CHECKMATE (FINAL)
CHECKMATE
.
.
.
.
Perdón por volver a pedirlo, pero es necesario que lo lean en orden. Al menos para que el final tome mayor impulso. <3
.
.
.
.
Nunca juegues un juego si no estás dispuesto a un "todo o nada".
.
.
.
.
.
.
.
.
Días antes de la llegada de Tezcatlipoca.
.
.
.
.
El café negro es un sabor que el emperador estaba disfrutando.
Le gustaba el sabor fuerte y amargo, le hacía sentir bien, más recordando lo del día anterior, y la noche, y la mañana. A decir verdad, no se esperaba lo que ocurrió después de la reunión con Sigurd y los demás dioses, estaba tan molesto que lo único que quería era romper todo, pero no lo hizo, porque su esposo súbitamente tomo su mano, y todo enojo que existía en su mente, simplemente se disipó al sentir la calidez de la mano de Hades juntándose con la suya.
A decir verdad, quería dejar a Hades a qué el decidiera el momento en el que él se sintiera seguro de tener contacto con él de nuevo. No pensó que le tomaría la mano, o buscaría él por su propia voluntad sujetarle y buscar algún tipo de apoyo en él. Nunca sufrió una violación de índole sexual, sufrió muchas mentales y maltratos, pero era ajeno al dolor que pudiera causar ese trauma, por lo cual, que buscará su mano significó mucho para él, era un reflejo de la confianza que Hades tenía en su persona.
- ¿Qué pasa, Zhèng? – dijo el griego tomando por sorpresa al emperador. - ¿Dije algo malo?
- Tú nunca me habías llamado por mi nombre. – respondió el emperador. – Quiero decir, mi primer nombre, con el que nací.
- Quería intentar llamarte por ese nombre, no sé, volverlo íntimo.
- No quiero. – respondió la reina mirándolo, provocando confusión en su esposo. – Como decirlo, Zhèng representa mi pasado, una persona que no quiero volver a ser. Qin es mi nuevo yo, un nombre que da escalofríos pero que estoy trabajando a que cuando un humano lo diga, no piense en mi como un tirano, sino en lo que ansiaba ser, un rey digno de su pueblo, un rey como el rey del Helheim, que incluso en la muerte, su pueblo, sus amigos, su familia, incluso sus enemigos, nunca le darían la espalda, porque es el dios en el que todos confían. Quiero que Qin Shi Huang de Olympus, sea un nombre que inspire el mismo amor y respeto que lo hace el nombre de Hades Olympus en el futuro.
El rostro del dios fue de sorpresa pura, al escuchar a su esposo decir unas palabras que nunca se habría esperado escuchar.
- Pero...
- Pero nada. – sonrió Qin. – Creo haberte dicho que el trabajo de un rey es perder la cabeza por su reina. Pero, tal vez omití el punto de que el trabajo de una reina, es perder la cordura por su rey.
- Qin... - dijo Hades con voz entrecortada.
- El mejor rey, desde el Ragnarök, fue aquel que dio todo por los que ama, e incluso en su derrota, siempre puso una sonrisa recibiendo el castigo por sus allegados, para evitar provocarles dolor. – mencionó su reina, sujetando su mano. – Aunque ahora estoy yo, así que deja de ser un suicida loco testarudo, que ahora podemos solucionarlo entre ambos. No quiero presumir, pero soy muy listo, podré ayudarte en todo.
- Mi reina, no sabes cuánto he esperado este momento de ser felices para toda la eternidad.
Sonrieron ambos, compartiendo una simple risa, donde Hades se acercó lentamente a su esposo, para besar los dulces labios del chino quien aceptó gustoso aquel beso dulce y cargado de sentimientos. Para Qin Shi Huang, eso era suficiente, pero, sintió los besos de su esposo aumentar, y el deseo por él aumentó. Más cuando Hades le guío a su cama, más cuando estaban tan cerca. El emperador ya no pudo retener sus deseos.
Deslizó sus manos por el cuerpo de su esposo, viendo como este le aceptaba, lo que lo motivó a deslizar sus manos por debajo de su ropa, comenzando a quitarla, acariciando la piel blanca de Hades con un tremendo deseo de sentirla cerca de la suya. Los besos no paraban mientras ambos se dejaban llevar por el deseo. Sintió las manos del dios recorrer su cuerpo, y el cómo besaba cada parte expuesta, haciéndolo gemir sin pudor, abriendo sus piernas de manera descarada para él, dándole el camino libre al dios quien besaba su pecho, acariciaba su cuerpo, lo hacía temblar de deseo. Pero, en un momento pensó, que quería hoy hacer algo por aquel dios que siempre le tomaba con tanto amor.
- Déjame consentirte hoy. – dijo el ex humano, ya desnudo mirando a su esposo. – Quiero hacerlo hoy yo.
- ¿Quieres que me recueste en la cama? – comentó el dios robándole un beso, sin querer soltarlo.
- Siéntate solamente.
El emperador sonrió, recostándose un poco entre las piernas de Hades, para acercar su boca al enorme miembro del dios, lamiendo la punta, viendo cómo se estremecía con el toque. Sonrió al ver a Hades por un momento no tener el control, y chupó la punta escuchando un pequeño gemido del dios, joder que estaba amando eso, la hermosa vista del cuerpo de su esposo, y ese sonrojo en las mejillas del mismo, viéndolo con el mismo deseo que él lo ve.
Le encantaba.
Estaba tan fascinado con ello que pensó que él podría ser el activo en esta ocasión y...
- Ven aquí. – dijo el rey del Helheim, cargando el cuerpo de su esposo como si de una pluma se tratara, poniéndolo en un perfecto 69 arriba de él. – tengo que ir preparando esta área.
- N-no, espera, yo quería, ¡AH!
No pudo decir más, cuando la lengua de su esposo tocó su anillo, sintió que cualquier rastro de racionalidad había escapado de sí. Había entrado en automático, comenzando a chupar el falo de su esposo con deseo, con pasión, no importaba si apenas podía meterlo dentro de su boca, chuparía hasta que una descarga de leche caliente cayera sobre su lengua, esa era su meta y no pensaba cambiar de idea. Pero, era algo difícil con la lengua de Hades haciendo maravillas en su retaguardia. Soltaba gemidos ahogados, y juraba que, si pudiera ver sus ojos, seguramente estarían en forma de corazón por lo delicioso que se sentía ser devorado por este dios.
Y es que su esposo era perfecto. La manera en la que su lengua se movía con maestría, en como acariciaba su falo y pelotas para hacerlo estremecer al triple, el cómo hacia presión en su uretra, que le sacaba gemidos y lo hacía dar embestidas involuntarias, frotándose con el pecho de su esposo. Hubo un punto donde tuvo que parar de chupar y solo gemir, al sentir los dedos del dios entrar. "Dios, dentro, más dentro, más, destrúyeme". pensaba el ex humano sin filtro, solo pudiendo gemir, alzando su trasero para mayor comodidad de su esposo.
- Oye... – sintió un doloroso placer por esa nalgada a su retaguardia con fuerza que llegó de parte de su rey. – No dije que te detuvieras, sigue. Pon a esa dulce boca a trabajar...
Ni siquiera respondió, solo metió en su boca como podía ese falo, sintiendo como palpitaba, disfrutando su sabor único, escuchando los jadeos de su esposo y los sonidos obscenos de su boca al estar devorándolo. Se sintió avergonzado cuando acabó por correrse solo con la boca y dedos de Hades, pero, no se arrepentía de tremendo orgasmo que lo hizo sentir, en como sus piernas temblaban y se retorcía un poco disfrutando. Lo merecía, simplemente después de toda la mierda, merecía ser consentido con orgasmos y mimos.
No había otro tipo de recompensa que aceptaría Qin Shi Huang.
- Que lindo, te corriste de solo ser estimulado. – sonrió Hades besando la retaguardia de su emperador.
- Hades, mi Hades...
¿Intentar ser el activo con Hades, el rey del Helheim? Que gran chiste. El rey lo tenía mordiendo la almohada entre lágrimas mientras lo embestía con tanta fuerza, que sentía que incluso siendo el súper humano que era, hubiera recibido daño. Pero, ahora siendo un dios, había comprendido que Hades se había contenido con él antes. Su noche de boda fue sexo vainilla en comparación a lo duro, salvaje y exuberante, que estaba siendo su esposo con él en ese momento.
Y joder, como amaba eso.
Lo había dicho antes, lo decía ahora, le encantaba ser la perrita de Hades en la cama. ¿Qué podía decir? Amaba ser consentido y dominado. Él recibiendo millones de orgasmos sin hacer esfuerzo, al final, había sido un emperador, antes tenía gente haciéndole todo, era obvio que prefería que eso se mantuviera, y le encantaba ser una princesa en la cama, que no tiene que mover un dedo para ser tratado como un depósito de semen por su esposo, y joder, que amaba eso, amaba ver a Hades tan hambriento de él.
Sentía los labios de su esposo besándole mientras los bombeos contra él no paraban incluso cuando su cama ya se había vencido. Decidió jugar un poco con su esposo, resistirse a él, apartándose, pero Hades no lo soltaba, y adoraba ver al dios tan desesperado buscando sus besos. Ha decir verdad, no pudo resistirse y acabó mordiendo el labio de su esposo, haciéndolo sangrar, sintiendo la sangre de Hades en su boca, a lo que el dios sonrió, besándolo con locura, queriendo fundirse con él.
- No sabes lo sexy que es ver que mi sangre ya no te afecta. – comentó Hades embistiendo a fondo, haciendo gritar a su esposo y notar ese bulto en el vientre del emperador.
- ¡HADES!
- Mi Qin, mi única reina, mi todo, absolutamente eres mi todo.
Era una ironía, que los dioses del inframundo estuvieran disfrutando de un paraíso más hermoso que cualquiera del Valhalla.
Su habitación había quedado hecha trizas, los ventanales rotos, había hoyos en las paredes, la espalda del rey del Helheim estaba peor que un poste de gatos, y la piel de la reina estaba llena de marcas del dios, que ahora le embestía en el pasillo más cercano a su habitación. Habían salido de su habitación después de romper su puerta al usarla como pared para seguir su sesión de sexo, y aunque cayeron con ella, solo soltaron una risa y continuaron. Los sirvientes tuvieron que dejar su trabajo a medias, porque por nada del mundo, intentarían interrumpir a los reyes. Simplemente se retiraban del área donde los dueños del inframundo continuaban su faena sexual.
El emperador solo podía aferrarse a la espalda de su esposo, mientras este embestía contra él sin control. Apenas podía pensar una palabra en su mente, se sentía tan ido que no comprendía que ya no estaban en su habitación, y que estaba siendo cogido en un pasillo de su palacio, donde cualquiera lo podría ver. Y eso no fue todo, sus cuerpos no solo se quedaron en ese pasillo, el rey del inframundo estaba dispuesto a disfrutar de su reina en todos los lugares.
Ha decir verdad, ni en un millón de años, Qin Shi Huang pensaría estar de rodillas en una sala de trono, ese lugar era para que todos se arrodillaran frente a él, pero, ahora estaba allí, en cuatro, haciendo que el eco de la habitación amplificara sus gemidos.
Estaba seguro que todo el maldito Helheim, ya conocía sus gemidos gritando el nombre de Hades.
Ni siquiera se dieron cuenta cuando ya era otro día, y ya se encontraban en otro lugar del palacio, mientras seguían besándose, mientras el emperador le montaba con fervor, moviendo sus caderas con ritmo, sin parar. Moviéndolas en círculos, arriba abajo, frotándose, lo que fuera para sacarse gemidos, y sacarle gemidos a Hades. Ya ni siquiera recordaba cuanto había sido rellenado, cuantas veces se había corrido, cuantos besos, cuantas, horas, lo único que podía pensar apenas, era que Hades aferraba el agarre en su cintura, lo que significaba que estaba por correrse.
Así que movía sus caderas más rápido, gimiendo alto, dejando que su esposo le sujetara y acariciara como quisiera, para al final, soltar un enorme grito, sintiendo sus piernas temblorosas y sus dedos contraerse al sentir las descargas del dios dentro de él. Esa sensación caliente que lo llenaba y solo lo podían hacer gemir como perra en celo le encantaba y...
- ¡BASTA! ¡MALDITA SEA! ¡DEJEN VIVIR AL PRÓJIMO!
Había un molesto Beelzebub, y un Nikola que cubría sus ojos, entrando en la biblioteca de Hades, que es donde se encontraban los reyes al final de su faena. Las ojeras de Beelzebub eran más evidentes, y su mirada irritada era para ambos reyes. En cuanto a Nikola, simplemente cubría sus ojos, y parecía cansado, incluso cuando traía tapones para los oídos.
- ¿Beelzebub? – jadeo Hades, recuperando el aliento, aun apretando las caderas de su reina, aún perdido en el placer. - ¿Qué haces en mi habitación?
- ¿¡Tú habitación!? – gritó el demonio, haciendo a ambos reyes reaccionar. - ¡Se la pasaron toda la maldita tarde, noche y mañana cogiendo sin parar por el castillo! ¡Ni siquiera estás en tu habitación! ¡Los sirvientes no pueden dormir ni trabajar! ¡Nadie en el maldito Helheim puede dormir ni trabajar! ¡Hela está furiosa! ¡Adamas también! ¡Anubis decidió huir al panteón egipcio y dejarme sin apoyo! ¡Thanatos se encerró en la sala del abismo junto a Gram y Cerbero! ¡Quería huir, pero no puedo dejar el Helheim sin supervisión! ¡Me arruinaste mi noche con Niko!
Ambos reyes, comenzaron a cobrar conciencia cuando miraron a su alrededor, y si, estaban fuera de su habitación. Por instinto, Hades rápidamente uso su cuerpo para cubrir a su reina, para después usar las sombras y cubrir la desnudes de ambos, ante las mejillas que rápidamente se enrojecían de su esposo.
- Qin, hermano, ponte ropa y por favor, no gimas tan... fuerte. – Nikola tenía un tono serio, el mismo que hace cuando lo interrumpen en algo, generalmente es cuando no lo dejan terminar sus experimentos y se molesta, pero en ese momento era porque no había podido hacer nada por tales gemidos, y estragos que habían hecho. – Ya me cansé de cubrir mis ojos.
Se quejó el inventor, aun cubriéndolos. Amaba a su hermano mayor, pero joder, que esto había sido desconsiderado. Había preparado una linda cena y era un día donde había prometido no tocar su laboratorio para relajarse con Beelzebub, y todo había sido interrumpido, por unos gemidos insensatez que su hermano gritaba.
- N-Niko... - el emperador apenas podía formar una oración, su mente estaba atontada. – Lo siento. – dijo en una voz ronca, casi inaudible.
- Qin, ambos están conectados al Helheim, y lo afectan, es la primera vez que veo que el volcán de los pecadores hace explosión tantas veces y con tal estruendo, o que hay muchas áreas mojadas, y el calor y frio que se siente en el ambiente.
- ¿Eh?
- Deja de fornicar por hoy Qin, por favor, te lo pedimos. – comentó el científico.
Hades solo podía reír, mientras tenía a su reina en brazos, hecho bolita, envuelto en una cobija que había donado Beelzebub a ellos. Su pequeño rey moría de vergüenza mientras caminaban de regreso a su habitación para limpiarse y vestirse. El palacio del Helheim había quedado hecho un desastre, con sospechosos fluidos en el suelo, cosas rotas y tiradas, y todo desordenado. Al menos agradecían que solo había sido una sección, aun así, Qin Shi Huang se sentía muy avergonzado, ahora que ya había recobrado la conciencia, no podía hacer más que esconderse y no querer salir nunca.
- Idiota, ¿por qué me sacaste del cuarto? – se quejó el emperador.
- Prácticamente rompimos la puerta al embestirte contra ella, y así salimos.
- Que vergüenza, digo, mi cuerpo es perfecto, no me molesta mostrarlo, pero...
- ¿Pero?
- Nadie puede verte desnudo, solo yo puedo. – comentó el ex emperador haciendo reír a su esposo. - ¡Oye! ¡Es enserio!
- Lo sé, lo sé. – rio Hades. – Te amo, Qin.
- Te amo, Hades, aunque seas un exhibicionista.
Solo pudieron reír, mientras la reina depositaba un dulce beso en los labios de su esposo, y después, simplemente se dejaba mimar por él. Su vida era perfecta, no quería nunca salir de ella. Pero, fue el toquido de la puerta lo que lo sacó de sus pensamientos y de ese dulce recuerdo.
"Adelante" fue lo que dijo y entró Nikola en su oficina, con una pequeña maleta, a lo que Qin sonrió al ver la enorme sonrisa de su hermano menor. Por un momento, solo por un instante, sintió un poco de duda sobre su nueva vida como dios. Ya que eso significaría que, en algún punto, vería envejecer y morir a todos sus hermanos. No volvería a ver la sonrisa de Niko de esa forma.
No, no pensaría en ello, no por ahora, primero tenía que seguir concentrándose, hay malditos dioses fuera del Valhalla que pudieron controlarlos a un nivel supremo, tenía que tener sus prioridades bien claras. Era eliminar esos dioses si venían y después vería que hacer respecto a ese tema.
- Todo esta listo, Qin. – dijo Nikola mirándole. – Tengo lo que me pediste. ¿Estás seguro de esta decisión?
- ¿Estás dudoso de mi juicio? – preguntó divertido Qin.
- Bueno, tu juicio no ha sido lo mejor. – respondió el inventor. - ¿Qué planeas hacer con Perséfone al enviarla allí?
- Nikola, ¿qué crees que quiero hacerle a esa diosa?
- Creo que quieres asesinarla.
- Ganas no me faltan, pero... quiero que confíes en mí en esto. – comentó Qin. – Te juro que quiero convertirme en un dios que no solo los dioses confíen, sino que los humanos pongan su amor en él. Seré un gran rey, en esta segunda vida, tomaré la oportunidad y haré mío mi futuro solo siendo realmente yo.
- Creo que entonces, tendrás que comprobarlo con tus acciones. – sonrió Nikola. – Es la única manera de obtener la verdad.
La reina del Helheim se puso de pie, para después sentir un pequeño dolor en su cadera, que sobó mientras caminaba con su hermano. Podría ser un dios y todo, pero aun así podía ser dañado por otro dios. Caminó junto a su hermano, si Hades estaba concentrado en investigar más sobre esos dioses, él se encargaría de ir resolviendo los problemas internos, y comenzar a obtener el control y orden de nuevo.
Al final, ahora eran los dos quienes resolverían los problemas, sin peleas entre ellos.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
El aroma de las orquídeas era suave, muy sutil, y la belleza de la flor era única.
La mujer solo pudo concluir que el emperador le iba a pedir algo, por el hermoso regalo que ahora tenía en manos. Ese hermoso ramo de orquídeas, y el collar de diamantes que ahora tenía en su cuello. En su primera vida, Qin solía darle pequeños regalos como ese, chocolates, vestidos, arreglos, lo que fuera, como señal de que pasaría la noche con ella.
Ahora, a decir verdad, estaba nerviosa por lo que le pediría. No creía que fuera sexo, ya que tiene al dios Hades a su lado, nadie con sentido común buscaría sexo en otro lado si tiene a ese hombre en su cama a su disposición. Entonces, ¿a qué había venido su ex emperador?
- Fei, luces hermosa con tu cabello suelto, me agrada el estilo. – comentó Qin, caminando con ella por los jardines del Edén. – Me alegra haber elegido diamantes, tu rostro brilla con ellos.
- Gracias por el cumplido, Qin. – respondió la mujer haciendo una leve reverencia. – Pero, ¿a qué debo tal atención de manera repentina? ¿Qué quieres pedirme?
- ¿No crees que lo hice como muestra de mi amistad y aprecio por ti? – sonrió el ex emperador.
- No, tú no haces regalos porque si, tú eres un hombre que suaviza las visitas con regalos y acabas pidiendo u obteniendo lo que quieres. Los regalos no son más que compensación a tus exigencias.
- Auch, no sabía que pensaras eso de mis regalos.
- Bueno, recordando el pasado, solías llenarme de regalos para que te abriera las piernas y engendrara a tu descendencia. – suspiró Fei. – Cuando quedé embarazada, no me viste hasta que nació el pequeño, afortunadamente un hombre, no te importó que mal fue el embarazo, tenías lo que querías, así que mi recompensa fue regalos materiales, y que me separaras de mi hijo un tiempo.
- Quería ser buen padre.
- Un bebé no se debe separar de su madre tan rápido, idiota. – suspiró la mujer.
- Era un idiota, lo sé, pero, aprendí de mi error, e hice que durmieras conmigo. En lo que el niño crecía.
- Si, era un mueble más en tu habitación, que tiempos. – rio la mujer. - ¿Viniste a que te atormentara con tu pasado? O ¿Ya me dirás a qué viniste al Edén específicamente a mi hogar?
El emperador hizo un gesto de molestia, al final, Fei tenía camino libre para quejarse de él lo más que pudiera, no es como si pudiera borrar el pasado, 'pero, trabajaría para que su vida volviera a ser de nuevo lo que él decide que sea, y que la vida de Fei en esta nueva vida, sea tan dulce y hermosa como ella merece.
- Quiero que me ayudes con alguien. – comentó Qin. – Eres la única persona que creo que podrá darle lo que quiere.
- ¿Y eso es?
- Libertad de ser ella misma, amor propio, fuerza, modales y carisma. – comentó Qin. – Creo que tú eres la indicada para ella.
- ¿Quién es la mujer?
- Es una diosa.
- ¿Qué? – dijo la antigua emperatriz mirando con incredulidad a su antiguo esposo. - ¿De qué diablos hablas? ¿Una diosa?
- Es una larga historia Fei...
- ¿No crees que una diosa debería estar con otros dioses en lugar de estar en mi centro de ayuda? – comentó la mujer. - ¿No tiene otros dioses que puedan apoyarla?
- Dijiste que ayudarías a cualquiera, no solo mujeres.
- Me refería a que ayudaría igual a hombres, o niños, no dioses, no sabría que decirle a una diosa.
- Su madre tiene un complejo con ella. – comentó el emperador. – La tiene como te tenía a ti, atada a ella como un bonito mueble en su hogar. La única persona que le mostró comprensión total fue Hades, y ahora ya no está con él, perdió el rumbo. Y además fue manipulada por dioses supremos llevándola a extremos para dañar a Hades, ya ni siquiera levanta la cara, ahora que se sabe la verdad, está castigándose a sí misma por lo que le obligaron a hacer. Podría quedarse con la diosa Hestia, pero ella igual es demasiado estricta, no es que sea mala persona, sino que sus ideales de pureza son exagerados, solo harán que su mente este más estropeada de lo que esta, y aunque me duela decirlo, a Hades siempre le ha importado Perséfone. Lo supe por como la llamó "Fone" después de todo.
- ¿Fue controlada?
- Si. – comentó Qin. – Los dioses del nuevo mundo querían darles una lección a todos, supongo que ir contra Hades era la manera perfecta para dañar al panteón griego. Les dieron justo donde les duele, lastimaron a su dios más amado y confiable, no solo del panteón, sino del Valhalla y Helheim. La manipularon para que hiciera todas esas cosas, pero ahora viendo todo de retrospectiva, explica mucho.
- ¿Qué explica?
- Perséfone tenía momentos de lucidez de vez en cuando. – contó Qin. – La manera en la que se preocupaba por su pueblo, o como incluso llegó a preocuparse por mí, su mirada cambiaba, su voz, su tono, todo de ella era diferente por momentos. Pero después de nuevo volvía a tener esa mirada fría y calculadora. Pensé que solo era su venganza personal a mi persona, pero no, era dañar a Hades hasta destruirlo. La única razón por la que no me usaron a mi directamente como el que dañara a Hades, es porque era humano, esos dioses están fascinados con los humanos, no me lastimarían, así que se fueron por ella, y ahora necesita ayuda.
- Es una verdadera tragedia. – comentó la mujer. – Esa pobre mujer debe estar sufriendo a gritos dentro de su mente.
- Es por ello que necesito tu ayuda. – respondió Qin, - Solo tú podrías ayudarla.
- Creo que deberías saber que no puedo ayudar a alguien que no quiera ser ayudado. – suspiró Fei, llegando enfrente de su hogar. – Lo intentaré, pero quiero que recuerdes eso, la voluntad de la persona es la que determina el cambio en su vida, no un terapeuta, todo debe venir primero de él. Buscar ayuda, es algo bueno, pero, si ella no quiere, no podré hacer nada por ella.
La mujer entró a su hogar, y notó dos presencias especiales allí. Estaba la diosa Hestia y la diosa Artemisa, quienes recibían una taza de té de sus hermanas, mientras veían a lo lejos, en el pequeño jardín que daba de la sala, a una diosa Perséfone, quien se encontraba sentada en el césped, sin zapatos, sintiendo la naturaleza, sin hacer nada, solo abrazando sus piernas. Podía notar su cabello pálido, las flores secas en este, su depresión salir por los poros. La diosa se veía terrible, muy desmejorada. Solo pudo mirarla, hasta que la diosa Hestia se levantó.
- ¿Tú eres Fei? – comentó. – Qin nos comentó de ti.
- Nos dijo que ayudas a mujeres que necesitan ayuda. – replicó Artemisa.
- Fei... - dijo su hermana dejando la tetera en la pequeña mesa.
- Esta bien, déjanos hablar a solas. – comentó la mujer, a lo que su hermana hizo una leve reverencia y se retiró.
- Es verdad, ayudo a las mujeres u hombres que necesiten ayuda, quiero convertir este enorme hogar en un centro armonioso, donde puedan esas personas volver a ser ellos sin necesidad de cargar sus penas. – dijo la mujer con tranquilidad. - ¿en qué puedo ayudarlas?
- Verá, es por mi sobrina, la pequeña Perséfone salió muy afectada de todo esto. No sé si Qin le ha comentado de ello.
- Lo ha hecho.
- Bueno, entonces supongo que deduce que es lo que quiero pedirle. – replicó la diosa. - Prometo que Deméter no vendrá aquí, ni sabrá de ello. Me encargaré de mi hermana, pero, ¿puede dejar a Perséfone quedarse aquí por un tiempo? La reina de mi hermano, dijo que estar con usted puede ser lo mejor y lo que necesita Perséfone.
La mujer sonrió suavemente, pero, no respondió a lo que le preguntó Hestia. Acabó por caminar hacia la diosa de la primavera, saliendo al jardín ante la mirada de Qin y las dos diosas, para acabar por sentarse a un lado de ella, abrazando sus piernas. La diosa no dijo nada, ni siquiera se movió, pero la mujer no buscaba que hiciera algo, solo se quedó en silencio a su lado.
- Diosa Perséfone, ¿usted quiere quedarse aquí? – preguntó la mujer.
- ...
- Sé que las diosas que la acompañan, son fuertes, pero, no hubieran podido moverla si usted no quisiera, así que me imagino que caminó hasta aquí. – respondió la mujer. – Me alegra que le guste mi jardín, es muy chino, supongo que usted conoce a la perfección los jardines de mi región. Es muy tranquilo, suelo meditar e incluso a veces me quedo dormida aquí.
- ...
- Sabe, aprendí que el paso más difícil de mi vida era pedir ayuda. – rio la mujer. – No sé si lo parezca, pero soy muy orgullosa, no me gusta recibir nunca un trato especial o que alguien intente hacer las cosas por mí. Pero, hay veces donde mi propia mente me juega en contra, y suelo caer de nuevo.
- ... no tienes idea. – susurró la diosa. – Solo... esperaré a que me regresen a casa, y haga esto en mi jardín, por toda la eternidad, realmente no me quejo, lo merezco, así que, quería... sentir un jardín nuevo por última vez. Quería... visitar el jardín del Helheim, hacer crecer las flores, quería disculparme, pero no puedo ver a Hades a los ojos... así que, solo espero que esto acabe y Hestia me deje con mi madre.
La mujer, acabó por probar su suerte, y poner una mano sobre la mano de la diosa, la cual se sorprendió que hubiera hecho eso, pero, el contacto cálido de la mujer fue reconfortante. Sin decirse nada, solo ese tacto, se sentía bien en su alma.
- Sabe, yo entiendo lo que es ser solo un mueble en la vida de una persona. – comentó la mujer. – No tener libertad de nada, solo mantenerse estéticamente bien para unos ojos que no valen la pena, pero aun así uno se esfuerza, porque es mejor tener a un idiota mirándote que no tener nada. Uno se deja usar porque no conoce nada mejor. Siente que es mejor ser una herramienta que no ser nada, porque nunca se le enseño a ser nada más que una cosa propiedad de alguien más. Lamento lo que su madre hizo con usted, se la impotencia que es tener una jaula de oro, que nunca se abrirá, no importa lo mucho que lo intentes.
El emperador sintió eso como dagas en su pecho. Solo podía sentir vergüenza de lo que le hizo pasar a su emperatriz en su vida pasada. Al menos le alegraba poder remediarlo en esta nueva vida.
- Eras un idiota. – susurró Hestia hacia Qin.
- Oye, en esta vida ya no lo soy, déjame. – susurró de regreso Qin.
Ambos dioses se miraron y acabaron por rodar los ojos, siguiendo espiando la conversación.
- Pero, diosa Perséfone. – dijo Fei mirándola. - Esta es una nueva vida, y yo ya no quise ser esa mujer. Así que decidí mandarlo todo a la mierda y comenzar de nuevo cuando mi corazón fue roto.
La reina del Helheim recibió un zape en su nuca ahora por parte de Artemisa, al escuchar como la mujer llamada Fei tuvo que soportarlo.
- Que miserable eres. – comentó la diosa. – Ahora tengo mis dudas de tu matrimonio con mi tío.
- ¿Pueden dejarme en paz? – susurró Qin. – Esto no es sobre mí, queremos ayudar todos a Perséfone, cállense por favor.
Bueno, Fei podría crear un "roast" quemándolo por todas las acciones que había cometido en su anterior vida, pero, ya no era esa persona, y no pensaba serlo de nuevo, solo quería hacerlo bien en esta vida.
- Decidí enfocarme en mí, estaba harte de escuchar a otras personas, a anteponer los deseos de alguien sobre los míos. Así que me sentí aliviada cuando mi emperador encontró a su verdadero amor, y fui libre junto a mis hermanas. Ahora tengo una linda casa, y este hogar en donde trato de ayudar a personas que tuvieron vivencias parecidas a las mías. – sonrió la mujer. – Pero, nunca obligaría a alguien quedarse, diosa Perséfone, si está aquí por el mandato de esas diosas, o de Qin, no se quede, pero, si está aquí por su propia voluntad, por curiosidad o porque no tiene a donde ir y este lugar le parece bien, quédese.
Mencionó la mujer, levantándose, mirando hacia una de sus peonías.
- Bueno, tengo que hacer muchas cosas hoy, así que, tome su decisión cuando quiera Diosa Perse...
Solo pudo sentir un pequeño tirón de su vestido, cuando la diosa se sujetaba de él sin decir nada. La mujer solo acabó por sonreír, acariciando la cabellera de la diosa, para después ofrecer su mano, a lo que, con algo de temor, la ex reina del Helheim tomó. No dijeron mucho, salieron del jardín, y caminó con ella a los cuartos del siguiente piso, donde había uno muy lindo con un balcón que daba hacia el jardín trasero. Dicho balcón tenía una escalera automática donde se podía bajar de él si se deseaba y perderse en el jardín que daba al bosque trasero del Edén.
- Creo que le gustará, es la única habitación con esta vista, y oh... - dijo la ex emperatriz entregándole una llave. – Es la llave que activa las escaleras. Tiene una salida que da hacia los amplios bosques del Edén, es un lugar fantástico y lleno de vida, es libre de salir cuando quiera sin usar la puerta principal si no quiere, es como su propia entrada.
- ¿Podrías repetirme tu nombre? – preguntó la diosa mirando el paisaje.
- Fei, Fei Shang.
- ¿Crees que...? – dijo la mujer apretando una parte del barandal.
- ¿Si?
- ¿Crees que alguien como yo merece ser feliz? – preguntó la diosa temerosa de todo.
- Creo que todos merecemos ser felices con nuestras propias decisiones. – comentó la mujer. – Merece felicidad después de lo que vivió, Diosa Perséfone.
- Hice cosas terribles...
- No fue por su voluntad, cuando monstruos mueven los hilos, todo acaba por arruinarse, pero ahora es libre, y creo que Qin y... Hades. – mencionó la mujer, haciendo estremecer a la diosa. – Lo saben. No creo que Lord Hades le guarde ningún rencor.
- No puedo volver a verlo, no podría mirar sus ojos.
- Diosa Perséfone, en este camino que va a comenzar a construir, le apoyaré, para que vuelva a brillar como una flor de primavera y usted decida qué tipo de diosa quiere ser. Sin tener a nadie diciéndole lo que es, usted decidiendo por su cuenta.
- Nunca quise ser una diosa de la primavera o reina del Helheim. – sonrió tenue la diosa, sorprendiendo a la humana. – Solo me gustaba la libertad que me daba ser eso. Yo, podía salir si era la diosa de la primavera, y ser la reina, me daba libertad de conocer más allá que cualquier cosa, era un escape. Claro que amo a Hades, pero, lo que más extraño es esa sensación que da él de sentirme libre de ser quien soy, y ahora... yo... y ahora...
- ¿Qué le gusta? – interrumpió la mujer de golpe.
- ¿Eh?
- ¿Qué es lo que le gusta?
- Bueno... me gusta mucho ver como las flores pueden hacer tantas cosas, puede ser medicina que cura la peor de las enfermedades o puede ser un veneno tan poderoso que te mata al tacto. Siempre me intereso ver eso, recuerdo, que solía entrar en el laboratorio de Beelzebub, solo para ver que tanto podía aprender.
- ¿Le gustaría ser boticaria? – dijo la mujer mirándola. - Hmm... tengo libros de Herbolaria en mi biblioteca, creo que le gustarían. – sonrió la mujer.
La diosa solo pudo ver la sonrisa suave de la humana, y sonrió, le gustaba sentir la paz que se sentía a lado de ella. Por un momento comprendió a Qin Shi Huang, esa mujer, que un ignorante la vería solo como una más del montón, era increíble, entendía porque había sido la emperatriz.
- Me encantaría leerlos.
Qin Shi Huang solo pudo sonreír mirando a ambas mujeres, sabía que Hades nunca lo diría, pero, estaría agradecido por esto. Al final, Perséfone solo fue una ficha que usaron unos dioses sin importarle lo mal que la mujer podría quedar. Pero al mismo tiempo, esa desgracia había sido una bendición para Perséfone, porque fue liberada de Deméter, al fin, la diosa Hestia tenía una razón para alejarla, aclarando que la salud mental de Perséfone corría peligro con ella, además, al fin que dejara su obsesión con Hades, la haría crecer como diosa y ser lo que debería ser, una poderosa diosa griega.
Al final el control que hicieron sobre ella, fue una bendición para liberarla de su perdición.
- Espero encuentres tu felicidad, Perséfone, como tú, yo también sé que se siente estar perdido. – suspiró Qin. – Espero Fei pueda ayudarte en lo que necesitas.
El rey del Helheim solo pudo sonreír, para después retirarse y dejar que la diosa sanara, al final, puede que incluso en un futuro, podrían llevarse bien.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
Tenían que mantenerse serenos, después de lo que se habló con Sigurd, era obvio que tenían que permanecer calmos ante la situación y la mejor estrategia era dividirse las responsabilidades del cuidado en el Valhalla. Eso pensaba Kintoki mientras tomaba de su café mirando las pantallas, era su turno de vigilar junto a Zeus, antes de ser relevados.
Para él era algo extraño estar allí junto a Zeus de nuevo. Después de todo lo que pasó, era extraño, ya que, aunque se habían hablado con el corazón en la mano, aun así, había ciertas cosas que no habían terminado de hablar, para que todo estuviera bien entre ellos. Tal vez, debería prepararle un café y preguntarle sobre...
- ¿Sigues en contacto con Hera? – preguntó Zeus de golpe, haciendo a Kintoki escupir su café. – Oh, lo siento, no quise ser inoportuno.
- No, no, no te preocupes. – respondió el humano suspirando. – Yo... yo no he hablado con la diosa Hera desde entonces, ni siquiera la he visto.
- Ya veo.
Miró de reojo a su aun esposo, y vio un rostro sereno en Zeus, quien miraba las pantallas, detectando cualquier movimiento que no considerara normal. Zeus parecía que tenía cerebro y gran capacidad de estrategia cuando le decían la palabra "guerra". Simplemente disfrutaba de ella, pero en esta ocasión, parecía realmente preocupado, aunque si lo que mencionó aquella ocasión era verdad, entonces su preocupación no era hacia su persona.
"No quiero que nada de lo que amo, se pierda. Es todo, si tengo que luchar, lo haré, es mejor mentalizarme a que me guste la guerra que tenerle miedo. Es mejor tener un deseo por ella que vivir en constante estrés bajo la sombra de aquel miedo. Eso es lo que pienso."
Zeus siempre había sido directo con las cosas que pensaba, hacía o decía. Nunca se guardaba nada, era el mayor bastardo del cosmos, pero al mismo tiempo, no tenía miedo de serlo, simplemente se mostraba tal y como era. Si amaba a alguien lo demostraba, si odiaba a alguien lo hacía, si quería usar a alguien no lo escondía, era así.
- ... Oye... yo, quería, am... - dijo Kintoki apenado. – Quería hablar sobre...
- Sobre eso que pasó, no tienes que disculparte, digo, ¿con quién diablos piensas disculparte? Eres mi primera pareja que no deja que lo pisotee. – rio el dios. – Siento que está bien que quisieras vengarte, es normal.
- No, déjame hablar. – se quejó Kintoki deteniendo las palabras de Zeus. – Nadie se merece ser engañado. Y que rompan su confianza así. Yo. Después de lo que hice, no podía mirarme en un espejo. La principal razón por la que no iba a verte, ni siquiera para gritarte, era porque estaba avergonzado. Creo que no merezco tu perdón en ello. Porque, falso o no, nunca me trataste mal o forzaste a algo. Siendo el bastardo más grande del cosmos, aun así, nunca hiciste nada que me hiciera sentir mal. Tal vez era porque querías seguir el plan de tu hermano, también era porque eras controlado, no lo sé, pero, nunca me lastimaste, en cambio, yo lo hice, por lo cual, incluso ahora, siento que, aunque pida tu perdón, no deberías dármelo y...
- Te perdono. – interrumpió Zeus.
- Oye, estoy...
- Te perdono. – replicó.
- ¡Zeus!
- Te perdono. – sonrió el dios. – Si no te interrumpo, seguirás hablando por horas y destruyéndote a ti mismo. Mira, ambos fuimos una mierda, solo déjalo así, no hay nada que perdonar. Lo que si me interesa hablar es de otra cosa, ahora que ya sabes todo, y que sabemos que pasó, ¿quieres seguir estando a mi lado?
- ¿Eh?
- Ya no hay nada que te ate a mí, la separación con las valkirias se llevará pronto, y nuestra unión puede romperse y pedir que nos separen. Lo que me interesa es saber si quieres separarte de mí.
- ¿Tú que quieres? – preguntó el humano.
- Yo no quiero hacerlo. – respondió el griego, mirando a su esposo. – Soy la persona menos indicada para hablar de amor, pero, me siento feliz contigo. Es como si me llenara de tranquilidad tu presencia, me gusta igual tu sonrisa, y el sexo, dios no pensé que fuéramos tan compatibles, y peor aún que tuvieras tantos fetiches que...
El dios no pudo continuar, ya que el humano cubrió su boca en vergüenza.
- ¡No son fetiches! ¡Solo me dio curiosidad cuando los mencionaste! – gritó Kintoki.
- ¿Quieres volver a intentarlos? – sonrió el menor de los Olympus, sujetando la cintura de su esposo.
- ... sí.
- Entonces, ¿te quedarías a mi lado?
- Siempre y cuando siga siendo divertido, cuando deje de serlo, me iré.
- Es un trato.
Ambos acabaron por reír, donde el humano se acercó al dios, y este aceptó gustoso comenzado una sesión de besos. Por un momento olvidaron su tarea principal, estar vigilando las cámaras, pero, era solo un momento en lo que se besaban, solo uno minúsculo. Aunque acabaron por seguir, retirando las cosas que había en el escritorio con sus manos, mientras el humano jalaba al dios para que ambos se recostaran allí, abriendo sus piernas para rodear la cintura del dios con ellas.
Le gustaba sentir las manos del dios recorrer su cuerpo, deslizándose descaradamente debajo de su ropa, el contacto cálido le encantaba, al final, aunque no quisiera, tenía tal vez que darle la razón a Qin. El sexo con un griego realmente era delicioso. Tal vez había decepcionado a Kojiro con esa declaración, pero joder, que no se arrepentía de ello.
- Hn... - gimió bajo el japonés. – E-espera, tenemos que...
- No pasará nada, tranquilo. – le susurró Zeus, desabrochándole el pantalón, comenzando a bajarlo. – Confía en mí.
- Ah... Zeus...
- Tienes 1 segundo para soltar a mi hermano menor, maldito bastardo.
Tanto el humano y el dios se sorprendieron de golpe cuando vieron a un molesto Leónidas y a un Odín girando los ojos en la puerta. Oh si, ellos iban a suplirlos en el cuidado del Valhalla. Acabaron por sonrojarse y levantarse, a lo que Kintoki solo pudo cubrir su rostro, ver a su hermano mayor no era su plan de reconciliación, menos cuando Leónidas se veía excesivamente molesto, y fue más vergonzoso aún, cuando le acomodo el pantalón y le dio un zape.
- Si estas cuidando el perímetro, no empieces a ponerte caliente, Kintoki. – regañó Leónidas.
- No lo menciones... - dijo el japonés más rojo que un tomate.
Bueno, prometía no volver a caer en la tentación de nuevo, ni distraerse por esto.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
Quería mantenerse sereno.
Como lo hacía en la nieve, cayendo lentamente en su espalda mientras su mira apuntaba a un campo abierto. Recordaba la interferencia en su comunicador, y recordaba la voz de Aarne mencionándole hacia donde iban algunos soldados, para que él acabara con ellos. No podía hacer más que seguir ordenes, era bueno en hacerlo, solo en la nieve, como una muerte blanca esperando el momento preciso para disparar.
Era la soledad y el frio lo que lo obligaba a seguir pensando que una vez que todo acabara, podría buscar algo cálido, y ser feliz, algo que lo hiciera sentir humano de nuevo...
- En el norte, ¿puedes verlos?
Eso lo hizo despertar de sus pensamientos.
Estaba escondido en terreno alto, con su rifle que puede herir dioses, cortesía de Leónidas que le pidió a Odín que le hiciera uno, y muchas municiones, mirando hacia una entrada del Valhalla, donde no estaba solo, estaba acompañado por un dios con un arco enorme, mirando hacia el mismo punto que él. Sus mejillas se enrojecieron, su mente había estado divagando en medio de su misión. Parpadeo tratando de enfocar sus ojos en la mirilla, y vio dos hombres, que era los que había visto Apolo.
Preparó su dedo en el gatillo, pero, acabó por descartarlo, solo eran dioses menores. Nada que sea parte de las descripciones dadas por Atenea, y nada que confirmara que era un disfraz, por el momento, no eran una amenaza, así que retiró su dedo y suspiró. Tenía que dejar de divagar, tenía que...
Fue espontaneo el cómo sintió los labios del dios de golpe en su mejilla. Solo pudo voltear a mirarlo y este ya estaba con la vista en el paisaje. Acabó por acariciar su propia mejilla, recordando el tacto cálido de ese hombre.
- ¿Eso que fue? – preguntó Simo.
- Quería comprobar tus reflejos, y por lo visto Artemisa tenía razón. Comentó Apolo. – Bajas toda la guardia con lo que no consideras una amenaza. Así que bajas la guardia ante tus hermanos, tus padres, y me siento algo especial al saber que lo haces conmigo.
- Simplemente no te veo como alguien fuerte. – dijo Simo, acomodando su rifle.
- No intentes hacerme sentir mal, soy sensible. – se quejó Apolo. – Eres malo conmigo, Simo. Creo que, al final, cuando supimos la verdad de todo, pensé que nuestra relación de conocidos podría mejorar, sabes que tengo interés en ti.
El humano acabó por sonrojar sus mejillas al ver de reojo al dios decaído, mientras se concentraba en seguir haciendo su trabajo. Simplemente suspiró, no podía creer que lo diría, pero, realmente no iba a decir una mentira, muy en el fondo, sabía que había bajado la guardia con Apolo, porque se sentía seguro con él.
- O... también puede ser porque te aprecio. – comentó el finlandés. – No estoy seguro, pueden ser dos cosas por las que bajo la guardia.
- Oh... - sonrió el dios. – Bueno, espero que sea algo bueno.
- Si... oye. – dijo el humano, aún con el sonrojo en sus mejillas.
- ¿Dime?
- ¿Crees que realmente esos dioses ataquen el Valhalla? – preguntó el humano, tratando de desviar la conversación a otro punto.
- Realmente no creo que lo hagan.
- ¿Qué?
Fue sorpresa para el dios del sol ver al humano voltear por completo a mirarle. Al parecer lo había sorprendido con esa respuesta, y es que era evidente. Simo había crecido en la guerra, el hecho de pensar en la idea de que alguien no haría una guerra, era imposible para él.
- Tienen toda la razón en atacarnos, Sigurd apuñaló e invadió sus tierras.
- Lo sé, pero, ellos no son nosotros. – comentó Apolo. – Si recuerdo bien lo que dijo Atenea, ella dijo que esos dioses nos repudian. Entonces, por eso mismo no creo que vengan a atacarnos, porque si vienen y destruyen el Valhalla, estarían demostrando que son iguales a nosotros, y eso sería como escupirse a ellos mismos, porque estarían demostrando que el nuevo mundo y el viejo mundo son iguales, no son dualidades, son malditamente iguales. Por lo cual, no creo que vengan nunca.
El finlandés solo pudo mirar al dios. Era impresionante lo que acababa de decir, por la lógica que tenía, era verdad, ellos mismos habían despreciado siempre al viejo mundo y sus maneras de actuar, entonces, al atacarlos, sería como un reflejo de que son iguales.
- Pero... - dijo Apolo.
- ¿Pero?
- Si, bueno, no creo que vengan todos, porque eso los haría igual que nosotros, pero, probablemente si podría venir uno o dos, tal vez no atacaría a matar, buscaría una forma de herir, tu sabes, ojo por ojo. Posiblemente busquen a alguien que represente aquí lo mismo que representa Quetzalcóatl allá. ¿Es un dios de la sabiduría, ¿no? ¿Crees que Atenea esté en peligro?
- Es...
- ¿Sí?
- Es impresionante la manera en la que razonaste eso, y que tenga sentido. – dijo Simo mirándolo.
- Oye, ¿creías que era idiota?
- Un poco. – rio el humano. – Pero, tienes razón, si nos hubieran querido atacar, lo hubieran hecho desde que Sigurd llegó, para tomar ventaja de tomarnos desprevenidos. No creo que nos ataquen ahora, tal vez deberíamos seguir tu teoría y proteger a los dioses que puedan ser un igual a Quetzalcóatl. Y si vienen con todo un ejército, no importa, los podré matar uno a uno.
Apolo acabó por reír, divertido de las palabras del finlandés, si, era igual que en el Ragnarök, no le tenía miedo a nada, él solo buscaba proteger lo que consideraba correcto.
- ¿Cuándo acabe este tiempo de vigilancia te gustaría ir a comer? Yo invito. – comentó Apolo.
- ¿Me estás invitando a salir?
- Si, de manera real, ¿te gustaría?
- ¿Tú invitas?
- Si.
- Acepto. – dijo el finlandés. – Al final, me gustaría tener un día relajado, como comienzo de una nueva vida.
- Entonces déjame hacerlo para ti, darte esa nueva vida que buscas. – respondió el dios. – Si no te agrada estar conmigo, puedes dejarlo allí y seremos amigos, no te presionaré, solo me gustaría una oportunidad.
- No me interesa el sexo, o las cosas íntimas. – dijo Simo mirándolo. – No soy alguien romántico o que muestre mucho afecto.
- Esta bien, yo si lo soy, con mi amor será más que suficiente.
- No puedo ofrecerte nada de lo que te gusta, ¿eso quieres?
- Quiero una cita y que me dejes cortejarte. ¿Se puede? – cuestionó de vuelta el dios. – No te estoy pidiendo nada más.
- Esta bien. – respondió el finlandés.
Tal vez nunca lo admitiría, pero el dios pudo ver un sonrojo en las apenas visibles mejillas de Simo, y eso era más que suficiente para saber que podía tener una oportunidad en un futuro. Tal vez, solo tal vez, el humano podría darse cuenta de lo mucho que se parecen, y en lo mucho que ambos disfrutan luchar para demostrar el amor que tienen por los demás.
La belleza de lo que se calla, pero se siente.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
Estaba algo feliz, al fin tenía una Katana propia, ya no tenía que tomar prestadas las katanas de Kojiro.
Okita había tenido un día lindo hoy. Eva había conseguido que Adam no hiciera una rabieta con lo de dejarlo ir a entrenar al dojo de Susanoo. Y aunque su padre seguramente no pararía de interrogarlo apenas llegara a casa, estaba bien con ello, ya con que lo dejaran salir del Edén sin un chaperón era suficiente. Además, había hecho lo que dijo, llegó al dojo, entrenó con Susanoo y ahora mismo estaba caminando junto al dios después de su entrenamiento.
Susanoo había decidido acompañarlo para que no regresara solo. Y había aceptado, al final, le gustaba la compañía del dios, además de que disfrutaba molestarlo diciéndole diferentes cosas. Como tratar de seducirlo o molestarlo pidiéndole una cita, que por supuesto, el dios siempre se negaba.
- ¿Qué estás esperando? ¿A qué cumpla 18? – rio Okita caminando a su lado. – Pensé que a los dioses no les importaba la edad.
- Ya hablamos de esto, no pienso morir a manos de Adam. – suspiró el dios. – Tu hermano Grigori tiene 19 y sigue estando bajo su tutela. Además, realmente no creo que sea correcto.
- Eso es porque papá se empeña a tratarnos como bebés. – respondió Okita. – Pero está bien, si no piensas seducirme, y si alguien más lo hace, comenzaré a salir con otras personas.
- Esta bien. – respondió el dios.
- ¡Oye! – dijo Okita haciendo un gesto de disgusto. – Tenías que decir que no quieres que salga con nadie.
- No somos nada, no es como que te pueda prohibir algo. – comentó el dios. – Si sales con alguien más, espero lo disfrutes, al final, en la juventud se disfrutan muchas experiencias.
- Pero, ¿estás interesado en mi verdad? – cuestionó el humano. - ¿eso era verdad o era mentira?
- Es verdad. – respondió el dios. – Mi interés en ti es más del lado de la batalla, me intrigaba lo bueno que eras, y tu historia.
- ¿Nada más?
- Nada más.
Por alguna extraña razón, eso enojó al humano. Tal vez eran los cambios hormonales como adolecente, Michel se lo había contado, que a veces cualquier cosa podría hacerlo explotar, o hacerlo llorar, o un día estar bien y al siguiente estar llorando sin parar en su habitación escuchando canciones depresivas. Sea como sea, le había molestado la respuesta del dios.
- Me gustaría conocerte. – dijo el joven mirando el camino. – No solo como mi maestro en el dojo, realmente me gustaría conocerte, ¿no es eso mejor? ¿Conocernos ahora?
- Ya lo hacemos, compartimos cosas, además. ¿por qué tanta insistencia? Pensé que ni siquiera te gustaba, ¿estás buscando mi atención?
El rostro de Okita se llenó de sonrojo de golpe, sorprendiendo al dios que estaba por acercarse, pero el adolecente solo hecho a correr a su casa, tratando de abrir, viendo que estaba cerrado. Gritó por Eva y Adam, pero no respondía nadie, así que solo pudo sentir la mano de Susano en su cabeza, tratando de contener la risa.
- Oye...
La voz gruesa del dios lo hizo estremecer y voltear. Oh, esto era el kabedon que había mencionado Kojiro, lo que vio en sus novelas. Porque Kojiro por alguna extraña razón, disfrutaba ver dramas mientras les sacaba filo a sus espadas, o simplemente no tenía nada que hacer. Notó el rostro fino del dios, y sintió un pequeño deseo que no conocía, cerca de su vientre, pero, rápidamente ese deseo se esfumó cuando el dios le mostró una nota que había recogido.
- Parecías un gato asustado. – rio el dios. – Esto estaba en el suelo, creo que es una nota de tus padres.
"Mi bebé,
Si llegaste antes que nosotros, seguramente estás leyendo esta nota. Tu papá y yo fuimos a hacer unas compras, Grigori está en casa, dile que te abra la puerta. En caso de que tu hermano saliera, ve con Chun Yang.
Te amo mi tesoro, solo serán 20 minutos."
- No sabía que te decía "bebé".
El rostro de Okita Soji era un poema carmesí. El dios le había visto avergonzado y además había leído una nota de su mamá que le dejó a él. Le había dicho a su mamá que ya no lo llamara así, ya era un hombre, ya no podía seguir siendo un bebé, con esta salida lo había demostrado. Había salido y regresado a la hora, como había prometido, porque un adulto hace cosas que promete.
- Se equivocó. – aclaró su garganta el japonés. – Un momentito... ¡GRIGORI! ¡ABRE LA MALDITA PUERTA! ¡GRIGORI!
No importaba cuanto el dios gritara, no había ni rastro de su hermano, además, no quería seguir gritando, su voz estaba apenas comenzando a cambiar, sentía los gallos salir al primer grito y se sentía avergonzado que el dios escuchara eso, y que además viera que se quedó como perro por fuera.
- Am, jajá, yo, creo que mi hermano está escuchando música, voy... voy al patio trasero. Su cuarto tiene vista hacia el jardín, puede que me escuche mejor allí.
Ya no podía sentirse más humillado que eso, solo quería rápido entrar a su casa y no seguir pasando vergüenzas frente al dios japonés. Ambos llegaron al patio trasero, donde el más joven comenzó a gritar el nombre de su hermano sin respuesta. Solo podía oír que se escuchaba música desde el cuarto de Grigori, así que el muy idiota debería estar en sus horas donde pone la bocina a todo lo que da e ignora su existencia.
- Voy a subirme. – dijo Okita. - ¿Me puedes dar un empujón? Solo quiero alcanzar la reja de la ventana de arriba.
- ¿Estás seguro?
- Soy muy ágil, vamos.
El dios aceptó, sujetándole la cintura y alzándolo, a lo que Okita acabó por sujetarse del enrejado y comenzar a escalar hacia la ventana de su hermano. Cuando llegó al balcón, saltó en él, entrando de golpe en la habitación del mayor, deseando no haberlo hecho, porque vio a su hermano, montado encima del dios egipcio, afortunadamente para sus ojos, aún con ropa, mientras se besaban, y podía ver lo descarado de su hermano deslizando sus manos por debajo de la vestimenta del dios.
- ¡Grigori! Sabía que te gustaban los perros, pero no a ese nivel. – dijo Okita parando la música. – Maldito furro.
- ¿¡Qué diablos haces aquí!? – eso es lo único que pudo gritar el ruso arrojándole una almohada al japonés. - ¡LÁRGATE!
- ¡Entre por la ventana porque no me abrías! ¡Te voy a acusar con mamá de que te andas cogiendo a tu novio en la casa!
- ¡LÁRGATE! ¡No es mi novio!
- ¡Peor aún! ¡Te andas cogiendo un chacal en la casa que ni es tu pareja! ¡Le diré a Leónidas!
El japonés más joven solo pudo brincar por la ventana antes de recibir el golpe de su hermano, había sido divertido verlo tan alterado, además sabía que cierto dios japonés lo esperaba por debajo, por lo cual, fue atrapado por este, para después ver a su hermano perseguirlos mientras Susanoo se preguntaba que, si continuaba su vida encontrándose con Okita, sería así, él huyendo de su familia, mientras llevaba al bebé de la casa Edén en sus brazos.
En realidad, no le pareció un futuro tan malo.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
Se suponía que era un descanso de 5 minutos.
Solo cinco.
Pero, el dios maldito estaba disfrutando demasiado tener al científico devorándole, que había a propósito parado la alarma para que este siguiera chupando sus pezones, sacándole gemidos, mientras le acariciaba su cintura y bajaba sus manos hacia su trasero. Y es que Nikola Tesla se había vuelto un excelente amante. Simplemente aprendió de golpe lo que necesitaba saber, se leyó miles de libros de anatomía y de sexualidad, para que al final, dieran ese resultado, tener un humano con todo el conocimiento de cómo complacerlo.
- Hn... ¡Ah! ¡Niko!
- Beel... - dijo el inventor, con una voz ronca que hizo estremecer al dios, más cuando las manos de Tesla deslizaban su ropa fuera de su cuerpo. - ¡OH POR DIOS! ¡EUREKA!
Y el mismo humano que deseaba, ahora mismo le soltaba mientras veía emocionado una máquina, que comenzaba a soltar información escrita, que el científico comenzaba a leer emocionado. Así que allí estaba, con tremenda erección deseando que el inventor siguiera entre sus piernas, mientras este se veía emocionado al ver los resultados.
- Esto es simplemente de otro mundo, estos números, estos patrones, es algo que nunca había visto. – dijo Nikola Tesla leyendo más. - No hay ningún libro, escrito, investigación, tan siquiera una teoría, que nos pudiera decir sobre esta fuente de energía interminable. Beel, ¿estás escuchando? ¡Esto es una energía perpetua!
- Deja que lo lea. – dijo el dios maldito, algo de malas, arreglando su ropa para levantarse, tratando de bajar su erección con el pensamiento, distrayéndose con lo que estaba la tonta máquina de Tesla sacando.
Pero, olvido su molestia cuando notó esos resultados.
Tanto Nikola Tesla como Beelzebub solo podían mirar la pluma que estaba dentro de una máquina, mientras salían sinfín de resultados escritos en papel. Habían hecho de todo con la pluma, y esta no se había dañado en lo más mínimo, sin importar que clase de manipulación le dieran.
- Es vida misma. – dijo Beelzebub. – Es, materia misma, es energía inagotable, lo único que puedo concluir es que esto... esto es vida, es creación.
- Tendrás que explicar más a fondo lo que acabas de decir, Beel. – comentó el humano. – Recuerda que no soy un dios.
- Los dioses de la creación son extraños. – dijo Beelzebub. - Prácticamente son dioses que se crean a sí mismos. Son materia al por mayor, son vida en su máximo esplendor, son ese algo que existe en la nada, son lo que le dan a la nada razón de existir. ¿Me entiendes?
- Lo hago.
- Según Atenea, Quetzalcóatl es hijo de la pareja creadora. Del dios que se creó a sí mismo y creo todo. – comentó Beelzebub mirando sus notas. – En las historias normales, generalmente los descendientes no suelen ser tan fuertes como sus padres, pongamos de ejemplo a Apolo. Es un virtuoso, dios de miles de cosas, de los más poderosos. Pero, el único que le puede hacer frente es Zeus, al final, hay alguna debilidad en ellos, su poder no llega a limites extraordinarios. – suspiró el demonio. – En el caso de este sujeto, no solo lo hicieron un dios casi a la par de ellos, lo hicieron un dios del conocimiento y un maldito guerrero. Conocimiento y creación, omnipotencia y omnipresencia, es...
- Estas tratando de decirme, que es como si hormigas estuvieran tratando de comprender a un humano. – dijo Nikola. – Como si una gota de agua quisiera detener un mar. Cómo si una sombrilla tratara de detener un diluvio. ¿Es eso verdad? La diferencia de poder.
- Si. – dijo resignado el dios.
- No tenemos que dejarnos intimidar. – sonrió Nikola. – He tenido pensamientos al respecto de ellos, y, si vinieran, solo tendríamos que ser los humanos quienes protegiéramos el Valhalla.
- ¿Qué? – dijo Beelzebub. - ¿No escuchaste lo que acabo de decir?
- Ellos aman a los humanos. – comentó Nikola, tomando notas de los resultados de la máquina. – No destruirán algo que queremos proteger. Porque, se estarían contradiciendo a sí mismos, Quetzalcóatl no mataría a un dios, o mataría a un humano, menos cuando sabe que estamos enamorados, porque, destruiríamos algo que él ama.
- ¿Y eso es?
- Una dualidad. Él lo dijo, ama las dualidades y como se complementan, si te llegaran a hacer daño, y me quedara sin mi mitad, solo acabaría siendo un dios como ustedes, y creo que ellos no podrían vivir con eso. Al menos no él, y si Quetzalcóatl no puede vivir con eso, no hará que nadie haga nada. ¿Hay algún dios que vaya en su contra?
El rostro de Beelzebub se puso rojo carmesí, al escuchar al dios considerarle su otra mitad. Lo había tomado desprevenido eso, así que solo pudo mirarlo, hasta que el humano le miró confundido, sin entender porque Beelzebub se había distraído de lo que hablaban.
- ¿Beel?
- Ah, um, espera... - despertó el dios, comenzando a leer sus notas. – Tal vez debamos preguntarle a Atenea.
- Bueno, yo creo que nadie va en su contra, y si hay alguno, solo tendríamos que encargarnos de un dios, no de un ejército. – sonrió Nikola relajándose. – Ahora regresando a temas más animados, la maquina pudo sintetizar la pluma, la fuente madre de energía esta lista, el procedimiento de separación de almas con las Valkirias puede darse. En cuanto a la sangre...
- ¿Qué descubriste? – preguntó Beelzebub.
- No puedo tocarla. – respondió el científico. – El frasco que trajo Sigurd consigo pertenece a ellos, pero, si intento meter tan solo una simple pipeta, se destruye al contacto, se derrite. No puedo sacar la sangre, intente hacerlo con mis manos sin éxito.
- ¡Nikola!
- Lo sé, fue arriesgado.
- ¡Es estúpido, no arriesgado!
- Era necesario para la investigación, pero como verás. – comentó el científico, retirándose su guante, donde había una especie de quemadura química en la punta de su dedo índice, minúscula, pero que no sanaba. – Ni siquiera un humano puede tocarla, debe ser un sistema de defensa.
- ¿Eh?
- Dentro de la historia que comentó Sigurd, Quetzalcóatl dejó claro algo. Que la pluma que le dio era para él, simplemente él, ya que hay muchos dioses queriendo tomar algo de Quetzalcóatl. Entonces, protege sus fluidos como sus plumas. Es por ello que la única pluma que funciona dentro de las máquinas es aquella que fue un regalo para Sigurd, y solo la maquina la pudo sintetizar, cuando Sigurd nos permitió utilizarla como fuente de energía, aunque igual, puede ser porque Quetzalcóatl le había dado ese propósito, en la historia que nos contó, dijo que quería dársela por eso. Es una teoría, pero, si el dios lo permite, y quien recibió el regalo lo acepta, se puede usar de la forma en la que queramos. – suspiró el inventor. - Las otras que trajo consigo, simplemente no se activan, no son más que simples plumas, pero aquella que fue entregada personalmente por él, tiene tanta energía. Las otras plumas y la sangre no pueden ser tocadas o usadas por nadie si Quetzalcóatl no ha dado el permiso.
- Como la sangre de Jesús. – suspiró Beelzebub.
- ¿Eh?
- Jesús, el amigo de Buda. El hijo de Dios. – comentó el demonio. – Cuando Jesús entrego su cuerpo y sangre a los humanos, creo un cambio en el mundo. Su sangre es creación, es avance. Jesús hace intercambio con esos dioses desde hace siglos, según lo que mencionó Sigurd, Jesús entrega una gota de su sangre a uno de ellos, y cacao cultivado por él a Quetzalcóatl. Jesús nunca en la vida daría su sangre para investigación, lo mismo que el dios serpiente del nuevo mundo.
- Por algo se llevan tan bien, ambos son dioses creadores.
- Ambos son más que dioses. Jesús, si pudiera describirlo sería amor puro. Quetzalcóatl sería avance. Los dioses creadores son simplemente complicados y difíciles de tratar. Simplemente comprender el poder de Odín o de Zeus es difícil, incluso comprender sus mentes lo es, ahora comprender a Jesús o a la serpiente, es un reto del cuál no podemos más que simplemente esperar a que ellos decreten algo.
El científico sonrió, para después acariciar el cabello de su esposo, y besarle la frente. El demonio no entendió la súbita muestra de afecto del inventor, pero este le miraba con una sonrisa. Para Nikola Tesla, que Beelzebub tuviera curiosidad y se cuestionara de muchas cosas para tratar de encontrar una solución, le atraía demasiado, para él, lucía sumamente atractivo cuando hacia eso.
- Entonces investiguemos de los dioses de la creación. – sonrió Tesla. – Son prácticamente lo que los dioses de la muerte y destrucción son.
- ¿Quieres investigar sobre Hades?
- A decir verdad, me interesa más investigar sobre los misterios de los dioses de la creación. A Hades puedo investigarlo cuando quiera, es el esposo de mi hermano.
- Hagámoslo juntos. – dijo Beelzebub soltando una suave sonrisa.
- Trato hecho. – sonrió Nikola.
No lo pensaron mucho después de ello, acabaron por besarse y antes de que las cosas escalaran demasiado, mandaron el anuncio que la máquina de energía estaba lista para comenzar la separación con las valkirias.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
Se despertó de golpe cuando sintió una energía golpearle la cabeza.
Shiva había sentido un movimiento, uno que no debería sentir.
Rápidamente sintió que su ojo de la frente se abrió, donde acabó por tomar posición en flor de loto, concentrándose. Tenía que hacer un viaje rápido al plano existencial, al plano astral, más cuando había sentido ese leve movimiento en el universo. Fue entonces que, dentro de ese viaje, donde se encontraba en un plano lejos de su cuerpo terrenal, que lo vio, allí estaba Brahma, quien se encontraba en la misma posición de flor de loto, donde al chasquear los dedos, ese plano de nada donde sus mentes se encontraban, dieron paso a un hermoso jardín lleno de flores increíbles. Y a lo lejos, se veía la silueta de un gigante, que parecía dormido entre flores y bellezas naturales.
- ¿Lo sentiste? – preguntó el dios de la creación indio.
- Si, ¿qué significa?
- Shiva, hay algunas cosas que como dios creador no puedo compartir. – contestó Brahma. – Así como tú, dios destructor, líder de nuestro panteón.
- ¿Piensas dejarme con la duda?
- Lo que sentimos fue a Visnú. Nos sentimos a nosotros mismos revolvernos.
- ¿¡Está despertando!? – dijo Shiva alterado, mirando hacia el gigante dormido a lo lejos.
- No. – comentó Brahma. – Pero sí pudo haber despertado. Como sabes, Visnú es quien formo a la Trimurti. Él es el creador, el preservador y el destructor al mismo tiempo. Cuando simplemente pensó en el universo, decidió dividirse en tres partes, para crearlo, su parte derecha entregó, creándome a mí, Brahma, el dios creador. Para proteger su creación, dio su parte izquierda, que es el Visnú que conocemos. Y, por último, para destruirlo todo, dividió su mitad, creándote a ti, Shiva. Somos él, como él es nosotros. Somos hermanos, como al mismo tiempo somos uno.
- Si despierta, será el fin de nuestro panteón. – comentó Shiva. – Yo tendré que hacer lo que estoy destinado a hacer.
- Lo sé, destruirás todo en el momento que Visnú despierte. El problema es que algo, más fuerte de lo que tú y yo podemos provocar, hizo que Visnú estuviera a punto de abrir los ojos.
- ¿Alguna idea? – preguntó Shiva.
- Estoy investigándolo. Mantenme al tanto si ocurre algo en el Valhalla. Sé que Visnú despertando no son buenas noticias, pero, puede que nos equivoquemos, puede que su despertar, del dios que crea y asesina con el maldito pensamiento, sea algo bueno para el panteón indio.
- ¿Cómo eso podría ser bueno? – dijo Shiva. – Ya nuestra existencia de por si, como dioses supremos, más la mía, es una amenaza total a nuestra vida. Ahora con ese sujeto despierto, se acabó nuestra autonomía y solo seremos títeres de lo que decida hacer.
- Pero, es el único que podría hacerle frente a aquello que ha molestado su sueño. – suspiró Brahma.
- Te mantendré informado. – se despidió Shiva. – Nos vemos, hermano.
- Nos vemos.
El dios acabó por abrir sus ojos en el Valhalla, pero apenas estaba recobrando la conciencia de nuevo en su cuerpo terrenal, cuando tenía el rostro de su esposo Raiden enfrente, quien lo hizo gritar de golpe al tomarlo por sorpresa. Le había dicho que cuando se encontrara meditando no lo interrumpiera, pero suponía que tenía que aclararlo de nuevo.
- Oye, no estoy tan feo para que hicieras eso.
- No, es por tu rostro, me tomaste de sorpresa. – suspiró Shiva. – Te he dicho que cuando hago estas clases de meditaciones mi mente se pierde.
- Lo lamento. – sonrió Raiden. – Te traje comida, pensé que podíamos comer juntos antes de nuestra guardia.
- Sí, sí claro. – respondió Shiva.
- ¿Pasa algo?
- No sabría cómo explicarlo a un humano. – comentó Shiva rascando su nuca. – Como decirlo... entre los dioses, incluso los supremos como yo, hay otro tipo de dioses aún más poderosos.
- ¿Qué? ¿Eso es posible?
- Lo es, muy posible.
- Dios...
- Por ejemplo, dentro del panteón griego existe Caos, un dios creador, el que se encontraba en la nada y creo un todo. Un dios que ni los mismos dioses griegos han visto, solo saben que existe, no es como si esa clase de dioses se dejaran ver. – suspiró Shiva. – En mi panteón existe Visnú. Un dios que se pensó a sí mismo. Y se dividió en tres partes, siendo yo una de ellas. Pero eso no es lo importante, lo importante es que Visnú no existe ni siquiera en el plano del Valhalla, está en un plano existencial más allá que lo que nosotros comprendemos. Y se encuentra dormido, crea universo con sus sueños, y el día que despierte, será el fin del mundo como lo conocemos. Al menos así es la historia.
- Wow... - dijo Raiden. - ¿Por qué me estás contando todo esto ahora?
- Algo perturbó a Visnú en su sueño. Tuvo que ser algo extremadamente poderoso para que pudiera él sentirlo. – suspiró. – Según lo que mencionó Atenea, esos dioses, el que apuñaló Sigurd, es hijo de alguien como Visnú, al igual que como Caos. Es hijo de Ometéolt, el dios que se crea a sí mismo. Y por lo que aprendí, ¿quién crees que es el hijo favorito de ese dios?
- ... el sujeto que apuñaló Sigurd. ¿verdad? Dios, ¿ese nórdico no pudo apuñalar a otro que no sea el favorito de ese dios?
- Lo sé, esto es terrible.
- Estamos jodidos. – suspiró Raiden. - ... o no, tal vez no esté todo perdido.
- ¿O no? ¿Acabas de escuchar lo que te dije?
- Si, si, y la verdad no soy muy listo, pero, si esos dioses nunca intervinieron en problemas de dioses del Valhalla como nuevo mundo, quiere decir que no les interesa. Tal vez Visnú sintió a ese dios, pero, si no despertó, es porque simplemente no lo considera una amenaza a sus creaciones. Es como cuando nos retábamos en el sumo. Solo sientes el deseo de pelear cuando sientes algo que cambia en el ambiente en el ring. Sí, un oponente te hace reaccionar, pero, si no encuentras amenaza o una muestra de hostilidad, no peleas, así de simple. Así que ese tal Caos, como Visnú, como Omelette, son...
- Es Ometéolt.
- Si, eso. Simplemente son dioses que no se interesan, no te preocupes de más, te saldrán arrugas por el estrés. – comentó Raiden besándole la frente.
Shiva no pudo hacer más que reír de golpe por la manera tan ligera que Raiden tomó todo lo que le había contado. A decir verdad, cualquier dios se hubiera alterado con lo que se había planteado, pero Raiden no, tal vez se debía a que no lo comprendió del todo, o simplemente no le importaba, sea como sea, necesitaba esa risa.
- Me encanta lo relajado que eres, ante todo. – comentó Shiva.
- Bueno, tú también lo eres, pero, al parecer cuando se trata de temas sobre tus panteones, sueles ser muy serio, afortunadamente me tienes a mi como tu esposo. – sonrió Raiden. – Para regresar tus pies a la Tierra.
- Por ahora. – comentó Shiva. - ¿No escuchaste las noticias? Te van a separar de tu valkiria, volverás a ver a Thrud, ¿no estás emocionado? Tendrás de nuevo contigo a la mujer que amas.
Raiden acabo por acariciarle el cabello, para después abrazarlo. El dios no supo cómo reaccionar, solo aceptó el abrazo y suspiró en los brazos de su amado, porque, aunque quisiera negarlo, había acabado por enamorarse del humano, y ya no podía negarlo, quería que siguiera formando parte de su familia. Sus esposas lo amaban, era gran amigo de Rudra, y Ganesha lo adoraba como si fuera su papá, no quería perderlo, pero, tampoco le obligaría a estar con él.
Estaba dispuesto a dejarlo ir si con eso el humano estaba feliz.
- No tengo planes de nada, solo quiero dejar las cosas fluir. – comentó Raiden. – Una cosa es cierta en mi corazón, me enamoré de ti, y no pienso dejar ir este amor, como tampoco dejo ir mi amor por Thrud. Confía en que no necesitas saber todo ahora, solo seamos felices.
- ¿Solo eso me pides?
- Es raro pedirle felicidad y paz a un dios de la destrucción, pero sí, eso quiero, eso te pido.
- Entonces lo tendrás. – respondió Shiva besando sus labios. – En el caos encontraré la paz que me pides.
Ambos se sonrieron, disfrutando de esa vista, al final, sea cual sea el futuro que les esperaba, estaban dispuesto a enfrentarlo juntos.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
Cuando se trataba de fuerza, solían sus hermanos comunicarse con él. Aún recordaba jugar a arrojarlos en el aire mientras eran pequeños, en especial cierto inventor que le encantaba sentir la fuerza de la gravedad al caer. Nikola era un niño imperativo cuando era pequeño, aunque a decir verdad aún lo era, pero, al parecer, gastaba su energía en nuevas cosas que iba descubriendo como adulto.
Así que cuando recibió un llamado de su hermano para que lo ayudara a mover ciertas máquinas, y le ayudara a conectar ciertas cosas, no dudó en ayudarle. Así que ahora estaba haciendo eso. Cargando pesadas máquinas y siguiendo las instrucciones de su hermano, sobre dónde ponerlas y si se trataba de algo muy pesado, le ayudaba en lo que el inventor soldaba todo con rapidez o hacia las conexiones.
- Gracias Lü, eres un salvavidas, esto hubiera tardado mucho si intentaba mover esto con maquinaria. – sonrió el científico iluminando el lugar. – Tu fuerza sobrehumana es de bastante ayuda.
- De nada. – respondió Lü Bu a un feliz Tesla.
Para el dios nórdico fue impresionante ver al científico sentado en los hombros de su esposo, como si este le estuviera haciendo caballito, mientras conectaba algunos cables, y su reina, además de cargarlo, le pasaba los materiales que necesitaba. Acabó por soltar una leve sonrisa. Lü Bu podría tener una energía atemorizante, pero, realmente era muy noble y tranquilo, además que mostraba un cariño sincero hacia los demás.
Por supuesto, su reina era perfecta, un guerrero único y lleno de poder. Pero, con un corazón incluso más fuerte.
Estaba anonadado de ver a su general. Podía notar sus pectorales, sus piernas, ese abdomen increíble, si, estaba teniendo una excelente vista de su esposo. Más cuando se estiraba y podía notar debajo de esa camisa esa pequeña cintura que le vuelve loco. A decir verdad, ver las marcas de sus besos de la noche anterior era una verdadera bendición.
- ¡Está listo! – dijo el científico. – Lü Bu, ya puedes bajarme.
- Ten cuidado de no perder el equilibrio. – comentó el general, poniéndose de cuclillas en lo que Nikola se bajaba de sus hombros.
- Ya solo faltan unas cosas, ¿me podrías ayudar con ello?
- Esta bien.
- Solo son esas máquinas de allí y... ¡Hola, Thor! ¡Bienvenido! Muy pronto comenzaremos con el procedimiento, llegaste unas horas antes.
El nórdico no sabía si iba a quedar ciego con esa sonrisa tan brillante y grande. Pero, acabo por saludar, y acercarse, para colocarse a lado de su esposo, y recibir un pequeño empujón con el hombro de este en señal de saludo.
- Ya que estás aquí, ayúdame con lo que necesita Nikola.
- ¿Qué necesitas? – dijo Thor mirando al inventor.
- ¿Podrían mover esas dos máquinas de allá, más cerca a la fuente central que es esa? – preguntó el científico señalando cuales eran.
- Seguro. – respondieron ambos.
Ambos guerreros pusieron manos en acción, pero el dios nórdico notó algo extraño, Lu Bu parecía algo distraído o pensativo, lo notó simplemente en el ambiente, generalmente el general se siente feliz de compartir momentos con su hermano o con él, pero ahora, parecía que tenía algo más en la cabeza.
- ¿Pasa algo? – comentó Thor. – Estás muy serio, desde anoche lo estás, incluso después del sexo, sueles ser más animado.
- He estado pensando en diferentes cosas. – contestó el general. – Me pregunto sobre Randgriz, si ella estará bien. Y si ella será la misma chica que conocí al momento que nos separemos. Principalmente, sobre, si ella conserva mis recuerdos.
- Eso es asegurado. – contestó Thor. – Al unirte en alma, todas tus memorias y vivencias ella las conoce. No necesitarás explicarle nada, ella sintió y vivió esas cosas contigo.
- ... entonces...
- ¿Entonces?
- Sabe que tú y yo hacemos esas cosas. – dijo Lü Bu.
- Si, seguramente. – contestó Thor.
- Oh... - comentó el general pensando. – Espero que eso no le moleste.
- No creo que lo haga. – respondió Thor. – Pero, siento que hay algo más que te molesta. Sabes que puedes hablar conmigo, te escucharé sea lo que sea.
Thor acabó por acomodar la máquina, mirando a su esposo, si había algo que le estaba molestando a su reina, quería solucionarlo lo más pronto posible para evitar que le siguiera ocasionando un problema.
- Bueno, también estuve pensando que, al momento de separarnos, ya no podré concebir. – comentó Lü Bu. – Si tu quisieras tener un hijo, yo no podría dártelo ya.
- ¿Eh? – dijo Thor con asombro.
- Es que, Qin me dijo que una de las razones para mezclarnos con las valkirias, era que adoptáramos ciertas cosas femeninas, como hacer nuestro cuerpo ser capaz de concebir. Nunca había pensado en esto, pero si es algo que quieres, no creo que sea capaz de dártelo ahora. ¿Estarás bien con eso?
El dios del trueno no pudo aguantar la risa, aunque acabó recibiendo un golpe del general por tal reacción, pero, no podía evitar sentir que Lü Bu había sido adorable con esa preocupación. Nunca por su cabeza hubiera pensado que realmente el general, con tal de hacerlo feliz, estaría dispuesto a darle un heredero, o bueno, otro heredero.
- Soy un dios, puedo embarazarte a mi voluntad estés unido con una valkiria o no, sin importar tu género. – dijo el dios del trueno. – Lo único diferente es que, será más difícil para ti, ese embarazo va a drenarte de energía, y tendré que ayudarte durante el parto, serán muchas cosas más, pero no es imposible. Lo que, si voy a extrañar, es que te lubriques cuando lo hacemos, lucías tan lindo cuando tus piernas se empapaban.
- ¡Oye! No digas eso en voz alta.
- Lo siento. Pero, quiero que quede claro, que por ahora no busco eso, y si en un futuro tú quieres hablar de ese tema más seriamente, estaré encantado de escucharte y darte lo que deseas.
El humano solo pudo soltar una sonrisa, para después sacudirle el cabello a Thor, al final, al parecer, no había nada de qué preocuparse, solo dejar que las cosas siguieran su rumbo.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
Se habían encontrado por casualidad en el pasillo, Michel iba acompañado de su hermano Okita, mientras iban rumbo al laboratorio donde se llevaría a cabo la separación, y Loki iba en camino al mismo lugar para estar pendiente de todo, y en el caso que fuera necesario, ayudar. Pero, en el momento que se encontró con el humano, ambos no supieron si saludar, o simplemente seguir.
Tuvo que ser el japonés el que hablara.
- Oh, mira Michel, es el tipo por el que lloras y te la jalas en la noche. – comentó Okita de golpe, corriendo hacia el laboratorio dejando a su hermano solo. - ¡Nos vemos adentro!
- ¡IDIOTA!
Por dentro Michel sabía que cometería crimen de odio contra Okita por decir eso y correr como si nada, abandonándolo en una situación donde no tenía idea que hacer. Pero, no tuvo que pensarlo mucho, el nórdico había decidido hablar primero.
- Hola, don pajas. – dijo Loki.
- Nunca me la jalaría con alguien tan feo como tú. – contestó el humano hecho un tomate. - ¡Olvídalo!
- Fue algo bueno que lo dijera, así se rompió el hielo. – rio Loki. - Sabes, eso de sentirse incómodo, no va conmigo. – comentó Loki siguiendo su camino. – Solo olvidemos que todo esto pasó, y ya.
- Seguro, no es como si me importara.
- Entonces que se quede así. – contestó el nórdico.
El humano solo pudo apretar los puños al ver el desinterés del nórdico. Debería estarle rogando, pero, sabía que al final, no tenía razones para hacerlo.
- ... Realmente me agradas. – comentó el adolecente, tratando de tragarse su orgullo, alcanzando al nórdico. – Cuando tu hija me lo preguntó, pensé que mi respuesta sería, "claro que solo estaba jugando". Y me reiría, pero, al final no pude decir nada, me sentí mal, al parecer ni yo mismo conocía lo que realmente sentía hacia ti.
- ¿Y eso es?
- Me interesas. – respondió el rubio. – No digo que este enamorado de ti o una mierda como esa, pero si tengo interés, me gustaría conocerte más, digo, al final solo conozco al Loki con él que me pelee a muerte en el Ragnarök, y solo tuve unas horas contigo mientras compartíamos la tarde con Hela, me gustaría que nos conociéramos mejor.
- ...
- No te hagas del rogar, porque no voy a rogarte, si dices que no, allá tú, de lo que te pierdes. – sonrió el rubio, haciendo su cabello hacia atrás.
El nórdico solo pudo soltar una risa traviesa, para después suspirar. Bien, él tampoco podía negar que, si le llamaba la atención el niño, tal vez eso de conocerse bien no estaba mal.
- ¿Te gustaría comer después de esto?
- Acepto. – dijo Michel. – No me decepciones con una cita improvisada.
- ¿Qué? ¿Qué te lleve a comer en el peor hueco del Valhalla? Claro.
- Idiota. – rio Nostradamus.
- Bastardo. – replicó Loki.
- Es una cita entonces.
- Es una cita.
Ambos acabaron por entrar en el laboratorio, y vieron a todos los humanos con sus respectivos dioses, los padres de la humanidad, al igual que Buda, Zero y Sigurd se encontraban allí.
Para el dios del inframundo fue algo bizarro ver a tantas personas en el Helheim, justo en su propio laboratorio, en donde había realizado la unión de almas junto a Beelzebub como asistente. La primera vez que lo hizo, solo estaban ellos dos, y se había agotado tras hacerlo, era un procedimiento muy difícil, que ningún dios de la muerte, además de él, podría realizarlo. Había recordado ver el alma de Qin Shi Huang en sus manos, y como la adaptó para que estuviera fusionada con su Valkiria, y la preparaba para traer de nuevo al emperador.
Eran trabajos que se daban en la noche, muy discretamente utilizando todo su poder.
Recordaba la noche de lluvia mientras hacía eso, recordaba el frio y la soledad que sentía al hacerlo, pero ahora estaba rodeado de humanos y dioses, donde los humanos usaban batas de hospital y se preparaban para ser separados.
El primero en someterse a ello fue Leónidas, esto a petición de Sigurd, quien al saber que su valkiria estaba dentro del rey, no dudo en requerirlo, además, Leónidas se había ofrecido en ser el primero, ya que, quería asegurarse que todo saldría bien y solo así dejaría que sus hermanos menores siguieran el procedimiento.
- Bien, lo que vas a sentir ahora Leónidas, es mucho sueño, Morfeo me ayudará a dormirte para realizar el procedimiento. – comentó Hades, a un Leónidas que ya se encontraba recostado en una especie de camilla de quirófano, con mucha maquinaria a su alrededor. – No luches cuando sientas que tu alma está siendo jalada.
- ¿Voy a poder sentir eso? – cuestionó Leónidas.
- Si, solo déjate llevar, sigue la voz de Qin. – sonrió Hades. – Como mi reina, me asistirá en este procedimiento junto a Beelzebub. Uniremos fuerzas, confía en tu hermano.
- No dejaré que nada te pase, Leo. – dijo Qin, acariciándole el cabello. – Confía en tu hermano menor.
- El Edén late en un solo corazón. – contestó Leónidas. – Claro que confió en ti, siempre lo he hecho.
El ex humano no pudo evitar abrazar a su hermano, dejándose mimar por este quien le abrazó de vuelta. Haría lo que fuera para asegurarse que su hermano estuviera bien, haría lo que fuera para que este procedimiento fuera un éxito.
- Comencemos. – dijo Beelzebub.
- Si le pasa algo, tengan por seguro que voy a destruir todo el Valhalla. – dijo Odín de golpe. – Solo yo puedo asesinar a ese bastardo de Esparta.
- Decir que estas preocupado por tu esposo es una opción. – comentó Hades, soltando una pequeña risa.
- No voy a morir, deja de estorbar y que hagan lo que van a hacer. – se quejó Leónidas.
- No te aferres a las Valkirias, solo déjate llevar, esto acabará pronto. – replicó Odín.
- No lo haré, ya deja que me separen.
Entonces el procedimiento comenzó.
Cuando los ojos de Leónidas reflejaban determinación y algo de molestia por su esposo, Qin vio la necesidad de darle la señal a Morfeo de que lo durmiera. Sabía que su hermano era un orgulloso y gruñón de primera, no quería que se peleara con su igual orgulloso y gruñón esposo en la sala de operaciones. Cuando se dio cuenta de que su hermano al fin se encontraba dormido, fue que sintió la mano de Hades sujetarle.
- Voy a necesitar que mantengas abierto su cuerpo. – comentó Hades.
- ¿Vas a abrirlo?
- Abriré donde reside el alma, mantenlo abierto en lo que yo tomo a la valkiria y la extraigo con éxito. – dijo Hades. – Este procedimiento es más delicado que el primero que hice. Ya que unirlos fue sencillo, solo tenía a las almas, no a un cuerpo terrenal que podría perecer en cualquier momento, así que haremos esto. Mantén abierto a Leónidas, yo hago la separación y Beel nos ayuda en mantener el cuerpo humano en buenas condiciones.
- Hecho. – dijeron Qin y Beelzebub al unísono.
- Morfeo, no dejes que despierte. Un reflejo natural al sentir intrusión dentro de su cuerpo, es que va a querer luchar para despertar y defender su alma. Ese deseo suele ser mayor a la voluntad de no hacerlo, así que concentra tu poder.
- Lo haré, Lord Hades. – respondió Morfeo. – Confíe en mí.
- Bien, Beel, comencemos.
El dios maldito acabó por colocar collares en ambos dioses del inframundo. Dichos collares tenían una conexión directamente a la máquina que contenía la pluma servible de Quetzalcóatl. Beelzebub acabó por activar la maquina justo en el instante que Hades comenzó la delicada operación de almas. Fue impresionante ver a Hades colocar sus ojos negros y que sus manos fueran consumidas de ese mismo color, mientras su cabello se hacía largo y blanco. Ni siquiera tocó a Leónidas, hizo un movimiento en su pecho, como si trazara una línea en el aire, del cual acabó por abrir, como si abriera un par de puertas, las cuales fueron sostenidas por Qin.
Era la primera vez en la historia que el humano estaba sosteniendo algo tan jodidamente pesado y difícil de mantener abierto, era como si dioses de la fuerza estuvieran empeñados a cerrar dicho agujero que había abierto su esposo. Ahora entendía la máquina de energía con la pluma, ahora entendía cuando Hades le dijo que tendría que consumir todo el Helheim para poder mantener la energía al separarlos. Habían pasado segundos y se acercaba al agotamiento al sostener dichas puertas, mientras su esposo metía las manos en dicho agujero, y se tomaba el tiempo en ir separando luces como si fueran cables, desenredándolos poco a poco.
Eran luces, las almas parecían simples luces sin realmente un cuerpo o forma, era la primera vez que veía un alma de esa manera. Había visto el rio de almas donde aquellas que nadan en las aguas tienen forma humana, pero esta, el alma dentro de un ser viviente, no la tiene, simplemente es diferente a todo lo que se había imaginado.
El procedimiento continuó y Hades logró liberar casi por completo una, poniendo su fuerza en ello, para al final, después de una hora, lograr dar el último tirón y separarla de las otras luces. Dicha luz la encerró en un orbe negro, mientras continuaba el procedimiento ahora, separando a la siguiente valkiria de Leónidas.
- Hades, date prisa. – comentó Beelzebub. – El cuerpo de Leónidas está debilitándose, voy a tener que reanimarlo si no logras hacer eso más rápido.
- Hades... - dijo Qin con preocupación. – Por favor, por favor... hazlo más rápido.
- Estoy en eso, amor, confía en mí, no dejaré que nada le pase a tu hermano.
El rey del inframundo optó por acelerar el procedimiento cuando vio que realmente el cuerpo humano de Leónidas estaba dando signos de estar cerca de debilitarse por completo. Acabó por separar la otra luz, colocándola dentro de un orbe negro, y comenzar a cerrar dicho agujero que habían abierto, con lentitud, tratando de no hacer mal un movimiento y que todo estuviera perfecto para que el humano se encontrara bien.
Hades en ese momento, acabó por tomar los dos orbes negros, y con la ayuda de la sangre de Odín y la energía de la pluma, comenzó a construir, como si estuviera creando una figura de arcilla, un cuerpo sencillo con dichos elementos, colocando dentro las almas separadas, para después casi enceguecer a todos con la luz que desprendió ese movimiento.
Sigurd, el cazador de dragones solo pudo soltar lágrimas cuando aparecieron en las camillas de al lado del humano, poco a poco, el cuerpo de Brunhilde y su hermanita Geir. Rápidamente, sus cuerpos fueron cubiertos para evitar su desnudez por Eva, donde el nórdico se acercó corriendo cuando vio que ya estaban materializadas de nuevo.
Había sido un éxito, al fin, no se encontraba sin energía, la pluma le había ayudado a la perfección, y ahora veía a ambas valkirias de nuevo con su cuerpo normal. El rey del inframundo comenzó a regresar a su forma original, dando un suspiro de alivio.
- Morfeo, despiértalo. – comentó Hades.
El dios del sueño hizo caso, y poco a poco los ojos del espartano se fueron abriendo, siendo recibido por un enorme abrazo de Qin, mientras el Rey Leónidas aún adormilado le abrazó de vuelta.
- ¿Se logró? – preguntó Leónidas algo atontado.
- Se logró. – sonrió Qin, comenzando a lagrimear. - ¿Cómo te sientes?
- Con sueño, pero bien, sigues luciendo como una muñequita, no importa qué edad tengas. – sonrió Leónidas.
El emperador solo pudo abrazar a su hermano, llenándolo de mimos. Pero, decidió apartarse cuando el padre de todos, Odín, se acercó corriendo, sujetándole el rostro, mirando si se encontraba en buenas condiciones. Leónidas solo pudo sonreír, disfrutando las manos de su esposo en sus mejillas.
- Sabía que tenías otro rostro además del de aburrimiento que siempre tienes. ¿Te preocupaste? – preguntó el espartano viendo al nórdico.
- Cuando tus signos vitales disminuyeron, sentí que se me iba el alma. – respondió Odín.
- Pues no pasó, aún seguimos vivos los dos. – sonrieron ambos, donde el nórdico se inclinó para besarle la frente. – Odín, gracias por... ¡Brunhilde!
El espartano gritó, al ver a la valkiria acercarse para atacar a Hades, pero, rápidamente Qin intervino, poniéndose entre ellos, deteniendo el golpe de la valkiria, donde tuvo que ser Sigurd quien la sujetara para evitar que cometiera una locura.
- ¡Maldito dios! ¡Él nos hizo esto! – gritó la mujer. - ¡Vas a pagar por esto!
- ¡Bru! ¡Tranquila! – gritó Sigurd. – Hades no fue el culpable de nada, él está solucionándolo.
- ¿Qué? ¡Él fue quien nos encerró dentro de los humanos!
- Tenemos mucho de qué hablar, te lo contaré todo. – dijo Sigurd sujetándole el rostro. - Pero primero, dejemos que sigan su trabajo y traigan a tus hermanas de nuevo a la vida. Sé que estas muy confundida, pero deja que terminen, tranquila, está todo bien.
La valkiria estaba llena de confusión, hasta que sujetó su cabeza con dolor, sentía dolor al tener los recuerdos de Leónidas llegar a su memoria de golpe, y después solo pudo jadear abrazándose de su novio, mientras trataba de comprender toda la información.
- Tu mente quedará suspendida por un momento. – dijo Nikola mirando a la valkiria. – Está recibiendo mucha información de golpe, apenas puedes comprenderlo ya que tu cuerpo se está adaptando a tu alma de nuevo. Relájate o mejor, duerme un rato, lo recomiendo, hará que puedas recuperarte más rápido.
- ¿Nikola Tesla?
- Sí.
- Luces, un poco más joven. – dijo la valkiria.
- Creo que cuando tus memorias se ordenen, estarás muy sorprendida de diferentes cosas.
La valkiria solo pudo asentir, mientras miraba de nuevo todos esos rostros que conocía muy bien, pero, había algo diferente, no solo era la diferencia en ellos, o como lucían en mejor forma, sino, que parecían cómodos y felices de estar trabajando en conjunto con los dioses. Eso se le hacia my extraño, pero esperaba comprenderlo cuando fuera el momento.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
Al haber unido sus almas tanto tiempo, realmente no existía vergüenza o pudor entre ellos.
Eran uno, incluso separados, seguían siendo uno. Es por ello, que tanto Sasaki Kojiro como Hrist, se encontraban relajándose en el Onsen sin tener que dividirlo para evitar verse desnudos el uno al otro. Al final no era necesario, verse desnudos era como verse a ellos mismos desnudos, no se provocaban nada. Hrist era Sasaki, y Sasaki era Hrist.
La mujer suspiró sintiendo el rico vapor del Onsen, las ricas aguas calientes recorrer su cuerpo, y la vista de ver a Sasaki de igual manera relajándose.
- Sabes... luces muy diferente a como te recuerdo. – comentó la Valkiria, mirando al hombre. – Aunque por dentro sigues siendo el mismo Kojiro de siempre.
- Soy más joven ahora, aunque, a decir verdad, extraño mi apariencia madura, creo que me va mejor. – rio el japonés. – Extraño mi melena gris, y a diferencia de la mayoría, disfrutaba mis arrugas, eran como marcas de experiencia, todo el conocimiento de batallas a lo largo de esos años.
- Ahora tienes eso con un cuerpo joven, a decir verdad, luces muy bien de ambas formas, tanto de viejo como de joven, eres alguien muy atractivo Kojiro, no todos pueden decir que pueden lucir ambos estilos. – rio la mujer. – Aun recuerdo la primera vez que te vi sin la Yukata, no pensé que tenías ese cuerpo tan perfecto y trabajado a esa edad. Tu cuerpo lucía como el de un joven.
- Lo que me agrada es seguir siendo yo mismo. – sonrió Kojiro.
- Si, respecto a eso. – dijo la mujer. – Que seas joven es una cosa, lo puedo aceptar, pero, Kojiro. Me veo en la necesidad de hacerte una intervención, ahora mismo.
- ¿Qué? ¿Por qué? – se preguntó el japonés confundido. - ¿Es porque me estoy haciendo adicto a Los dramas? ¡Es que son muy buenos!
- ¡Eso no tonto! – se quejó la valkiria. - ¡Te casaste con Poseidón! La peor mierda de este universo, y no solo eso, estás enamorado de él, Kojiro, amigo, date cuenta.
- Poseidón y yo nos amamos. – contestó el samurái. – Es igualmente raro para mí, incluso decirlo.
- Por dios Kojiro... teniendo tanto ganado te vas con el peor. – suspiró la mujer.
- No, espérate, déjame justificarme. – se quejó Kojiro.
- A ver, justifícame, justifícame la pendejada que cometiste, justifica.
- ...
- ...
- ... Tiene... carisma. – comentó el samurái para después sonreír nervioso.
- ¡Kojiro!
- .. ¿Tiene un miembro muy grande?
- ¡Sasaki!
- ¡Ay, no se!
- ¡KOJIRO SASAKI!
- ¡Es que no lo puedo controlar! – gritó el japonés sonrojado. - El amor no es lógico, es así. Estúpido y sin sentido. Hrist, yo no quería enamorarme, solo, comencé a solo relvarme bien con él y descubrí que tenemos muchas cosas en común. Es atento, aunque ni él mismo se da cuenta de ello, me construye cosas con sus manos, se preocupa por mí, trata de siempre apoyarme a su forma, sabe que soy fuerte, me motiva a seguir en mi búsqueda por ser el único bajo el sol, es... es irracional lo sé, pero lo amo, no pienso negar los sentimientos que tengo. Tal vez sea un masoquista de primera, pero, lo amo mucho, Hrist.
- ¿Realmente sientes eso? – preguntó la mujer, acariciándole la mejilla.
- Si.
- Oh Koji. – suspiró abrazándolo. – No diré nada más, pero, si un día vuelve a lastimarte, ven conmigo, te ayudaré en todo. Porque me perturba que alguien tan inocente y noble como tú, este enredado en ese tirano de mierda.
- Gracias por comprenderme, y agradezco tu muestra de apoyo. – sonrió el japonés. – Te extrañé mucho Hrist.
- Yo lo hice más, aunque estábamos juntos, necesitaba estar a tu lado de esta forma.
Ambos se quedaron así un momento, abrazándose y disfrutando de la paz de ese abrazo. Se extrañaban, aunque estaban juntos, aunque ambos sabían lo que había pasado, aún así querían pasar horas hablando y hablando, para volverse a grabar las voces, para volverse a sentir como los amigos que eran.
- Bueno, ha sido suficiente Onsen para mí, si me necesitas sabes dónde encontrarme.
La mujer salió del agua desnuda, colocando su toalla alrededor de su cuerpo. Para después voltear a ver al japonés, dándole una suave sonrisa.
- Kojiro...
- ¿Si?
- Me alegra verte de nuevo.
- A mí también.
Cuando la valkiria se retiró, el japonés se relajó por unos minutos más. Le gustaba estar en el agua, y que Poseidón le diera la habilidad de respirar en ella y no ser afectado por las sales en su piel, lo hacía desear seguir allí toda la tarde, al menos ese era el plan, hasta que escuchó unos pasos y vio a su esposo a unos cuantos metros de él.
- Mi reina.
- Poseí, ¿pasa algo? – dijo el japonés con una sonrisa, al ver el rostro hermoso de su esposo.
- Quería ver dónde estabas, nos toca vigilar el lugar en unas horas.
- Oh, okey, estaré listo, ya casi me pensaba... ¡Qué haces?!
Solo podía ver a su esposo comenzar a desnudarse hasta quedar en su totalidad desnudo frente a él, ingresando al agua. Solo desvió su mirada avergonzado de ver a su esposo así, desde que se habían reconciliado, no habían tenido un momento íntimo, bueno, Poseidón dormía aún en otra habitación, ya que el japonés aun quería un poco de espacio, y cuando se lo pidió al dios este aceptó. Quería aclarar su mente antes de dar ese paso de compartir de nuevo su descanso, aunque, muy en el fondo, sabía que también lo estaba haciendo porque si lo tenía en la misma cama, tal vez sucumbiría ante él.
No podía negarlo, lo hacía sentir impuro, pero... también estaba experimentando esa necesidad sexual que despertó desde la primera vez que lo hizo. Era como si su cuerpo se lo pidiera y él solo tenía que ignorarlo lo mejor que podía.
Todos sus hermanos de alguna u otra forma, tenían la manera de... consolarse a sí solos, pero él y Jack la habían pasado realmente mal, así que pensar en tocarse o buscar algo como eso nunca pasó por su cabeza. Es que simplemente no era lo más relevante que hacer. Qin tenía diferentes dildos que le había construido Tesla, pero, él nunca sabría cómo decirle a su hermano que quería uno. ¿Cómo pides algo como eso?
"Oye Nikola, me siento vacío, ¿me ayudas con uno de tus inventos?"
Era jodidamente vergonzoso.
- Koji.
- ¿Eh?
- ¿Qué estás pensando? – preguntó su esposo.
- En dildos. – respondió el japonés.
Fue en el momento donde dejó salir su comentario, que el rostro del samurái se llenó de rojo carmesí, para comenzar a negar, agitando las manos y el agua, mientras la mirada seria de un Poseidón confundido le miraba. Y es que el rey de los mares se esperaba todo, menos a su esposo recatado diciendo tal cosa.
- ¡No, no! – gritó Sasaki echo un tomate. – No era eso lo que pensaba, yo no... ¡Yo no quería decir eso!
- ¿Por qué quieres un dildo? Soy tu rey, yo debería satisfacerte.
- ¡No, olvida lo que dije!
- ¿Quieres algo más grande o de diferente forma? – preguntó Poseidón. – Puedo hacerme tritón y tener dos, podrías experimentar la doble penetración si eso quieres.
- ¡NO! ¡Me gusta tu tamaño! ¡Ya es suficientemente enorme, no quiero algo que me mate! – gritó el japonés sujetando el rostro de su esposo. – Cada vez que la metes me duele, es muy grande, déjame acostumbrarme a eso antes de pensar en otra cosa.
- Koji...
El rostro de Kojiro podría estar maquillado como payaso a este punto. Solo pudo cubrir su rostro con sus manos, rojo desde los pies hasta la cabeza. ¿Qué mierda acababa de decirle?
- Esta bien tener deseos sexuales. – dijo Poseidón.
- No lo digas... es que pensé que todos mis hermanos... no, como decirlo, yo... olvídalo por favor, nunca dije nada de eso, por favor, no lo menciones.
El dios solo pudo sonreír con las ocurrencias de su esposo, y acabó por acariciar su cabello. "Esta maldita rémora... por su tamaño y su vida no debería provocarme tantas cosas, al parecer le amo más de lo que pensaba." Acabó por acercarse, incluso cuando el japonés puso un rostro de sorpresa, le besó con cariño, de la única forma que sabía darlo, imitando a Sasaki, porque para Poseidón, la única forma de expresar amor, es como lo hace Kojiro, suave, con cariño, sintiendo al otro, provocando en la más simples de las cosas, millones de emociones.
Sintió las manos del japonés rodeándolo, mientras continuaban con el beso suave y tranquilo, para después parar, a lo que el japonés sonrió, acabando por recargar su cabeza en el hombro del dios, suspirando.
- Oye... - dijo el humano. - ¿Podría pedirte algo?
- ¿Qué es lo que deseas?
- Me gustaría que durmiéramos juntos de nuevo. – comentó Kojiro, ante la sorpresa del dios. – La otra noche estaba durmiendo, y te buscaba inconscientemente en la cama, me gusta cómo me abrazas y me mantienes a salvo entre tus brazos, calmando los sonidos del mar para que nada perturbe mi sueño. Extraño mucho eso, quiero dormir contigo.
- Pensé que era el único que sentía eso. – dijo Poseidón, alzándole el mentón a su esposo, para mirar esos ojos caramelo. – Haré todo lo que desees mi reina, ni siquiera es una orden, es algo que yo deseo también.
- ¿Tú lo deseas? – preguntó el japonés, acariciándole un mechón de cabello.
- Con mi vida, lo deseo con mi vida.
Y fue entonces cuando el japonés sonrió, porque en ese momento simple, disfrutando de la tranquilidad de las aguas y la compañía de su esposo, sintió que poco a poco sus heridas expuestas, comenzaban a sanar.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
Era extraño sentir la calma después de la tormenta.
Eso pensaba el padre de la humanidad, mientras veía a todos sus hijos reunidos para la cena. Podía apreciar como su esposa convivía con ellos, como acariciaba la cabellera de Jack, hacia cosquillas a Kintoki, como Qin bromeaba con Leónidas, como Grigori hacia reír a Kojiro. Si, de nuevo ese sentimiento de amor se sentía en el aire, de nuevo, todo parecía que había regresado a la normalidad, si no fuera por la ansiedad de pensar lo que esos dioses estaban planeando hacerles.
Quería proteger a su familia, quería mantenerlos a salvo, pero, ¿cómo detienes a una fuerza imparable? No encontraba la respuesta a tal predicamento y...
- Adam. – sonrió Eva mirándole.
- Eva. – dijo el padre de la humanidad saliendo de sus pensamientos.
- No te desconectes de tu familia, abraza el momento.
- Lo siento, es que estoy preocupado. – comentó Adam. – Ya han sufrido demasiado todos, no quiero que otra vez pase algo.
- Adam.
La mujer llevó las manos de su esposo a su vientre, el cual ya se notaba un poco más que las últimas veces. El padre de la humanidad acaricio con cariño dicho vientre, para después suspirar, haciendo reír a su esposa.
- Sabes, ahora con memorias, estoy segura que Caín y Abel amarán a sus nuevos hermanos. – dijo la mujer. – Pueden aprender de ellos algo nuevo cada día, será como una aventura propia que pueden hacer nuestros bebés con todos.
- ¿No estás molesta por todo lo que pasó?
- De lo único que estoy molesta es que tuve que parir más hijos, realmente duele. – rio la mujer. – Pero, el destino fue hermoso, es sorprendente saber que viene de un plan retorcido.
- Debí protegerlos de una mejor forma.
- No, hubiera sido el mismo resultado. – sonrió la madre de la humanidad. – Esos dioses, solo querían la superioridad humana en el Valhalla, pero sin querer, les dieron a mis hijos una oportunidad de vida feliz, no agradezco lo que hicieron, pero, si tengo que vivir con el resultado, estaré feliz, porque puedo notar en su rostro esta felicidad única. Y es lo único que me interesa como su madre, que sean felices.
- Concuerdo con ello, es lo único que importa. – suspiró Adam. – Al final, un plan maquiavélico no fue más que una bendición al mismo tiempo. ¿Quién lo diría?
- La vida siempre es así de extraña. – respondió la mujer.
Ambos padres de la humanidad sonreían ante la dulce imagen de su familia reunida, para después simplemente integrarse en la plática nuevamente, y disfrutar esa cena. No importaba que les deparaba el futuro, no importaba nada si estaban juntos de nuevo.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
ACTUALIDAD
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
No podía moverse, o tratar de huir, esos ojos dorados le miraban, y si hacia un movimiento en falso, acabaría sin cabeza. Solo pudo tomar aire, ¿estaba permitido respirar? Él suponía que sí. Delante suyo estaba el dios Tezcatlipoca, era un dios atractivo, al menos se alegraba de ver un rostro agradable antes de morir, con ese cabello largo y negro, con ese maquillaje en su rostro y que resaltaba su belleza, con ese penacho en su cabeza, y la belleza que tenía consigo esas runas por su cuerpo, ese oro adornándole, esos arreglos increíbles. Era un ser divino sin lugar a duda.
Pero, no era el rostro que quería ver, no era la divinidad que quería ver en ese momento, daría lo que fuera por tener a su reina una última vez en sus brazos.
- ¿Últimas palabras? – dijo el dios mirándole.
- Las tengo... pero no puedo decirlas si tengo un arma en el cuello. – contestó Hades. – Al menos dame un poco de dignidad para decirlas sin tener que estar sufriendo por mi existencia.
- Esta bien, es lo mínimo que puedo permitirte. – comentó Tezcatlipoca, bajando el arma.
- Gracias.
- Te escucho. – respondió el dios divertido. – Será interesante, siempre que asesino a alguien solo lloran y ruegan por su vida, que te encuentres tan tranquilo con esto me llama la atención, te escucho, dios del inframundo griego.
El rey Hades pensó en segundos que hacer, para después solo buscar en su pantalón un contenedor, que tenía las plumas de Quetzalcóatl con su sangre, para estirar su mano hacia el dios mexica, quien lo veía confundido. Al parecer no entendía el hecho de que se le fuera mostrado eso, y más que se lo estuviera ofreciendo. Ese humano que habían enviado a meterse en su panteón, había robado plumas y había recolectado la sangre de su hermano, en fin, no es de gran importancia, son inservibles si Quetzalcóatl no las otorga como regalo, pero no pudo evitar soltar una pequeña risa, era gracioso que tuvieran algo tan valioso de Quetzalcóatl, y que se lo haya quitado un simple humano lo era más.
Pero.
El dios del inframundo acabó por sonreír, sorprendiendo al dios.
- Veo que lo logré, las dos cosas, te reíste, Tezcatlipoca.
El dios mexica solo pudo verlo confundido a lo que el dios del inframundo comenzó a reír, mientras el abismo comenzaba a crecer, inundando de su obscuridad todo el lugar, haciendo a los dos caer en él.
"¿Te has olvidado de todo? Ese es el problema de vivir tanto tiempo, uno se olvida de cosas."
Dijo el dios del inframundo, feliz de sacar a relucir su último juego.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
"Tezcatlipoca era el que sabía todos los pensamientos, estaba en todo lugar y conocía los corazones; por eso le llamaban moyocoyani, que quiere decir, "el que se inventa a sí mismo"; y no le sabían pintar sino como aire. Tezcatlipoca, el eterno hermoso, el eterno joven, el señor del todo, la dualidad de la creación, el guerrero de negro, Tezcatlipoca, el dios que representa la verdadera omnipotencia, omnisciencia y omnipresencia, de la misma forma en la que su dualidad refleja lo mismo en la eternidad".
"La Nada"
Antes de que existiera algo, antes de que existiera el tiempo, la muerte o la vida, estaba "Nada". Creación de los dioses que se crean a sí mismos. La nada era como un simple lienzo en blanco que no habían tenido tiempo de tocar, lo cual era normal en esos dioses, tenían tanto poder que tocar eso no era cosa fundamental en ellos, así que decidieron crear universos aparte, para entretenerse y dejaron a "nada" de lado.
"La Nada" era un lugar donde cualquier dios de cualquier panteón podía entrar, un lugar que se había formado desde el inicio de los universos, desde el inicio de algo, un lugar que servía como ofrenda de paz. Creado por "los primeros", aquellos dioses que se crean a sí mismos. Tales como Caos, Ometéolt, Visnú, etc.
Era considerado un lugar de paz, pero realmente había sido más un basurero para dejar dentro creaciones que no pueden convivir con los universos creados, desastres, lo más inimaginable se encontraba allí. Poder entrar en ese lugar era de conocimiento solo de dioses supremos, al final, se requiere mucha energía y capacidad de supervivencia para lograr sobrevivir a dicho territorio compartido.
El dios recordaba su primera vez en ese lugar, había sido después de su nacimiento, cuando sus padres, el dios Ometéolt, lo llevaron a dicho lugar y le entrenaron. El primer día allí después de su nacimiento como primer dios supremo después de los primeros, fue realmente duro. Se encontró a si mismo siendo observado por ojos que juzgaban su existencia, ojos que podrían hacerlo polvo si lo deseaban, ojos que lo destruirían si no demostraba que era una gran creación. Eso le daba más miedo que luchar con las creaciones más inimaginables. Salió con vida de milagro, pero esa fue su victoria más importante. La sonrisa de "los primeros" fue su más grande victoria. Sus padres estaban orgullosos, así que en honor al primer creado, todos sus siguientes hijos serían coronados como "Los Tezcaltipocas" en honor a él.
Después de ello, el dios mexica solía ocupar "nada" como un patio de entrenamiento. Incluso llevó a sus hermanos allí de vez en cuando. Quien solía hacerlo más veces con él era Quetzalcóatl, y aunque su primer pensamiento era porque tal vez a su hermano menor le gustaba entrenar, la realidad era otra. Quetzalcóatl era un dios que sí se entrenaba, pero no era la razón por la que viajaba a "nada". El dios al acabar su pelea con Tezcatlipoca, se la pasaba recolectando información, muestras, y realizando diferentes experimentos o escribiendo notas de lo que descubría.
Era simplemente aburrido.
Hasta que un día, fue diferente al de todos. Quetzalcóatl de golpe había dejado su pelea contra él en medio de un entrenamiento, para ver de lejos a un titán, al parecer que controlaba el tiempo, pero que dentro de nada no podía hacer mucho. Habían intercambiado miradas y el titán parecía furioso de ver a Quetzalcóatl. Su hermano Tezcatlipoca no comprendía porqué, y su hermano menor menos, pero el titán parecía simplemente furioso de la existencia de la serpiente emplumada.
- Albino. – fue lo que escucharon decir, pero ninguno de los Tezcaltipocas comprendió eso. – Lo sabía, no es hijo mío.
Ambos siguieron sus cosas, ignorando la presencia del dios griego, para continuar. Al acabar su entrenamiento, como era costumbre, Quetzalcóatl decidió ponerse a investigar, mientras que Tezcatlipoca decidió batallar con un monstruo y llevarse un trofeo a casa, o comer la carne de este y esperar unas geniales alucinaciones, o rica carne, al final, era demasiado poderoso para dañarse con algo de "nada".
Pero.
Otro día fue diferente.
Había derrotado a una bestia, una que tenía un cuerno particular que quería forjarlo para hacer una lanza de ello, pero, escuchó a su hermano gritar por él, así que con molestia decidió descender, y entonces lo vio. Quetzalcóatl miraba en shock a un niño albino, con las piernas destrozadas, seguramente por una caída, derramando sangre a montones, mientras se arrastraba sin rumbo, completamente ido, sin poder hacer más que eso, solo arrastrarse. Ya tenía todas las uñas de las manos caídas, del esfuerzo por arrastrar su cuerpo en la tierra, ya sangraba de los dedos y su piel estaba tan raspada que podían incluso notar el hueso entre los músculos.
Era cruel solo verlo, el dios decidió poner fin a todo, haciendo aparecer sus garras. Lo mataría rápido y sin dolor, y después podrían irse. Pero, su hermano detectó sus intenciones y rápidamente acabó por tomar al niño en brazos, sacando sus alas para protegerlo. Sintió un tic en el ojo, de nuevo esas malditas alas emplumadas usadas como escudo para evitar que haga algo.
- ¿Estás demente? – se quejó Quetzalcóatl. - ¿Qué diablos pensabas hacer?
- Darle una muerte rápida e indolora. – se quejó el mayor. – No soy tan cruel como para dejar a un joven dios morir en este lugar.
- ¡Tezca!
- ¡Ni me pongas esa cara, no voy a ayudar a alguien de ellos! – dijo el Tezcatlipoca. – Ese rostro, esas vestimentas, ese olor en su sangre del panteón griego, no vamos a ayudarlo, metete eso en la cabeza.
- Es un niño. – comentó Quetzalcóatl. – Debe tener pocos años desde su llegada a su panteón. Por favor, se comprensivo.
- Lo fui, le iba a matar rápido y sin dolor.
- No lo vas a matar. – sentenció la serpiente.
- ¡Entonces déjalo! – gritó el Tezcatlipoca negro. – La nada está llena de antimateria, no podrá respirar ni por si solo en unas horas, deja que muera lenta y cruelmente, deja que de sus últimos respiros de vida, me importa un carajo, vámonos ya.
Sintió que le hervía la sangre cuando el albino retiró las alas y miró al niño moribundo en sus brazos, para después ver a su hermano y acabar por ignorarlo, cortando su dedo índice y metiéndolo en la boca del niño, dejando que una gota de su sangre fuera tragada por el infante griego.
Pudo ver como por arte de magia, las piernas del niño se curaron, todas sus heridas se cerraron, sus manos volvieron a ser bellas, su piel tersa, y el cabello del niño se volvió más blanco, y esos ojos violetas se volvieron más brillantes. El pequeño griego acabó por jadear al sentir un golpe de energía de pronto, y comenzar a temblar de golpe al ver la mirada fría del Tezcatlipoca mayor mirándole.
- Aquí, ten. – comentó Quetzalcóatl mostrándole un trozo de carne crudo. – Un dios de otro panteón moriría, incluso del mío, al consumir algo de este lugar. Pero, soy un Tezcatlipoca, solo los Tezcaltipocas pueden consumir, conservar y obtener algo de "nada" en honor al idiota que está a un metro de nosotros. Un regalo de "los primeros" al haber sobrevivido. Ahora que tienes mi sangre contigo, puedes consumirla. Es mi regalo para ti, podrás sobrevivir aquí cazando.
El niño ni siquiera pudo negarse, el dios mexica acabó por meterle ese trozo de carne negra en la boca, y para la sorpresa de los tres, el niño pudo tragarla. La serpiente emplumada sonrió como maniaco al ver que su teoría era cierta, la unión del primer Tezcatlipoca con ellos, la nada, el todo, era un científico loco, de eso no había duda.
Y con ese niño, había comprobado su teoría. Necesitaba estudiarlo, cuidaría muy bien del griego, lo haría, solo tenía que llevárselo, pero, no sería fácil.
- Llevémoslo con nosotros. – sonrió Quetzalcóatl. – Puedo seguir estudiándolo, podemos hacer una mezcla de razas, una unión de panteones, lo protegeré, será como un hijo mío.
- Tú ni en 100 eones podrías tener un hijo, nunca la vas a poner, Quetza. – respondió el mayor. – Virgen loco.
- Tengo un voto de castidad. – sonrió su hermano. – Los que buscamos el conocimiento nos importan otras cosas, la sexualidad es atractiva, pero distrae del conocimiento. Eso me recuerda a que...
- ¡Cállate! – suspiró frustrado Tezcatlipoca. – Nunca la vas a poner, no por tu voto de castidad, sino porque eres un espanta dioses, nadie te abriría las piernas, maldito maníaco.
- No es como si pudiera romper mi voto de castidad solo para probarte que estas equivocado.
- ¿Quieres ver como si lo rompes? – dijo su hermano sonriente.
- ¿Qué?
- Nada... - sonrió el mayor. - Tal vez en unos eones más haga algo para que al fin la pongas. – susurró para sí mismo.
- Me lo llevaré. – dijo de golpe Quetzalcóatl.
Ante esta declaración, fue impresionante como el dios griego menor, desapareció en cuestión de segundos de los brazos del dios supremo Quetzalcóatl, para acabar en los brazos de Tezcatlipoca. El niño lo vio con miedo, ese dios tan hermoso, tan atractivo, tenía un aura tan temible que sintió sus piernas temblar, aunque el dios solo le cargaba en sus brazos como algo delicado.
- No te perdonaré si lo lastimas. – declaró Quetzalcóatl.
- Claro que lo harás, eres mi dualidad, eres "bueno". – sonrió Tezcatlipoca. – Bien, hagámoslo a tu modo hermano.
- ¡Deja al niño en paz!
- Oye, escucha bien esto dios griego, grábatelo en tu cabeza. – sonrió el mexica.
El niño solo pudo ver ese iris dorado intenso, transformándose en rojo carmesí, para después bajarlo de sus brazos con cuidado y ponerse de cuclillas frente a él, para poder estar cara a cara con el joven.
- Hagamos un trato, niño. Si un día te haces tan fuerte como para traer ante mí una pluma y sangre del idiota de mi hermano, aparte de que me haría demasiada gracia, yo prometo protegerte de todo. – sonrió el dios. - En cambio, si no lo logras nunca, yo mismo me comeré tu alma y serás parte de mi colección. ¿Aceptas el juego? Es un todo o nada, te dejo vivir ahora, pero con límite de tiempo. Si volvemos a vernos cara a cara, y lo logras, entonces, me quitaré el penacho ante ti, en cambio, si volvemos a vernos y fallas, te destruiré por completo, Hades... futuro rey del Helheim, ¿Qué dices?
- ¡Tezc...! – la serpiente no pudo hablar cuando humo negro le cerró la boca como si le pusieran una mordaza en él.
- Hades, ¿qué dices? – comentó el dios.
- ... Acepto. – respondió el niño.
- Entonces, iniciamos el juego, se cierra el trato. – sonrió el mayor, acariciando el rostro del niño. – No me decepciones, Hades.
Fue de golpe que Quetzalcóatl rompió aquel humo y sacó su arma, empuñándola contra él, mientras protegía al niño griego con su cuerpo. La serpiente emplumada estaba furioso de que un dios jugara con un dios tan joven con el fin de solo lastimarlo.
- ¡Lo condenaste a su muerte! – gritó la serpiente, tornando sus ojos dulces y calmos, en esos ojos de reptil molestos, como los de un dragón, haciendo aparecer más plumas en su cabellera. - ¡Hiciste un pacto con él! Condenaste su alma.
- Relaja las plumas, lombriz. – sonrió Tezcatlipoca. – No lo hice, ya que realmente no planeo volverlo a ver, así que, si no lo vuelvo a ver, él no tiene que temer, y será feliz siempre, al final no nos cruzamos con los de su clase.
- Retira el pacto, rompe la promesa, ¡ahora!
- No. – sonrió el dios. – Si tanto quieres ayudarlo, dale tus plumas y sangre, y listo. Pero claro, no lo harás, porque sería romper uno de tus votos, Quetza, eres tan poderoso como yo, o bueno, él que más se acerca, y, aun así, tienes tanto miedo de romper esa barrera y dejar surgir al verdadero monstruo que llevas dentro, dejar surgir tu verdadero poder como maldito dios creador, como el más fuerte, tienes tanto miedo solo porque puede que te des cuenta que al final de todas tus investigaciones, de todos tus libros, de todo tu conocimiento, te des cuenta, que yo siempre tengo la razón, y la parte buena de nuestra dualidad, está conmigo, y no contigo.
- Basta de esta plática sin rumbo. – suspiró Quetzalcóatl. – No todos son unos locos que apuestan todo en un juego estúpido que...
Fue un movimiento rápido donde la serpiente se quitó, para evitar que el niño se acercara a robarle plumas de su cabellera. Tezcatlipoca solo pudo reír, cuando se dio cuenta que el niño realmente trataba de hacerlo, quitarle las plumas, y por la piedra que traía en la mano, estaba a nada de azotarla en Quetzalcóatl, para ver si lo hacía sangrar. Al final, había decidido atacar al dios que le curó y protegió, por el simple mandato del dios que lo quería muerto.
Era simplemente poético, un enorme caos que disfrutaba el dios mayor.
- Me agrada este niño, él si piensa arriesgar un todo o nada. – rio el dios. – Hades, sobrevive, crece, serás un buen rey del Helheim si tienes esa actitud.
- Lo... lo siento. – dijo el niño dando pasos hacia atrás. – Yo... lo siento mucho... - decía mirando el rostro del dios Quetzalcóatl que lo miraba sorprendido de esa acción que estaba por cometer. – Soy un niño bueno, lo soy... yo...
- Es momento de que te vayas. Si te mantienes en el área de cuevas, podrás cazar lo suficiente para sobrevivir, las criaturas son más débiles allí, y por Quetzalcóatl, ya puedes consumir de aquí, vete.
- Lo siento...
- ¡VETE! – gritó el Tezcatlipoca mayor, asustando al niño, haciéndolo correr.
El joven dios Hades solo pudo decir eso por meses, solo "lo siento, lo siento mucho." Porque era lo que quería decirle a Quetzalcóatl, nunca quiso realmente apuñalarlo por la espalda, romperle sus ideales...
Solo quería sobrevivir.
.
.
.
.
.
.
Y en un nuevo parpadeo, se encontraron ambos dioses de nuevo en la habitación del abismo. Donde ya habían dejado de caer en los recuerdos, y volvían a la realidad, ambos sanos y salvos, incluso cuando habían caído en ese hoyo sinfín que destruía lo que fuera que cayera en él.
El dios mexica sin querer, dejó caer su arma, dejándola rebotar. Su lanza nunca había tocado el suelo, era un arma que nunca había sido ensuciada con tierra, porque nunca había perdido una batalla, pero, ahora mismo, la podía ver allí, mientras el dios frente a él le dedicaba una sonrisa.
- Pase eones y eones pensando en cómo podía conseguir la parte de ese pacto. – comentó el rey del Helheim. – Pensé que moriría apenas te viera de nuevo, pero, la iluminación llegó a mí en el momento que mi madre Rea me arrojó al abismo. Una maldita hija de puta me arrojó al jodido abismo que vive en "nada", y aunque la odie con todo mi maldito ser, esa puta me dio una ventana.
- ¿Lo sabes? – dijo el dios mexica sin apartar su mirada del griego. – Lo sabes y nunca hiciste nada al respecto para evitarlo.
- ¿Qué? ¿Qué el abismo no es más que tu jodido espejo humeante? ¿Tu arma más poderosa? – rio el griego. - ¡Claro que lo sé! ¡Claro que lo deduje!
- Supongo que ya no es un secreto.
- Siempre tuve la duda como es que ustedes bastardos conocían y sabían cada movimiento del nuevo mundo, y es porque dejaste al abismo aquí, como una jodida ventana y portal, que hace que puedan meterse y salir de nuestras tierras sin ser descubiertos, y donde tú, en especial tú, lo usas para robar almas del viejo mundo y ocuparlas a tu favor. – suspiró el griego. – Nunca fui "destinado" al Helheim, nunca fue mi propósito, el abismo no es un ser supremo que controla todo como le hicieron creer a todo el viejo mundo, el abismo es solo una de tus armas que usas para reírte de los dioses de aquí, y que te carcajeas al ver como nadie se atreve a mirarlo.
- Supongo que ya no podré reírme de su estupidez. – suspiró Tezcatlipoca, soltando una pequeña risa. – Ni siquiera tu diosa del conocimiento pudo descubrirlo, era muy gracioso. Pero, es verdad el mito, si uno de ustedes le mira, morirán al instante, el espejo los controlará, y los hará caer en él, y ya que es antimateria, no hay nada que puedan hacer contra él. Los salvé de una muerte segura con ese mito que se instauró.
- ¿Quieres que te diga gracias por eso? – bufó el dios griego.
- Sí, creo que me lo merezco, gracias a mí, tenían algo importante para mantener control. Todos tienen miedo de que el abismo los consuma, con eso mantienes el control de todos. Dales un enemigo en común, y te seguirán como borregos. Es más, deberías estarme besando los pies, gracias a mí, al ser el único dios que puede verlo, es que todos te tienen tanto respeto.
- ¿Gracias a ti? La única razón por la que no morí ese día al caer en el abismo, fue porque tengo la sangre de Quetzalcóatl en mí, y el espejo humeante que es el abismo, no elimina a los Tezcaltipocas. – rio el griego. - ¡Por eso no puedo morir! El espejo es también fuente de vida, mi cuerpo mortal puede morir, pero en automático al ser reconocido por su humo como un "Tezcatlipoca" vuelve a crearme, como al dios que le pertenece esto, el gran "Tezcatlipoca", el dios "que se inventa a sí mismo".
- Le dije a Quetzalcóatl que era mala idea, debí haberte asesinado. – suspiró el mexica.
- Por eso mi sangre es tan tóxica como poderosa, esta combinada la materia y antimateria, la vida y la anti vida. Mi sangre no es más que la mezcla de tu espejo humeante con una gota de la sangre de Quetzalcóatl.
- Mucha plática, niño. – comentó el mexica. – Pasemos más al asesinato de tu persona.
- No. – sentenció el griego. – No vas a asesinarme, y no harás nada, idiota.
En toda su existencia, Tezcatlipoca nunca ha seguido las órdenes, consejos o súplicas de alguien. Solo solía escuchar a quienes le adoraban, y solía darles la fortaleza que necesitaban, pero eso solo lo hacía con sus humanos, no con nadie más. Pero ahora, sintió como si sus brazos estuvieran atados, cuando no pudo sujetar su arma y empuñarla contra el griego. Y no era eso todo, al inclinarse por su arma, y al tener el deseo de asesinar al griego, su cuerpo no se movía, como si le hubieran encadenado para no poder atacarle.
- ¿Has olvidado quien tiene la ventaja aquí? – dijo Hades, poniéndose de cuclillas frente a él.
- ¿Qué has hecho?
- ¿Qué he hecho yo? Mejor pregúntate, ¿qué has hecho tú? – rio el griego sujetándole el rostro al mexica. – Tú, hace eones hiciste un maldito trato, un pacto, donde yo cumplí mi parte idiota, no puedes lastimarme, solo protegerme, siempre que tengas el deseo de asesinarme, tu misma magia y energía te retiene para evitarlo, obligándote a cumplir el maldito pacto que hiciste por diversión a un niño moribundo en "la nada".
"Tezca, hermano, sé que consideras que no hay nada que pueda dañarnos, pero, me gustaría que tuvieras cuidado. Tal vez no existan dioses capaces de matarnos en otros panteones, pero, si hay dioses que pueden acabar con nosotros, y esos son nuestra propia persona. Sé que no lo entiendes ahora, pero cuando la omnipresencia, omnisciencia y omnipotencia te den la espalda por algo que tú mismo creaste, te darás cuenta que el miedo existe, y es como una enfermedad, que puede reducir a un dios supremo al suelo... por favor hermano, ten cuidado contigo mismo, no dejes que tu mente vuele lejos de tus pies en la tierra."
El mexica solo pudo recordar las palabras de su dualidad en su mente, oh, así que a esto se refería Quetzalcóatl. Las cadenas que lo paraban y lo reducían, eran cadenas que el mismo había amarrado a su cuerpo, y ahora su fuerza, era quien lo sometía de rodillas en el suelo.
– Fue en tu maldito trato, donde comencé a idear todo esto.
- ... ¿Qué? – dijo el dios sorprendido mirándolo.
- Nunca fue un juego contra los humanos, todo, y cada una de las cosas que pasaron, cada parte de este juego de ajedrez, cada maldita cosa, fue planeada por mí. – sonrió el griego. – Y no sabes cómo gocé que todo saliera a la perfección.
- ... Nos usaste. – dijo el mexica mirándolo. – No fue que te diera la espalda ese dios del sueño, nos usaste como enemigo en común... pusiste toda la culpa en los dioses del nuevo mundo, para que los humanos nos repudiaran, los panteones nos odiaran, y tú limpiaras tus manos a tu conveniencia. Le rompiste el corazón a Quetzalcóatl y la confianza a Jesús, para que su amistad se dañara, y así evitar por un tiempo el contacto con nuestro panteón. Controlaste a cada uno para cumplir tus propios deseos.
- ¿Qué te puedo decir? – dijo el griego encogiendo sus hombros, alzando sus manos al aire en modo de burla. - El fin justifica los medios.
Por un momento, ambos dioses se sonrieron y compartieron una risa. Aunque estaba de rodillas, no podía evitarlo, le agradaba ese niño, le agradaba bastante, joder, que siempre los vio como poca cosa, que los ignoró por completo cuando bien sabía que podía conocer todo esto desde antes, pero no lo hizo, porque, ¿qué gigante se detendría a mirar hormigas?
Ahora, era sorprendente como una hormiga lo había hecho tropezar.
- Te lo contaré, el cómo lo hice. – sonrió Hades, haciendo aparecer un trono de sombras para sentarse. - El abismo es un espejo, me dio el reflejo de mi vida, de lo que iba a pasar, de lo que iba a sufrir, de lo que tenía que vivir, y con eso planee todo. Tu maldita omnipresencia y omnipotencia que rompe el tiempo y el espacio me dio la información que necesitaba para seguir planeando todo esto. Pensé en todas las variables posibles, y elegí la que tenía el 100% de probabilidad de funcionar, así de simple.
Sonrió el griego mirándole, viendo los ojos felinos de Tezcatlipoca, quien le miraba sorprendido escuchándolo todo.
- Primero, tenía que ser el dios más confiable, eso se me dio natural, ya que el Hades que todos aman, es mi verdadera personalidad. Segundo, tenía que esperar el nacimiento de Atenea, y tenía que convencerla de estar de mi lado, nunca le dije todo, pero la manipulé lo suficiente para que todo el conocimiento y estrategias de movimiento fueran brindadas hacia mí. Tercero, esta tener a la personificación del sueño de mi lado, tenía que tener a Hypnos conmigo, así que, desde un inicio, siempre ha sido el dios que más confía en mí, incluso me siguió ciegamente cuando le dije hace eones que tenemos que aparentar que no nos llevábamos bien. – rio el griego. - Yo fui quien estuvo allí apoyando la creación de Adam, haciendo que Hypnos tuviera a Morfeo, y hacer que Morfeo amara a la humanidad tanto como yo la amo. Necesitaba que Morfeo perdiera a su humana, necesitaba moldearlo y hacerlo fuerte, lo suficiente para que, en el futuro, tuviera la fortaleza y fuerza para rebelarse en contra de Hypnos. También, necesitaba a Adam, necesitaba que su creación pasara, necesitaba que tuviera descendencia y siguiera multiplicándose, porque necesitaba tener a mi emperador a mi lado, no importa si tenía que esperar eones para tenerlo, no importaba porque sabía que el plan funcionaría, sabía que obtendría todos mis cometidos si solo me apegaba a mi plan como una maldita biblia a seguir. Al final, solo tenía que esperar y esperar al momento preciso.
- Usaste mi espejo para conocer tu futuro... - dijo Tezcatlipoca. – Pero es impresionante lo que escucho, ¿desde hace cuánto has estado obsesionado con ese humano? A tal punto, que te aseguraste que, en algún punto de la historia, su padre conociera a su madre y lo engendraran, te aseguraste de su supervivencia, y te aseguraste de que fuera elegido, todo con tal de que te mirara y sonriera eones y eones después.
- Solo sigo la ley que él delegó para mí. Un rey siempre tiene que perder la cabeza por su reina.
- Estás loco de remate, manipulaste sin parar a los que te aman por asegurar tener a ese humano contigo. – suspiró el dios. – Debería rescatar a ese humano de tu obsesión, debí asesinarte.
- Pero no lo hiciste. – sonrió Hades. – Después de comenzar a preparar el terreno hace eones, llegó el momento preciso donde conocería a mi reina, el Ragnarök, solo con verlo ya quería caer a sus pies, me enamoré un millón de veces más con solo verlo, pero, tenía que aparentar que yo quería la destrucción de todo igual, jurando venganza por el asesinato de mi lindo hermano Poseidón. Me aseguré de perder, y me aseguré de manipular a Brunhilde en la elección de los humanos, para dar el resultado que se dio. – comentó el griego, jugando un poco con su cabello. - Entonces seguía el verdadero plan, hice todo al pie de la letra, hice todo para que Qin descubriera el plan, se enojara, y que mi reina voluntariamente comiera las granadas.
- Pensé que lo amabas, pudo morir al tomar tu sangre de esa forma.
- No, sabía que mi reina actuaría en un momento de impulso. Es inteligente, pero es emocional, sabía que se dejaría llevar, así que, aunque estaba en la celda del tártaro, gracias a Hypnos, tenía todo asegurado, cuando las comió y se desmayó, llegue de golpe para evitar que muriera, haciendo que siguiera respirando e induciéndole un coma, para cuando llegó su hermano, solo esperar a que me sacaran de la celda y continuar el procedimiento. Era importante el coma, así le mostraba mi trágico pasado, que ese es verdad, y me ayudaba a comunicar que él y yo somos el uno para el otro.
- Loco de remate, le haces competencia a Quetzalcóatl.
- Bueno, como decía, hice que Hypnos "enloqueciera" con su desconfianza, pero, al mismo tiempo, hacía que manipulara entre sueños a todos.
- Eso explica porque tenías tanto control en el mundo de los sueños.
- Por supuesto, tener a Hypnos fingir que no entendía como no pudo controlarme, cuando él era quien controlaba todo, fue divertido. Al final, es verdad, ningún hijo puede ganarle al dios supremo que lo creó. Así como Zeus puede derrotar a Apolo, Hypnos puede derrotar a Morfeo en poder siempre que quiera. Me dolió un poco, estimo a Morfeo, pero en ese momento, era necesario que Hypnos tomara el poder.
- ¿Cómo es que ese dios aceptó toda tu locura?
- Simple. – sonrió Hades. – Hypnos no puede entrar en mis sueños.
- ¿Qué?
- Es gracioso, muy gracioso como tu poder y la sangre de Quetzalcóatl pueden derrotar tan fácil a los dioses del viejo mundo. Al no poder leerme, le intrigó siempre mi persona, así que comencé a manipularlo y manipularlo, al final, no podía meterse en mi cabeza, pero, yo si podía crear "falsos momentos" en mis "sueños" que se manifestaban en su reino, lo que me hizo fácil manipularlo de la verdad.
- Bravo, al fin conozco a un dios que usa sus ventajas de manera magistral.
- Gracias. – dijo el rey del inframundo, aclarando su garganta. – Ya que tenía a Hypnos manipulando las mentes de todos, hice que manipulara a Perséfone a tal punto que actuara de la forma en la que actuó, saliendo todo como un anillo al dedo, con tal de provocar con toda esta revelación de ese sucio, "plan contra los humanos", al único que podría herir a un dragón, bueno, a una serpiente emplumada, y que me trajera la pluma y sangre que necesitaba.
- Esa diosa te amaba, Hades. – sonrió el mexica. - ¿No sientes remordimiento por como la dejaste?
- Destruí la mente de Perséfone, porque era necesario para que volviera a construirse. Necesitaba matar a Perséfone en vida, para que se liberara de todas sus cadenas. – comentó Hades. – La amé, incluso cuando sabía que no sería mi reina, incluso cuando sabía que estaba enamorado de Qin desde hace eones, la amé, la adoré, le sigo queriendo, es por ello que la liberé.
- ¿Con traumas?
- Si demueles algo hasta el suelo, no queda más remedio que limpiar todo y volver a construir. Eso es lo que logré en la mente de Fone, necesitaba que se destruyera hasta el suelo, para que comenzara a tener la fortaleza de liberarse, sin mi ayuda, de sus propias cadenas que Deméter, y ella misma se había puesto. En el caos de su destrucción, al fin veré el nacimiento de la diosa que debe ser. Ella ya lo tiene dentro, a esa poderosa mujer que ha dejado salir en algunas ocasiones, solo le faltaba caer para levantarse como la reina de la primavera que es.
- ¿Era necesaria la violación?
- Nunca hubo una violación. – sonrió Hades. – Solo fue una ilusión de Hypnos en su mente. Nunca me tocó realmente, solo soy un perfecto actor, y ella me ama mucho, así que quedó ciega ante la verdad, en no notar que realmente, su cuerpo y mi cuerpo, estaban bien, sin un gramo de contacto entre nosotros. Al final, necesitaba destruir su unión conmigo de una forma, y sabía que no me dejaría, al menos que le pesara verme, así que lo hice.
- Me siento mal por esa diosa, pero espero que al fin vea la clase de mierda que eres. – rio el dios mayor. – Continúa.
- Mandé a tu panteón, al único humano que destaza dragones y nunca se tentaría el corazón por tu hermano. Sabía que Quetzalcóatl bajaría sus defensas ante las creaciones que más ama, los humanos. – suspiró Hades. – Me duele haberlo lastimado, alguien tan bueno, pero era necesario, tenía que obtener las plumas y la sangre, y que ese humano las entregara voluntariamente ante mí, para utilizar la pluma servible en la separación de las valkirias, y no agotar mi energía, era necesario. Es una lástima que hiciera que todos odiaran a Quetzalcóatl ahora, pero no importa, ahora tengo las herramientas que te encadenan al suelo, Tezcatlipoca.
- Maldito griego... - suspiró el mexica. – Manipulaste a tu hermana para que fuera por ese humano, y lo enfureciera con la verdad de tu plan. Sabías que ella se encargaría de hacer que ese humano nos buscara. Y usaste a ese dios hindú, Buda, para avivar el fuego y que todo se destruyera tal y como querías.
- Así es.
- Vaya...
- Tengo una pregunta, Tezcatlipoca. – dijo Hades mirándole.
- ¿Cuál?
- Dime... - rio Hades. - ¿Ya te ha hecho suficiente gracia?
El dios mexica solo pudo apreciar los ojos del griego, para después soltar un bufido, uno que intentó contener, pero no pudo, solo comenzó a reír, poniéndose de pie, a lo que Hades de igual manera comenzó a reír con él. Era increíble, podía ponerse de pie ya que el deseo de asesinar a Hades se había esfumado, y eso era porque el mexica sentía orgullo y cariño por él. Quetzalcóatl quería adoptarlo, pero Hades parecía más su hijo que un hijo de Quetzalcóatl, no podía contenerse, realmente era gracioso como al final, no lo había decepcionado ese niño moribundo.
Acabó por tomar las plumas y la sangre de su hermano, guardándolas con él, para al final mirar al griego quien le sonreía. El dios sabía que era lo que quería, y con todo el dolor de su alma tenía que cumplirlo. Acabó por retirar su penacho, dejando que esa cabellera perfecta cayera rebelde, y dar una reverencia ante Hades, para después suspirar.
- Bien, ganaste. – dijo el mexica con un gesto de disgusto por perder. – Lo admito.
- ¿Qué es un dios para un no creyente? – comentó el griego de golpe, confundiendo al dios supremo. - ¿Quién se supone que tenía que humillar a quién? ¿Quién realmente es más fuerte que quien?
- No tientes a tu suerte, niño. – respondió en un tono serio el mexica. – Puedo romper ese pacto como quiera, cuando quiera. Es la virtud de un dios de mi nivel, a diferencia de ti, que no podías romperlo, tenías que romperte la cabeza para encontrar una solución.
- Tu no tientes a mi maldita voluntad. – replicó el griego. – Y sé que no romperás el pacto, porque sería declararte atrapado y cobarde, al salir por la puerta fácil. Tu omnipotencia, omnisciencia y omnipresencia es nada ante mi ahora, que gracioso, el maldito Tezcatlipoca original, este encadenado ante mí, un simple dios del inframundo. Porque nuestro trato es que me protegerías de todo, así que cumple tu parte, maldito hijo de puta del nuevo mundo, te toca obedecerme y cuidarme como un jodido perro faldero.
- ... sé que debería estar molesto, pero realmente me siento como un padre orgulloso. – rio el mexica. – Bien, bien, dime, ¿qué quieres?
- Quiero que lances un mensaje, y digas en el que no se creará una guerra en el Valhalla. Y que como tratado de paz, nuestros reinos nunca más en la eternidad se volverán a cruzar, sin excepciones, ningún dios del nuevo mundo, pisará tierra del viejo mundo, y viceversa. Y quiero, que siempre que te necesite, volvamos a este lugar, y aparezcas ante mí para ayudarme en lo que requiera, ahora proteges mis intereses.
- Esta bien. – respondió el mexica. – Lo haré, lanzaré el mensaje. Y lamento no volver a ver a Jesús de nuevo, pero sé que su corazón encontrará perdón, y el corazón de Quetzalcóatl lo encontrará también, al final, ellos perdonarían a una mierda como nosotros.
Ambos dioses se miraron, para después comprender que, por primera vez, se estaban viendo como iguales. Al final, ambos habían obtenido todo, debido a su nivel de manipulación y arriesgarlo todo o nada. Ambos estaban condenados a vivir de la desdicha de los demás, y alimentarse de la diversión en el caos, ambos eran eso, y ambos disfrutaban ese nivel de poder.
Ambos eran iguales, uno guiado por amor y obsesión, y otro por ambición y dualidades.
- ... Sobre lo que te pregunté, ¿te digo la respuesta?
- ¿Eh?
- ¿Qué es un dios para un no creyente? Tu hermano hizo esa pregunta a mis hermanos, así que le respondo, puedes decirle. Un dios para un no creyente como yo, es absolutamente no más que una maldita pieza en un tablero de vida. Retírate del Valhalla cuando dejes el mensaje.
- El trato es protegerte, Hades. – dijo Tezcatlipoca. – No olvides que la palabra es proteger tu integridad, no proteger la de alguien más, si yo quisiera, podría ir y asesinar a tu reina ahora mismo. Te he dado la victoria, no tientes a tu suerte y quieras pavonearte de más, ya que no puedo tocarte, pero a todo lo demás sí.
- Lo sé, pero tal vez puedes decirme confianzudo.... Porque no siento que lo harías.
- ¿Y eso?
- Siento que no detestas nada de lo que hice, es más, te agrado demasiado. – comentó el griego. – Al final, estas feliz de ver que te elegí sobre Quetzalcóatl. Y siento que protegerme no es algo que te pese, lo harías con gusto, tuviéramos un trato o no.
- Buen niño, sabía que no me equivocaba contigo. – sonrió Tezcatlipoca. – Esta bien, haré que nadie ataque aquí, solo no me decepciones, si has decidido seguir mi camino, espero que llegue el momento donde intentes más allá de lo que conoces. Realmente sería interesante tener una especie de hijo en el viejo mundo.
Después de esas palabras, el dios se esfumó.
Cumplió con su palabra, dejando claro el mensaje, calmando al Valhalla y sentenciando al acuerdo de paz entre ambos bandos. Tuvo que ser Hades quien calmara a todos los dioses y humanos, que querían venganza, pero lo logró después de unas pláticas, y la vida en el Valhalla, comenzó un nuevo capítulo después de la visita de aquel dios del nuevo mundo.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
DÍAS DESPUÉS...
.
.
.
.
.
Era un camino tranquilo, donde el rey del Helheim saludaba a su gente.
Se cruzaba con Atenea quien le sonreía, y él le devolvía la sonrisa. Después se cruzó con Hypnos, donde ambos acabaron por sonreírse, siguiendo su camino. Era un día tranquilo, después de que cierto dios hiciera aparición y declarara que no atacarían en absoluto, y que el humano Sigurd afirmara quien era y lo poderoso que era ese dios llamado Tezcatlipoca, los días continuaron tranquilos.
Su vida por fin podía comenzar como siempre la deseo.
Así que seguía su camino por su palacio, hasta llegar a su sala de trono, donde vio sentado en él, a su hermosa reina, quien acariciaba con cariño a su cacatúa. Pero, en el momento que Qin Shi Huang notó su presencia, se levantó para correr hacia él y abrazarle, colgándose de él para obligar a su rey a inclinarse y besarlo. Nunca diría que no a los deseos de su reina, le había deseado por eones, y ahora podría disfrutar de su amado por toda la eternidad.
- He preparado algo muy especial hoy. – dijo Hades. – Para celebrar tu cumpleaños.
- Sé que será maravilloso. – sonrió Qin mirándole, para besarlo de nuevo, perdido en su esposo. – Aunque ahora que soy un dios, ¿es necesario seguir contando mi edad?
- No, pero siempre es una buena excusa para celebrar la grandiosa entidad que eres. – sonrió Hades haciendo reír a su esposo, y seguir llenándolo de mimos. - ¿Vamos? No quiero que perdamos nuestra reservación.
- Vamos, mi rey. – dijo su emperador. – Oye, he estado pensando...
- ¿En qué?
- Yo... amo estar a tu lado, y no quiero que suene como que no quiera eso, pero, ser inmortal, me hace ver que perderé a mi familia. Hades, no quiero eso, es egoísta, pero...
- Mi amor, mi dulce Qin, mi reina. – dijo el rey del Helheim, tomando su rostro, besándole con delicadeza su frente. – No dejes que eso te atormente, ¿tú realmente crees que los otros dioses los dejarán como mortales? Es obvio que los harán inmortales a la par de ellos para nunca separarse. Es más, Poseidón me lo dijo en la mañana, seguro Sasaki te lo cuenta en la tarde, y Thor ha comenzado a preguntar sobre ello, al igual que los demás. No perderás a tu familia.
- ¿Lo juras? – sonrió el emperador abrazándolo.
- Lo juro, haré todo para nunca verte triste. – dijo el más alto llenándolo de besos, haciendo reír a su esposo. – Crearé un maldito caos si es necesario, pero siempre tendrás lo que quieras.
- Que lindo me consientes, mi rey, te amo. – declaró Qin, llenando de besos a su esposo.
Ambos acabaron por caminar, enamorados, perdidos el uno en el otro, hasta que Hades notó su juego de ajedrez arrumbado, comenzando a llenarse de polvo. Sonrió, para acercarse y tomar una pieza blanca, empujando con ella a una pieza negra, haciendo jaque en el tablero.
- Checkmate.
El griego soltó una pequeña risa, para al fin disfrutar la vida que planeo por toda la eternidad. Al final, había dejado en claro, lo que era arriesgar un todo o nada, en un tablero de ajedrez que él mismo había controlado a la perfección.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
¡SE ACABÓ!
La verdad, tenía miedo que la portada del fic les dirá spoiler de quien ganaría, ya que pues, la pieza blanca está destrozando a la negra. Al principio dije, "bien, es para que piensen que Hades peleará con Qin" pero al final fue un más, "Es para que se vea que Hades hizo de Tezca su perra." Jajaja
Siempre, por la forma de pensar Hades en el Ragnarok, y como observó tan calculadoramente jaja, la pelea de Buda, dije, "este wey tiene potencial, de no ser cegado por el amor de sus hermanos, causaría un caos." Y así que aquí quise demostrarlo.
Es un final agridulce, ya que al final, el villano ganó, pero es un villano chichón y guapo, así que se le perdona.
Estaba pensando escribir los extras, ¿qué les gustaría conocer? O les gustaría mejor que escribiera ese mini omegaverse, que es más una historia algo graciosa jaja, no larga, tal vez un two shot. Déjenme aquí saber que les gustaría.
A Hades le queda como anillo al dedo esta canción:
https://youtu.be/gSPpRs3Izw0
¡Saluditos y muchas gracias por acompañarme en esta historia!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top