DRAGÓN ROJO
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Una vez que la reina de tu contrincante se encuentra en tu casa, se declara un juego perdido, al menos que haya un movimiento milagroso.
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"El inframundo brilla más de lo que debería."
Últimamente, el rey del inframundo estaba sonriendo más, eso era lo que se murmuraba dentro de los pasillos del Helheim. Hades estaba mostrando un lado nuevo de él a su pueblo, y ellos recibían gustosos ese lado único de su rey. Todos sabían porque era, era claro que todo ello era gracias a la reina, pero, muchos no querían admitirlo. Algunos aun guardaban recelo por lo que había hecho el humano, aunque, admitían que después de echar a su harem del Helheim y solo dedicarse a Hades, se había redimido ante ellos.
Por otro lado, Hades se encontraba feliz, mirando diferente joyería en su tableta, al poder crear de todo tipo de piedras, diamantes, oros, etc. Quería conseguir algo especial, algo que su reina apreciara. Así que buscando ideas vio esa clase de joyería para los dedos, esos anillos de armadura, donde apenas puso sus ojos en ellos, sintió un flashback al Ragnarök. Su rey usándolos con tal gracia y belleza, sonrió, le encantaba esa imagen de Qin.
Decidió por elegir un diseño, para su dedo índice y medio, que fuera dorado con leves toques rojos, que estuviera hecho de oro y rubíes con diamantes. Sonrió al pensar que parecían pequeñas granadas en aquella joyería que usaría su esposo. Entonces un deseo fugaz en su mente llegó, si su amada reina decidiera consumir las granadas, si decidiera pasar la eternidad a su lado, probablemente moriría de felicidad.
— Verte sonreír tanto es extraño, Hades. — el rey del inframundo suspiró, viendo como diferentes ráfagas de arena comenzaban a empalmarse, donde poco a poco se formó el cuerpo de Morfeo en el asiento de enfrente. — No me disgusta, me agrada.
Pudo ver el rostro pálido del dios que, hacia una leve sonrisa, mientras suspiraba a lo que el rey del Helheim mofó. Morfeo no era un dios que interactuara con otros, y si llegaba a interactuar, solo lo hacía con dioses del inframundo o con Hypnos, incluso, no lo hacía con otros dioses del sueño. En cierto punto, le recordaba a Beelzebub, y su talento de querer aislarse de los demás.
— Bueno, estoy teniendo una buena vida. — sonrió Hades. — ¿Qué te parece esta clase de joyería?
— Extravagante y que solo podría usarla alguien que tuviera una personalidad más brillante que el brillo de esta. O sea, tu reina.
— Si, es para él. — afirmó Hades. — Sabes, he estado pensando últimamente.
— ¿En qué?
— La mayoría de dioses está enamorándose, están dejando salir ese lado que muchos olvidamos hace eones.
— ¿Y ese es?
— Ser nosotros mismos. — rio Hades. — Los humanos nos hacen bien, nos curan, su presencia nos cura de nuestra propia soledad, crean ese complemento que cada uno necesitamos. Por eso siento que, a la larga, este plan será obsoleto, si ellos siguen enamorándose, yo solo tengo que hacer tiempo, hasta que estén tan prendados, que ni siquiera me preguntarán del plan, solo vivirán su vida feliz.
— ¿Qué hay de los dioses sin humanos?
— Los humanos están creciendo, puedo comenzar a formar una relación con ellos, ayudarlos, así no habrá quejas y todo podrá seguir normal. Además, teniendo a los otros dioses de mi lado, los doblegará y todo estará bien. — sonrió Hades. — Solo quiero ser feliz con Qin, eso es todo.
— ¿Estás seguro que ese no era el plan desde el inicio? — preguntó Morfeo mirándolo.
— No, no era el plan desde el inicio, pero, ahora me alegro que lo sea. — dijo un sonrojado Hades. — Me merezco un poco de felicidad, ¿no crees?
— Lo mereces. — respondió Morfeo. — Has estado mucho tiempo solo, y después de que lo de Perséfone se pudriera, verte tan decaído me hizo pensar que nunca te recuperarías, pero lo hiciste. Ese humano sí que tiene algo en especial.
— ¿No quieres que te consiga un humano para ti? — rio Hades.
— No, gracias. — respondió Morfeo. — La última vez que me involucré con un humano, las cosas no salieron tan bien. Entonces, ¿no quieres mirar sus mentes? Pensé que me pedirías eso para comenzar la siguiente fase.
— Oh no, no quiero. — sonrió el rey del inframundo. — Olvida eso ya, no me interesa, solo quiero seguir logrando enamorarlo y que sea feliz conmigo. Si en un futuro él por su propia cuenta quiere comer las semillas de granada, para quedarse conmigo siempre, moriré de felicidad. Quiero que mi reina decida su destino y espero estar en él. Pero sin trucos, solo, espero que me considere dentro de su corazón y pueda acompañarlo en esta nueva vida que construí para él. Sin el dolor de su pasado, con el amor que merecía y la familia que necesitaba.
— Es una lástima que nunca sepa lo que hiciste por él.
— Y así debe ser, no importa el pasado, solo el presente, y en el presente, Qin Shi Huang es feliz. Como su rey, lo único que me importa es la felicidad de mi reina.
Sentenció Hades estirándose, a lo que Morfeo veía muy detenidamente las expresiones del dios. Haciendo que este notara su mirada y le viera confundido. La mirada pesada de Morfeo no la podía descifrar en ese momento, pero, no parecía que lo viera como si quisiera dañarlo, lo veía con curiosidad.
— ¿Pasa algo? — preguntó Hades.
— Nada, nada en absoluto. — respondió el dios del sueño levantándose. — Es interesante ver a los soñadores despiertos, es todo. Parecen diferentes, extraños, y únicos.
El dios del sueño sonrió, para caminar a la salida, al parecer, Morfeo estaba de buenas si quería caminar en lugar de usar su arena, para desaparecer en el acto.
— Morfeo...
— No está tu reina, así que no hay motivo de porque tenga que ser cuidadoso de que me vea. — comentó el dios. — Me alegra verte sonreír Hades, es divertido verte sonreír.
El rey del inframundo sintió un escalofrió en la espalda, mientras veía al dios del sueño retirarse. Una vez hablando con Anubis, ambos llegaron a la conclusión, de que Morfeo al mirar los sueños, es como si viera el futuro, y esas pequeñas predicciones que podía ver, lo hacían divertirse. Tal vez, Morfeo era neutral en absoluto, un dios que solo observa todo el caos que pasa en el mundo mortal como en los mundos divinos, y que sonríe cuando siente que ve algo extraordinario.
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Ha decir verdad, el humano no se esperaba en absoluto esto.
Cuando Loki y él comenzaron a llevarse, el humano siempre creyó que el dios le buscaba dobles intenciones a su acercamiento. Y por supuesto que las había, pero, cuando le preguntó sobre cómo hacer la mejor transformación que hay, Loki realmente decidió enseñarle. Pasó por su cabeza que tal vez sería víctima de una violación cuando lo llevó a tierras nórdicas, en especial a su castillo, estaba seguro que debía enfrentarlo, pero, nada de eso ocurrió.
Loki lo llevó a su espacio de entrenamiento, donde vio un enorme espejo, como si fuera un estudio de Ballet, en donde el dios le explicó su utilidad.
— Una buena transformación y poder ser capaz de dominarla, lleva trabajo, así que siempre estar enfrente de un espejo ayuda. — comentó Loki, transformándose en Adam. — No solo es mantener el cuerpo y forma de la persona, es tener su esencia en él.
— Vaya. — dijo el humano mirándolo. — Realmente me parezco a papá.
— ¿Alguna vez lo viste vestido de esta forma? — rio Loki.
— Lo he visto más veces desnudo que con ropa. — contestó el francés riendo. — ¿Cómo logras imitar su voz tan bien? Es más, siento... me siento feliz que estés aquí, es como si papá realmente estuviera aquí.
El dios cambio a su forma normal, para acercarse al humano y sonreírle, acariciándole el cabello.
— Es la esencia. — dijo el dios.
— ¿Eh?
— Puedes disfrazarte, tener el cuerpo bien dominado a la perfección, tener el conocimiento de hasta el más mínimo detalle de sus lunares y marcas, pero, si no tienes la esencia, nunca podrás engañar a nadie.
— ¿Esencia? ¿Cómo un perfume?
— No, me refiero a su energía, su alma, su forma de ser. — comentó Loki abriendo las manos. — Michel, cuando estas cerca de alguien, cuando alguien se te acerca y es una persona que conoces. ¿No puedes sentirlos?
— Hmm... — el humano meditó un poco para después mirar al dios. — Se cuándo Okita está cerca, la brisa se vuelve calma, es muy rápido, pero puedo detectar su presencia. Con Qin, suele romper todo a su paso, así que puedo detectarlo a kilómetros, al igual que los pasos marcados de Leónidas, la respiración de Grigori, son cosas simples que no pensé tomarle importancia nunca.
— Cada uno tiene algo en especial que arma su esencia. — comentó Loki. — Si quieres dominar la trasformación, tienes que ser capaz de replicar eso.
— ¿Cómo? — preguntó el humano. — ¿Cómo lo haces?
— Para eso está el espejo.
El nórdico chasqueó los dedos, a lo que el espejo se encendió de un verde y comenzó a formar a su hermano Grigori. Allí estaba, con esa mirada azul y ese porte, mirándolo, como si realmente estuviera del otro lado del espejo. No hacía nada en absoluto, solo estaba parado.
— ¿Cómo? — Michel tenía pocos momentos en los que realmente se sorprendía, uno de ellos era ese. — ¿Cómo tienes a Grigori?
— El espejo es un almacén de esencias. — sonrió Loki. — Personas que veo, ya sea en foto, en pintura, en la vida real, personas que llegan a parar aquí. Mi magia de transformación es de la más refinada. Tengo que entrenarme constantemente, así que el espejo me ayuda a crear imitaciones que puedan refinar mi arte.
— Wow... — Michel sonrió, con esa sonrisa maniaca que tiene, la sonrisa que le gustaba al dios nórdico. — ¡Esto es genial!
— Ahora trata de imitarlo. — sonrió Loki. — Dijiste que lo que más reconoces de tu hermano es su respiración. ¿Por qué?
— No es que sea ruidoso al respirar, sino que es una respiración muy calma, a veces parece que ni lo hace. Como si estuviera muerto o fuera inmortal, y cosas tan vánales como respirar no le perjudicaran. — mencionó Michel. — Igual, no sé, la energía que emana, la reconozco, es diferente, cada uno de mis hermanos siempre tiene una energía diferente que puedo sentir.
— Estás adelantándote, un paso a la vez, pequeño humano. — sonrió Loki. — Comienza con la respiración. Mira la imagen de tu hermano y trata de imitar el movimiento...
El dios se colocó detrás del humano, colocando una de sus manos en el pecho de Michel, mientras ambos miraban el espejo, y miraban a Grigori respirar. Era una respiración calmada, táctica, el humano era talentoso, pudo lograr imitarla incluso cuando sus pulmones no estaban acostumbrados a ese cambio de ritmo. El dios podía sentir el pecho del humano bajar y subir, al igual que sentía el latir calmo en su corazón.
Pero, igual pudo sentir otra cosa con su mano en el pecho del menor, al sentir que su dedo índice estaba sobre un pezón, podía sentirlo, era un cuerpo lindo, eso pensaba. Por la nula reacción de su mano en su cuerpo, quería pensar que el humano no era sensible en absoluto, y eso estaba bien, aunque le hubiera encantado escuchar un leve gemido o algo.
— Loki... — dijo Michel.
— ¿Si? — contestó el dios mirándolo.
— Siento cosquillas si tus dedos me rozan. — mencionó el humano volteando a verlo, donde sus rostros de pronto se encontraron muy cerca. Y más sorprendente aún, se encontraba sonrojado. — No puedo imitar a Grigori tan bien si tienes tus manos sobre mí.
— ¿Las retiro?
— No sé, me gustan. — sonrió Michel. — Solo no le digas a mi padre... siento, raro que tus manos me hagan sentir algo débil. ¿Es acaso el poder de un dios? Yo quiero, seguir sintiendo esos cosquilleos.
— Se guardar un secreto si eso es lo que quieres... — susurró Loki. — Y si con eso quieres decir que te siga tocando, puedo hacerlo.
El humano sonrió, acercándose con lentitud al dios, rodeándolo con sus brazos, para permanecer así. Qin lo dejaría quemar su maldito trapo que usa en la cara después de esto, además de pases libres al Helheim, comida gratis de su restaurante favorito, y tenerlo como sirviente durante 5 años enteros. Él fácilmente ya hubiera arrancado la mano de este sujeto apenas se dignó a ponerle una mano encima, pero no lo haría, no quería perder su virginidad así, pero si no había de otra, no importaba, utilizaría todo de él para que esto diera resultado.
Aunque, a decir verdad, en el momento que tuvo el rostro del dios tan cerca, se sorprendió. Era un rostro muy bonito, de rasgos definidos, my atractivo. No era un dios tosco, era más estilizado y con unos ojos morados intensos, le gustaban.
Pudo sentir las manos de Loki deslizándose por su cintura, en donde sintió un pequeño escalofrió en su espalda, cuando el dios lo acercó más a él. Tragó saliva cuando sintió sus labios a punto de ser tocados por los labios ajenos, y simplemente cerró los ojos.
— Padre.
Esa voz en definitiva descolocó tanto a Michel como a Loki, donde ambos voltearon a la puerta y vieron a una hermosa mujer mirándolos. Usaba ropaje negro entallado, con algunos escotes por su pecho, espalda, cintura y piernas. Con una capa de sombras, y se encontraba igual flotando como lo hace el dios Loki. Tenía una cabellera negra con destellos verdes, que se perdía en las sombras de su capa, un maquillaje negro donde resaltaban esos poderosos ojos verdes, y una piel tan pálida que la hacían lucir como una muñeca de porcelana.
Hela, diosa del inframundo. Se encontraba a unos metros de ellos.
— Lamento interrumpir, padre. — comentó la mujer.
— Oh, mi pequeña. — sonrió Loki.
El humano rápidamente lo soltó, mientras veía al dios acercándose a su hija quien miraba de reojo al humano.
— ¿Qué te trae por aquí? — preguntó Loki.
— Venia de visita, siempre vengo a visitarte por estas fechas. — sonrió la mujer con suavidad. — No sabía que estabas ocupado. ¿Nuevo pupilo?
— Mi nombre es Michel Edén, segundo hijo más joven del padre de la humanidad, y príncipe. — sonrió el pequeño humano dando una leve reverencia. — Es un honor conocerla, diosa del inframundo. — culminó el joven, estirando su mano para estrecharla con la de la diosa.
— El honor es mutuo. — sonrió la mujer. — Lamento no poder estrecharle la mano por el momento. Olvide mis guantes. — la diosa se veía apenada, no quería dejar al humano que estiró su mano para saludarla, pero, no quería cometer un error y matarlo. No quería que su reputación se viera peor frente a los humanos.
Todos los dioses involucrados con la muerte, sabían la verdad del plan de Hades, al final, obedecían su mandato y confiaban en su rey para tomar las decisiones correctas. Había abogado con Hades de que hicieran al humano que tanto quería su padre un humano mayor, pero, no lo logró, y se sentía algo mal por ello.
"Hela, tu padre es la persona más inestable del mundo, no puede ser parte del plan en esta primera fase. Si fueras tú, claro que diría que sí, pero estamos hablando de Loki."
Entendía bien el plan de Hades, pero, se sentía mal de estar engañando a los humanos, al final, la muerte para ella era algo que quería cambiar ante los ojos de las personas. La muerte debía ser cálida, como una mano amiga recibiéndote, algo que te haga no estar asustado, sino, que te haga entender que es momento de decir adiós. Había hablado con Morfeo de ello, quería que la muerte fuera tan dulce como los sueños que los humanos tanto aman.
Y Morfeo le había sonreído, acariciándole la mejilla.
"Oh Hela, tienes demasiado corazón para una diosa de la muerte. Aunque pensándolo bien, son los dioses de la muerte los que suelen tener el corazón más puro... Más necesitado de amor. Puede que sea por la maldición de la muerte siempre persiguiendo a la vida."
Así que cuando Hades le mencionó que se haría cargo del cuidado en los registros de muerte, realmente se emocionó. El rey del Helheim confiaba en ella, además Cerbero igual lo hacía, podía acariciar al cachorro, y aunque no podía controlarlo como Hades, se sentía muy orgullosa de tenerlo como compañero. Se sentía orgullosa de lo que había logrado, después de todo, quería que los humanos la respetaran. Porque, a decir verdad, le había dolido cuando lo escuchó, cuando le comentaron que pasó después del Ragnarök. "Qué débil diosa del inframundo tienen los nórdicos." Le dolió que estuviera avergonzando a su panteón, pero Hades la consoló, al igual que su padre, hasta incluso Odín, mencionando que los humanos son volátiles y tontos, que solo buscan provocar.
Así que ahora tenía que ser cuidadosa con su actuar frente a los humanos. Una de las cosas que tenía que cuidar, era su toque, no es que matara al instante a alguien, pero, si absorbía su energía, y era mejor evitarlo. Aún estaba aprendiendo de Thanatos a controlar todo eso, maldecía un poco heredar un corazón tan volátil como el de su padre, pero, estaba haciendo su mejor trabajo, al final, era una diosa joven por igual, que estaba aprendiendo de los mejores maestros sobre el inframundo. Incluso Anubis, le había mencionado que era muy buena aprendiz, y que dominaría tanto sus tierras como el Helheim, haciendo no solo sentir a su panteón orgulloso, sino, también al mismo Hades.
Porque muy dentro de ella, quería la aprobación del rey del Helheim. Era su amor platónico, Hades parecía inalcanzable, y no era que buscara una relación con él, le gustaba ver a Hades como ese crush que sabe que nunca se realizará, pero era feliz viéndolo de lejos. Además, solo era eso, una admiración y amor hacia su rey, porque en temas románticos, ya tenía interés por alguien más, alguien dulce y único.
— No se preocupe diosa Hela, la entiendo. — comentó Michel. — ¿Cómo funciona su capa?
— ¿Eh? — la mujer le miró y sonrió mostrándole. — Es niebla del Niflheim, me mantiene fuerte cuando subo al Valhalla. Puedo subir sin usarla, pero, a veces me canso, así que mejor la uso.
— ¡Es fantástica! Su color hace que combine con todo. — sonrió Michel.
— ¡¿Verdad?! — menciono una emocionada Hela. — El negro siempre es hermoso, un color que combina con todo.
— Mi pequeña. — sonrió Loki, no importa si Hela tenia siglos y siglos de edad, seguía y seguirá actuando como una adolecente, muy parecida a Buda, pero sin el narcisismo. La hermosa mujer lucía de unos 25 años humanos a lo mucho. — Michel vino aquí a entrenar, pero...
— Oh, no, no, no quiero interrumpirlos. — dijo la mujer sonriéndole a su padre, incluso cuando esa sonrisa tenía labial negro en sus bellos labios, era tan resplandeciente que ambos hombres la admiraron. — Podemos dejar nuestro día para otro día.
— Tengo una mejor idea. — dijo Michel. — Dios Hela, ¿alguna vez ha visitado el Edén?
— Oh... no, no lo he hecho. — comentó la diosa. — Solo sé que es muy hermoso.
— ¿Le gustaría conocerlo? — sonrió el humano. — Los invitó a ambos, podemos tener una rica comida y les puedo dar un tour por el Edén. Siento que nos divertiremos los tres.
— Oh, pero, soy una diosa de la muerte, no sé si los humanos estarán bien con eso. — comentó apenada la mujer mirando al humano. — Verá, aunque quiero cambiarlo, aun la muerte es algo que les asusta a los mortales.
— No se preocupe. — sonrió Michel. — Nadie la molestará, de eso me encargo yo, a una señorita tan encantadora como usted, es mi deber de que se sienta cómoda. Además, ya había invitado a su padre para que fuera a visitarme, que mejor que ambos lo hagan, así podemos conocernos mejor y compartir cosas.
— ¿Estás seguro? — comentó Loki.
— Segurísimo. — dijo el humano encogiéndose de hombros, sonrojándose un poco. — Que mejor para conocerte que... hablar con los dioses que te aman. No... ¿No es eso algo que hacen las personas que se interesan en otros?
La diosa rápidamente se cubrió su boca mirando emocionada a su padre, a lo que Loki acabó por sonrojarse aclarando su garganta. Ninguno de los dos esperaba ese comentario de parte del humano, pero ambos se emocionaron con él. Por parte de Hela, realmente le emocionaba que el humano mostrara interés en su padre, tal vez no debía esperar, y podía estar con el humano que quiere antes de tiempo. Y en cuanto a Loki, simplemente quería ya estar con el humano, aunque debía ocultar su emoción.
— ¡Será un placer! — sonrió la mujer.
— Entonces, ¿qué hacemos aquí? Vayamos. — sonrió Michel.
— Solo denme un momento, voy por mis guantes y regreso.
La diosa se esfumó como un suave suspiró, dejando al dios con su humano, mientras estos se miraron de reojo, y el joven del Edén acercó su mano a la de Loki, dando una suave sonrisa.
— Tu corazón está como loco, es difícil imitar esa esencia. — sonrió Michel.
— Por el Valhalla, no intentes molestarme con eso. — rio Loki.
El humano sonrió, para después salir con ambos nórdicos hablando de la vida. La diosa de la muerte era encantadora, y Loki no se quedaba atrás, ambos eran carismáticos a su manera, le gustaba, Michel había quedado encantado con los dos, parecía que a lado de ese par nunca se aburriría, tal vez sería lindo tener una relación con ellos sin que estuviera ese plan de por medio...
"Según Buda, la diosa Hela visita constantemente a su padre, así que todo se alinéa a nuestro plan. Tienes que conseguir de Hela un pase para el Helheim. Tiene que ser algo de ella, un collar, un prendedor, algo característico con esencia del Helheim. Solo algo propio de los dioses de la muerte puede protegerte del inframundo. Consíguelo. Será tu pase para la siguiente fase. Hela es una diosa algo despistada, será fácil hacerla creer que solo los perdió."
Ahora que estaba conociendo a la diosa, odiaba un poco a su hermano cara de trapo. ¿Cómo podía describir a tan agradable mujer de esa forma? ¿Despistada? Por dios, la mujer era muy amable y encantadora. Le daba un poco de coraje y lástima, pero al final, su familia y el Edén viene primero, y no importaba si su hermano usaba un trapo en la cara, lo amaba, y confiaba en su juicio, el plan tenía que continuar.
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No pudo ignorar las risas de su reina, por lo cual se levantó de su silla y caminó hasta tocar la puerta, donde un lindo "adelante" se escuchó, y entro en la oficina del ex emperador. Podía ver a su esposo en el teléfono, mientras miraba diferentes papeles del inframundo y los firmaba. Hades acabó por sentarse en el asiento de enfrente mientras Qin le miraba.
Pudo notar la sonrisa perfecta de su reina, en como su rostro hermoso enmarcaban esos dulces ojos de estrellas, en como brillaba a pesar de que el inframundo no era exactamente un lugar lleno de luz. A decir verdad, podría admirar a Qin todo el día, pero, también estaba esa parte de él, que le gustaría verlo nervioso, encerrado, como si no tuviera escapatoria, perdiendo un juego. El emperador había conseguido unificar a China, se preguntaba, si Qin, algún día podría unificar cielo, tierra e inframundo como uno.
Soltó una pequeña risa.
No, si había un rey que conseguiría eso, sería él. Unificar cielo, tierra e inframundo. Cielo, los dioses del Valhalla, tierra, los humanos del Edén, uniendo su mundo mortal con el mundo divino, e inframundo, eso lo conseguiría una vez que este juego de ajedrez terminara o se destruyera.
— Kojiro, dame un momento. — dijo al teléfono mientras ponía en pausa la llamada. A lo que Qin miró a Hades ladeando su cabeza con una sonrisa. — Quiero pedirte algo.
— Te escucho. — sonrió Hades. — Tenía la sospecha de que me pedirías algo, con esa dulce mirada que tienes en el rostro ahora.
— Dedujiste bien. — rio Qin. — Kojiro dijo que Poseidón le creo un Onsen espectacular, y nos invitó a visitarlo. ¿No quieres ir?
— No puedo dejar el Helheim solo. — sentenció Hades. — Puedes ir tú si así lo deseas.
— Por favor, solo será una noche, además, le puedes decir a Beelzebub, Hela, Anubis, que se hagan cargo en lo que nosotros nos divertimos. — dijo el humano levantándose. — Hemos trabajado mucho, merezco consentir a mi rey, y que mi rey me consienta.
— Siempre te estoy consintiendo. — sonrió Hades acercando la cintura de su reina con él. — ¿Te gustan los Onsen?
— ¿Bromeas? ¡Me encantan! — sonrió Qin emocionado. — ¿Qué mejor que un lugar para relajarse y vivir la vida al máximo? Y...
— ¿Y?
— ¿No te gustaría tenerme desnudo en ricas aguas masajeando tu cuerpo? — dijo el chino sentándose en las piernas de su esposo. — ¿No quieres ver como el agua recorre mi cuerpo? Los Onsen hacen vapor, Poseidón y Kojiro no se darán cuenta si me siento así en ese lugar, y comienzo a montarte lentamente.
Maldita sea.
Había ciertas cosas que no había planeado, una de ellas, era que su mente se pierde por completo cuando se trata de Qin. Su pareja amaba el sexo, y eso le gustaba, ya que a él también. Pero, solo con ver esos ojos su mente se volvía estúpida, no lo dejaba pensar, y le asustaba un poco no tener el control. Quería el control absoluto, pero, como Qin lo había sentenciado, siempre perdía la cabeza por su reina.
— Al fin estamos hablando de negocios. — suspiró el rey del inframundo, acariciando las caderas de su esposo. — Si Poseidón acepta que vayamos, iremos. De otra forma no, no pienso obligar a mi hermano.
— Pero Kojiro dijo que...
— Kojiro puede invitar hasta un perro de la calle, pero si Poseidón dice que no, nadie entra a su palacio. — rio Hades. — Conoces a mi hermano, matará a quien sea que se atreva a entrar en sus territorios sin permiso. Recuerda que Kojiro no manda en la mente de Poseidón.
Qin sonrió, pasando un mechón de cabello de Hades detrás de su oreja, comenzando a besarlo. "¿Kojiro no manda en la mente de Poseidón? No me hagas reír, tu hermano esta de rodillas ante Kojiro." Eso quería decirle a Hades, pero parece que no se da cuenta, lo hundido que esta Poseidón ante Kojiro, y de que el control de los mares, el ejercito de los océanos, y la gente de Poseidón, hace mucho gritan más fuerte el nombre de la reina Kojiro, que del olvidado rey Poseidón.
— Bien, si Poseidón dice que sí, iremos. — sentenció Qin sujetándole el rostro a su esposo. — Nada de excusas, si dice que sí, iremos.
— Así es. — respondió Hades. — Es un trato.
Qin sonrió, caminando de regreso a su escritorio para decirle a Kojiro que, si Poseidón aceptaba recibirlos a ambos en su castillo y usar su Onsen personal, irían. Kojiro mencionó que no había problema y cortaron la llamada. Ahora era trabajo de un japonés que caminaba nervioso a la oficina de su esposo. Qin confiaba en él, y tenía que lograrlo, sea como sea, tenía que hacer que Poseidón dijera que sí. Sabía que la entrada de Hades no era problema, el dios podía entrar en los dominios de su hermano y salir como si nada, el problema era Qin, y lo peor, a Poseidón no le agradaba Qin.
En realidad, no le agradaba nadie, pero, a Qin le odiaba, no le gustaba su altanería, su egocentrismo, y su forma de mandar sobre los demás, lo que era irónico, porque se parecían demasiado.
Ahora tenía que hacer su parte y estaba muriendo de vergüenza. No le gustaba usar esa ropa ajustada, donde ese pantalón negro pegado a su cuerpo enmarcaba sus piernas, tampoco le gustaba esa ligera camisa azul, con un escote como el de Poseidón, mostrando gran parte de su torso y pecho. Poseidón se lo había dado para que su vestimenta fuera parecida con la del dios de los mares, y cuando la usó por primera vez, Poseidón le quitó la ropa negándole volverla a usar, ya que, según Poseidón, solo él podía mirar su cuerpo.
Pero a Kojiro le valía la opinión de Poseidón, solo hacia las cosas que él quería, y actualmente quería que Poseidón dejara entrar a Qin a su reino. La última vez que Hades había visitado el reino junto a Qin, había sido un desastre.
— ¡Nos vemos hermano! — fue lo que gritó Hades, con Qin cargado mientras huía de allí.
Ya que Qin, había sacado del estanque uno de los caballitos de mar de Poseidón, para verlo de cerca, y esos caballitos de mar eran más importantes que Kojiro para Poseidón, o al menos eso pensaba el japonés.
Porque apenas el dios de los mares notó que Qin había cometido tal estupidez. Él mismo destrozó parte de su palacio para recuperar su caballito de mar, y perseguir a Qin mientras Hades lo cargaba y se despedía huyendo de allí. El japonés rio en recordarlo, recibió una canasta con regalos de parte de Hades como disculpa, con dulces que le gustan al rey de los mares. Poseidón no quiso tomarla al inicio, pero Kojiro lo había visto chupar una paleta mientras estaba en su oficina.
Por eso, era algo impensable pedirle a Poseidón que dejara entrar a Qin, pero tenía que intentarlo.
Suspiró acomodando su coleta y su flequillo, notando que su ropa estuviera bien arreglada, que estuviera usando su peineta, y que, aunque no quisiera admitirlo, su cintura se enmarcara ya que a Poseidón le gustaba abrazarlo de allí. Acabó por tocar la puerta, y esta se abrió de inmediato, donde se cruzó con los ojos de Proteus, quien le sonrió y le permitió entrar, mientras él salía con una taza de café ya usada.
— Poseí.
— Koji. — dijo Poseidón sin mirarle mientras veía algunos papeles. Su esposo estaba trabajando, así que no quería molestarlo mucho, quería hacer esto rápido. — ¿Qué pasa?
— Quiero que Qin y Hades vengan al reino y disfrutemos del Onsen juntos.
— Hades puede entrar, tu molesto hermano se queda afuera. — comentó Poseidón firmando unos papeles. — ¿Algo más?
— Poseidón. — dijo Kojiro acercándose, e inclinándose un poco en el escritorio de su esposo. — Siento que sería divertido estar los cuatro juntos...
Y fue allí cuando la mirada azul de los mares miró a su esposo. Pudo ver de los pies hasta la cabeza, en como Kojiro estaba usando las botas que compró para él, usaba esos pantalones ajustados que hacían maravillas con esos muslos y trasero, usaba esa camisa azul, ligera y ajustada a su cuerpo con ese escote en el pecho, donde lograba ver los pectorales y torso de su pareja, y para adornar esa bella piel morena, había un rostro definido y gentil con una sonrisa mirándolo, y esa coleta con largo cabello cayendo.
El dios de los mares tragó saliva, sin poder dejar de pensar, en que debía marcar cada parte expuesta de piel de Kojiro como castigo, al usar de nuevo esa camisa que solo debe usar para él.
— Pensaba que... — dijo Kojiro acercándose. — Podíamos divertirnos y relajarnos, leí que las parejas tienen citas de parejas con otras, sería divertido. — comentó, poniéndose a un lado de su esposo, mientras este ponía las manos en su cintura y le jalaba para que se sentara en sus piernas. — ¡Ah! ¿t-tú que dices?
— En el Onsen, tienes que estar desnudo. — comentó Poseidón, acariciando la parte expuesta de su pecho, haciendo a Sasaki estremecer. — Le tendría que arrancar los ojos a Hades si te mira desnudo. Solo yo puedo apreciar ver a mi reina desnudo.
— Prometo ya estar dentro del agua antes de que Hades ingrese. — comentó Kojiro, girando los ojos algo fastidiado. — Y cuando salga, tú harás que salga primero y yo podré salir después, no tiene que verme desnudo. — culminó, realmente quería decirle que no a sus tontos caprichos, pero tenía que aguantarse.
— ¿Y tú hermano?
— Bueno, él ya me ha visto desnudo, cuando éramos niños solíamos ducharnos todos juntos, además que tenemos un Onsen en el Edén que hemos usado. — sonrió el japonés. — No puedo hacer nada al respecto, Qin pensará que es raro que yo me meta de golpe antes que él.
— Es inevitable, pero aceptaré que no puedo arrancarle los ojos. — comentó Poseidón besándole el pecho a Sasaki mientras acariciaba sus piernas. — ¿Es importante para ti tener esta clase de cita doble?
— Lo es, por favor, quiero divertirme contigo y que disfrutemos un poco nuestro matrimonio. — sonrió Kojiro.
— ¿Qué recibo a cambio? — cuestionó Poseidón.
— ¿Qué quieres? Puedo. ¡AH! E-espera... Hn...
El humano apenas podía controlar sus gemidos y temblores, cuando el dios acariciaba sin parar su entrepierna, y no solo era eso, era sentir la boca de Poseidón chupar su pecho, haciéndolo estremecer. Poseidón acabo por tirar las cosas de su escritorio y recostar en él a Kojiro, besando cada parte de su abdomen hasta subir al pecho, mientras una mano ya estaba metida debajo de sus pantalones acariciándole el bulto, haciéndolo arquearse por todas las sensaciones.
No era brusco con él, Poseidón lo hacía estremecer y perder la cabeza cuando hacía eso. Solo eran sus manos acariciándolo, y sus labios besando su piel, y aun así sentía que su cabeza se volvía idiota, y solo podía abrir las piernas como reflejo. Acabo por morder su labio, pero, se sorprendió cuando Poseidón puso un dedo en su boca, impidiendo que se mordiera a sí mismo.
— Lastimarás tus labios, si quieres morder algo, muérdeme a mí. — dijo el dios de los mares.
Hubo un momento donde pararon, ya que tanto el dios de los mares se sorprendió de lo que había hecho y dicho. Ambos acabaron por mirarse, y el japonés se acercó lento, besándole con dulzura, misma dulzura que fue correspondida por el tirano, acariciándole las mejillas mientras se besaban, sin toques inapropiados, solo besándose con amor y muchos sentimientos de por medio.
— Poseidón... ¿qué fue eso? — sonrió el humano.
El dios solo podía mirar esos labios, para después pegar su frente con la del humano, disfrutando el silencio, mientras podía escuchar esa dulce risa de su Kojiro.
— Está bien, acepto que vengan, y tu tonto hermano puede entrar. — suspiró Poseidón. — Pero no puede acercarse a mis estanques.
— ¿En verdad? — sonrió en grande Kojiro. — ¡Gracias, Poseí!
El dios acabó por sonrojarse y mirarle de reojo para acabar por sentir los brazos del humano rodeándolo, a lo que él acabó por refugiarse en los brazos de este.
— Si mi reina lo quiere, mi reina lo tiene, estará bien, después desinfecto el Onsen.
— Tonto dios de los mares, pareces un niño. — rio Kojiro besándole la frente. — Gracias.
Solo pudo sonreír, pero, en el fondo, le dolía el pecho de estar haciendo esto, sabía que Poseidón no le mentía, al menos no ahora, ¿no era eso suficiente? Porque no mejor elegir su vida actual y olvidar todo. No era un hombre que mirara atrás, podía aventurarse a un nuevo mundo siempre que quisiera, no tenía ataduras, es por ello que podía tener paz, y perdonar, al igual que ayudar a todos.
"¿No era mejor solo disfrutar lo que tienen ahora?" Eso es lo que pensaba, pero, nunca dejaría a su familia detrás, si el Edén quería encontrar la verdad sobre las cosas dichas por el dios hindú, lo harían.
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Era el estruendo de la música lo que le molestaba.
No era de fiestas, no le gustaba estar tan rodeado de gente, y era la primera vez que dejaba a Carelia sola en su hogar. Pero, no es como si pudiera traer a su mascota a una fiesta. Desde que el dios griego mostró su interés hacia él en la boda de sus hermanos, no dejaba de mensajearle. Por un momento se maldijo de darle su número, pero, él no sabía que el dios estaba empeñado a hablar con él.
Aunque, le gustaban algunos de sus mensajes, cuando no era idiota y no hablaba de sí mismo. Le gustaba cuando le mandaba fotos de paisajes, o le contaba sobre los caballos o cisnes que se encontraba, le gustaba más ese lado de Apolo. Lo malo es que rara vez lo mostraba.
Pero no había tiempo de quejarse, ya había llegado allí. Él griego le había dicho que era una fiesta neón. Así que traía ropa completamente negra, con un pasamontaña que cubría su nariz y mandíbula, pegado a su rostro, con una sonrisa dibujada con dientes filosos, como la de Lü Bu, claramente en honor a su hermano, en un neón rosa intenso. Al igual que los arneses en su ropa eran de colores neones vivos, y como era su primera fiesta, Eva había maquillado un poco sus ojos, dibujándole algo muy sutil como delineado neón, haciendo que sus ojos ya hermosos resaltaran más.
"Gracias por avisarme que iras a una fiesta, puedes ir, solo recuerda que tienes que reportarte a tiempo, y si necesitas que vaya por ti, iré. Y en caso de que decidas quedarte más tiempo, con un mensaje mamá lo entenderá, pero solo avisa que estas bien, diviértete amor."
Había sido el único hermano dentro de los menores, que mencionaba donde estaba. Había hablado esto con Qin y una vez que su hermano aceptó, fue sincero con su madre de que el dios griego lo había invitado y tenía curiosidad de ir. Eva se sorprendió por supuesto de que Simo prestara atención a una fiesta, pero sonrió al ver que su pequeño tenía interés en el dios griego.
Así que decidió dejarlo ir, y ella proteger a Simo en caso de que Adam decidiera intervenir y no querer dejarlo salir.
Así que ahora caminaba hacia la entrada, donde un sujeto enorme custodiaba esa gran puerta dorada como si fuera de seguridad, dejando ingresar a la gente o rechazándola para evitar que se colaran sin invitación. Decidió formarse, mientras se sentía diminuto a lado de todos esos dioses y diosas, damiselas y hombres hermosos, pero decidió ignorarlo. Algunos lo miraban curioso, sabían que era humano, pero, se reían de su cuerpo tan pequeño, no le importaba, un cuerpo pequeño era una ventaja, al menos para un francotirador. Podía ingresar en cualquier lugar, llegar a puntos inalcanzables y poder dar el tiro de gracia, así que nunca le preocupó su tamaño.
— ¿Te perdiste, niño? — Simo dio un suspiró mirando hacia la dirección de ese semidiós, el cual se quedó sorprendido de esos ojos grandes, hermosos y de un color miel que le impresionaban. Los grandes y perfectos ojos de Simo le miraban, a lo que el dios se sorprendió de tal belleza única que había en ellos, con esas pestañas grandes y que parecía la mirada de un ángel divino. — Oh... Lo lamento.
— Descuida. — respondió Simo volviendo su mirada al frente.
— No deberías cubrir un rostro tan bonito. — dijo el semidiós acercándose por la espalda, colocando su mano en su hombro.
— No me toques, es asqueroso. — comentó Simo, retirando su mano.
Antes de que el semidiós pudiera decir algo, fue el turno de Simo de ponerse frente al sujeto de la puerta, y antes de que el sujeto dijera que se retirara de allí, el humano mostró la invitación escrita y firmada por el puño y letra de Apolo. Los ojos del sujeto se abrieron con sorpresa, mirando la carta de cerca y después hacer llamar a una bella doncella a la cuál le entrego la carta. La mujer tenía cuernos y cola, por lo que le habían enseñado Tesla y Qin, se trataba de un incubo.
— Oh pequeñín, tú tienes un pase VIP. Ven conmigo, seguro querrá verte. — comentó la mujer.
El humano solo asintió y siguió a la mujer, al entrar en definitiva se sorprendió de la cantidad de personas dentro de esa sala del castillo, todos estaban disfrutando de la música, de las luces, de los brillos, parecían divertidos bebiendo y hablando, bailando y besándose, en definitiva, las fiestas griegas eran asombrosas, de eso no había duda. La mujer lo hizo subir a otro piso, donde igual había una gran fiesta, pero al parecer, solo personas exclusivas podían subir allí. Pudo notar arcángeles, demonios de grados superiores, con una especie de cadena en sus cuellos. Al parecer, Nikola le había comentado que demonios como Asmodeo, por poner un ejemplo, demonios con tal control y disciplina, o en otras palabras, que no buscan causar destrozos solo porque si, puede subir al Valhalla en pocas ocasiones, acompañado de un arcángel y una marca de Hades, la cual tiene tiempo límite, si el demonio excede su tiempo, la marca lo come vivo regresándolo al Helheim de una manera muy dolorosa.
— ¿Te gusta lo que ves? — preguntó la mujer.
— ¿Es problemático? — preguntó el humano mirándola. — ¿Tener que usar la marca de Hades todo el tiempo?
— Bueno, no deberíamos salir del Helheim en primer lugar, pero nuestro rey es alguien de buen corazón. Aunque de igual manera estricto, a los que nos portamos bien nos dejan salir bajo condiciones. Al fin y al cabo, no podemos romper estas cosas, y es un infierno... — rio la mujer. — Si se puede decir sin ironía, desobedecerlo.
— Entiendo. — comentó el humano.
— Este lugar puedes explorarlo, daré aviso de que estas aquí, así que diviértete pequeñín, bienvenido a los dominios de nuestro dios del sol.
— Gracias.
El humano, cuando la incubo se retiró, se quedó un momento relajándose en una esquina. Pensando en las cosas que tenía que hacer, ya que no esperaba que hubiera esta fiesta tan animada, su primer plan tenía que desecharlo, dado que mantener a Apolo enfocado en él iba a ser imposible. Había detectado al dios del sol apenas ingresó a la fiesta, gracias a esos ojos de halcón que tiene, logró detectarlo antes que nadie. Se encontraba en el piso inferior, besándose con dos doncellas mientras la multitud lo cubría. En la esquina superior derecha, cerca del mueble azul. Si trajera su rifle, sería un tiro muy sencillo, estaba abierto, un tiro directo a su cabeza, nadie sabría que fue él, acabaría con el problema rápido, pero no, tenía que buscar una forma de llamar su atención. Su sola presencia no funciona, tenía que hacer algo más.
Así que pensó en lo que le dijo Michel.
"Supongo que él considera que eres lo opuesto a él. Siente que eres fácil de leer, por lo tanto, fácil de dominar. Siento que, si fuera yo en tu lugar, haría algo espontáneo, algo que ni en sus más locas deducciones o sueños, le hiciera pensar, que podrías hacer tú. Hará que su mente se pregunte cosas, "¿Es Simo? ¿El Simo qué conozco? ¿El qué solo me envía fotos de su perrita? ¿El qué no sale de su hogar y se la pasa con videojuegos o practicando tiro?" Su mente no pensará en nada más que en ti cuando todas esas dudas lleguen, y cuando lo tengas en ese punto, atácalo, no físicamente claro, me refiero a que, por ejemplo, un francotirador se mezcla con su entorno, tiene a la presa en la mira y dispara en el momento exacto. Has lo mismo con ese dios y logra lo que nuestro hermano cara de trapo, cree que puedes lograr, confía en ti."
Giró los ojos y suspiró. Caminando a un camarero tomando uno de los cocteles que ofrecía.
— Aquí muere mi dignidad, Carelia, espero perdones a papá de hacer el ridículo. — se dijo a sí mismo, bajando su pasamontañas, y bebiendo toda la bebida de golpe.
Fue un buen detalle que la cicatriz de su rostro, estuviera adornada con pintura neón, de un rojo intenso, que destacaba en su piel pálida. Sonrió, se la había hecho de pequeño en un accidente junto a sus hermanos. Un espejo roto, pedazos volando, cicatriz en la mejilla que recorre de su boca a la mitad de la mejilla izquierda. Le sorprendió que un cristal pudiera dañarlo, eran muy resistentes, pero, parecía destinado a ello.
Suspiró subiendo su pasamontañas, ya era un chico de 18 años, tenía una misión y la haría. No importaba nada, no importaba lo ridículo que pudiera verse, lo haría. Si el dios estaba divirtiéndose en el piso de abajo, lo haría arrastrarse al piso de arriba a verlo.
Retiró la chaqueta que usaba, dejando solo los arneses, revelando una playera con tremendo escote en la parte de la espalda, dejándola toda descubierta, sin mangas, y entallada a su cuerpo color negro. Para después caminar dentro de la multitud que bailaba sin parar en esa hermosa pista. Por supuesto que llamó la atención de las personas allí, era como una pequeña sombra blanca que caminaba entre la multitud, hasta que sintió unas manos acariciar su cintura y volteo a ver unos ojos rosados mirándolo.
Era un hombre de cabello negro, con grandes alas blancas, y esos ojos rosados intensos mirándolo, por el aura divina que tenía, sabía que se trataba de un dios, y no solamente un dios. El cuerpo perfecto que tenía, la belleza única, y esas manos, que sentía, con algunas vendas en los dedos, dignas de un arquero. Si, estaba seguro.
Los ojos rosas del amor.
— Humano, ¿quieres bailar? — mencionó el dios griego Eros.
— Si puedes seguirme el paso, seguro. — respondió Simo.
Ha decir verdad, sentía que no podría volver a pisar el exterior después de eso. Y no lo haría, nunca lo haría, viviría en su hogar, y crearía su propio huerto, criaría sus propios animales, cazaría, no tendría que salir nunca más, porque ahora estaba bailando, dejando que esas manos recorrieran su cuerpo. Al menos agradecía que Eros no era un pervertido queriendo tocarle el trasero, le acariciaba con suavidad la cintura, lo pegaba a su cuerpo, hacía que su cintura se moviera con la de él al ritmo de la música. Su cuerpo de no recibir el toque de nadie, ahora se sentía extraño, estremeciéndose con esos roces al bailar tan junto con alguien.
Además, el dios olía esquicito, era el dios del amor sexual, de la atracción, sentir las manos del dios en él, hacía su cuerpo temblar. No sabía si era el aura divina del dios, o que realmente sabía avivar el deseo en los demás con solo un toque, pero le gustaba, sus manos se sentían bien. Nunca había sentido tal sensación, que incluso ya no consideró una tortura bailar.
Cuando sintió los labios del dios rozar su cuello soltó un gemido involuntario, que le hizo sonrojar y a su pareja de baile sonreír. De pronto se dio cuenta de alrededor, de alguna forma se habían vuelto el centro de atención por simples motivos. Era el único humano, era un príncipe del Edén, y, además, era el príncipe del Edén que nunca se deja ver.
— El tiro divino del Edén. — susurró Eros en el oído de Simo. — Los hijos del padre de la humanidad tienen talentos únicos, escuché que eres bueno con las armas, no hay ningún punto en donde falles.
— ¿Hay rumores así de mí? — Comentó Simo, rodeándole con sus brazos por el cuello, haciendo que las manos de su ahora pareja de baile le pegaran más a él.
— Hay rumores de todos, y tú eres el más interesante, pocas veces visto... no podía perder mi oportunidad, tenía que bailar contigo.
— Por la forma en la que acaricias mi cintura, siento que buscas algo más.
— ¿Te desagrada?
— Me gusta. — bueno, eso era una gran mentira, pero ya que, estaba siguiendo esto. No importa si los toques de Eros se sentían bien, en definitiva, no le gustaba, y si no le gustaba, no sucumbiría al deseo sexual, así de simple. Dios o no, tendría que hacer más que eso para conseguir algo de él. — Tal vez si sigues bailando así, me convenzas de ir a un lugar más privado.
Por supuesto que una parte de él si se estaba divirtiendo, era una sensación nueva, no era su estilo, pero era bueno tener nuevas emociones. Más cuando descubrió que se siente bien sentir la calidez de alguien más. Era eso, o sus hormonas habían llegado al límite, cualquiera de las dos cosas eran bienvenidas. El dios bajó delicadamente el pasamontañas de su rostro, notando esa preciosa cara adornada por esos impresionantes ojos. Notó la cicatriz, notó como el rostro del humano brillaba, una vista única.
— Tanta belleza en ti. — susurró acercándose, casi al punto de juntar sus labios. — ¿Puedo?
El humano solo pudo ver esos labios, y tuvo ese deseo de besarlos, sería su primer beso, no veía nada mal besar a un dios, le diría a Qin sobre ello y seguro que este sonreiría y diría algo como, "Úsalo como quieras, quítale todo, y has que el maldito ruegue por ti." Quería besarlo, realmente quería hacerlo, iba a contestar que sí, tener un rostro tan atractivo cerca, ni siquiera debía de pensarlo.
— No puedes, aléjate de él, Eros.
Por supuesto que él humano sintió como unos brazos le jalaron lejos del dios, y al mirar hacia arriba, vio el rostro molesto del dios Apolo mirando a Eros, mientras subía el pasamontaña de Simo de nuevo a su lugar. El dios hizo brillar su aura divina, era un centro de atención a donde iba, y por supuesto que subió cuando todos estaban curiosos de que algo pasaba en la sección VIP, subió mucho más rápido cuando la incubo le notificó que el humano había llegado, y prácticamente corrió cuando vio a Eros tan cerca de su humano.
— ¿Desde cuándo controlas las decisiones de los príncipes del Edén, Apolo? — preguntó Eros molesto, mirando al dios del sol.
— ¿Desde cuándo tú te interesas por humanos, Eros? — sonrió Apolo.
— Siempre me han atraído los humanos, son sensuales, más aquellos tan misteriosos. — sonrió el griego mirando a Simo, quien se sonrojó, esa mirada, ese cuerpo, bueno, claro que distraían al francotirador.
— Quiero que esto quede claro, solo lo repetiré una vez. — comentó Apolo. — Simo ha venido solo por mí, no por ninguno de ustedes, no se acerquen de nuevo nunca a mi príncipe. — sonrió. — Ninguno de ustedes está a la altura de siquiera respirar cerca de él. Así que solo disfruten de mi brillo, mi fiesta y mi hogar, y no molesten a mi invitado de honor. Y en cuanto a ti, Eros, ¿por qué no regresas con Afrodita?
— ¿Me corres de tu fiesta? — mofó el griego. — ¿Qué tan infantil eres?
— Solo vete.
— ¿Te sientes amenazado? — rio Eros abriendo sus alas. — El gran Apolo no tiene las cosas como él quiere, así que hace un berrinche digno de un niño. — suspiró el dios. — Simo, príncipe del Edén, fue un honor bailar contigo. Espero que podamos conocernos otro día. Eres bienvenido a mi hogar, puedes visitarlo siempre que quieras.
— ¡Ya te he dicho que es mío! — gritó Apolo, haciendo que el lugar se sintiera un calor de golpe, digno del sol.
— ¡Qué molesto eres! ¡Para! — gritó Simo retirando las manos de Apolo de él, ante la sorpresa del dios. — Lo dejaremos para otro día. — mencionó el humano mirando a Eros. — Esta fiesta es aburrida, me retiro.
El rostro de ofensa de Apolo y de enojo, debido a la humillación que sufrió en ese momento, podría ser un meme andando, mientras veía al humano caminar a las escaleras para bajar y salir. ¿Qué Simo había dicho qué? ¿Qué Simo lo había humillado? ¿Qué había decidido irse antes de estar con él? ¿Con el gran Apolo? ¿Cómo? ¿Eso era posible?
Persiguió al humano antes de que huyera y lo cargó, era tan ligero como un gatito, y se lo llevó de allí, a un área lejos de esa fiesta, más privada, donde el humano se soltó de su agarre y le miró. Odiaba esa mirada fría como el hielo del humano, parecía que lo despreciaba, y es muy probable que así sea, pero no quería que se lo restregara en la cara.
— Viniste. — dijo Apolo.
— Me invitaste. — contestó Simo.
— No sabía que te gustaba bailar. — dijo el dios molesto. — Pensé que te reirías de que tan siquiera considerara que te había invitado para algo como esto.
— Tengo dieciocho. — dijo el humano.
— ¿Eh?
— Vine por lo que me dijiste, que te buscara si quería divertirme, bueno, ya tengo 18 años. Pero al parecer la oferta no era más que una mentira, me estaba divirtiendo y no me dejaste seguir.
— ¡No es como si fuera dejar que ese idiota pusiera sus manos encima de ti!
— ¿Qué tiene?
— ¿Qué tiene? ¡Por el Olimpo! — gritó Apolo, para después golpear sus mejillas un poco y suspirar, mirando al humano.
Tal vez Hades tenía razón, era algo volátil, y si pensaba solo en él. Además, que le desesperaba que Simo no estuviera muriéndose por él. ¡Es un dios! ¡El que hace que el sol funcione! Debería estar babeando por él.
— ¿Querías que solo me la pasara contigo cuando cumpliera dieciocho? — dijo el humano acercándose al dios, haciendo que este le mirara con sorpresa. — Eso es muy ególatra de tu parte, pensar que yo quería pasar tiempo solo contigo.
— Dame una oportunidad. — dijo Apolo. — Olvidemos esto y finjamos que estamos de vuelta al inicio de esta fiesta. Por favor.
Podía ver esos ojos necesitados, podía ver que había destruido su ego y orgullo, allí estaba, ese tonto dios griego que solo piensa en sí mismo, rogándole por atención. Al parecer Michel tenía razón, ya solo necesitaba apretar el gatillo.
— Bien... — sonrió el humano. — Si con eso quitas tu cara de idiota necesitado.
Apolo hizo un puchero, mientras veía al humano bajar su pasamontañas, y esa linda sonrisa aparecía. Ese rostro tan lindo y perfecto, y por dios, esos ojos, tenía los ojos más hermosos sin lugar a dudas. Además, que la risa que soltó el humano le gustó, era dulce y no ruidosa, era la primera vez que veía esa expresión en él.
— Apolo, tengo dieciocho, ¿nos divertiremos? — sonrió Simo a lo que un sonrojo en el rostro del dios griego apareció.
— Te daré la mejor noche de tu vida. — sonrió el dios, ocultando su sonrojo. — Confía en mí.
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Le había sorprendido cuando su madre Neftis le había comentado que su padre Osiris lo estaba buscando.
No quería dejar el Helheim, pero, estaba confiado ya que, aunque Hela no estaba, Thanatos se estaba haciendo cargo en las entradas del Niflheim junto a Cerberos, por lo tal, decidió salir y seguir el llamado. Era muy raro que Osiris le buscara, prácticamente no se hablaban, no era que le desagradara o algo por el estilo, pero, el drama familiar sobre su nacimiento y orígenes no es algo con lo que le guste lidiar.
Bueno, en realidad, ¿qué persona en su sano juicio le gustaría lidiar con eso? Sí era hijo de Osiris, pero igual de Seth, y su madre era Neftis, pero al mismo tiempo, Isis también se convirtió en parte de su vida, y que decir de Horus, ¿son medios hermanos? Si lo son, ¿por qué tienen esta batalla entre ellos? No odiaba a Horus, le admiraba como el faraón de la vida, pero, odiaba el feudo que tenía contra Seth, y él solo quería proteger a Seth de cualquier cosa. No importaba lo que dijeran en el panteón egipcio, Seth no era malo como todos mencionaban.
"Estás obsesionándote de nuevo, Anubis."
Recordó las palabras de Hades cuando platicaban en el Helheim. Hades era diferente a todas las personas que conocía. Era calmo, gentil y un gran rey, le encantaba conocer a un dios del inframundo con tales cualidades. Cuando llegó al Helheim, y vio esos ojos violetas mirándole con tal gentileza, sintió algo distinto en el ambiente, era el inicio de algo que no conocía, y eso le agradó. Pero, cuando el dios griego conoció la historia de Anubis, y este le explicó lo que hacía, Hades rio, para después quitarle su cabeza de chacal, que era preciosa hecha de obsidiana, oro y diamantes, con pieles y gemas del Helheim, para verle a los ojos. Era la primera vez que alguien fuera de sus padres o familia lo miraba de esa forma, y todo para darle un golpecito en la frente.
"Allí estás, ese rostro tan atractivo, esa piel tan pálida y ese cabello negro y rizado tan rebelde como las almas en el Helheim. Te daré un consejo, tienes un problema, te obsesionas mucho con un pensamiento, si quieres mejorar, tienes que saber controlar todo el tablero que hay frente a ti, no solo una pieza. No pierdas la cabeza, Anubis, si la pierdes, perderás todo. Controla la muerte, es tuya, muéstrale a tu panteón quién diablos es el verdadero faraón de la muerte."
Después de ello, entablaron una gran amistad. Hades era amado, apreciado, venerado en el Helheim, no había mejor rey que aquél que ama a su pueblo, no había mejor rey, que aquel que busca sacar lo mejor de sus allegados y hacerlos invencibles. Además, no había mejor rey, que aquél que sabe cocinar galletas. Porque si, Hades sabía cocinar, y cuando Hela llegó, y le hizo una fiesta de bienvenida, la verdad todos nos emocionamos al comer galletas, sin que estas tuvieran ese sabor sin vida que tenía la mayoría de la comida en el Helheim. Hades usaba su poder para mantener las cosas frescas, y que su gente pudiera experimentar placer de nuevo en comer dentro del inframundo.
Ese era Hades, un rey capaz de hacer todo por conseguir sus metas.
Y ahora mismo, le encantaría tener a su amigo y mentor a su lado, porque sus ojos solo podían abrirse de la impresión, por cada paso que daba entrando en el templo de Osiris, solo podía quedarse con la boca abierta sin poder creer la imagen que tenía delante de él. Por un momento pensó que su mente le estaba jugando una jugarreta así que retiró su cabeza de chacal, haciéndola desaparecer como humo de su cabeza, mirando al frente con sus propios ojos.
Allí, en una mesa de oro, en la cabecera, y, por si fuera poco, sentado en el trono de Osiris, se encontraba un humano charlando alegremente con Seth, Osiris, Neftis e Isis. Y, por si no fuera suficiente, Ra estaba por igual, e incluso Horus, compartiendo algunas palabras, sonrisas y risas de esa conversación tan animada que tenían. El humano, Grigori Rasputín, tenía a todos sonrientes mientras hablaba de quien sabe qué cosa, donde no solo había logrado entrar al panteón egipcio, había hecho que Osiris le recibiera, le diera su silla real en la mesa, y lo más sorprendente aún, que estaban reunidos esos cuatro padres de él, sin matarse entre ellos.
No podía creerlo, no podía pensar tan siquiera en un momento, en donde Seth y Osiris estuvieran riendo lado a lado, o que Isis y Neftis estuvieran dándose palmadas entre risas, mientras veían al humano contarle una historia al parecer graciosa. Y no era solo eso, miró como Ra le acarició el cabello al humano, y Horus le daba un abrazo, viendo como su medio hermano prestaba cierto interés en el ruso.
Eso lo hizo apretar los puños.
— Oh, ¡Anubis! Llegaste. — dijo Horus mirando hacia su dirección.
— Querido ven, acércate, Grigori nos comentaba una historia muy entretenida. — Habló su madre Neftis, haciendo señas de que se acercara.
— ¿Qué está pasando? — preguntó Anubis muy confundido mirando a todos.
— Anubis. — dijo Ra, haciendo retumbar el palacio de Osiris.
Rápidamente el dios del inframundo se inclinó, mientras esos ojos dorados como el oro y resplandeciente como este, le miraban. Se acercó lento a él, su piel morena, su atractivo singular, ese cabello negro y lacio cayendo, sus adornos. Sin quererlo, salieron de su cabeza un par de orejas negras, que rápidamente se agacharon ante la presencia del dios del sol. Esto por supuesto, hizo reír a Ra.
— Sigues siendo un cachorro perdido. — rio Ra, acariciándole el cabello. — Levántate.
— A veces no lo controlo. — respondió Anubis avergonzado, haciendo desaparecer las orejas, mirando a Ra. — Es un honor tenerlo aquí.
— No creo que consideres un honor tenerme aquí después de que sepas la razón por la que has sido convocado. — comentó el dios del sol. — Tranquilo, yo no estoy molesto, estoy de tu lado, mi lindo Anubis, tan serio y educado, a decir verdad, estoy sorprendido que tú entre todos los dioses egipcios, hayas sido convocado para esto, nunca lo esperaría de ti.
— ¿Eh? ¿De qué habla? — Preguntó Anubis confundido.
— Lo que pasa es que vine a acusarte. — respondió Grigori frunciendo el ceño. — Pervertido acosador. Vine caminando del Edén hasta aquí para que te pusieran un alto.
Grigori frunció el ceño mirándolo con esos ojos azules intensos, parecía molesto. Pero, un momento, ¿cómo le había llamado? ¿Pervertido? ¿Acosador? Él ni siquiera se había acercado a él, es más, la única vez que había estado cerca de él, quitando el Ragnarök, era la vez que dejó un regalo para toda su familia en su casa, no más, e incluso, Ra sabía de dicho regalo, entonces, ¿por qué lo llamaba así? ¿Por qué venía a hablar mal de él a su panteón?
— ¿Eh? ¿Cómo osas llamarme así dentro de mi panteón? — Por supuesto esos caninos en su dentadura crecieron, y esos ojos se volvieron rojos al escuchar un insulto contra de él.
Pero, ante su sorpresa, fue Seth quien acabó por darle un zape en la cabeza levantándose, y obligándolo a sentarse enfrente de una caja dorada. La reconocía, era la que había dejado en el hogar del Edén.
— Cálmate y guarda esos colmillos. — comentó Seth.
— Que volátil. — agregó Horus.
— Basta, basta, es normal que se altere, no le han explicado nada. — comentó Ra, poniendo sus manos en los hombros de Anubis.
— El joven Grigori llegó temprano en la mañana con esta caja muy molesto. — comentó Osiris. — Y con razón, estamos muy decepcionados, Anubis.
— No te criamos para que trates de hacer ese tipo de cosas. — comentó Neftis. — ¿Has estado acosando a este jovencito?
— ¿Eh? ¿Qué? ¿Eh?
El dios del inframundo no tenía ni la más mínima idea de que pasaba, solo pudo alzar la vista para ver a Ra mirándole, y ver a este acariciarle el cabello. Por su parte, Seth sujetó la mano de Anubis, y vio a su padre sonreírle con amabilidad, pero, aún no entendía que pasaba, ¿de qué diablos estaban hablando todos?
— Anubis no ha recibido mucha interacción con los demás, a veces hace cosas que él no entiende. Se la pasa en el Helheim, entre las sombras, nunca haría algo que lastimara a nadie. — alegó Seth acariciando el cabello de su hijo.
— Espera, padre. ¿De qué diablos hablan? ¿De esto? — dijo Anubis mirando la caja. — Es el regalo que le dimos al Edén para festejar sus nupcias. ¿Qué diablos tiene eso de malo? Siempre lo hacemos con panteones que celebran algo propio de ellos.
Vio al humano levantarse del trono de Osiris, caminando hacia él para ponerse a un metro, mirándolo como si él fuera la peor mierda del mundo. ¿Qué diablos le había hecho para que viniera a su panteón a decir semejante cosa? Y peor aún, ¿Por qué toda su familia lo respaldaba? ¿Cómo diablos logró que Osiris se pusiera de su lado? No, esa no es la pregunta, ¿cómo diablos consiguió entrar? Nunca en la vida, ni siquiera Adam, había entrado en el panteón egipcio, ¿cómo este humano lo había logrado?
— Déjame refrescarte la memoria. — comentó el humano sacando las cosas de la caja. — Les comentaba a tus padres. Que eres un asqueroso pervertido de la manera más sutil que pude.
— ¿Qué? ¡Pero!
— Déjalo hablar, Anubis. — dijo Osiris haciendo temblar todo el templo.
— Gracias Os, eres un verdadero amigo. — sonrió Grigori a lo que Osiris le sonrió de vuelta. ¿Estaba soñando? ¿Le había dicho "Os" a Osiris? ¿Y este estaba feliz por eso? ¿Qué? — Bueno, le comentaba a tu familia, que estaba harto de ti, y ni siquiera nos vemos o conocemos.
— ¿Qué?
— Sé que es confuso, ¿cómo alguien puede estar harto de alguien si ni se hablan? Seguro te preguntarás eso, pues bien, se debe a que todo lo de esta caja, son cosas que me gustan, que ni siquiera mis hermanos tienen la más mínima idea de que me agradan. Las novelas, las anotaciones, las figuras, las antigüedades, y principalmente esto. — comentó el humano sosteniendo un crucifijo. — El crucifijo de los Románov. Nadie sabe que tengo interés en la realeza rusa.
— Anubis... — mencionó Seth cruzando sus brazos, mirándole. — ¿Eres acaso un acosador?
— Son regalos que quise dar, junté diferentes cosas de la historia humana. A los humanos del Edén les interesan esas cosas. — comentó el dios del inframundo. — Las agregan a su biblioteca mundial.
Cuando Hades reescribió la historia junto a Hypnos y Morfeo, la fuente de información sobre la vida mortal en el Edén, cambió. El mundo humano, la tierra, el Midgard, realmente continuaban la historia como tal, donde esos humanos que pelearon en el Ragnarök habían muerto y pasado a la historia, pero, la historia que llegaba al Valhalla del mundo mortal, era diferente. Lo que aprendían los humanos en el Valhalla era completamente reescrito. Nunca existieron estos humanos en el Midgard, y así debía ser, porque ya tenían otra vida, una inmortal con ellos, los dioses.
Hades cumplió el deseo de los humanos, no intervenían en el Midgard. Pero, cuando las almas llegaban al rio de almas para ser llevadas al otro mundo, Hades tenía todo el control sobre ellas. Y era por ello que pudo reescribir no solo la historia de la humanidad dentro del Edén, también pudo bloquearles las memorias, a humanos y dioses. Tener a Hypnos y a Morfeo de su lado era una gran ventaja.
Los dioses del sueño siempre son vistos como dioses simples, pero eso es solo para aquellos que no conocen el alcance de su poder, y Hades conocía bien el alcance de esos dos.
— ¿Cómo sabías que tenía interés en los Románov? ¿Cómo sabías exactos mis gustos? Nada de esa maldita caja era para mi familia, era dirigida a mí, ¿qué pensabas al dar algo así? Maldito pervertido acosador. — dijo Grigori sacándolo de sus pensamientos. — Responde.
Él realmente no quería hacerle daño, no buscaba humillar a Grigori, no buscaba dañarlo, él al igual que Thor, tenía interés en el humano, no sabía si era algo romántico, pero le interesaba todo de él. Cuando Hades le habló de este juego, decidió seguirlo bajo condiciones específicas, a lo que Hades dijo que el juego era adaptable, y que confiara hasta el final en él. El dios Egipto nunca dejaría de confiar en Hades, sea a donde sea que vaya el rey, él seguirá a su amigo.
Pero...
Sólo, pero...
Tal vez se dejó guiar por las cosas que Hades le dijo que no se obsesionara. Tal vez debió pensar más las cosas antes de hacerlas.
Hades había sido muy claro con él en ese entonces, mientras leía sobre Grigori en su hogar, y el rey del inframundo decidió visitarle. Le agradaban las visitas de Hades, compartían gustos de música similares, y por sus trabajos, tenían contacto muchas veces. Así que Hades prácticamente tenía llave de su hogar por así decirlo, podía entrar cuando quisiera y estar junto a Anubis compartiendo una comida o viendo una película. Pero, fue en el momento en el que Hades notó al dios leer sobre Rasputín que decidió hablar con él.
— Mi amigo, sueles obsesionarte con lo que tu corazón te dice. — sonrió Hades. — Quiero que tengas en mente la decisión que hice del plan.
— ¿De qué hablas?
— Sueles hacerlo sin que te des cuenta. — sonrió Hades. — Comienzas con cosas pequeñas, un color favorito, una comida favorita, algo de esa persona. Y después, ya hasta conoces en qué lugar de su cuerpo tienen lunares y cuantos son. Anubis, siempre has estado obsesionado con la vida, eres la muerte añorando a la vida, y siento que Grigori, al ser un ser declarado "inmortal", te obsesiona al máximo.
— ¿Eh?
— Quieres conocer de aquel dotado con el placer de la vida, y el abrazo de la muerte al mismo tiempo. — sonrió Hades. — ¿Recuerdas cuando nos conocimos? Te obsesionaste conmigo por años. No en plan amoroso, pero, creamos el limbo por la misma obsesión que tienes a esa fina línea de la vida abrazando a la muerte.
— Es que... siento que es interesante poder tocar la vida de manera tan majestuosa, y poder sonreírle a la muerte con tal altanería. — dijo Anubis mirando las pantallas para ver al ruso. — Verlo me hace pensar en el Duat, me encantaría saber que elegiría, ¿Cuál de las dos verdades sería su verdad?
— Eres como un perro. — rio Hades. — Te interesa algo y lo persigues hasta que te ponga atención.
El dios retiró su cabeza de Chacal y miro a Hades quien rio, para después agitar el pañuelo que usaba en su traje en señal de rendición. Ante la mirada enojada de Anubis.
— Yo soy igual, por eso somos amigos. — sonrió el rey del inframundo. — Yo busco escapar de la soledad, tú persigues la vida, ambos estamos obsesionados con algo, todos los dioses del maldito Helheim están obsesionados con algo. Creo que esa es mi culpa, mis emociones se reflejan en este lugar, puede que los haya influenciado a estar aferrados a algo.
— ¿Obsesionados? A ver, ¿Qué me dices de Hela?
— Orgullo y aprobación. — suspiró Hades. — Quiere ser una buena diosa de la muerte, al final su padre es un maldito problema, pero es un dios sumamente poderoso y hábil, por supuesto que quiere estar a la altura. Pero, no intentes cambiar de tema, Anubis. — sonrió el rey caminando hasta estar cara a cara con el egipcio, retirando algunos mechones de su cabello rizado de su rostro. — No te obsesiones de más con él.
Tragó saliva apretando los ojos, volviendo a su realidad, lo había hecho, había caído, se había obsesionado de nuevo, no era algo que pudiera controlar, solo que, realmente quería saber que se sentía vivir tan efusivamente, reír de la muerte, y pensar, que verdad elegiría un alma como él. Se encogió de hombros mirando al suelo, no sabía que decir, cuando había preparado el obsequio, si había reunido cosas que probablemente les agradaría a todos, como cosas sobre culturas nórdicas o griegas, diferentes artículos de la cultura egipcia, pero, tal vez cuando metía las cosas, sin querer metía cosas que sabía que le gustaban a Grigori.
— ¿Y bien? — dijo el humano mirándole. — ¿Algo que decirme?
— Lo lamento. — comentó Anubis. — Lamento que mis regalos hayan causado tu incomodidad. Yo, no me di cuenta que sería una molestia para ti, lo lamento mucho, mis acciones son horribles.
— No quiero que el panteón egipcio se acerque al Edén.
Eso sin duda no solo causó sorpresa en Anubis, la causó en todos, principalmente en Ra, quien se puso delante de Grigori. Esto no era algo que solo afectaba a Anubis, afectaba a todos, todos los panteones necesitaban algo del Edén, perder el contacto con ellos solo por algo infantil que hizo Anubis era demasiado. Ra lo sabía, pero, tenía que ser cuidadoso con sus palabras, en ese momento, todo estaba en juego, si Grigori externaba esto a Adam, podría ser el fin de la relación con el Edén.
— Buen trabajo, maldito idiota. — suspiró Horus mirando a Anubis.
— Horus, silencio. — comentó Osiris.
— Grigori, por favor, no hay que ser extremistas. — comentó Ra. — Si quieres que Anubis reciba un castigo, se lo daremos, pero, no hagas que tu padre rompa relación con el panteón egipcio. Sé que lo que pido puede sonar muy irracional, después de todo, esto te ha causado incomodidad, a nadie le gusta sentirse acosado. Aun así, tengo que intervenir, yo aprobé que ese regalo llegara al Edén, es mi culpa también, debí revisar su contenido antes de que llegara a tu hogar.
— Mi buen amigo, no necesitas culparte por la acción de otros. — comentó Grigori, tomando las manos de Ra. — Me encantaría que todo esto se arreglara con una simple disculpa, pero, no sé si puedo confiar, que Anubis no hará eso con alguien más de mis hermanos, o con un humano del Edén.
— Nunca haría algo como esto por alguien más. — dijo Anubis algo alterado. — Fue infantil y estúpido, pero por favor, no castigues a mi panteón, si lo deseas, no volveré a acercarme al Edén nunca más.
Tenía que arreglarlo, si realmente se pierde el contacto del panteón egipcio con el Edén, no solo su propio panteón lo rechazará, Hades estará furioso, le dijo que no intentara nada durante este tiempo, y decidió desafiarlo al pedirle a Ra que entregaran un regalo al Edén.
— ¿Por qué? — dijo el ruso mirándolo.
— ¿Eh?
— ¿Por qué te obsesionaste conmigo?
El dios miró el color azul de los ojos del humano, viéndolo detenidamente. Su rostro era atractivo, su cabello levemente largo enmarcaba sus rasgos, sus labios eran suavemente gruesos, perfectos, y su piel blanca como esa aura que emanaba el humano eran únicas. "Si pusiera tu corazón en una balanza, ¿qué pasaría? ¿Qué verdad sería tu destino?" pensaba el dios.
— Me gustas. — dijo, a lo que el mismo dios se sorprendió, mirando la reacción del humano de sorpresa, y la de los demás dioses por igual.
El rostro de Anubis era un poema de sorpresa y confusión, él mismo se había sorprendido de esa respuesta. ¿Le gustaba Grigori? Sí, si le gustaba, quería saber más de él, quería saber de aquel humano que sonríe a la vida y es abrazado por la muerte. Tenía mucho interés en él, aunque, no sabía si era interés romántico o no. Pero, la palabra gustar, implicaba más que solo romance, ¿no es así?
— ¿Eh? — dijo el humano confundido mirándolo.
— Me gustas. — confirmó Anubis mirándolo. — Me gustas, lo siento, no quise que te sintieras acosado por mí, solo que me gustas mucho, y no sé muy bien como expresar lo que me interesa de ti.
Todos los dioses egipcios en ese lugar dieron un suspiro de vergüenza. Anubis siempre había sido muy serio y se tomaba las cosas con respeto y paciencia. Pero, también conocían a su dios chacal, y sabían que realmente a veces era como un perro, moviendo la cola a las cosas que le gusta, que no sabe leer el ambiente, y solo dice las cosas que siente en ese momento.
— Lamento la falta de delicadeza y de conocimiento de mi hijo, Grigori. — comentó Neftis poniéndose de pie. — No le he enseñado bien, al ser un dios del Helheim, es difícil mostrarle cosas que no suele notar dentro de ese mundo, cuando se trata de amor él es muy... oh...
Fue sorpresa en todos los dioses egipcios ver el rostro del humano tan rojo como el carmesí mirando hacia Anubis. El humano realmente estaba rojo desde la frente hasta el cuello, sin poder apartar la mirada del dios de la muerte que le veía con el mismo sonrojo. La diosa los miró a ambos y después sonrió, mirando hacia Ra que de igual forma sonreía y Horus simplemente soltaba un suspiro.
Fue entonces cuando Ra sujetó el brazo de Anubis y con el otro sujetó el brazo de Grigori.
— Por el sol, que tenemos aquí. — sonrió el dios supremo mirándolos. — Parece que el interés es algo mutuo.
— ¿Qué dices? — dijo rápido el humano mirando al dios. — ¡Yo nunca he tenido interés en él! ¡Él me acoso y...! Y dice cosas tan vergonzosas de repente, debería golpearlo antes de que diga otra estupidez.
— Grigori, hagamos un trato. — comentó el dios Ra. — Por favor, quédate a comer hoy, nosotros invitamos, si después de todo esto decides retirarte, lo aceptaremos y aceptaremos tus demandas, pero, en compensación por lo que pasó, al menos, danos una oportunidad de redimirnos.
— B-bueno... — dijo el ruso mirando hacia otro lado, cubriendo un poco su rostro. — Esta bien, solo porque ustedes me caen bien.
— ¡Sensacional! — dijo Ra.
— Isis, creo que podemos ayudarnos esta vez entre nosotras. — comentó Neftis mirando a la otra diosa.
— Esta bien. — respondió Isis sonriente.
— Anubis, muéstrale el lugar a Grigori en lo que hacemos los preparativos. — comentó Ra, siendo empujado por este para que se acercara al humano.
— ¿Eh? — dijo el dios de la muerte mirando al dios del sol. — ¿Qué? ¿Estás loco?
— Vamos, vamos, muéstrale a Grigori la belleza del panteón egipcio. — comentó Ra empujando a ambos, tanto a Anubis como Grigori a la salida para que continuaran juntos. — ¡Diviértanse!
Los dioses del panteón egipcio estaban viendo una oportunidad, Si esos dos comenzaban una relación, el trato con el Edén sería estrecho como el que tiene el panteón nórdico y griego con ellos. Así que no iban a desperdiciarla, más cuando un humano tan agradable y perfecto como Grigori podría pertenecer a su familia.
— Serán semidioses poderosos los que saldrán de esos dos. — comentó Ra. — El interés parece mutuo, quiero niños de esos dos corriendo por los pasillos del panteón egipcio.
— Te estás adelantando mucho. — comentó Osiris. — Anubis no es lo que yo llamaría un "conquistador."
— No necesita serlo, a Grigori parece gustarle esa torpeza. — comentó Horus, recibiendo un golpe en la nuca por parte de Seth. — ¡Auch!
— Que Anubis tenga una relación con un humano, hace que nuestra relación con el Edén sea irrompible. Más si es un príncipe del Edén, Adam no podrá intervenir y tendremos influencia junto a ellos. Esto es perfecto. — mencionó Ra. — Manténganme comunicado de todo lo que ocurra.
El panteón egipcio, estaba viendo una oportunidad de oro frente a sus ojos, pero, el humano que caminaba junto al dios del inframundo, tenía otros planes. Había mirado al dios de reojo, viendo que Anubis aun mantenía algo de sonrojo en sus mejillas. El humano por dentro estaba riendo, era tan sencillo manipular dioses, no piensan nunca que alguien tan insignificante como un humano es capaz de jugar con sus mentes, hacerles creer que tiene interés en su idiota dios del inframundo, era algo sencillo. Haría que el panteón egipcio le bese los pies para que no rompa la relación con el Edén. Ya había conseguido sentarse en el trono de Osiris, ahora quería hacerlo en el de Ra. Tal vez esta noche lo conseguiría.
Tal vez, después de este plan le gustaría seguir jugando con ellos, quien sabe, tener a Anubis de la mano, y pelearle el Helheim a su hermano Qin cuando este tome posesión de Hades. Una pelea con Qin resultaba más interesante que una pelea con dioses manipulables, eso era seguro.
— Toma. — dijo el dios egipcio, sacándolo de sus pensamientos.
— ¿Eh?
— Dónde entraremos es un lugar frio. — comentó Anubis, haciendo aparecer un manto de tejidos azules, para colocarlo en el cuerpo de Grigori. — Solo serán unos segundos, así que sujeta mi mano.
— No voy a perderme. — dijo Grigori.
— No es por si te pierdes. — rio Anubis suave. — Es para que pueda llevarte allí. Eres como una divinidad, pero, lamentablemente, los sellos egipcios no te reconocerán como tal.
— Oh, está bien. — comentó Grigori tomando su mano.
Fue en un parpadeo, cuando miró a su alrededor y se vio parado en arena, pero eso no era lo impresionante, lo impresionante fue ver ese cielo lleno de estrellas, constelaciones, planetas, ver el cosmos como si estuviera mirando por una ventana. Solo pudo quedarse impresionado mirando tal belleza, para después ver al dios egipcio, sonreír mientras hacía desaparecer esa cabeza de chacal de él, y señalaba hacia arriba.
— Eres el primer ser vivo que ve la belleza del Duat. — comentó Anubis mirándole. — Solo aquellos que murieron se les recompensa con esta vista. ¿Te gusta?
Los ojos del humano miraron el cielo, pero después miraron el rostro del dios, ese maquillaje discreto en sus ojos, que hacían resaltar el negro de su iris, ese cuerpo perfecto, esa sonrisa, una sonrisa demasiado bella para un dios de la muerte. Sintió un pequeño sonrojo en sus mejillas, y después sonrió, ¿qué diablos había sido ese pequeño sentimiento?
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Fue un toquido en la puerta de su dojo lo que le sorprendió.
Podrían pasar millones de años, y esa puerta nunca sería tocada con tal insistencia. Le pareció extraño, ningún dios japonés trataría de molestarlo si se encuentra allí. Es más, ningún dios japonés sabe de la existencia de ese lugar, era su lugar secreto, su templo de relajación, un lugar donde la espada y la afinidad de esta se refinaban. El lugar del verdadero "único hombre bajo el sol", el paraíso para cualquier samurái, entrar en el dojo de Susanoo, y tener el atrevimiento de levantar una de sus espadas, logrando con ello, comprender todas las artes en el manejo de estas. Si al morir llegabas allí, sin instrucciones, sin guías, si al morir tu alma encontraba ese lugar, bueno, eras reconocido por el dios.
Solo maestros espadachines habían logrado llegar al morir, y habían sido enfrentados por el dios en una batalla amistosa. Muchos le dieron una batalla increíble, pero, solo dos de ellos estaban en su memoria. El primero, fue un humano que se rindió, nunca en ese dojo las palabras "me rindo", se habían escuchado. "Me rindo, o al menos eso me gustaría decir ahora." Y después una gran sonrisa.
Pero, aunque estaba en su memoria, no era el espadachín favorito del dios, porque llegó otra alma antes, una joven, quien al llegar se veía perdido, y cuando miró al dios, solo le dijo una cosa con esos ojos preocupados. "¿Sabes si Kondo está bien? ¿Qué hay de mi gato?" Parecía tener conciencia de que había muerto, parecía que aceptaba su destino, y aún así, buscaba la manera de seguir atándose a la vida.
Esa había sido la primera vez real que había conocido a Sasaki Kojiro y a Okita Soji. Antes del Ragnarök, donde lo que más le llamó la atención, fue ver a un samurái tan joven como Soji. Y una vez que el Ragnarök ocurrió, y pudo ver de nuevo a Kojiro, se preguntó, si volvería a ver a ese niño, y lo hizo, solo que no pensó que lo volvería a ver de esa forma. El humano no lo recordaba en absoluto, y estaba bien, solo aquellos que lo vencen pueden recordarlo, esa era la regla, pero, en el Ragnarök...
"Nunca me respondiste si Kondo o mi gato estaban bien."
Eso lo había sacado de su mente por completo, y solo pudo mirar al chico. Lo recordaba, ¿cómo era posible que lo recordara?, no había forma de que ese chiquillo lo recordara. Pero, eso lo hizo sonreír, bien, si el dojo lo había hecho recordar, entonces, había algo interesante en él. Sonrió esa vez, escupiendo sangre, y dándole una muerte honorable al chiquillo que le enfrentaba.
— Tienes mi respeto, Okita Soji. — dijo el dios, presentando su espada delante de él. — BANKAI.
Había sido una muerte rápida, para no hacerlo sufrir, nunca, ante un mortal, había aplicado el Bankai, ya que, no había mortal que pudiera ponerlo contra las cuerdas, pero, ese niño lo había logrado, y no había nada más honorable, que irse en el momento que el estadio del Ragnarök se llenó de truenos y sombras, y él deslizaba su mano por su espada empapándola de sangre.
Sonrió para sí, cuando volvió a enfundar su espada, y los restos de ese humano estaban frente a él, comenzándose a hacerse polvo cósmico. Había sido una lástima, no poder conocer más de aquel niño, que lo recordaba, y que le había obligado a hacer un movimiento que pocos dioses han visto.
Y el sonido de la puerta lo sacó de sus pensamientos de nuevo.
Suspirando se acercó de mala gana a abrir. Pensó que se trataba de Amaterasu, ya que era la única que conocía su dojo personal. Y era la única que tocaría la puerta de tal manera tan intensa, ya que la diosa a veces le gustaba molestarlo por diversión, pero, tenía la decencia de tocar. Los demás dioses seguramente entrarían sin problema a querer molestarlo y a buscar pelea.
Pero entonces abrió. Y algo le saltó encima abrazándolo por el torso.
En definitiva, tener a un humano de 15 años abrazándole tan efusivamente le sorprendía. Podía notar ese cabello negro amarrado, podía notar su pequeño cuerpo, era él, era ese humano que hace momentos atrás recordaba. Pero, dejando de lado que ahora lo tenía allí abrazándolo, estaba comenzando a tener muchas dudas. En primera, ¿Cómo diablos Okita había llegado hasta donde estaba su dojo de entrenamiento? ¿Cómo sabía dónde estaba? Eran muchas preguntas, pero se fueron de su mente en el momento en el que el humano alzó la vista, y le dio una gran sonrisa mirándole.
Para el dios japonés, esa era la primera vez que no tenía ni idea que hacer. Solo estaba apreciando esa linda sonrisa joven, que le veía gustoso, mientras notaba que el niño parecía feliz de verle.
— ¿Soji? — dijo el dios mirándolo. — ¿Cómo llegaste aquí?
— Dime Okita, Soji solo me dicen mis papás cuando están enojados, me gusta más mi apodo. — sonrió el humano soltándolo, y mirando el dojo de un lado a otro. Oh cierto, el humano no sabe su verdadero nombre, él solo sabe que se llama Soji Edén. Y Okita solo era un apodo que le gustaba como sonaba y solía pedir que lo llamaran así. — ¿Lo has olvidado? Lo mencionaste en tus cartas.
— ¿Eh? ¿Mis cartas? — el dios meditó por un momento y después lo recordó.
Había estado manteniendo comunicación secreta con el humano mediante cartas. Ya que le había dicho que su hermano Qin le había prohibido hablar con él, y que eso se lo había comentado a su hermano Nikola, el cual, por medio de un programa, espiaba sus conversaciones para asegurarse que no se comunicará con él mediante mensajes o llamadas. Así que cartas era la mejor forma, nada que involucrara tecnología.
— No recuerdo haberte dicho el paradero de mi dojo. — mencionó el dios.
— No era necesario. — respondió el joven. — Solo los samuráis que aspiran a ser los únicos bajo el sol pueden encontrarlo. Solo dejé que mi corazón me guiara cuando llegue a tu hogar. Es extraño, sentía como que todos mis sentidos se intensificaban al momento de entrar en tus tierras. Y simplemente me dejé guiar.
El dios le miró sorprendido, haciendo su cabellera negra hacia atrás, para después reír. En ese momento el humano lo miró, era un hombre alto y fornido, con cabello negro rebelde, con una barba de tal vez 3 días, atractivo, con una espada increíble, delante de él estaba el dios de las batallas, del mar y las tormentas, aquel dios que podía tener dos caras, la brutalidad en persona, o la consideración y calma en carne propia.
Se sonrojó por un momento cuando los ojos grises del dios se postraron en él, apartando la mirada.
— Bravo. — comentó Susanoo. — Me has impresionado, Okita. Pero tengo otra duda, ¿cómo es que Adam no está destruyendo el panteón japonés buscándote? Eres el menor de los príncipes, nunca te dejaría salir sin supervisión del Edén. Eres el Berserker filoso de Adam. No dejaría que su talentoso hijo espadachín caminara solo.
— Bueno pedí permiso. — dijo Okita jugando con sus manos.
— ¿En serio?
— En mi mente lo pedí y en mi mente papá decía que sí. Además, mi hermano Michel y Simo me cubren, estaré bien, traje todo para estar cómodo.
El rostro de sorpresa en el dios japonés fue enorme, cuando vio que el humano se quitaba la mochila que traía, y veía muda de ropa, pijama, algunos snacks, incluso había notado algún cambio en ropa interior en ella. ¿Qué diablos estaba pensando este niño? ¿Por qué parece que había llegado como si quisiera quedarse a dormir?
— Ah...
— ¡Me quedaré a dormir! — sonrió grande. — Así me podrás enseñar todo lo que me comentaste en las cartas, quiero ver el lago Haku, y oh, oh, quiero que me enseñes como haces el "BANKAI".
— No, regresa a casa. — dijo Susanoo, sujetando la mochila del menor, volviendo a meter las cosas en ella. — No quiero problemas.
El dios japonés solo podía pensar que, si Hades descubría que estaba construyendo una relación con su humano, se molestaría, y, a decir verdad, no quería aguantar a Loki gritándole que eso era hacer trampa, a Apolo diciendo que todos respetaron lo de no acercarse, y a Hades suspirando fastidiado, diciendo que hará que los Shinigamis vigilen su hogar. Era solo un fastidio, no pensaba meterse en ello.
Pero el humano se encogió de hombros, mirando hacia el suelo, para después tomar la mochila.
— Lo siento. — dijo Okita lagrimeando. — Es que me emocioné de que alguien tan fuerte fuera mi amigo.
"Tienes debilidad por las cosas adorables, Susanoo, es el tercer gato en la semana que rescatas. ¿No te gustarán los niños de casualidad igual?"
Recordaba las palabras de su hermana, por dios, no le gustaban los niños, en realidad, no le gustaba nada débil, pero, su corazón dolía cuando veía algo adorable. Solo quería abrazarlo, era un dios de tempestades, claro que no podía mostrar ese lado de él, el panteón japonés le haría burla sin parar. Pero, entonces, allí estaba, un humano a punto de llorar, viéndose tan adorable que apenas podía resistirlo, era como un pequeño gato abandonado a su suerte.
— Puedes quedarte. — mencionó Susanoo resignado. — Una noche estará bien.
El humano puso la sonrisa más brillante en él, saltándole encima, ahora si haciéndolo tropezar. Realmente era como un gato, el chiquillo no pesaba nada en absoluto. Le miró y este le miró de cerca, demasiado cerca. Estiró su mano para poder apartarlo, pero el humano se acercó, besándole la mejilla.
— Gracias por dejar que me quede. — susurró. — Nos divertiremos mucho.
Nunca nadie le había hecho tragar saliva como lo había hecho en ese mismo instante. El humano estaba encima de él, con sus caderas sobre su pelvis, con las manos apoyadas en su pecho, no podía creerlo.
"¿Cuál es el interés que tienes sobre Okita Soji?"
Esa pregunta la había hecho Hades al momento que todo este plan se desenvolvió. En ese momento respondió que solo quería conocerlo más, dado que lo había recordado, por lo tanto, su dojo reconocía la fortaleza de su alma, además, que era el primer mortal con el que había usado el Bankai. Ante esto, Hades había reído, y después suspirado.
"Eres como Poseidón, no ven lo evidente, pero déjame ayudarte, tu dojo es una parte de tu alma, si tu alma se abre ante el alma de Okita Soji, no creo que sea admiración solamente..."
— ¿Quieres recorrer el panteón japonés? — dijo Susanoo levantándose, retirándose a Okita de encima.
— Si, me encantaría. — sonrió el humano.
— Vamos. — suspiró el dios, ocultando el sonrojo que se había formado en sus mejillas.
Probablemente cualquiera de sus hermanos, notaría que esa sonrisa de Okita era falsa. Que esa inocencia lo era también. Pero había estado trabajando estas semanas desde que Qin le había prohibido verlo, al inicio fue interés propio, pero ahora era para apoyar a sus hermanos. Era el menor, por lo tanto, era al que más restricciones le ponían, si no tenía a Adam encima de él, o a Eva, tenía a Kondo su maestro, o a sus hermanos, vigilando que no haga nada indebido.
"Un príncipe del Edén debe demostrar control en cualquier situación. Quiero que seas capaz de enfrentar cosas sin necesidad de ayuda de nadie, es por ello, que te ayudaré. Suena contradictorio, pero tienes que escucharme, entre más escuches de mi experiencia, más aprenderás a poner cosas a tu favor, y cuando se presente una situación, donde no esté cerca, sé que lograrás cumplir tu cometido, Okita. Ningún hermano mío bajará la cabeza, ningún hermano mío será una pieza de juego, ningún hermano mío, sucumbirá a el juego de otro..."
Qin era aterrador en sus entrenamientos. Ha decir verdad, todos lo eran en cierto punto.
La lucha con lanza eran clases con Lü Bu, la planeación y pelea de guerra de Leónidas, el sumo de Raiden, el entrenamiento de Katana con Kojiro, estrategia con Jack, Tiro con Simo, las travesuras con Michel, las peleas con Grigori, las clases con Nikola, y por supuesto, el control mental de Qin.
Haría sentir orgullosos a sus hermanos, esta era la primera vez que salía solo a cumplir su parte, y lo lograría o moriría en el intento.
— Te mostraré primero los jardines, son muy populares aquí, te gustarán. — sonrió Susanoo, mostrándole el camino.
— ¡Me encantará conocerlos!
Ambos se sonrieron mutuamente mientras llegaban al centro del panteón japonés, y todos los dioses quedaban impresionados de aquel chiquillo que estaba caminando a lado de Susanoo, y no era porque fuera un humano, sino, que Susanoo nunca deja que nadie camine a su lado, el dios tenía un temperamento horrible, y solo soportaba a su hermana y algunos otros. Pero, de la nada, estaba ese niño humano caminando a su lado.
El humano al notar las miradas se acercó más al dios, tomándole del brazo ante la sorpresa de este, quien con su sombrero ocultaba el sonrojo, no podía apartarlo, pero igual no sabía si quería hacerlo o no. Al final, solo podía seguir su camino.
— Ohayou Gozaimasu. — mencionó alguien haciendo una reverencia hacia Susanoo rápida, para seguir su camino.
— Ohayou. — respondió Susanoo.
Okita Soji sonrió cuando vio a un dulce Zerofuku sonriéndole, siguiendo su camino después de ese saludo con una especie de bolsa cruzada en su pecho. Se dirigía a la salida, por lo tanto, todo estaba yendo conforme al plan. Distraer a los dioses aliados de Hades durante este día y noche, para lograr que la operación dragón rojo funcionara.
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Realmente las cosas románticas no eran algo fundamental en su vida. Tenía diferentes metas, y el amor no era una de ellas. Pero, al mismo tiempo, no le daría la espalda si llegaba a su vida, simplemente se dejaría llevar y seguiría con su rumbo sin importar que pasara.
Desde pequeño, al momento de nacer, lo primero que vio fue la mirada dulce de Eva llenándolo de besos y caricias, fue recibido con amor, y no solo fue el de su madre, también su padre lo recibió con el mismo cariño y ternura. Sonrió. Su crecimiento fue tranquilo, solo tenía un hermano mayor, Leónidas, al inicio de todo, donde ambos disfrutaban pelearse uno con el otro, hasta que llegó Raiden, y ahora eran tres haciendo lo mismo.
Pero, supo que algo realmente cambió con la llegada de Qin.
Al momento que vio a su hermano menor, sonrió, era diferente, sus ojos con esas estrellas eran únicos. Leónidas dijo que era como una muñequita, Raiden dijo que era como un ángel, y Lü Bu dijo que era alguien muy fuerte y de temer. Sus hermanos mayores no entendieron cuando dijo eso, pero, el ex general estaba seguro, que lo que estaba viendo era potencial, y su hermano tenía mucho.
Con el paso del tiempo, sus metas se enfocaron principalmente en combate. En afianzar la fuerza sobrehumana que tenía y dedicarse a entrenar, ya que, por sorpresa, no se sentía vacío o que necesitara algo, su familia complementaba todo, se sentía bien y feliz con su vida. Así que tenía diferentes metas pequeñas, como ayudar a Leónidas, luchar contra Raiden, ayudar a Jack a mover diferentes cosas, ayudar a Eva a dormir a Okita, cosas por el estilo.
Pero, entonces surgió una flama, cuando Qin le sonrió y le dijo algo en específico.
"Lü Bu, ¿has pensado en buscar tu complemento perfecto? Aquella cosa, persona o momento que te haga llegar a la euforia de la vida. Yo he pensado en eso últimamente, en que el camino que he decidido tomar es el de un rey, y, me siento solo. Me gustaría saber cómo llenar el vacío de mis propias aspiraciones... ¿tú has sentido algo como eso?"
Eso en definitiva le dio un vuelco a su vida. Ya que una meta tan vaga, sin punto de inicio y prácticamente inalcanzable se le había presentado al escuchar a su hermano menor. Y ahora se le había sembrado en la cabeza, no importa cuánto tratara de ignorarla. Al final solo podía reír, su tonto hermano menor le había clavado un objetivo sin pies ni cabeza, que solo haría sentido en la mente de Qin.
Pero.
Siempre hay un, pero.
— ¿Un complemento perfecto? — pensó Adam mientras estaba cazando con su hijo. — Eso solo te destruirá, Lü Bu.
— ¿Eh?
— Crearte una necesidad a través de una ideología tan extremista solo te destruirá. — comentó Adam. — Estas buscando algo que no tiene pies ni cabeza, te estas creando escenarios que no pueden suceder, y cuando realmente sientas el epítome de la euforia de la vida, pensarás que es algo vacío, porque no cumple tus expectativas.
— ¿Entonces es algo imposible de lograr?
— No, es posible, a todo el mundo le pasa.
— No entiendo.
Adam suspiró, recargándose en un árbol viendo a su hijo. No importa lo enorme que era Lü Bu, ante los ojos del padre de la humanidad, seguía siendo ese pequeño niño que buscaba cazar desde bebé.
— El punto donde sientes una felicidad extrema, no es algo que puedas buscarle cara o tiempo, es algo que llega dependiendo en cómo te muevas, que hagas, que dices, es diferente para cada persona. — sonrió Adam. — La felicidad llega con quietud, tienes que vivir tu vida y seguir tu camino, ya que es escurridiza y se espanta fácil, un problema y de pronto no está, pero. — comentó Adam señalando su pecho y cabeza. — Si la felicidad no te acompaña, no significa que estés perdido, significa que tienes que avanzar, comenzar a levantarte, eventualmente la felicidad volverá a posarse en tu regazo como una mariposa.
— ¿Y cómo sé que estoy feliz? ¿En el punto mayor de la felicidad?
— Hmm... — sonrió Adam. — Al ser diferente para todos, no podría explicarte, pero, yo he estado y sigo viviendo ese punto de felicidad. Cuando Eva llegó a mí, cuando ustedes nacieron, cuando los escuché reír por primera vez, cuando los vi caminar, cuando se formó el Edén. La epítome de la felicidad llega en diferentes momentos que tu consideras importantes, no solo en algo establecido.
"El camino del rey, es solitario..."
— ¿Cómo puedo hacer que alguien deje de pensar así? — preguntó Lü Bu viendo a su padre. — ¿Qué alguien deje de pensar que tiene que trabajar y desgastarse en buscar algo que no tiene pies y cabeza?
— No puedes. — respondió Adam. — Eso es algo que debe aprenderse solo. Las experiencias y vivencias te moldean al punto donde tu mente, a su ritmo, pueda entender tanto sus aciertos como sus equivocaciones. Lo más que puedes hacer, es acompañar y dar apoyo en su trayecto.
Después de ello, no supo cómo ayudar a Qin a detener su propia autodestrucción. Sentía que, si llegaba el momento en el que Qin se quebrara, el potencial que vio en él aquella vez que lo sostuvo, explotaría, y el mundo como lo conocen, verían lo que una persona como él es capaz de hacer cuando está roto. Seguramente sería un tirano.
Pero, había logrado distraerlo, Qin era feliz siempre que estaba con sus hermanos, porque en el momento donde no los sentía cerca, comenzaba a sonar más tirano y solitario, así que decidió siempre mantenerse cerca, al menos hasta que lo conoció a él. Tanto él como Qin conocieron a dos hombres que les cambiaron la vida, y Qin lucía muy enamorado, supo que no tenía que preocuparse de nuevo.
En cuanto a él, solo estaba maravillado de como la vida le había sonreído de esa forma.
La persona que ahora lo acompaña en ese lindo pícnic. La persona que había elegido un lugar hermoso para que ellos pasaran el día, con una vista espectacular del Valhalla, mientras disfrutaban de su compañía. Nunca pensó que realmente le interesaría alguien, no era una persona que sintiera atracción por los otros, al menos una atracción que lo hiciera desear estar con alguien más que él mismo. Pero, eso cambió cuando conoció al dios nórdico.
Y cambio rápido. De un momento a otro, buscaba sin darse cuenta al dios en todo lugar, le gustaba hablar con él, disfrutar de momentos, le gustaba dormir a su lado, le gustaba batallar con él y hacerse más fuerte en cada pelea, le gustaba como el dios le escuchaba y le gustaba escuchar al dios hablar. Y una vez que atravesaron ese punto de llegar a tener relaciones, entendió lo que dijo Adam, los momentos de suprema felicidad llegan en variedad, y nunca es algo que controles en totalidad, solo llegan y los disfrutas.
Como ese, donde ambos están disfrutando simplemente de su compañía, y se siente tan feliz por ello.
— ¿Pasa algo? — comentó Thor tomando de su copa. — Me has estado viendo mucho.
— Es que me siento feliz a tu lado. — dijo Lü Bu haciendo que el dios prácticamente se ahogara con el vino, comenzando a toser. — ¿Estás bien?
— ¿Qué dijiste?
— Que si estás bien.
— No, lo otro.
— Oh, que me siento muy feliz a tu lado, Thor. Me llena de felicidad ser tu esposo y haberte conocido. — sonrió con esa sonrisa llena de dientes puntiagudos el general. — Estoy en el epítome de la felicidad.
Para el humano, era la primera vez, que veía el rostro de Thor tan rojo como su cabello. Le pareció divertido ver ese lado del dios, y fue aún más divertido cuando se acercó a besarle. Bueno, su pareja era interesante, nunca esperaba lo que haría, era reservado y serio, pero en momentos donde solo ellos dos existen, era diferente, más abierto a que ambos sigan su propia felicidad de la mano.
— Te amo, Lü Bu. — dijo el nórdico mirándolo. — También me siento en el epítome de la felicidad.
— Somos dos. — sonrió el humano. — También te amo. Por eso quería hacerte una propuesta.
— Te escucho. — El dios se dedicó a darle dulces besos en el cuello, mientras sentía los brazos del humano rodeándole, podría vivir toda su vida así, justo en ese momento.
— ¿Pasarías todo el día conmigo hoy? — sonrió Lü Bu. — Quiero que vayamos a la montaña más alta que me dijiste, y te pueda enseñar realmente como puedo partir el cielo a la mitad. Creo que ese lugar podría ser genial para hacerlo.
Thor soltó una pequeña risa, abrazándolo, un pedido tan simple, como si realmente fuera posible que se negara a algo que le encantaría hacer junto a él. Simplemente asintió, mirándole, mientras acabó por robarle un beso rápido y ayudarlo a levantarse.
— ¿Una carrera para ver quien llega primero? — comentó Thor mirando con reto a su esposo.
— No llores si pierdes. — respondió Lü Bu.
Sí, en definitiva, seguiría el plan de Qin, pero, pasar todo el día con Thor distrayéndolo, realmente no era algo fuera de lo común, el adoraba estar con su esposo, y últimamente había pensado, que siendo verdad o no, que han sido manipulados, aún así, le encantaría seguir junto a Thor, porque sabe que alguien que lo haga sentir de esa forma, nunca buscaría lastimarlo.
Estaba seguro de que alguien que te amé de esa forma, nunca buscaría lastimarte.
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A decir verdad, pensaba que tener un esposo mayor sería fácil de manejar.
Porque pensaba que una vez que lograra cansarlo, no habría problema. Pero lo había. En primera, su antiguo anciano había decidido hacerse joven por petición de su amigo revoltoso Zeus. Y aunque era más serio y directo, no dejaba de lado que Odín, era demasiado activo en sus relaciones, cuando alguien le había dado luz verde para hacerle su amante.
Ahora mismo se encontraba besándose con ese dios, que le había sentado en sus piernas, mientras estaban en su sala de trono. Le acariciaba la cintura, las caderas, el abdomen y el pecho. Estaba reprimiéndose mucho para no soltarle un golpe, pero, está bien, lo dejaría manosearlo. Al final, después de su primer encuentro donde decidió abrirle las piernas a la persona que le gusta, si, tenía unos gustos de mierda, pero eso no viene al caso. Odín había aceptado darle armas divinas a su ejército humano, solo podían llevarlas dentro de los entrenamientos, lo había logrado, con dolor en el culo, pero lo había logrado.
Había hecho a Lü Bu muy feliz, y eso lo hacía feliz.
— ¡Hn! Espera... — mencionó el ex espartano deteniendo una de las manos de su esposo. — No hay lubricante aquí.
La verdad era un guerrero, y hacerlo sin nada no es algo que le diera miedo, pero, le gustaba caminar. Así que no quería tener que recibir al dios sin haberse preparado. Aunque era casi imposible detener las manos del nórdico, que se deslizaban debajo de sus pantalones para comenzar a acariciarlo.
— Para...
— Tengo magia, puedo hacer aparecer el lubricante cuando quiera. — comentó Odín mordiéndole el cuello. — No te preocupes.
— Que conveniente para ti. — suspiró Leónidas mirándole. — Quiero proponerte algo, pero antes de que digas tu típico no, quiero que me escuches hasta el final.
— Esta bien, te escucho. — comentó Odín, besándole el pecho.
— No, no, nada de eso, si pones tu cara entre mis pectorales sé que no me estás escuchando, basta y ponme atención.
— Bien, habla. — comentó Odín mirándole.
El humano suspiró, Odín podía quejarse de Zeus, de que es un bastardo que solo busca tener lo que quiere, y que se haga su voluntad. Pero, Odín era el mayor hipócrita del mundo porque él hacia exactamente lo mismo, solo importaba él, aunque, últimamente, parecía estar cambiando un poco. Le consideraba, y eso en definitiva había sorprendido mucho al humano.
— Quiero que me acompañes hoy. Raiden, mi hermano, me mencionó de un festival dentro del panteón indio, creo que es una buena oportunidad para que salgamos, tengamos una cita y divirtámonos. Podrías conocerme mejor, y yo conocerte mejor. Además de las batallas y la guerra, tengo otros gustos, me gustaría compartirlos contigo, y que tú me compartieras los tuyos. ¿Qué dices?
— No, ¿alguna otra pregunta?
— ¡HIJO DE PUTA! Al menos considéralo.
Tendría que recurrir al plan B, le arrancaría la cabeza, sin cabeza, no puede interferir en el plan de Qin, pero eso no era lo que le molestaba. No les fallaría a sus hermanos. Pero, lo que realmente lo tenía molesto en ese momento, no era que estaba interfiriendo con el plan de su hermano, sino, que ni siquiera lo había pensado, o mostrado interés de salir con él, solo mantuvo su estúpida cara seria y le dijo que no, sin razones, solo porque el idiota no quería.
Odiaba eso, lo odiaba demasiado. No buscaba que el dios se enamorara de él, no buscaba realmente eso, pero, su pecho le gritaba otra cosa. "Si yo te estoy prestando atención, me gustaría que me prestaras a mí. Se supone que soy tu reina, parezco más tu asistente, ahora entiendo porque te abandonaron tus ex parejas." No podía decirlo, no podía pelearse con él, menos en este día tan crítico. Odiaba no poderle decir nada.
— Has lo que quieras entonces, iré al festival. — comentó Leónidas levantándose de sus piernas.
— No puedes ir solo. — replicó Odín.
— Solo mírame idiota, no me la voy a pasar encerrado aquí, siendo un maldito trofeo tuyo que se queda quieto a tu lado. — contestó Leónidas furioso. — Si no tienes interés, no hagas nada en absoluto. Me voy.
— Leónidas.
— ¿Qué? ¿Vas a usar tus cadenas y encadenarme a tu trono? No es sorpresa porque las otras diosas te abandonaron, eres imposible de amar.
"¡Maldita sea!" se gritaba por dentro, ya no podía decir que lo sentía o de alguna forma retirar esas palabras, y, a decir verdad, ni le importaba, solo lo dejaría, y cuando se durmiera le cortaría la cabeza, asunto resuelto, no sentiría el Bifröst y el plan seguiría como siempre. Pero, ante su sorpresa, sintió una mano sobre la suya. Era la mano de Odín, que le había alcanzado y sujetado para que no se fuera.
Y antes de que pudiera reclamarle, el dios habló.
— No suelo salir mucho de los terrenos nórdicos. — comentó el dios. — No es porque odie salir, o no quiera pasar tiempo contigo.
— ¿Entonces por qué me desprecias así? No puedo leerte la mente si no hablas.
— Leónidas...
— Me voy.
— Tengo conexión con los 9 mundos del mundo nórdico. — comentó Odín recargando su mano en la puerta para evitar que el humano saliera. "¿Es esto el kabedon que tanto Kojiro mencionaba cuando veía sus novelas?" Se preguntaba.
— ¿Y eso es un problema? — preguntó el guerrero.
— Hacen que tenga visiones, que pueda ver los mundos en su totalidad. Mi energía alimenta el Bifröst, todos los dioses supremos alimentan el Bifröst. Pero, si se trata de ver quien le da más poder a esa cosa, pues...
— ¿Tú y Zeus?
— Si. — respondió Odín.
— ¿Esa cosa se muere si no la alimentas de tu energía?
— No.
— ¿Entonces porque no puedes salir?
— Cuando estoy lejos de las tierras nórdicas, suelo tener jaquecas. Mi energía se concentra en evitar que las visiones destruyan mi mente. Es como estar viviendo 9 vidas al mismo tiempo, diferentes tiempos, diferentes acciones, diferentes reacciones, es complicado. Mis cuervos me muestran imágenes de mundos completamente desiguales. Eso es ser verdaderamente omnipresente, no importa el tiempo o el lugar, mi mente se encuentra allí. Al estar en tierras nórdicas, mi mente esta relajada, no tengo que esforzarme. Pero, cuando salgo, tengo que activar escudos en mi cabeza para poder distinguir mi realidad actual de la realidad de otros mundos.
— ¿Siempre ha sido así?
— Bueno, tengo un escudo portátil, pero, lo he perdido.
— ¿Cuál era?
— Gungnir.
— ¿Tú lanza? Oh... — dijo Leónidas mirándole. — Pensé que era tu ojo perdido.
— Eso es para otra cosa, pero, la cosa es esa, no quiero que estés disfrutando el festival, y que de pronto yo no pueda seguirte el paso, porque tengo dolores de cabeza.
Era la primera vez que escuchaba algo de eso, le sorprendió. Odín había decidido comentarle algo de él, no esperaba que lo hiciera, pero eso lo hizo sonreír, para después rodearle con sus brazos por el cuello. Acercando al dios nórdico a él, bien, le había dicho algo de él, algo que agradecía conocer.
— Mi hermano pequeño, tiene una habilidad como la tuya, y puede lidiar con ella sin magia. — dijo Leónidas. — Entrena su mente, se distrae en otras cosas para evitar que los futuros exactos, presentes y diversos, le afecten. Sé que tu nivel de visión es muchísimo mayor al de él, pero, siento que estás tan dedicado a tu puesto, que nunca te diste oportunidad de ver que puedes controlarlo. El estatus que te aqueja sostener, es lo que impide que des todo tu potencial.
— Tal vez. — respondió Odín. — Lamento hacerte enfadar.
— Salgamos hoy, déjame distraerte de ese peso, quiero que nos divirtamos como pareja, y si mañana decides que fue una pérdida de tiempo, lo entenderé, pero por hoy, solo por hoy, pasemos el día y noche juntos. Divirtámonos y hagámoslo en uno de esos jardines hindús. Dicen que son increíbles... Y dime, ¿no te gustaría manchar un poco las tierras de Shiva y Buda?
Entonces Leónidas vio algo que le sorprendió de nueva cuenta, y era ver a Odín reír por lo que acababa de mencionar. El dios rio por lo que dijo. Como le encantaría seguir descubriendo esos momentos donde ve al nórdico relajado, siendo él mismo. Le gustaría conocerlo más, pero su familia iba primero, así que, encendió en su pulsera el invento de "Supresor de conexión Tesla 3000", donde prácticamente Tesla al estudiar las habilidades de Odín, y probarlo en Michel, lograba suprimir esas conexiones que Odín mantenía con su magia, entre ellas la conexión que tenía con el Bifröst.
— ¿Acaso te hice reír? — sonrió Leónidas. — Que maravilla de sonido, debí grabarlo.
— No es para tanto. — rio Odín.
— ¿Saldremos juntos?
— Hagámoslo. — respondió el nórdico besándole la frente.
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No lo entendía.
De un momento a otro, comenzó a sentir atracción hacia él. Tal vez había sido la manera en la que se llevaban, en como siempre la había tratado excelente desde el inicio, en cómo le había abierto las puertas a su familia, en sus espectaculares esposas, en algo debió ser que comenzó a enamorarse de él. Tal vez era su sonrisa, la manera en la que se divertía, había algo en lo que su corazón había caído, y había caído fuerte.
Porque solo pudo besarlo antes de salir, ante la sorpresa del dios. Podía sentir los brazos del dios de la destrucción rodeándole, y ese llegue de excitación entraba en su mente, más, cuando le cargaba y sentía las piernas del dios abrazándole por la cintura. A decir verdad, ambos se morían el uno por el otro.
Así que ni siquiera lo pensaron, llegó un punto donde los besos no habían sido suficientes. Y el dios se aferró a él, sus besos se volvieron más necesitados, y su ropa realmente comenzó a estorbarles. Porque una noche se besaron con desesperación, arrancándose la ropa llegando a la cama. Donde el dios hindú le enseñó al humano como debía prepararle, como debía tocarle, como debía hacer sentir a un hombre placer.
Y vaya que había aprendido bien, porque ambos se derretían en esa cama sin parar.
Desde esa noche, no podían parar de tocarse, como ahora, que habían llegado unos minutos antes que Hércules y Jack para entrar juntos en el festival, decidieron caminar a un lugar apartado de la entrada, y besarse, para después bueno, estar en lo que hacían.
— Hn, espera, le dije a Durga que lo haríamos hoy, no puedes dejarme seco. — comentó Raiden, sosteniendo el cabello de Shiva, mientras este hacia una lenta y deliciosa felación a su esposo.
— ¿No tienes leche suficiente para los 4? ¡Ja! Que débil eres.
— Tú, pequeño revoltoso. — sonrió Raiden, mordiendo su labio mientras Shiva seguía en lo suyo.
Si, tal vez debió pensarlo, estaba casado con un dios hindú, aquellos que habían escrito el maldito Kama—Sutra, por supuesto que tenían una estamina y deseo de placer más grande que los demás, y este crecía cuando su pareja aceptaba tener relaciones con ellos. El humano solo podía ahogar sus gemidos, mientras se sentía en el maldito paraíso, sin mencionar la ironía de esa declaración, al sentir los labios de Shiva alrededor de su hombría.
Pero, un golpe de realidad llegó a ellos.
— Espera, espera, mi celular. — dijo Raiden contestando la llamada. — ¿Hola?
— Acabamos de llegar, Brother. ¿Dónde están?
— Ah, estamos por llegar, ya vamos. — comentó el humano, viendo que su esposo no paraba. — Si, en definitiva, ya casi llegamos...
— Los esperamos en la entrada, no tardes.
Y colgó.
Raiden solo en ese momento, pudo sostener el lindo rostro de Shiva para empezar a cogerle la boca, había que adelantar el proceso, y no podía llegar con su adorable hermano menor con una erección y frustrado por no poder correrse. Por lo tanto, era necesario ocupar esa linda boquita y compensar a su esposo cuando regresaran a casa.
Podía sentir como Shiva se aferraba a sus caderas, y esos sonidos tan eróticos al sentirse ahogado por la hombría de Raiden los estaba disfrutando más que nada. Esta vez no quería durar toda la noche, así que apenas vio la oportunidad, acabó por correrse de lleno dentro de la boca del dios, que por supuesto, tomaría venganza de tal osadía.
Shiva tosió despegándose, escupiendo el restante que tenía en su boca, ya que había tragado lo demás.
— Maldito idiota. — comentó el dios tosiendo. — Dios, es difícil tragarlo sabes, no tengo práctica desde hace mucho.
— No menciones su nombre. — dijo Raiden arreglando su ropa.
— Ruda era más gentil. — sonrió Shiva viendo la molesta cara de Raiden. — Pero, tú me gustas más, por eso estamos casados. — comentó el dios hindú abrazándolo. — Aunque me guste más como me coge Ruda.
Y tras esta declaración, Shiva echó a correr siendo perseguido por su esposo. Claro que lo había dicho para fastidiarlo, le gustaba divertirse de esa forma con Raiden, y más porque el humano entendía que estaba jugando, y así ambos podían relajarse en su totalidad. Shiva había dejado de correr en el momento que vio a Hércules, y se paró a un lado, logrando llegar a un punto seguro antes de que Raiden le atrapara.
— Raiden. — sonrió Jack. — Ya podemos entrar.
— Pequeño Jack. — respondió el ex sumo. — Vamos, entremos.
Al final, el plan de Qin se había acomodado con estas dos parejas. Tanto Raiden como Jack habían tenido la intención de estar con sus esposos en el festival lunar que estaba celebrando el panteón chino. Incluso lo habían pensado desde antes que "dragón rojo" fuera un plan a realizar. Lo único diferente en sus planes, sería hacer que sus parejas se encuentren siempre con ellos, todo el día y noche, haciendo que ignoren cualquier llamada de otro dios, y solo mantenerlos ocupados en ellos.
La pregunta aquí era ¿cómo? ¿Qué había en ese festival que los haga quedarse todo el bendito día y noche?
— ¡OH! ¡Habrá fuegos artificiales! — gritó Hércules emocionado. — Jack, ¿quieres verlos? Dicen que los mejores son los del panteón chino. Muy noche hacen el mejor espectáculo, podemos verlos y cenar en el área de montañas todos, aunque, ¿estarían dispuestos a quedarse tan tarde?
— Me encantaría Sir. — comentó Jack.
— No hay problema conmigo. — sonrió Raiden.
— Entonces veámoslos todos. — culminó Shiva. — Mostrémosle a este panteón como es divertirse en verdad.
— ¿Tienes planeado algo, Shiva? — rio Hércules.
— Tal vez, les enseñe como se debe bailar realmente en un festival.
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Ni siquiera sus hermanos entendían la relación que tenían entre los dos.
Al inicio ambos tenían un objetivo. Del lado de Zeus, quería seguir el plan de Hades porque sonaba divertido, humillar a los humanos, pelearse, intentar el juego mental que tanto menciona Hades. Era divertido, no quería pasársela de nuevo firmando papeles, caminando por su castillo, sin realmente tener un propósito más que mirar hacia el mundo humano, estar con doncellas o simplemente existir.
Por el lado de Kintoki, había prometido a Qin y a sus hermanos simplemente hacerlo al inicio por Adam, y después, por seguir el juego con sus hermanos. No era que le desagradara Zeus, realmente para él ningún dios era relevante, solo le interesaba su vida en el Edén, era feliz allí, y cuando tuvo que comenzar su vida con Zeus, no sintió nada, simplemente pensó que podía actuar de la mejor forma.
Pero.
Cuando ambos comenzaron a convivir, las perspectivas de ambos cambiaron por completo.
Kintoki tenía cualidades de líder, unas que no conocía, ya que se hizo cargo del panteón griego, además de comenzar a ayudarle a Zeus con sus relaciones con otros panteones. Ambos gustaban de jugarle bromas a los demás, ambos gustaban de las emociones fuertes, y disfrutaban de hacer cosas emocionantes y extremas, simplemente si se hubieran conocido de manera normal, hubieran sido excelentes amigos.
Y ahora estaban allí, el dios estaba descansando su cabeza en el regazo de Kintoki, mientras este le acariciaba su cabello. Era divertido ver la versión joven de Zeus cuando lo conoció siendo un anciano, pero le gustaba mucho. Era interesante verlo así, le gustaba acariciar su rostro y su largo cabello, le daba algo de gracia que, si pasaba su mano de manera rápida, podía ver salir pequeños rayos de estática que quedaban en sus manos, no le dañaban, nada de Zeus le dañaba, él había decidido protegerlo de la electricidad o sus rayos.
Le sorprendió que hiciera eso por él, por un pequeño accidente.
— ¡Auch! — dijo el humano sosteniendo su mano. — Eso dolió, dios.
— Déjame ver. — comentó Zeus, acercándose rápido viendo la quemadura en la mano de Kintoki, que eran como rayos debajo de la piel, tomando un color rosado blanquecino, por la combinación de la quemadura y la sangre. — Lo lamento, debí advertirte que mis bolígrafos de vez en cuando se cargan con mis rayos. Dame un momento.
Vio a su esposo correr rápido a sus cajones, buscando por su cuenta, sin pedirle ayuda a Hermes, hasta que encontró un pequeño frasco y se acercó corriendo de nuevo a Kintoki. Eran gotas de fuente de vida, el único regalo que Poseidón le había hecho. Era para recuperarse en caso de una emergencia de vida o muerte, pero ahora, Zeus había abierto dicho recipiente, y había hecho beber a su esposo de él, para ver curada la quemadura.
Cuando le dijo a su padre, que Zeus le cuidaba, se refería a estos pequeños momentos. No sabía si tenía sentimientos el dios por él, pero, ambos se sentían cómodos él uno con el otro.
Después de ello, Zeus le había hecho una pequeña cortada en su mano, donde dejó caer solo una pequeña y minúscula gota directo en la herida, para después, concentrar sus rayos en las manos del humano, como si estuviera transmitiéndole su energía, y al final, cerrarle la herida con las gotas de fuente de vida. El dios le miró con esos ojos dorados y sonrió.
— No volverán a quemarte o dañarte, podrás controlar los rayos con tus manos, tal vez no todos, pero, estoy seguro que nunca volverás a tener un accidente como ese.
Eso había dicho el dios, lo había protegido porque quería, porque se le antojaba protegerlo. Zeus era así, si quería algo, lo hacía o lo exigía, era esa clase de persona que si quiere algo lo pide y punto. Pero, por esta ocasión, había querido protegerle, y eso había hecho sentir en el humano un sentimiento nuevo y lindo.
— Kintoki. — dijo el dios mirándolo con esos ojos dorados. — ¿Pasa algo?
— ¿Eh? — el humano salió de sus pensamientos mirando al dios. — Oh, solo estaba divagando en mis pensamientos. Pero ahora que me has despertado, me gustaría que hicieras algo por mí.
— Cuéntame. — sonrió Zeus.
— ¿Podrías ir a nuestra habitación en 2 horas? — comentó el humano sonriéndole. — Tengo una sorpresa para ti.
— Claro... — Zeus sonrió juguetón. — ¿Es alguna broma? Sabes que iré con precaución ¿no? No dejaré que me la juegues de nuevo.
Kintoki solo pudo reír, depositándole un beso en la frente.
— Idiota, si quisiera hacerte una broma, ni siquiera te pediría nada. — rio Kintoki. — Tú solo ve, te gustará. Cuando regreses de tu reunión con Hermes, por favor, ven.
— Esta bien, pero prometo que me vengaré si es algo que me deje en ridículo. — rio el dios.
Después de eso, pensó en lo que dijo su madre. En lo que decían sus hermanos, en lo que decía su padre. "El amor es algo muy diferente para cada persona, el amor es solo un complemento, nunca un motor de vida. Tu vida es tuya, si quieres amor, el amor siempre tiene que venir de ti primero, aprende a amarte a ti mismo antes de buscar amor de alguien más..."
Sonrió, todos tenían un concepto de amor muy diferente, todos eran esclavos a seguir algo, y era divertido ver como el amor se trasformaba para cada uno. Si le preguntarán a él, el amor era como una droga, es algo que realmente no necesitas, pero una vez que lo pruebas, siempre acabas buscando más y más, de todas las clases, hasta que te destruye, o te hace llegar al estado de euforia.
Y como todo un drogadicto de ese sentimiento, suponía, que los humanos siempre esperaban el momento de euforia, pero, muchas veces acababan muriendo y destrozando su alma con él.
Después de ducharse comenzó a adornar su habitación, como un ritual, tomándose su tiempo lentamente, sobre todo en prepararse él mismo, preparar el ambiente, esconder los aparatos que Tesla les dio para evitar señales, y ocultándolos fuera de la vista de todos.
— Hay que drogarnos hoy, ¿eh? — sonrió Kintoki a si mismo mirando su reflejo en el espejo, para después sentir las pisadas del dios acercándose con tranquilidad a su habitación.
El dios entró de golpe, preparado para recibir cualquier cosa de broma, pero no, no encontró nada de eso. Lo que vio lo dejó estático y sin moverse. Su habitación tenia luces cálidas, muy tenues, donde las velas encendidas hacían el trabajo de dar un ambiente algo erótico en su recámara. Pero, no era ese bello ambiente, o el dulce aroma en el aire, era lo que estaba sentado en su cama lo que le llamaba la atención.
Podía ver a Kintoki mirándole, mientras solo estaba usando su bata que usa después de ducharse. Podía ver como sus piernas desnudas se asomaban, como sus pectorales relucían al ver que la bata estaba semiabierta, y como esa mirada intensa azul le miraba. Era una preciosa imagen que era demasiado divina para pensar que no era un sueño. Incluso se pellizcó levemente, y al sentir el dolor lo supo, no estaba soñando, realmente su esposo estaba así delante de él. Kintoki siempre usaba su pijama y se vestía en el baño para no tener que salir desnudo a la habitación. Y ahora estaba allí.
— Zeus. — dijo el humano, haciendo que el dios tragara saliva mirándolo. — Me encantaría que esta noche dedicaras toda tu atención a mí. No me importa si mañana te metes en camas de doncellas o de caballeros, no me importa si esto para ti es sólo algo de una sola noche, no me importa que consideres que es esto, solo importa lo que yo he decidido hacer. Y lo que he decidido, es que quiero estar contigo hoy.
El dios lo miró con asombro, cerrando detrás de él la puerta con llave, no era para que el humano tratara de escapar, sino, que no quería que nadie, nadie más que él pudiera ver la imagen que sus ojos estaban presenciando.
— No... no he estado con nadie desde que nos casamos. — comentó Zeus. — Sé que nunca me creerás, pero es verdad, considero que tú puedes decidir si creerme o no.
Y ante la sorpresa del universo, era verdad, el dios griego no había estado con nadie más desde su matrimonio. Y la razón era, la unión de almas. Realmente afecta eso más a los dioses que a los humanos, y no era que desde ahora en adelante no sintiera atracción hacia nadie más. Era que al poder sentir a Kintoki, al poder conocerlo, y que la unión disminuyera sus excesos, comenzó a interesarle el humano.
Su vida era aburrida, ser dios era monótono, ser un dios supremo lo era aún más. Y ser el "gran Zeus" era lo más aburrido del mundo. Todos los dioses dependían de él, y él solo quería disfrutar su vida. Fue entonces que Kintoki llegó y lo hizo más interesante, incluso el trabajo se volvió interesante a lado de él, y eso le gustaba, se había hecho un excelente amigo de un humano, se volvió cercano a él, y cuando se dio cuenta, buscaba al humano en todo lugar.
¿Era amor? ¿O el humano se había vuelto una droga? Sea como sea, no encontraba una diferencia.
— Entonces se gentil hoy. — comentó Kintoki. — Al menos hasta que me acostumbre.
— Lo seré.
Respondió el dios acercándose, retirándose la playera en el camino para besar los dulces labios de Kintoki. Mirando esos ojos azules del rubio y recostándolo con delicadeza en la cama.
— Perdámonos juntos en esto. — susurró Zeus. — No pensemos nada, y si quieres parar, dímelo.
— Esta bien. — sonrió Kintoki. — Hagámoslo.
— Vas a tener que ser paciente conmigo. — sonrió Zeus. — Hace mucho tiempo que no lo hago tan gentil con alguien virgen.
— No soy de cristal, Zeus. — sonrió Kintoki rodeándole con sus piernas. — Solo quiero sentirme bien a tu lado.
El humano le beso los labios de nueva cuenta, sintiendo como las manos del dios abrían la bata deslizándola lentamente fuera de su cuerpo. Si, ninguno de los dos estaba seguro de que estaban sintiendo en ese momento, pero, a ambos les gustaba drogarse con sensaciones nuevas, y eso era suficiente para ignorar al mundo y solo concentrarse en ellos.
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"Lento, hazlo lento... ¡Ah! ¡Nikola!"
El científico estaba en su laboratorio, utilizando solo el pantalón de su pijama, mientras hacia sus mechones de cabello hacia atrás, y con la precisión de un cirujano, comenzaba a reparar a Lux, su paloma robot, quien se había dañado en una exploración del Helheim, y apenas ahora había tenido tiempo de repararla. Así que usaba esa lupa, mientras con precisión se concentraba en que los circuitos de su tarjeta madre estuvieran alineados y colocados a la perfección.
"Más fuerte, ¡ah! ¡Más! ¡Más! ¡No pares!"
Protegió sus ojos con unos lentes especiales, mientras checaba que los circuitos estuvieran conectados, y revisaba el estado de la programación a través de su computadora. Había un pequeño cable a remplazar, solo tenía que quitar el metal que lo cubría, remplazar el cable y volver a soldar todo.
"Hn... ¡ah! ¡ah! ¡Niko!"
Cuando quitó el metal, retiró con precisión el cable, para después ayudándose de unas manos robot, comenzar el procedimiento con calma, tranquilo, sin alterarse en ningún momento. Poco a poco pudo lograrlo, ahora solo quedaba soldar.
"Me gustas, me gustas mucho, ¡ah!"
Soldaba con tranquilidad, tenía que hacerlo con cuidado, no quería que Luz tuviera un pecho soldado de la peor forma, que no pudiera hacerlo ver estético.
"Nikola..."
— ¡AUCH! ¡Caracoles! Eso dolió. — él mismo se había quemado las manos al distraerse.
Suspiró levantándose de su escritorio de trabajo, para caminar rápido al centro de primeros auxilios, y mojar la quemadura, mientras mojaba un poco su rostro por igual. Pero, fue en el momento que miró su reflejo, que lo supo. Esas marcas de besos en su cuello y pecho, esos rasguños que notaba en sus hombros y que seguro estaban igual en su espalda. Suspiró, pegando su frente al cristal del espejo.
Había hablado con Beelzebub, sin pensarlo o pedirlo, habían tenido una cita, una que ambos disfrutaron, algo tranquila, donde caminaron sin parar por el Helheim, y ambos comentaban lo que sabían, sobre todo. Después, Beelzebub le permitió por primera vez entrar en su laboratorio, allí conoció los experimentos biológicos del dios demonio, y en lugar de asustarse, se vio fascinado. Eran un avance tecnológico y biológico increíble, creaba vida, un verdadero dios, por supuesto que el científico pidió que le explicara todo de su trabajo, a lo que Beelzebub sonrió, explicándole lo que sabía.
Por supuesto, el científico ya conocía todo eso, dado que meses atrás ya había usado a las moscas robot para espiar su laboratorio, pero tenía que actuar como si no conociera nada. Lo que, si le sorprendió, fue ver a ese dios griego reconstruido. Beelzebub los presentó, su nombre era Adamas, y después de conocer su historia, se acercó al dios mirando el buen trabajo que había hecho Beelzebub para reconstruirlo, prácticamente era alguien nuevo.
Se la pasaron hablando y hablando, hasta que él humano se acercó para besarle la frente, acariciándole el cabello. Y eso había sido todo lo que necesitaban.
Porque de un momento a otro, la ropa ya había desaparecido, y ambos se besaban efusivamente en el sofá, mientras no podían resistirse a los besos del contrario, no podían parar esa atracción que a ambos los estaba distrayendo de todo. Beelzebub había dicho, "Lento, hazme el amor lento... solo hazlo rápido hasta que te diga, quiero sentirte hoy."
Su corazón se puso como loco de escuchar dichas palabras, y simplemente dejó de pensar por primera vez en su vida. Solo se dedicó a sentir el cuerpo del dios maldito, disfrutaba demasiado de los besos, de los abrazos, de cómo las caderas de Beelzebub subían y bajaban, mientras se encontraban en posición de flor de loto, para poderse besar y abrazarse, sintiendo sus corazones cerca, eso era lo único que querían en ese momento.
El humano disfrutaba de acariciar el pecho del dios, marcando el ritmo y hacerlo disfrutar entre besos de su propia sexualidad, de su propio deseo, donde solo los gemidos eran admitidos como tema de conversación.
La verdad, no recordaba en qué punto habían comenzado a subir la intensidad, en qué punto se habían dejado llevar por el deseo animal, y ocupaban el laboratorio como patio de juegos, para coger libremente, ruidoso, sudoroso, bestial el uno contra él otro. Se habían dejado llevar por su deseo, por él deseo de ver al otro disfrutar sin lugar a dudas.
Entonces llegaron a un punto donde terminaron, donde el dios maldito no pudo más, su vientre se sentía a reventar, y el científico estaba agotado. Ambos se habían quedado dormidos en ese lugar, hasta que el científico despertó minutos después, y sonrió, tomando su bata y cubriendo el cuerpo de Beelzebub, mientras él colocaba su pantalón y regresaba con él a su hogar.
Cuando regresó, dejó con cuidado el cuerpo de Beelzebub en su cama, limpiando el exceso de fluidos de su cuerpo, y dejándolo descansar mientras él se limpiaba un poco y cambiaba a su pijama para meterse en su laboratorio. Porque quería meditar lo que había sucedido, porque quería buscarle una explicación a lo que sentía en ese momento. Ya que no podía dejar de sonreír, no podía quitarse la sonrisa de su rostro, ni la calidez en su pecho.
— Nikola Tesla se puede enamorar, Q.E.D. — rio para sí mismo al decir eso.
— Eso si es una sorpresa.
El científico rápidamente volteó para ver al dios maldito, usando la parte superior de su pijama, en forma de una bata, que cubría su cuerpo hasta media pierna, recargado en la puerta. Vio como sus muslos tenían mordidas y besos, en especial en la parte interna, y su cuello estaba lleno de marcas, era una vista agradable.
— Me costó mucho llegar hasta aquí. — comentó Beelzebub. — Me duele mucho mi cadera.
— Lo lamento, ¿fui muy brusco? — preguntó Nikola levantándose.
— Esta bien, fui yo quien lo pidió. — contestó Beelzebub.
— Puedo masajearte si deseas, se los puntos de presión y las terminaciones nerviosas, además que puedo hacer que tus músculos se relajen para que el dolor que los aqueja, puedan...
El dios maldito lo jaló, besándolo, la única manera de callar al científico loco era esa, un tonto científico que no leía el ambiente y que no entendía que lo había dicho en forma de halago, de que le gustaba tener sexo con él, de que quería repetirlo. Lo siguió besando con cariño, pegándose a él, acariciándole el abdomen, dios, amaba los músculos de Nikola.
— Si seguimos así...
— No quiero que salgamos de la cama. — mencionó Beelzebub mirándolo.
— Yo... — comentó el humano. — Quería invitarte a salir en la noche.
El dios se sorprendió, viendo el rostro del científico que le miraba emocionado. Para después sentir los labios de Tesla besándole la frente, usando solo una mano para cargarlo como si no pesara nada en absoluto, haciendo que Beelzebub rodeara con sus piernas su cintura.
— He estado pensando que luces estresado. — dijo Nikola, mirándole. — Pensé que tal vez, podríamos salir hoy, y ambos podemos relajarnos. En el panteón japonés hay buenos lugares de relajación, iremos allí. Estuve investigando y creo que es el lugar más factible para que ambos nos alejemos un poco del laboratorio, solo por unas horas, y disfrutemos solo nosotros.
— No puedo. — dijo el dios maldito. — No puedo dejar el Helheim solo porque si, cuido diferentes territorios, y si algo pasa tengo que actuar. Además, Hades me comentó que saldría hoy, no puedo dejar el Helheim solo.
— ¿Realmente crees que pase algo en estas horas?
— En el Helheim todo es posible.
— No, non, Nein, nada pasará. — sonrió Tesla. — Vamos Beel, por hoy, dejemos de ser nosotros, y olvidémonos de responsabilidades, nadie se enterará que dejaste el Helheim.
— Pero...
— Dejaré hologramas, harán creer a todos que estamos aquí, pero realmente no. — sonrió Nikola. — Confía en mí, si no te gusta, prometo que volveremos, pero sígueme la corriente hoy.
— ¿Estás seguro que será divertido?
— ¡100% SEGURO! — dijo un animado Nikola. — Hice el comparativo dentro de todos los panteones, y en definitiva el panteón japonés es lo que necesitamos, además que, si vamos a un Onsen, podrás relajar tus caderas con el agua.
El rostro sonrojado del dios fue un poema, solo pudo abrazarse del científico mientras este le daba dulces besos en el cuello, manteniéndolo cerca. Bien, no creía que Hades se fuera a enterar de que dejó el Helheim, y se mantendría atento a su celular, si en algún momento tuviera que regresar de golpe, haría que Nikola y él regresaran lo antes posible.
— Entonces supongo que no puedo negarme. — sonrió Beelzebub. — Salgamos.
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¿Se podía enamorarse múltiples veces de una sola imagen? Para los hermanos Olimpo se volvió posible en el momento que vieron a Kojiro y Qin, riendo entre ellos mientras se sentaban unidos, salpicándose muy levemente agua. Qin acariciaba la mejilla de Kojiro y este recibía las caricias de su hermano mayor con una sonrisa. El agua termal, cubriendo sus desnudos cuerpos, viendo lo delicioso que se ven esas gotas de agua recorrer sus frentes, cabello, labios, cuello. Ha decir verdad les encantaría ver toda la imagen, verlos desnudos, pero el vapor del lugar, y el estilo natural del Onsen impedía que pudieran ver lo que el agua ocultaba.
Aunque claro, Poseidón sonrió, concentrándose solo un poco, solo necesitaba jugar un poco.
— Los delfines son... ¡AH! — Kojiro rápidamente cubrió su boca avergonzado, mirando furioso hacia Poseidón.
— ¿Te golpeaste con algo, Kojiro? — dijo Qin mirándolo.
— Me golpee con una roca, lo siento. — comentó rápido el samurái.
Poseidón hizo una leve sonrisa. Controlar el agua era genial, al menos en ese momento, donde podía usarla para acariciar a su pareja, aunque este estuviera lejos de sus brazos. Que su humano sea sensible lo hacía más divertido, una leve caricia en los pezones y solía gemir. Por esa razón, era algo lógico que prefiera las ropas holgadas. Además, no importaba cuanto Kojiro se hubiera apartado para platicar con Qin, debido a que no quería que Hades notara las marcas de besos que el dios de los mares le había dejado, podía usar el agua para tocarlo y eso era lo único que importaba.
Sintió un leve golpe de Hades en su nuca y volteó a ver a su hermano con molestia, mientras este le sonreía, y después veían ambos a los hermanos humanos siguiendo su plática. El Onsen era grande, así que les estaban dando espacio a sus esposos de ponerse al día. Kojiro le hablaba de todo lo que había aprendido y Qin escuchaba atento, al final, Qin tiene la misma mirada que Hades tiene al escuchar y cuidar a sus hermanos. Les ama, daría la vida por ellos, destruiría el maldito mundo por ellos.
— Este lugar es hermoso, Poseidón. — comentó Hades mirando a su hermano. Estirando sus brazos, dejando ver lo trabajados y perfectos que están, donde ese tatuaje de racimo de olivos recorría en su piel. — Me sorprende algo así de ti.
— Dijiste que mantuviera feliz a mi reina. — respondió Poseidón, mirando el agua, jugando un poco con ella.
— Por favor, deja de usarme como excusa para ocultar lo que sientes, que infantil eres. — rio Hades.
— ¿Disculpa? — mencionó un molesto Poseidón. ¿Cómo se atreve a decirle eso cuando él lo metió en todo este lío?
— Te disculpo. — respondió Hades dándole una sonrisa burlona.
— Hades... — el ceño fruncido de Poseidón hizo reír a Hades, quien solo acabó por acariciarle la mejilla.
— Nunca en tu vida, ni siendo obligado por mí, hubieras hecho algo así por alguien. — dijo Hades haciendo un gesto con su mano señalando alrededor. — Aquí estaba tu jardín favorito, el que está conectado con el mar y los ríos. Desde que se construyó tu castillo, este lugar nunca era pisado por alguien más que no fuera tú. Solías pasar todos los días leyendo, durmiendo, nadando, o simplemente contemplando las flores y el mar encontrándose. Y de pronto, sin aviso, conviertes este lugar en algo para Kojiro. Y no solo eso, lo construiste tú, nadie te ayudó, tu conseguiste estas plantas, hiciste crecer ese árbol de cerezo, construiste madera por madera de este dojo y creaste este Onsen solo para verlo sonreír... Llámalo como quieras, pero odio y desinterés no es. Poseidón, tú, ¿estás enamorado?
Hades solo puso un rostro de sorpresa, al ver el rostro rojo carmesí de su hermano, con una expresión de sorpresa absoluta. Al parecer, hasta ese momento, exactamente ese momento, Poseidón se había dado cuenta de lo que había estado haciendo y sintiendo por el humano Sasaki Kojiro.
— ¿Amor? — cuestionó casi en un susurró el rey de los mares mirando el agua.
— ¿Poseidón?
¿Cómo era posible? Solo lo estaba manipulando, solo era eso. ¿Cómo pudo destruir su mundo? ¿Cómo pudo destruir su lugar favorito por él? ¿Cómo cedió su dominio de los mares? ¿Cómo le dio esas armas nuevas? ¿Porque se pasó días construyéndole cosas? ¿Por qué le regaló esa peineta? ¿Por qué estaba ayudando al humano a no estar triste? ¿Por qué le importaba?
La mirada azul fue directa a la del humano que platicaba y sonreía alegremente con su hermano humano. Un humano que desprecia y odia, pero al fin de cuentas lo tenía allí porque Sasaki así lo quería. Entonces la mirada caramelo se cruzó con la suya, y este le sonrió, con esa sonrisa enorme que tiene el japonés, para después regresar a su conversación con Qin. Sus manos solo pudieron cubrir su rostro, esto había salido terriblemente mal, lo sabía.
Nunca en la vida le había importado una pareja. Su único trabajo de aquellos con los que compartía la cama eran satisfacerlo, nada más, ser una bonita muñeca sexual, seguir sus órdenes y largarse cuando él se aburriera de ellos. Pero... le había dado todo al humano sin darse cuenta. Le dio gotas de la fuente de vida cuando este se las pidió, incluso le dijo dónde encontrarlas, le regaló katanas capaces de matar dioses, le regaló este hermoso lugar, lo hizo su reina y lo hizo gobernar a su lado. Lo llenaba de regalos, le cuidaba, se preocupaba porque estuviera bien alimentado, pensaba en el día en él, en que se le vería bien y le llevaba regalos, dejo incluso que estúpidos humanos estuvieran aquí, en su lugar prohibido, solo para hacer al samurái sonreír.
— Creo que hemos caído. — comentó Hades revolviendo el cabello de su hermano. — Poseidón, tu hermano te falló de nuevo.
— ... Estoy... enamorado de ese pececillo. — soltó Poseidón sin poder creerlo, como si le acabaran de decir que lo volvieron mortal al hacerlo sentir algo.
Hades sonrió, era la primera vez que veía a su hermano tener reacciones tan conflictivas que apenas podía con ellas. Pero, al final, era la primera vez que veía los ojos de Poseidón brillantes y al fin dignándose a mirar algo, y no era solo algo, era alguien. Mirando con la misma intensidad cómo lo hizo en el Ragnarök, al mismo sujeto. ¿Quién lo diría? Al fin el filo de la espada de Kojiro, había tocado la profundidad del mar. Se deslizó poco a poco hasta lograr tocar el corazón de Poseidón.
— No estás solo, he caído al igual que tú. — susurró Hades. — Y eso está bien, el amor está bien, nuestras vidas son perfectas tal y como están, solo disfruta lo que sientes, y olvida todo.
— Pero...
— Dije que los haría de nuevo felices, ¿no? — dijo Hades. — Se feliz, Poseidón.
— Necesito un momento. — comentó el dios levantándose, tomando su toalla y caminando hacia dentro del dojo.
Hades solo podía notar como su hermano necesitaba un tiempo para ordenar sus pensamientos. Así que lo dejo ir, Poseidón era complicado, siempre pensó que no necesitaba a nadie, y vaya que así vivió su vida, pero ahora, al tener tal revelación ante él, suponía que necesitaba relajarse un poco. Pero, lo que el rey del inframundo no logró darse cuenta, era que la mirada de su esposa estaba sobre él en todo momento.
Tal vez no podían escucharlo, no podía escuchar lo que hablaba con su hermano por la distancia y por la cascada del Onsen, pero, si podía verlo, ver sus gestos, ver cada movimiento que hacía. Y no solo eso, ¿qué mejor para observar si tenía a su lado a un escáner humano? Kojiro miraba a Hades usando un reflejo en el agua. Cuando Poseidón le enseñó cosas mínimas y de cómo usar los anillos que le regaló, fue algo sencillo ver al dios del inframundo sin tener que verlo directamente.
— Su oreja derecha. — comentó Kojiro humedeciendo una pequeña toalla para colocarla en su frente. — Tiene tres perforaciones de igual tamaño. Es el método que utiliza para mantener comunicación en todo momento con ellos. Dijiste que Hades puede invocar en el Helheim, esa es una habilidad que no todos poseen, ni siquiera Zeus.
— ¿Sus pendientes? — preguntó Qin, mojando su cabello. — ¿Estás seguro?
— Son diferentes a sus otros pendientes, no brillan, no parecen hechos de piedras preciosas, y aun con el agua y la luz, su obscuridad es absoluta, esas cosas deben ser algo del Helheim.
— Buen ojo. — sonrió Qin.
— Pensándolo un poco. — dijo Kojiro. — Pensando en sus habilidades de invocación, creo que dentro del Helheim, seguramente utiliza su poder sin necesidad de nada, pero fuera del Helheim, debe usar eso. Recordando la investigación de Nikola, los dioses que habitan el inframundo, se vuelven más poderosos con dos cosas. Uno, cuando están cerca del Helheim, y dos, cuando están en una situación que dirija a la muerte. Como decirlo, si Hades está en una guerra, y hay muerte rodeándolo por la cantidad de soldados caídos, no importa si se encuentra en el Valhalla, su poder aumenta al poder alimentarse del dolor ajeno, absorber las almas, disfrutar el caos.
— Eso explica cómo pudo vencer él solo en la Titanomaquia. — comentó Qin. — ¿Has escuchado esa historia? Mi rey derrotó a titanes que escaparon del tártaro sin ayuda de nadie.
— Eso comprueba la teoría, como decirlo, Hades se vuelve fuerte en el dolor. Pero, regresando al punto, cuando está en el Valhalla no hay guerras o gente muriéndose a su alrededor, así que yo creo que mantiene esos pendientes cerca de él para no debilitarse, y poder usar sus poderes de invocación, conectándose de esa forma con sus hermanos. Al final, comparte sangre con ellos, es fácil invocar algo conectado a ti, de esa manera debe comunicarse. Hace que sus hermanos lo sientan, y seguramente esos pendientes, se usan como una especie de Telepatía.
— ¿Qué recomiendas? Incluso aunque los distraigamos, necesitamos mantenerlos completamente incomunicados. — comentó Qin, remojando una toalla facial en el agua. — Si Hades sospecha, lo primero que hará será ponerse en contacto con Zeus, Beelzebub, Anubis, Hela, dios, un sinfín de dioses, pero, seguramente, lo hará con los dioses que mencionó Buda, los que se supone que están enterados de este "plan".
— Hermano, hay que buscar una forma para que se quite todo. — mencionó Kojiro. — Pero, ni siquiera para mojarse se los quita, y mencionaste que tampoco los retiró en el sexo, no creo encontrar una forma en que lo haga. Puedo tropezar con mis katanas y cortarle una oreja.
Kojiro y Qin comenzaron a soltar una risa, porque ambos recordaron el momento donde eso ocurrió en realidad. Cuando Grigori era un niño, y corrió dentro de la habitación de Kojiro mientras este estaba acomodando sus cosas. Y si, había tropezado con las espadas cortándole la oreja a su hermano. Los sorprendente fue que el menor se curó a sí mismo. Lloró muy fuerte, eso es seguro, sosteniéndose por la parte donde estaba su oreja y la sangre corría, pero, cuando llegó Adam a ver qué pasaba, una nueva oreja se encontraba en el cuerpo de Grigori, y el dolor había desaparecido.
Bueno, al menos así descubrieron la habilidad especial de su hermano. Aquello que lo hacía "inmortal".
— Lamentablemente, Hades no es Grigori. — rio Qin. — Déjame eso a mí, encontraré la forma.
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El tiempo comenzaba a correr desde ahora. El clímax del dragón rojo, una vez que todos los dioses estaban distraídos, no podían fallar, tenían el tiempo contado, y no había espacio para errores.
"Para esta misión, no necesitas calma, necesitas locura y capacidad de tomar decisiones arriesgadas y locas en todo momento. Grigori y Michel te acompañarán, a decir verdad, son los únicos que confiaría que pueden lograr la victoria en medio de una situación caótica."
Cuando Qin había dicho eso, todos los hermanos mayores protestaron, y no porque se sintieran desplazados, sino porque realmente estaba aventando a los leones a dos de sus pequeños hermanos. Se viera como se viera, era muy arriesgado involucrar a personas tan jóvenes. Pero Qin solo sonrió, callando las quejas de la mayoría de sus hermanos, y tomando la mano tanto de Grigori como de Michel.
"Confío en ustedes, confío en que lograran entrar y salir. Les dejaré el camino trazado y libre de Hades, solo ustedes pueden lograrlo. Confío en el caos de su personalidad para lograr la solución."
Ambos hermanos menores asintieron, dándole una suave sonrisa a Qin para después abrazarlo. Por supuesto que Leónidas y Lü Bu estaban en desacuerdo, pero, al igual que Hades lo hace con los dioses, Qin había logrado que sus hermanos aceptaran su loco plan. Pero, en ese momento se preguntó, ¿Por qué él lo hacía? Nadie de estos humanos era su hermano, no le afectaba para nada que a los humanos les pasara algo, él solo vivía para él y por él.
Él tenía una vida perfecta, era feliz, ¿qué es lo que lo estaba motivando a hacerlo?
"Están también manipulando a Zerofuku."
Oh.
Era eso.
Siempre es alrededor de Zero con lo que comienza a sentir algo que había abandonado, y eso era el odio. Su filosofía y manera de vida no incluía tal emoción dependiente a alguien más, pero, si sentía que Zero estaba en peligro, no podía evitar ayudarlo. No podía evitar sentirse furioso y querer protegerlo en todo momento. Como si tratara de compensar algo que no pudo hacer en el pasado, lo cual es gracioso, porque nunca le ha fallado a Zero en ayudarlo.
— ¿Buda?
Y entonces lo vio, usando ese lindo atuendo de pantalones negro y playera blanca, con esas botas que le había regalado Qin, negras y lindas con algo de plataforma, que le gustaban mucho al dios hindú. Zero tenía el cuerpo más desarrollado, cuando lo conoció tenía el cuerpo de un niño, pero, una vez que le mostró a Zero como mejorar y ser un dios excelente, este creció, ya lucía mayor, aunque seguía siendo algo pequeño en comparación a otros dioses, pero ya era un adulto. Y adoraba ver ese lindo cuerpo delgado y estilizado.
— Te tengo.
Apenas el dios cruzó por donde estaba, le jaló, cubriendo su boca para evitar que este hiciera un pequeño grito de sorpresa. Pero, su novio no lo dejaría así, lamió la palma de su mano y después ambos se jalaron mutuamente para besarse, ocultos entre árboles y arbustos. Realmente en su mente, solo pensaba en sí mismo, pero, cuando se trataba de Zero, su mente se llenaba de golpe de su pareja. Y era por eso que le había contado todo, y Zero había aceptado ser parte de este loco plan, en donde descubrirían una verdad o una mentira, y ninguno de los dos sabía que era mejor.
Acariciaba la cintura de su pareja, pegándolo a él, queriendo quitarle la ropa, pero, no podía, esa sería su recompensa si todo esto salía bien.
— ¿Por qué detrás de la casa de Heimdall? — preguntó Zero en un susurro, despegándose de los labios de Buda. — ¿No es peligroso estar aquí? Si Heimdall nos ve...
— Es el que tiene hogar más cercano al Bifröst. — respondió Buda sonriente. — Además, los otros dioses me vieron entrar a su casa, y nunca salir, así que deben pensar que me quedé a dormir, cosa que es común porque soy amigo de Hei-chan.
— ¿Estás seguro que estarás bien? — preguntó Zero. — Tengo miedo, te estas arriesgando de más, Buda.
Fue cuando vio esos lindos ojos rosados con purpura. Zero no estaba seguro de todo esto, porque el plan implicaba viajar al Helheim, y si ocurría un error, uno minúsculo, y Buda era expuesto al Helheim, no solo Hades lo notaría, el inframundo podría atrapar a Buda. No era considerado un dios supremo al ser de inicio un iluminado, tenía miedo que algo pudiera dañarlo. Además, al ser un iluminado, es posible que el Helheim lo marque como una antorcha, para que rápidamente dioses del inframundo puedan atraparlo.
— Confía en mí, tanto como yo lo hago en mí mismo. — sonrió Buda. — Confía y dame tus buenas vibras de que sabes que todo saldrá bien.
— Promete que regresarás a casa. — dijo Zero mirándolo, sujetándole el rostro. — Promételo.
— Lo prometo.
Después no hubo mucho que decir, ambos juntaron sus labios disfrutando de un momento de ellos, hasta que tuvieron que separarse, y Zero le entregó aquella bolsa, colgándola de manera cruzada en Buda. Ambos se miraron un momento, mientras Zero tomaba sus manos, y una luz de las manos de su novio salía, siendo pasada a las de Buda.
— Es buena fortuna, quiero que te acompañe. — susurró Zero. — Te estaré esperando en nuestro punto de encuentro. Buena suerte.
— Ya tengo tu fortuna, ya tengo toda la suerte que necesito. — respondió Buda besándole la frente a su pareja.
Entonces, ambos supieron que era momento, cuando la pequeña pulsera que ambos usaban comenzó a vibrar, y la noche comenzaba a caer. Fue entonces cuando el dios hindú se levantó y corrió para llegar al Bifröst. Una vez allí, miró que estaba custodiado por los típicos guardias que aguardan a la entrada. Así que se posicionó en donde vería al pequeño Michel, escondiéndose detrás de algunas columnas que se encontraban lejos de la mirada de los guardias, en espera del pequeño humano.
Casi siente que muere, cuando de golpe vio a Odín y este se posicionó frente a él, estaba lidiando en pensar que le podría decir, pero el nórdico le sonrió de golpe, haciendo un gesto vulgar, y entonces el iluminado lo supo, se trataba de Michel, usando esa gran capacidad que tiene de hacer una transformación increíble de alguien más. No se dijeron nada, solo se sonrieron y se asintieron mutuamente.
Buda estiró su mano a lo que el joven Michel le entregó un brazalete lleno de piedras preciosas del Helheim que colocó en él. Por el color, el diseño y lo apretado que le quedaba, se dio cuenta que era de una mujer.
— Es de la diosa Hela. — comentó Michel con la voz gruesa de Odín. — Descuida, no está lastimada o de nuestro lado. Me visitó y cuando la puse a dormir junto a su padre, tomé el brazalete y esta increíble capa del Helheim. ¿Tienes lo que te dio Zero? Úsalo.
— Que la suerte este de nuestro lado, pequeño Michel. — dijo Buda buscando en la bolsa para sacar un brazalete metálico, que colocó en su muñeca libre. — Odín nunca usaría una capa de esas.
— La ocultaré debajo de su capa normal. — sonrió Michel. — El viejo sabroso ayuda mucho al usar tantas capas de ropa, no se darán cuenta.
— ¿Listo? — dijo Buda.
— Listísimo. — respondió Michel. — Si nos atrapan, espero nos corten la cabeza rápido, no me gusta esa idea de sufrir por heridas. Vamos.
Cuando Buda presionó el botón del brazalete dado entre las cosas que le dio Zero, este se activó, haciéndolo invisible, parecido al cubo 4x4 que tesla usa para pasar desapercibido. Entonces solo tenía que seguir el plan. Caminaba detrás del falso Odín, mientras este caminaba imitando a la perfección al dios, de tal forma, que ni siquiera tuvo que hablar con los guardias, estos rápidamente se apartaron del camino dejando al dios supremo pasar.
"No puedes hacerlo disfrazado de Hela o Hades, incluso de Anubis. Tienes que hacerlo disfrazado de Odín. El Bifröst se abre directo al Helheim al sentir la presencia de los dioses del inframundo, pero, tu nivel de transformación no llega a la imitación de poder como el de papá, el Bifröst quedaría cerrado si intentas hacerlo. Siendo Odín, puedes utilizar a Gungnir que te dará Leónidas y abrir el Bifröst. La misma lanza hará que las puertas te reconozcan como dios supremo, y entrarás si usas ya la capa de Hela contigo. Recuerden, no pueden entrar sin nada, en primera porque serían detectados, en segunda, porque el inframundo los absorbería. En el caso específico de Buda, no puedes desactivar el brazalete para nada, si lo haces, tu misma aura de iluminado te marcará en el mapa como una bombilla en un cuarto obscuro. Solo puedes desactivarlo cuando estés dentro del Niflheim, en el lugar del registro de la muerte, donde se encuentra el primer abismo."
Y así lo hicieron.
Michel como Odín dio un golpe en el suelo con el arma, y las puertas se abrieron ante él, ingresando junto a Buda, sintiendo un escalofrió al momento de atravesar al Helheim, donde su cuerpo se enfriaba, pero las joyas de Hela los mantenían calientes. Además, el humano también usaba anillos de Hades, optaron que era mejor darle más protección a Michel debido a que era humano a diferencia de Buda. Que tenía mucha más resistencia.
— Creo que es mejor que dejes de ser Odín aquí. — comentó Buda, mirando el paisaje obscuro y frio del Helheim. — Llamas mucho la atención como el padre de todos. Se Hela, una diosa que estén acostumbrados a ver.
— Si mi maldito hermano cara de trapo no logró sacar a Hades de aquí, juro que antes de que lo mate su esposo, lo mataré yo. — comentó el humano. — Tengo que hacer el cambio de ropa. Mira a otro lado.
— ¿Cómo conseguiste la ropa de Hela?
— Se la quité. — comentó Michel. — Ahora está dormida utilizando una bata de mi mamá en mi cama, junto a Loki. Y antes de que lo pienses, no miré nada, no soy un pervertido.
— Como digas. — rio Buda. — Apresúrate.
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Posiblemente el japonés no se esperaba a alguien tan agradable como Hades. Solo lo había conocido de manera formal, en la cena habían intercambiado alguna que otra palabra, pero, al estar todos sus hermanos, nunca habían tenido una plática cercana. Y ahora que estaba cenando junto a él, mientras frente a ellos estaba Qin y Poseidón, pudo al fin intercambiar palabras con el dios del inframundo.
Y vaya que le sorprendió y le gustó al mismo tiempo.
Hades era divertido, carismático y amable. Era de esas personas que podías escuchar hablar todo el día, con esa voz gruesa que te atrapa y esa mirada intensa que mantiene la atención en él. Entendía porque Poseidón le había dicho que Hades era el verdadero dios entre dioses, el dios más respetado, el reflejo de lo que un dios debe ser. Para que Poseidón dijera esas palabras, Hades tenía que ser lo mejor del mundo, y diablos que sí lo era.
— Me parece muy interesante como la respiración es vital dentro del manejo de la Katana. — comentó Hades mirando a Kojiro. — Los pulmones hacen una tarea fundamental, es interesante, por ejemplo, nosotros como dioses, realmente la respiración no es algo importante, en especial en mí y Poseidón.
— ¿Por qué? — preguntó Kojiro mirándolo, mientras los sirvientes comenzaban a servir comida.
— Bueno, Poseidón no necesita respirar, o hacer la acción de respirar, él mismo absorbe el oxígeno, respira porque quiere o si se encuentra haciendo esfuerzos. — comentó soltando una pequeña risa. — Como los peces que a través de su piel absorben oxígeno. E incluso sin oxígeno, Poseidón se adapta al entorno para mantener su cuerpo, al final, es un dios.
— Poseí siempre ha sido increíble en sus técnicas. — comentó Kojiro, a lo que Hades notó ese leve sonrojo en las mejillas de su hermano. — Pero, ¿usted, Lord Hades? ¿Cómo lo hace?
— Bueno, no necesito respirar porque prácticamente estoy muerto. Los muertos no necesitan hacer cosa de los vivos. — rio. — Simplemente no siento cansancio, o cuesta mucho cansarme, ya que mi cuerpo no necesita descansar, respirar, dormir, etc. Ni siquiera necesito comer, pero...
— Pero lo hace porque su cuerpo si puede comenzar a deteriorarse. — comentó Qin sonriente. — Veras Kojiro, ese hermoso rostro lo mantiene porque alimenta su lado vivo, si un día Hades decide no cuidarse, se volvería anciano poco a poco como lo hace Zeus.
— ¿En serio? — dijo Kojiro asombrado.
— Es verdad. — Confirmó Hades. — Como Zeus u Odín, podemos dejarnos envejecer al no "cuidarnos". Pero no es como si eso nos matara, solo nuestra apariencia estaría más descuidada. Y al igual que Zeus y Odín, podemos volver a una apariencia joven siempre que queramos, solo comenzamos a poner a nuestro cuerpo de nuevo vital.
— ¿Pueden recuperarse de todo? — comentó el japonés animado.
— Si, dependiendo del daño. Si es algo muy mínimo como una cortada, o una pequeña raspada, podemos curarla sin problemas. Recuerden que solo depende del material, armas humanas no nos harían ni cosquillas, en cambio, algo forjado por dioses, si nos dañaría.
— ¿Entonces eso es forjado por dioses? — comentó Kojiro mirándolo, mientras señalaba a su oreja. — Sus perforaciones. Incluso si son adornos, es algo forjado por dioses para poder atravesar su piel.
— Oh esto. — sonrió Hades. — Algo así.
— ¿Eso me mataría si me lo encajaran? — preguntó Kojiro curioso, a lo que Qin bebió de su vino.
— Oh, no exactamente, mira.
Qin amaba el rostro inocente e interesado de Kojiro, le había dicho con qué comenzar la conversación con Hades y que tenía que lograr, pero, le encantaba como improvisaba para lograr el objetivo que su hermano mayor le había dado. Porque Hades estaba quitándose sus pendientes y piercings de su oreja, a lo que Kojiro ponía sus manos, en lo que Hades le mostraba que no le dañaban. Incluso cuando Hades rozo la parte que atraviesa la piel, no atravesaba la piel de Kojiro.
— ¿Cómo es posible eso, Lord Hades? — preguntó Kojiro mirándolo.
— No son armas. — respondió Hades. — Incluso cuando es hecho por dioses, no son armas, aunque claro, pueden convertirse en armas, pero, eso depende del dios. Poniendo un ejemplo, tu peineta fue hecha por Poseidón. — dijo Hades colocando sus manos sobre el japonés haciendo que Poseidón apretara los puños. — Es hecha por un dios, debería lastimarte, pero no lo hace. Solo es muy resistente, incluso si le cayeran toneladas de roca encima, no se rompería en absoluto.
— Increíble. — comentó Kojiro viendo los aretes del dios en sus manos. — Es algo nuevo que aprender cada día.
— Eres adorable cuando quieres aprender todo, Kojiro. — Comentó Hades, colocando un mechón de cabello del japonés detrás de una de sus orejas.
Al final, no supieron nunca quien tenía la peor mirada al momento que voltearon a ver a sus parejas. Pero Poseidón también es un dios de las tempestades, así que es obvio quien hizo que ese temblor pasara y esas grietas se hicieran visibles. Además, que los ojos de Poseidón se veían negros, como los de un gato furioso. Y no era el único, Qin tenía una sonrisa en su rostro, mirando directamente a Hades, prácticamente dándole un ultimátum con ello.
"No toques a Kojiro, maldito idiota." Sí, eso se podía leer en los ojos de ambos, tanto el de su esposo como el de su hermano.
— Kojiro. — comentó Qin. — Dame los pendientes de Hades, los guardaré por él.
— Claro. — comentó Kojiro levantándose y entregándoselos a su hermano.
La cena continuó normal, donde después de ese momento incómodo que tuvieron, Qin había logrado el objetivo, tenía los pendientes de Hades, y por la forma en la que su esposo de vez en cuando acariciaba su oreja, lo hizo sonreír, Hades estaba sintiendo algo de ansiedad, entonces el escaneo de Kojiro fue correcto, esos pendientes le permitían mantenerse unido a sus hermanos.
Hades se disculpó por un momento de la mesa, tomando su celular mientras caminaba hacia el baño. El primer número que marcó el dios del inframundo fue el de Beelzebub, no tenía sus pendientes que le ayudan a tener al Helheim con él, así que recurrir a métodos sencillos era lo mejor. Pero, el dios maldito no planeaba contestarle.
Porque estaba disfrutando de una cena con Tesla. Estaban mirando el paisaje mientras ambos comían un poco de snacks y se contaban su día a día. Además, amaba estar recargado en el humano mientras este le mantenía cerca y disfrutaban de su compañía. Posiblemente Nikola Tesla aceptó hacer esto para apoyar a sus hermanos, pero en realidad, si quería tener otra cita con Beelzebub, haciéndolo de manera correcta, se supone que las citas son para expresar tu interés y amor, así que quería hacer eso.
— Beel. — dijo Nikola algo nervioso. — Me gustas mucho.
El dios le miró sorprendido, para después sonreír levemente acariciándole uno de sus rizos.
— ¿Incluso después de lo que he hecho?
— Sí. — sonrió. — No es que diga que está bien que me lastimes, o que crea que debamos estar juntos, solo creo que me gustaría seguir saliendo contigo, y ver si puedo hacer que tú sientas lo mismo. Y si no, lo aceptaré, pero me gustaría cortejarte.
— Ya me gustas, Nikola. — sonrió Beelzebub ante la sorpresa del humano. — Pero si me gustaría sentirme cortejado, no lo he sentido en mucho tiempo.
El humano rio, para después acercarse con lentitud hacia el dios y besarle, un beso con cuidado y tranquilidad. Mientras ambos se dejaban llevar entre risas y besos, disfrutando su velada. Además, que el científico desde que salieron había activado uno de sus receptores impidiendo que alguien o algo pudiera molestar o llamar a Beelzebub, y que este decidiera regresar al Helheim.
— ... maldición. — dijo el rey del inframundo.
Ya había intentado llamar a Beelzebub 3 veces sin respuesta. Y pedirle de golpe los pendientes a Qin sería muy sospechoso, había cometido un error, no debía retirarlos, pero le dio ternura la mirada de Kojiro, le recordó a Poseidón de pequeño con esos ojos brillantes, escuchándolo en todo, y él debía admitirlo, era muy débil ante sus hermanos o cualquiera que les recordara a ellos.
— Adamas. — suspiró comenzando a marcar.
— Mi rey, no seas grosero. — comentó aquella voz que lo vuelve loco, abrazándole por la espalda. — Te estamos esperando, hemos abierto un rico vino, ven con nosotros. ¿Qué es tan importante que no puedes dejarlo para pasar tiempo con tu reina?
El dios rápidamente volteó abrazando a su reina. ¿Qué estaba pensando? Lo único que ama en el mundo es lo que está frente a él. ¿El juego era más importante que Qin? En absoluto, nada estaba pasando, debía ignorar su instinto y esa creciente ansiedad, debería estar disfrutando de la cena junto a su lindo Qin. Más cuando este estaba emocionado por venir, y estaba divertido junto a su hermano y Poseidón.
"Piensa, Hades, no puedes perderlo con tu propia ansiedad por un juego que ya no debería existir. Solo disfruta de Qin, es lo que quieres, solo tener a tu reina y a ti feliz."
— Lo siento, a veces dejo que mi mente se enfoque mucho en mi trabajo, no he dejado al Helheim solo desde hace mucho tiempo. — sonrió Hades. — Pero, el Helheim no es más importante que tú, tú eres mi prioridad.
— Y tú la mía. — sonrió Qin besando los labios de su esposo. — Volvamos a la cena.
— Volvamos.
La cena continuó normal, incluso Poseidón se reía de vez en cuando con las ocurrencias de Qin. Todo iba bien, pero el emperador podía notar esos dedos nerviosos de Hades, moviéndose en la mesa, en como la mirada del rey del inframundo está mirando alrededor, en cómo ve de reojo a su celular, en definitiva, todo el instinto de Hades estaba gritándole que algo extraño había en esa situación. Pero, estaba en conflicto, de un lado estaba la noche que quería disfrutar con su reina, y del otro, estaba su lado del juego que le gritaba a más no poder que algo andaba mal.
— Kojiro. — dijo Qin mirando a su hermano. — Ayúdame, traje un rico postre que hice con las maids del Helheim.
— Claro, permiso. — dijo el japonés siguiendo a su hermano a la cocina.
Apenas el espadachín cruzó la cocina, perdiéndose de la vista de los dioses, fue jalado por su hermano mayor, quien le cubrió la boca y lo miró con seriedad a los ojos, asustando un poco al japonés. La mirada intensa de Qin solo le indicaba que algo estaba saliendo mal, así que la cena estaba dejando de surtir efecto, tenían que desechar esa idea e improvisar algo para mantener a ambos dioses distraídos.
— Kojiro, escúchame bien. — dijo Qin en un susurro. — Tengo una idea, así que necesito que me sigas el juego hasta el final, pase lo que pase, no dejarás de seguirme el juego, aceptaras seguir cada una de mis acciones, no harás ni un comentario, dirás que si a todo. Kojiro, no puedes ni dudar, no puedes ni siquiera tener un pensamiento independiente de lo que vamos a hacer, confío en ti, mi hermano, así que confío en que lograremos esto. No es solo por la verdad, es porque todos nuestros hermanos están en peligro si Hades y Poseidón llegan a saber que estamos haciendo cosas en el Helheim. Nuestra familia corre peligro, así que es nuestro deber protegerla, porque si Hades llega a regresar al Helheim y notar todo, es el fin de la familia Edén. El fin de nuestros matrimonios, el fin de nuestras vidas como las conocemos.
El japonés miró los ojos determinados de su hermano y solo acabó por asentir, sintiendo como Qin dejaba de presionar su mano contra su boca, para ver a su hermano por primera vez en su vida preocupado por una de sus jugadas y planes.
— No te fallaré hermano. — dijo Kojiro en un susurro. — Prometo no rendirme, seguiré hasta el final.
Qin sonrió con delicadeza, para después acariciar el cabello de Kojiro. Se supondría que no debería poner en peligro a sus hermanos, pero aun así lo hizo, debería solo pensar en protegerlos y disfrutar su vida con Hades, pero, lamentablemente, al igual que Hades, esa sensación de perder, de que su plan fallara, era algo que lo mantenía con una ansiedad terrible.
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Todo estaba saliendo muy bien.
Pero siempre hay complicaciones en un plan, aquellas que no consideras, puede ser un numero mal escrito en una fórmula, una letra mal colocada en una oración, o no considerar algo tan mínimo como una persona. Ese error lo había cometió Qin dentro del plan del "dragón rojo". Porque la Hela falsa que era Michel, se había encontrado de frente con el hermano de Hades, Adamas, quien la saludaba con emoción.
— ¡Hola, Heli! — dijo Adamas a lo que Michel no tenía idea cómo reaccionar. Solo pudo ver al dios acercarse y abrazarla, a lo que el humano correspondió. — Oye, ¿sabes a donde fue Beelzebub? Hades me dijo que saldría con su reina, así que Beelzebub debería estar a cargo de vigilar el Helheim, pero no está en el castillo de Hades, lo cual es extraño. ¿Está por tus tierras?
— No, no lo he visto. — dijo la falsa mujer sonriéndole. — Tal vez ande con Anubis. — comentó la chica haciendo un gesto, como si estuviera pensando. — O a lo mejor salió con su esposo.
— ¿Con Nikola Tesla? Claro... — rio Adamas. Haciendo que la mujer hiciera un gesto extraño. "Nikola Tesla", su hermano era "Nikola Edén", Tesla era solo un apodo que le gustaba a su hermano usar en sus inventos. — ¿Está todo bien, Heli? Luces distraída.
Dijo el griego acercándose a la chica, mientras un Buda se mantenía sin moverse a unos metros de ellos. No podían permanecer más allí, Adamas estaba sospechando de la mujer por la manera en la que estaba actuando. Michel no tuvo el suficiente contacto con Hela para imitar su actuar a la perfección, no tiene la esencia de la mujer aún.
— Lo siento, es que acabo de regresar de una comida con mi padre. — dijo la mujer. — Conocí a un humano.
— Ya veo. — dijo Adamas mirándola. — ¿Qué te pareció?
— Es lindo, entiendo el interés de mi padre en él. — sonrió la mujer. — Pero, dejemos eso de lado, si el Helheim me necesita estoy aquí, ¿quieres ir por Hades?
— Sí, creo que será lo mejor que regrese. — mencionó el griego.
— Usemos el teléfono de Beelzebub, digo, ya que tenemos su casa cerca. — comentó la diosa falsa caminando a lado de Adamas.
— Esta bien. — respondió el griego.
Podía sentir su corazón palpitar al mil por hora, más cuando el griego no estaba apartando la mirada de ella, además, de que Adamas había sacado sus garras de su armadura mientras caminaba a su lado. Ambos entraron juntos, sin decirse una palabra, a lo que la mujer caminó hacia el teléfono y se lo pasó a Adamas quien la miraba.
— Hela. — dijo el griego. — ¿Te acuerdas cuando nos conocimos? ¿Recuerdas lo que te pregunté en aquella ocasión? ¿Podría tener una respuesta de ti ahora?
La mujer trataba de no hacer un gesto en absoluto, solo miraba aquellos ojos del griego mientras trataba de pensar, trataba de descifrar que podría ser lo que estos dos se prometieron. Pero, sonrió, acercándose al griego, para verle más de cerca.
— Sí, la respuesta es sí. — comentó la mujer. — No tengo que pensarlo más, la respuesta es y será, sí.
— ¿En serio? — el sonrojo en el griego fue rotundo al momento de escuchar a la mujer. — ¿Estás jugando?
— No, no juego, la respuesta es sí.
Y la sonrisa del griego se formó, justo en el momento en el que había un fierro de metal enorme flotante, que rápidamente golpeo en la nuca a Adamas, acabando por noquearlo. La mujer suspiró aliviada, mirando como un Buda invisible alzaba el cuerpo de Adamas, llevándolo a un sofá donde lo dejaba recostado, y una Hela falsa buscaba entre los frascos de Beelzebub, hasta hallar algo que pudiera pasar por un somnífero.
Odiaba las clases de Nikola donde les enseñaba diferentes cosas, pero ahora mismo las amaba. Consiguió algo que podría mantenerlo dormido así que hizo que lo tomara el dios, para después entre Buda y él tener la misma idea, y dejarle caer una cerveza encima y poner botellas vacías cerca del dios. Si Beelzebub llegaba, podría creer que Adamas simplemente se emborracho en su laboratorio mientras no estaba.
— ¿Cómo supiste que responder? — preguntó Buda saliendo con la falsa Hela.
— No supe, pero, suponía que era relacionado a una propuesta de matrimonio, noviazgo, expresión de sentimientos. — dijo la mujer avanzando a paso firme. — Le llama "Heli", son cercanos, y por la forma en la que se dirigía a ella, quiero pensar que tienen cierto interés el uno con el otro. Solo fue una moneda echada al aire, pero por todo lo bendito, funcionó. Gracias por golpearlo.
— La verdad tenía ganas, desde que lo revivieron siempre me pregunté si le podía zafar la cabeza.
— Bueno, no se puede. — rio la mujer. — Sigamos, el tiempo que teníamos se ha visto reducido por esta situación, tenemos que llegar ya a las puertas de las bóvedas de muerte y sacar la información.
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Poseidón siempre ha sabido que su hermano tiene maneras muy raras de mantener su mente calmada. Como el de hundir su cara en el pelaje de Cerbero sin previo aviso, dejar que su Cacatúa se duerma en su cabello como si fuera un nido, estar jugando mentalmente contra él en una partida imaginaria de ajedrez, sea lo que sea, para mantener su mente en paz de sus propios demonios. Pero, al no estar en el Helheim, Hades estaba estresado, al parecer su hermano lucía preocupado por alguna extraña razón.
Movía su pie constantemente, frotaba sus manos, miraba alrededor y marcaba sin parar el número de Zeus, de Beelzebub, de Adamas, de Hela, de Anubis, etc. La lista era larga, y eso comenzaba a preocuparle igual a Poseidón. Hela podía ser porque es el día que pasa con su padre, así que la diosa puede que este distraída. Anubis, según lo que mencionó Hades, había sido llamado por su propio panteón al Valhalla, por lo tanto, era normal que no estuviera presente. Pero. ¿Beelzebub no contestándole a Hades? O peor, ¿Zeus no contestándole a Hades? Eso sí era extraño.
O tal vez no lo era tanto.
Porque mientras el hermano mayor de los olimpos marcaba sin cansancio el número de su hermano menor, este se encontraba en éxtasis, besando los dulces labios de su humano, mientras embestía con fuerza contra él. Podía sentir las manos de su humano en su espalda, clavándole las uñas mientras soltaba fuertes gemidos y gritos, donde ambos se deshacían mutuamente en la cama. Kintoki con lo poco que le quedaba de conciencia, miró que el celular de Zeus encendió su pantalla, así que con su pulsera aumentó la frecuencia para impedir que las llamadas siguieran entrando, besando a Zeus para no dejar que viera nada.
Probablemente no volvería a caminar, así que al menos quería llevarse a su tumba el hecho de que había hecho un gran trabajo, y había ayudado a sus hermanos.
— ¿No contesta? — preguntó Poseidón mirando a Hades que le devolvía la mirada.
— Algo está mal, lo presiento. — comentó Hades. — Tengo que hablar con Morfeo.
— Si lo invocas aquí, no tendremos como explicarle a Kojiro ni a tu humano el porqué de su visita. Yo no tengo relación con Morfeo, y se supone que tú tampoco. — comentó Poseidón. — Relájate.
— Llamaré a Apolo, le diré que use el regalo que le di y vaya al Helheim.
Y así lo hizo, el rey del inframundo llamó a su sobrino. Pero, no importa cuánto llamara, del otro lado, nadie iba a contestarle, porque el griego tenía en sus manos a un pequeño humano, quien lo besaba mientras podía acariciar esa cintura y cuerpo, pegándolo más a él. No iba a contestar para nada del mundo, no iba a dejar que ese momento se rompiera sólo porque el estúpido de su tío no deja de llamarle.
Claro que el francotirador veía esa pantalla encenderse y apagarse, claro que sabía que era Hades, así que siguió besando al griego, activando el dispositivo de Tesla, solo tenía que mantenerlo cerca.
— Oye... ¿podemos ir a un lugar más privado? — susurró el humano mirando a los ojos al dios. — Es incomodo con todas las personas viéndonos.
— Ven conmigo. — sonrió Apolo.
Sí, esta era su noche, tendría al humano, ya no tendría que esperar como indicó Hades, haría lo que quisiera, no tenía que escuchar al rey del Helheim.
"Simo es listo, si se acerca a ti de golpe seguramente es una trampa. No gusta de ti, Apolo, se más listo por amor a todo lo bendito, y no dejes que te controle como siempre tu cabeza de abajo."
Parecía que para el dios esas palabras le habían entrado y salido, porque estaba emocionado, llevando consigo al pequeño humano, dejando de lado la fiesta, y subiendo feliz hacia su habitación. Haría al humano suyo, después haría que Hades aceptara casarlo, y que nunca se pudiera despegar de él, sí, iban a ser siglos y siglos de vida muy interesantes a lado del pequeño francotirador.
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No iba a fallarle a sus hermanos. Eso se lo repitió mil veces.
No importa el precio, no iba a fallarle a sus hermanos, porque podría engañar a todo el mundo, podría mantenerlos a sus pies, pero, si se trataba de cualquiera de ellos, o de sus padres, no podría fallarles, cueste lo que cueste, lograría su objetivo.
En los libros que Anubis le entregó, había algo interesante, la cabeza de chacal que usa Anubis en lugar de transformarse en su verdadera forma, lo ayuda a ingresar sin problemas en el Helheim, como su propio portal que puede utilizar, solo necesita sombras y puede hacerlo sin la necesidad del Bifröst. Pero, siempre estaba ese artículo con él, nunca se despegaba de él, ¿cómo podría quitárselo?
Pues realmente era sencillo, pero, le daba vergüenza admitirlo.
Admitir que se la pasó manipulando y enredando a Anubis en sus palabras, que continuó con ello en la cena en el panteón egipcio, que le acompañó a platicar y se sorprendió de lo bien que podrían llevarse. Incluso, en otra ocasión, en un plano ajeno al que estaba viviendo, hubiera sido un excelente amigo del dios del inframundo. Pero, no, lamentablemente, la situación ameritaba manipularlo, y eso es lo que hizo, al momento de besarlo.
Al momento de acariciarlo, al momento en el que ambas ropas comenzaron a caer en desesperación con tocarse, y al momento en el que le sonrió al dios, para después deslizarse por su abdomen y comenzar una felación hacia él. Porque necesitaba poner a Anubis al borde del éxtasis, necesitaba esos segundos donde la mente del dios no pudiera procesar nada más que placer. Para en ese momento, clavarle una jeringa llena de la droga que utiliza Jack en los dioses.
El dios ni siquiera sintió el pinchazo. La jeringa que había conseguido por parte de Nikola del laboratorio de Beelzebub, era la única que serviría para poder atravesar la piel de un dios. El dios simplemente jadeo mientras el ruso seguía su trabajo. Tal vez fueron unos minutos de seguir chupando el miembro del dios, para después escuchar el ruido seco de un cuerpo cayendo.
— Lo siento, Anubis. — comentó el ruso, tomando consigo la cabeza de chacal. Al igual que la jeringa que había usado. — Lamento dejarte así...
Tragó saliva mirando el miembro del dios, y se avergonzó a si mismo de tener el deseo de seguir chupándolo. No, no podía, entendía que era aún joven y sus hormonas estaban alborotadas, y claro que quería acostarse con alguien tan atractivo, pero, no, debía seguir con el plan. Aunque por su mente pasó que sería divertido ver al dios del inframundo gemir debajo de él. Agitó su cabeza y se deshizo de esa idea, para después caminar hacia las sombras de la habitación.
Pero.
En ese momento.
Un pegue de remordimiento le dio. Así que caminó de regreso con el dios, para besarle la frente y meterlo en la cama, al regresar, se desnudaría y se metería con él, donde Anubis al despertar crea que pasaron la noche juntos. Y después de ello, bueno, no lo había planeado, pero se le ocurriría algo en el camino.
Entonces viajó al Helheim, no podía retirarse la cabeza de chacal de él, o acabaría muriendo, solo podía seguir su camino hacia el lugar de encuentro, y cuando llegó, y vio a una diosa Hela que se sentaba con las piernas abiertas, mientras parecía que no veía nadie, se acercó. Apenas la diosa lo notó, rápidamente corrió contra él abrazándolo. El ruso suspiró, abrazando a la falsa diosa mientras esta le sonreía.
— Llegaste.
— Nunca fallo en nada. — sonrió Grigori. — No podemos perder el tiempo, sigamos. Esto es para ti, y esto es para Buda, que supongo que está con nosotros, pero no lo puedo ver.
— Por aquí, Gri—chan. — comentó un Buda, poniendo su mano en el hombro del ruso para que lo sintiera.
— Tienen que comer esto. Son semillas de vida de Horus. Incluso usando los artilugios del Helheim, este nos sigue drenando energía, esto es para fortalecernos y aumentar un poco más el tiempo límite que tenemos aquí. Ahora, sigamos el plan.
— Aquí tienes. — comentó la diosa falsa colocándole un brazalete. — Hagámoslo.
Cuando el humano se volvió invisible, caminó junto a Buda detrás de la diosa Hela falsa, mientras esta lograba hacer que los sirvientes le abrieran el camino, mientras se adentraba más y más, hasta llegar a la puerta donde lo vieron. Allí estaba, el famoso Garm, el perro del inframundo nórdico, aquel que custodiaba la entrada del hogar y territorios de Hela en el Niflheim. Aquel encargado de mantener la custodia de las puertas en los registros de muerte. Junto a Cerbero, era uno de los guardianes más peligrosos que había. Lo vieron mostrar los dientes, mientras su boca ensangrentada escurría sangre de probablemente lo que era su cena. Un jodidamente enorme lobo negro frente a ellos. Con garras terribles y esa mirada brillante que penetraba cualquier alma.
Pero.
Había un, pero.
Porque al momento que notó la presencia de la diosa, comenzó a mover la cola de un lado para otro, haciendo chillidos y acercándose emocionado, bajando las orejas y la cabeza frente a la diosa Hela falsa, como si esperara una clase de mimos, cosa que obviamente Michel hizo. Era como un cachorrito, al final, Garm contrario a lo que todos pueden creer, es de corazón noble y tranquilo, su apariencia no corresponde a su actuar. Además, que Michel recordaba que Hela le había comentado que era una diosa joven, y Garm, su guardián, también lo era. Eso explicaba más ese comportamiento de cachorro, era un lobo pequeño aún.
— Garm, que lindo eres. — sonrió Hela acariciándole detrás de las orejas.
— Acaríciame más, Hela. — casi se le baja la presión a los tres cuando escucharon esa voz gruesa retumbar en el lugar, habían olvidado el detalle, de que Garm puede hablar. Bueno, puede hablar con aquellos que buscan sabiduría de él.
— Claro, buen chico, buen chico. — dijo la diosa acariciándolo. — Tengo que entrar, Lord Hades me ha pedido realizar algo, así que, te dejo el resto a ti, no quiero que me molesten por hoy.
— Esta bien. — El dios parecía hablar sin necesidad de mover la boca, su voz simplemente retumbaba en la entrada del Niflheim. — Cerberos está dentro custodiando la entrada del primer abismo, Thanatos lo trajo consigo mientras trabajaba, Cerberos me dijo que hacía un buen trabajo y que me quedara en las puertas principales. Ambos deben estar marcando su salida, las muertes no paran en el mundo mortal.
— Bien... — comentó la diosa mirando al perro/lobo. — ¿Thanatos tardará en retirarse?
— ¿Quieres que se retire?
— Si, pero no puedo obligarlo.
— Lo haré por ti.
El lobo se deshizo en sombras, de golpe, para después regresar con un dios en su hocico mientras este suspiraba, como si eso ya hubiera pasado incontables veces. Más cuando vio a Hela y giró los ojos. Ese si era un dios griego pocas veces visto. Con un cabello platinado cayendo, lacio y largo, delgado pero atractivo, con unos ojos verdes intensos y algunas ojeras. Con un par de alas negras y de piel morena.
— Hela, tienes suerte de que ya había terminado cuando tu perro me sacó de allí. — comentó el dios zafándose del hocico de Gram. — Te he dicho que, aunque Hades haya aceptado dejarte a cargo de la custodia de nuestro registro de muerte, soy uno de los que escriben directamente allí, así que no puedes negarme el permiso.
— Lo sé, lo lamento muchísimo. — comentó la diosa.
— Que no se vuelva a repetir. — sentenció el dios sacudiéndose la baba y sangre que le había pegado el lobo al sujetarlo. — Y que no vuelva a ir por mí, como si fuera una pelota.
— Mi bebé solo está jugando. — comentó Hela poniéndose frente al enorme lobo. — Lo lamento.
— Tu bebé se alimenta de muertos.
— Igual nosotros. — respondió Hela. — Prometo no volver a cometer este error, lo siento, Lord Thanatos.
— Al menos tienes suerte que sea yo y no Anubis. — suspiró. — Él ya hubiera matado a tu perro.
— Lo sé.
— Cerberos está resguardando el abismo por hoy, así que puedes relajarte, deberías ir a descansar, Beelzebub debe estar cuidando el reino ya que Hades esta fuera.
— ¿Cerbero se quedará? — preguntó la diosa.
— Al no estar Hades aquí, se pone muy a la defensiva, es mejor dejarlo y no obligarlo a irse, además, no hace daño, y se duerme a las entradas, no te molestará, ni molestará a Gram.
— Entiendo, que tengas buena noche, Lord Thanatos.
— Buena noche a ambos. — dijo el dios de la muerte retirándose.
Con esto dicho, lo vieron retirarse mientras Gram buscaba mimos de la diosa. Michel acarició el hocico de este, para después dejar que el lobo abriera las puertas y le diera ingreso. Sentía todo su ser temblar al ver ese lugar, era minimalista, una sala con toques góticos, donde se encontraba el enorme Cerberos que despertó al verla entrar. El perro de tres cabezas le miraba, y aunque cerró la puerta y se acercaba con confianza, el perro no apartó la mirada en ningún momento de la diosa.
Cerbero estaba exactamente en la puerta que le daba acceso al registro. Y no se levantaba de allí, solo estaba mirándola mientras Michel no tenía idea que hacer para moverlo. Y antes de que el humano pensara algo, el perro del inframundo le gruñó, levantándose y poniéndose en una pose defensiva. Lo sabía, Cerberos lo había notado, sabía que no era Hela. Gram aún es un cachorro en comparación a Cerberos, él fue criado y entrenado por Hades, tiene millones y millones de años, por supuesto que lo notaría.
— Maldición. — dijo al aire la diosa falsa al ver al perro gruñéndole más.
— Michel, aléjate lentamente, da pasos hacia atrás. — comentó Buda. — No dejes que se siga acercando. Si logras acercarte a la puerta, puedes llamar a Gram.
— Aja... — dijo el humano mirando esas enormes cabezas gruñéndole, cazándolo con la mirada, sintió por primera vez sus piernas temblar.
— Michel, muévete. — dijo Grigori.
No hacía falta, lo supo en el momento que el rostro asustado de esa diosa falsa comenzó a lagrimear. Michel tenía miedo, porque era la primera vez que realmente se sentía amenazado, y que sentía la muerte tan cerca de él. Al final, solo era un chiquillo de 16 años, y aunque tenía muy buena capacidad de improvisación, de igual forma, era un niño, que obviamente le tenía miedo a morir. Entonces lo supo, ni siquiera tuvo que pensarlo, desactivó el brazalete que le otorgaba invisibilidad, llamando la atención de Cerbero, que ladró y gruñó, sacando las garras.
Grigori caminó a un lado de Michel, con movimientos lentos, para estirar su mano haciendo señal de que le entregara a Gungnir. Cuando Michel le entregó el arma, haciéndola aparecer, la empuñó.
— Escúchame bien, Michel. — comentó el ruso. — Vas a abrir esas puertas y entrarás con Buda, los alcanzaré. Buda no puede retirar el brazalete aún, es un iluminado, al momento que lo haga, al no tener una invitación directa, brillará con tanta luz, como una manera en el que el Helheim alerta a todos de un dios sin invitación. O que no es común que se encuentre en el Helheim. Buda solo puede retirárselo hasta estar dentro de esa sala que ya pertenece al Niflheim, a ese submundo con los registros de muerte. Si lastimamos a Cerbero, automáticamente, Hades aparecerá. El perro es suyo, notará si alguien daña hasta un pelo de este, por lo que hay que ser inteligentes. ¿Confías en mí?
— Si. — respondió Michel.
— Entonces deja que tu hermano mayor se encargue.
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Era una trampa.
Lo sabía, y seguramente era obra de Qin.
Siempre había admirado a su reina por la capacidad que tiene para hacerlo volverse loco. La capacidad que tiene para poner todas las piezas a su favor. Tenía que admitirlo, lo había encerrado. Le había arrebatado sus pendientes, le había sacado del Helheim, lo tenía sin oportunidad de irse. Pero, ¿por qué?, ¿por qué lo sacó del Helheim? Eso había que analizarlo.
Si se ponía a meditar, tendría que ser algo en relación con Buda. O en relación a su familia.
¿Qué había sido diferente? ¿Qué había marcado la pauta de que Qin quisiera jugarle algo en contra? Tenía que analizar días atrás. Seguían teniendo sexo normalmente, seguía riendo, seguían trabajando juntos. Entonces, eso significaba que no era algo en donde su reina sintiera odio hacia él. Tenía que ser algo más, ¿qué haría que Qin estuviera manteniéndolo lejos del Helheim? ¿Qué era?
"Tú reina es peligrosa."
Recordó las palabras de Morfeo, y sintió un balde de agua fría caerle. El maldito Ragnarök, era la única cosa que haría a Qin querer hacer algo a sus espaldas. Por el actuar del humano, no tenía información, ya que, conociendo a su reina, le hubiera cortado la cabeza apenas supiera que estaba manipulándolo. Así que puede que esté buscando información dentro del Helheim, por eso lo sacó de allí.
"Está bien, incluso si se entera del Ragnarök, puedo pensar como mantener aún las piezas a mi favor, me mostraré como un salvador, tendré que poner mi mejor cara, pero eso podría servir." Pensó el dios, para después agitar su cabeza. ¿Qué diablos estaba pensando? ¿Estaba desconfiando así de Qin? ¿De la persona en la que ama?
Tal vez ni siquiera su reina tiene algo contra él y solo son coincidencias. Tal vez la desconfianza que tiene de todos lo estaba haciendo desconfiar de su lindo Qin, tal vez debería dejar esa obsesión que tiene con el juego, de siempre querer estar a la delantera, solo tenía que olvidarlo y solo ser feliz. Estaba comiendo con su hermano y su pareja, con su hermoso Qin, tal vez solo estaba divagando. Tal vez solo debería disfrutar el momento, de esta linda cita doble, de su esposo.
Pero.
Maldita sea.
Pero.
No podía sacarse de la mente de que lo estaban atrapando de golpe.
— Poseidón, creo que, por esta noche, mi reina y yo nos retiraremos. — comentó Hades mirando a su hermano. — Lamento no disfrutar más con ustedes en su reino.
— Esta bien, has estado muy tenso, así que veo bien que quieras regresar. — respondió Poseidón.
— Bien, deja voy por...
No se esperó lo que vio, ese sonrojo en las mejillas de los humanos, mientras ambos se abrazaban mutuamente y su reina traía una botella de vino casi sin nada de vino dentro, riendo junto a su hermano. Por la forma en la que llegaron apenas a su asiento y quedaron sentados entre risas, lo supo, su reina estaba ebrio. No pudo evitar soltar una pequeña risa, ver a Qin de esa forma era algo nuevo para él, su reina no se había emborrachado ni siquiera en su boda, pero ahora parecía tan relajado a lado de Kojiro, que no pudo evitar sentir su corazón doler. Había estado sospechando de su reina todo este tiempo, y él solo estaba divirtiéndose en esa cita, era despreciable que hubiera dudado de Qin.
— Koji, ¿estás bien? — comentó Poseidón tomando su mano preocupado.
Oh cierto, Poseidón odia a las personas ebrias, ya que, al beber demasiado, pierdes la compostura, y eso era algo impensable para él. Aunque, si era Kojiro él que estaba ebrio, súbitamente era aceptable para Poseidón y ponía esa cara preocupada.
— Si, solo me quedé platicando... jaja, platicando con Qin. — rio Kojiro tomando su mano.
— Hades y Qin están por irse, así que te daré un baño antes de que vayas a dormir.
— ¿Qué? ¿Por qué? ¡No quiero que se vaya Qin! — dijo Kojiro abrazándose de su hermano.
— ¿Quién dijo que me iba? — comentó un Qin frunciendo el ceño, ya con su típica venda caída dejando ver su ojo derecho mientras acariciaba a Kojiro del cabello. — No pienso irme.
— Hades dijo que tienen que regresar al Helheim. — comentó Poseidón. — Y es mejor, antes de que sigas haciendo un desastre en mi cocina. — complementó malhumorado el dios.
— ¡No me voy a ir! — gritó Qin.
— Amor, estás ebrio, es mejor que te lleve a casa a descansar. — respondió Hades riendo un poco.
— Hmm... está bien. — sonrió Qin mirando a su esposo con una sonrisa boba. — Solo si jugamos un juego... si, si, un juego.
— ¿Cuál? — preguntó Hades.
— Pues... tengo a mi hermanito aquí. — dijo Qin besando la frente de Kojiro. — Y tú tienes a tu tonto, hermano ogro de tu lado.
Hades tuvo que sostener a Poseidón del hombro antes de que este atacara a Qin. No dejaría que nadie tocara a su reina. Ni siquiera su lindo hermano. Poseidón tenía que aprender a tomar una broma.
— Aja... — dijo Hades. — ¿Qué con eso?
— Juguemos un juego de imitación, todo lo que yo haga, tú lo haces con Poseidón, por ejemplo, si yo hago esto. — dijo Qin tomando la mano de Kojiro, besándole la palma. — Tú también.
Hades suspiró, un juego de borrachos, bien, sabía que Qin se aburriría fácil o se quedaría dormido en medio del juego, así que solo tenía que seguirlo hasta que su reina quedara dormido por el alcohol.
— Bien. — comentó Hades tomando la mano de Poseidón, besándole la palma. No era extraño que besara a sus hermanos, solía hacerlo, besándoles la frente y acariciándoles el cabello, no era algo que nunca pudiera negarse. — ¿Es todo?
— No, no, ahora. — dijo Qin besando con cariño la mejilla de Kojiro. — Continúa.
Hades rio un poco, para besar la mejilla de Poseidón, a lo que este le miró extrañado, hace tiempo que no recibía un beso de su hermano, no le molestaba, pero no era algo que realmente necesitara. Seguramente le hubiera roto la cara a Zeus o Adamas si trataban de hacer lo mismo, incluso a Hestia o Deméter, incluso a Hera, pero, había sido Hades, así que estaba bien.
— Y ahora... — sonrió Qin.
Ninguno de los dos griegos esperaba que el chino, jalara al japonés, besándolo en los labios. Nadie esperaba, que le jalara la cintura para pegarse más a él, apasionando el beso, incluso pudieron ser testigos de cómo la lengua de Qin había entrado en la boca de Kojiro. Podían escuchar los leves jadeos y gemidos que lanzaba el japonés siendo sometido por su hermano mayor, mientras las manos de Qin se deslizaban por el pecho del samurái, acariciándolo, provocándole soltar un gemido. Sin despegar sus labios, besándolo con pasión y locura, hasta que se quedó sin aliento, y al separarse un hilo fino de saliva los unía.
— Tú turno. — dijo un Qin sonriente mirando a Hades. — ¿O te declaras perdedor de este juego?
— Yo nunca pierdo, mi reina.
Eso declaró Hades, y no importaba lo rápido que se movió Poseidón, Hades le había atrapado y besado. Podía sentir como la lengua de Hades ingresaba en su boca, en como acariciaba su cuerpo, sintió su cuerpo temblar, así que cerró los ojos. Adamas se lo había dicho, se lo habían dicho, pero no se movió lo suficientemente rápido. "Oh, sí retan a Hades a un juego, él hará todo por ganarlo, es un jugador que odia perder, si lo obligan a comer porquería del suelo, lo hará con tal de no perder, así que procura no estar tan cerca de él mientras se pone así." Eso le había dicho cuando era pequeño, y ahora estaba sufriendo las consecuencias.
Le avergonzaba sentir su cuerpo estremecerse con las caricias de Hades sobre él, o como había gemido y tenía ese sonrojo al sentir la lengua de Hades con la suya. Y entonces terminó, al momento que un hilo de saliva lo unía con la boca de su hermano.
— ¿Algo más? — comentó el dios del inframundo viendo la expresión divertida de su reina.
Qin miró a Kojiro, y le abrió la Yukata, dejando ver su pecho, para atrapar un pezón de él en su boca, comenzando a chuparlo mientras acariciaba el otro con su mano. El gemido de Kojiro retumbó en la sala, a lo que Hades supo que iba a pasar, en el momento que Poseidón se levantó rápido, alejando a Kojiro de Qin.
— ¡Bu! Aburrido. — dijo el ex emperador mirando a Poseidón.
— ¡No lo toques! — comentó Poseidón.
— Hn...
Fue ese dulce gemido de parte de Kojiro, mientras este miraba a Poseidón, que dio el inicio de todo, más porque el humano acarició el rostro de su esposo, besándole la barbilla, recargándose en él.
— Realmente... ¿realmente tienen que irse? — dijo Kojiro mirando con sonrojo los ojos de Poseidón. — Podemos divertirnos los cuatro.
Ningún gramo de cordura quedó en Poseidón.
Ningún gramo de jugador quedó en Hades.
Porque ambos hermanos Olimpo entraron de golpe a una habitación libre, con sus respectivas parejas, para comenzar el inicio de una orgía que iban a disfrutar más de lo que se podían imaginar. Se desnudaban lo más rápido que podían, mientras sentían a los humanos ansiosos, besándolos con locura, desnudándose por igual, jalándolos para que se metieran en la cama con ellos, para que no hubiera tela cubriéndolos.
Qin Shi Huang había sido claro con Kojiro. Al momento que dejó caer vino en sus ropas, al momento que le pellizcó las mejillas para enrojecérselas, al momento que le dijo que no importaba que pasara, le tenía que seguir el juego sí o sí. El samurái solo podía pensar, que esto era como la vez que Qin le robó su primer beso.
Esto era exactamente igual, hacer los caprichos de Qin solo porque él lo dice.
— ¿Qué? ¿Musashi? Kojiro, solo dile que quieres que te empine en el dojo, y que haga contigo lo que quiera, no escribas estúpidas cartas de amor. — rio un Qin adolecente, mientras se recostaba junto a su hermano en la cama del samurái.
— No digas eso. — dijo Kojiro, un dulce Kojiro de unos 15 años. — Yo ni siquiera estoy pensando en sexo, ni siquiera se besar.
— ¿No has besado a nadie? — preguntó un Qin de 16 años. — ¿Nadie, nadie?
— Nadie, nadie. — respondió Kojiro.
— ¿Lo juras?
— Lo único que he besado, es la mejilla de mamá y papá. — respondió Kojiro.
— Kojiro. — sonrió Qin. — Yo soy tu hermano mayor, yo debería enseñarte cosas. Si Leónidas se encargó de cuidar a Lü Bu, y Lü Bu a Raiden, y Raiden a mí, yo me encargaré de cuidarte a ti. Por lo tanto, yo voy a enseñarte a besar.
Y así, sin previo aviso, su hermano se había lanzado a sus labios para besarle, posicionándose encima de él. Esa vez se había molestado muchísimo, golpeando a Qin y acusándolo con Adam, a lo que Adam acabó por castigar a Qin. Mencionándole que no debía presionar a su hermano menor a cosas que no quiere, que no use su estatus como hermano mayor para hacer lo que le plazca.
Pero.
Qin siempre hace lo que le plazca, es un emperador de todo.
Y se podía reafirmar con lo que estaba ocurriendo ahora. Su esposo lo desnudaba, y no le molestaría si estuvieran solos, pero, no quería desnudarse enfrente de Qin y Hades, no quería, no quería nada de eso, no quería tener una orgía. Acababa de perder su virginidad semanas atrás, lo menos que quería era alguien más tocándole, solo quería ser tocado por Poseidón.
— ¡Hn! — gimió sintiendo los labios de su esposo en su cuello, mientras le deslizaba sus interiores por sus piernas.
Apretó los ojos, no podía llorar, tenía que seguir, tenía que reprimir sus sentimientos, tenía que seguir actuando, aunque solo quisiera abrazarse de Poseidón y ocultarse. Tenía que seguir esto hasta el final, lo había prometido, no importaba que tan incómodo se sintiera, seguiría al final con esto. Incluso si eso se trataba de dejarse tocar por alguien más.
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Había sido difícil, pero lo habían logrado. Aunque Grigori había sido herido de su brazo, logró calmar a Cerbero sin necesidad de tocarle un pelo, evitando que el perro pudiera ser un punto de alerta para Hades. Había logrado dormir al perro con el restante de droga que traía consigo, no lastimó al canino, así que no había forma que este alertara a Hades de algo. Ahora, solo tenía que recuperar sus heridas, esto lo odiaba, ya que, realmente le dolía al máximo, como cualquier herida, y la espera de que se sanara era tortuosa, pero, tenía que aguantar el dolor en lo que su cuerpo se recuperaba.
Entonces ya estaban allí, en el Niflheim, fue allí cuando Buda desactivó su brazalete, mirando esas puertas que parecían mezclar madera, hierro y niebla negra.
— Tengo que quedarme y seguir fingiendo ser Hela. — habló Michel. — Grigori está herido por el momento, y no podemos abusar de las semillas, las necesitamos para regresar. Buda, tendrás que entrar solo a los registros. Nikola en la bolsa dejó una manera en la que puedes grabar por si el registro de muerte no es algo que podamos tomar.
— Entiendo. — dijo Buda. — Grigori...
— Estoy bien, adicto a los dulces. — comentó el ruso mirándolo. — Nos queda solo 1 hora, sigue el camino con las instrucciones de Qin al pie de la letra, lo sacó de la oficina de Hades. No tomes otro camino que no sea ese, dentro, la misma muerte juega trampas, tienes que pensar como un dios del inframundo y dejarte absorber por las sombras. Estarás bien, te daré esto. — complementó Grigori dándole una semilla de Osiris extra. — Cómela y adéntrate hermano.
— ¿Hermano?
— Después de esto, lo mínimo que podemos hacer es adoptarte. — rio el ruso. — Claro, que eso indica que tendrás que cooperar para el regalo de cumpleaños de mamá, es en unas semanas.
Buda solo pudo soltar una risa, y acabó acariciando el cabello del ruso, para después seguir. Entraría al Niflheim. El lugar donde ningún mortal, o dios que no sea del inframundo debería entrar. Pero, era necesario. Incluso el Helheim no lo delataría de que estuviera allí, ya que el mismo lugar espera a que el Niflheim consuma al dios, pero no contaban con este plan, un plan suicida, pero un plan que resultaría.
Comió la semilla y dio una última mirada hacia los ojos del ruso, para después sonreír y abrir las puertas, dejándose jalar y consumir por las sombras. Se encontró al abrir los ojos un laberinto. Entonces leyó las anotaciones de Qin.
"El camino a los registros de muerte es diferente para todos. Al estar usando seguramente cosas de Hela, puede que lo que se presente frente a ti sea muy apegado a los gustos y juegos de ella. En el caso de que sea Hela la que influencia tu camino. Verás un laberinto, tienes que entrar y estirar tu mano izquierda y seguir ese camino, no despegues nunca tu mano de la pared, sigue, no importa si sientes que es el final del camino, tú sigue delante y no pares, el laberinto tratará de engañarte, tú solo sigue sin parar."
Y así lo hizo, estiró la mano izquierda y comenzó su camino, cerró los ojos, visualizando a Zero, era lo mejor, para mantenerse calmado y no sufrir claustrofobia o ser engañado por sus ojos, era mejor visualizar a su dulce Zero, a como duerme tan dulce a su lado, en como su cabello es tan lacio y hermoso, en como sus pestañas son largas y hace un lindo sonido al despertar, un pequeño gemido de dulzura.
Entonces, sintió madera en su palma, y abrió los ojos para encontrarse con una puerta. Había llegado, por lo tanto, abrió las puertas y allí estaba. Era un enorme agujero en el cuál un puente negro de madera y hierro estaba por encima, que daba lugar en el centro, a una plataforma que parecía de concreto, donde se encontraba un libro sobre un podio. Mantuvo su mirada al frente, ya que estaba en la sala de registros de muerte, donde el primer abismo en el universo se encontraba bajo sus pies. No debía mirarlo, no era un dios del inframundo, no soportaría ver al abismo mirándole, no podría soportar el peso de la muerte.
Los dioses de la muerte son especiales, pueden mirar a la vida, y pueden mirar a la muerte. Pueden conocer el fin, conocer el verdadero fin, y tienen que guardar ese secreto con ellos. El abismo te muestra una realidad tan cruda, que hay dioses que han perecido solo con mirarlo, los vuelve locos, un dios que no sea del inframundo, podría morir. Es por ello que Hades creo tantas trampas y seguridades. O al menos eso era antes de que dejará a Hela a cargo. Se sentía mal por la diosa, hacía un buen trabajo, pero, para su pesar, Qin era muchísimo más listo.
Caminó derecho a ese libro, hasta estar frente a él, donde al abrirlo, vio que las hojas se encontraban en blanco, aquellas hojas de oro no tenían nada escrito en ellas. Sintió un escalofrió como un balde de agua fría, no importaba cuanto hojeara aquel libro, no había nada en ellas. Sintió pánico, ¿había algún paso que no siguió? ¿Había algo? Decidió mirar las notas de Qin, leyendo una y otra vez, pero no había nada que le dijera nada sobre ese libro. Solo acabó por caer de sentón mirando hacia el libro incrédulo, de que todo esto había sido por nada. Pero, por un momento, recordó algo de Hades.
La mente de Hades siempre era un ajedrez, donde todo es mental, le gustan los juegos mentales, así que se puso delante del libro colocando sus dedos en ellos, y fingiendo que está moviendo una pieza, para después cerrar los ojos. Y comenzar con algo sencillo. Si todo es mental, si todo es un juego para Hades, si todo era el camino del rey, entonces, este registro no funcionaba como algo escrito, funcionaba como funciona un reino.
Siguiendo las instrucciones de un rey.
— Siddhartha Gautama. — dijo Buda, mencionando su propio nombre, a lo que enfrente de él se abrió, como si fuera una pantalla generada con la luz brillosa del libro, una especie de proyección frente a sus ojos.
Sonrió, había funcionado, estaba viendo los registros de su muerte humana, cuando dejó de ser mortal, cuando se volvió un iluminado, pero, su sonrisa se borró en el momento que descubrió sobre su verdadera vida.
Porque de pronto se sintió enfermo, sintió muchas náuseas, sintió coraje, sintió odio, sintió lo que debes sentir cuando descubres que tu vida fue una farsa, simplemente no le gustó lo que vio.
No cuando miraba con asombro cosas que no conocía.
Sí, había sido un príncipe, sí, alcanzó la iluminación.
Pero había una sección en donde se notaba quienes eran los muertos que su alma había matado. Y solo pudo comenzar a lagrimear cuando vio el nombre de "Zerofuku". Y lo peor, el comentario después de ese nombre.
"Durante el Ragnarök, Buda luchó contra Zerofuku, logrando así una victoria previa. Pero, al momento que la pelea parecía terminar, Zerofuku fue consumido y asesinado por el demonio que tiene dentro, Hajun. Siguiendo el reglamento del Ragnarök, si la victoria lleva el nombre de Buda, la muerte del dios Zerofuku igual queda en sus manos."
— ¿Eh? — había leído ese renglón una y otra, y otra vez. No tenía memorias de lo que mencionaba allí de él, ¿cómo es posible que él peleara con Zero? ¿Cómo es posible lo que estaba allí escrito? ¡Era imposible! — Zerofuku.
Y entonces las páginas del libro se movieron, y mostraron ante el iluminado el registro de muerte. Si, estaba la muerte de Zero delante de sus ojos, donde murió, en un lugar llamado "arena del Ragnarök", donde fue eliminado al transformarse en algo llamado Hajun, y aunque Buda no había sido directamente él que lo había matado, el libro de muerte lo había registrado de esa forma. "Cargas tanto la victoria como la derrota de ese combate. Cargas la muerte de Zerofuku contigo, así lo decidió la muerte, así lo decidiste tú al aceptar entrar en el Ragnarök."
Tal vez pasó como zombie, mencionando el nombre de cada humano, dejando que la máquina de Nikola grabara la información mientras solo podía lagrimear mirando al suelo, hasta que acabó de grabar todo, y abrazó la máquina del humano científico, que ahora sabía que se llamaba Nikola Tesla, un gran inventor. Que había perecido a manos de Beelzebub.
No había mirado al abismo, pero la verdad, la información que ahora conocía, pesaba más de lo que podía pesar mirarlo. Simplemente ya no tenía idea quien era, toda su vida había sido una farsa, ¿qué era la verdad? ¿Realmente sus manos se llenaron de sangre? ¿Realmente prefirió matar a Zero que protegerlo? ¡¿Por qué diablos no lo protegió?!
Soltó un gritó de frustración al bajar de ese puente, y en ese momento, una puerta se abrió a su lado derecho, donde un puente fue formado con la niebla del Niflheim, dando a un lugar nuevo. Limpió sus mejillas mirando ese lugar, y como si estuviera hechizado, comenzó a caminar para ingresar en dicha puerta que se abría delante de sus ojos.
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No podían decirle que no se comprometía con sus planes, porque realmente lo estaba haciendo. Incluso ahora que se encontraba siendo preparado y lamido por Poseidón, mientras estaban en un círculo, recostados todos en la cama. Qin se la chupaba a Hades, Hades lamia y devoraba la entrada de Kojiro, Kojiro se la chupaba a Poseidón, y Poseidón devoraba a Qin. Un hermoso circulo de una orgía oral exquisita.
Por supuesto que extrañaba la boca de Hades, Hades tenía una maestría para hacerlo correr, pero tenía que seguir en su papel y hacer que esto funcione. Se bañaría con cloro de solo pensar que el tonto de Poseidón lo estaba tocando, y haría que Kojiro se bañara en cloro para eliminar cualquier rastro de Hades en él. Solo él podía tener cosas de Hades, no las compartiría con su lindo hermano menor.
Primero mataría a Hades, antes de dejarlo cogerse a Kojiro, esto era lo máximo que dejaría a su esposo hacer.
Y hablando de su hermano, entre gemidos hecho una mirada, y supo que la había jodido cuando lo vio. Si, tal vez no había considerado a Kojiro realmente cuando pensó en esto. Porque su hermano estaba llorando, esas lagrimas no dejaban de salir, mientras se obligaba a seguir haciendo e imitando lo que los demás hacían. Podía notar como sus piernas se encontraban tensas al sentir las manos de Hades en él, al sentir la boca del rey del inframundo devorándolo sin parar. Pudo ver como apretó el puño cuando Hades lo nalgueó, en definitiva, se estaba controlando de patearlo, lo sabía, Kojiro tenía deseos de salir corriendo de allí y golpear a Hades hasta que se cansara. Kojiro era de esas personas que solo se dejaba tocar por las personas que amaba, de otra forma, simplemente sentía repulsión.
No era como Qin, que realmente el sexo lo veía como algo divertido. Para Kojiro se le hacía un momento íntimo que solo hacía con la persona que amaba, y eso lo había olvidado Qin, seguramente su hermano lo estaba odiando ahora mismo.
— ¡Hn! Ya, Hades, no aguanto. — mencionó Qin.
Había roto el círculo, para jalar a Kojiro abrazándolo, ocultando el rostro de su hermano en su pecho, besándole la frente. Podía sentir a Kojiro temblar y se recostó con él. Dándole besos dulces, abrazándolo fuerte contra él en señal de disculpa, para después sentir las manos de su esposo jalándole, abriéndole las piernas, a lo que Poseidón hacia lo mismo con Kojiro.
Qin jaló a Hades para besarlo, evitando que el rey del inframundo notara el estado de Kojiro, si lo notaba, Hades se daría cuenta de lo que pasaba. Siguió besándolo mientras miraba de reojo a Kojiro que cubría su rostro con sus brazos, a lo que Poseidón los apartó, besándole las mejillas empapadas, acariciándolo dulce.
— ¿Fue mucho para ti? — preguntó Poseidón besándole la frente. — Es tu primera vez que haces esto, es normal que lo sintieras muy intenso.
Al parecer Poseidón creía que las lágrimas de Kojiro se debían al exceso de éxtasis, era normal lagrimear durante el sexo, ya que sientes muchas sensaciones. Y era perfecto qué pensará eso, así no tendrían que inventar excusas.
"Por favor, Kojiro, por favor. Seré tu maldito esclavo después de esto, lo prometo, solo no sigas llorando..." Se gritaba Qin, apasionando los besos con Hades mientras veía de reojo a su hermano, procurando escuchar sus palabras. No podían parar, aún no les llegaba la señal de que la misión se había conseguido, tenían que seguir.
— Fueron muchas sensaciones, apenas pude controlar mis gemidos. — dijo el japonés tembloroso, jalando a su esposo para besarlo.
"Gracias, dios, gracias." Se decía a sí mismo, sintiendo demasiado placer de golpe al sentir los dedos de Hades acariciándole la entrada. Y después ver el hermoso rostro de su esposo mirándole, viendo como Hades señalaba con los ojos en dirección a Poseidón y Kojiro. Ha decir verdad era una vista erótica, ambos tenían cuerpos increíbles, y sintió temblor en sus piernas cuando Poseidón jaló las piernas de Kojiro con él, y lentamente comenzó a penetrar a su hermano, quien se estremeció, comenzando a jadear, para después gemir, dejando ver ese dulce cuerpo y piernas rebotar al ritmo de las embestidas del dios de los mares.
Kojiro realmente tenía un cuerpo erótico, y lo hacía aún más irresistible que eran pocas veces donde podías apreciarlo, ya que la ropa de Kojiro siempre era holgada, dejando todo a la imaginación.
Al parecer, el dios de los mares sintió la mirada de su hermano y de Qin en Kojiro, porque rápido se inclinó, usando su cuerpo para cubrir a su pareja, haciendo que este último, se abrazará de él, rasguñándole la espalda mientras aumentaba la fuerza de las embestidas.
— Celoso. — rio Hades, girando los ojos para volver a depositar su atención en su reina, robándole un beso. — ¿Estás listo amor?
— Hn... dámelo.
— No voy a detenerme hoy.
— No lo hagas. Follame hasta que me desmaye hoy.
Mordió su labio mirando a su esposo, joder que Hades era todo lo que necesitaba en la vida. Porque esa primera embestida llegó, y estaba seguro que se le olvidó como respirar, por el jadeo que soltó, como amaba sentirlo cerca. No era parte de su plan estar así hoy, pero en el fondo agradecía un poco estar de esta forma con su rey.
El tiempo siguió corriendo, y los gemidos se escuchaban sin cansancio, mientras ambos hermanos se tomaban de las manos siendo embestidos al mismo tiempo, tratando de aguantar. Para los hermanos Olimpo, era un bello paisaje ver a dos bellezas gimiendo, sujetándose entre ellos, mientras tenían un rostro de éxtasis y se apretaban de manera exquisita por dentro.
— ¿Cuántas veces se ha corrido? — preguntó Hades, embistiendo sin parar a Qin.
— No sé, dejé de contar después de las primeras cinco. — respondió Poseidón, teniendo las piernas de Kojiro como collar. — Hng... por el olimpo, tan apretado.
— Tiene un trasero increíble. No pensé que tuviera ese cuerpo debajo de esa Yukata, y su sabor, juro que sabe exquisito, tal vez sea algo familiar que sean tan eróticos. — mencionó Hades, embistiendo a fondo, sacándole un gritó a Qin, viéndolo correrse y arquearse. — Disfrútalo, mi reina.
Poseidón soltó una pequeña risa, y sin mirar a su hermano, pasó una mano por su cabello. Hades lo pudo sentir, sabía que su hermano menor estaba furioso de escuchar ese comentario sobre su reina. Poseidón solo pudo gemir, tratando de ocultar su coraje, concentrándose en Kojiro, jalándolo más cerca de él, y soltar una embestida a fondo, presionándole el vientre cuando vio el pequeño bulto que se le formó, al ver que su miembro era demasiado grande para el japonés. Viendo como este gritó y sin poder controlarlo, vio la fuente de squirt salir, mordiéndose el labio por lo rico que estaba siendo apretado por dentro.
— Wow. — rio Hades. — No pensé que vería uno de parte de Kojiro hoy.
— ¿Es acaso una competencia? — comentó Poseidón, disfrutando del orgasmo de su reina, le encantaría estar filmándolo, ese rostro que tiene le encantaría verlo una y otra vez siempre.
— ¿Crees que puedas lograr que tenga otro? — sonrió Hades mirándolo.
— Puedo complacer a mi reina tanto como quiera. — respondió Poseidón. — Y te agradecería que no lo miraras.
— Estamos en una orgía, el hecho de hacerlo juntos es que voy a mirar. — Comentó Hades, alzando una pierna de Qin, embistiéndolo a fondo, escuchando los gritos del emperador, y como se removía en la cama.
Un orgasmo de solo ser penetrado de nueva cuenta, a decir verdad, eran pocos los que lograban conseguir algo así. Claro, Hades siempre había sido un excelente amante, eso es lo que mencionaban en los pasillos del Helheim, ya que ninguna pareja del dios del inframundo había tenido queja del dios sobre ello.
— Tsk...
— Entonces, ¿aceptas? Quien logre desmayar primero a su reina, gana.
Ambos hermanos Edén sintieron un escalofrió entre jadeos, mientras recuperaban el aliento. No podían desmayarse, porque desmayarse implicaría que los dioses pararían de prestarles atención, podrían ser distraídos y alarmados, o Hades decidiría regresar al Helheim para relajarse y dormir con Qin, no podían desmayarse, no podían hacerlo, no hasta que mandaran una señal.
Así que no importaba, siguieron resistiendo por horas.
Kojiro solo podía aferrarse a las sábanas, ya sin recordar su nombre, solo podía tener un rostro de éxtasis mientras era embestido sin parar, ahora con el pecho pegado a la cama, y con las caderas bien alzadas, recibiendo esas duras e interminables embestidas que destruían sus adentros. Solo se dedicaba a gemir alto, mientras veía borroso a su hermano que estaba a su lado, con un rostro igual de perdido que el de él, resistiendo lo más que podían de los monstruos que estaban cogiéndoselos, como un juego divertido entre hermanos.
Pero.
Como un milagro.
Ambos sintieron una pequeña vibración pausada en su boca. Era la señal, Nikola les había puesto pegado a sus encías, en la parte trasera de su boca, un pequeño cuadrito, que vibraría cuando Michel, Buda y Grigori dieran la señal que habían salido fuera del Helheim. Estaba bien oculto, para evitar que fuera descubierto incluso en caso de que los besaran. Lo habían conseguido, lo habían conseguido al fin, ya no tenían que aguantar ser las muñecas sexuales de las ideas que los hermanos olimpo tenían para ellos, ya podían parar y descansar.
Ambos acabaron por correrse de nuevo al relajarse, sintiéndose secos y cansados, pero, por la forma en la que ambos dioses les sujetaban de la cintura, sabían que no iban a parar, y no tenían idea de cómo hacer que pararan, no podían pensar, tal vez solo deberían dejar que se quedaran sin energías.
Por otro lado, un pequeño francotirador paraba las manos de un dios griego, al sentir la señal llegar a su brazalete, que había cambiado de color, esa era la señal para él. Donde sonrió, besando los labios del griego y excusarse de su habitación, diciendo que tenía hora de llegada, y que lo dejaran para otro día. Por supuesto que le hubiera encantado enmarcar el rostro de Apolo en ese momento, y la forma en la que le gritó. "¡Simo, ve como me dejaste! ¡No puedes irte ahora!" Ver al dios con una erección que apenas podía ocultar era muy divertido, más cuando le gritó, "Ayúdate con tus manos." Y se escapó de allí usando una ventana para huir.
Cuando se trató de Jack y Raiden, simplemente vieron una pequeña luz en sus brazaletes, los cuales pasaban como los brazaletes del festival, se sonrieron mutuamente, y suspiraron aliviados, había funcionado y sus hermanos estaban a salvo, por lo tanto, podían seguir disfrutando del festival sin preocupaciones. En el caso de Leónidas, este sonrió mientras iba de la mano de Odín por los jardines del panteón hindú, había sentido como el brazalete le había provocado una pequeña descarga, se sintió aliviado, ya podía seguir disfrutando de su cita.
Con Lü Bu y Kintoki, ambos se encontraban entre los brazos de sus respectivos esposos, y ambos recibieron la señal, al ver el brazalete que de igual manera cambió de color. En el caso de Nikola, sintió en uno de sus anillos la señal, mientras caminaba abrazado los hombros de Beel, disfrutando de la noche en el panteón japonés, todo se había conseguido.
Y en cuanto a Okita, bueno, él sintió como la liga que sujetaba su cabello se apretó, era la señal, solo pudo sonreír besando la mejilla de Susanoo, deseándole buena noche mientras se recostaba en su tatami, moviendo las piernas de manera juguetona, captando la atención del dios. "¿Quieres que durmamos juntos?" había dicho el menor, haciéndole espacio al dios en la cama que le había preparado este. "Ten buena noche." Había contestado rápido Susanoo, apartando la mirada y cerrando la habitación de huéspedes, donde había dejado a Okita dormir. El menor rio, todo había salido bien.
Los hermanos del Edén, habían completado la misión.
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No se dijo nada en el momento que salieron del Bifröst.
Los humanos junto a Buda se hicieron invisibles y solo volvieron a la normalidad cuando ya se encontraban en el Edén. Rasputín solo pudo ver el rostro perdido de Buda, y eso le preocupó, pero, no era el momento de interrogarlo, se acabó por despedir de ambos cuando los dejó seguros en su hogar, y usando la cabeza de chacal de Anubis, regresó a su lado, donde el dios seguía dormido. Acabó por desnudarse, de nuevo, metiéndose en la cama a lado del dios, acurrucándose con él. Se había limpiado, así que ya no tenía rastros de su sangre, y la herida se había cerrado.
Pero, el rostro de Buda le había preocupado demasiado, en definitiva, tenía que regresar mañana y enterarse que era lo que había visto Buda.
En cuanto a Michel, el rápidamente entró en la casa, para dejar la ropa de la diosa Hela a un lado de ella, dejándola que siguiera durmiendo junto a Loki, y él preparar una cama a un lado de ellos, donde pareciera que se habían quedado a dormir los tres en una pijamada, cambiándose rápido a su pijama y salir discretamente junto a Buda, después de dejar la joyería y capa de la diosa en su lugar.
— No has dicho nada desde que saliste. ¿está todo bien? — dijo Michel fuera de la casa del Edén, en uno de los jardines que era el punto de encuentro. Pero Buda no parecía hablar, solo tenía una mirada perdida. — Volveré a preguntar. ¿Está todo bien?
— ...
— Buda, tienes que hablar conmigo.
— Buda. — dijo un agitado Zero quien había llegado corriendo junto a ellos. — Amor, estás aquí, mi amor llegaste. — sonrió Zero con alegría mirándole.
El dios hindú al parecer con eso reaccionó, porque sus ojos miraron con brillo a Zero, y corrió a abrazarle, a lo que su novio correspondió, hundiendo su rostro en el pecho del dios, pegándose más a él. Buda ante los ojos de Michel, parecía aliviado de tener a Zero con él, pudo ver como el dios hindú se aferraba a él, como si quisiera protegerlo de todo mal, como si tuviera miedo a que de pronto desaparecería.
— ¿Amor? — dijo el dios más pequeño mirándole, notando que Buda se encontraba mal. — ¿Estás bien?
— Buda, tienes que decirnos que pasa, ¿qué fue lo que viste allí dentro?
—...
— Buda, tienes que hablar. — comentó Michel desesperándose.
— Dile a Qin... — dijo Buda cargando a Zero en sus brazos, haciendo que se colocara una de las pulseras de Nikola. — Dile a Qin que me busque lo más pronto que pueda. Es prioridad que me busque, y que nos reunamos.
— Pero...
— Solo díselo.
— Esta bien. — respondió Michel encogiéndose de hombros. — Que tengan linda noche.
El dios hindú no respondió eso, pero Zero lo hizo despidiéndose, por el momento, no quería hablar, solo quería abrazar a Zero toda la noche, mantenerlo cerca, sin despegarse de él. Cuando viera al humano, le entregaría todo lo que la máquina de Tesla grabó, y apoyaría cualquier decisión que el humano fuera a tomar.
Era momento de hacer pagar a esos jodidos dioses, y patear de su trono al maldito hijo de puta de Hades.
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No mames me duele el trasero, me la pasé todo el día editando este capítulo.
Espero vieran mi referencia a Bleach jaja.
Nos vemos en el próximo cap, espero disfrutaran de este capítulo.
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