en la espalda al verlo.
— Muchas gracias. — comentó Adam acercándose para tomar la pesada caja con él. — Podía enviarla con un mensajero.
— Quería venir personalmente. — comentó el dios. — Más cuando escuché que la reina del Helheim venia de visita al Edén.
— Le dije que viniera conmigo. — respondió Qin sonriente.
— ¿Quiere quedarse a comer con nosotros, dios Anubis? — sonrió Eva al nuevo invitado.
— Muchas gracias por la invitación, pero tengo que volver. Solo quería presentar mis felicitaciones en nombre de mi panteón. Por ahora me retiro. Con permiso.
Grigori tragó saliva al momento que vio al dios retirarse, que sintiera escalofríos por alguien quien viene a la casa no era normal, tenía que averiguar de qué se trataba todo esto, ¿por qué había llegado aquí ese dios? ¿Felicitaciones? ¡Eso era falso! Lo sabía, últimamente los dioses se estaban tomando libertades para pisar el Edén sin permiso, si sus hermanos no estaban viendo eso, le tocaría a él averiguar que hay con todas esas visitas y dioses desposándolos.
Qin hizo una mueca de dolor al momento que los tres hermanos pequeños le abrazaron. Acabo por tomarse un par de pastillas para el dolor, apenas Eva le acercó algo de beber. Leónidas y Raiden estaban suprimiendo sus risas, era obvio lo que tenía el ex emperador, esas piernas temblorosas y la manera en la que recarga su peso en ese bastón.
Les sorprendía que no hubiera aparecido en silla de ruedas.
— Simo. — dijo Qin. — Hazme un favor.
— ¿Cuál? ¿Cuánto me pagarás? — dijo el chico mirándole.
— Te dejaré jugar con Cerbero. — comentó Qin. — Es muy cariñoso y le gustan las caricias en el estómago. — bueno, mentía, nunca había visto hasta el momento al jodido perro, pero era la única forma de convencer a su hermano.
— Trato, ¿qué quieres?
— Alcánzame esos tres cojines y tráelos a mí.
— ¿Para qué quieres esto? — dijo el menor llevándole las cosas.
Qin ni siquiera le importaba que la mirada de toda su familia estuviera en él. Colocó los cojines en la silla que estaba en la cabecera del comedor, y se sentó con cuidado sobre ellos, soltando un suspiro de alivio. El maldito Hades había destrozado sus caderas, la ardían sus glúteos y entrada, sus piernas las tenía adoloridas, sus brazos cansados, su voz estaba irritada, y su cuerpo estaba lleno de marcas del rey del Helheim.
— Kojiro, ¿ese cuerpo es el que escondes debajo de la Yukata? — sonrió Qin, desviando la atención de él. — Nunca en la vida te había visto con pantalones pegados a tu cuerpo, tienes una cinturita y piernas gruesas y trabajadas, y dios ese trasero. Eres tan lindo, definitivamente Poseidón no te merece, tú luces más divino que él.
Kojiro solo estaba sufriendo por las burlas y coqueteos a juego de sus hermanos, pero, en el momento que Eva pidió que todos se sentaran a comer, pararon las bromas y se dedicaron a hablar los unos a los otros. Por supuesto que Adam preguntó sobre cada uno de sus hijos, y todos respondieron con sinceridad, quitando del plano la noche de bodas, que eso nunca hablarían con su padre.
Eva era la más entusiasmada al tenerlos en el hogar, se dedicó a escucharlos a todos, de darles mimos y de cocinarles a cada uno su platillo favorito. Tal vez lo adioses consideraban que tenían felices y consentidos a sus esposas, pero no, una hora con Eva y ya se habían olvidado que estaban casados. Sus hijos estaban maravillados con su madre, amaban la atención, y amaban desahogarse con ella. Aunque los motivos de reunirlos habían sido por el mero interés de ver si se encontraban bien, Adam también lo había hecho porque había visto algo tensos a sus hijos durante la boda, por lo cual, no hay nada que el amor de su madre no pudiera reparar.
Pero, había algo molestando al padre de la humanidad.
Sus hijos notaron la mirada azul, y comenzaron a sentirse nerviosos, y es porque Adam no comprendía como mágicamente tanto Qin, Lü Bu, Kojiro, Jack y Leónidas usaban ropas que les cubrían el cuerpo. Y no solo eso, usaban estilos o colores de sus esposos con ellos. En cambio, Nikola, Raiden y Kintoki, lucían su ropa normal, sin ningún apuro.
Por supuesto que el emperador miró el mismo patrón que estaba viendo Adam, y sonrió. Esto solo tuvo que ser plan de los dioses, dejar ropa que cubriera marcas, dejarlas específicamente con los colores representativos de cada dios, esto en definitiva era algo que alguien con cerebro haría para tener un pequeño chascarrillo con los humanos, en especial con Qin, así que esto había sido idea de Hades.
Hizo un gesto de molestia combinado con una sonrisa. Adoraba como Hades demostraba que era un buen esposo, pero no le gustaba que le jugaran bromas. Precisamente aquellas que no ve venir, no debía subestimar la mente de Hades de ahora en adelante.
— ¿Les ha pasado algo, Qin, Kojiro, Jack, Leónidas y Lü Bu? — comentó en tono serio Adam mirando a sus hijos. Ya sin poder ocultar su curiosidad. — Es curioso que todos usen ropas que no son comunes de ustedes.
— Quisimos combinar. — dijo Jack tomando de su té.
— Trato de probar un nuevo estilo. — comentó un apenado Kojiro.
— Pensé que cubrir mi torso algunas veces estaría bien. — respondió Lü Bu.
— Quiero verme acorde al nuevo reino que estoy gobernando. — sonrió Qin. — La verdadera pregunta aquí padre es... ¿has estado feliz de tener más momentos a solas con mamá?
— ¡Oh! — Rio Raiden. — ¿Se siente de nuevo el amor de pareja aquí? ¿Has disfrutado eso, papá?
— ¿Has llevado a nuestra madre a una cita, papá? — sonrió Jack.
— Dime que han salido al lugar que les dije, es hermoso. — agregó Kojiro.
Adam maquilló sus mejillas de golpe, ante todas las interrogantes de sus hijos y sus miradas burlonas. Por supuesto que todos los hermanos se habían unido para evitar que Adam siguiera indagando en la cuestión de los vestuarios, así que preguntarle sobre algo íntimo era lo mejor.
Pero, Adam fue rescatado por Eva al momento que esta volvió junto a Okita a poner un gran postre en la mesa que disfrutaron todos juntos.
Pasaron así la mayoría del día, riendo y hablando entre ellos como antes de que todo este problema se viniera encima, y ahora ya era de noche, en donde Okita estaba recargado en Adam mientras hablaba con todos sus hermanos.
— ¿Se quedarán a dormir? — preguntó el pequeño japonés mirándolos.
— Claro que sí. — sonrió Jack.
— Hermano, no podemos hacer eso. — comentó Qin, ante la sorpresa de todos. — Debemos regresar a casa con nuestros esposos.
— ¿Eh? — dijo Leónidas. — ¿Por qué?
— ¿Qué esposa se separa de su esposo y vuelve a su casa después de su noche de bodas? Nadie en absoluto. La cosa es cuidar apariencias, no quiero que le demos a los demás dioses razones de sospechar que tenemos conflictos en nuestro matrimonio. Creo que eso debió quedar en claro con la visita de Anubis, hay dioses merodeando el Edén que no pertenecen al panteón de nuestros esposos, hay que tener cuidado. Hoy nos retiraremos a nuestros hogares, padre y madre pueden visitarnos cuando gusten, será lo correcto, y así podemos seguir con esto.
— No tengo ningún problema con ello. — dijo Adam. — Si Qin está seguro que es lo mejor, confió en su juicio.
— Pero... — dijo Michel. — Jack y yo íbamos a...
Por cómo se quedó Michel de golpe estático, todos supieron lo que pasaba, así que, en un ágil movimiento, Kojiro rápidamente puso una pluma y papel frente a su pequeño hermano, donde rápido la mano de Nostradamus comenzó a escribir. Y después el mismo Michel regresó en sí. Sus visiones llegaban de pronto, aún no controlaba muy bien esas vistas del futuro, y le era muy difícil interpretarlas, pero lo que había escrito en la hoja era un nombre.
"Perséfone, reina del inframundo regresa a su trono..."
Al momento que todos leyeron la nota, la mirada fue directa a Qin, quien miraba con sorpresa dicho papel. Qin acabó por tomar el papel en sus manos, para después romperlo, soltando una risa. Y eso es algo que comprendieron todos sus hermanos, estaba molesto, pero al mismo tiempo divertido, y eso solo significaría que habían despertado el lado emperador que tenía Qin dentro.
— Qin. — dijo Adam. — ¿Quieres que hable con Hades? Las profecías de Michel no son del todo exactas, a veces se pueden malinterpretar.
— Es un matrimonio falso, padre. — dijo Qin mirándolo. — Que Hades quiera verse con su antigua reina sería fácil deducible. Que tenga amantes, incluso él me dijo que no tenía que abandonar mi vida, podía yo hacerlo por igual. Lo que me molesta no es que la diosa apareciera en la visión y quiera tomar a Hades, lo que me molesta es que se llame a sí misma, "reina del inframundo." Cuando la única reina de ello soy yo, y si todo va de acuerdo a lo que quiero, el inframundo será propiedad del Edén, y los regiré a ambos.
— Que ese hijo de puta no te toque si está visitando otras camas. — comentó Leónidas.
— Sé que no lo hace, pero de saber, prometo que no lo dejaría tocarme. — respondió Qin.
— En ese caso... mantenme informado si necesitas ayuda con algo. — comentó Adam tomando la mano de Eva.
— Cariño... — la voz de Eva hizo que Qin volteara a verla, y no podía ocultar ese enojo de su madre. — Incluso aunque es un matrimonio falso, sus corazones no lo son. Protege tu corazón, Qin. El amor es fácilmente manipulable por los dioses, y los humanos somos débiles ante él, trata de mantenerte calmado, mi cielo. —y un dulce beso en su frente llegó, relajando al chino.
Ambos padres de la humanidad acabaron por besar las frentes de todos sus hijos, dándoles suaves caricias en el cabello a todos, para después retirarse a descansar una vez que los despidieron. En el camino, usando el carruaje real de Hades, que ahora hacia uso Qin, los hermanos parecían relajados, excepto por Qin quien tenía un rostro de dolor colocando otro cojín en su asiento. Ahora no solo era el dolor de su cuerpo, se encontraba frustrado por esa estúpida profecía.
— ¿Te cogió tan duro anoche? — preguntó Raiden, tratando de entablar conversación con su hermano.
— Me sorprende tener trasero aún. — respondió Qin. — Fue grandioso, quiero sanar rápido y que vuelva a hacerlo. No puedo negarlo, nunca nadie me había dejado las piernas tan temblorosas como él. — y esa sonrisa típica de Qin apareció.
— Maldito adicto al sexo. — rio Leónidas encendiendo un puro, disfrutando del paisaje del Valhalla.
— ¿Por qué estás usando un cuello, Leónidas? — preguntó Raiden.
— No quería que papá viera las marcas en mi cuerpo. Ayer casi me follan, pero un intruso arruinó todo, creo que es una señal para que sea yo quien empine a Odín y no al revés.
— Puede ser. — respondió Lü Bu.
— ¿Por qué tu estas usando ropa? — preguntó Leónidas. — ¿Te desfloraron al fin? ¿Sentiste caer todo el trueno de ese dios nórdico?
— No, solo nos besamos. — Dijo Lü Bu apartando la mirada, con sonrojo en sus mejillas. — Y yo no soy el importante aquí, ¿qué hay de Kojiro? Sale de la casa y regresa siendo más hermoso que Narciso.
— Buen punto, Lü Bu. — sonrió Nikola. — Kojiro, eres atractivo, en términos sociales, tienes más oportunidades que los demás.
— ¡Esta es la última vez que me visto así, lo juro! — suspiró sonrojado Kojiro. — Es fastidioso, los pantalones no son frescos, siento muy pegada la tela y no me deja moverme bien del todo.
— ¿Por qué estás cubriendo tu cuerpo? — dijo Jack. — Es curioso que cubras tu pecho.
— ... ah... eso, eso es porque... se vería rara la combinación y... o sea, yo quería... — Kojiro de pronto no podía articular una oración.
— ¡Felicidades por tu desvirgada, Kojiro! — gritaron tanto Leónidas, Qin y Raiden.
— ¡No sucedió eso! ¡Solo me besó y puso su cosa en mi...! — Kojiro cubrió su boca de golpe.
— ¿En dónde? — dijo Raiden con una sonrisa burlona.
— ... mis.... Mis muslos, lo hizo en mis muslos. — comentó ya un vencido japonés cubriendo su rostro. — Pero se la pasó besando mi cuerpo, y... mi mente quedó atontada de todo eso, no sé porque diablos le dije que sí.
— Con tremendos muslos yo también lo haría, están buenos para ponerlos de collar. — rio Leónidas dándole una palmada en la espalda al tomate viviente que era su hermano en ese momento.
— ¡Déjenme en paz! — gritó Kojiro.
— No, es divertido molestarte. — rio Raiden.
— ¿¡Y por qué me molestan a mí!? ¡Jack igual está todo cubierto! — gritó el japonés.
Todas las miradas fueron de golpe al pequeño ingles que coloreaba sus mejillas rojas. Nikola bajo un poco el pañuelo de Jack, y efectivamente, el cuello de Jack estaba lleno de marcas de besos. Cosa que hizo que todos sus hermanos le miraran sorprendidos.
— Dear lord. — suspiró Jack. — Esto no significa nada es solo que... nosotros ni siquiera lo hicimos, solo fueron besos y... algunas caricias, es todo.
— Me alegro. — dijo Qin mirando a su hermano con una sonrisa suave, sorprendiendo a Jack. — Me alegro que vuelvas a disfrutar el contacto físico, Jack. Estoy feliz, de que vuelvas a tener control de tus decisiones, y que poco a poco las manchas que te ataban, se estén borrando.
— No nos alegra que sea un dios. — dijo Raiden. — Pero eso no es importante, lo importante es que lo estas superando poco a poco. Y eso nos da alegría.
— Teníamos miedo de que nunca quisieras abrirte a los demás por lo que ocurrió. — suspiró Leónidas. — Verte disfrutar de tu juventud y de las situaciones de nuevo, nos da calma.
— Es lo que queríamos para ti. — respondió Kojiro. — Que fueras feliz.
— Y que te sintieras de nuevo tú. — comentó Kintoki.
— ... El plan B era fabricarte un compañero Robot para que pasaras tu vejez, ya tenía los planos. — sonrió Nikola.
Jack no pudo evitar soltar una risa, sus hermanos eran caóticos, siempre se burlaban del otro, no había nada de semejanza en ellos, pero al final, al final, todos eran hermanos, y se preocupaban entre ellos a su manera.
— Thank you, guys. — sonrió Jack. — Por cierto, Nikola, ¿Te ha hecho algo ese dios demonio? ¿O por qué estás herido cerca de tu labio?
— ¿Esto? Ustedes me han visto con muchas heridas anteriormente. — sonrió Nikola, y eso era verdad, Nikola hacia explotar cosas, se electrocutaba, se lastimaba con las herramientas, creaba un caos en su laboratorio, así que era común verlo con curitas cubriéndole parte de su cuerpo, vendas, etc. Principalmente en sus manos.
— Esto es diferente, fue su noche de bodas, no me digas que te la pasaste en tu laboratorio. — comentó Raiden mirando a su hermano.
— No, me pidió que tuviera sexo con él, y lo hice, pero se desmayó después de estimularlo demasiado. Ataqué sus puntos sensibles al mismo tiempo, comprobé que los dioses si nos hicieron a su semejanza, así que hacerlo orgasmearse fue sencillo. — dijo el científico pensando. — Es muy apretado por dentro, eso me gustó, y tengo la teoría de que tiene una doble personalidad para proteger su mente de la dura verdad de que él es realmente Satanás, el demonio más poderoso, y se engaña a sí mismo para no tener que hacerse responsable de todo lo que ha causado. Pero bueno, en la mañana cuando despertó, lo primero que hizo fue agarrar una cuerda que había usado para atarlo estilo BDSM y golpearme, desafortunadamente me dio en el rostro, pero logré huir de allí y llegar al Edén. Creo que está molesto de que usé diferentes clases de juguetes sexuales en él, que lo embistiera de esa forma y que pusiera esa mordaza en su boca, pero todo lo hice por mi seguridad, uno cuando realiza experimentos tiene que tener seguridad, ante todo.
El rostro de sus hermanos fue tremendo poema al mirar a Nikola hablar de lo que había hecho la noche anterior. Nikola no tenía miedo de decir la verdad, explicaba todo, te decía hasta lo que no querías saber, porque para Nikola siempre es fundamental nunca ocultar información o conocimiento, ya que si lo ocultas, la ciencia no puede avanzar. Así que al escuchar a Nikola, pueden suceder dos cosas; O te habla de cosas que nunca en la vida entenderás, o te das cuenta que es un científico loco, pero bueno, ¿Qué hombre de ciencia no lo es?
— Bueno, eso explica porque no tienes marcas, pensé que eras pasivo. — dijo Raiden.
— Oh, soy activo, el hombre más inteligente en la habitación tiene la ventaja, por lo tanto, tengo que tener el control siempre de los experimentos dentro de la cama. — replicó Nikola. — ¿Tú porque tienes marcas? ¿Te dejaste tomar por Shiva?
— Nada de eso. — rio Raiden. — Tuve una perfecta orgia con sus tres esposas. Me divertí mucho, son divertidas, fuertes, hermosas y únicas. Realmente hermanos, creo que yo si me siento fantástico con este matrimonio, llegó como bendición a mi vida.
— Maldito suertudo. — comentó Leónidas. — Es cierto lo que decían en el Edén, a los idiotas los dioses los recompensan. — Y antes de que Leónidas y Raiden comenzaran a pelearse, Jack les interrumpió.
— Y ahora la pregunta del momento, Kintoki, ¿qué pasó con Zeus? — dijo Jack.
— Oh, realmente nada, solo hablamos un poco. — sonrió el japonés jugando con sus dedos. — Lo besé, pero era para explicarle las cosas que permitiría que hiciéramos, y cuando él intentó algo más, lo golpee y durmió en la bañera. — dijo el rubio rascando su nuca.
— Sigue poniéndosela difícil al viejo, no dejes que te toque, al menos que lo quieras. Si intenta propasarse contigo de nuevo, dinos, y lo matamos. — comentó Leónidas. — Pero dinos, Kintoki, no te lo guardes para ti solo.
— Lo haré, muchas gracias hermanos. — sonrió.
El camino después de esa platica se volvió tranquilo. Pero, había algo fuera de lugar, y era que Qin no había dicho nada en un buen rato, estaba distraído mirando por una de las ventanas del carruaje. Antes de que sus hermanos pudieran decirle algo, el ex emperador dio la orden a los caballos que les llevaban de regreso, de ir por un camino por bosques, alargando el viaje, cosa que extraño a los demás.
— ¿Qin? — preguntó Nikola. — ¿Está todo bien?
— Las ropas iguales, la amabilidad, la belleza de este matrimonio. — comentó el chino mirando a sus hermanos. — Suena demasiado hermoso para que sea real.
— ¿Eh? — dijo Leónidas. — No es real, nos estamos ayudando mutuamente. ¿Es por la profecía? ¿Es porque te gusta Hades?
— No es a lo que me refiero. — comentó el chino mirando a sus hermanos. — Ropa perfecta para ocultar las marcas, como si supieran que papá pediría vernos. Poner sus colores y estilos en ellos, para dejar en claro que somos suyos. Ser tan amables, me refiero a Poseidón, Odín y Zeus en específico, sabiendo bien que los tres son tremendos hijos de puta. Eso es sospechoso.
— ¿Crees que los dioses nos están mintiendo? — preguntó Jack.
— Creo que nos están enredando. — replicó Qin. — Enredándonos en ellos. Puede que me equivoque y todo esto sea genuino, una ayuda mutua, no lo sé, no tengo pruebas, pero...
— Qin, ¿esto es por lo que leíste? ¿Te molesta que Hades tenga otros amantes?
— Por favor. — dijo el ex emperador sonriente. — Para nada, es libre de hacer su estúpida y miserable vida como quiera.
En esa expresión todos sus hermanos suspiraron, en primera, sabían que Qin se dejaba llevar por sus emociones de vez en cuando, sabían que había estado interesado en Hades desde ya hace un tiempo, además, de que el ex emperador estaba de maravilla hasta que vio la profecía de Michel. Qin no admitiría nunca que Hades lo está enamorando, no sin hacer primero al dios rogar por él.
Por otro lado, Qin solo podía pensar en la mirada violeta de Hades, sus besos, el deseo que ambos tenían el uno por el otro. El cómo su esposo era tan perfecto para él, las cosas en común que compartían, todo. De solo pensar que Hades hace eso con alguien más, con su ex esposa, lo considera un insulto, no podía probar al gran Qin y después irse con alguien más, no había nada más grandioso que estar con él, solo él podría ser la cima de lo que busca Hades, así que, si tiene de amante a su ex esposa, lo consideraba un insulto a su ego, su orgullo, y le mataría por esa humillación.
— Qin, es que creemos que te estas dejando llevar poquito por lo que viste con Michel, recuerda que sus visiones no son exactas, a veces ni se cumplen como todos piensan y... — comentaba Kojiro siendo interrumpido por el ex emperador.
— Reconozco la cara de un depredador cuando la veo. — comentó Qin. — Es la misma cara que yo tengo, por supuesto que conozco la malicia de un rey.
— ¿Es todo esto falso? ¿Estás seguro de ello? — dijo Jack mirando a su hermano. — ¿Ellos realmente no se interesan en nosotros? Pero... no vi nada en Sir Hércules, no vi malicia o algo parecido, ni en Sir Hades, ni en ninguno... bueno en Poseidón demasiada ira, desprecio y orgullo, pero él siempre se ve así.
— No estoy diciendo que lo que digo no es verdad, o que sean unos mentirosos. — contestó Qin. — Solo que no podemos bajar la guardia, principalmente yo. — Esas últimas palabras las había dicho con severidad, como si Qin se estuviera regañando a sí mismo, más bien, estuviera regañando a su corazón. — Hermanos, quiero que sigan con nuestro objetivo, involúcrense con su dios, tomen trabajo de lo que hacen, hagan amistad y fortalezcan confianza en los panteones de sus dioses, en su gente, en sus allegados, conviértanse realmente en las reinas, y comiencen a tomar dominio de todo. Quiero que lleguen al punto, de que si, por alguna razón la pieza del rey cayera, la reina se haría del dominio y se convertiría en rey junto a todo su ejército.
— Qin... — comentó Kojiro.
— Sea falso esto o no, yo no pierdo nada, y si estoy ocupando mi tiempo en esto, me llevaré de recompensa el inframundo. — comentó el rey, mirando molesto a la ventana. — Así que así sea, es lo que haremos.
"Ven a mi Rey Hades, voy a devorarte vivo si tratas de jugar un sucio juego en mí. Te demostraré lo que es ser un verdadero rey." Pensó el emperador.
Probablemente Qin era alguien espontaneo, divertido, egocéntrico, extrovertido y vivaz. Pero, no era idiota, él podía armar su propio tablero de ajedrez, donde tenía piezas como sus hermanos, conociéndolos a fondo, y los usaría al máximo para evitar que los lastimaran y le lastimaran a él mismo, al final, la reina siempre es la pieza más poderosa en el ajedrez, y el rey, no puede moverse más que un simple movimiento a la vez.
Y en esos momentos, la reina estaba fúrico con su rey.
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Cuando Qin regresó al palacio, agradeció a todos los sirvientes, y comenzó a aprender sus nombres, después de ello, escuchó muy atento a lo que le contaban sobre el inframundo, guardando la información en su cabeza, mientras le escoltaban de vuelta a su habitación. Sonrió al ver que todos parecían felices de verlo allí, y eso le dio un pinchazo de mala espina.
— ¿No extrañan a su antigua reina? — preguntó Qin, inocentemente.
— Lord Hades se ve mucho más feliz a su lado, su majestad. — comentó uno de los sirvientes. — La diosa Perséfone no dejó una buena impresión en nosotros.
— ¿Pasó algo entre ellos?
— No tenemos permiso de hablar de ello, mi señor. — esta vez fue una maid la que habló. — Estoy segura que, si habla con Lord Hades, puede entender mejor nuestro sentir. Y comprenda, porque lo preferimos como nuestra reina.
— Comprendo. — comentó Qin. — Tratare de ser una buena reina para el inframundo. Gracias por recibirme con los brazos abiertos en su hogar. Espero todos tengan buena noche, y descansen, vayan a casa, relájense con sus familias, todo estará bien.
Dicho esto, se despidió de los sirvientes, caminando aun cojeando un poco a su habitación, donde al ingresar vio a Hades, aunque este no lo había notado aún. Se encontraba leyendo un libro en su silla, tranquilo y relajado, mientras a su lado había una copa de vino y algunas frutas para disfrutar como cena. Al notar la presencia del emperador, dejó esas cosas de lado, acercándose a su reina.
— Bienvenido, mi reina. — comentó el mayor de los griegos, haciendo que las piernas del humano temblaran.
Qin se estaba gritando en sus adentros, ¿cómo? ¿Cómo hacia Hades para hacerle bajar la guardia? ¿Cómo provocaba que su mente se volviera estúpida y solo se enfocará en querer tenerlo? ¿Cómo? ¿Eran un hechizo acaso?
— ¿Qin?
— Lo siento, me distraje un momento en tus ojos. — sonrió el chino acercándose a su esposo, rodeándole con sus brazos por el cuello. — Anoche...
— Fue asombroso. — dijo Hades, jalando la cintura de su reina con él. — Nunca había sentido tanto deseo y placer como él que me hiciste sentir anoche.
— Aun mi cuerpo esta adolorido, pero me encanta. — el humano no pudo evitarse morderse el labio cuando los besos de Hades comenzaban a recorrer su cuello. — No pensé que fuéramos tan hn... compatibles.
— Al parecer lo somos. — replicó Hades. — Mi reina, déjame consentirte.
— ¿Con qué? Yo no puedo hoy hacerlo ya que estoy recuperándome de...
— Ven.
— Espera quiero hablar contigo de algo.
— Dímelo cuando acabe de consentirte.
El humano no dijo más, se dejó hacer por el rey del Helheim. Este le desnudo con delicadeza, para después colocarle recostado boca abajo en la cama, colocando una tibia toalla para cubrir ese perfecto trasero aún rojizo. Después saco diferentes aceites y cremas, comenzando a masajear el cuerpo de su reina ante la sorpresa de este. Las manos de Hades relajaban cada nudo que hubiera existido en el cuerpo de Qin, quitaban el dolor, dejando un rico aroma por cada movimiento. Le masajeo desde los dedos de los pies hasta el cuello, incluso, había colocado una pomada en la entrada de su reina, para hacer que este dejara de sentir incomodidad en dicha área. Cosa que, por supuesto Qin se había quejado que tocara, pero cuando vio que Hades no lo hacía con malicia, lo permitió, aunque lo dejó rojo carmesí después de ello.
¡Por todo el Edén! Estaba disfrutando dicha atención, haciendo que sus parpados se hicieran pesados, demasiado como para mantener los ojos abiertos, y acabó entre masajes, dormido en esa enorme cama. Hades termino el masaje, notando que su reina se encontraba ya en el mundo de los sueños y sonrió. Para después limpiar su cuerpo y colocarle la pijama, metiéndolo en la cama con delicadeza.
— Eres tan hermoso, Qin. — susurró mirando a su reina dormir. — ... Te he deseado desde la primera vez que compartimos una risa en el Ragnarök.
— Hades. — el rey del inframundo hizo un gesto de molestia al ver a los dos sujetos que habían aparecido ante su presencia.
Hypnos y Morfeo se encontraban a lado de la cama, viendo a la pareja. Hypnos llevaba su cabello azul claro suelto, mirando a Qin dormir, mientras que Morfeo tenía ese cabello corto negro alborotado, con ropaje completamente negro, mirando a Hades. Los dioses del sueño estaban ante su presencia, a lo que Hades se levantó con cuidado de la cama, a hacerles cara.
— A partir de aquí, nosotros tomamos el control. — comentó Hypnos. — El mundo de los sueños y el mundo de la muerte han estado conectados desde siempre. Pero ahora, que tu reina está durmiendo, es momento de hacer nuestra parte. Comprendemos la fase dos del plan, y creo que será más fácil que acompañes a Morfeo por ahora, en lo que yo realizo mi trabajo.
— ¿Recuerdas que hacer? — comentó Hades mirando a su rey dormir. — ¿No escucha nada de esto, cierto?
— Una vez caído en el sueño, yo decido que pasa allí, por el momento está soñando que esta relajado en el Edén, no puede ni escuchar los sonidos del Helheim.
— Bien. — replicó Hades. — Esta operación es delicada caballeros, no estoy buscando dañar sus mentes, no como lo hicimos con los humanos y los demás dioses. Como pueden notar, Beelzebub no se encuentra conmigo, tampoco la esencia de Cronos ni Kairós, además que no hay ambrosia o la sangre de mi hermano Zeus conmigo. Esta noche es para detectar debilidades y comenzar a atacarlas. Es momento de seguir enredando a los humanos con los dioses.
— Lord Hades. — comentó Hypnos mirándole. — Su reina no necesita esto para seguirlo.
— Aunque no lo necesite, si no lo hago, ningún dios me seguirá. — comentó el rey del inframundo. — Y si no me siguen, el juego terminará, y solo caos se desatará. No puedes decir que el agua no está envenenada sin ser el primero en probarla, así que, por lo tanto, si he de decir que esta es una fase del juego, siempre tengo que ser el primero en hacerlo.
— Muy bien, comenzaré a trabajar.
— Lord Hades. — comentó Morfeo caminando a la puerta. — Sígame. Es momento de trabajar con todos los Einherjar.
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Kojiro había sido acompañado por ninfas a su habitación, le habían dado bocadillos dulces para que disfrutara, cosa que Kojiro agradeció de sobremanera con su sonrisa y buen carácter. La servidumbre del palacio de los mares estaba maravillada con Kojiro, era como un sol entre el frio abismo de su régimen. Poseidón ni siquiera era un rey benevolente, solo vivía bajo sus propias pasiones y gustos, por lo tanto, eran más sus esclavos que su ayuda, pero, la llegada de Kojiro les dio luz.
Kojiro los dejaba libres, no les obligaba a mantener la cabeza baja, no los obligaba a trabajar en cosas durante días. Es más, su primer día como reina les dio a todos días libres. Mando a todos a descansar, y disfruto incluso de entrar en los lugares donde los sirvientes tomaban algo de té para hablar con ellos y disfrutar unas cuantas risas de cosas que pasaban.
— ¿Qué es esto? — dijo Kojiro antes de entrar en su habitación. — Ese cuarto rojo.
— Oh, es... la habitación donde complacemos a nuestro señor Poseidón. — replicó una ninfa, agachando la cabeza. — Él, para su alivio sexual, suele meterse con nosotras o nosotros, y sale una vez que esté satisfecho.
— Oh... — dijo Kojiro mirando ese lugar. — No tienen que cumplir sus caprichos.
— No es como que podamos negarnos. — sonrió una ninfa hombre para rápido cubrir su boca arrodillándose. — Lo siento mi reina, no debería hacer un comentario de nuestro rey Poseidón.
— No te preocupes, es un idiota, todos saben eso. — rio Kojiro. — Levántate, no tienes que hacer estas cosas. — comentó, sujetándole las manos para ponerlo de pie. — Mucho mejor, más guapo estando de pie.
Era extraño para ellos, ver alguien tan amable y cordial de pronto en el palacio, era impresionante que alguien como Poseidón tuviera a un ser divino como Kojiro con él. Así que el mismo pensamiento pasó por la mente de todos, ¿estaba siendo Kojiro forzado a estar con ese demonio?, no había motivo o razón para que alguien como él estuviera con Poseidón. Nunca un sol iluminaría un infierno, de eso estaban seguros.
— Mi rey Kojiro, debo preguntar...
— Tienes mucha confianza al tocar a tu reina, maldita mierda. — El terror que invadió a cada ninfa al momento de voltear y ver al dios de los mares mirándolos fue tal que solo cayeron de rodillas todos, inclinando sus cabezas.
— Había tropezado, por eso había sujetado sus manos. — comentó Sasaki, colocándose frente a las ninfas, actuando como escudo ante la mirada del dios. — Bienvenido a casa, Poseidón.
— Mi reina. — dijo Poseidón, caminando hacia él, acabando por sujetarle las manos, haciendo aparecer agua cristalina en ellas, como si estuviera lavando las manos de su reina después de que una ninfa le sujetara. — Así está mejor.
— Tsk...
Sasaki solo empujó al dios, lejos de él, para después mirar hacia las ninfas. Ese gesto de enojo y esa mirada penetrante le gustaban a Poseidón, pero sabía que su reina estaba furiosa de lo que había hecho con tan simple acción.
— Vayan a casa y descansen. — Dijo Kojiro haciendo que las ninfas se pusieran de pie. — Desde el día de hoy, no quiero que vuelvan a bajar la cabeza, y lo primero que haré mañana en la mañana es destruir esa cosa. — comentó el japonés señalando la puerta roja. — Así que no piensen más en eso, y disfruten su vida, que tengan linda noche.
Fue la sonrisa de Kojiro lo que les dio calma a las ninfas para acabar por retirarse, ante la mirada furiosa de Poseidón. Ahora mismo estaba usando todo de sí para no matar a Sasaki después de lo que había dicho, aunque, también ayudaba mucho que la mirada de Poseidón se distrajera para notar las piernas, caderas y cintura de su reina en ese ropaje que usaba. Ajustado y a la medida, con sus colores, en definitiva, eso había sido pedido por Hades, si, había mencionado algo al respecto.
"Considéralo mi regalo de bodas, hermano."
Kojiro le estaba gritando algo, pero la mirada del dios seguía perdida en el humano, lucía muy bien con ropa ajustada a su cuerpo, más si portaba cosas de él, como ese anillo, ese arreglo en su cabello, los colores, las joyas discretas, si, era perfecto. Pudo notar como las piernas de Kojiro se movieron y se adentraban en la habitación, así que le siguió, cerrando detrás de él, y al fin hacer lo que quería, poner sus manos en los muslos de Kojiro, acercándose por detrás.
— ¡Suéltame!
— Ayer no decías eso. — comentó Poseidón hundiendo su rostro en el cuello de Sasaki. — ... Lo siento.
— Tsk... — Kojiro rodó los ojos, pero acabo por suspirar, este dios era demasiado malcriado, demasiado orgulloso, demasiado lleno de sí mismo, pero... pero... — No quiero que maltrates a nadie. No puedes golpearlos u obligarlos a satisfacer tus deseos, quiero que destruyas ese lugar, no quiero que exista.
— ¿Celoso? — sonrió Poseidón, abrazando a su reina antes de que intentara huir.
— ¡Nunca estaría celoso de esa mierda! — gruño Kojiro tratando de zafarse del agarre, pero sin resultado. — No quiero que lastimes a nadie, Poseidón. — declaró firme. — Si alguien de ellos es lastimado por ti, quiero que este matrimonio termine.
Apretó a su reina contra él, mientras trataba de controlar la ira que había dentro de él. ¿Quién diablos se creía este humano? Tratando de un día para otro cambiar la jerarquía de su palacio, ¿Quién diablos se creía al querer darle ordenes? ¿Cómo es que pensaba que él le haría caso? ¿Cómo? Solo quería...
"No te gusta, te vuelve loco, tan loco que no controlas tus emociones de nuevo, pasó en la arena, pasa en esta nueva vida. Kojiro Sasaki nunca va a perseguirte Poseidón, tú lo perseguirás esperando a que te haga caso, así que cambia tu actitud de mierda para que tengas una oportunidad con lo que quieres. ¿Quieres al Kojiro que te destrozó? ¿Aquél que puedes ver como un igual? ¿Quieres a ese sujeto como tu reina? Pues trabaja por ello..."
Las palabras de Hades rebotaban en su mente. Rebotaban tanto que estaba fastidiado de su voz.
— ¿No quieres que tenga amantes? — comentó Poseidón.
— No me importa que hagas con tu vida, este es un matrimonio falso, si tienes amantes sé que eres discreto, así que eso no me preocupa, pero, no puedo aceptar que obligues a personas a satisfacerte. Me da asco de solo pensarlo.
— Nunca los forcé a entrar allí.
— No tenías que forzarlos, te tienen pavor, tenían más miedo a lo que les pudieras hacer al decirte que no, que al entrar allí voluntariamente.
— ... Ese lugar será destruido mañana.
— Gracias. — respondió Sasaki, sintiendo los brazos de Poseidón abrazándolo.
El calor del dios le gustaba, se sentía bien, era más alto que él, tal vez por eso sus cuerpos se acoplaban a la perfección. Dio unas palmaditas en los brazos del dios, como señal de que lo soltara, pero este se pegó más a él. Hundiendo su rostro más en su cuello, haciendo que el japonés se sonrojara un poco al ver de reojo esos bellos mechones de cabello rubio perfecto a su lado.
— Solo tengo un amante. — comentó Poseidón. — A ti, desde que todo esto se pactó, solo he sido tocado por ti. Quiero que así sea a futuro, solo tenerte a ti... Kojiro...
Sintió un escalofrió al escuchar su nombre salir de Poseidón en ese tono. Sintió sus piernas temblar al tener la pelvis del dios tan cerca de él, y se odiaba, comenzaba a odiarse al sentir calidez al tener a ese dios despiadado abrazándole. Dios como odiaba que disfrutara algo de Poseidón, pero no podía negar lo evidente, le atraía, y no porque fuera atractivo, realmente le atrajo que decidiera ayudarlo en todo lo de Musashi, le atrajo que es fuerte, y que parece un perro cuando él lo reprende y Poseidón acepta con la cola entre las patas.
Soltó una pequeña risa. Para darse la vuelta abrazando al dios, al menos, podría recompensarlo con algo como esto, abrazándole y dejar que el dios enredara sus brazos contra su cintura, que ambos disfrutaran del aroma del otro. Si, algo así podía ser buena recompensa para este dios orgulloso.
— Hng... oye...
— Luces hermoso, lo lamento. — comentó Poseidón deslizando sus manos al trasero del japonés. — Luces perfecto y divino, mi reina.
— ¡Ah! No, quita tus manos. — comentó el samurái apartando al dios, tropezando en la cama. — Poseí...
El dios lo supo, por como los ojos de Kojiro se cerraron de golpe al tocar la cama. Había comenzado la fase dos, porque el japonés de pronto estaba completamente dormido, tan profundo, que no importaba si explotaba una bomba, Kojiro no despertaría. Sujetó con delicadeza las piernas de su reina, abriéndolas, y posicionándose entre ellas, estando tan cerca de él, tanto como para sentir el roce de su cuerpo contra él. Sintiendo el deseo, el cómo su entrepierna comenzaba a doler de lo duro que se sentía al sentir las piernas de Kojiro lado a lado.
Pero acabó por suspirar.
Tuvo mucho autocontrol al desnudarlo y colocarle su pijama, metiéndolo en la cama, para después meterse a su lado y sentirse adormilado, quedando dormido por igual. Era momento de confiar en Hades, eso era lo que tenía que hacer por ahora.
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El rey del Helheim podía ver en diferentes pantallas a los Einherjar dormir, al igual que los dioses, mientras Morfeo le mostraba a través de otras pantallas diferente información que se estaba recolectando de sus sueños. Por supuesto que vio el plan de Qin, en su mente, el de adentrarse más en su reino, claro que vio sus recuerdos, en lo que habló con sus hermanos. Sonrió.
— Tu reina es peligrosa, puede derrocarte. — comentó Morfeo. — Su mente es la de un verdadero emperador.
— Un emperador que caminaría sobre cadáveres enterrados con tal de conseguir su meta. — dijo el dios del inframundo. — Esa clase de persona es mi reina, y lo adoro.
— Te ves confiado.
— Que lo haga, que tome el inframundo para él, de todos modos, pensaba entregárselo. — rio Hades. — Su vida y su alma atada a la mía será el pago.
— ¿Qué?
— Es más divertido hacer un Jaque cuando tu contrincante piensa que te tiene a sus pies. — respondió Hades. — Es más divertido verlo regodearse de ello, verlo confiado, verlo en la cima, para en el momento que hagas un movimiento, lo veas caer en tus garras, matando al rey que vive en él.
— Has perdido la cabeza Hades... — replicó Morfeo. — Pondrás al Olimpo en llamas con tal de hacer que tu juego salga a tu favor.
— Es un todo o nada, yo arriesgo todo. Fueron muchos años, viéndolo crecer, viéndolo desarrollarse, para este momento. — dijo Hades mirando en la pantalla a su dulce reina durmiendo en su cama. — Ven a mí de nuevo Qin Shi Huang, dame esa revancha en un juego de reyes, vence mi mente antes de que yo destruya la tuya, y demostremos de una vez por todas, quien diablos es el verdadero rey.
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Capitulo corto actualizado en madrugada.
En sí, Hades y Qin comparten su orgullo, ambos quieren que el otro caiga primero. Qin que los dioses caigan de rodillas ante sus hermanos y él, Hades que los humanos caigan de rodillas ante él y los demás dioses.
Total, tal para cual. Siento que ambos son demasiado orgullosos con el tema de ser rey, de ser líderes, de ser en los que más confían, que se ponen a prueba para demostrar que lo son.
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