Makeup
—¿Charlie?—Angel tocó a la puerta del dormitorio de la chica y aguardó unos segundos, esperando recibir respuesta.
—Adelante—escuchó decir a la rubia.
Angel Dust entró en la habitación al recibir su permiso y miró la sala, sin lograr ver a Charlie.
—¿Dónde estás?—preguntó, extrañado.
—Estoy en el baño.
El de apariencia arácnida alzó una ceja y se acercó a la puerta del cuarto de baño, colocando su diestra en el pomo de la puerta y alzando la mano izquierda para golpear la madera de ésta.
—Puedes pasar, Angel—dijo Charlie.
—¿Segura?—Angel esbozó una sonrisa al mismo tiempo que bajaba su mano izquierda.
—¡Claro que sí! No me estoy duchando ni haciendo ninguna indecencia; pasa, sin miedo, hombre—lo animó la chica.
Angel rió levemente antes de abrir la puerta con el pomo y entrar en el amplio baño; Charlie estaba de espaldas a él, frente a la pila lavamanos.
—¿Qué haces? ¿Te encuentras...?—Charlie se dio la vuelta, asustando a Angel—. ¡Hostia! ¡Mi madre, Charlie! ¿Qué te has hecho en la cara?
La hija de Lucifer suspiró al mismo tiempo que borraba la sonrisa de su rostro y se daba la vuelta de nuevo, mirándose al espejo sobre la pila lavamanos.
—¿Qué intentabas hacer?—preguntó Angel Dust, un poco más calmado, mientras se acercaba a Charlie.
Ella se acercó una mano a su mejilla, exageradamente empolvada y maquillada, y respondió:
—Hoy tenía una cita con Vaggie, y quería arreglarme para verme bonita. Pensé en ponerme maquillaje, pero ya ves.
—No es por ofender, chica, pero pareces un pastel humano—Angel puso uno de sus pares de brazos en jarras mientras ladeaba la cabeza y señalaba con otra de sus manos restantes el reflejo de Charlie.
El rostro de la chica estaba empolvado en desmedida, otorgándole un color más pálido a su piel y ocultando un poco sus mejillas rojizas al estilo guiñol; el contorno de ojos estaba un poco corrido, al igual que el de sus labios, y la sombra de ojos no es que estuviera muy bien, que digamos.
—Lo sé, mi cara está hecha un desastre. No sé maquillarme, no se me da bien—la Morningstar hizo una mueca al mismo tiempo que tomaba una toalla húmeda desmaquillante y la pasaba por su rostro.
Angel suspiró al ver el semblante triste de su amiga y se acercó a ella.
—Tú ya te ves bonita de por sí, Charlie—el de apariencia arácnida posó una de sus manos derecha y otra izquierda en los hombros respectivos de la hija de Lucifer, tratando de animarla un poco—. Aunque entiendo esa preocupación por verte reluciente a los ojos de tu ser amado. ¿No crees que mientras podrías ir viendo qué ponerte?
—Ese es otro problema que tengo:la cita es en una hora y media y no se qué hacer o ponerme; he pasado demasiado tiempo tratando de hacerme bien el maquillaje y no he preparado nada—Charlie suspiró y se apartó la toalla del rostro para ver el reflejo de Angel a los ojos. Éste suspiró de igual manera y apoyó su mejilla sobre la cabeza de la chica mientras pensaba cómo animarla.
De pronto, una idea vino a la cabeza del chico, que sonrió antes de alzar la cabeza y decir:
—¿Y si te ayudo?
—¿Sabes manejarte dentro de este tema, Angel?—preguntó Charlie mientras se giraba a mirar a su amigo a los ojos.
—Por favor, ¿quién crees que consigue que este bellezón de cara resalte cada mañana? Y siempre soy yo el que elijo qué ponerme, y ya ves los piropos que consigo—dijo Angel al mismo tiempo que inflaba el pecho con orgullo—. Aparte, casi siempre soy yo el que se maquilla antes de las películas:que luego las chicas de Val me arreglen el maquillaje es distinto...Pero bueno, no metamos este tema o al propio Val ahora mismo en esta conversación.
—Sí, por favor, que si lo haces, me entra una mala hostia y ya...—Charlie dejó la frase a medias, pero crujió sus nudillos, dejando entender a Angel a lo que se refería.
Angel Dust rió de nuevo y dijo:
—Vale, bueno. ¿Te ayudo, entonces?
Charlie sonrió, por lo que Angel tomó a la chica de una mano y con la otra tomó el estuche de maquillaje que la Morningstar había estado usando. Después, llevó a su amiga hacia la zona de la cama, donde la dejó sentada junto a su estuche de maquillaje.
—Antes de ponernos al lío, necesitaremos ver qué te pones para complementarlo con tu maquillaje—dijo Angel mientras abría las puertas del armario de Charlie.
El chico quedó boquiabierto al ver que, lejos de lo que aparentaba el exterior, el armario era bastante amplio, casi como un vestidor.
—Qué cojones...—susurró Angel antes de girarse a mirar a Charlie—. ¿De dónde coño has sacado tanta ropa? ¿Sabes que si encuentro algo de mi talla te lo pienso quitar, no?
Charlie rió brevemente antes de responder:
—Son los beneficios de ser princesa:una tiene tanta ropa que hasta le sale de las orejas—la chica ladeó la cabeza antes de seguir diciendo—:Y no me importa que me quites ropa siempre y cuando después me la devuelvas.
—Dijo la que me quita las camisetas porque le gusta usarlas de vestidos—respondió Angel mientras sonreía y se agachaba para tomar una prenda de ropa que había en el suelo del armario-vestidor—. Mira, aquí está la prueba.
El chico hizo una bola con la camiseta y se la lanzó a Charlie al rostro, quien la paró con las manos para después extenderla y acercarla a sí misma.
—Sigue oliendo a ti—musitó la princesa.
—Eso ha sonado muy siniestro, princesita—comentó Angel con un tono burlesco antes de tomar unos jeans, una blusa blanca y unas bailarinas negras.
El de apariencia arácnida salió del armario-vestidor con esas prendas en sus manos y cerró las puertas tras él con la mano que le quedaba libre.
—Ten; pruébate esto y veamos cómo te queda.
Charlie asintió antes de dejar la camiseta en sus manos, levantarse y tomar la ropa de manos de Angel para después irse tras un biombo para poder cambiarse.
—¿Y qué se supone que vais a hacer tú y la señorita ceño fruncido en vuestra cita?—preguntó Angel mientras se sentaba frente al tocador del cuarto de su amiga y colocaba el estuche de maquillaje sobre el mueble.
—Vaggie no me lo ha dicho, pero dijo que no iba a ser nada exagerado como una cena en un restaurante—respondió Charlie mientras se quitaba su traje y se comenzaba a poner pantalones—. Me dijo que estuviera abierta a cualquier sorpresa.
Tras un par de minutos silenciosos, Angel dijo:
—¿Has terminado ya?
—Et voilà—Charlie salió de detrás del biombo con la ropa que Angel le había dado, pero además, se había colocado una chaqueta vaquera y unas gafas de sol en la cara—. ¿Qué tal?
—¿Y esa chaqueta?—preguntó Angel mientras se acercaba a Charlie.
—La he encontrado detrás del biombo, y en el bolsillo de la chaqueta estaban estas gafas—respondió mientras se quitaba las gafas.
Angel se llevó una mano al mentón antes de decir:
—Gafas sí, chaqueta no. Demasiado vaquero.
Charlie asintió mientras se quitaba la chaqueta y dejaba las gafas colgando de la blusa con una de las patillas de la montura.
—Venga, vamos a maquillarte de una vez—el chico sonrió antes de tomar a Charlie de la mano y sentarla en una de las sillas frente al tocador, para después, sentarse él.
Angel fue sacando el maquillaje que creía conveniente de la bolsa. Una vez conseguidos todo lo necesario, tomó una esponjita y un tubo alargado con un líquido blanco.
—Muy bien, empecemos. Normalmente se aplica un poco de base en la cara, pero no creo que sea muy conveniente con tu tono de piel—comentó el chico antes de tomar del mentón a Charlie y mover cuidadosamente su rostro de un lado al otro, mirando la piel de la chica—. Así que pasaremos directamente al corrector.
—¿Eso no se aplicaba a las rojeces y a las manchas de la cara?—preguntó la Morningstar.
—Sí, pero también se aplica debajo de las ojeras, y mucho me temo que tienes unas más grandes que los círculos negros de un oso panda—señaló Angel antes de ladear la cabeza—. ¿Has trasnochado de nuevo?—el de apariencia arácnida desenroscó la tapa del tubo y después sacó el palo-esponja que iba pegado al tapón para aplicar unos puntos del producto bajo los párpados inferiores de Charlie.
—¿No?—trató de mentir la hija de Lucifer, pero la mirada seria de su amigo hizo que suspirara, sonriera de manera nerviosa y dijera—:Bueno, puede que un pelín.
—Charlie—dijo Angel con seriedad mientras enroscaba de nuevo el tapón en el tubo.
—Vale, he pasado casi toda la noche en vela. Pero es que tenía que dejarme la tarde libre si quería tener más tiempo para estar después con Vaggie. Hay algunas cosas que quiero arreglar del hotel tras la batalla contra Adán, y últimamente esas cosas se comen mi tiempo libre—se sinceró Charlie mientras cruzaba los brazos sobre el pecho y hacía una mueca—. Y la verdad, quiero pasar más tiempo con Vaggie después de todo este embrollo.
Angel esbozó una media sonrisa comprensiva antes de alzar levemente el mentón de Charlie y pasar la esponjita por debajo de los párpados de Charlie.
—Está bien que quieras quitarte trabajo de encima, pero la próxima vez, pide ayuda a uno de nosotros o reparte las tareas entre las distintas horas del día para no tener que pasar la madrugada haciendo papeleo—dijo mientras difuminaba el corrector con cuidado—. Porque si no, parecerás un zombie en la cita con tu novia. ¿Me prometes no volver a pasar la noche en vela?—Angel detuvo sus acciones para alzar uno de sus meñiques.
Charlie asintió y estrechó su meñique con el de Angel, que sonrió, algo más tranquilo.
—Bien; espero que así sea—dijo antes de dejar la esponjita a un lado y tomar un botecito de eyeliner líquido y abrirlo—. Cierra los ojos y no te muevas.
Angel se acercó a Charlie y cuando ella hubo cerrado los ojos, el de apariencia arácnida estiró un poco del borde del ojo derecho de su amiga para hacer una línea en el borde del párpado superior. Al terminar, repitió la acción en el otro ojo.
—Sigue con los ojos cerrados; ahora toca la sombra de ojos—mencionó Angel al mismo tiempo que dejaba el eyeliner sobre el escritorio y después coger una cajita con sombra de ojos azul oscuro.
Charlie se mantuvo con los ojos cerrados, y mientras su amigo pasaba una pequeña brocha por sus párpados, preguntó:
—Oye, Angel, ¿puedo hacerte una pregunta?—al escuchar un ruido afirmativo del contrario, siguió—:¿Dónde aprendiste a maquillar? ¿Fueron las chicas del estudio de tu jefe o ya sabías de antes?
Al notar que el chico había dejado de pasar la brocha por su párpado, Charlie entreabrió un ojo, viendo así que Angel tenía la mirada gacha y los labios fruncidos en una mueca de incertidumbre.
—¿He preguntado algo que no debía; algo que despierte un recuerdo doloroso?—preguntó la Morningstar, arrepentida.
—No, para nada—Angel alzó la mirada y sonrió levemente—. Si acaso, nostálgico—el chico siguió con su labor, por lo que Charlie cerró de nuevo los ojos—. Verás, cuando aún estaba vivo, tenía a alguien que me enseñó. Ella me maquillaba a mí para practicar, y luego yo la maquillaba a ella en base a lo que recordaba haber sentido en la cara.
—Por la forma en la que hablas de ella, debió ser alguien bastante importante para ti—comentó Charlie.
Angel hizo una pequeña pausa antes de sonreír y dar unos pequeños toques en los párpados a su amiga, indicando que ya podía abrirlos.
—Sí, sin duda lo fue—contestó mientras dejaba la brocha y la sombra de ojos sobre el tocador y pasaba a tomar rímel y pintalabios—. Mira hacia arriba y por lo que más quieras, no pestañees si no quieres tener un pegote de rímel en el ojo.
Charlie hizo lo que Angel le pidió, y así su amigo le aplicó el rímel en las pestañas.
—¿Puedo preguntar cómo se llamaba ella?—Charlie pestañeó una vez Angel le dio permiso.
—Molly—respondió el chico tras unos breves segundos de silencio. Acto seguido, tomó el pintalabios negro característico de Charlie y lo aplicó delicado y rápidamente—. Y ya estás; mírate en el espejo. ¿Te gusta?
Charlie observó su reflejo en el espejo del tocador y sonrió al tiempo que sonreía.
—Muchísimas gracias, Angel, me has salvado el culo—dijo la hija de Lucifer.
Se levantó de su asiento y se colocó las gafas de sol sobre el pelo.
—Pásalo bien en tu cita, princesita—Angel sonrió mientras comenzaba a guardar el maquillaje de nuevo en el estuche.
Charlie asintió antes de tomar a Angel de las mejillas y darle un beso en una de éstas en señal de gratitud, sorprendiendo a su amigo.
—Te debo una—la chica comenzó a salir por la puerta de su dormitorio, pero antes, se giró a mirar a Angel y preguntarle—:Antes, cuando has entrado en mi cuarto, venías porque me buscabas. ¿Qué necesitabas?
Angel parpadeó antes de responder con cierta sonrisilla nerviosa:
—Oh, no era nada importante. Anda, vete ya, que al final llegarás tarde a tu cita.
Su amiga se alzó de hombros, sonrió y agitó la mano para despedirse. Una vez se hubo marchado, Angel se llevó una mano a la mejilla que le había besado anteriormente y musitó:
—Definitivamente, sois idénticas.
Se guardó para sí mismo que su propósito de ir a buscar a Charlie era pasar tiempo con ella, puesto que, al final, lo había logrado.
2275 palabras
Segundo shot de este libro :D
Han sido como unos 18 días sin actualizar, pero bueno, es lo que pasa cuando te pilla con un viaje a Córdoba, otro a Granada y el inicio de las clases.
En fin, mañana iré a la convención de manga de mi ciudad vestida como Chūya, y esta vez, sí iré con un traje en condiciones :D
Bueno, espero os guste este capítulo, que vino de un pequeño headcanon ^^
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